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A través de este modelo, propuesto por Lazarus y Folkman, los autores plantean que los estímulos

que se presentan al individuo no son estresantes per se, sino que este hace una valoración y una
discriminación de los mismos a fin de darles una significación particular, normalmente de amenaza
de pérdida o daño; así pues, aquellos eventos que las personas califican como estresantes, no son
más que transacciones en las cuales el individuo hace una valoración de los estresores y de los
recursos que posee para superar la situación y hacer frente a dichos estresores (González &
Landero, 2010

Al respecto, los autores del modelo proponen que el individuo realiza dos tipos de valoración
antes de cualificar un evento o un estímulo como estresante: valoración primaria y valoración
secundaria (Regueiro & León, 2003). Regueiro, R., & León, O. (2003). Estrés en decisiones
cotidianas. Psicothema , 15 (4), 533-538

La valoración primaria hace referencia al proceso mediante el cual la persona identifica un evento
y lo percibe como amenazante para sí mismo (Carver, Kumari, & Scheier, 1989). La valoración
secundaria se refiere a la estimación que la persona hace de los recursos con que cuenta para
enfrentar el estresor; de esta se deriva la presencia de la emoción negativa o del estrés como tal
(Carver et. al. 1989) Carver, C., Kumari, J., & Scheier, M. (1989). Assessing Coping Strategies: A
Theoretically Based Approach. Journal of Personality and Social Psychology , 56 (2), 267-283.

Como señalan González y Landero (2006) en la Figura 1, podemos observar que ante los
estresores, ya sean diarios, recientes o crónicos; una persona percibirá estrés o no en función de
cómo valore sus recursos (autoestima, autoeficacia), del apoyo del que dispone (apoyo social) y de
la interpretación que realice de dicha situación problemática (como amenazante, como un desafío
o de daño/pérdida). Una vez que el sujeto percibe algún nivel de estrés pueden aparecer
respuestas a nivel emocional (depresión y ansiedad), conductual (afrontamiento) y fisiológico
(síntomas psicosomáticos).

Lazarus & Folkman (1984) refieren en su libro Stress, Appraisal and Coping (“Estrés, valoración y
afrontamiento”) que las situaciones cotidianas de la vida generan estrés en las personas en
diferentes medidas, en unas más que en otras. Los individuos presentan diferentes grados de
vulnerabilidad a dichas situaciones estresantes; así como una persona ante una situación “x”
podría presentar diferentes tipos de respuesta, como ansiedad, agresividad o ira, otra pudiese
llegar a sentir culpa y abstraerse en su rumiación de pensamientos, lo cual conduce a la depresión.
Por el contrario, podría llegar a ser mucho más funcional y adaptativa al cambio, lo cual sería visto,
no como una amenaza para el individuo, sino como una situación potenciadora de cambios y
mejoras en su desempeño. La valoración de las situaciones varía de una persona a otra, a pesar de
la situación a la que se vean expuestos; esto se evidencia en la necesidad que manifiestan las
personas de sobrevivir y prosperar, discriminando cuáles son las situaciones que representan
amenazas reales y cuáles no. Así pues, Lazarus et al., (1984) proponen que la discriminación
situacional se da de manera efectiva sólo cuando se cuenta con un sistema cognitivo flexible y
entrenado, que solamente la experiencia vital alimenta con conocimientos. En este orden de
ideas, los autores proponen, como primera medida, que no solamente se deben tener en cuenta
las diferencias personales para analizar la valoración, sino también las diferencias contextuales
que se presentan de persona en persona, pues en general, todos los seres humanos tienen
situaciones y condiciones de vida diferentes que los llevan a desarrollar distintas estrategias para
valorar dichas situaciones, así como también diversas interpretaciones de lo que se valora.
Teniendo en cuenta estos aspectos, lo que realmente es importante para analizar la valoración es
el factor psicológico de la persona, el cual se constituye a partir de la suma de lo contextual y lo
interno del individuo (Lazarus et al., 1984). Una segunda posición para entender el proceso de
valoración es la capacidad que tenemos los seres vivos de discriminar lo que es, o no, amenazante.
Si bien es cierto que las plantas y los animales han desarrollado mecanismos para discriminar e
identificar aquellos factores que representan un riesgo, no menos desarrollada está dicha
capacidad en los seres humanos, teniendo como ganancia el desarrollo cerebral y los procesos
cognitivos mucho más complejos y avanzados que los de animales y las plantas (Lazarus et al.,
1984).

