Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Alexandre Stevens
CTFC
Centro de Investigación y Estudios Clínicos
Fundación Asociada al Instituto del Campo Freudiano
Colección
Grulla
Directora Responsable:
HiJda Vittar
Directora Editorial:
Ana María Gallegos
Comité de Redacción:
Adriana Laión
Valeria Carranza
Asesor:
José Vidal
Diseño de tapas:
Juan Pablo Andrade Gazze
Traducción:
Liliana Aguilar - Dora Saroka
LA CLÍNICA DE LA INFANCIA
Y LA ADOLESCENCIA*
Primera Parte
^Seminario dictado en el marco de las Primeras Jomadas del CIEC, los días 16 y 17 de
Marzo de 2001.
Presentación
i(a)
Son estos dos aspectos del cuerpo los que están afectados en la pubertad .por
una modificación que constituye lo real que encuentra este sujeto. ¡
Mañana voy a retomar estos dos aspectos del cuerpo a propósito de la psi
cosis, porque se puede en efecto hacer una clínica de la psicosis a partir de
las modificaciones de lo imaginario y del cuerpo que provoca el desenca
denamiento.
La cuestión en la pubertad es que el sujeto que encuentra esta modifica
ción debe encontrar una cierta respuesta y esta respuesta es lo que llama
mos la adolescencia. La adolescencia es el conjunto de síntomas por los
cuales el sujeto responde a ese real que encuentra. Se trata pues de encon-
i rar el punto de salida de la adolescencia, es decir el punto en que el suje
to va a poder estabilizar su respuesta para que la pueda hacer válida de allí
en más en su existencia; es lo que llamamos el pasaje a la edad adulta.
Laca'n dice en el Seminario XI que la respuesta que conviene encontrar es
lo que Lacan con Freud llaman el Ideal del yo. En sí mismo es bastante ba
nal decir esto, la salida en la adolescencia articulada al Ideal del yo, es la
salida del lado de una elección del sujeto por la existencia. Decide una pro
fesión, un nombre, un ideal, una elección de una mujer, es decir, elige un
síntoma con su marco significante, que va a darle una cierta estabilidad de
allí en más. En ciertos casos el sujeto no lo logra y son esos casos los que
encontramos en las adolescencias prolongadas. Quisiera hablarles hoy, un
poco, de esta clínica. Se trata de la toxicomanía, los fenómenos de anore
xia y bulimia y también los fenómenos de violencia, de los cuales hablé
ayer.
Pero antes de pasar a esto, un último señalamiento. Si se trata de que el
sujeto orienta su yo, su sentimiento de vida hacia una elección del Ideal
del yo, es decir, una elección que constituirá su existencia, Lacan hace re
marcar cómo esa elección depende del Nombre del Padre, mejor dicho, es
tá ligado a la función del Nombre del Padre.
Quisiera agregar hoy un señalamiento sobre el Nombre del Padre. En el
Seminario V Lacan nos adelanta una teoría del Nombre del Padre diferen
te de la que nos trasmite en el Seminario III. En el Seminario V, la teoría
del Nombre del Padre esta articulada a la función del witz, el witz es el
chiste, a través de lo cual Lacan nos muestra que la estructura esencial del
chiste es que el sujeto que hace el chiste inventa de alguna manera un sig
nificante, inventa un significante nuevo que aún no está reconocido en el
código significante. Pueden tomar todos los chistes que conocen. Es justa
mente este nuevo significante, que es generalmente una condensación de
significantes existentes, entonces, este nuevo significante si está bien ele
gido, hace reír. Y que haga reír quiere decir que el Otro lo acepta, lo reco
noce como válido. El sujeto que hace un witz, emite un significante nue
vo, Si, y recibe del Otro, por la risa, la confirmación de que ese significan
te vale.
Y bien, en el Seminario V, Lacan articula la función del padre de la mis
ma manera. El padre no es más aquel o no es esencialmente aquel que di
ce no, aquel que dice la ley. Clásicamente la función del padre, simplemen
te en el Edipo Freudiano, es prohibir. Según los psicoanalistas esta prohi
bición va a caer sobre el niño o sobre la madre. Se va a acentuar el lado, el
padre prohíbe al niño de interesarse demasiado en la madre o de manera
un poco más lacaniana, el padre va a prohibir a la madre de ocuparse de
masiado en el niño.
El paso que Lacan atravieza, en el Seminario V, es considerar que hay al
go más importante que eso en la función del padre y es ¡a introducción en
el deseo. Que el padre reconozca, que diga sí a la invención significante del
niño, que incluye su invención sintomática. Me parece que esta función
riel padre que dice sí, es especialmente importante en la adolescencia.
