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Letra Viva libros. Av. Coronel Díaz 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina.

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STAFF Y PRODUCCIÓN Las nuevas modalidades del goce


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Editorial
Raimundo A. Salgado
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Coord. de contenidos: Alberto Santiere

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Publicidad: Teresa Giarcovich ien mil años de la Edad de Piedra la ausencia de otro cuerpo como objeto
Diseños de Publicidad: Judith Presta
Colaboración: Leonardo Bacarin tienen seguramente menor signifi- sexual, la parafernalia que oferta la conse-
Corrección: Patricia Yohai cación –en cuanto a cambios en cución del Todo en franca desmentida de
las relaciones con el medio– que la dé- la castración, ¿permiten pensar cambios
IMAGO AGENDA N° 90 cada actual. en la psicopatología contemporánea y el
Junio de 2005. Segunda época. Año XXV. Goethe expresaba hace ciento ochenta psiquismo? ¿O mutaciones de la constitu-
Periódico gratuito orientado a la difusión años que la mecanización en aumento lo ción subjetiva en un más allá de lo estruc-
y el desarrollo del psicoanálisis.
Tirada: 12.000 ejemplares. preocupaba y asustaba; pronosticaba ca- tural? ¿Sugiere la era digital “cartas” dis-
lamidades infaustas. Y El malestar en la cul- tintas al autoerotismo en juego que Freud
Imago Agenda es una publicación de tura de entre guerras insistía en un superyó “leía” en Dostoievski y el parricidio? ¿Peli-
Letra Viva, librería-editorial cada vez más exigente por las renuncias y gra el momento de comprender vapulea-
especializada en psicoanálisis desde 1967. frustraciones que la sociedad imponía. do por lo mediático?
Av. Coronel Díaz 1837 El no progreso del ser humano a través Podríamos –en principio– afirmar que lo
(1425) Buenos Aires, Argentina. del tiempo respecto a la destructividad va que no permanece idéntico son las mani-
Tel/Fax: (54-11) 4825-9034. acompañado de evidentes modificaciones festaciones sintomáticas, y que al trasto-
E-mail: letraviva@arnet.com.ar del hábitat, de la tecnología, de los riesgos carse la cultura varían el vínculo entre de-
Web: www.letraviva.elsigma.com
para la especie, del consumo. seo y defensa, y la instancia superyoica.
Inscripta en el Registro de Propiedad Inte- Años luz separan la TV en tanto “caja Lo victoriano cae.
lectual en 1981 bajo el N° 36963. Impreso en boba” de la comunicación “inteligen- Se acentúa, sí, la avidez adictiva por con-
Argentina. I.S.S.N.: 1515-3398. te”. Las formas ocultas de la propagan- sumir pulsada por la imagen y el mensa-
Las reseñas que acompañan las publicaciones da (Packard/Vance, 1959) se perfeccio- je subliminal, y podemos conjeturar hasta
aquí destacadas fueron extractadas de las mismas naron, mas no inventaron nada nuevo: el dónde llega hoy la incidencia de ambos
con el fin de brindar un mejor conocimiento del deseo es el deseo del otro y hacia allí se elementos. Profetizar es quimérico, pero
material propuesto y facilitar su difusión. Decli-
namos, en consecuencia, toda responsabilidad dirigen, mientras la imagen le roba esca- por si acaso tengamos en cuenta al aves-
sobre las opiniones vertidas. De la misma manera, lones al pensamiento. truz: dicen que tiene el ojo de mayor tama-
el contenido de artículos, dossiers y publicidades El asedio del placer a un click de distan- ño que el cerebro… y se come cualquier
es responsabilidad exclusiva de los respectivos
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ta “ratones”, del solipsismo internético, de Alberto Santiere
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El medio es el deseo
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FORMAS DE PAGO Esther Díaz en el mundo. He ahí imáge-
Personalmente en nuestro local (Av. Coronel www.estherdiaz.com.ar nes carnosas, músicas sugerentes,
Díaz 1837, Buenos Aires) afiches con intimidades gigantes-
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probante del depósito además de sus datos bargo, este innegable fenómeno obsceno no es un invento posmoderno. Su origen,
personales de suscripción. CitiBank: Cuenta fundamento y desarrollo comenzó en plena madurez de la modernidad. Nosotros,
Corriente Nº 0-796694/017 (Sucursal Altos simplemente, asistimos a su consumación. Y como sabemos, lo que se consuma, se
de Palermo). consume.
Exterior: Consultar por e-mail forma de pago
(letraviva@arnet.com.ar) En las postrimerías del siglo pasado, este exceso de sexualidad entretejido con la
proliferación mediática y digital, la aparición del virus del sida y el desarrollo de la
Cupón de suscripción biotecnología comenzó a producir la desaparición del cuerpo en las relaciones de-
seantes. Pero elidir el cuerpo material no necesariamente significa “histeria” en sen-
tido freudiano. Puede significar, más bien, la instauración de nuevas formas de rea-
lización del deseo que, como no podría ser de otra manera, traen aparejadas nuevas
formas de satisfacción y, obviamente, también de frustración. Hoy, quien se excita y
excita a través de los medios sin consumación carnal no necesariamente queda insa-
tisfecho como el histérico decimonónico; porque siendo otras las formas de desear,
otras serán también las formas de disfrutar.
En el dispositivo moderno de sexualidad se codificó la pulsión deseante estimulan-
do lo que aparentemente se quería reprimir. La prohibición de la masturbación mul-
tiplicó la práctica del autoerotismo, el encierro de las relaciones sexuales en los es-
trechos límites de la cama matrimonial estimuló la búsqueda de placeres ajenos a la
Tapa y contenido: © Letra Viva, Librería - Editorial, 2005.

Imago Agenda 3
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modorra doméstica, los eufemismos respecto de lo sexual pro- dad. Pero cuando las consideraciones sobre la histeria atrave-
vocaron un aluvión de deseo. Es así que, en la madurez mo- saron los gabinetes científicos y comenzaron a circular por la
derna, la pedagogía, el derecho penal, el orden militar, la me- sociedad fueron reducidas a fórmulas o clichés. De modo tal
dicina y el discurso religioso se lanzaron de una manera desor- que la histeria pasó a ser lisa y llanamente sinónimo de algu-
bitada a ocuparse de lo mismo que estaban controlando e ins- nas manifestaciones casi mecánicas como gritar sin ton ni son
taurando: la sexualidad. o convulsionarse, o excitar y excitarse sexualmente rechazan-
Pero, en el Tercer Milenio, la satisfacción ya no responde do la consumación.
obligatoriamente al presupuesto de la penetración, la eyacu- Otra pérdida de sentido sufrida por la noción de histeria en
lación y el orgasmo pénico-vaginal. Nuevas prácticas sociales su traslado de los ámbitos científicos al imaginario social, es la
han creado nuevas representaciones del deseo. Por su parte, la idea de que quien “histeriquea” lo hace concientemente. Es de-
masturbación, tan despreciada otrora, ha comenzado a mos- cir, pone su voluntad al servicio de seducir a alguien y luego lo
trar sus virtudes en épocas de mediatización, biotecnología, in- descarta. Sin embargo, en la noción psicoanalítica, el histérico
formática y sida. no construye esas conductas por designio de su libertad concien-
La noción de histeria vigente en el imaginario social actual, te, sino por medio de mecanismos psíquicos inconscientes que
si bien surge de la categoría freudiana de histeria, se indepen- van más allá de su voluntad de elegir. El imaginario colectivo,
diza de las connotaciones técnicas de tal noción. La causa de la al despojar a este tipo de neurosis de su condición de enferme-
histeria, en Freud, es la huella psíquica de un trauma de con- dad, impregnó de culpa la conducta histérica, como si el neuró-
tenido sexual. Esa huella ha sido provocada por alguna agre- tico fuera responsable de los síntomas de su enfermedad.
sión exterior relacionada con acontecimientos de experiencias Ahora bien, Freud no estudió la histeria descontextualiza-
sexuales prematuras e insatisfactorias. La irrupción de la his- da. Esta neurosis, como todas las patologías por él estudiadas,
teria freudiana se remonta casi invariablemente a un conflicto se inscribe en un marco teórico referencial construido en parte
psíquico, a una representación perturbadora que pone en ac- por Freud y acorde con ciertos supuestos sociales que impera-
ción la defensa del yo. ban en su época. Es verdad que muchos de esos supuestos fue-
Para que se forme un síntoma histérico tiene que haber un ron deconstruidos por la teoría freudiana. Pero Freud no podía
esfuerzo por defenderse de una representación angustiosa. Se prescindir absolutamente de los supuestos epocales en los que
trata de reprimir una representación penosa recurrente. No persistía. Lo subyacente, en ese caso, parece ser que la satisfac-
obstante, la represión es una defensa inadecuada del yo, por- ción sexual “normal” debía provenir de la relación con un ob-
que produce frustración y no logra superar el trauma vivido. jeto de deseo (otro sujeto) heterosexual y consumarse de ma-
Ante el fracaso de la represión se constituye lo que Freud de- nera casi bíblica.
nomina conversión, que consiste en la transformación de una En consecuencia, si la idea regulativa de una satisfacción
carga de energía que pasa del estado psíquico (la representa- sexual plena es el modelo planteado, se desprende casi nece-
ción penosa) al estado somático (el sufrimiento corporal). De sariamente, que quien no observa tal conducta y se excita con
este modo la representación inconciliable se torna inofensiva otra persona sin consumación tradicional, es un histérico. Pero
ya que la carga representativa se traslada de lo psíquico a lo considerando que el deseo no es algo invariable a través del
corporal. El malestar persiste, pero ya no hegemoniza la men- tiempo, sino una construcción social, se puede concluir que
te, se comienza a sentir en el cuerpo. si existen nuevas prácticas sociales, se producen nuevas for-
Ese sufrimiento somatizado tiene una potencia equivalente a mas de deseo; mejor dicho, nuevas formas de representacio-
la satisfacción de un orgasmo. No porque se goce, sino porque nes del deseo.
la carga de energía invertida en sufrir es similar a la requerida La histeria decimonónica respondía a prácticas propias de la
para obtener un orgasmo. Además, la parte del cuerpo en la que moral victoriana represora, pacata y multiplicadora de deseo
se efectuó la conversión (puede ser cualquier parte del cuerpo) a costa de coacciones. Respondía al modelo reinante en el or-
toma el valor de un órgano sexual. La vida sexual del histéri- den burgués, según el cual los niños eran seres asexuados y,
co es una paradoja sufriente. Se trata de un cuerpo profunda- de no ser así, eran una especie de monstruos. Finalmente, res-
mente erotizado coexistiendo con una zona genital anestesia- pondía, asimismo, a la idea de que la única sexualidad “salu-
da. La contradicción reside en que se produce una necesidad dable” era entre adultos de distinto sexo y con consumación
sexual excesiva y –al mismo tiempo– un rechazo de la sexuali- tradicional. Resulta obvio que el psicoanálisis sacudió ese mo-
delo y promovió cambios. Pero también promovió nuevas co-
dificaciones del deseo.
Las prácticas eróticas modernas se sustentaban sobre el ima-
ginario burgués que, a su vez, se había constituido sobre el mo-
delo que milenariamente habían impuesto la ciencia médica
antigua, primero, y la religión cristiana, después. Aunque no
importa tanto, en este caso, lo que la gente realmente hacía,
sino lo que se supone que debía hacer; primero en nombre de
la moral y más tarde en nombre de la salud mental. Todavía se
pueden encontrar psicólogos que consideran que la homose-
xualidad es una enfermedad o que las conductas sexuales que
no responden al modelo hegemónico (aun cuando se realicen
con acuerdo de participantes adultos y sin involucrar a nadie
contra su voluntad) son perversas. Esto no le quita méritos al
psicoanálisis en su tarea desmitificadora y efectiva acerca de
la sexualidad humana. Pero tampoco lo pone a salvo de haber
ejercido cierto poder domesticador sobre la pulsión deseante,
en tanto el origen (y la posible resolución) (Cont. en pág. 17)

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Teoría psicoanalítica

Actualidad del trauma Arancel: $20.-


Germán García, gramma, 2005, 94 pág. / $ 18.-
Germán García sostiene en sino algo familiar que se ha problemática de la causa, ge-
este curso que no hay elec- vuelto extraño en el encuen- neraliza la noción de trauma
ción entre trauma y fantasía, tro con un acontecimiento ex- y opera con ésta como si sólo
ya que no se trata de que si terior. Ahí empieza la confu- le preocupara el efecto.
hay alguna fantasía no hay sión que produce ligar el trau-
ningún acontecimiento del ma con lo exterior y separar-
mundo, o a la inversa, sino lo de la fantasía.
que la cuestión está ligada a Retoma lo más importan-
la contingencia de un encuen- te que ha dicho Lacan acer-
tro. Se trata, por lo tanto, de ca del tema: “El trauma es sin
despejar un equívoco: para el motivación”, subrayando que
psicoanálisis el acontecimien- no hay motivación sino repe-
to no tiene que ser necesaria- tición; y lo enigmático, refi-
mente terrible para ser trau- riéndose a eso imposible de
mático; sino que lo traumá- saber, es por qué el elemento
tico del acontecimiento está “A” retorna.
ligado a la sorpresa de que En una de sus clases, co-
eso ocurra, y a su extrañeza, menta la tesis de Eric Lau-
esa familiaridad inquietante rent sobre el trauma genera-
con que se presenta siempre lizado, coherente con el enfo-
lo sexual. que del DSM IV, en tanto trata
Dicho así, el trauma no es el trauma como un disturbio.
algo extraño que se enquista, Si uno no quiere entrar en la

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Política del psicoanálisis

¡Ese yerno de Lacan!


Historia de un insulto
Carlos Parra / Eva Tabakian, Biblos, 2005, 189 pág. / $ 22.-
La pregunta ¿Qué soy en la Aquí se cuenta la historia
historia del psicoanálisis, el del insulto que persigue a Mi-
yerno de Lacan para la eterni- ller. Haga lo que haga, diga lo
dad? Requiere pensar la rela- que diga, funde lo que funde,
ción de esencia entre ser yer- siempre es el yerno de Lacan
no y la historia del psicoanálisis y cada vez que así lo nombran
ya que esta condición sostiene y le escamotean su nombre pro-
decide la posición de Miller: su pio, cuya reivindicación busca
política, el manejo del poder, su afanosa e inútilmente. Insulto,
relación con la causa y hasta las domés- nombre propio, lazos familiares, arribis-
ticas rencillas institucionales. Ser yerno mo, historias de guerras intestinas, con
es lo que le ha permitido expandir su fu- múltiples referencias a personajes histó-
ror fundandi en nombre del suegro, abrir ricos y literarios con todos los cuales Mi-
escuelas en todo el mundo, manejar la ller se identifica y se trasviste, referencias
publicación de los seminarios escudado que sólo apuntan a un único propósito:
en su estatuto de albacea. develar su lugar en el psicoanálisis.

Clínica psicoanalítica

Erradamente la pulsión
En la dirección de la cura y en lo incurable
Daniel Paola, Homo Sapiens, 2005, 151 pág. / $ 25.-
Si la significación no fuera está adherido a lo real como
una distracción sobre el fenó- caos. De acuerdo a lo pri-
meno de la necesidad, estaría- mordial de la necesidad y el
mos a perpetuidad sin concep- efecto posterior de la signifi-
tualizar entre lo externo y lo cación, propongo que lo real y
interno, y a merced sólo del el saber se podrían escribir en
estímulo. La significación de algún momento como un neo-
la necesidad que es la deman- logismo: realsaber. Ese realsa-
da es el punto primitivo de la ber expresa untiempo donde
suposición de saber. Si todo saber es la pulsión es primordial y no ha pro-
supuesto, es un efecto a posteriori y no ducido su recorrido.

Autismo

Interrogar el autismo
Hacer espacio del lenguaje
Liliana Di Vita, Del Cifrado, 2005, 174 pág./ $ 19.-
En la experiencia con los nación vocal, pero no a la fun-
llamados niños autistas, los ción de la palabra.
efectos de automatización de En el transcursos de la expe-
lo simbólico y la ausencia de riencia de investigación se con-
constitución de la imagen espe- figuró un modo de tratamiento
cular, así como también la reve- de esa masa fónica, que funda-
lancia de lo mimético y de los ra el espacio de la palabra en su
fenómenos de luz, trazaron la carácter determinante que tie-
construcción de un camino. Ob- ne para el ser viviente en la di-
servamos además un privilegio mensión humana.
de lo sonoro, presentado como multi- La construcción de cada caso resultó
plicidad de impresiones auditivas y fó- de hechos clínicos generados en movi-
nicas en un estado de disgregación y mientos de transferencia, acontecidos
Clases de alemán  4855-2248 dispersión. Verbalizaciones sin interlo- en los diversos dispositivos que se em-
cutor, articuladas al habla en tanto fo- plazaron en un espacio institucional.

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Legislación del psicoanálisis Ensayo

El paciente, el terapeuta Sobre la traducción


y el Estado Paul Ricoeur, Paidós, 2005, 75 pág. / $ 19.-
Élisabeth Roudinesco, Siglo XXI, 2005, 144 pág. / $ 24.- Este libro reúne tres conferen- que ésta existe, y profusamente.
El charlatán es una En suma, los crite- cias brindadas por Paul Ricoeur Teoría y práctica se desafían mu-
figura tan antigua rios clínicos tambalean a propósito de la traducción, ela- tuamente y se complementan: de
como Occidente. Adi- y los pacientes no sa- boraciones que hallan sustento allí que la reflexión sobre la tra-
vinos, encantadores ben más a qué santo en su doble estatuto de estudioso ducción sea inseparable de la ex-
de serpientes, magos consagrarse. En cuan- de la lengua y de traductor. Con periencia de traducir, como sos-
y hechiceros perduran to al Estado, que co- un estilo elegante y sencillo que tiene Antoine Berman, uno de los
hasta el presente e in- rre con un garrote en debe entenderse también como autores citados por Ricoeur.
cluso pugnan con los la mano detrás de los una toma de posición frente a La diversidad de las lenguas,
llamdos hombres de charlatanes, tiene difi- tantos teóricos oscuros, Ricoeur lejos de ser un castigo como su-
ciencia. En Francia, cultades para diferen- elabora un discurso que pue- pone el mito de Babel, está pre-
después que el Estado ciar medicinas parale- de ser seguido con fluidez por sente para que podamos atrave-
emprendió el control de los tra- las, sectas, psicoterapias y nue- parte del lector, quien encuen- sar la prubea y la expriencia de
tameintos de salud mental, psi- vos métodos, a riesgo de con- tra respuesta –o más bien deli- lo extranjero.
quiatras, psicoanalistas, psicólo- ventirse en promotor de confu- cadas consideraciones– a cues-
gos y psicoterapeutas se acusa- siones o fraudes. tiones centrales que atañen al
ron mutuamente de ser los res- ¿Cómo evitar esta aporía? hecho mismo de la traducción.
ponsables de la inseguridad que Élisabeth Roudinesco propone En efecto, se pregunta si ésta es
invadió a los pacientes. Y fue en conciliar el principio de liber- verdaderamente posible –el au-
vano que la fuerza pública pro- tad en virtud del cual se reivin- tor reconoce algunos casos en
curara establecer un acuerdo y dica el derecho personal de es- los que la traducción parece ca-
calmara los ánimos con una pro- coger a un terapeuta, y el prin- pitular, como sucede con el tex-
fusión de procedimientos de pe- cipio de seguridad, en nombre to poético o con ciertos concep-
ritaje fundados sobre principios del cual se exige ser protegidos tos filosóficos–, para luego seña-
supuestamente científicos. de los impostores. lar la incontrastable evidencia de

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Teoría psicoanalítica

El psicoanálisis en el malestar en la cultura


Daniel Gerber, Lazos, 2005, 255 pág./ $ 25.-
La clínica psicoanalítica es como instancia indispensable bilidades de “libertad” que el
indisociable de la reflexión en para el lazo social y sus para- discurso del psicoanálisis pue-
torno a la cultura y su malestar dojas, los efectos de la ciencia de plantear, la dimensión éti-
porque la práctica del psicoa- y la modernidad sobre la sub- ca de este último que impli-
nálisis aborda al sujeto que es jetividad contemporánea, las ca esencialmente el reconoci-
efecto de un determinado or- ilusiones necesarias pra el sos- miento de malestar como ese
den simbólico. tenimiento de la cultura, las imposible en torno al cual pue-
Los ensayos que integran relaciones entre el hombre y de producirse siempre un nue-
este libro –dice el autor– in- lo sagrado reguladas por la vo discurso.
tentan desarrollar un conjun- religión, la culpa y el superyó
to de reflexiones en torno a la como dimensiones esenciales
situación del sujeto en la cul- para la incorporación del suje-
tura, particularmente en la ci- to al orden simbólico, el mal
vilización contemporánea or- y la violencia como impera-
ganizada por el discurso de la tivos que inevitablemente se
ciencia. Es así como los temas imponen como expresión de
diversos se van articulando: la la imposibilidad de evitar el
constitución del orden cultu- goce, la inclinación del suje-
ral a partir del parricido, la ley to al sometimiento y las posi-

Filosofía

Escritos por Althusser


Étienne Balibar, Nueva Visión, 2005, 111 pág. / $ 16.-
A su muerte, en 1990, tras este libro cuatro textos sobre núa prevaleciendo, el acento
los diez años de aislamiento y por Althusser, escritos en- recae en las tensiones y con-
posteriores a la muerte de su tre 1997 y 1990. Se trata de tradicciones que no han de-
mujer, Hélène, Louis Althus- un adiós público, en el que se jado de mantener abierto el
ser ya no formaba parte del mezclan la discusión concep- pensamiento de Althusser y
paisaje intelectual francés. tual y la evocación personal. en la urgencia de las cuestio-
Sin embargo, más allá del Se trata, sobre todo, de co- nes que plantea.
ocaso del “estructuralismo”, menzar a evaluar la herencia
del que fue considerado uno del teórico que, más que cual-
de sus fundadores, más alllá quier otro, quiso combinar la
de la crisis del socialismo y modernidad filosófica con el
del marxismo, su huella in- compromiso comunista: des-
telectual está lejos de haber- de su concepción de la ciencia
se borrado. y de la ideología hasta la de
Étienne Balibar fue alumno la revolución. En contra de la
y amigo del filósofo, reúne en imagen dogmática que conti-

