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Relatos rápidos para gente

estresada

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ESTE LIBRO ESTA DEDICADO A MIS HERMANILLOS

Y A MIS PAPIS Y A LAS PERRITAS DE MI VIDA,

LA NEGRY Y LA SUSI

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INDICE

1. Campos de girasoles 3
2. ¿Te gusta el chocolate? 5
3. El paquete bomba 10
4. Cerveza, Coca-cola, patatas fritas 14
5. El toro Ignacio 18
6. El plato especial del día 21
7. El cerdo 25
8. Scrooge y la Navidad 26
9. Renata 27
10.El Norte 36

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CAMPOS DE GIRASOLES

Había un mar de girasoles que llegaba casi al horizonte.

Es curioso que este sea el recuerdo más nítido que conserve de mi


infancia.
Aquellos tiempos en los que el mundo era pequeño y conocido. Mis
padres, mi hermana Laura, el pan caliente recién comprado, el olor
de la pescadería de Cal Josep. El olor a lavanda del pelo de mi
madre.
Y la piscina de verano, me acuerdo perfectamente del olor a cloro y
de cómo me escocían los ojos.
Pero sobretodo me acuerdo del campo de girasoles.
Un día a mi hermana y a mi no se nos ocurrió otra cosa que comer
las pipas directamente de la flor. No nos gustaron, no sabían como
la de la tienda de chuches. Lógico, entonces no sabíamos que las
envasadas pasaban un proceso de tostado.
Sí, todavía hoy día me fascinan esas flores gigantes que se ponen
tristes cuando se va el sol.
-Mami, ¿como saben los girasoles que es de día o es de noche, si
no tienen ojos?
No recuerdo a mi madre como una mujer de gran imaginación.
Estaba demasiado ocupada en cosas de adultos como para
ponerse a pensar
en los ojos de los girasoles.
-En la enciclopedia debe de explicarlo cariño.

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Pero yo no quería la explicación científica. Nunca he sido de
ciencias, que se le va a hacer.
De todos modos consulte en la Larousse.
(…)
Hace algún tiempo que he vuelto al barrio de mi infancia. A veces
necesitas regresar al pasado para no olvidar quien eres.
Había un mar de girasoles que llegaba casi al horizonte.
Yo los sigo viendo aunque hace tiempo que desaparecieron. Ahora
la gente del barrio no ve girasoles. Sólo un conjunto de casas
adosadas.
Yo si que los veo.
Mis girasoles.
Es el recuerdo más nítido que conservo de mi infancia.

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¿TE GUSTA EL CHOCOLATE?

Si tengo que ser sincera nunca había sentido ningún tipo de


atracción por ningún chico conocido. No es que no fuese romántica
,pero ¡es que a todos encontraba pegas!. Quien no tenía la nariz
demasiado grande, era demasiado delgado o le
olían los pies; este era tonto ,aquel no tenía la conversación
lo suficiente interesante, el de más allá yo que sé. Total que
empecé la Universidad sin haber tenido nunca novio.
Y yo, la verdad, estaba un pelín preocupada, y mis amigas también.
Estas ya empezaban a sospechar seriamente de mi orientación
sexual.
Entonces fue cuando le conocí.
¡Ejem! No hace falta que diga lo de siempre, que si era alto, guapo,
simpático, inteligente, sinceramente creo que hablar de estas cosas
es una cursilada. Para esto están ya determinadas revistas en
donde supuestas chicas adolescentes explican sus primeras
experiencias.
Seguramente os preguntareis donde le conocí. ¿En clase?
No. ¿En la biblioteca? No. ¿En la disco? No. ¿En la cola del cine,
quizás? Pues tampoco.
Le conocí en el zoológico...
Había comenzado el curso y para una práctica de veterinaria a la
clase entera nos llevaron al zoo con la intención de estudiar el
comportamiento de determinados animales.

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Llevábamos un par de horas dando vueltas por la zona reservada a
los primates, observando a los bichos y tomando notas, cuando le
vi.
En ese momento supe con certeza que había encontrado mi media
naranja. El corazón comenzó a golpearme con fuerza y un
escalofrío sacudió mi columna. Era ÉL .Estaba segura, casi me
pongo a llorar de alegría.
Pero Él no se fijo en mi. ¡Que desgraciada me sentí en ese
momento!.
Pero, como no hay más constancia que la de una persona
enamorada, yo en los siguientes días, insistí. Fui todos los días al
zoo, por que sabía que allí siempre le encontraría, hasta que al
final Él dejó de ignorarme. Al principio solo eran miradas
furtivas cuando yo me hacía la sueca, pero pronto ya no le
preocupó que le pillara observándome. Y a mi no me
importaba que me mirase, todo lo contrario, era señal de que
yo le gustaba.
Pero como suele ocurrir, no todo el mundo veía este amor con
buenos ojos. Mi mejor amiga, Clara, un día en la Facultad
tomando el café de media mañana, me dijo toda convencida:
-Por muy majo y simpático que te parezca, un gorila siempre
será un gorila.
Mi amiga y yo no teníamos secretos y se lo había contado
todo. ¡¿Pa que?!¡¿Pa que se metiera conmigo?! .A mi esos
comentarios me molestaban un motón. ¡Envidia, eso era lo
que tenía! De acuerdo era un gorila, pero, ¡era tan guapo!
Además, ¿no dicen que el amor es ciego? ¿Yo que culpa tenía
sino era de mi especie?

