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formación
1. Trabajar sobre el sentido y las finalidades de la escuela sin hacer de ello una
misión.
9. Trabajar sobre las dinámicas colectivas y las instituciones sin olvidar a las
personas.
Cabe resaltar que no se ahondará en cada uno de estos desafíos, solo se tendrán en
cuenta como instrumento de para el proceso de formación docente en los centros de
prácticas y como de acuerdo a estos se puede emprender un proceso de reflexión de las
practicas pedagógicas.
Gracias a estos desafíos podemos dar cuenta lo que ha fallado en nuestra práctica y
poder hacer un ejercicio reflexivo sobre la importancia de un proceso de formación y de
aprendizaje que deben tener los estudiantes en su enseñanza. El proceso en el aula y
también el de una institución no es ajeno a la circunstancias o acontecimientos sociales que
pasan en la ciudad de Medellín, tal proceso se puede ver interrumpido por una serie de
actividades que convocan a la ciudadanía, cuando pasan estos acontecimientos es donde
pueden surgir los inconvenientes para los docentes que están en formación y que realizan
sus prácticas al igual que los estudiantes, en este caso las practicas que se llevaron a cabo
en la Institución Educativa Sol de Oriente se vieron interrumpidas por un hecho que
convoco a todo el profesorado, llevando consigo un paro de maestros que postergó las
visitas y el proceso que se debía de llevar a cabo con los estudiantes, esto no implica que no
haya habido una participación activa en el aula, puesto que se hicieron ciertas actividades
de la mano del maestro cooperador, pero que en realidad no llevaba consigo un debido
proceso continuo con los estudiantes, estos acontecimientos y por supuesto los diez
desafíos que se plantean anteriormente, nos permiten entrar en un proceso reflexivo que
hace notar la ausencia y las consecuencias que puede tener el aislamiento de un proceso en
el aula y cómo la falta de tal proceso lleva consigo desventajas tanto para los estudiantes
como para el docente en formación. Dicho aislamiento ocasiona que, en nuestro ejercicio
de práctica, no haya un conocimiento significativo de los estudiantes, de sus debilidades,
sus fortalezas, su ritmo de aprendizaje, su comportamiento en contextos particulares, sus
procesos de lectura y escritura o sus procesos en las demás áreas del saber.
Ahora bien, aparte de las desventajas anteriores, es evidente que desde el momento
cuando empieza a surgir la brecha entre el maestro formador y los enseñantes, la cuestión
se traslada a determinar cuál es el rol del maestro en formación tras estas circunstancias. Es
allí, donde los maestros en formación conciben su papel desde el punto de vista reflexivo y
en donde el registro de las prácticas constituye una labor de significativa importancia,
donde la producción de conocimiento partiría de la experiencia plasmada en juicios
reflexivos adquiridos en la labor docente, contribuyendo a la construcción de saberes
pedagógicos que tiendan hacia la profesionalización de la enseñanza.
No obstante, de ser posible, las reflexiones no deben emerger solo a partir del punto
de vista del docente; en ellas también debe incorporarse lo que se percibe acerca del sentir
de los estudiantes de la institución, tratando de indagar, en esos ínfimos instantes donde se
tenga contacto con ellos, el porqué de su ausencia y de su presencia en este contexto de
cese de actividades, preguntándose qué concepción tienen de esta encrucijada entre el
gobierno y los educadores.