Filosofía

La idea de la filosofía y el problema


de la concepción del mundo
Martin Heidegger, Herder, 2005, 165 pág. / $ 53.-
¿Cuál es la tarea de la Fi- hermenéutica, al psicologis-
losofía?, se pregunta el joven mo, al neokantismo, a la fe-
Lic. Mariana Gomila Heidegger cuando todavía re- nomenología?
tumba el eco de los morteros He ahí algunas de las cues-
Psicoanalista de la Primera Guerra Mundial. tiones que se plantean en estas
¿Qué novedades aporta en su lecciones de Heidegger, mien-
diálogo con filósofos de la ta- tras éste inicia su carrera aca-
Tel.: 4541-9714 lla de Dilthey, Rickert, Natorp démica en la Universidad de
marianagomila@yahoo.com.ar o Husserl? En otras palabras, Friburgo (1919-1923) como
¿qué actitud adota frente a la asistente de Husserl

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Pedagogía

Educar: ese acto político


G. Frigerio / G. Dicker (Comp.),
del Estante, 2005, 254 pág. / $ 29.-
En tiempos en los que escolar y la asimilación siones subjetiva y cultu-
la educación y la política de lo político con las po- ral del acto de educar, su
se volvieron cuestiones líticas, poniendo en jue- carácter político.
técnicas, en tiempos en go y entrecruzando múl-
los que la educación y la tiples coordenadas disci-
política revelan cada vez plinares que amplían la
más sus fracasos y sus lí- mirada sobre otros pro-
mites, en tiempos en los blemas y que, en todo
que la educación y la po- caso, permiten pensar
lítica se muestran inca- en la escuela y las polí-
paces de asegurar igual- ticas educativas de otro
dad y justicia para to- modo. Así, la pedagogía,
dos, este libro convoca la filosofía, la teoría po-
a pensar –una vez más– lítica, el psicoanálisis,
la educación como acto la economía, la didác-
político. tica ofrecen herramien-
No obstante, éste no tas para abordar, entre

Letra Viva libros


es un libro sobre políti- otros temas, la cuestión
ca educativa. Los escri- del Estado, la lógica de
tos que aquí se presen- las decisiones políticas,
tan pretenden quebrar la el poder, la enseñanza, Av. Coronel Díaz 1837
identificación de la edu- la escuela, localizando Telefax: 4825-9034
cación con la educación el cruce de las dimen-

Imago Agenda 11
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Adultos mayores Adultos

Aspectos psicosociales La travesía por la mitad


del adulto mayor de la vida
Salud comunitaria, creatividad Exégesis psicoanalítica
y derechos humanos Guillermo Julio Montero,
Silvia Molina (Comp.), UNLa, 2005, 136 pág. / $ 18.- Homo Sapiens, 2005, 241 pág. / $ 27.-
Nos proponemos clase social, el género La mediana edad ferentes respuestas
indagar acerca del y la historia personal, de las personas es ante la transitorie-
envejecimiento. En familiar y social. una oportunidad dad dela vida indi-
este marco, nues- Estas características que ofrece el ciclo vidual.
to libro constituye son las que contribu- vital para promover, Desde esta pers-
el primero de la Se- yen a la compleja ta- profundizar y con- pectiva el autor ofre-
rie del Adulto Mayor, rea de construcción de tinuar el desarrro- ce una reseña de los
del Departamento de la identidad, en con- llo individual en to- estudios previos so-
Salud Comunitaria textos socioculturales dos los ámbitos tan- bre la mediana edad
de nuestra Universi- en los cuales las per- to de la propia sub- desde una perspec-
dad de Lanús. sonas envejecen has- jetividad como de la tiva psicológica y
Es un camino para la cons- ta la muerte, dando así senti- intersubjetividad y transubje- psicoanalítica, tanto como su
trucción de conocimiento do a la vida. tividad. propia modalidad de teoriza-
acerca de la problemática de Ante la complejidad del de- El libro de Guillermo Julio ción centrada en el trauma por
los adultos mayores, con én- safío, proponemos, desde los Montero se centra en la me- la propia muerte eventual en
fasis en los más pobres y los principios de la atencin prima- diana edad desde una pers- la mediana edad, la psicoapa-
más envejecidos. Las condicio- ria de la salud, el desarrollo de pectiva psicoanalítica conside- tología característica y una pe-
nes de vida son determinan- prácticas integradoreas, solida- rando que ésta se activa en el culiar conceptualización de las
tes de este proceso: se enveje- rias y democráticas en la cons- momento en que el psiquismo vicisitudes del self en la media-
ce como se ha vivido, según la trucción de un futuro mejor. humano activa una serie de di- na edad.

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Filosofía Teoría psicoanalítica

Difícil libertad Pulsiones de vida


Emmanuel Levinas, Lilmod, 2005, 331 pág. / $ 19.- Radmila Zygouris, Portezuelo, 2005, 134 pág. / $ 24.-
Una de las ideas dominan- fía, que no se funda en la ra- Radmila Zygouris transmi- ceptos de Freud, Winnicott y
tes del debate intelectual es zón, sino en el encuentro cara te cuatro décadas del psicoa- Lacan: el “fort-da”, el “objeto
que la ética no es constitutiva a cara con el otro, y esto impli- nálisis renovado por Lacan. transicional” y el “estadio del
de la condición humana: que ca una responsabilidad infinita Pero no se quedó detenida en espejo” y extraer observacio-
la ética se deduce de la ontolo- hacia el otro. esos años fructíferos. No teme nes valiosísimas para la clíni-
gía o de la epistemología. Esta abordar de lleno los más es- ca. No duda en volver a repen-
creencia que convive con todos pinosos problemas éticos de sar dejando de lado el concep-
los horrores ocurridos durante nuestra práctica y sorprende to que obstaculiza, para des-
el siglo XX, llevó a Emmanuel con elaboraciones que pare- cubrir una nueva forma de re-
Levinas a formularse la siguien-
cen alejadas de su experien- sistencia del analista. Su pre-
te pregunta: “¿El sujeto alcanza
cia con Lacan. Pero una lec- ocupación podría enunciar-
la condición humana antes de
asumir la responsabilidad por
tura atenta revela el fruto de se como aquella que produce
el otro hombre?” un trabajo desarrollado sobre “una clínica del analista”.
Isaiah Berlin dividió a los lo que Lacan le ha transmiti-
pensadores en erizos –que sa- do. Fiel a una de las más caras
ben una sola gran cosa–, y zo- tradiciones freudianas, está
rros –que saben muchas cosas dispuesta a hablar de lo que
pequeñas–. No se trata de ele- no se habla. Porque entien-
gir entre erizos y zorros, pero de que enfrentar esa práctica,
en lo que a la vida ética res- que exige suspender el juicio
pecta, uno de los erizos que te- moral, requiere pulir una éti-
nemos que escuchar es Levi- ca férrea anclada en su prác-
nas, Su gran mensaje es éste: tica. Una experiencia vasta le
la ética es la primera filoso- permite poner en relación con-

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Hemeroteca
Referencias en la obra de Lacan
N° 32, El surrealismo (2ª parte)
Este es el segundo nú- incluso significativamente,
mero de Referencias... que cuando, en 1980, en el con-
reúne textos de autores su- texto de la “Disolución”, es-
rrealistas citados por Lacan cribe a “Monsieur A”. Allí re-
y con cuyo aporte constru- cuerda muy afectuosamente
yó distintos tramos de su a Paul Éluard, de quien he-
teoría. mos elegido algunas obras
Vale la pena recordar que cuyo tema es el “amor loco”
la introducción al número 31 y el poema Grand air ilustra-
de Referencias..., El Surrea- do por Picasso.
lismo, el Dr. Lacan y el efecto Crevel, fue otro de sus
de creación, permite, en pocas pági- “camaradas”, muy querido y esti-
nas, aproximarse al recorrido hecho mado y a quien podrán ubicar, en
por aquel “joven psiquiatra” que vis- todo sentido, en las páginas de la In-
lumbró el peso que adquirirían los troducción (Cf. pág. 20) y en “Frag-
hallazgos de los surrealistas para el mentos”.
psicoanálisis. Los trabajó, les “sacó Breton requiere un párrafo aparte.
el jugo” y, como sabemos, constitu- Sin duda, el aporte de Breton fue no-
yen una parte fundamental de su tra- table (ver introducción). Como vere-
ma conceptual. mos, la lectura de El azar objetivo,
Por cierto, también y por distin- Nadja, Los vasos comunicantes y el
tas razones, fue un crítico severo del “poco de realidad” nos ayudan a des-
movimiento, pero éste siempre estu- cifrar capítulos fundamentales de la
vo presente en su vida y en su obra, teoría de Lacan.

Letrahora
N°6, Abril/Octubre 2005
Notas procedentes de Buenos Ai- Además, la violencia en los cam-
res, Pamplona, Madrid, Granada y un pos de concentración. En “Esperando
Dossier con traducciones de la próxi- el tren”, por Pamela Monkobodzky y
ma edición italiana, integran este nú- Arrigo Curiel, la vergüenza en las víc-
mero que se titula “violenta”. Las dos timas del nazismo; en “Auschwitz, la
tapas dibujadas por Maitena, antici- letra como testigo”, por Fabiana Grin-
pan un enfoque por fuera de los ha- berg, un fragmento clínico que mues-
bituales prejuicios morales sobre el tra el holocausto presente en el dibujo
tema. En “Las mutaciones del término de una niña. Regina González y Bea-
violencia”, José L. Slimobich muestra triz Reoyo desarticulan la falsa dicoto-
en la indiferencia, la despolitización mía entre el olvido o la repetición del
del individuo y la falta de regulación dolor, en la España atravesada por la
de la ganancia capitalista, la presen- dictadura franquista, y Jorge García
cia solapada de la violencia. Y presen- aporta sus “Notas sobre el plus de
ta el forzamiento del poema sobre el goce y la plusvalía marxista”.
uso de la lengua, como alternativa a En internet: www.letrahora.com.
la violencia simbólica.
En “La satisfacción del odio”, el teó-
logo jesuita José María Castillo, anali-
za la sacralización de las guerras ac-
tuales, a la luz del concepto de sacri-
ficio. Su necesidad surge de la rela-
ción directa entre la ofensa y la digni-
dad del ofendido. Retomando a San
Anselmo, señala que el sacrificio de
la vida humana no alcanza a compen-
sar la ofensa, y ésta es la razón por la
que Dios se hizo hombre.

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(Viene de pág. 4) de los conflictos sexuales son remitidos, en nuevas tecnologías al servicio del deseo falta piel, olor y sabor
general, a la escena primaria. (que no siempre son agradables a nivel de la realidad). Aun-
Para acercarse a la comprensión de las prácticas actuales se que se compensa con el desborde de la imaginación. Por telé-
debe considerar asimismo la tecnociencia médica –que tradicio- fono, chat o mail, mi amante puede ser perfecto. La seducción,
nalmente estuvo en contra de la masturbación– y ahora no sólo que es del orden de la ilusión, se despliega serena en el juego
la acepta sino que la promueve. La fecundación in vitro nece- virtual alejada de los cuerpos.
sita masturbadores, a los que se estimula mediante videos, re- Si esto es así, la conducta de excitar sin consumar ya no pue-
vistas porno y, en algunos casos, juguetes sexuales esparcidos de ser considerada necesariamente histérica. En algunos casos
por la aséptica sala de un centro de salud especializado en in- ni siquiera se trata de patologías, sino de nuevas formas de de-
seminación artificial. seo o de representación del deseo que han encontrado nuevas
Otro tanto podría decirse de la “bendición” que la informática formas de satisfacción en el medio mismo. La insatisfacción de
le otorga a la masturbación. Los millones de dólares que circulan la histeria surgía de un modelo socialmente aceptado que era
detrás de la venta de pornografía por Internet deben ser equi- doblemente “perverso”, porque dirigía los flujos del deseo ha-
valentes a los millones de masturbadores que produce. El cha- cia una forma hegemónica de realizarlo y suponía una niñez
teo también está atravesado por pulsiones autoeróticas. A esto asexuada. Pero en el imaginario actual, las cosas comienzan a
se pueden agregar otras prácticas contemporáneas como man- ser diferentes y nos beneficiamos con una multiplicidad de mo-
tener “relaciones sexuales” con equipos de realidad virtual, o el delos. Se goza con la pantalla erotizada del cine, la televisión,
intercambio obsceno telefónico, o “hacer puerta” en las inmedia- la computadora o los juegos electrónicos, con el teléfono, con
ciones de las discotecas –donde todo el juego se reduce a mirar los sonidos surgidos de un aparato de audio o con la comuni-
y seducir– o entrar y bailar solo delante de una espejo, o “tran- cación digital con un ser desconocido, y llegado el caso, hasta
sar”, es decir, abrazarse, besarse, excitarse y no consumar. se puede concertar un encuentro real.
Sin embargo, considero que esas prácticas no necesariamen- Por otra parte, se sabe que ya existen miles de personas
te producen insatisfacción histérica. Porque el imaginario so- que nacieron de la masturbación de innumerables donantes.
cial actual no exige, como el moderno, penetración real, eya- Se sabe que existen seres vivos clonados. Seres que, como
culación y orgasmos pénico-vaginales. Exige, más bien, abste- Jesús, han nacido exentos de cualquier actividad sexual. A
nerse de tener relaciones o tenerlas con cuidadosas prevencio- ello hay que agregarle que nadie ignora el peligro del sida.
nes que –sida mediante– nunca llegan a ser totalmente segu- En consecuencia, la nueva configuración de los mapas del
ras. Tampoco se debería perder de vista que los jóvenes actua- amor está desarticulando la idea de que no consumar con
les han nacidos bajo el influjo de los medios masivos. En algu- un objeto concreto es siempre desoladora. Además, si el de-
nos casos han estado más horas frente a una pantalla portado- seo no tiene objeto y lo que imaginamos que es nuestro ob-
ra de imágenes de cuerpos perfectos ajenos a la familia, que jeto de deseo es en realidad una representación de algo in-
frente a la materialidad de cuerpos maternos o paternos con- alcanzable, podría ser que la representación del deseo, ac-
cretos que en otros tiempos provocaban –al menos teóricamen- tualmente, comience a ser el medio mismo. Cuando el pen-
te– atroces deseos incentuosos. sador canadiense Marshall McLuhan anunciaba los tiempos
Estos jóvenes han comenzado a desarrollar sus actividades de la globalización, decía “el medio es el mensaje”. Hoy, que
sensomotoras tocando teclas de computadoras que les abrieron esos tiempos han llegado, el slogan sería el medio es el de-
las puertas de mundos maravillosos ¿Por qué deberían querer seo. Y, por la atracción que el medio mismo ejerce, indepen-
una satisfacción más allá del medio mismo, si el en el medio dientemente del contenido que transmita, el medio podría
ya hay encanto? El autoerotismo parece llamado a constituir- significar también una satisfacción momentánea ¿Éste será
se en la menos riesgosa de las satisfacciones sexuales. Con las el destino de nuestro deseo? 

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Las nuevas modalidades del goce

De lo nuevo que era tan viejo


el saber freudiano popular, por ejemplo, en relación al hijo
Escribe varón. Dice el padre: “Creo que tengo una idea de lo que te
Juan Carlos Indart pasa con tu goce, tan extraviado y sin límites, pero aquí (don-
de tu subsistencia está en juego, lo que espero que te quede
cindart@infovia.com.ar claro) con tu madre no, y con tu hermana tampoco, y con los
de tu sexo tampoco, por lo que espero que, en cierto modo si-

S
in un contexto muy preciso, el de los debates de la orien- guiendo mi ejemplo, salgas de aquí y de vos mismo para con-
tación psicoanalítica lacaniana, la expresión “nuevas for- seguir una mujer con la que retornes como padre, para hacer-
mas del goce” que de allí proviene, es engañosa. me abuelo y transmisor de un modo de gozar que así proba-
Es engañosa porque sabemos que se impone en la civiliza- ría que se transmite.”
ción la obligación de adorar lo nuevo sin pensar, es decir, sólo Hay que reconocer que esa solución, que no fue la primera,
porque es nuevo, obligando a la mayoría, en su error de bue- pero que hizo historia, aún animaba hasta hace poco a hom-
na fe, a seguir su frenético andar errante e ilimitado. bres y mujeres para juntarse con alguna orientación en co-
Entonces, admitamos que de la orientación psicoanalítica mún. Con al menos dos restos, nobles, pero, a la larga, mo-
lacaniana no va a provenir una forma de goce que sea nueva lestos: que cumplir la ley deja insatisfecho, o que cumplirla
solamente porque es nueva, ni su búsqueda. es imposible.
Al contrario, es una orientación que se resiste a esa solicita- Pero hoy pasa que esa solución que se transmitió incons-
ción, y que invita ante un malestar tan acuciante a hacer una cientemente de manera generalizada (nunca en todos los ca-
pausa, para conversar. sos), caduca sin defensa frente al nuevo ordenamiento de hie-
Por ejemplo, para contextos menos puros pero más aplica- rro que impone la juntura del espíritu financiero con el espí-
dos, me parece que, como pausa, tendría que haber consenso ritu tecnológico y el espíritu esclavo. Caduca porque este últi-
respecto a lo que Freud descubrió, y que Lacan puso sobre el mo ordenamiento ni sostiene ni transmite la ley, a la que sus-
tapete cuando ya tantos psicoanalistas se lo olvidaban, a saber, tituye con un remedo contractual sin garantías, en el que solo
que en la cría humana se inserta, indiscutiblemente por vía de medran los verdugos más encanallados.
la lengua, una pulsión, una exigencia, una exigencia de más Cuando cae una solución como esa, milenaria, sin nada que
goce, que se repite sin límite alguno, compulsivamente, hasta la sustituya, no es que vayan a surgir “nuevas” formas de goce,
silenciarse, solamente, en la muerte. Probado para varones, lo sino que vemos y veremos retornar lo que siempre fueron sus
que no es poco, porque con las mujeres nunca se sabe. “viejas” formas, las de la miseria social. No hay que escanda-
Y de ahí el enorme aporte del psicoanálisis al mostrar que lizarse con las formas del goce actual. Repetirán los extremos
había una solución respecto de ese goce, inscripta en el incons- conocidos de las decadencias de la ley, como se ven hoy en
ciente, por más olvidada o reprimida que estuviese: la del ac- un niño sin ley: primero un último llamado paranoico forjado
ceso a la ley, ley del deseo, y a su lógica del no, la que pone con el asesinato y el suicidio en nombre de hacerse escuchar,
un límite al goce. Un límite llamado, no muy felizmente, pero hacerse ver, hacerse cagar, hacerse chupar; y luego nada, es-
como para que los muchachos entiendan, “castración”. No hay quizofrenia, fenómenos psicosomáticos, debilidad mental, mi-
que burlarse de las primeras versiones freudianas del saber in- seria y muerte. No hay nada nuevo en el actual desencadena-
consciente, porque resuenan en lo que queda de cualquier fa- miento del goce sin ley, por global que sea, y sus catástrofes
milia, antes de que sucumba en la medicación y en la adap- ya han sido experimentadas por la humanidad de modo in-
tación a un laberinto para ratas sostenido por un cognitivis- comparable, desde que el mundo es mundo.
mo que tampoco sabe cómo se hace el amor. Tiene su verdad Lo que hay que preguntarse es en cuánto y en cómo una for-
ma de goce soporta un vínculo social transmisible.
Es lo que aún no proponen los homosexuales, detenidos his-
téricamente en el derecho a casarse y tener hijos, pero sin ju-
garse a decir que desean que sus hijos sean también homo-
sexuales. Sólo eso haría de sus presiones un cisma digno de
considerar.
Está probado que la pobreza puede sostener y transmitir
vínculos sociales, pero la miseria no, y lo miserable, que es la
miseria de la exigencia de goce como tal, se presenta sin ve-
los en la cúspide y en la nada de las riquezas ilimitadas, fue-
ra de la ley, que hoy pretenden “gobernarnos”.
Serenidad respecto de las “nuevas” formas de goce, y acto
respecto de lo que se desea transmitir, porque más no se sabe,
ni parece que podría llegar a saberse.
No esperar nada de la tecnología científica en ninguna de
sus falsas promesas cuando prometen nuevas soluciones al
goce, y resistir. 