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Y continué visitándolo a diario. Me quedaba ensimismada
mirando la jaula. Bueno, en realidad nos quedábamos los dos
ensimismados mirándonos. Porque Él tampoco me quitaba los
ojos de encima. Y es que el amor es así, permitidme que me
ponga cursi, cuando une a dos almas solitarias ya no hay
fuerza que pueda separarlas.
Pronto descubrimos que compartíamos muchas aficiones. Por
ejemplo, a los dos no chiflaba el chocolate. Yo, cuando iba a
verle, siempre le llevaba bombones y, cuando estaba segura
que no había nadie mirando, metía la mano con el dulce a
través de los barrotes. Y él, dócilmente, me dejaba ponerle el
chocolate en la boca. Igualito que un niño pequeño. ¡Era tan
rico!
Muchas veces me quedaba embobada mirándole con la cara
pegada a los barrotes hasta que pasaba un empleado del zoo
y deshacía la magia con un :
-¡Niña, no te acerques tanto al gorila que es peligroso!
¿Peligroso? ¡Que poco conocían a mi gorilita!
Un día, ya nos llevábamos viendo más de un mes, casi me da
un infarto cuando al llegar a la jaula de mi gorila la vi vacía.
No entendía nada. No me esperaba una cosa semejante.
Empecé a recorrer el parque como una sonámbula. Por
casualidad llegué a las oficinas.
Si en algún sitio sabían donde estaba mi gorila era allí. Así
que entré.
Dentro solo había un señor gordo, calvo y con gafas de culo
de botella detrás de una mesa. Se me quedó mirando
fijamente, bastante sorprendido.

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-¿Buscas algo, nena?-Me preguntó con una sonrisa lasciva (?)
que dejaba ver todos sus dientes amarillos.
La verdad es que el tío me producía arcadas, pero me esforcé
en que no se me notara.
-Sí, estoy buscando a mi novio, verá, es alto, fuerte, con un
suave pelo marrón, los ojos del mismo color pero más
claros.¡Ah! Y es un gorila. Es que he ido a verle a su jaula.
¡Y... (snif)ya no está!-No pude evitar derramar unas lágrimas.
El empleaducho abrió los ojos como platos.
-¿Tu estas bien niña?

No, no estaba bien, el amor cuando es verdadero, te ciega y


te enloquece. Sabía que con aquel tío estaba perdiendo el
tiempo. Así que salí de allí y me dirigí sin perdida de tiempo a
mi casa. Allí cogí las cuerdas de mi hermana, que practica
escalada, y con ellas volví al zoo. Tenía decidido lo que quería
hacer. Y lo hice. Si una cosa me ha enseñado mi hermana es
hacer unos nudos que no deshace ni Dios. Después de atarme
a la jaula vacía de mi gorilita me di cuenta que sin agua ni
comida aguantaría bien poco. Pero era igual. Lo importante
era hacerse notar y por este motivo me había hecho una
pancarta donde ponía:
EL ZOO SE PIENSA QUE HA SEPARADO UNA COSA QUE NI LA
DISTANCIA NI EL TIEMPO SEPARARAN NUNCA.
Cinco minutos mas tarde los empleados del zoo habían
cortado las cuerdas y yo me encontraba en el despacho del
encargado. Me rendí. Les dije donde localizar a mi madre
.Media hora después llegó histérica:

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-¡Hija mía! ¿Qué te ha pasado?
(...)
 

A partir de entonces la vida no fue igual. Me pasaba las tardes


y los fines de semana encerrada en mi cuarto sin querer salir
ni saber nada de lo que ocurría en el mundo. Ni mi amiga
Clara lograba motivarme.
Al final decidí que yo no sería nunca más feliz si no superaba
lo del gorila. La verdad, quizás había sido una locura, no es
normal enamorarse de un animal, escapa de toda lógica y
sentido común. No sé, es lo que me dijo la psicóloga que me
trató. Pero, la verdad, yo necesitaba volver al zoo para poder
seguir viviendo. Ver su jaula vacía para rehacer mi vida.
Así que un día, sin decir a nadie a donde iba, cogí el autobús
y me marché al parque. Allí estaba su jaula. Vacía. Me dio
pena ¿qué sería ahora de él?.Le tenía mucho cariño, había
sido mi primer amor…
De pronto, me topé con un pavo real. Se me quedó mirando
fijamente, yo le miré también y desplegó delante de mí su
cola multicolor. ERA TAN BONITO, ¡ERA TAN GUAPO!

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EL PAQUETE BOMBA

Tenía que trabajar, que remedio. La idea de currar creo que no le


gusta a nadie, por eso pagan, ¿no? Y más si el trabajo no te
interesa ni remotamente. Eso es lo que tenia el trabajo de mozo que
había conseguido por intermedio de una de esas ETTs . Yo tenia 18
años y mis notas del insti no eran para echar cohetes, tan pésimas
eran que mis papis habían decidido cortar el chorro. Si quería
dinero me tenia que poner a currar, la paga se había acabado. Un
trabajo de 15 días en un almacén como mozo de carga y descarga.
Contrato por Obra y Servicio a 6 euros la hora “4 horas a 6 es igual
a tabaco para toda la semana, otras cuatro horas y tengo para salir
el finde”.
No estaba mal, no.
Ya eran las 10, lo que significaba que llevaba 4 horas de curro. El
trabajo estaba siendo duro, casi más que el madrugón, pero me
dejaba la mente bastante despejada para pensar en mis cosas
mientras machacaba el cuerpo. “Como no tengo muchos vicios, solo
mis cigarritos, los cubatas del finde, el porrito antes de irme a dormir
(nada extraordinario) me va a cundir el dinerillo.” Pensaba mientras
que iba con el transpalé de un lado a otro.
Así llegó la hora del bocata. En la sala de descanso, una mesa,
sillas de plástico, una máquina de café, otra de refrescos y yo. Me
senté y me dispuse a jalarme el bocata de chorizo que mi madre me