La respuesta sociológica de todos los problemas que ocurren en la adoles
cencia, a menudo van por el lado del reforzamiento de la ley en el sentido
de la prohibición. Incluso, he evocado ayer en la conferencia el hecho de
que en Francia y en Bélgica los representantes del pueblo tuvieron la idea
de castigar a los padres (se trata de un proyecto de ley que no prosperó),
que no cuidaran suficientemente bien a sus hijos, quitándoles ciertos de
rechos sociales como para empujar a los padres a ser cada vez más el padre
que dice no. Mientras que, especialmente en la adolescencia, la función del
padre necesaria es la del padre que dice sí. Pero dice sí de la buena mane
ra y al buen encuentro significante de su hijo. No se trata del padre que
11ice sí a todo. Puesto que voy a hablar de la toxicomanía, no se trata del
padre que dice sí, "acá tenés un poco más de dinero si querés". Se trata más
bien del padre que dice sí a las invenciones un poco originales de su hijo
en relación al punto en que él mismo no está tomado en la adolescencia.
Me gustaría primero darles un ejemplo clínico de este nuevo síntoma del
que les hablaba, ejemplo que me parece, muestra bastante bien la estruc
tura de lo que está en juego en este fenómeno, especialmente de la toxico
manía.
El ejemplo que voy a tomar no se trata de un toxicómano, es un alcohó
lico. Se trata de un alcohólico que vi cuando él tenía una treintena de años,
cuyo alcoholismo había comenzado un poco antes del comienzo de su ado
lescencia. Es un portugués que comenzó a alcoholizarse cuando llegó a la
pre-adolescencia. Y comenzó a hacerlo, esto lo dice aprés-coup, para evitar
escuchar las escenas de peleas entre sus padres. Y así, se refugiaba en el só
tano debajo de la escalera. Un día, para escuchar aún menos la escena, tu
vo la idea de atravesar la puerta y se encontró con la bodega y así empezó
a beber.
Desde el comienzo de su adolescencia bebía allí todos los días hasta que
forzosamente sus padres se dieron cuenta en un momento y le prohibieron
que fuera a la bodega. Entonces comprendió que se le haría más difícil de
allí en más. Y tenía doce años cuando tuvo la idea: antes de que sus padres
cierren la puerta de la bodega con llave, instalar él mismo en la puerta una
trampita, al estilo de lo que tienen algunas casas para dejar pasar al gato.
Así, cuando sus padres cerraron la.bodega con llave para prohibirle el ac
ceso, él continuó todos los días, regularmente, sirviéndose el vino de sus
padres.
Al cabo de un tiempo, cuando tenía quince años, en plena adolescencia,
los padres no sabían ya qué hacer, puesto que tomaba demasiado todos los
días y tuvieron la idea de enviarlo a Francia a lo de su hermana y allí fue.
En la presentación, le pregunté si se había adaptado bien en Francia, pues
era en la adolescencia, y me respondió: "completamente, pasé del vino al
anís". Y así continuó bebiendo.
Más tarde se va a quedar sin domicilio fijo, va a vivir en la calle, como
vagabundo, pero un vagabundo con cuestiones muy reguladas. También
durante la presentación le pregunté sobre las mujeres y me dijo: "con las
mujeres, ningún problema". Debo decir que era un hombre que no tenía
su aspecto destruido por el alcohol; tenía una cierta esencia, debía ser un
hombre seductor. En efecto, me cuenta que tenía mujeres cuando él lo
quería, que nunca esto le planteó algún problema y que estaba regular
mente con mujeres.
Pero, me dice, y es allí a donde quiero llegar, al punto de estructura del
síntoma: "pero, no estoy seguro de haber tomado jamás a una mujer de la
mano por la calle, así como jamás solté una botella de mi mano". La es
tructura de esto se enuncia claramente como una elección de goce. Tan
simple como eso. La causa de esto es una modalidad de lo real que él en
contró en la adolescencia. Para él, este real que encuentra en la adolescen
cia estaba marcado por añadidura porque sabía muy bien lo que un hom
bre y una mujer hacen juntos: se pelean, así lo hacían sus padres. Y la res
puesta que dio a esto no es un síntoma complicado, no es una elección de
ideal del yo...
