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correlacional. El correlacionismo tiene dos versiones. Por un lado, una versión débil dada
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por Kant en la cual el absoluto no es cognoscible; pero sí pensable. Incluso, para Kant se
puede pensar un absoluto (en este caso Dios) que no existe sin que eso implique una
contradicción. Por otro lado, una versión fuerte que sostiene que el absoluto es tanto
incognoscible como impensable. Solo se puede acceder a la facticidad del pensamiento y
sus límites; lo que está más allá de esos límites no tiene ningún criterio aplicable, es
indecible, no se puede tomar postura.
El problema del correlacionismo fuerte para Meillasoux radica en que al no tener ningún
criterio para pensar el absoluto da paso al reinado de las ideologías y la religiosidad
fanática. El correlacionismo combate el dogmatismo con una estrategia poco contundente,
pues al desobsulatizar el pensamiento, entonces da cabida a cualquier creencia que se crea
depositaria del absoluto.
Ante este panorama, el modelo filosófico de Meillasoux exige la búsqueda de un absoluto,
que en capítulos posteriores será el principio de irrazón y la contingencia, el cual no sea
dogmático y que sirva como criterio para evaluar otras pretensiones o postulaciones del
absoluto. «Contra el dogmatismo, importa mantener el rechazo de todo absoluto metafísico;
pero contra la violencia argumentada de los fanatismos diversos, importa volver a encontrar
en el pensamiento un poco de absoluto, el suficiente, en todo caso, para oponerse a las
pretensiones de aquellos que se querrían sus depositarios exclusivos, por el solo efecto de
alguna revelación» (2015, p.85).
La propuesta de Meillasoux, considerada como materialismo especulativo, tiene la virtud
de que ante un exceso de correlacionismo, exige un giro hacia el mundo. Además, demanda
un retorno a una metafísica heterodoxa que no se funde ni en el argumento ontológico ni en
el principio de razón. Su atractivo está en que pone en juego nuevamente la posibilidad de
una “metafísica”, pero ahora pensada desde la contingencia y no desde la necesidad.
¿Cómo absolutizar la contingencia? ¿Cómo plantear un absoluto a partir de lo que siempre
es fluyente, “potencia” y que siempre puede ser de otra manera? ¿Por qué eso no implica
una contradicción?
Referencias
Meillassoux, Quentin. (2015). Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la
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