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había preparado tan amorosamente, cuando me llamó la intención
la portada del diario que alguien se había olvidado en la mesa. Con
grandes letras rojas destacaba la noticia del hallazgo de varias
minibombas en juguetes y artículos eléctricos procedentes de Asia.
Hacia días que en la calle y en las noticias que no se hablaba de
otra cosa. Creo que se le llama psicosis.
Mis 20 minutos se acabaron justo cuando me tragué el último trozo
de bocata y el encargado se me apareció por la puerta para
recordarme el porqué estaba allí.
Acababa de llegar un camión cargado de todo tipo de cacharros con
destino a las tiendas De todo a 100- despertadores,
miniventiladores y objetos varios “made in Taiwan”
Un torero bajaba la mercancía y la dejaba al principio del pasillo, mi
trabajo era ir desprecintando las grandes cajas y colocar la
mercancía en su lugar correspondiente.
Abrí la primera caja, estaba llena de cajitas pequeñas. Normal,
muchos productos venían con su caja individual con las
instrucciones, garantía y demás.
Aunque no dejaba de ser curioso por que en las cajas ponía
“libretas”
Comencé a colocar las cajitas en su lugar correspondiente. Me
costó darme cuenta que el tic-tac que llevaba un rato escuchando
provenía del interior de las cajitas.
“Será sugestión”. Abrí una de las cajas y encontré un montón de
libretitas con tapa de plástico y espiral. Respiré aliviado y me reí de
mi ingenuidad, si tengo que hacer caso de todo lo que se va
diciendo por ahí…
Tic-tac, tic-tac…Otra vez lo volvía a oir, intenté no hacer caso y
seguir con mi tarea, pero me estaba empezando a poner nervioso.

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Tic-tac, tic-tac…Mi nerviosismo iba en aumento. El sonido parecía
provenir de una cajita en cuestión.
La localicé sin problemas, sí era ella, la del fondo a la izquierda. Se
distinguía de inmediato ya que era diferente del resto, más oscura y
un poco más grande que las otras, aunque casi no se apreciaba si
no te fijabas.
“Que hago, que hago”. A lo mejor es una tontería, “¿llamo al
encargado?¿o paso de todo y la coloco en su sitio, junto con el
resto?
No podía quedarme eternamente esperando una señal de Dios, así
que llamé al encargado. Cuando vino la mirada que me soltó no era
precisamente de coleguilla.
Le mostré la caja.- El tic tac persistía.
-Este es, pone libretas pero el ruido que hace es bastante
sospechoso.
Se quedó mirando el paquete, durante unos instantes no reaccionó.
-Espérate un momento, ahora vuelvo. No toques nada.
Al poco volvió acompañado por otro encargado. Los dos
intercambiaron impresiones del extraño paquete.
-¿De donde la has sacado?- me preguntó el último encargado en
llegar.
Le señalé la caja grande de donde había sacado las cajas
pequeñas.
-De ahí.
-Un momento- Me dijo el último en llegar.- Ahora vuelvo, sobretodo,
no toques nada.
Susurró algo al oído del otro encargado y ambos se fueron.
No se cuanto tiempo estuve solo, a mi se me hizo una eternidad.

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Los dos encargados regresaron con un empleado con muchos años
a sus espaldas. Después me enteraría que era el empleado más
viejo y que estaba a punto de jubilarse.
Miró fijamente el paquete y lo cogió entre sus manos con mucho
cuidado, a la vez que el resto retrocedíamos por instinto.
-¡A la mierda!-Gritó de pronto y lanzó el paquete a la otra punta del
almacén. Rebotó contra la pared y se abrió derramando su
contenido.
No hubo ninguna explosión ni nada por el estilo.
Despertadores de plástico se desperdigaban por doquier. Algunos
todavía funcionaban.
Tic tac, tic tac…
Muy gracioso el que se equivocó con las etiquetas.
¡Ya tenia anécdota pa contar a los coleguillas el finde!

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CERVEZA, COCA-COLA, PATATAS FRITAS…

Un morenazo, cubano, nicaragüerense, que se yo no entiendo


de estas cosas, se paseaba por la playa con su surtido de
productos alimentarios accesorios.
Yo me encontraba en la toalla boca abajo y a mi lado se
encontraba Marcos. Ya hacía rato que el sol me quemaba la
espalda así que decidí ofrecerle mis pechos y mi cara.
-¿Quieres que te ponga un poco de crema?-Me preguntó
Marcos.
-Ya me he puesto tres veces hoy-Le contesté.
-No es suficiente, te quemarás.
-Tranquilo, no me quemo.
-Al menos ponte la camiseta.
-Marcos...
-Dime...
Me incorporé y le miré fijamente a los ojos.
-Eres un pesado.
En ese momento volvió a pasar el morenazo. No estaba nada
mal, tenia un culito bastante mono.
-Ponte la camiseta, no es broma, te estas poniendo como una
gamba.
Me la puse por no oírle más.
Cerré los ojos unos minutos. Cuando los abrí, Marcos miraba
el mar.
-Me voy a nadar.¿Vienes?
-No, no me apetece mojarme.