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Las nuevas modalidades del goce

La cultura de la imagen:
¿del homo sapiens al homo videns?
ilustrar mucho acerca de muchas cosas ¿pero alcanzan a darle
Escribe su significación para comprenderlas realmente? Es evidente
Enrique Guinsberg que algunas imágenes hablan más que mil palabras, como lo
fueron, por ejemplo, las de las torturas de soldados norteame-
gbje1567@correo.xoc.uam.mx ricanos sobre prisioneros iraquíes o los cadáveres de las Torres
Gemelas, razón por la que ambas fueron censuradas ¿pero qué

V
ivimos en el un mundo de imágenes, que incluso mu- dicen sin el marco contextual que las explica?
chas veces saturan, reemplazan conceptos y quieren ha- Quienes trabajamos en universidades y observamos cotidia-
cer creer que ofrecen la realidad mejor que los análisis namente la notoria baja de lectura de diarios y libros en estu-
sobre ésta (que, por supuesto, también pueden ser tan confu- diantes, que reemplazan su información por lo que ofrece la
sos y equívocos como las imágenes). televisión (o incluso Internet), vemos nítidamente no sólo una
Ante tal peso por la hegemonía televisiva, ¿será cierto lo que baja en el nivel de conocimiento acerca de la realidad local y
no hace mucho planteó Giovanni Sartori en un libro (Homo mundial, sino la presencia de contenidos ideológicos cercanos
videns. La sociedad teledirigida, Taurus, Madrid, 1998) ya con- al poder, y también una marcada simplificación producto de los
vertido en un clásico? En realidad su tesis no es nueva, pero flashes a que la cultura de la imagen reduce lo que presenta y
su éxito mundial responde a la fuerza, claridad y contunden- del maniqueísmo con que lo hace. El hecho de que nunca un
cia con que la expone. Y porque el autor, conocido politólo- valioso texto literario pudo convertirse exitosamente en una
go, se convierte así en otro portavoz de la ya gran cantidad buena película –salvo algunos de pura acción y limitados va-
de hombres de cultura preocupados por el auge de los me- lores conceptuales– es un interesante ejemplo de esto.
dios audiovisuales y sus consecuencias, no sólo sobre todas Pero esta cultura televisiva de la imagen no se limita a ella
las actividades humanas, sino también sobre las característi- sino que, por su peso y la preferencia del público, se extiende
cas del hombre mismo. Es entonces importante hacer referen- cada vez más a publicaciones (diarios y revistas) que juegan
cia a un libro central para las relaciones entre subjetividad y con mayor cantidad de fotografías, colores muchas veces inne-
cultura, que se acerca a una problemática que el mundo psi – cesarios, y consiguiente reducción de texto de manera de que
al menos su mayoría domesticada y bizantina que no pasa del se vea más y se lea menos. Es innecesario destacar el empobre-
análisis de la influencia de los niveles microsociales (familia, cimiento conceptual que esto produce, sobre todo en la capaci-
etc.)– se empecina en no ver y menos estudiar. dad de abstracción, sobre todo cuando el contenido dominan-
Desde la página inicial Sartori expone su idea central: “La te de las imágenes presentadas es en general superficial.
tesis de fondo es que el vídeo está transformando al homo sa- Otra conclusión del autor citado también es preocupante
piens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para al describir al que denomina video-niño, “el niño que ha cre-
el cual la palabra está destrozada por la imagen. Todo acaba cido ante un televisor”: “¿Este niño se convierte algún día en
siendo visualizado. Pero ¿qué sucede con lo no visualizable adulto? Naturalmente que sí, a la fuerza. Pero se trata siem-
(que es la mayor parte)? [...] El acto de telever está cambian- pre de un adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectu-
do la naturaleza del hombre. Esto es el porro unum, lo esen- ra y del saber transmitidos por la cultura escrita. Los estímu-
cial, que hasta hoy día ha pasado inadvertido a nuestra aten- los ante los cuales responde cuando es adulto son casi exclu-
ción. Y, sin embargo, es bastante evidente que el mundo en sivamente audiovisuales. Por lo tanto, el video-niño no cre-
el que vivimos se apoya sobre los frágiles hombros del ‘video- ce mucho más. A los treinta años es un adulto empobrecido,
niño’: un novísimo ejemplar de ser humano educado en el educado por el mensaje: ‘la cultura, qué rollazo’”.
tele-ver –delante de un televisor– incluso antes de saber leer Todo lo indicado, de manera alguna, significa negar ni el
y escribir” (p. 11-12). valor de la imagen ni su uso, sino se trata de una visión críti-
Y páginas más adelante concluye categóricamente: “Si esto ca de la utilización no armoniosa junto con otras formas que
es verdad, podemos deducir que la televisión está produciendo permitan y desarrollen la capacidad de pensar. Es cierto que
una permutación, una metamorfosis, que revierte en la natu- el fomento a la cultura de la imagen proviene del desarrollo
raleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instru- de tecnologías que la promueven (cine, televisión, etc.) y que
mento de comunicación; es también, a la vez, paideía, un ins- por conocidos motivos la hacen atractiva, mas hay poderosas
trumento ‘antropogenético’, un medium que genera un nuevo razones para pensar que el sentido actual de su utilización no
ánthropos, un nuevo tipo de ser humano” (p. 36). es casual, y se busca justamente para no favorecer un proceso
Postura tan importante como contundente, que va bastante intelectivo cada vez mayor, lo que podría ser peligroso para el
más allá de las múltiples y conocidas críticas que hace décadas poder. El cine absolutamente mayoritario es un buen ejemplo
se le hace a la televisión como alienante, productora de una al preferir películas de baja calidad y con contenidos cercanos
“realidad” que dice poco de la realidad (sin comillas), e infini- a la idiotez, en vez de las que fomenten un mayor nivel artís-
dad de otras cuestiones. Porque aquí se le atribuye un cambio tico, ayuden a pensar, etc.
sustantivo en la propia naturaleza humana, haciendo decaer Podrá decirse que esto es consecuencia de los afanes comer-
notoriamente el aspecto intelectual y cognoscitivo de los suje- ciales de quienes la producen, que se da a la gente lo que ella
tos por reemplazarlo por imágenes que no lo anulan pero sí lo quiere, que hacen lo que Freud llama calmantes en El males-
reducen notoriamente. Es cierto, las imágenes pueden decir e tar en la cultura... es real, pero también se conocen unas con-

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Novedad editorial

El grafo
del deseo
Alfredo Eidelsztein

Letra Viva editorial


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secuencias que no se tienen en cuenta ni interesan, por lo que se convalida lo que hizo
definir a Hollywood como “la fábrica de sueños”.
Cultura de la imagen que hoy impregna todo, llegando al mundo de la política a través
de una mercadotecnia que anula la búsqueda del pensar para elegir, y reemplazarla por
frases contundentes, contextuadas con la fotografía del candidato, el logotipo del parti-
do o cosas similares. Hablamos genéricamente entonces de la reducción de los procesos
intelectuales y su cambio por las simplificaciones e impactos emocionales.
La conclusión es tan categórica como todas las afirmaciones: “Continúa siendo verdad
que hacia finales del siglo XX, el homo sapiens ha entrado en crisis, una crisis de pérdida
de conocimiento y de capacidad de saber” (p. 61).
En la segunda parte Sartori destaca mediante La opinión teledirigida, como “la televi-
sión invade toda nuestra vida, se afirma incluso como demiurgo” (p. 65), y que la video-
política “hace referencia sólo a uno de los múltiples aspectos del poder del vídeo” (p. 66),
tanto en las democracias como en las dictaduras. El panorama que presenta obviamente
no es optimista, ya que, si una condición básica para la constitución de una opinión pú-
blica es la de estar informado, esto no puede ocurrir “con la televisión en la medida en
que el acto de ver suplantó al acto de discurrir [...] Con la televisión, la autoridad es la
visión en sí misma, es la autoridad de la imagen. No importa que la imagen pueda en-
gañar, aún más que las palabras, como veremos más adelante. Lo esencial es que el ojo
cree en lo que ve; y, por tanto, la autoridad cognitiva en la que más se cree es lo que se
ve. Lo que se ve parece ‘real’” (p.72).
Algunas de las conclusiones de las páginas finales del libro vuelven a mostrar la opinión
de Sartori acerca de la incidencia televisiva sobre la subjetividad del hombre de nues-
tro tiempo: “De modo que la visión de conjunto es ésta: mientras la realidad se compli-
ca y las complejidades aumentan vertiginosamente, las mentes se simplifican y nosotros
estamos cuidando a un video-niño que no crece, un adulto que se configura para toda
la vida como un niño recurrente” (p. 128); “Lo que nos espera es una soledad electróni-
ca: el televisor que reduce al mínimo las interacciones domésticas, y luego Internet que
las transfiere y transforma en interacciones entre personas lejanas, por medio de la má-
quina” (p. 129).
Y una afirmación ¿pesimista o real?: “En este trabajo, he insistido en la noción de ani-
mal simbólico porque no postulo que el hombre sea un animal racional. Su racionalidad
presupone un lenguaje lógico (no sólo un lenguaje emotivo) y un pensamiento abstracto
que se desarrolla deductivamente, de premisa a consecuencia. Por consecuencia nuestra
racionalidad es una potencialidad y, asimismo, un tener que ser, difícil de lograr y fácil
de perder; es sólo una parte de nuestro ser. Pero es la condición sine qua non, la condi-
ción imprescindible, la condición necesaria. Y, sin embargo, el animal racional está sien-
do atacado profundamente, más de cuanto lo ha estado nunca” (p. 132).
Para quienes hemos trabajado, y lo seguimos haciendo, sobre las aportaciones de los
medios –en particular los electrónicos–
sobre la subjetividad1, los planteos de
Sartori no pueden menos que ser vis-
tos como valiosos y provocadores más
allá de la discusión que pueda hacerse
sobre los mismos. Si bien sus señala-
mientos muchas veces pecan de no te-
ner matices y rozar lo apocalíptico, tie-
nen el enorme valor de haber logrado
que se lean como antes no había ocu-
rrido, provocando una importante dis-
cusión sobre una problemática canden-
te, que es de esperar continúe y se pro-
fundice sobre todo por parte del mun-
do psi que cada vez comprende más
la importancia de los medios sobre la
subjetividad.
Para terminar, ¿el ser humano real-
mente es sapiens (o sólo lo es en poten-
cia)? Y como dicen los noticieros televi-
sivos, vamos a ver las imágenes...
El autor es docente e invetigador de la Uni-
versidad Autónoma Metropolitana-Xochimil-
co, México. 

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Las nuevas modalidades del goce

De miradas y pantallas
E
n cuclillas, mira el fuego.
Escribe Las llamas suben y bajan
en una danza irrespetuo-
Laura Lueiro sa donde ningún movimiento se
lueiro@fibertel.com.ar repite. Siempre igual, siempre
distinto. Sus ojos no pueden des-
prenderse de esa escena. Se re-
cuesta y cierra los ojos con gran esfuerzo pero la luz y el calor, se filtran por sus párpados. Los
abre y se queda mirando... hasta que lo vence el sueño.
Esta escena que describo se repite incesantemente desde hace 1.500.000 años. Probable-
mente su primer protagonista haya sido lo que la modernidad denominó “Australopithecus”.
Para lo que hace a nuestro interés, el dato no tiene mayor importancia que la de permitirnos
suponer con cierto atisbo de veracidad que la fascinación por la imagen ha sido mucho más
antigua que nuestros planteos teóricos intentando extraer la lógica en que se sostiene esa es-
cena para entramarla en una malla conceptual.
Luego hay un período donde el goce de la imagen se institucionaliza socialmente tanto en
los ritos religiosos como en los funerarios.
Hasta llegar al hito que seguramente representó la inauguración del Coliseo romano en el
año 70 de nuestra era y que llevó a Juvenal a formular lo que con el tiempo se transformó
en un aforismo popular: Panem et circenses. Pan y juegos circenses. Se instala el concepto de
“espectáculo”, palabra que, por supuesto, deriva del latín spectare (contemplar, mirar). Se-
gún algunos historiadores, los romanos tomaron la idea del espectáculo masivo de su victo-
ria sobre Cartago, a la que finalmente pudieron vencer porque el mundo cartaginés, comer-
cial por tradición, se sostenía prioritariamente en función de los logros personales en dicho
terreno. Prácticamente no había espacios públicos ni ceremonias colectivas, lo que hizo que
no reaccionaran con “espíritu de cuerpo/nación” ante su enemigo. Por el contrario, sus diri-
gentes pelearon las tres Guerras Púnicas desde sus potenciales beneficios comerciales1. Como
sea que haya sido, lo cierto es que el espectáculo romano no dejaba de responder a una con-
cepción socio-política de la “naturaleza humana”, lo que le hace decir a Frontón2: “La exce-
lencia de un gobierno no se revela menos en la preocupación por los pasatiempos que en la
que se tiene por las cosas más serias, pues si bien es cierto que es mucho más perjudicial la
negligencia en este último caso, el perjuicio es mucho más grave cuando los
pasatiempos son desatendidos; pues el pueblo es menos ávido de larguezas en
dinero que en espectáculos; y, finalmente, las distribuciones de víveres y de trigo
bastan para contener a la gente a título individual, pero el espectáculo es nece-
sario para el contento del pueblo en masa”3. Frontón tenía claro que no alcan-
za con la satisfacción de las “necesidades básicas” sino que, además, es nece-
sario un objeto ofrecido al goce pulsional.
Una de las derivaciones del latín spectare es spectrum (espectro, fantasma,
simulacro, aparición). Lo que no deja de relacionarse con la crueldad explícita
de muchos de los espectáculos que convocaban a la masa romana y que atra-
paban su mirada.
Hoy en día, nos parece espeluznante que la gente se reuniera enfervorizada
a presenciar la tortura y muerte de cientos de personas.
Sin embargo la escena es básicamente la misma que vemos cotidianamente
en nuestro “civilizado” siglo XXI e incluso podemos contemplarla sentados a la
mesa a la hora de comer.
Vemos la guerra en Irak en vivo y en directo, los fusilamientos, decapitacio-
nes y linchamientos de ciudadanos extranjeros en manos de extremistas mu-
sulmanes, las imágenes de torturas en la cárcel de Abu Grhaib, por no hablar
de las imágenes más “cotidianas” de nuestros informativos policiales. Otro fe-
nómeno incluido en éste es la repetición incansable de la escena. Cada vez que
una tragedia alcanza la primera plana, los canales de televisión ofrecen las mis-
mas imágenes una y otra vez durante días. Pasó con el atentado al World Trade
Center, la caída del avión de Lapa, el tsunami asiático y, últimamente,la agonía
papal considerada un éxito mediático.
La mirada y el cuerpo de los espectadores gozan de la violencia sádica del
espectáculo, hoy como ayer. Letra Viva libros
La diferencia entre el circo romano y el nuestro, consiste fundamentalmen- Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034
te en que, gracias a los avances de la tecnología en el último siglo, una panta-

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lla se interpone entre el espectador y el acto. Si la realidad, en a lo educativo como a lo lúdico. Pero también hay de otro tipo:
tanto articulación entre lo simbólico y lo imaginario, de por sí en estos días está siendo de gran éxito entre niños y púberes el
se instaura como un velo sobre lo real, la pantalla sobre la rea- juego Vice City que sólo en la versión para Play Station vendió
lidad opera como un doble velo, permitiéndonos gozar de la 8,5 millones de copias y aún no están disponibles las estadísticas
mirada sin angustiarnos.... demasiado. de su reciente versión para PC. El juego consiste en interpretar
Presenciamos un tiempo donde el goce pulsional encuentra al gángster Tommy Vercetty que, al salir de prisión se pone en
como nunca antes, una proliferación de objetos que parecen en- contacto con su antiguo jefe de la mafia para el que debe rea-
cajar justo allí como tapón, repitiendo una escena congelada. lizar diferentes misiones que son retribuidas con dinero. Para
He escuchado últimamente una gran preocupación por par- ejemplificar de qué estamos hablando, éstas son las instruccio-
te de los docentes sobre el uso y abuso de la computadora, casi nes para una misión catalogada como simple:
como hace algunos años se arremetía contra el televisor. Misión 2: “Waste the wife” (“Mata a la esposa”)
La primera cuestión que merece ser aclarada es que culpabi- Jefe encargado: El hombre del teléfono y un esposo muy enoja-
lizar a los objetos redunda en un maniqueísmo improductivo. do... Recompensa: 2.000 Dólares.
Los objetos en sí mismos no son ni buenos ni malos, la cuestión Bien: Tienes que matar a la esposa de alguien... pero tiene que
depende de lo que los humanos hagamos con ellos. parecer un accidente de auto: sencillo, procura conseguir un auto
La pantalla del televisor no es equivalente a la presencia con- veloz, y acércate al punto del mapa. Te darás cuenta de que la es-
creta. De hecho, salvo casos excepcionales y por lo general li- posa es una mujer joven y hermosa. (No hace falta ser un genio
gados a situaciones de gravedad, hasta los niños más pequeños para deducir que la traidora le metió los cuernos al marido con
distinguen claramente la realidad de la ficción. Establecen rá- un posible cubano de la playa, ¿Verdad?) ¡Persigue a la traidora!
pidamente la diferencia entre un muerto de verdad y uno en la El resto es fácil: chócala hasta dañar su auto y que quede en un
pantalla del televisor. En el de verdad, algo de lo incognoscible estado tal que explote. Escucharás que la mujer empieza a chillar
se hace presente, mientras que la muerte en la pantalla se en- aterrorizada y a suplicar perdón: ¡Muere mujer pérfida y munda-
garza en el contexto de un libreto o si se trata de un informati- na, muere! Después de chocarla varias veces (arremete contra ella
vo o documental, es clara la significación de que ocurre en otro sin temor) el coche explotará. MISIÓN COMPLETA
lado que el lugar desde donde se lo está mirando. Cabe aclarar que la imagen de la computadora imita una
Veamos las características de las distintas pantallas. No es lo muerte real en la que hay sangre y gritos. Rápidamente se pasa
mismo la pantalla del televisor que la de la computadora (al a otra escena donde nada de lo anterior parece haber ni siquie-
menos en la mayoría de los casos). ra ensuciado la calle.
La pantalla del televisor opera en una doble articulación entre Consultado un niño de 8 años acerca de por qué le gustaba
mirada y voz, donde el sujeto queda ubicado la mayor parte del este juego me responde: “¡Está re-bueno! Tenés misiones, ro-
tiempo en el lugar de puro objeto. El televisor permanentemen- bás autos, le pegás a la gente, matás a unos tipos o corrés ca-
te prendido en muchos hogares, al modo de una compañía, ha- rreras y te dan plata. Yo ya tengo dos empresas y una mansión.
bla de la posibilidad de atribuirle una función más cercana al fe- Tengo dos empresas de autos.”
tiche o al objeto contrafóbico. Pero también, determinadas situa- ¿Y cómo son las misiones? “Por ejemplo te dicen que vayas
ciones de la pantalla pueden resonar en lo singular fantasmático dónde hay dos tipos, matás a uno y llevás al otro a la comisa-
dando lugar a una cierta articulación significante. El espectador ría. Y después, te dan plata.”
puede identificarse con determinados personajes o tramas, es- ¿Para qué tenés que llevar al tipo a la comisaría? “Para que
cuchar distintas modalidades de resolución de los conflictos hu- lo metan preso.”
manos, optar por otras como alternativa en su fantasía, sorpren- No entiendo, ¿por qué lo meten preso? “Porque le echás la
derse con otros puntos de vista, etc. Incluso, facilitar la relación culpa del tipo que mataste vos!”
al otro cuando deviene en tema de conversación.4 Si hacemos una comparación con los clásicos cuentos infan-
La pantalla de la computadora tiene la peculiaridad de ser tiles, notaremos que el nivel de sadismo/masoquismo desple-
interactiva, requiere de un cierto accionar sobre ella que abre gado en ellos no es mucho menor. Adultos y niños podían ser
un abanico de posibilidades, aunque no siempre sean utiliza- abandonados, esclavizados, comidos, torturados, cocinados, etc.
das. Los chicos pueden establecer aparentes diálogos de larga etc. Pero en las tramas argumentativas de los cuentos, quedaba
duración vía messenger, que en verdad no van más allá del goce muy claro que eso... está mal.
autoerótico consistente en la repetición de las mismas frases Lo complicado de Vice City está en poner en el lugar del Ideal
de tedio y hastío. Algunas situaciones extremas, como los sui- del Yo (lugar desde el que el niño se ve amable) lo peor de los
cidios colectivos pactados vía Internet, nos habilitan a suponer humanos, convocarlo a una identificación activa con ello y pre-
que esos intercambios pudieron haber estado acosados también miarlo cuánto más logros acuñe.
por lo real sin que pudieran articularse de otro modo más que Al mismo tiempo los adultos (al menos en su mayoría) les se-
con el pasaje al acto. guimos diciendo que eso... está mal.
Pero, al mismo tiempo, la pantalla de la computadora (Inter- Es difícil anticipar los efectos que este tipo de juegos generará
net mediante) facilita la relación al otro dando lugar a un cierto en nuestros niños. Pero, lo que es seguro es que no se trata de
lazo social, sobre todo a través de programas como el messen- “matar al mensajero”. La tecnología y sus “pantallas” se han insta-
ger o el correo electrónico. La escritura en la web puede propi- lado con lo mejor y lo peor, como toda producción humana. 
ciar una producción discursiva mucho más ágil que la epistolar
1. Características similares se presentan hoy en día en la guerra en Irak,
por la rapidez con que llega el mensaje y por el levantamiento donde las tropas americanas a pesar de su superioridad numérica, téc-
del protocolo. La incorporación de la mirada y la voz a través nica y estratégica, no logran vencer fácilmente a una nación que de-
de simples cámaras y micrófonos, auspicia un encuentro más fiende su territorio metro a metro y donde cada habitante ha deveni-
vital sobre todo cuando se trata de personas queridas separa- do soldado, con vocación o sin ella.
das por la distancia concreta. 2. Marco Cornelio Frontón (circa 100-170 d.C), gramático, retórico y abo-
gado romano.
Dentro de la pantalla de la computadora se abre otra panta- 3. El subrayado es mío.
lla con otras características: la de los juegos de video. 4. Los efectos de la pantalla del televisor son múltiples y no pretendo ago-
Existen en el mercado gran variedad de ellos aplicados tanto tarlos, sólo establecer diferencias con respecto a otras pantallas.