El eje central de la teoría de Lazarus y Folkman (1984, 1986) se fija en la evaluación cognitiva o
appraisal para analizar los múltiples problemas relacionados con el estrés dentro de un contexto
social complejo, como es el escenario de una emergencia. La evaluación cognitiva es el elemento
clave para discriminar si una determinada situación se convierte, o no, en estresora, en función de
dos secuencias: - Evaluación primaria, ¿me perjudica o beneficia esta situación, ahora o en un
futuro?...Si de la respuesta se desprende daño, pérdida o amenaza, conllevará una respuesta de
estrés. - Evaluación secundaria, ¿puedo hacer algo al respecto?...Si la respuesta es “no, o muy
poco”, igualmente surgirá una respuesta de estrés. Estos autores plantean el afrontamiento como
un proceso cambiante en el que el individuo, en determinados momentos, debe contar
principalmente con estrategias defensivas, y en otros momentos o situación, con estrategias que
sirvan para resolver el problema, todo ello a medida que va cambiando su relación con el entorno.
En definitiva, ésta es la aportación más importante del Modelo Transaccional. Como se desprende
de estas dos premisas, la evaluación secundaria incluye el elemento crucial del modelo
transaccional, el afrontamiento, entendido como un proceso de puesta en marcha de aquellos
esfuerzos cognitivos y conductuales, constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar
las demandas específicas (internas y externas) que son evaluadas como excedentes o que pueden
desbordar los recursos del individuo, atentando contra su bienestar físico y psíquico (Lazarus,
1986). El hecho de que un determinado riesgo se perciba como una amenaza o no, estará en
función de las propias creencias, el compromiso con la situación y los recursos personales, además
de la 36 capacidad de afrontamiento, de tal forma que la emociones se convierten en un elemento
necesario para la supervivencia. Resumiendo, la ansiedad implica dos elementos objetivos básicos,
por un lado, una determinada situación que actúa como estímulo desencadenante y, por otro, una
determinada respuesta emitida por el individuo, de forma que cierto tipo de respuestas
consideradas adaptativas, actuarían como mecanismo de defensa para escapar de una situación
de riesgo o amenaza, mientras que la ansiedad anticipatoria, mediada por sentimientos de temor,
miedo o amenaza en ausencia del estímulo real, podría dar lugar a una respuesta patológica, como
veremos a continuación.

Según Richard Lazarus y su grupo (Lazarus y Folkman, 1986), el estrés puede ser comprendido en
términos de las interpretaciones cognitivas que la persona hace sobre la capacidad estresora de
los eventos. “Si bien ciertas presiones y demandas ambientales producen estrés en un número
considerable de personas, las diferencias individuales en cuanto a grado y clase de respuesta, son
siempre manifiestas” (Lazarus, 1966). La relevancia de los factores psicológicos, especialmente
cognitivos, que median entre los estímulos estresores y las respuestas de estrés fue incorporada
por la teoría de Lazarus y Folkman (1984, 1993). El estrés fue concebido por estos autores como el
resultado de que el individuo evalúe el entorno como amenazante o desbordante de sus recursos
poniéndose en este caso en peligro su bienestar. La idea central de la perspectiva interaccional,
transaccional, o también denominada aproximación mediacional cognitiva (Sandín, 1995), se
focaliza en el concepto de evaluación. La evaluación cognitiva es un proceso mental universal
mediante el cual el sujeto valora constantemente la significación de lo que está ocurriendo y lo
relaciona con su bienestar personal y con los recursos disponibles para responder a la situación.
No es el agente estresor lo que define el estrés, sino la percepción que realiza el individuo de la
situación estresante. Lazarus y Folkman (1986) distinguen tres tipos de evaluación: - Primaria. En la
que la persona valora el significado de lo que está ocurriendo. El resultado de esta evaluación es
que la situación sea considerada como: irrelevante, positiva-beneficiosa o estresante. En este
último caso se admiten tres modalidades: amenaza (anticipación de un daño o pérdida que parece
inmediato, aún no ha ocurrido), daño-pérdida (el individuo recibe un perjuicio real, ya se ha
producido daño y lo puede volver a sufrir) y desafío (el individuo valora la situación como un reto,
ve la amenaza pero considera que es capaz de superarla si emplea adecuadamente sus recursos,
se interpreta como la posibilidad de aprender o ganar). La amenaza y el desafío son evaluaciones
anticipatorias.

El estrés fue concebido por estos autores como el resultado de que el individuo evalúe el entorno
como amenazante o desbordante de sus recursos poniéndose en este caso en peligro su bienestar.
La idea central de la perspectiva interaccional, transaccional, o también denominada aproximación
mediacional cognitiva (Sandín, 1995), se focaliza en el concepto de evaluación. La evaluación
cognitiva es un proceso mental universal mediante el cual el sujeto valora constantemente la
significación de lo que está ocurriendo y lo relaciona con su bienestar personal y con los recursos
disponibles para responder a la situación. No es el agente estresor lo que define el estrés, sino la
percepción que realiza el individuo de la situación estresante. Lazarus y Folkman (1986) distinguen
tres tipos de evaluación: - Primaria. En la que la persona valora el significado de lo que está
ocurriendo. El resultado de esta evaluación es que la situación sea considerada como: irrelevante,
positiva-beneficiosa o estresante. En este último caso se admiten tres modalidades: amenaza
(anticipación de un daño o pérdida que parece inmediato, aún no ha ocurrido), daño-pérdida (el
individuo recibe un perjuicio real, ya se ha producido daño y lo puede volver a sufrir) y desafío (el
individuo valora la situación como un reto, ve la amenaza pero considera que es capaz de
superarla si emplea adecuadamente sus recursos, se interpreta como la posibilidad de aprender o
ganar). La amenaza y el desafío son evaluaciones anticipatorias.