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Marcos parecía algo enojado.
-La verdad es que no te entiendo, ¿a que vienes?¿a tomar el
sol? Para eso ya tienes el jardín de tu casa.
Marcos nunca entenderá que no es lo mismo. Aquí en la playa
todo el mundo esta en igualdad de condiciones, yo te miro a
ti, tu me miras a mi. Mi jardín en cambio da al balcón de la
casa de mi mejor amiga, y su padre es, digámoslo así, un
poco bastante mirón.
-Pues yo me voy al agua, me muero de calor.
-Pues muy bien.
Me quedé sola y la mar de tranquila.
No habían pasado ni dos minutos que volvió a pasar por mi
lado el morenazo de las bebidas.
La verdad es que Marcos estaba en lo cierto, hacía mucho
calor.
-¡Eh, muchacho!-Le grité-Una Coca-cola.
El chico no perdió el tiempo. De cerca me fijé que no solo era
un culo mono. Me ofreció el refresco con una sonrisa que
derretía mas que 50 soles como el de aquel día. Pero yo no
me dejo seducir fácilmente. Así que sin tartamudear y
mirándole a los ojos fijamente le pregunté:
-¿Cuanto cuesta?
-Quinientas pesetas.
 

"¿¡COMO!?¿¡ESTE TIO ESTA LOCO O QUE?!¿¡SE PIENSA QUE


VOY A PAGAR QUINIENTAS POR UNA MIERDA DE
REFRESCO!?¿¡PA ESO BEBO AGUA DEL MAR!?"
Me volvió a sonreír .Pagué las quinientas pelas.

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Me bebí más de media lata de un trago .Estaba bien fría y
entraba sola. Después fijé con mucho cuidado la lata a la
arena para que no se derramara ni una gota.
Me tumbé y seguí tomando el sol, esta vez de espaldas. Cerré
los ojos, el zumbido de una mosca se confundía con el
murmullo del oleaje.
Todavía tenía sed, cogí la lata y me la acerqué a los labios.
Antes de tocar el metal con la boca instintivamente mire la
lata. No pude reprimir un grito de asco.
"¡PUAAAG!¡UNA MOSCA DE LA MIERDA SE ESTÁ BAÑANDO
EN UNA GOTA JUNTO A LA BOQUILLA!"
No pude reprimirme y tiré la lata a la arena. El contenido se
derramó formando una mancha oscura.
Quinientas pesetas a la mierda por culpa de una mierda de
mosca de la mierda.
 

Pues sí.
La mosca, no contenta con lo que me había obligado a hacer,
describiendo un gran círculo alrededor mío, se posó en mi
mano. Desesperadamente y muerta de asco, sacudí el brazo
para librarme de la pesadilla. Lo único que conseguí fue darle
un manotazo tremendo a una señora que pasaba por mi lado.
La mosca ni se movió.
Decidí restregarme la mano por la arena. Por fin logré
desprenderme del bicho. La mosca se quedó sucia, bocarriba
y con las alas todas arrugaditas.
Pa rematar la faena, cogí un palo de helado olvidado al lado
de mi toalla y con él recogí los restos del animalito y,
ayudándome con el palito, metí la mosca dentro de la lata.

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Aún quedaba un poco de refresco, así que si no la había
matado ya, con el líquido acabó por ahogarse.
De todos modos no estaba completamente segura, así que
me acerqué la lata a la oreja y escuché atentamente el
interior. Sólo se oía el movimiento del líquido.
 

Tranquila y relajada después de haberme librado de la


pesadilla, me tumbé en la toalla y cerré los ojos. A esas horas
la playa comenzaba a vaciarse y el sol ya no picaba tanto.
Poco a poco sentí que me iba alejando de aquel lugar, me
estaba quedando frita…
Me despertaron unas gotas de agua que resbalaron del
cuerpo de Marcos. Ya se había bañado y en ese momento se
sentaba al lado mío para secarse al sol.
-¡Que fría que está el agua y que salada !¡Ah, una lata de
Coca-cola! Me bebo la que queda, que he tragado al salir un
poco de agua y así me quito el regusto salado.
Y, antes de que yo pudiera reaccionar, se bebió todo el
contenido de la lata.

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LA TRISTE HISTORIA DEL TORO IGNACIO.

El toro Ignacio estaba triste porque no encontraba novia.


Y eso que lo había intentado todo: No se perdía ni una feria
de ganado, iba siempre bien arreglado y guapo, con sus
enormes cuernos relucientes(por que eso sí, toro pero
presumido, nunca le hacía ascos a un baño de lodo ni a un
buen enjambre de moscas hambrientas revoloteando
alrededor de su ano).Además, hacía ejercicio a diario para
conservar esos músculos que le había regalado la madre
naturaleza, pero ná de ná, no ligaba.
Tan desesperado estaba que incluso había probado en la
sección de contactos de los periódicos, pero allí únicamente
encontraba dibujos de mujeres desnudas y chicos que
entendían. Y también había chateado. Primero aprovechó la
tarifa plana para hacerlo y después, cuando ya estaba
enganchado, a todas horas. Hizo muchos amigos en la red
pero no conoció a ninguna vaca.
Pasaba el tiempo y comenzaba a perder la esperanza ,se iba
haciendo la idea de que se quedaría para vestir santos,
cuando la conoció.
Ella era una vaca magnífica, gorda, con las ubres a punto de
reventar de leche(lo cual indicaba que no era virgen algo que,
la verdad, no le importó)
Se acercó tímidamente a ella. La vaca no pareció verle
¡Oh! ¡Era tan guapa!