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Las nuevas modalidades del goce

Mujer Alfa
del Corán. El padre, a través de un marco, la mira con tristeza
Escribe e impotencia, “él sólo esperaba que su mujer en algún momen-
Elena Jabif to de la noche se durmiera, era el momento oportuno de abra-
zarla y consolarla hasta el amanecer”
elenajabif@yahoo.com.ar Se nombra una mujer de piedra, que al modo de la Gradiva,
muestra un rostro bello como el mármol. La potencia de un ero-
¿Que buscáis por encima de mí? ¡Desierto es el espacio tismo sin fronteras es el punto de unión con su actual pareja, en
sombrío allá arriba, pues yo mismo soy el poder, vosotros la escena sexual, ella metamorfoseada en Mujer Alfa, ejerce so-
os hundís aniquilados en el polvo! bre el cuerpo agitado de su partennaire, un deseo ardiente mo-
Nietzsche delado por un infinito saber sobre el goce sexual. De rodillas,
con los brazos en cruz, su compañero le reclama que lo conduz-
Zara se presenta como una mujer musulmana, que porta con so- ca aún más allá de la locura. Ultrasensual, es la cualidad sagra-
berbia el saber universal de la letra. Literata, escritora, investiga- da de su crueldad. Donde un hombre se reduce a un puro obje-
dora de las extrañas lenguas, ha construido una vida sexual de to, ella es una dama excepcional. Armada para un sádico acto
novela. Expresa como motivo de consulta su desesperanza al no sexual, su condición alpha la recorta del conjunto de mujeres
poder sobrellevar con dignidad, la segunda unión matrimonial. mortales. Sólo ella sabe cómo abrazar a su objeto en el momen-
Al modo de un rito de iniciación, despeja un pañuelo que tie- to del clímax sexual, ejerciendo sobre la piel de su amante pre-
ne función de shador, en la intimidad de la consulta descubre un cisos cortes con daño carnal, si es necesario golpearlo hasta que
semblante endurecido por un rictus de dolor. Relata que acce- muera, ella está dispuesta a ofrecerle ese goce mortal.
dió a la maternidad de un hijo varón, que entra a su vida como Humillado, golpeado, difamado, engañado, el pacto masoquis-
producto de una decepción. La metáfora del amor con un hom- ta la convierte en una Venus universal, donde el culto al dolor
bre, que da su fruto, no ha sido donada por ninguna de las mu- del esclavo, comanda la invención de un nuevo saber sexual. El
jeres de su filiación. Hija de padres sirios, nace en aquella le- dominio y la sumisión ejercidos como erótica de poder, la erigen
janía, en el seno de una familia ortodoxa, que ha nombrado el en la Zarina de negro, creación de Sacher-Massoch. Soberana
nacimiento de una hija mujer, como “una desdicha para Alá.” del goce pacta con el demonio. Sin embargo poesías comparti-
El patriarcado enemigo de la falta, castración que desnuda el das con su analista, desnudan hilachas de sublimación.
cuerpo de la pequeña, la coloca en serie con mujeres sacrifica- La literatura de un género cruel y voluptuoso, la seduce. Se
das en el terreno del amor. Su abuela materna después de una reconoce en la obra de Jean-Jaques Rousseau, los castigos reci-
serie de tres niñas, es extraída del cuerpo de su madre y arroja- bidos de Mademoiselle Lemercier, a los ocho años de edad, de-
da a un pozo como resto sin color. La transmisión del espanto, termina en el personaje, una clase de mágico erotismo, al estar
es parte de la rueda que transforma a una mujer, en una Ama- en la escena fantástica “de rodillas ante una amante imperiosa
zona que desafía, con profundo desprecio, la falicidad masculi- que al obedecer sus órdenes, y tener que pedirle perdón, pro-
na. Todas se casan sin amor, la entrega a hombres maduros en diga goces muy dulces”.
el tiempo puberal las reduce a la esclavitud, bajo el oscuro de- Dueña de un encanto fantástico y ultrasensual, apoya su sa-
signio de un marido patrón. ber sado-masoquista con una curiosa interpretación coránica,
Un agujero negro se transmite de una generación a otra. La los goces muy dulces son legalizados por las letras del Corán.
femineidad para Zara porta la certeza de una cruel lucha por so- El amor de su hombre en permanente demanda, le redobla el
brevivir. La madre de la analizante se casa sin el brillo del amor, desprecio, su cuerpo desnudo de mármol, brinda la naturaleza
con un hombre que la dobla en edad; nuevamente la materni- cruel de la sensualidad. Cada escena expulsa al infinito la muer-
dad de una hija mujer injuria la sangre. te, como falta simbólica para el sujeto, que cava lo Real.
Al modo de un destino filiado por la crueldad, en la infan- Nueve meses de tratamiento producen una dolorosa confian-
cia maltratada de la paciente, se construye una frágil subjetivi- za, me dice que su tragedia amorosa está demasiado afianza-
dad, plagada por la potencia del Mal. Esta mujer porta cicatri- da para atravesarla. En el interior de un espejo cilíndrico, que
ces en el cuerpo, efecto de la ferocidad de la voluntad del po- para ser visto, exige que el sujeto se coloque de cierta manera
der materno. Cada marca evoca la compulsión repetitiva de la predeterminada, lo femenino claudica ante el generoso sacrifi-
pulsión de muerte. Inquieta, se pregunta si tiene alguna alter- cio de la mujer Alfa.
nativa para emocionarse, enamorarse y perder el muro que la El tiempo de nuestro encuentro, matizó la dureza reconocible
sostiene en su falta de compasión. Un dato particular surge de del mármol, admite con pena que la mirada sobre el goce ma-
la elección del nombre de su analista, a la cual investiga en In- terno, cedió el lugar revelador de la indiferencia afectiva.
ternet antes de su primera visita, reconociendo en sus escritos Languidece el pacto inaugural con su hombre, que consis-
la fuente semita. tía en una oferta publicada en internet, donde la Dama Alpha
Ardiente antisemita, producía actos de injuria pública ante la ofrecía al hombre que se aventurara, el don sexual que permi-
presencia insoportable de un rasgo judío, militante, fundamen- te, despojar la carne de su humanidad.
talista, programaba en la mezquita, oportunos golpes a la comu- En el fin de un proceso de parto, se desprende del rostro de
nidad judía, a la cual dirigía un odio exterminador. Dios una niña atormentada. Me pide que acepte su partida. Ella,
A pesar del ideal tóxico, el amor de transferencia, desnuda a la niña de Pompeya, que había sepultado su infancia, bajo las ce-
una niña aterrada por la frialdad materna y la fragilidad pater- nizas de una traumática erupción del incesto, agradece con ter-
na. El mito familiar la encuentra sancionada durante la noche nura la palabra analítica, quizá textura del afecto paterno, que
al frío de la intemperie, para sobrevivir repite con fuerza, letras entibió noches de pesadilla, para una pequeña y frágil alma. 

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Jean-Paul Sartre: 100 años de su nacimiento

La diferencia*
por Hugo Mujica

“E
l asombro –nos dice Heidegger– sostiene y domina Si me hubieran preguntado qué era la existencia, habría res-
por completo la filosofía”. A este asombro como ori- pondido de buena fe que no era nada, exactamente una forma
gen filosófico, le sucedió “la duda como método” y, a vacía que se agregaba a las cosas desde afuera, sin modificar su
ésta, la “certeza” como consumación y objetivo de la metafísica. naturaleza...
La certeza como método y circularidad científica: lo real es lo Éramos un montón de existencias sin la menor razón de estar
comprobable científicamente, y sólo es comprobable lo que en- allí, ni unos ni otros... De más: fue la única relación que pude es-
caje, y corrobore, el método científico de comprobar, su inexo- tablecer entre los árboles, las verjas, los guijarros... También yo
rable poder de asimilación. Su asimilación por reducción. estaba de más.
Heidegger parece proponer o constatar otra pasión –otro pa- Soñaba vagamente en suprimirme, para destruir por lo menos
thos–, otro padecer. Un padecer capaz de abrir- una de esas existencias superfluas. Pero mi misma
nos comprensivamente a la realidad como acon- muerte habría estado de más... yo estaba de más
tecimiento y no como esquema racional, como para toda la eternidad.
torrente y no como represa. Un pathos capaz La palabra Absurdo nace ahora de mi pluma...
de abrirnos a la abismaticidad de la realidad, Y sin formular nada claramente, comprendía que
una abismaticidad que se anuncia en nosotros había encontrado la clave de la existencia, la cla-
como angustia. Como “el temple de ánimo fun- ve de mis náuseas, de mi propia vida. En realidad,
damental”. todo lo que pude comprender después se reduce a
Cuando en Ser y tiempo su autor nos habla del este absurdo fundamental...
paso de la “existencia inauténtica” a la “existen- Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que,
cia auténtica”, nos habla de la angustia, nos esta- por definición, la existencia no es la necesidad.
mos encontrando una vez más, como en el “sal- Existir es estar ahí, simplemente; los existentes
to”, con Kierkegaard. Es Heidegger mismo quien aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es po-
confirma su diferencia y dependencia del filó- sible deducirlos...Pero ningún ser necesario pue-
sofo danés: “es Kierkegaard quien ha analizado de explicar la existencia; la contingencia no es
con mayor penetración el fenómeno de la angus- una máscara, una apariencia que puede disipar-
tia”, pero añadiendo, añadiendo para distanciarse, que éste se se; es lo absoluto, en consecuencia la gratuidad perfecta. Todo es
ciñe exclusivamente a la dimensión psicológica del fenómeno gratuito: este jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega
que para él, para Heidegger, es del orden de lo ontológico, del a comprenderlo se le revuelve el estómago y todo empieza a flo-
develamiento de lo esencial, del acontecimiento del Ser. tar... eso es la náusea.
“Nada de lo que es ‘a mano’ y ‘ante los ojos’ dentro del mun- Nos demoramos largamente en este párrafo sartreano ya
do funciona como aquello ante lo que se angustia la angustia”. que, en pocas páginas de la literatura, encontramos una des-
Heidegger distingue, como ya lo había hecho Kierkegaard, entre cripción tan gráfica del insoslayable momento en que la exis-
angustia y miedo. Nosotros agregaríamos, entre un sentir onto- tencia revela su nada, en que esa nada nos revela nuestra pro-
lógico –el de la angustia– y un sentimiento óntico: el miedo. El pia existencia. Con un lenguaje de clara extracción heidegge-
miedo es siempre temor de algo, de lo ente, de lo que ponemos riana, Sartre nos describe la experiencia que la angustia –aquí
o imaginamos “ante los ojos”. “El temor –dice Heidegger– es an- plasmada como náusea– revela, la nada hacia la que la angus-
gustia caída en el mundo”. Es la huída de la angustia, la que huye tia conduce. No obstante, me atrevería a hacer mías las pala-
de la nada representándola, enfeudándola en un algo, un algo a bras con las que Heidegger deslindó su propio camino de el de
lo que temer. Proyectándola y combatiéndola. Acallando, en el Kierkegaard: también Sartre está describiendo una nada psico-
fragor de ese combate, su llamado hacia la nada. lógica, óntica. Una nada que es espejo y no trasparencia, una
Si el temor es huida, la angustia es sendero: huella de la nada, nada que aún es algo. Nauseabunda nada pero no desgarrante
grieta en el asfalto del camino inauténtico. Es el llamado que apertura. Una nada que no se abre a lo que la caída de los en-
nos saca de esos algos con los que nos identificamos, el llama- tes abre, lo que dejando de ser despejan:
do que nos invita a ir más allá de “la cárcel de los entes”. Nos En la clara noche de la angustia de la nada –ahonda Heideg-
invita a verlos en su totalidad, a verlos como nada o, como tan ger– la manifestación original de los entes como tales acontece:
gráficamente se dice en inglés, como no-thing, como no-cosa. que hay Ser y no nada... Eso que nunca y en ningún lugar es un
La angustia nos revela que el ente, su totalidad, no es: es mera ente se revela a sí mismo como eso que es diferente de todos los
contingencia. Lo hace derrubiando los cimientos de su imagi- entes, eso que llamamos Ser.
naria solidez, la que nuestra razón les da. Esa paradoja, esa diferencia, es a la que la filosofía de Sartre
En la angustia, como en el opus nigrum de la alquimia, la so- no accedió, la gratuidad que no estalló celebración, a la que la
lidez se diluye, la fluidez nos arrastra hacia una nueva solidez, náusea no se abrió. Quizá, porque como nos dice Heidegger:
una nueva revelación, la que nos hace Heidegger: “El puro Ser Nosotros somos tan finitos que no somos capaces, por nuestra
y la pura Nada son lo mismo”. propia decisión y voluntad, de enfrentar cara a cara a la nada.
Recortemos ahora un pasaje de La náusea donde Sartre nos
dejó una irrefutable descripción de ese momento en que la nada * Extraído de La palabra inicial. La mitología del poeta en la obra de Hei-
se revela sumergiéndonos en ella. El momento en que los en- degger, Madrid, Trotta, 1997.
tes la develan revelando su radical alteridad, la de no subordi- Imago Agenda agradece a Rogelio Fernández Couto por la gestión de
narse a la condición de objeto: los artículos que componen esta sección.

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Jean-Paul Sartre: 100 años de su nacimiento

Crítica de la razón sartreana


Juan José Sebreli

E
l segundo Sartre había asimilado sin decirlo las críticas do por el segundo Sartre.
de Merleau Ponty, y revisó sus ideas de El ser y la nada, Es materia de discusión si hubo un corte epistemológico en-
acerca de la libertad ontológica en el interior de la con- tre el Sartre de El ser y la nada y el de la Crítica; los más con-
ciencia y del hombre mostrado a la manera heideggeriana, secuentemente antisartreanos sostienen que no, para mejor
como temporalidad pero no como historici- atacar a ambos a la vez; los sartreanos más
dad. Cuando Heidegger hablaba de histori- fieles, por su parte, también afirman la con-
cidad lo hacía para diferenciarse de la abs- tinuidad, pero para defender a ambos; los
tracción atemporal de la conciencia en Hus- que sostienen el corte se dividen a su vez en
serl, pero aclaraba que no se refería a los los que prefieren el primer Sartre y los que
procesos históricos sociales concretos. Sar- optan por el segundo. Una alternativa, sos-
tre pasó de este subjetivismo e individualis- tendría, con palabras del propio Sartre que
mo puros desprendidos de los condiciona- “cambio dentro de una continuidad”. La-
mientos sociales a la interrelación dialécti- mentablemente Sartre nunca hizo una auto-
ca del sujeto y el objeto, de la libertad y la crítica a fondo de El ser y la nada, ni mostró
necesidad, de la racionalidad y el azar, del cuáles son los intrincados caminos para lle-
individuo y los grupos sociales, de la praxis gar desde ésta a Crítica. Se limitó a recono-
y el proceso. Fue el pasaje de “la anulado- cer en entrevistas de los años setenta que El
ra soledad del Para Sí” a la praxis solidaria ser y la nada traza una experiencia interior
y constructiva, de la ontología de los com- sin ninguna relación con la experiencia ex-
portamientos individuales de El ser y la nada a la filosofía so- terior” y que en La Náusea la relación con la sociedad era me-
cial, o mejor a una filosofía de la historia. Crítica de la razón tafísica”. Pero estas frases sueltas no son suficientes.
dialéctica pareciera ser el resultado del primer Sartre corregi- En Crítica, obra que algunos sartreanos de la primera hora
do por un Merleau Ponty que a su vez hubiera sido completa- no pudieron terminar de leer, encuentro lo mejor y lo peor del

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segundo Sartre. Ante todo debe descartarse la desvalorización académica al


libro por pertenecer a un género híbrido, a mitad de camino entre la filosofía
y la sociología, cuando ése es precisamente uno de sus principales méritos. El
hombre social e histórico es un ser ontológico y uno nos remite al otro. La fi-
losofía y la sociología fueron indiscernibles para Marx, para Max Weber, y para
Simmel, para el hegelomarxismo y el marxismo weberiano de los años veinte
y para la Escuela de Frankfurt.
Sartre no se consideró nunca un sociólogo, y durante años pareció desdeñar
esta disciplina, tal vez por sus vinculaciones con el positivismo; sólo tardía-
mente en el prólogo de la Crítica reconoció las adquisiciones reales de la so-
ciología norteamericana” pero observaba su carencia de fundamentos teóricos
y se proponía proporcionárselos mediante la “integración de la sociología y el
marxismo”. Sin embargo, a pesar del lugar secundario que pareció tener en su
pensamiento la sociología, significativamente las mejores páginas de sus dos
obras filosóficas principales son de índole sociológica. En El ser y la nada en-
contramos escondida una sociología de la vida cotidiana, o mejor una micro-
sociología de las relaciones interindividuales, de los encuentros, una sociología
de las emociones coincidente con la sociología de Simmel, del interaccionismo
simbólico y de la Escuela de Chicago, desconocidas sin embargo por Sartre. A
su vez El ser y la nada así como la parte dedicada a las “experiencias vividas”
de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, influyeron en la microsociología de
Presentación de la persona en la vida cotidiana de Ervin Goffman, aunque éste
adujera haberlos descubierto demasiado tarde. Si el paso de El ser y la nada a
la Crítica fue el de una filosofía individualista a una filosofía social, del mismo
modo, la sociología de las relaciones interindividuales en la primera obra pa-
saron a una sociología de los grupos humanos en la segunda.
Lo mejor de la Crítica está en haber vuelto a plantear uno de los problemas
fundamentales de la filosofía social, las relaciones entre el individuo y la socie-
dad, entre los individuos y los grupos. Los pensadores de la modernidad, los
economistas clásicos ingleses, Kant, Hegel, Marx, Weber, Simmel, la escuela
del interaccionismo simbólico, ya habían tratado, a su modo, de escapar a las
dos respuestas igualmente unilaterales y parciales del atomicismo y del holis-
mo, del nominalismo y del sustancialismo, intentando explicar cómo surge la
sociedad de la interacción de una multiplicidad de individuos que se mueven
impulsados por sus intereses y pasiones. “Si queremos que la dialéctica no se
convierta en ley divina, en fatalidad metafísica, es necesario que surja del in-
dividuo y no de no se sabe qué conjunto supraindividual”. Afirmando al indi-
viduo como realidad última y negando todo tipo de conciencia colectiva, de
entidad supraindividual, Sartre se preguntaba cómo era concebible cualquier
acción colectiva, la formación de grupos humanos, de clases sociales y aun la
existencia misma de la sociedad. ¿Cómo pueden los procesos históricos com-
puestos por una multiplicidad de proyectos individuales, que chocan y se con-
tradicen, producir una acción humana unitaria, racional, con sentido? No dio
una respuesta convincente –otros tampoco la dieron– pero el solo hecho de ha-
bérselo planteado con osadía intelectual y claridad es ya un gran mérito. 

El malestar y la traición

Isabel Steinberg

EDICIONES
PARADISO

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Jean-Paul Sartre: 100 años de su nacimiento

Viaje a la náusea
por Juan Horacio Lamarche

A
nte la inesperada y feliz invitación de Lean- filosóficos no me atrajeron y cuando a principios
dro Salgado a participar de este recuerdo de los ’80, ya en otro país, despedazado, leí la ya
de Sartre reviví inmediatamente mi época clásica discusión teórica de los ’40 con Heideg-
de estudiante de filosofía en la década del ’70.1 ger sobre el tema del humanismo, mis preferen-
Entonces, en mayor o menor medida, en nuestros cias se orientaron al alemán.
ámbitos, todos éramos sartreanos Es cierto, la ma- Sin embargo, para describir mi mayor y más
yoría sólo habíamos leído fragmentos de los den- intensa experiencia con Sartre debo remontarme
sos y áridos estudios del existencialista francés. más atrás, a los ’60, a una adolescencia voraz de
Sin embargo, conocíamos perfectamente su pró- literatura, no tanto de filosofía todavía; fue enton-
logo a Los condenados de la tierra de Franz Fanon, ces cuando me encontré casi naturalmente con La
admirábamos su crítica al eurocentrismo, el lla- náusea. Esa es mi huella sartreana imborrable. En
mado a una rebelión del Tercer Mundo. Por otra estos días no encontré el libro en mi biblioteca, me
parte, un compañero de facultad, un pintoresco lo prestó una querida amiga con la que compartí
uruguayo, nos aseguraba haber asistido en París en mi relectura algunas sintonías en rayas de lá-
a un curso de Sartre; le creíamos, y más todavía, piz. De él solo registraba nítidamente dos episo-
yo lo envidiaba secretamente. Entonces se respi- dios. Uno, en que el personaje describe el rostro
raba la revolución. Cómo no entusiasmarnos al de un mozo encargado del café Mably, “de un aire
leer frases del tipo “hay que cambiar la piel, de- canallesco muy positivo y tranquilizador”2 (p.18);
sarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear el efecto de esa lectura hizo que buscara ese ros-
un hombre nuevo.” En mi caso, sólo eso me sedujo del pensa- tro en los mozos de nuestros cafés de Buenos Aires, el despare-
miento de Jean Paul: su vocación libertaria, su lucha continua- cido Paulista de Avenida de Mayo, La Giralda y La Paz. La otra
da en las calles, sus extraños amores con Simone; era un ideal situación era del mismo personaje esperando la llegada de una
que sintonizaba con ese tiempo riesgoso, ambicioso. Sus libros mujer con la que imaginaba una escena amorosa: esa fantasía
ya invalidaba la acción por venir; de más está decir que trans-
portaba esos pensamientos a alguna de las tumultuosas y des-
esperadas pasiones de la adolescencia. En relecturas semejan-
tes suele asomar, y asomó, el prejuicio del posible desencan-
to. Pero esta vez no ocurrió la temida frustración. Reencon-
tré asombrado los mismos climas textuales entrecortados, re-
flexivos, densos, intempestivos. Días atrás, en viaje al dictado
del curso anual en la FCPA me desvié para visitar a mi amigo y
maestro, el notable epistemólogo y pensador Juan Samaja. En-
tre otros temas le transmití mi actual experiencia con La náu-
sea. Él me relató brevemente el final de la novela, cuando Ro-
quentin escucha un viejo disco de jazz cantado por una negra.
Curiosamente hacía minutos, en un asiento del FC Mitre, ha-
bía leído una escena similar en los principios del libro, que se
recuperaría en el monumental final.
La náusea es una novela filosófica extraña, despareja, mul-
tívoca, pasional. Mediante un juego de lenguaje, diría que la
esencia de La náusea es la noción no esencial de náusea, y re-
tomando a Heidegger, su esencia es la existencia. Hay un per-
sonaje que experimenta la náusea, Antoine de Roquentin, del
que se rescatan a través de papeles de su diario, unas tres se-
manas del año de ficción 1932. Antoine es un escritor de 30
años que viene de largos viajes y se instala en Bouville para
investigar la vida del Marqués Adhemar de Robellon, un aven-
turero de fines del siglo XVIII, personaje de carácter gris y mo-
nótono enredado en oscuras cuestiones de poder. El protago-
nista se aloja en el Rendez-vous des Cheminots, administra-
do por Francoise, mujer con la que se relaciona sexualmen-
te casi a diario. Lleva una vida solitaria, el recuerdo y la año-
ranza de una historia de amor en París con Anny, intercam-
biando algunas charlas de biblioteca con el Autodidacto, un
lector enciclopédico infatigable.
¿Qué es la náusea? No hay definición. Roquentin comienza
a ser poseído por ella: “La náusea no está en mí; la siento allí