Secundaria. Se refiere a la valoración de los propios recursos para afrontar la situación. Implica
una búsqueda cognitiva de las opciones de afrontamiento disponibles y un pronóstico de si cada
opción tendrá o no tendrá éxito a la hora de abordar el estresor. El estrés va a depender
sustancialmente de cómo el sujeto valora sus propios recursos de afrontamiento. Los recursos
incluyen las propias habilidades de afrontamiento (coping) y el apoyo social y material. Con la
evaluación secundaria la persona toma conciencia de las discrepancias que existen entre sus
estrategias, habilidades y capacidades personales de afrontamiento y las estrategias, habilidades y
capacidades que exige la situación. Cuanto mayor sea la discrepancia, mayor será el malestar y la
ansiedad. Cuando las personas consideran que son capaces de hacer algo para manejar la
situación y creen que van a tener éxito, se reduce el estrés (Brannon y Feist, 2001). La autoeficacia
es una variable clave en el proceso de evaluación como mediador entre las estructuras cognitivas y
el resultado de la situación estresante (Karademas y Kalatzi-Azizi, 2004). - Reevaluación. Implica
procesos de retroalimentación o feedback que se desarrollan durante la interacción del individuo
con las demandas externas o internas y hacen que se produzcan correcciones sobre valoraciones
previas durante el proceso mismo de afrontamiento. La reevaluación se refiere por tanto al
cambio efectuado en una evaluación previa a partir de la nueva información recibida del entorno y
es debida a que las apreciaciones cambian constantemente a medida que se dispone de nueva
información. En la actualidad, el grupo de Lazarus asimila estrés a emoción y el objetivo que
persigue es mostrar que el estrés o la emoción es el mediador de las relaciones entre la
personalidad y la enfermedad (Lazarus, 1990, p. 97). Cuando un organismo se enfrenta a una
novedad, a una amenaza o a un desafío, agudiza sus sentidos, escruta el entorno en estado de
alerta o vigilancia, y su amígdala empieza a descifrar el significado emocional de los estímulos
sensoriales. A la vez el hipocampo refiere la información sobre el Secundaria. Se refiere a la
valoración de los propios recursos para afrontar la situación. Implica una búsqueda cognitiva de las
opciones de afrontamiento disponibles y un pronóstico de si cada opción tendrá o no tendrá éxito
a la hora de abordar el estresor. El estrés va a depender sustancialmente de cómo el sujeto valora
sus propios recursos de afrontamiento. Los recursos incluyen las propias habilidades de
afrontamiento (coping) y el apoyo social y material. Con la evaluación secundaria la persona toma
conciencia de las discrepancias que existen entre sus estrategias, habilidades y capacidades
personales de afrontamiento y las estrategias, habilidades y capacidades que exige la situación.
Cuanto mayor sea la discrepancia, mayor será el malestar y la ansiedad. Cuando las personas
consideran que son capaces de hacer algo para manejar la situación y creen que van a tener éxito,
se reduce el estrés (Brannon y Feist, 2001). La autoeficacia es una variable clave en el proceso de
evaluación como mediador entre las estructuras cognitivas y el resultado de la situación
estresante (Karademas y Kalatzi-Azizi, 2004). Brannon, L. y Feist, J. (2001). Psicología de la salud.
Madrid: Paraninfo. Karademas, E.C. y Kalantzi-Azizi, A. (2004). The stress process, self-efficacy
expectations and psychological health. Personality and Individual Differences, 37, 1033-1043.
- Reevaluación. Implica procesos de retroalimentación o feedback que se desarrollan durante la
interacción del individuo con las demandas externas o internas y hacen que se produzcan
correcciones sobre valoraciones previas durante el proceso mismo de afrontamiento. La
reevaluación se refiere por tanto al cambio efectuado en una evaluación previa a partir de la
nueva información recibida del entorno y es debida a que las apreciaciones cambian
constantemente a medida que se dispone de nueva información. En la actualidad, el grupo de
Lazarus asimila estrés a emoción y el objetivo que persigue es mostrar que el estrés o la emoción
es el mediador de las relaciones entre la personalidad y la enfermedad (Lazarus, 1990, p. 97).
Cuando un organismo se enfrenta a una novedad, a una amenaza o a un desafío, agudiza sus
sentidos, escruta el entorno en estado de alerta o vigilancia, y su amígdala empieza a descifrar el
significado emocional de los estímulos sensoriales. A la vez el hipocampo refiere la información
sobre el

González, M., & Landero, R. (2010). Evaluaciòn del estrés y el impacto de la fibromialgia después
de autoaplicar técnicas cognitivo-conductuales. Psicología desde el Caribe (26), 119-141.

González, M. T. y Landero, R. (2006). Síntomas psicosomáticos y teoría transaccional del estrés.


Ansiedad y Estrés, 12(1), 45-61

Sandín, B. (2003). El estrés: un análisis basado en el papel de los factores sociales. Revista
Internacional de Psicología Clínica y de la Salud, 3(1), 141-157.

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