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Ignacio se colocó delante del bicho y se exhibió mostrándole
todos sus encantos. La vaca mascaba hierba tranquilamente,
de pronto soltó un pedo seguido de una de las cagadas más
magnificas vistas por ojo alguno, animal o humano; vamos,
del tamaño de una tortilla de patatas de 8 huevos.
A Ignacio casi se le para el corazón de la emoción. Interpretó
el gesto de la vaca como una muestra irrefutable de amor.
Ignacio gimió de la emoción. Había encontrado el amor de su
vida.
Pasaron unos días magníficos, mascaban flores juntos, se
espantaban mutuamente las moscas, retozaban en la
hierba...
Ignacio era muy feliz y creía que Anacleta, que así se llamaba
la vaca, también lo era. Pero poco a poco Anacleta se fue
volviendo más fría y distante. Muchas veces la sorprendía
mirando al infinito, como si su mente no estuviera allí. Pero
realmente lo que nunca le perdonó, y en definitiva lo que hizo
enloquecer al pobre Ignacio, fue el hecho de encontrarla con
el caballo semental. Ignacio siempre había llevado con orgullo
sus cuernos, pero entonces se avergonzó de ellos ¡y no hay
nada peor que un toro avergonzado de sus cuernos!.
Enloqueció de amor. Cargó contra la pareja pillada “in
fraganti”. Pisoteó con furia al caballo y después acabó con la
vida de su amada. Antes de expirar Anacleta con los ojos
entelados por la agonía le dijo:-¡Desgraciado, acabas de
matarme a mi y al hijo tuyo que llevo dentro!.
Ignacio sintió que la sangre le dejaba de circular por las
venas, que se moría, que se iba con Anacleta...

24
 

...
El inspector de Sanidad se mostró muy serio al ver al toro.
-Este animal está muy mal. Se habrá dado cuenta de que
apenas se mantiene en pie, que no responde a los estímulos
más básicos, como si estuviera ido.
-¿Que cree que tiene?-Preguntó el vaquero preocupado por
que veía peligrar su vaquería y sustento.
-Pues yo diría que es sufre una variedad rara de encefalitis
espongeiforme, ya sabe la enfermedad de las vacas locas...
Así que por mandato de Sanidad Ignacio fue sacrificado.
¡Encefalitis espongeiforme!¡Bah!.Ellos que sabían.
Locuras del amor.

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EL PLATO ESPECIAL DEL DIA.

Cuando llegué al Restaurante estaba hambriento. La caminata


había sido larga y a uno, cuando camina mucho, le entra
hambre. Es ley de vida. Cuando entré, el local estaba vacío.
Sólo había un señor pequeñito leyendo la carta. Era un
Restaurante discretito, con un menú interesante de carnes y
pescados. Aunque uno no sabe leer, nada más pasar por
delante de aquel sitio, olí los exquisitos asados. Y como ya
había comentado, después de caminar durante horas sin
rumbo fijo, uno está muy hambriento. El señor bajito no
pareció percatarse de mi presencia en un primer momento,
tan absorto estaba leyendo la carta. Tendrá también hambre,
pensé yo. Como estoy muy bien educado no quise molestarle,
además estoy acostumbrado a comer carne de más calidad.
Antes de entrar en el Restaurante me había bañado durante
un rato en la fuente de la plaza, ya que después de tantas
horas, mi piel estaba seca y necesitaba hidratarse.
Me quedé silencioso en un rincón de local. El hombrecillo se
empezaba a impacientar, tenía hambre y quería que le
sirvieran. Levantó los ojos de la carta y estiró el cuello para
mirar por encima de esta. Pero no salía nadie de la cocina.
Por fin salió un chico desgarbado y pecoso con unos platos
llenos de comida que ,supongo, sería el camarero.
En ese momento ocurrió algo que, desde luego, yo no me
esperaba. El chico, al salir de la cocina, me vio. Pero no se
limitó a mirarme, como hace la gente normal; el chaval se

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quedó petrificado y sus manos comenzaron a temblar. Olí su
miedo, y también el pis que manchó el suelo alrededor suyo.
Es curioso que a la gente le entre ganas de orinar en estos
momentos. Como no sabía que le pasaba, me preocupé y me
acerqué a él para descubrirlo. Cuando vio que me acercaba,
soltó un chillido histérico y, tirando los platos, se metió
corriendo en la cocina.  
Tanto el señor chiquitito como yo nos quedamos
sorprendidos. El hombrecito se quedó unos instantes mirando
fijamente los platos llenos de rica comida, que sin duda eran
los suyos, rotos y con el contenido todo por los suelos, y poco
a poco fue girando la vista hacia donde yo me encontraba sin
apenas mover la cabeza, solo los ojos. Y me vio. Noté que se
quedaba petrificado y que también empezaba a sudar. Por su
garganta empezó a salir un sonido raro, como de un gemido.
Entonces, yo también empecé a asustarme. ¡Joder, ni que yo
fuese un monstruo!. Algo raro pasaba. Al final pudo gritar, se
levantó de su silla y salió corriendo del local.
Me quedé solito.
Como tenía hambre, decidí que lo primero era comer y
después ya pensaría sobre lo ocurrido. Me acerqué a la
comida que había lanzado el camarero y la olisqueé. ¡Puag
,que porquería! Eran platos de verduras y otras
asquerosidades propias de animales herbívoros. Decidí entrar
en la cocina porque allí seguro que encontraba alimentos con
más sustancia.