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en la pared, en los tirantes, en todas partes a mi alrededor. Es que se detenga sobre nosotros, que pese sobre nuestro cora-
una sola cosa con el café. Soy yo quién está en ella.” (p.32). zón como una gran bestia inmóvil; si no, no hay absolutamen-
Sin embargo, el corte de la náusea suele abrir otros tiempos, te nada” (p.149). Hay en Sartre una experiencia de lo absolu-
del orden del acontecimiento. Esto leía en el viaje Victoria-Aca- to, pero ligada al absurdo, a la gratuidad. “El mundo de las ex-
susso rumbo a la casa de Juan. La criada Madeleine gira la ma- plicaciones y razones no es el de la existencia.” Requentin des-
nija del fonógrafo, se escucha un rag-time, la voz de una negra confía de las palabras, de su poder de esencializar y describir
“Some of these days/You’il miss me Money” (p.35). La náusea necesidades: “Lo esencial es la contingencia” (p.149). Sin em-
desaparece: “Hay otra dicha: fuera está esa banda de acero, la bargo, la náusea no excluye la existencia, más bien la provoca:
estrecha duración de la música, que atraviesa nuestro tiempo “Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y
de lado a lado, y lo rechaza y lo desgarra con sus puntitas se- muere por casualidad. Me dejé ir hacia atrás y cerré los párpa-
cas; hay otro tiempo” (p.34). dos. Pero las imágenes, en seguida vigilantes, saltaron y vinie-
La náusea es una nada, su filiación con la angustia es inne- ron a colmar de existencias mis ojos cerrados: la existencia es
gable, con la de Kierkergaard, precursor del existencialismo, un lleno que el hombre no puede abandonar” (p.151).
pero también con esas nociones propias de la primera posgue- Llega la despedida de Roquentin de Bouville, de la patrona
rra, el “malestar” freudiano, la “decadencia” spengleriana, y Francoise, de su Robellon, luego de un breve y frustrado reen-
por sobre todo la “angustia” heideggeriana. Para éste último cuentro parisino con Anny. El final de La náusea es a toda or-
la angustia es el enfrentamiento no a un ente que atemoriza questa, me lo había anunciado Samaja. Roquentin pide a Made-
sino al mundo en tanto tal. Leemos en nuestra novela: “No me leine escuchar el disco a dos horas de su partida, la de un hom-
sorprendía, sabía que era el Mundo, el Mundo completamen- bre de ’30 años que ha desechado su historia. Ella gira la ma-
te desnudo el que se mostraba de golpe y me ahogaba de cóle- nivela del fonógrafo, la negra canta “Some of these day/You’il
ra contra ese ser gordo y absurdo. Ni siquiera podía uno podía miss me Honey”. Antoine siente una transfiguración a través
preguntarse de dónde salía aquello, todo aquello, ni cómo era de la música del viejo disco rayado, “¿No podría yo intentar...?
que existía un mundo más bien que nada” (p.152). Naturalmente, no se trataría de una música…, ¿pero no podría
La náusea surge de una especial apertura al mundo y de una en otro orden?”(p.197).
suspensión de él, es una epokhe husserliana sin el regreso a una Y concluye La náusea, con la emoción que Sartre pone en la
ciencia pura y apodíctica sino a la propia existencia: “y de gol- palabras de Roquentin: “Quizá un día, pensando precisamen-
pe estaba allí, clara como el día: la existencia se descubrió de te en esta hora, en esta hora lúgubre en que espero, con la es-
improviso. Había perdido su apariencia inofensiva de categoría palda agobiada, que llegue el momento de subir al tren, qui-
abstracta, era la materia misma de las cosas” (p.145). La exis- zá sienta que el corazón me late más rápidamente, y me diga:
tencia es una inversión maldita del cogito. “Soy, existo, pienso, fue aquel día, aquella hora cuando comenzó todo. Y llegaré –
luego soy; soy porque pienso, ¿por qué pienso? No quiero pen- en el pasado, sólo en el pasado- a aceptarme.
sar más, soy porque pienso que no quiero ser, pienso que... por- Cae la noche. En el primer piso del Hotel Printania aca-
que… ¡puf!... Huyo, el innoble individuo ha huido, su cuerpo ban de iluminarse dos ventanas. El depósito de la Nueva Es-
violado.” Violación del cogito y del humanismo se respiran en tación huele fuertemente a madera húmeda; mañana lloverá
muchas páginas de la novela. Un antihumanismo que tal vez no en Bouville.” 
sea tan contradictorio con su texto de 1946, El existencialismo es
1. No quiero dejar de mencionar a mi amigo Juan Carlos Gorlier, con
un humanismo, tan duramente criticado por Heidegger.
quien compartí mi primer viaje a La náusea, en estas circunstancias
En suma, la existencia sartreana es corporal, no es la descar- en que reactualizo la experiencia.
nada apertura heideggeriana: “La existencia no es algo que se 2. Sartre, Jean Paul, La náusea, traducción de Aurora Bernardez, Bue-
deja pensar de lejos: es preciso que nos invada bruscamente, nos Aires, Losada, 2002.

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Colaboración

El objeto a en los lazos sociales (3ª parte)


2) El judío como objeto a, o los impases del anti-antisemitismo
por Slavoj Žižek

¿Q
ué sucede con el objeto a cuando pasamos del otro son potencialmente borrados a favor del sufrimiento abstracto
lado de la modernidad: de la dinámica capitalista y la victimización. Y esta Europa –y esto es a lo que Milner está
al poder del Estado moderno? Recientemente Jean- apuntando desde el principio–, en su misma promoción de la
Claude Milner ha intentado elaborar este punto; y su punto de apertura ilimitada y tolerancia multicultural, nuevamente nece-
partida1 es que la democracia está basada en un cortocircuito sita la figura del “Judío” como obstáculo estructural a este im-
entre la mayoría y el Todo: allí, el ganador se lleva todo, tiene pulso (drive) a la unificación ilimitada; no obstante, el antisemi-
todo el poder, aún si su mayoría es de apenas unos doscientos tismo actual no es más el antiguo antisemitismo étnico; su foco
votos entre millones, como fue el caso de las elecciones estado- se ha desplazado desde los Judíos como grupo étnico hacia Es-
unidenses del año 2000 en Florida: “la mayoría cuenta como tado de Israel: “en el programa de la Europa del siglo XXI, el
todo”. En La historia de VKP (b), la biblia stalinista, hay una pa- Estado de Israel ocupa exactamente la posición que el nombre
radoja excepcional cuando Stalin (quien fue colaborador anóni- “Judío” ocupaba en la Europa de antes del corte del ’39 al ’45.”5
mo de ese libro) describe el resultado de la votación en un con- De este modo, el antisemitismo actual puede presentarse como
greso partidario a fines de la década del ’20: “Con una amplia un anti-antisemitismo: lleno de solidaridad para con las vícti-
mayoría, los delegados aprueban por unanimidad la resolución mas del Holocausto, con el único reproche de que –en nuestra
propuesta por el Comité Central” –si el voto fue unánime, ¿en- era de disolución gradual de todos los límites, de fluidificación
tonces desapareció la minoría?–. Lejos de denunciar algún ses- de todas las tradiciones– los judíos querían construir su propio
go “totalitario” perverso, esta identificación es constitutiva de la Estado-Nación claramente delimitado.
democracia como tal. Las paradojas del no-Todo entonces proveen las coordenadas
El status paradójico de la minoría como “algo que cuenta como de las vicisitudes del antisemitismo moderno: en el temprano
nada” nos permite discernir en qué preciso sentido el término antisemitismo moderno (ejemplificado por el nombre de Fichte),
demos al que refiere democracia, “incesantemente oscila entre los judíos eran denunciados por su delimitación, por su perma-
el todo y el no-todo /pastout/”: ya sea que el lenguaje de los To- nencia en su estilo de vida particular, por su negativa a disolver
dos limitados se enfrente a la figura de lo ilimitado, o que lo ili- su identidad en el campo ilimitado de la ciudadanía secular mo-
mitado se enfrente con una figura del límite”2. Es decir, hay una derna. Con el imperialismo chauvinista de fines del siglo XIX, la
ambigüedad estructural inscripta en la noción misma de demos: lógica se invirtió: los judíos eran percibidos como cosmopolitas,
designa tanto el no-Todo de un conjunto ilimitado (todos están como la encarnación de una existencia sin límites, “desarraiga-
incluidos allí, no hay excepciones, sólo una multitud inconsis- da”, la cual como un intruso cancerígeno, amenazaba con disol-
tente), o el Uno de EL Pueblo, que tiene que ser delimitado res- ver la identidad de cada comunidad étnica particularmente de-
pecto de sus enemigos. Grosso modo, la predominancia de uno limitada. Hoy, sin embargo, con el movimiento hacia la globali-
u otro aspecto define la oposición entre las democracias ameri- zación post-Estados-Nación, cuya expresión política es un Impe-
cana y europea: “En la democracia en América (EEUU), la ma- rio sin límites, los judíos son nuevamente lanzados al rol de los
yoría existe, pero no habla (la mayoría silenciosa), y cuando ha- que permanecen adheridos a un Límite, una identidad particu-
bla se transforma en una particular forma de minoría”.3 En Es- lar. Son percibidos cada vez más como el obstáculo en el cami-
tados Unidos, la democracia se percibe como el campo de inter- no hacia la unificación (no sólo de Europa, sino también de Eu-
juego de múltiples agentes, pero ninguno encarna el Todo, es ropa y el mundo árabe).
decir, que todos son “minoritarios”, mientras que en Europa, la Así, Milner localiza la noción de “Judíos” en el imaginario ideo-
democracia se refiere tradicionalmente al imperio de Un-Pue- lógico europeo como lo que obstaculiza la paz de la unificación,
blo. Sin embargo, Milner saca de esto una conclusión elegan- que tiene que ser aniquilada para que Europa se unifique, ra-
te acerca de qué está sucediendo hoy: en contraste con Estados zón por la cual los judíos son siempre un “problema” que de-
Unidos –que es predominantemente “no-Todo” como sociedad, manda una “solución” –Hitler es meramente el punto más radi-
en su economía, cultura e ideología– Europa está yendo mucho cal de esta tradición. No es de extrañarse que hoy, la Unión Eu-
más lejos hacia constituirse como un no-Todo político ilimitado, ropea se esté volviendo cada vez más antisemita, en su flagran-
a través del proceso de unificación europea, en la cual hay lu- temente sesgada crítica a Israel: el concepto mismo de Europa
gar para cualquiera, independientemente de la geografía o cul- está manchado de antisemitismo, razón por la cual la primera
tura, hasta Chipre y Turquía. Sin embargo, una tal Europa uni- obligación de los judíos es “librarse de Europa”, no por la vía de
ficada sólo puede constituirse bajo la condición de un borra- ignorarla (sólo Estados Unidos puede afrontar ignorarla), sino
miento progresivo de todas las tradiciones y legitimaciones his- echando luz sobre el lado oscuro del Iluminismo Europeo y la
tóricas divisorias: en consecuencia, la Europa unificada está ba- democracia... Entonces, ¿por qué los judíos fueron elevados al
sada en el borramiento de la historia, de la memoria histórica.4 rol de obstáculo? ¿Qué significa el Judío? La respuesta de Mil-
Fenómenos recientes, tales como el revisionismo del Holocaus- ner es radical: mucho más que una forma de existencia delimi-
to, la ecuación moral de todas las víctimas de la Segunda Gue- tada por una tradición, mucho más que el apego obstinado a un
rra Mundial (los alemanes sufrieron bajo los bombardeos de los Estado-Nación –la cuadruplicidad (el Cuádruplo) /quadruplicité/
Aliados no menos que los rusos e ingleses; el destino de los co- de lo masculino/femenino/padres/niños, del intercambio gene-
laboradores nazis liquidados por los rusos después de la guerra racional como un pasaje simbólico sostenido por la Ley6. El ho-
es comparable a las víctimas del genocidio nazi, etc.) son el re- rizonte último del actual triunfo posmoderno de los Límites, no
sultado lógico de esta tendencia: todos los límites estipulados es ya del Cristianismo, sino más bien del sueño New Age neopa-

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gano de conquistar la diferencia sexual como indicio de nues- bre los judíos)8, el objeto-causa de (nuestro occidental) deseo,
tro lazo a un cuerpo singular, de la inmortalidad a través de la obstáculo que efectivamente sostiene el deseo y en cuya ausen-
clonación, de nuestra transformación de hardware en software, cia nuestro deseo mismo desaparecería. No son nuestro objeto
de humano en post-humano, en entidades virtuales que puedan de deseo en el sentido de aquello que nosotros deseamos, sino
migrar de una encarnación temporaria a otra –aquí están las úl- en el estricto sentido lacaniano de lo que sostiene nuestro de-
timas líneas mismas del libro de Milner: seo, el obstáculo metafísico a la plena autopresencia o goce ple-
“Si la modernidad es definida como la creencia en una reali- no, el cual debe ser eliminado para que advenga del goce pleno
zación de sueños ilimitada, nuestro futuro está plenamente de- y que –dado que este goce no barrado es estructuralmente im-
lineado. Nos conduce a través del anti-judaísmo absoluto, teó- posible– retorna cada vez con más fuerza –como una amenaza
rico y práctico. Para seguir a Lacan más allá de lo que explícita- espectral– cuanto más se aniquila a los judíos.
mente formuló, los cimientos de una nueva religión son de este La debilidad de la versión de Milner del antisemitismo pue-
modo afirmados: el anti-judaísmo será la religión natural de la de especificarse como una serie entera de niveles interconecta-
humanidad por venir.”7 dos. Primero, todo lo que encontramos más allá de la Ley ¿es
La figura del “Judío” es elevada así a ser indicio de un límite realmente sólo el sueño de un goce pleno, de modo tal que La-
propiamente ontológico: simboliza la finitud humana misma, la can aparece como el último defensor de la Ley paterna? No es
tradición simbólica, el lenguaje, la Ley paterna, y, en la declara- el discernimiento fundamental del último Lacan precisamente
ción “lacaniana” de Milner sobre el antisemitismo como inscrip- que haya un obstáculo inherente al goce pleno operando ya en
to en la identidad europea misma, “Europa” simboliza el sue- la pulsión que funciona más allá de la Ley: el “obstáculo” in-
ño (griego y cristiano) de la parusía, de un goce pleno más allá herente a cuenta del cual la pulsión envuelve un espacio cur-
de la Ley, libre de cualquier obstáculo o prohibiciones. La mo- vo, es decir, es capturada en un movimiento repetitivo alrede-
dernidad misma está impulsada por el deseo de ir más allá de dor del objeto, no es aún la “castración simbólica”. Para el úl-
las Leyes, hacia un cuerpo social transparente autorregulado; timo Lacan, por el contrario, la Prohibición –lejos de simboli-
la última cuota de esta saga, el actual neopagano y posmoder- zar un corte traumático– entra precisamente para pacificar la
no Gnosticismo percibe a la realidad como completamente ma- situación, para librarnos de la imposibilidad inherente inscrip-
leable, permitiéndonos a los humanos el transformarnos –no- ta en el funcionamiento de una pulsión. Segundo problema:
sotros mismos– en una entidad migratoria que flota entre una ¿no es la tradición del judaísmo secularizado una de las fuen-
multitud de realidades, sostenida sólo por el Amor infinito. Con- tes claves de la modernidad europea? La última formulación
tra esta tradición, los Judíos, de una forma radicalmente anti- de un “goce pleno más allá de la Ley”, ¿no es discutiblemente
milenaria, persisten en su fidelidad a la Ley, insisten en la insu- encontrada en Spinoza, en su noción del tercero y más eleva-
perable finitud de los humanos, y, en consecuencia, en la nece- do nivel de conocimiento? La idea misma de revolución polí-
sidad de un mínimo de “alienación”, razón por la cual son per- tica moderna “total” ¿no está enraizada en el mesianismo ju-
cibidos como obstáculo por cualquiera que se incline hacia una dío, tal como lo dejó en claro –entre otros– Walter Benjamin?
“solución final”... La tendencia misma hacia lo ilimitado, que necesita a los ju-
En tanto los Judíos insisten en el horizonte insuperable de la díos como su obstáculo, tiene de este modo su fundamento en
Ley y resisten la Aufhebung cristiana de la Ley en Amor, son la el Judaismo. El tercer rasgo problemático concierne a las pre-
encarnación de la irreductible finitud de la condición humana: misas políticas de Milner: “El nacimiento del Estado de Israel
ellos no son sólo un obstáculo empírico para el pleno goce in- probó que la victoria y la justicia pueden ir de la mano”9. Lo
cestuoso, sino que son el obstáculo “como tal”, el principio mis- que esta afirmación oblitera es que el modo en que se consti-
mo del impedimento, el exceso que perturba y que no podrá ser tuyó el Estado de Israel, desde el punto de vista de Europa, fue
nunca integrado. Los Judíos son así elevados al (rango de) ob- la realización de la “solución final” al problema judío (el des-
jeto a (notre objet a, el título del libro de François Regnault so- hacerse de los judíos) sostenida por los Nazis mismos. Es de-

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cir, el Estado de Israel, ¿no fue –para dar vuelta lo dicho por co y el “fascismo islámico”. No obstante, la debilidad crucial del
Clausewitz– la continuación de la guerra contra los judíos con análisis de Milner concierne a la completa ausencia (apenas sor-
otro significado (político)? ¿No es la “mancha de injusticia” que prendente) de la economía de mercado y el dinero en la emer-
atañe al Estado de Israel? El 26 de septiembre de 1937 es una gencia del antisemitismo: ¿qué hay del “Judío” como la figura
fecha que cualquier interesado en la historia del antisemitis- en la cual se materializa (reifica) el antagonismo social, como
mo debiera recordar: en aquel día, Adolf Eichmann y su asis- la figura que representa el capital financiero (“no-productivo”)
tente abordaron un tren en Berlín para visitar Palestina: He- y la ganancia en la esfera del intercambio, y que nos permite de
ydrich mismo le dio permiso a Eichmann para aceptar la invi- ese modo eludir la explotación inscripta en el proceso de pro-
tación de Feivel Polkes, un alto miembro de Hagana (la orga- ducción mismo, y sostener el mito de la relación armónica en-
nización secreta sionista), para visitar Tel Aviv y discutir allí la tre Capital y Trabajo, una vez que nos deshicimos del parasita-
coordinación de las organizaciones alemana y judía para facili- rio intruso judío? Es aquí que la lógica de Lacan del no-todo en-
tar la emigración de los judíos a Palestina. Ambos, alemanes y cuentra su uso apropiado: significativamente, a pesar de que
sionistas, querían que la mayor cantidad de judíos como fuera Milner señala que la tesis de que “todo es político” pertenece
posible se mudara a Palestina: los alemanes los preferían fuera al no-todo (¿un recordatorio de su juventud maoísta?), desplie-
de Europa Occidental, y los sionistas mismos querían a los ju- ga la dimensión social del no-todo sólo bajo el disfraz del Todo
díos en Palestina para sobrepasar en número a los árabes. (La inconsistente/ilimitado, no bajo el disfraz del antagonismo que
visita falló porque, debido a unos disturbios violentos, los bri- corta a través del cuerpo social entero (“lucha de clases”). La fi-
tánicos bloquearon el acceso a Palestina; pero Eichmann y Po- gura antisemita del Judío nos permite confundir el No-Todo del
lkes sí se encontraron unos días más tarde en El Cairo y discu- antagonismo social constitutivo, transponiéndolo en el conflic-
tieron la coordinación de actividades alemanas y sionistas)10. to entre el Todo social (la noción corporativa de sociedad) y su
¿No es este extraño incidente el caso supremo de cómo los na- Límite externo, el intruso judío que –desde afuera– introduce
zis y los sionistas radicales compartían un mismo interés –en desproporción y degeneración. 
ambos casos, el propósito era una especie de “limpieza étni-
ca”, es decir, cambiar violentamente la proporción de grupos Traducción de Mariana Gomila.
étnicos en la población? ¿No son hoy más bien los palestinos,
1. Ver Jean-Claude Milner, Les penchants criminels de l’Europe democrati-
esos “judíos entre los árabes”, quienes son una clase de obje- que, París, Verdier, 2003.
to a, la intersección de las dos bandas, de israelíes y árabes, el 2. Ibíd., p. 42.
obstáculo para su paz? 3. Ibíd., p. 141.
Hay un gran hecho enigmático, aunque obvio, acerca de los 4. Milner evoca la guerra post-Yugoslavia de principios de los ’90 como
neoconservadores, una pregunta que debe ser formulada: ¿por un “ejemplo particularmente revelador” (Op.cit., p. 66) de este borra-
miento: para dar cuenta de este conflicto, hay que retrotraerse a las fi-
qué no son antisemitas? Es decir, basados en sus coordenadas
guras históricas, las cuales –como ácidamente lo sitúa Milner– son “an-
ideológicas, ellos tendrían que haber sido antisemitas. La úni- teriores al Tratado de Roma”, a la Segunda Guerra Mundial, al Trata-
ca respuesta consistente es: porque el sionismo mismo de hoy, do de Versalles, al Congreso de Viena, etc. Perpleja por esta intrusión
como está encarnado en las políticas predominantes del Estado de la historia, Europa alza sus manos y tiene que recurrir a los Estados
de Israel, ya es “antisemita”, es decir, reposa sobre la cartogra- Unidos... Lo que tenemos aquí es un “ejemplo particularmente reve-
fía ideológica antisemita. Recuerden la típica caricatura de Yas- lador” de la ignorancia del mismo Milner: la referencia a la historia, a
sir Arafat en los diarios: la cara redonda con nariz grande y la- las “antiguas pasiones y cuentas no saldadas que explotan nuevamen-
te”, fue uno de los lugares comunes desde donde la Europa Occiden-
bios gruesos, en un cuerpo pequeño, redondeado y torpe... ¿re- tal percibió a la crisis post-Yugoslavia; todos los medios y los políticos
sulta familiar? No es de extrañarse: ¡es el viejo dibujo cliché del repitieron sin cesar el cliché de que –para entender lo que estaba pa-
judío corrupto de los años ’30! Otra confirmación más del hecho sando en la exYugoslavia– había que saber sobre cientos de años de
de que el sionismo es una especie de antisemitismo. De esta forma, historia. Lejos del rechazo por parte de Europa Occidental a confron-
no es simplemente que el fundamentalismo religioso neoconser- tar el “peso de la historia” en los Balcanes, estos espectros del pasa-
vador apoya a Israel porque, en su visión de Armageddon, la ba- do sirvieron más bien como una pantalla ideológica que resucitó para
permitirle a Europa evadir la confrontación de los hitos políticos rea-
talla final tendrá lugar luego de que el Estado de Israel emerja les de la crisis post-Yugoslavia.
nuevamente, las razones son más profundas.11 Lo que se debería 5. Ob. cit., p. 97.
afirmar, contra los sionistas, es el verdadero espíritu cosmopoli- 6. Ob. cit., p. 119.
ta judío claramente discernible en el discurso de Freud dirigido 7 Ob. .cit., p. 126.
a la sede de Viena de B’nai B’rith en su 70° cumpleaños, donde 8. Ver Francoise Regnault, Notre objet a, París, Verdier, 2003.
articuló su desconfianza básica sobre la experiencia patética de 9. Jean Claude Milner, ob. cit., p. 74.
10. Ver Heinz Hoehne, The Order of the Death’s Head. The Story of Hitler’s
identificación nacional: “Cada vez que sentí una inclinación ha- SS, Harmondsworth, Penguin, 2000, pp. 336-337.
cia el entusiasmo nacional, luché para suprimirla como si fue- 11. Razón por la cual, tanto los judíos neoconservadores como los anti-
ra dañina y errada...” Y, para evitar un malentendido –su des- guos antisemitas muestran animosidad hacia la Escuela de Frankfurt.
confianza incluía también la identidad judía–, en su carta a Ar- De acuerdo con el nuevo barbarismo ideológico, la Escuela de Frankfurt
nold Zweig de 1932, Freud hizo una observación extrañamente apareció en escena como un momento histórico preciso: cuando el fra-
premonitoria: “No puedo reclamar compasión en absoluto por caso de las revoluciones marxistas socio-económicas se tornó mani-
fiesta, la conclusión fue que ese fracaso se debió a una subestimación
la devoción mal dirigida que transforma un pedazo de la Pared
de la profundidad de las bases espirituales occidentales cristianas, de
de Herodes en una reliquia nacional, ofendiendo así los senti- modo tal que el acento de actividad subversiva cambió de ser una ba-
mientos de los nativos”. talla político-económica a ser una “revolución cultural”, un paciente
La ironía que se le escapa a Milner es que hoy son los musul- trabajo intelecutal-cultural de socavar el orgullo nacional, la familia,
manes, no los judíos, quienes son percibidos como una amena- la religión y los compromisos espirituales, etc. –el espíritu de sacrifi-
za y obstáculo a la globalización: es un lugar común del perio- cio por el propio país fue desechado porque tenía que ver con la “per-
sonalidad autoritaria”; la fidelidad marital se supuso que expresaba
dismo el señalar que todas las grandes religiones mundiales en-
represión sexual patológica; siguiendo el lema de Benjamin acerca de
contraron una forma de vivir con la modernización capitalista, cómo cada documento de cultura es un documento de barbarismo, los
con la excepción del Islam, razón por la cual el conflicto presen- más altos logros de la cultura occidental fueron denunciados por en-
te es a menudo descripto como entre el Occidente democráti- cubrir las prácticas de racismo y genocidio...

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Entrevista

Psicoanálisis de niños:
La verdadera historia
En diálogo con Imago Agenda, Silvia Fendrik nos
presenta su obra en 6 volúmenes sobre la vida y obra de
los principales precursores del psicoanálisis con niños

Ya han aparecido los dos primeros volúmenes de Psicoanalistas de niños, la


verdadera historia. ¿Podría contarnos los motivos que la impulsaron a llamar-
la la “verdadera historia”?
El tema es que hay una historia oficial que presenta al psicoanálisis con niños como
una lucha esquemática de principios entre Melanie Klein y Anna Freud, y luego vino
Winnicott en una posición de tercerización, y más tarde Maud Mannoni y Francoise
Dolto, que a partir de Lacan habrían permitido superar definitivamente viejos esque-
matismos y dilemas. En cuanto a Bettelheim, se lo considera como un experto (cues-
tionado, por supuesto) en autismo, marginal a las filiaciones, y por ende al psicoaná-
lisis. La historia “oficial” propone una manera evolutiva y lineal de concebir y recono-
cerle legitimidad al psicoanálisis con niños, a la vez que censura lo que considera des-
víos. Yo, en cambio, me inclino a pensar que el psicoanálisis con niños es una prác-
tica ilegítima, que se sostiene en los márgenes y ha permitido cuestionar –en el sen-
tido fuerte de interrogar– posturas dogmáticas del psicoanálisis a secas. Una prueba
de esto es que Lacan en el Seminario 1 llamado Los escritos técnicos de Freud –para
reflexionar sobre la “técnica”– se dirige a Melanie Klein y a Anna Freud. Allí es donde
propone su aguda y extraordinariamente sensible lectura del caso Dick.
¿Y por qué seis volúmenes presentados al modo de una serie, además con
sesiones ilustradas? ¿Tiene que ver con la fórmula del “había una vez” que
propuso en Ficción de los orígenes?
En realidad se trata de una especie de asignatura pendiente, porque Desventuras
del psicoanálisis llega hasta Winnicott, y hace tiempo, quería escribir sobre Dolto,
Mannoni y Bettelheim. Al pensar esta serie quise retomar lo que prometí en Ficcio-
nes –“continuará” y efectivamente pude continuar en Desventuras–. Luego me detu-
ve, entre otras cosas porque me costaba encontrar la distancia y la manera de escri-
bir sobre Maud Mannoni y Francoise Dolto, ya que ambas influyeron “en vivo” en mi
formación a través de supervisiones, seminarios, etc. Pero sabía que algún día llega-
ría el momento de retomar el hilo. El “había una vez” condensa varias cosas, la serie-
dad de la serie, el continuará, el tiempo de los relatos de infancia, las ilustraciones, y
por supuesto la ficción como una vía imprescindible para acceder a alguna verdad.
¿Quiere decir que hay dos historias? ¿La historia oficial y la “verdadera
historia”?
De ninguna manera, no se trata de una oposición verdadero/falso, para mí de lo
que se trata es de relatos verosímiles que den vida a los pioneros, sacándolos de po-
siciones, o de acusaciones congeladas y dogmáticas. Algo así como un camino para
imaginarlos, reconocerlos en su subjetividad, en sus conflictos, y en la relación entre
sus enunciados y sus enunciaciones. En todo caso se trataría de la historia construi-
da bajo el modo de una temporalidad lineal, evolutiva, versus un trabajo de lectura a
la letra, que incluye letras y cartas que me permiten decir, por ejemplo, que el anta-
gonismo M. K y A. F. es muy actual, constituye una suerte de paradigma de la tensión
que padece un psicoanalista de cualquier época frente a un niño, es decir, frente al su-
peryó analítico que le exige “ser” un psicoanalista puro que se dirige al inconsciente y
los mandatos encarnados por los ideales familiares, sociales, pedagógicos, médicos,
culturales, etc., a los que los analistas no podemos sustraernos por decreto.
En el libro sobre Winnicott además incluye dos entrevistas...
Sí, en este momento en que Winnicott está de moda, para mí fue importante re-
construir mi insólito encuentro con Masud Khan y atreverme a publicarlo, ya que él
fue alguien muy cercano a Winnicott. A su vez, la entrevista con Horacio Etchegoyen
me parece que revela de un modo muy claro las fuertes críticas que los analistas klei-
nianos le hacían y le siguen haciendo a Winnicott. En todo caso la obra y la vida de
Winnicott muestran que su posición no fue de ningún modo la de un mediador neu-
tral en la guerra matriarcal que dominaba a la Sociedad Británica. 

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PuntoCom Sección coordinada por

Psicoanálisis y Tecnociencia Mario Pujó

By Pass
¡Ah! ¡Triste sino el de los argentinos! ¿No reconoce Gardel,
Escribe el más nítido exponente de nuestra idiosincrasia, un inoculta-
Mario Pujó ble –y largamente ocultado– origen francés? Referencia ine-
ludible, el tango compendia perfectamente esa dualidad in-
psichos@fibertel.com.ar trínseca que aceptamos como inherente a nuestra identidad
cultural: la música de Buenos Aires –cosmopolita, puebleri-

S
oy argentino y, desde luego, amo a Maradona. Aunque na, universal– hegemoniza la representatividad de la nación
también, desde luego, y porque soy argentino, no sólo lo toda. Lamentos de bandoneón, el sentimiento triste que se bai-
amo. Digamos que experimento hacia Maradona esa mez- la presentifica la intimidad de nuestro ser, no sin que la nos-
cla de sentimientos encontrados que Freud bautizó con el nom- talgia de sus letras y el patetismo de sus personajes, sus no-
bre de ambivalencia, dualidad característica que supo reconocer ches, sus compositores, sus intérpretes –rostros deformados
como base y sustrato de los síntomas neuróticos. ¿Constituiría por la bohemia, corazones quebrados sin ilusión–, nos enros-
entonces Maradona una suerte de síntoma argentino? tren los vestigios de un goce cuya melancolía nos seduce y nos
Sostener sin atenuantes semejante afirmación supondría un horroriza a la vez.
forzamiento y hasta alguna extrapolación que, aún así, no de- De Villa Fiorito al Festival de Cannes, rostro deformado por
jaría de rozar la verdad de una íntima convicción nacional. En- la bohemia, corazón quebrado sin ilusión, la figura de Ma-
tiéndase: no se trata de la universal hainamoration con la que radona no sólo genera amor sino también espanto. Jugador
Lacan asocia ineludiblemente el amor al odio, pasiones cuya inigualable, bestia indómita, mano de Dios. ¡Cuántos cánti-
continuidad experimentamos diariamente en las alternativas cos! ¡Cuántas alegrías! Un pueblo entero se cobija en su nom-
de la transferencia, y cuyo paradigma ampliado (ilusión - de- bre y lo corea como desafío, proclama, consigna de guerra:
cepción - rencor) la psiquiatría ha creído discernir en las vi- ¡una ovación!
cisitudes de la erotomanía. En su versión atenuada, esta se- Desde luego, no sería difícil ver en Maradona la metáfora de
cuencia nutre habitualmente las relaciones sociales, y no sa- un país que, apoyado en el don divino de sus riquezas natura-
bría expresar de por sí ninguna singularidad. No obstante, no les, llega de la nada a tenerlo y a perderlo todo, en un abrir y
es difícil reconocer en los sentimientos controversiales que de- cerrar de ojos, simplemente por soberbia, negligencia, incon-
muestra suscitar el más grande jugador de todas las épocas ciencia, chantismo, falta de seriedad. La figura de Maradona
de esa apasionada –y siempre apasionante– epopeya del fút- se prestaría fácilmente a ello.
bol mundial, cierta especificidad que involucra a nuestra his- Atleta único, provoca en verdad escozor su predisposición
toria como país y atañe eventualmente a nuestra subjetividad a encarnar, de manera descomunal –proporcional a su figura
como nación. De hecho, esas controversias no hacen más que colosal–, la grosera caricatura del hombre irresponsable, con-
actualizar la turbia ambivalencia de la que evidencian ser ob- ducido irreflexivamente por sus impulsos, incapaz de refrenar-
jeto nuestros héroes, en todas las áreas y circunstancias, des- se o sofrenar sus mociones, a las que se entrega de un modo
de los tiempos de la colonia. Virreyes, asambleas, triunviratos, gozosamente irracional. Vale decir, su tendencia a erigirse en
juntas y directorios, nuestros gobernantes demuestran ser víc- una suerte de paradigma del hombre pulsional que la sociedad
timas propicias del revisionismo espontáneo que mana de la de mercado parece concebir como prototipo del sujeto que la
desconfianza del ciudadano de a pie, aún y a pesar de que ma- habita y al que dirige su oferta.
neje un taxi. Cierta ambigüedad tiñe la memoria de nuestros Esa es la relación que Maradona evidencia sostener con
próceres, aún la de los menos cuestionables, desde San Mar- el objeto. Consumidor mayúsculo de cocaína, basta acercar-
tín hasta el Che Guevara, pasando por Saavedra, Rivadavia, le un micrófono para constatar que sus palabras son expul-
Sarmiento, Rosas o Perón; sin olvidar, claro está, a la mundial- sadas sin medir su alcance ni sus consecuencias, es decir, sin
mente reconocida Evita, cuya notoriedad no la salva de una tomar en cuenta la existencia del Otro. Ese Otro al que igno-
sospecha que ha adquirido –ópera mediante– dimensión uni- ra cuando pone su voluminosa figura al servicio de la campa-
versal. Así, a la indiscutida grandeza de uno se le reprocha fal- ña Sol sin drogas, para simultáneamente declarar: «Soy, fui y
ta de coraje, y a la innegable valentía del otro, su fanatismo; seré drogadicto».
a la defensa de los intereses de la patria se le atribuye el inte- Capaz de las más notables proezas en el plano deportivo, se
rés por los propios intereses, y a la descomunal gesta educati- confiesa absolutamente carente de voluntad, totalmente inca-
va, un indisimulado cipayismo. Debemos admitirlo, la honra paz de decir no a la voracidad que lo embarga. Muerto el pe-
intachable de aquellos grandes hombres que pueblan los ma- rro se acabó la rabia: la reducción anatómica del tamaño del
nuales escolares sobrevive apenas el tiempo de la escuela. Lo estómago reduce obligatoriamente el tamaño de la ingesta. Ve-
que se agrava si se piensa que su templanza debía modelar remos ahora a un Maradona más delgado, su figura mejora-
nuestro carácter y nuestro espíritu soberanos. da, dispuesto a entrenar a las inferiores de Boca –palabra que,
No es un consuelo: la suerte de nuestros héroes populares en su caso, refiere antes a una zona erógena que a un equipo
se revela aún más desdichada. Gatica, Bonavena, Monzón, el de fútbol–. El by pass gástrico efectiviza así el by pass del su-
box es contundente a la hora de catapultar ídolos que se des- jeto. Y Maradona deviene entonces un exponente privilegia-
moronan, con escasas neuronas vivas, en las ciénagas de una do de ese “nuevo hombre” pulsional que parece proponernos
denigración sin fondo. la posmodernidad. 

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Por Emilia Cueto www.elSigma.com

Un analista
ecueto@elsigma.com
en controversia
Entrevista a Juan Bautista Ritvo
¿Cómo se produjeron sus primeros contactos con el psicoanálisis?
Cuando era estudiante de filosofía, leía y criticaba a Freud desde el marxismo
–reprochándole su presunto desconocimiento de la historia– y desde la fenome-
nología –fustigándolo por el mecanicismo arbitrario, por la ignorancia del no ser
en el corazón de la decisión del existente–, aunque, claro, no dejaba de estar fas-
cinado por una obra que hablaba de sexualidad, destrucción y muerte y más allá
de mis intenciones convocaba –como convoca a todo el mundo–, a mis fantas-
mas. Todo cambió cuando empecé a analizarme: Freud ya contaminaba no sólo
mis decisiones, sino también mis pensamientos. No obstante, creo que sin Lacan
–un psicoanalista rosarino que emigró a Italia en los años de plomo me donó un
ejemplar de la primera e insuficiente edición de Lacan en castellano, y lo hizo di-
ciéndome, simplemente, que lo que allí estaba escrito me concernía– nunca me
hubiera vuelto analista. Quiero mencionar (y en un lugar destacado) a Américo
Vallejo, que tanto me instó para que me dedicara al análisis. Puedo leer y apre-
ciar a los posfreudianos –Abraham, Ferenczi, Klein– pero su clima moral e inte-
lectual me resulta absolutamente extraño. En cambio un discurso como el de La-
can, atravesado por el estilo de Hegel, contaminado por Heidegger, al volver so-
bre Freud, permitió liberar a este último de la escoria positivista y dejar a la vis-
ta la maravilla de su escritura, los meandros de un pensamiento que por estar
sustraído a las urgencias de la actualidad, es riguroso y, diría, anacrónicamen-
te, contemporáneo.

En el libro Ensayo de las razones refiere que leer los historiales freudia-
nos desde un lugar que no sea “Inhibición, síntoma y angustia” es ha-
cer psicología, no psicoanálisis ¿Qué lo lleva a realizar una afirmación
tan contundente?
La piedad hagiográfica y ese gusto actual tan notorio por las biografías –gé-
nero sospechoso, si los hay–. Biografías no sólo del gran hombre, sino de la mu-
jer, la amante, la hermana de la amante, el perro de la madre y así hasta la náu-
sea–. Un gusto no mitigado por el humor (negro) y la ironía tiende a imponer la
unidad de la persona, unidad supuestamente exquisita, aunque el personaje sea
detestable, en desmedro de la heterogeneidad y dispersión del sujeto. El psicoa-
nálisis no se ha librado de esta marea y así proliferan vida, dichas y desdichas y
milagros de todos los pacientes de Freud; lo cual, no obstante, nos permite ac-
ceder en definitiva a una punta de la verdad: no hay modo de encajar “el caso
Dora” de Freud con esa mujer desteñida y amargada que dice, en voz baja, “yo
soy la Dora de Freud”. Y esto vale para todos, fatalmente. Es que la neurosis de
transferencia, que no es una simple reproducción de la vida cotidiana, si es que
la vida cotidiana es simple, construye, desde la inicial inhibición del goce, que
es el preludio de todo movimiento orientado hacia el acto, una trama en que se
alternan, de continuo y en movimiento de bucle, el síntoma y la angustia. Pero
el analizante tiene otra vida (“otras”, más bien), otras transferencias que acusan
perfiles que, en parte coinciden, y en parte divergen entre sí hasta formar una
trama tan múltiple y entrelazada como errática. Podría decir: “Dime a quién te
diriges y te diré quién eres cada vez”.

¿Qué pasa con textos como Introducción al Narcisismo o Más allá del
Principio del Placer?
Es mejor que aclare: más que ese texto en particular, son los conceptos de inhi-
bición, síntoma y angustia, los que constituyen el lugar de la clínica analítica. De
ninguna manera pretendería dejar de lado las obras mencionadas en la pregunta;
pero para no quedarme en lo formal, quiero agregar: esos tres conceptos, en este
preciso momento del psicoanálisis, no son aislables de la matriz que sobre ellos

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ha elaborado el que juzgo uno de los seminarios decisivos de Lacan, el dedicado


a la angustia. La angustia, excepción de excepciones, porque no es parangonable
con nada, es el fundamento sin fundamento de nuestras certidumbres.

En el libro Del Padre. Políticas de su genealogía, usted propone, respec-


to a la concepción del lenguaje, rectificar el modelo orgánico de Heideg-
ger por el método mecánico de Beckett.
Para Heidegger la lengua es la “casa del ser”; y así, ésta es para el hombre pura
“hospitalidad”. Beckett, en cambio, como lo ha subrayado Olga Bernal, ensayista
de origen checo, es testigo del hundimiento de esta concepción: el lenguaje ya no
tiene el sostén del Verbo y el hombre se deshace en el polvo de la palabra. Des-
de luego, ambas perspectivas no son aplicables directamente al psicoanálisis; en
ningún caso se trata -es un absurdo– de sustituir una presunta concepción heide-
ggeriana del inconsciente por otra, digamos beckettiana. No, en absoluto. De lo
que sí se trata, es de liberarse de todo idealismo lingüístico; la palabra del Otro
(aquí por vía de simplificación no planteo las diferencias, sin embargo esencia-
les, entre lengua, lenguaje, palabra) es a la vez e inescindiblemente hóspita e in-
hóspita, constructiva porque constrictiva y también, por la misma razón, destruc-
tiva. Llamamos “significante” a esa desubstancialización de la palabra que instau-
ra el deseo sobre un fondo de continuidad del cual jamás puede librarse. Desde
este punto de vista el significante no es punto de partida sino punto de llegada, di-
ferencia que, se nota, no es desdeñable.