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Al ver entrar al cocodrilo dentro de su cocina, al dueño del
restaurante y a su hijo se les heló la sangre en las venas. El
hijo, que era un muchacho desgarbado y pecoso, empezó a
llorar. Su padre intentaba mantener a duras penas algo de
dignidad.
-¡Corre!-Le gritó a su hijo-¡Coge la escopeta!
El muchacho no se demoró. Enseguida el arma estuvo en las
manos del padre.
El pulso le temblaba, después de todo era un ser vivo y él no
había matado ningún animal en su vida que no fueran
insectos. Apuntó a la cabeza del inmenso reptil, cerró los ojos
y apretó el gatillo.
El cuerpo del cocodrilo sufrió una sacudida. Después todo
acabó.
“Última hora; ha desaparecido un cocodrilo macho del parque
zoológico. Tememos que haya sido un secuestro de alguna
banda de traficantes ilegales. Advertimos a la población que
vaya con cuidado, es un animal peligroso .Cualquier
información que nos puedan facilitar sobre el paradero de
este animal será atendida en el teléfono ….”.
Al día siguiente la gente que fue a comer al restaurante notó
diferente los asados. La carne era distinta, tenía otro color,
otro sabor. Al preguntar al dueño, este le quitó importancia.
Era carne de vacuno de ganadería ecológica, comentó. De
mejor calidad que la que estaban acostumbrados a comer,
por eso era de sabor y color más fuerte. Nadie dijo nada, pero
los clientes habituales se extrañaron que unos días después la
carne volviera a ser la de siempre.

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El único cliente que podía haber aclarado el tema el señor
vegetariano que huyó dejándose toda su comida por los
suelos, no volvió a aparecer por el local nunca más. Al jefe
del local no le importó demasiado, era un cliente nuevo.

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EL CERDO

Estoy harta, hartísima. ¿Como puedes vivir como un cerdo?


Todo tirado por ahí... ¿Cuando fue la última vez que te
cambiaste la ropa interior? Y menos mal que yo me preocupo
de limpiar mínimamente la casa .Pero ¿es que no ves que no
puedo? Me paso la mayor parte del día trabajando, y tu no
haces nada, NA-DA es que ni tan siquiera buscas algún curro,
nada y no solo te mantengo sino que encima no te importa
que la MIERDA te coma, pues ya me tienes harta hartísima,
mañana mismo te vas de casa .No si ya me lo decía mi
madre. Con la razón que tenía, por que no le hice caso?
Mireia se sentó en el sofá, exhausta después del discurso y
notó que se derrumbaba, empezó a llorar. Jaime (el cerdo)se
le acercó con cuidado tenia miedo de alguna reacción violenta  
por parte de Mireia ,la conocía bastante bien o al menos eso
creía y tenia miedo de una nueva bronca.
-Cariño...-Comenzó a susurrar...
-Déjame cerdo...
Jaime se acercó a la puerta de la calle. Silenciosamente cogió
el abrigo y se marcó-
Se sentía fatal.
“Cerdo no se si lo seré, pero cobarde… ¡un rato largo!”

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SCROOGE Y LA NAVIDAD.

Aquella mañana el, hasta entonces avaro y gruñón, señor Scrooge


se despertó tarde. Hacía muchas horas que había salido el sol y la
luz se filtraba tenuemente a través de los cristales empañados por
el frío. Pero no era un día cualquiera y el señor Scrooge lo sabía.
Era Navidad.
La noche había sido larga. Durante esta el señor Scrooge había
recibido tres visitas; la del fantasma del pasado (que le habían
recordado aquella dura y triste infancia que había sido la suya),la
del presente(que le había hecho abrir los ojos mostrándole que a
pesar de las penurias económicas todavía se podía ser feliz en
Navidad)y la del futuro (la peor de todas las visitas sin duda, aún
temblaba al recordar aquella tumba olvidada y sin flores en la
estaba esculpido su nombre).
Scrooge se movió bajo las pesadas mantas y acabó de despertarse.
Fuera se oían voces de niños que jugaban con sus juguetes
nuevos. Y el señor Scrooge sintió que ya no tenía motivos para
gruñir ni para asustar a los chiquillos que jugaban bajo su ventana.
Los niños eran felices y de algún modo él también lo era….

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RENATA

Cuando mi madre me dijo que tenía médico y que me ocupase de


Renata, fue como si un jarro de agua fría me cayese encima. ¡Yo ya
tenía planes!
Además odiaba a esa niña. Bueno, a todos los niños, pero a esa en
especial. Era tan repelente ¿Donde se ha visto una niña de 5 años
dando lecciones a los adultos? Esa era Renata. Es un nombre
horrible para una niña, pero es que esta niña era como su nombre,
una pesadilla.
Me presenté en el trabajo de canguro de mi madre con unas ganas
terribles de salir huyendo. Jo, como se aprovecha mi vieja que estoy
de vacaciones. Como si trabajar de cajera no fuera ya de por si
estresante.
Esperé a que fueran las 17 horas en punto para tocar al timbre. No
iba a regalarles ni un minuto más de mi tiempo. Llevaba el bolso
grande y dentro escondido el último ejemplar del Cosmopolitan con
la esperanza de que la niña no me diera mucho trabajo.
El padre tenía una empresa de aceite y estaba todo el día fuera. Se
ve que le iba bien el negocio. Sobretodo en el Norte de Europa
donde su producto era pagado a precio de oro. La madre estaba
muy estresada con sus dietas y gimnasio, aparte de eso creo que
no hacia nada más.
Me abrió la madre. Iba con una bolsa de deporte y muy estupenda
para ir a sudar a un gimnasio, con su maquillaje y su ropa ajustada.
-Hola Carmen-me saludó con dos besos de pija, de aquellos que ni
te llegan a tocar las mejillas.