Slavoj Zizek postula que el siglo XX –como ningún otro– ha estado carac-
terizado por la violencia y desarrolla lo que denomina “violencia del Ello”.
¿Cuál es su apreciación acerca de este momento histórico?
Pero, ¿ha habido algún siglo que no haya sido violento? Estoy ahora leyendo
Los anillos de Saturno de Sebald, que es un testimonio melancólico acerca de la
destructividad humana. Habla, por ejemplo, de la rebelión de los Taiping en la
China del comienzo de la segunda mitad del siglo XIX, que costó la vida a vein-
te millones de personas en el lapso de quince años. Cuando las tropas imperia-
les entraron en Nankín, la sede de la rebelión, el hedor de los cadáveres en des-
composición era intolerable; los Taiping se habían suicidado en masa: preferían
darse muerte ellos ante que las tropas imperiales –adiestradas por los ingleses–
los sometieran a suplicios horrendos. Si algo ha aportado el siglo XX de nove-
doso es la violencia burocrática, planificada con estricta y hasta pedante racio-
nalidad administrativa y técnica. Me refiero al exterminio del pueblo judío por
los nazis; el gas que mataba en los campos de la muerte era el más económico
y eficaz: el máximo de beneficio con el mínimo dispendio posible.

Tanto en sus textos como en sus seminarios es muy cuidadoso del trata-
miento que le da a los conceptos y términos, que, según enfatiza, tomados
a la ligera, generarían complicaciones.
Se suele decir, evolutivamente y contradiciendo las bases mismas del psicoa-
nálisis, que Lacan tras una fase en que privilegió lo imaginario, despejó lo sim-
bólico para atenerse, final y triunfalmente, a la dimensión de lo real. Los que
dicen esto presuponen sin argumentar nada, que el momento posterior recti-
fica y supera al anterior, así lo que Lacan habría susurrado en el oído a su dis-
cípulo póstumo, encerraría la última y más perfecta de las verdades. Pero ade-
más tratan a lo “real” como si tuviera el estatuto del materialismo vulgar; si lo
real es lo que no cesa de no inscribirse, no hay apropiación alguna de él. ¿No
se confunde lo “real” con la “naturaleza” en su sentido más corriente y rea-
lista? Hay una fractura en Lacan, pero no es evolutiva sino estructural: desde
sus primeros trabajos opuso, bajo las más diversas formas, la dimensión re-
Jueves de 19 a 20 hs. tórica del inconsciente a otra que es, en definitiva, la búsqueda de una ma-
thesis universalis. Lo que sostengo desde hace rato, casi machaconamente, es
que estas vertientes no son complementarias sino contradictorias: Lacan con-
tra Lacan, en suma.

¿Qué caminos está recorriendo en estos momentos para encontrar nuevas


tensiones que le permitan despejar esos atolladeros?
Son varios, aunque su objetivo es convergente. En primer término, es preciso

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reformular la noción de significante, que la mayoría de los lacanianos da como


cosa que va de suyo –como si los problemas estuvieran localizados exclusiva-
mente en el área de los nudos y de los mathemas– desconociendo así las varia-
das dificultades que plantea el hecho de que Lacan, inicialmente, privilegió los
elementos fonemáticos como últimos, seguramente porque confundió las letras
vacías del álgebra y de la lógica, que son elementos combinatorios, con los fo-
nemas que carecen de por sí de valor combinatorio, desconociendo de esta for-
ma una característica esencial del lenguaje, que lo diferencia de cualquier otro
código, el que fuera; me refiero a la estratificación simultánea (para simplificar,
la dimensión vertical) de elementos dispares pero concurrentes, fonológicos,
morfemáticos, sintácticos, semánticos, retóricos, los que establecen una suerte
de desfasaje constante y lacunario, temporal y espacialmente discontinuo, pro-
visto de dimensiones temporales que no son simplemente encastrables entre sí,
y que proporcionan una versión insuperable de la complejidad discursiva. De
otra parte, me interesa revisar las categorías clínicas para privilegiar la noción
a mi juicio central de “acto analítico”, inconcebible sin el privilegio que posee la
llamada con palabra insustituible “decisión”. La dimensión del acto excede a la
decisión, pero sin esta última el acto es una parodia de acto y acaba por recha-
zar la lección de la angustia, que es inminencia –tiempo de inminencia– de algo
que, a la vez, puede salvarme y puede también perderme; algo que reclama una
decisión e instala el suspenso del recurso del sujeto para sostenerse: “¿Podré?”
Ése es el grito vertiginoso. Creo, por otra parte, que es preciso terminar con el
positivismo que con sintomática celeridad se vincula a todo lo que universita-
riamente denominanos “ciencia” (la misma categoría de “ciencia” es una cate-
goría irremediablemente universitaria), desde la termodinámica hasta la teoría
del caos (que alguno entre nosotros maneja con sutileza de elefante al confun-
dir el caos con el desorden, lo cual es un pecado de crasa ignorancia), descono-
ciendo que, pese a cierto Lacan, hay una vía abierta de comunicación no con la
filosofía de modo indiscriminado, sino con una tradición que viene desde Pla-
tón, arriba a Hegel y luego llega a Heidegger y al primer Sartre, que es la vía de
la negatividad (el lenguaje como negatividad en acto, la negatividad como hori-
zonte a inscribir en el no ser, la carencia como motor del deseo); lo cual supone
el reverso: que Lacan interviene (se lo quiera o no) en el campo filosófico para
capturar todo lo que remite al yo como instancia. Desde el lenguaje de la nega-
tividad (¡Hegel, el Hegel de la Fenomenología del espíritu!) al psicoanálisis hay
aquí un primer movimiento; desde el psicoanálisis a las filosofías que tematizan
el yo, un segundo movimiento. Mas se trata de un movimiento concreto que re-
posa exclusivamente en su propio acto de trazarse (y que desde luego no puedo
exponer aquí y del cual mi último libro sobre la paternidad es una muestra), y
no de una suerte de batiburrillo despreciable de epistemologías “a la francesa”
que aquí proliferan entre cerebros aturdidos. Por último, pero no en último lu-
gar, ciertamente, es preciso renovar los recursos de la escritura; con este térmi-
no me refiero a la escritura en el sentido corriente del vocablo. Es curioso, La-
can, que no escribía, promovió un oscuro y difuso prestigioso de esa noción que
ha llegado a ser algo así como la contraseña para el dislate.

Usted propone analizar la transferencia de Lacan con las matemáticas.


¿Qué ha podido analizar sobre el particular y qué consecuencias tiene
esa transferencia en el psicoanálisis propuesto por Lacan?
La transferencia de Lacan con las matemáticas no puede plantearse en el te-
rreno psicológico: no hablo del amor por las matemáticas, sino del supuesto que
Lacan introduce al introducir el corpus de la disciplina exacta. Y ese supuesto es
destructivo para el psicoanálisis mismo: las matemáticas son inmunes (es su ven-
taja, su enorme ventaja pero también su limitación) al tiempo, al desgaste de la
carne, no puede hacerse cargo de la sexualidad, ni del goce, ni de los extremos
de la pasión. Por cierto, no objeto las matemáticas sin las cuales muchos aspec-
tos técnicos del mundo moderno (por no decir todos) serían inconcebibles, sino
de la pasión por autorizarse en un lenguaje que literalmente es hablado por na-
die. Y es éste el punto: el mathema no habla, y sólo en el habla se constituye el
sujeto que vacila, goza, tropieza, anda como sea por el mundo; ¿cómo el análi-
sis podría instaurar un lenguaje (un pseudo lenguaje, más bien) para hablar de
sí que estaría despojado de los límites del habla corriente? ¿No se advierte que
así estamos, a secas, volviendo a renegar de la castración? 

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Mesa redonda

En torno de La pulsión respiratoria


en psicoanálisis* (Segunda parte)
Sebastián Sica: todos sabemos que en el Seminario 11 La- práctica clínica de las neurosis, los analistas contemporáneos
can le otorga a la pulsión un lugar entre los conceptos funda- a Lacan, imbuidos en la biología imperante, no hicieron más
mentales del Psicoanálisis. La historia cuenta que el dictado que velar lo más novedoso del descubrimiento freudiano, de-
de ese seminario estuvo antecedido por los sucesos que cul- volviendo el concepto al sentido común. Al ser entendida como
minaron en la expulsión de Lacan como miembro de la IPA una fuerza de trabajo proveniente del cuerpo, la pulsión que-
por no ajustarse a la ortodoxia reinante, epi- daba equiparada al instinto. Desde esta pers-
sodio que Lacan designó con el término “ex- pectiva, la pulsión queda reducida a ser una
comunión”, es decir, un vocablo vinculado con fuerza oscura que empuja al sujeto a realizar
las prácticas religiosas. Este singular cuadro de ciertos actos en contra de su voluntad, los que
situación lo movió a preguntarse una vez más tendrían la propiedad de ser inconscientes por
acerca del estatuto científico del psicoanálisis, tener su causa en el cuerpo, convertido éste –
el que siempre tiene la tendencia de perder- ni más ni menos– que en una fuente energéti-
se en lo religioso. Justamente, el dictado del ca. Si esto fuera así, el psicoanálisis no tendría
seminario sobre los conceptos fundamentales nada nuevo que decir al respecto.
constituye de algún modo la respuesta a estos En la sesión del Seminario 11 que lleva por
acontecimientos, ya que según su diagnóstico, título “Desmontaje de la pulsión”, Lacan se pre-
mientras que las instituciones analíticas pre- gunta sobre esta perspectiva biológica que se
sentaban la estructura jerárquica de una igle- le intentaba dar al concepto, respondiendo de
sia, la teoría se había convertido en un rígido manera taxativa. Cito a Lacan: “Pero ¿pertene-
dogmatismo. También agrega que el psicoa- ce la pulsión al registro de lo orgánico? ¿Es así
nálisis de su época –remarco “de su época”– como hay que interpretar el texto de Freud?
como sucede en cualquier religión, se encon- [...] No sólo creo que no es así, sino también
traba regido por el denominado “principio de autoridad”, vale que un análisis detenido de la elaboración que hace Freud de
decir, el principio por el cual se admite que lo dicho por cier- la noción de pulsión demuestra lo contrario [...] Que la pul-
tas autoridades –por ejemplo La Biblia para los padres de la sión consta de cuatro términos que no pueden aparecer sino
Iglesia– es verdadero por el sólo hecho de que tales autorida- disyuntos, no puede tener nada de natural.”1
des lo afirmen, considerándose como una herejía toda mani- En 1964, cincuenta años después de que Freud escribiera
festación distinta o contraria a lo que es aceptado por el dog- su ensayo sobre las pulsiones, a Lacan le resulta necesario di-
ma. Sin embargo, postulando que el psicoanálisis es herede- ferenciar una vez más el concepto de pulsión de la noción de
ro de la ciencia moderna y que como tal opera sobre el suje- instinto, intentando devolverle el estatuto de concepto espe-
to que ella engendra, Lacan sostendrá que la teoría analítica cífico del psicoanálisis. Distanciándose así de cualquier biolo-
deberá encuadrarse en las coordenadas en las que se inscri- gía y articulando la pulsión con el significante, Lacan evitará
be cualquier saber que se pretenda científico, esto es, un sa- radicalmente derivar lo pulsional de un efecto de energía que
ber que deberá ser fundamentalmente racional y comunicable: emanaría del cuerpo, invirtiendo por el contrario esta lógica,
tendrá que ser un saber racional, ya que a toda disciplina ar- designando a la pulsión como el efecto causado por el orden
ticulada a la ciencia se le exigirá coherencia entre los concep- significante sobre el cuerpo; para llegar años después –en el
tos que formen su cuerpo teórico, mientras que todos sus ar- Seminario sobre el Sinthome– a referirse a la pulsión como el
gumentos deberán poder responder a la pregunta por la cau- eco en el cuerpo de que hay un decir.
sa de lo que se afirma mediante relaciones lógicas que permi- Otra de las preguntas cruciales que se hace Lacan a lo lar-
tan refutar o comprobar lo afirmado sin apelar a respuestas go del Seminario es acerca de la formación del concepto. Por
basadas en la creencia o en el ya mencionado principio de au- ejemplo, en la primera sesión del seminario de referencia, se
toridad. Es decir, que el valor que presente la afirmación que pregunta: “¿Hay conceptos analíticos formados de una vez por
se sostenga, no tendrá que emanar de la persona que sosten- todas? El mantenimiento casi religioso de los términos em-
ga tal afirmación sino de la coherencia que guarde con el res- pleados por Freud, [...] ¿a qué se debe? ¿Se trata de un hecho
to de las afirmaciones. Asimismo, el psicoanálisis tendrá que muy sorprendente en la historia de las ciencias, del hecho de
ser un saber que, por articular sus conceptos en torno a una que Freud sería el primero y seguiría siendo el único, en esta
lógica, pueda ser formalizado y comunicado por fuera de ex- supuesta ciencia, en haber introducido conceptos fundamen-
periencias místicas o iniciáticas. tales? [...] ¿Son conceptos en formación? ¿Son conceptos en
Tratando de brindar, entonces, una respuesta racional al dog- evolución, en movimiento, por revisar?”2
matismo religioso del psicoanálisis, en el Seminario 11 Lacan Usualmente los analistas no nos detenemos en este tipo de
también diagnostica que en el abordaje que la mayoría de los cuestiones fundamentales, y terminamos por tomar el decir de
analistas hacían de los conceptos fundamentales, se podía ob- nuestros maestros como un credo compuesto por frases hechas,
servar una fuerte incidencia de prejuicios ideológicos. Así, el vacías de contenidos, fundamentalmente inmodificables. Pero
psicoanálisis –transformado en una psicología– se convertía justamente en consonancia con los planteos del Seminario 11,
en vehículo del Ideal. Por ejemplo: si bien la noción de pulsión en el escrito “Subversión del sujeto...”3 Lacan efectuará una
tal como Freud la propone, responde a lo más específico de la revisión del concepto de pulsión, proponiendo ampliar la vis-

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ta freudiana de objetos pulsionales y agregando el fonema, el como zona erógena –en este caso la nariz y la boca–. Asimis-
flujo urinario, la mirada, la voz y el nada. Precisamente es en mo se puede delimitar un hacer específico: el respirar, donde
este escrito que Lacan hace alusión a la erogeneidad respira- el ida y vuelta pulsional estará favorecido por la escansión en-
toria, la que según su opinión se encuentra mal estudiada. El tre inspiración y espiración. Abordando la pregunta acerca del
significativo olvido en el que cayó el estudio de lo respirato- objeto de la pulsión respiratoria, quizás el punto que constitu-
rio, también será mencionado en el marco del Seminario sobre ye el mayor obstáculo para pensar el concepto, dada la ausen-
La Angustia. Siguiendo la brecha que el propio Lacan dejara cia de corte real que presenta el aire como fluido; los autores,
abierta con estas formulaciones, es que los autores realizan su siguiendo la propuesta que Lacan mismo hiciera en “Subver-
propuesta sobre la posibilidad de concebir un funcionamiento sión del sujeto...” proponen que el corte entra en juego a tra-
pulsional respiratorio. Esta propuesta es desarrollada a lo lar- vés del espasmo. Así, el objeto de la pulsión respiratoria que-
go del libro dentro de un preciso marco conceptual, no como daría comprendido a través del espasmo como corte o escan-
un ente aislado que apareciera en la teoría por una suerte de sión del cuerpo en relación con el aire. Un perfume o el humo
acto de inspiración, sino en directa articulación con el sistema del cigarrillo son propuestos como aquellas posibles imágenes
propuesto por Lacan para las demás pulsiones. especulares que darían la vestimenta al objeto pulsional.
Los autores de La pulsión respiratoria en psicoanálisis4 elabo- Es un hecho que en nuestra clínica cotidiana nos encontra-
ran una lógica mínima que permite establecer las propiedades mos con una amplia gama de casos que requieren que lo res-
del concepto en el marco de la red de relaciones que implica piratorio sea tomado en consideración. El tan moderno ata-
la teoría analítica. Esta lógica puede ser expresada mediante que de pánico, la tos nerviosa, los ahogos, diversos tipos de
una serie de ítems: en primer lugar, la pulsión como concep- fobias, son formas de padecimiento muy frecuentes. Sin em-
to específico del psicoanálisis, no puede ser equiparada a una bargo, no es en torno a estos síntomas –de índole respirato-
fuerza instintiva proveniente de lo real del cuerpo biológico. ria– que se intenta enfatizar lo novedoso de la propuesta. A
Por el contrario, dada la preexistencia del orden simbólico en lo largo del libro, poniendo a prueba el concepto y tensándo-
la constitución del sujeto, el concepto de pulsión quedará arti- lo al máximo, se lo articula con un buen número de casos clí-
culado al significante y a la demanda, razón por la cual Lacan nicos en los que se comprobaría un funcionamiento pulsio-
se refiere a la pulsión como un saber, acuñando su fórmula en nal respiratorio, abordándose temas tales como: la íntima re-
términos de (). En esta lógica, la pulsión será considerada lación entre la angustia y la respiración, el ahogo como varie-
como la localización del sujeto del inconsciente en una ubica- dad de satisfacción ligada al consumo de tóxicos y como prác-
ción corporal, ubicación que debe estar “tanto más lejos del tica sexual, así como el asma.
hablar cuanto más habla”. Su vinculación con el significante Para finalizar, se realiza una presentación articulada del ob-
determina que la pulsión siempre sea parcial, ya que implica jeto de la pulsión respiratoria con el esquema de pisos que La-
el funcionamiento de corte, tanto en la zona corporal como en can presenta en el Seminario de La Angustia, acerca de las re-
lo atinente al objeto. Por eso, habitando una función orgáni- laciones entre las diferentes presentaciones del objeto a. En tal
ca bajo la forma del artificio gramatical, aislará una zona par- sentido, se establece una precisa definición y articulación en-
cial, esto es, un borde ofertado por el cuerpo. tre la pulsión respiratoria y su objeto, con la pulsión oral y la
En conclusión, si con el término “pulsión” se designa la lo- invocante. Ésta entonces es la propuesta que realizan los au-
calización del sujeto en una ubicación corporal, no es posible tores en torno a la pulsión respiratoria, la que constituye in-
concebirla sin la estructura y la puesta en funcionamiento del dudablemente un hecho científico.
sujeto del inconsciente. Razón por la cual, será una noción re- Sólo cabe esperar que los analistas seamos capaces de to-
servada al recorrido de un análisis, implicando necesariamente marla en consideración, sin dogmatismos. 
la relación transferencial, es decir, que la pulsión será un con-
cepto que se aplicará solamente en casos de neurosis. Recor- Revisión, corrección y establecimiento del texto: Mariana Gomila.
demos que, en relación con los cuatro conceptos fundamen- Sebastián Sica, psicoanalista, miembro de Apertura Sociedad Psicoanalí-
tales, la pulsión se encuentra apareada con la transferencia. tica de La Plata, Supervisor de Residentes H.I.G.A. “Gral. San Martín” (La
Esta es la base conceptual en la que se apoyarán los autores Plata-Pcia. de Bs. As.), Ex-Docente U.N.L.P.
para desarrollar su propuesta. La hipótesis que se sostiene es 1. Jacques Lacan, El seminario. Libro 11, Buenos Aires, Paidós, 1999 , p.
que lo respiratorio, como borde del cuerpo, actuaría como otra 169.
de las ofertas para la localización del sujeto del inconsciente. 2. Ibíd., pág. 18
Esta idea se encuentra fundada en el hecho de que la activi- 3. Jacques Lacan,: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Es-
dad respiratoria presenta una serie de características que ha- critos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1985.
4. Alfredo Eidelsztein y col., La pulsión respiratoria en psicoanálisis, Bue-
bilitan su funcionamiento pulsional. Por tratarse de una fun-
nos Aires, Letra Viva, 2004.
ción vital, constituye una oferta muy apta del cuerpo para la
ubicación orgánica del sujeto. Por otro lado, resulta posible
una precisa localización de un borde corporal que funciona

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Lacan y el cine (14ta entrega)