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-No soy Carmen. Carmen es mi madre-Le contesté con un pelín de
mosqueo.
-Perdona Ruth, con las prisas…Ya no me acordaba que tu madre
iba hoy al médico. Pero bueno, ya conoces a Renata. Entra, como
si estuvieras en tu casa. Acaba de merendar, así que si te pide
chuches no le des. Con tu madre siempre van al parque por las
tardes, Renata nunca se cansa de jugar con los columpios. A eso
de las 8 la traes a casa. Es a la hora que vuelvo del gimnasio.
Como ves es bien fácil.
Estuve a punto de decirle que tampoco me llamo Ruth, (¿Quién es
Ruth?) pero decidí no darle mucha importancia. Si esta mujer tenía
un serio problema para acordarse de los nombres y de las caras
eso no era asunto mío.
Se marchó dejándome con una niña que en ese momento estaba
obligando a comer arena para gatos a un cachorro de gato.
-Tienez que come papilla, zi no te quedaraz pequeñazo.- Le decía
al pobre animal mientras que a la fuerza le quería meter una
cucharada de tierra en la boca.
Pobre gato. Esta niña no sabía lo que era el juego simbólico.
-Hola Renata
La niña se me quedó mirando con un os ojos grandes, azules y
espantados.
-MAMAAAAA. Aquí hay una zeñora muy gaga
-Niña, tu madre se ha ido. Soy la niñera.-Renata me había visto un
par de veces pero tenia el mismo problema de su madre a la hora
de reconocer gente.
-Mentira, ziempre viene una mujer maz mayor que tú.
-Es mi madre. Carmen, hoy vengo yo porque a ella no le va bien.
-Me guzta ma tu made, ez maz simpática.

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No me apetecía darle explicaciones a una pequeñaja, así que decidí
cambiar de tema.
-Deja en paz a ese gato, que nos vamos al parque.
-¿Ze llama Misha, a que ez guapo?- Lo tenía cogido de la cabeza,
el pobre animal se intentaba escapar de las garras de la niña, pero
lo tenia como aturdido, movía las patitas en el aire pero no
conseguía huir de Renata.
-Te acabará arañando niña.
-No Misha ez mu bueno, ezpera que lo dejo.- Y lo tiró como un
trapo.
Ya estaba un poco harta.
-¡Así no se trata a los animales!¡Joder!
Renata me miró fijamente
-Le diré a mi madre que dicez pagalotaz. Tu made no dice
pagalotaz. Es ma zimpática que tu.
-Vamos a la calle, anda. Y “joder” no es una pagalota. Solo es una
manera de llamar la atención a niñas como tu.
Me miró no muy convencida, pero al final aceptó dejar al pobre gato
y salir a la calle a dar una vuelta.
Mientras que estaba en los columpios, intenté relajarme un poco
con la lectura de la Cosmopolitan. Había un reportaje muy
interesante y me enfrasque en su lectura
“El 25 por ciento de los hombres heterosexuales confiesan haber
tenido al menos una experiencia homosexual en su vida…”
-Oiga ¿es usted la responsable de esta niña?
Alguien me hablaba, mire hacia donde provenía la voz.
Exactamente delante de mi. Era una señora que tenia cogía de la
mano a una fiera que se retorcía para liberarse; Renata. La mujer
parecía muy enfadada.

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Me quede muda. Apenas pude decir que si.
-No deje a esta niña sin vigilancia. Ha intentado morder a mi hijo.
-Ez que no quería jugar.
“La tarde se me va a hacer muy larga”
-Cambio de planes ¿te parece que vayamos a casa a ver los
dibujos?
-Mi made quiege que juegue en el parque con otos niños, quiege
que tenga amiguitos.
-Vamos a casa. Joder.
-Has vuelto a decir la pagalota.
La cogí de la mano y me dirigí a casa de sus padres.
Cuando llegamos a la puerta de casa, me di cuenta de un pequeño
inconveniente. La casa estaba vacía, la madre de Renata aun no
había vuelto
-Renata, ¿no tendrás por casualidad una copia de las llaves de tu
casa?
Renata me miró con cara de sorpresa.
-¿Erez tonta? Zoy una niña pequeña, no ze abri con llavez.
Me acorde de que en la pelis americanas los dueños esconden una
copia en alguna maceta de la entrada. Aquí habían muchas
macetas, así que fui probando.
Renata me miraba muy seria.
-Ze lo voy a deci a mi mama que le etaz gompiendo laz macetaz.
Al final, bajo los geranios y con las uñas negras de la tierra,
encontré algo pequeño, duro y con forma de llave al lado de una
raíces.
Entré en el domicilio con la sensación de estar cometiendo un
delito. ¿Cómo le voy a explicar a la madre de porque y como hemos
entrado en su casa?