Las necesidades del imperio


María Bernarda Pérez y Daniel Zimmerman

L
as relaciones del saber y del goce –afirma Lacan en el Malle había cuestionado los documentales de Cousteau por
transcurso del seminario “De un Otro al otro” (1968- su tendencia a la falsificación y teatralización. Consideraba
1969)– no son las mismas en la actualidad que en los que la mentira fundamental de los documentales era aparen-
tiempos antiguos. En este mundo de aventura y de concre- tar que la cámara no es intrusa. Consecuentemente, en Calcu-
to que se llama histórico –destaca– hay emporios; negocios ta se negó a eludir la curiosidad que la cámara suscitaba en
donde todo está bien guardado. Los emporios y los imperios, los que serían sus anónimos protagonistas. Esas miradas a la
que existen desde hace tiem- cámara, auténticas y molestas
po, son la misma cosa. Es el a la vez, ubican al espectador
doblez y el soporte de la con- como un voyeur observado por
cepción de la ciencia antigua sus propias “víctimas”.
que reposa, en suma, sobre Calcuta fue cuestionada por
eso que fuera largamente ad- mostrar solamente la miseria.
mitido: que saber y poder son Por otra parte, ha sido consi-
la misma cosa, por la simple derada una de las diseccio-
razón de que aquél que sabe nes más agudas que se hayan
contar, puede repartir. realizado sobre la India. Malle
Pero en todas partes donde evitó las referencias a las cla-
el imperio moderno extiende ses altas porque las considera-
sus alas –advierte Lacan– se produce a la vez un patente des- ba “una reproducción de la vieja cultura metropolitana ingle-
garro, una disyunción. Estalla la discordancia entre saber y sa”, clase que conocía bien en Francia. Pretendía develar el
poder. Los imperios modernos dejan estallar su parte de fal- mundo espiritual, sin romper la distancia que lo separaba de
ta en la medida en que el saber ha tomado en ellos un creci- esa cultura, extraña y fascinante, mostrando al mismo tiem-
miento desmesurado a los efectos del poder. Y es únicamente po la miseria dejada por el colonialismo. Todas sus películas
en nombre de ello –concluye– que puede hacerse de la hari- posteriores fueron influenciadas por aquella “inmersión en la
na de las Indias un motivo que nos incite a algo, sea una sub- realidad” en la libertad de acción otorgada a los actores, fue-
versión o una revisión universal. ran o no profesionales.
Sin disponer de información directa, pero evidentemente Ha destacado hasta qué punto sin guión, sin argumento, re-
confiado en el juicio de su informante, Lacan comenta a su sulta con una rara unidad correspondiente a la progresión del
auditorio: Todavía no fui a verlo, pero hay una película de viaje. Tampoco se privó de incluir su pasión por el jazz desde
Louis Malle sobre Calcuta. En ella se ve una gran cantidad de Miles Davis a Scott Joplin. En su último filme Vania en la ca-
gente que muere de hambre. Eso es lo real. Allí donde la gen- lle 42 (1994), que conjuga cine y teatro, logra captar con su
te muere de hambre, se mueren de hambre. cámara-ojo la relación del público con los personajes sin elu-
dir la ficción que supone toda filmación, manteniendo así su
Un documental singular: En los años ’50, Louis Malle formó interés por el documental entrelazado con la ficción.
parte del equipo de filmación submarina de Jacques Cousteau. Hambre y aglomeración.
Su colaboración concluyó con El mundo del silencio (1956) Por más que un animal, cualquiera que sea, reviente en ra-
en el que se hizo cargo de la notable fotografía submarina. zón de un conjunto de efectos fisiológicos perfectamente adap-
“Con el documental aprendí el oficio, tuve una experiencia tados –distingue Lacan en la misma clase del Seminario 16–
sensual de la vida; se ve mucho mejor el mundo a través de llamar a eso efectos de hambre está enteramente excluido.
una cámara” –afirmaba– “pero experimenté a la vez un ma- Allí todo está reducido a un diverso nivel de estructuración
lestar: los trópicos son también la miseria, la explotación, el de lo real. Cualquier evocación de la falta supone instituido
hecho colonial”. un orden simbólico. No sólo una ley, sino además un rango
En su extensa y diversa carrera cinematográfica, Malle se numerado. Para que algo falte es necesario que haya cuenta.
mantuvo como un aventurero de la cámara. Después de sie- A partir del momento en que hay cuenta, se producen efec-
te largometrajes, entre los que se cuentan Ascensor para el tos de ese conteo al nivel de la imagen.
cadalso (1957), Los amantes (1958) y Fuego fatuo (1963), Y, a propósito de la película de Malle, se pregunta: ¿por
y tras haber dirigido a no pocas estrellas del cine francés qué se comienza a hablar de falta?. Porque esa gente ha for-
como Jeanne Moreau, Brigitte Bardot, Alain Delon y Philip- mado parte de un imperio. Sin las necesidades del imperio,
pe Noiret, descubre que su trabajo ha llegado a aburrirlo, que ni siquiera habría Calcuta; no existiría en ese lugar semejan-
se ha vuelto rutinario: “Me divorcié, dejé mi casa y cambié de te aglomeración. 
vida de golpe. Decidí ir a la India porque era lo más opues-
to a mí”. De ese viaje surgen L’Inde fantôme: reflexion sur un Imago Agenda invita a los interesados en la articulación
voyage, una serie televisiva de siete capítulos y, por sugeren- cine-psicoanálisis a visitar la siguiente página web:
cia de su montajista habitual Suzanne Barón, un largometra-
je: Calcuta (1969). www.elsigma.com/cine_y_psicoanalisis

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Textos Filosóficos

Dossier
Martin Heidegger
3ra época - 19na parte
Compilador: Rogelio Fernández Couto
SARTRE Y HEIDEGGER: REBELDÍA Y HUMANISMO
por José Pablo Feinmann
1. Rebeldía: La foto es conocida: Sartre está en un sofá o sofá–cama (un se equivoca.) Lo que más abruma a Vargas es la soledad de su personaje
lugar en que se adivina dormitaría a veces su anfitrión) y se inclina para en- dilecto. De “su” intelectual paradigmático: Raymond Aron, ya que también
cender su habano. El que le da fuego está en una silla fuerte, una silla de hom- se cumplen cien años de su nacimiento. Vargas escribe: “¿Por qué, enton-
bres con mando y poder, y la altura de la silla es mayor que la del sofá, mo- ces, el GLAMOUR del ilegible Sartre de nuestros días sigue intacto y a casi
tivo por el que este personaje mira desde arriba al otro, a Sartre. También es nadie parece seducir la figura del sensato y convincente Aron?” (Un desvío:
más alto. También es más bello, cosa nada difícil ya que Sartre es, decidida- hay aquí un fallido. Sartre, para Vargas Llosa, no es “ilegible” hoy, lo ha sido
mente, feo. También es más joven. Admira a Sartre pero no deja de hacerle siempre. Nunca conocí al escritor peruano-español-ciudadano del mundo.
sentir que el hombre de acción es él, y que, por serlo, la Historia es asunto Será porque jamás fui a alguna de las innumerables cenas-homenaje que se
suyo. No en vano es Sartre quien ha cruzado el Océano para hablarle, no al le hacen. Pero, en caso de encontrarlo alguna vez, tendría un par de pregun-
revés. El hombre de la silla-poder es Ernesto Che Guevara. Extiende su bra- tas que hacerle. Porque, sospecho, Vargas conoce a Sartre, no por su pen-
zo derecho y le da fuego a Sartre: enciende su habano. Hoy, ellos dos, que samiento filosófico, magnífico, que llegó a su punto más elevado en la CRI-
tanto se equivocaron según gustan señalar a izquierda y derecha todo tipo TIQUE, al mixturar a Marx y a Heidegger en una dialéctica crítica, una dialé-
de voces, que tan superados están, que tanto eluden o silencian los acadé- ctica de la libertad, sino por sus obras de teatro, sus novelas y, sobre todo,
micos, no citando jamás a Sartre y haciendo del Che una momia devenida, sus actitudes y declaraciones públicas. Es decir, no lo conoce, habla de él
son uno de los pocos símbolos genuinos de la rebeldía humana. como enemigo político. Semeja, así, a la Junta argentina –neoliberal hasta
¿Qué más dice la foto? ¿Guevara le da su fuego a Sartre? No, Sartre tenía los huesos– que anunció la muerte de Sartre, en 1981, como la de un “sub-
el suyo propio y valía y quemaba tanto como el del Che. Guevara le da fuego versivo”.) Volvemos a Vargas: ¡qué adjetivos tan escasamente glamorosos
al habano de Sartre, dado que, sin duda, acaba de entregárselo y quiere que le ha endilgado al pobre Aron! Ha escrito: “el sensato y convincente Aron”.
se lo fume, que se fume un buen cigarro cubano, que por algo se ha cruza- ¿Qué admira tanto en Aron? La lozanía y la actualidad de su obra. ¿Dónde
do el Océano, se ha molestado tanto, maestro. La foto dice: Sartre y Gueva- las encuentra? Con vulnerable ingenuidad, confiesa: “(En) su defensa tenaz
ra comparten el fuego. El fuego es el de la opción por los oprimidos. Sartre de la doctrina liberal, de la cultura occidental y de la democracia y el mer-
lo lleva por los caminos de la filosofía y la literatura. Guevara no. Los lleva cado (SIC), en los años en que el grueso de la intelectualidad europea ha-
por los de la acción y, en Bolivia, entre el asma y la desesperanza, o la sole- bía sucumbido al canto de sirena del marxismo”. Agrega, por si hiciera falta,
dad, y, para peor, equivocado, terminará ardiendo en él. que todo esto se confirmó, que la Historia bendijo estas ideas con: “la caída
¡Qué poca sensatez tuvieron estos dos hombres! Sartre, casi ciego, termi- del Muro de Berlín, símbolo de la desaparición de la URSS y por la conver-
nará subiendo a toneles en fábricas embravecidas y hablándoles a los obre- sión de China en una sociedad capitalista autoritaria”(?). ¿Cómo es, enton-
ros palabras fuera de moda. De Guevara, ni hablar. Padeció y murió como ces, posible que Aron esté olvidado, que no tenga glamour para nadie? Y re-
un Cristo, asesinado por un sargento torpe y aterrado. Es cierto eso que se cuerda la célebre frase de los años sesenta: “Es preferible equivocarse con
ha dicho: la elección de Guevara era crística, quería morir. La de Fidel, po- Sartre que tener razón con Aron”.
lítica: quiere durar y todavía, casi a tientas, con reflejos cansados de tigre Oscar Terán, en un texto que publicó en RADAR, también se indigna por
viejo, dura. la frase que elige el error junto a Sartre antes que la razón junto a Aron. Pero
¡Cuánto se equivocaron! Así exclaman quienes los miran desde la vereda Terán conoce bien a Sartre. (Lo sé porque fuimos compañeros de estudio
del poder neoliberal o de la sensatez académica. Vargas Llosa, en un reciente y cierta vez, creo que él tiene algunos años más que yo, me impresionó en
artículo, compara a Sartre con Aron. Ya, en un libro, creo, llamado “Desafíos el Bar “Florida” de la calle Viamonte hablando sobre el maestro “del aguje-
a la libertad”, se había ocupado de matar otra vez al Che, declarándolo obso- ro en el seno del Ser”.) Terán, a lo Vargas, dice que, hoy, la frase sobre Aron
leto y, muy especialmente, fracasado en cuanta causa emprendiera. Ahora, es patética e impúdica. Esto, sin embargo, no le impide hacer OTRO balan-
otra vez, se arroja sobre Sartre y busca ponerlo en su lugar. Le sorprende la ce que el de Vargas. Observemos su justeza: “En el balance primó la defen-
exposición SARTRE Y SU SIGLO que los franceses le han dedicado a quien sa de los oprimidos no sólo del Oeste sino también de quienes padecían el
tanto supo denostarlos al optar por Argelia y no por ellos. poder comunista (...) la de estar habitando un mundo crasamente burgués
De hecho, Vargas ha salido enfermo y confundido de esa exposición, a la de rasgos insoportables que tenía su base en la ‘escasez’ (el preciso uso de
que no pudo ver en completud: así es de vasta, desmedida como el hombre este concepto revela que Terán, sí, leyó a Sartre) de los más frente a la enor-
al que rinde homenaje. Se consagra entonces a mencionar errores de Sar- me saciedad de los menos, y ante el cual el intelectual debía como la con-
tre, frases algo terribles o decididamente incómodas. (Sartre, es cierto, es- ciencia fenomenológica ‘estallar hacia el mundo’ para encontrarse ‘en el ca-
cribió que un colonizado se humaniza al asesinar a un colonizador. Guevara mino, en medio de la muchedumbre, cosa entre las cosas, hombre entre los
escribió el casi truculento MENSAJE A LA TRICONTINENTAL. A los dos cri- hombres’”. La muerte filosófica de Sartre –a partir de mediados de los se-
tiqué en mi libro contra la violencia: LA SANGRE DERRAMADA. Pero des- senta– se acompaña con la pulverización de la conciencia, que ya no esta-
de adentro. Una cosa es un neoliberal algo fascistoide y otra un rebelde que lla “hacia afuera” sino hacia ninguna parte. Como los intelectuales, que sólo

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estallan dentro de las academias, en medio de papers, becas, subsidios y llega en los derrideanos de las academias norteamericanas comandados por
seguridades varias. Los hombres ya no son “hombres entre los hombres”, Paul De Man. (Que era antisemita como Heidegger había sido nazi, pero no
son elementos de las estructuras o son relegados por los juegos del lengua- quiero ocuparme en esto. No es necesario aquí. Sólo señalar que a los dos
je, los que, como todo juego, son infinitos y no “estallan hacia afuera”. Duer- –a De Man y a Heidegger– Derrida los defendió sin mayor éxito.)
men la siesta íntima de la seguridad académica. La cuestión es: ¿qué sujeto buscó descentrar la izquierda no marxista fran-
¿Por qué Sartre y Guevara tienen más GLAMOUR que Aron? Porque eligie- cesa? El sujeto cartesiano. Era el sujeto europeo. Ese sujeto (expresión del
ron la causa de los oprimidos. Porque se equivocaron muchas veces (¿quién capitalismo de la técnica) debía ser descentrado. Era un sujeto metafísico.
no se equivocó en la catastrófica historia del siglo XX, quién no vio traicio- Era el más puro logocentrismo. O fonocentrismo, acentuará Derrida. Ese su-
nados su sueños o envilecidas sus opciones?) pero siempre desde la orilla jeto logocéntrico, fonocéntrico, iluminista, instrumental, machista, conquista-
de los oprimidos. Si Sartre se equivocó con la “revolución cultural” de Mao, dor cargará con todas las culpas de la historia del Occidente capitalista has-
peor (y más mediocremente) se equivocó Aron en su defensa del “merca- ta llegar a la máxima: Auschwitz.
do” o de la “doctrina liberal”. Por eso, hoy, todavía, uno prefiere equivocar- Mi hipótesis es la siguiente: Sartre (a quienes todos los “nuevos” quieren
se con Sartre a tener razón con Aron. Y sobre todo con Vargas Llosa. Que, abandonar, a quienes acusan de centralizar al sujeto, de mantener el cogito
además, no la tiene. cartesiano, de embarrar al humanismo con la historia, de permanecer en el
marxismo) fue quien más radicalmente mató al sujeto europeo. Lo hizo en
2. Humanismo: A partir de 1966, año en que aparece Las palabras y las “su” Carta sobre el humanismo. Que no es de 1946, como la de Heidegger,
cosas de Foucault, la izquierda francesa trata de seguir siendo “izquierda” sino de 1961. La “Carta sobre el humanismo” de Sartre es el célebre, po-
pero dejando de lado a Marx. No le faltaban razones: el bloque soviético caía, deroso prólogo al libro de Frantz Fanon “Los condenados de la tierra”. Sar-
el stalinismo ideológico no había sido derrotado, los ideologemas soviéticos tre se pone fuera de la historia de Europa. Saca –no al cogito– sino a Europa
seguían siendo torpes, inasimilables, ya impresentables y con todo esto se de la centralidad. Pone al sujeto en las colonias, entre los argelinos rebeldes.
caía algo que acaso no debió darse por “caído” pero así se decidió hacer- Heidegger que –en su famoso curso de lógica de 1934– había dicho “los
lo: la filosofía de Marx. Es cierto que cada generación busca su originalidad negros no tienen historia” no iba a ser quien sacara el sujeto de Europa y lo
creadora y los franceses de los sesenta estaban hartos de enmendar, empar- metiera entre argelinos. Tampoco sus discípulos. Sacan al sujeto, matan el
char, coser el edificio derruido del viejo marxismo. El fracaso de la Escuela de humanismo, claman por la diferencia, piden no olvidar al Ser y lo centralizan
Frankfurt fue notable en esto. El costo de haber girado el eje desde la lucha en esa “morada” en que Heidegger (con sus fórmulas entre sacras y zen) de-
de clases a la relación del hombre con la naturaleza los paralizó en un pas- cía estaba el Ser: el lenguaje. Pero todo esto no se corre de continente. Hay
tiche heideggeriano-marxista que llevó a textos caóticos pero fuertes como un Centro que permanece. El de siempre: Europa. Sartre, no. Sartre les ha-
Dialéctica del iluminismo o al colmo de la confusión en el más que endeble bla a los europeos. Ya no somos el sujeto del razonamiento –les dice– so-
texto de Adorno contra Heidegger, La jerga de la autenticidad. mos el objeto. Europa es objeto. El sujeto no sólo se ha descentralizado. Se
¿Cómo salir de Marx, de la caída del bloque soviético, de la dialéctica y de ha “periferizado”. El sujeto mora en las colonias. En el lenguaje y en la praxis
toda la parafernalia de la dogmática marxista? El camino (o un buen punto de revolucionaria de los colonizados. Ahí está, ahora, el humanismo. Ahí, aho-
partida) era leer de una buena vez la Crítica de la razón dialéctica de Sartre, ra, se escribe la “historia del hombre”. Además, cuando Sartre habla de las
pero esta (ardua) tarea la filosofía insiste en ahorrársela. Ahí, notablemen- calamidades del “humanismo capitalista” no habla de la “devastación de la
te, Marx y Heidegger encontraban sus mayores y más ricos puntos de unión tierra”, de la transformación del mundo en “negocio”, del “tiempo devenido
bajo la pluma desbordante de Sartre. No sirvió. Todos se quedaron con una rapidez”. Su descripción del humanismo europeo tiene otro sabor, otro tono.
sola frase: “El marxismo es la única filosofía viva de nuestro tiempo porque Escuchemos: “Ustedes (les dice a sus coterráneos), tan liberales, tan hu-
aún no han sido superadas las condiciones que le dieron existencia”. Bus- manos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que
caron por otro lado. El “otro lado” fue Heidegger. Salgamos de Marx, tome- tienen colonias y que allí se asesina en su nombre”. Sigo: “Hay que afrontar
mos a Heidegger y llevémoslo a la izquierda. Al cabo, Heidegger fue siem- un espectáculo inesperado: el ‘striptease’ de nuestro humanismo. Helo aquí
pre un tenaz crítico del tecnocapitalismo. El sujeto cartesiano inauguraba la desnudo y nada hermoso: no era sino una ideología mentirosa: la exquisita
modernidad, se ponía como subjectum de todos los entes y se dedicaba a justificación del pillaje”. Sigo: “El europeo no ha podido hacerse hombre sino
dominarlos. Esto –que Heidegger lanza ya en Ser y Tiempo– lo desarrolla en fabricando esclavos y monstruos”. Más: “Nuestras víctimas nos conocen
sus cursos sobre Nietzsche de mediados a fines de los treinta, lo radicaliza por sus heridas y por sus cadenas: eso hace irrefutable su testimonio. Bas-
en su trabajada y riquísima noción de “evento” (texto que Dina Picotti aca- ta que nos muestren lo que hemos hecho de ellas para que conozcamos lo
ba de realizar la hazaña de traducir al castellano por primera vez) de casi co- que hemos hecho de nosotros mismo”. Y por fin: “Es el fin, como verán us-
mienzos de los cuarenta y en la fundamental “Carta sobre el humanismo” tedes: Europa hace agua por todas partes. ¿Qué ha sucedido? Simplemente,
(1946, dedicada a su discípulo francés Jean Beaufret). Bien, agregándole al- que éramos los sujetos de la historia y ahora somos sus objetos”.
gunos textos más (sobre todo “Identidad y diferencia”) tendríamos la base Tomemos una frase de Heidegger: “Esta Europa que en atroz ceguera...
de conceptos suficientes para armar todo el pensamiento francés de Althus- etc” (“Introducción a la metafísica”). Tomemos la que acabamos de citar de
ser, Foucault, Lacan, Deleuze, Derrida y los posmodernos, con quienes no Sartre: “Europa hace agua por todas partes”. ¿Quién des-centra al sujeto,
nos tomaríamos ese trabajo. Los anteriores pensadores citados son, en ver- Heidegger o Sartre? ¿Qué hace Heidegger? Busca (en la centralidad de Eu-
dad, filósofos de alta relevancia. Lo fundamental del intento franco–heideg- ropa: Alemania) una relación planetaria nueva del hombre con la técnica. Al
geriano es herir a Narciso. Tomo la expresión (como homenaje a mi querida fracasar este intento (el nacionalsocialismo) lleva al Ser a su morada, el len-
maestra de filosofía de los queridos años de la calle Viamonte) del libro de guaje, y deja al hombre la tarea del “pastor”. Sartre, lejos, muy lejos de todo
Nelly Schnaith: “Las heridas de Narciso”. esto, traza su “Carta sobre el humanismo” (este texto de 1961) sacando al
Se trataba de sacar al cogito de donde Descartes lo pusiera: en la cen- sujeto de Europa. Europa se ha hecho haciendo esclavos y monstruos. Los
tralidad. Lo hicieron. No puedo mostrar aquí cómo lo hizo cada uno de ellos, esclavos y los monstruos se rebelan y en esa rebelión, por medio de ella, se
pero todos lo hicieron con talento. De hecho, el célebre análisis que Foucault hacen hombres y sujetos de la historia. Europa, la esclavizadora, la del Te-
hace de “Las meninas” de Velázquez es ya un clásico de la genialidad filo- rror de los paracaidistas en Argelia (que instruyeron a nuestros genocidas de
sófica. Hirieron de muerte a Narciso, salieron del sujeto, lo deconstruyeron, 1976), ya no tiene el logos, ya no tiene el fonocentrismo, ya no tiene qué de-
lo descentralizaron y unieron la “Carta sobre el humanismo” (con su célebre cir. El sujeto está en otra territorialidad ontológica: la periferia. Los esclavos y
fórmula sobre el lenguaje como morada del Ser) con el “Curso de lingüística los monstruos de la Europa capitalista: ellos, ahora, tienen la palabra.
general” de Saussure. Lacan, desde aquí, lee a Freud y lo transforma en... De esta forma, la importancia del negado, abominado Sartre reside hoy en
Lacan. Todo bien. Todo hecho con gran talento. Pero ya en los sesenta Mas- postular un humanismo periférico al del poder, un humanismo que logra su
sota había dicho que le placía el sujeto lacaniano pero que lamentaba la ca- centralidad en la praxis, que no queda preso del lenguaje sino que lo utiliza para
rencia en él de un compromiso con la historia y la lucha de clases como te- la denuncia de la vejación (“esclavos y monstruos”) y que no se propone sólo
nía el sujeto sartreano. Ni hablar de la ausencia de historicidad a la que se descentralizar al sujeto o deconstruirlo sino “acuchillarle las garras”. 

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