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Estaba barajando diferentes opciones cuando de pronto salio un
señor desnudo, muy musculoso y muy depilado de la cocina.
No se quien de los tres gritó más fuerte. De hecho Renata no gritó
directamente se hecho a llorar.
-¡Un zeñormontruo,mamiiii!
Intenté tranquilizar a la niña. Era mi obligación después de todo
cuidar de ella.
-Renata, cariño, tu madre esta en el gimnasio, ¿este no es tu papi?
-¡Noooooo!-Lloraba la niña desconsolada.
El hombre intentaba decir algo, pero estaba demasiado aturdido con
la situación.
-¡Renata!¡Que haceis aquí!-Grito la madre saliendo del pasillo solo
vestida con un batín.
Entonces lo entendí todo y quise que me tragara la tierra.
Cuando salí de casa de Renata, pensé que la tarde no había sido
tan mala.
Jo, pedazo propina que me había dado la madre por tener la boca
callada. ¡Como si me pudiera importar que la señora se tirara a su
entrenador!
Pobre Renata.

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EL NORTE

La brújula indica el Norte. Esa es la dirección de mi tren.


El Norte.
El sol languidece tras el cristal de la ventana.
-¿Vendrás algún día?- Me preguntó hacía tiempo mi amada.
-Claro-Le aseguré
Nos habíamos conocido una tarde de Abril. En aquel bar. Me
acuerdo que servían unas tapas muy ricas. Ese queso tan bueno.
El tren se acerca a mi destino. El final del viaje.
Por fin salgo a la estación y miro buscando aquellos ojos que
prometían tantas cosas.
Allí no había nadie.
Me senté en un banco esperando a que llegara mi Norte.

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EL ENTE.

La cara del Manolo mostraba preocupación. Limpiaba con desgana


los cercos de cerveza de la barra. Había confianza, nos conocíamos
desde hacía tiempo, así que me atreví a preguntarle si le pasaba
algo.
Manolo me miró con algo de sorpresa, supongo que no era normal
esta pregunta por parte de un cliente, pero al parecer estaba
deseando que alguien se la hiciera por que no le costó sincerarse
conmigo.
-La cosa esta mala, últimamente no salen los números, Jordi. Con
lo que saco del bar apenas podemos tirar mi mujer y yo. Y ahora
que se ha quedado preñada. ¿Ah?¿ No lo sabias? Pues sí, voy a
ser padre. Que faena ¿eh?. Precisamente ahora que el negocio va
mal. No es que me haga ilusión, pero un niño siempre conlleva
gastos. Solo en pañales se te va una fortuna. Pero bueno, no te
quiero aburrir con mis problemas.¿Otro quinto?
Hacía bastante tiempo que conocía a Manolo, como ya dije, y nunca
lo había visto así de preocupado. Aunque nunca había tenido una
relación demasiado estrecha, era un buen tío y me caía muy bien.
No se si era por que entendía su situación (yo también tenía un hijo
y hacía poco que me había quedado en el paro) o porque
simplemente me sentía generoso, decidí echarle una mano.
-Necesitas publicidad tu bar esta bien pero no lo conoce mucha
gente.
-Ya, pero la publicidad supone un coste que ahora no me puedo
permitir.

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Reflexioné unos instantes.
-¿Conoces el márqueting de guerrilla?. Podríamos hacer algo lo
suficientemente bestia para atraer a la gente y darle publicidad a tu
bar sin gastar mucho.
La mirada de preocupación de Manolo se mezcló con una pizca de
escepticismo.
-¿Y como se hace eso?
-Bueno, supongo que lo que interesa es que la gente hable de tu
bar, el boca a boca suele ser la mejor publicidad. No se, a la gente
le suele gustar el morbo, lo impactante.
Oye, se me ocurre una idea,¿me acompañas al lavabo?
La incredulidad de Manolo se convirtió en burla.
-¿Y que vamos a hacer en el lavabo?
-Tú ven.
Ya en el lavabo observé bien el retrete y su desagüe.
-Oye le pregunté a Manolo,¿has hecho muchos cafés hoy?
-Si, unos cuantos.
-¿Y que haces con el residuo?
-Pues va cayendo a un contenedor de la cafetera que cuando se
llena tiro a la basura.
-Y el aceite, ¿lo reciclas?

-Si claro, lo recoge una empresa de reciclaje.

-Pues tráeme el residuo del café y el aceite usado que si funciona


mi plan tu bar será el más famoso en muchos kilómetros a la
redonda.
Una vez traído los mejunjes procedí a tirarlos por el water. Manolo
me miró horrorizado.
-¡Quieto! ¿Quieres reventar el water?

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-No hombre, una vez leí que en un bar apareció un buen día una
especie de serpiente que salía del retrete. Se ve que vinieron unos
científicos y todo a estudiar el fenómeno. Salió en los periódicos.
- Me suena.
-Pues se descubrió que el ente no era otra cosa que la mezcla de
café y aceite que el dueño tiraba por el WC. Supongo que al final
tuvo que pagar una multa pero, la cantidad de gente que esos días
pasó por el bar.¡Seguro que recuperó con creces el importe de la
multa!
-No se.
-Que sí hombre, ya verás.
Eché los residuos por el WC y tiré de la cadena. Una pasta espesa
empezó a subir y a subir.
-Espera Manolo, que tiro otra vez de la cadena a ver si con más
agua.

Al final aquella noche nos la pasamos limpiando el líquido oleoso y
apestoso que inundó todo el lavabo y que el water estuvo
escupiendo un buen rato.
El Manolo me dejó de hablar una buena temporada. De hecho me
prohibió entrar en el bar. Por suerte el negocio al final se recuperó y
ahora le va bastante bien.
Yo creo que a veces es mejor no ayudar a la gente.
Por lo que pueda pasar.

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