Rueño, antes hay que precisar ¿Qué es una elección de Ideal del yo?: es
una elección de existencia determinada por ciertos significantes que pasan
por el Otro pero no es una identificación directa a esos significantes. Hay
nn ejemplo que me gusta mucho como tipo de elección, lo tomo de una
i unción de un cantante francés que se llama Jacques Brel que en una can-
t ión sobre los burgueses habla de los niños y dice: "y será farmacéutico
porque papá no lo era". Ustedes tienen allí todo lo que representa una elec
ción sintomática del Ideal del yo. Además pueden ver todos los equívocos
ya que esto puede escucharse también como: "será farmacéutico en oposi-
i ión al papá", o también "será farmacéutico porque era lo que papá quería
ser y no llegó a serlo". Estas son las ambigüedades sintomáticas que se
i onstituyen para responder a un real y que hacen el fondo de lo que se de
nomina una neurosis.
1.a neurosis es lo mejor que tenemos para transmitir a los niños. Luego se
verá, si esta neurosis es muy pesada hará falta un análisis. Entonces, pode
mos ver enseguida que el farmacéutico que evocaba, que es el niño mítico
de una canción, su elección de respuesta es una elección que implica una
envoltura significante compleja, que por cierto tiene una parte de goce, el
goce del farmacéutico, pero que igualmente tiene una envoltura signifi
cante precisa.
En el alcohólico del que les hablé, su elección de respuesta es una elec
ción estricta de goce con un significante, pero este significante es en sí
mismo el goce en cuestión. Es la botella, es el vino y luego el anís. El vi
no y el anís no forman Si y S2 , no es una dialéctica, tampoco una adap
tación, sino que es lo mismo que cambió de nombre, son dos Si cada uno
de los cuales queda solo. Es la estructura del partenaíre- síntoma, el sujeto
se hace un partmaire, un partenaíre de goce que en este caso es el alcoholis
mo.
Y bien, me parece que esto es lo esencial de lo que está presente en la es
tructura de la toxicomanía. Lacan dice de la toxicomanía que es una ma
nera de prescindir del hace-pipi. Es decir que la respuesta toxicómana al
real que encuentra el sujeto no es forzosamente el real de la pubertad. De
ben existir niños toxicómanos pero me parece que es más frecuente a par
tir del comienzo de la entrada en la adolescencia. También ocurre que hay
personas que entran en la toxicomanía mucho más carde, pero eso tampo
co es muy frecuente.
Me parece, entonces, que es en el período en torno a la adolescencia, in
cluso en la adolescencia un poco tardía, aquella que no se termina de cerrar,
que los sujetos entran en esa elección de goce. Es una elección que deja de
lado el sexo, que deja de lado la cuestión de la relación al sexo. Sé bien que
ciertos toxicómanos dicen que comenzaron a consumir para estar más có
modos con una muchacha. O sea por el sexo. También sé que la toxicoma
nía se hace en pareja o en grupos de partenaires sexuales y esto no impide
que muchos de ellos tengan relaciones sexuales.
Tuve ocasión de supervisar una institución de toxicómanos, en Bruselas,
en donde escuché una gran variedad de casos en relación a esto. Lo que me
parece claro es que, como el alcohólico del que hablé recién para quien las
mujeres y el sexo no constituían ningún problema, sin embargo este hom
bre, su elección personal más importante de goce, aquella que él aclara que
no dejará no está del lado de lo sexual.
Del mismo modo que esa elección toxicómana, cuando se trata de una
elección decidida, no hablo de los jóvenes que fuman un porro; considero
que eso no forma parte de la toxicomanía sino que forma parte de la mo
da adolescente normal de hoy en día.
Entonces, los toxicómanos que efectivamente han elegido este modo de
goce, por este modo han apartado la dificultad de relación al sexo. Aunque
por otro lado tengan relaciones sexuales, estas relaciones sexuales no están
en el centro de su síntoma, de su elección de goce y no les plantea un pro
blema especial puesto que pasar un momento es menos dramático que la
pérdida de la elección de goce toxicómano.
Evidentemente, hay que pensar esto en el caso por caso y voy a volver so
bre este punto. Porque una salida posible de la toxicomanía, aunque es re-
lutivamente raro, está justamente del lado de haber descubierto un parle-
Nitire sexual, sexuado, un hombre o una mujer, y reencontrarse frente a la
elección de goce toxicómano y poder moderarla en beneficio del goce se
xual. Esto ocurre, no es tan raro, y es una salida, en fin, es un tratamiento
iIr la toxicomanía que puede llegar a cambiar o apaciguar ese modo de go-
i e en beneficio de otro, en beneficio de la constitución de un síntoma. Es
decir, se trata de tomar a una mujer como síntoma más que al tóxico.
Entonces en este goce, ¿cuál es el significante que viene al lugar de lo
leal? Para el alcohólico del cual hablé, dije que era la botella no el vinó, ni
el alcohol, es decir que no dije que era el elemento consumido sino que di-
|r que el significante es aquel que él mismo propone: "nunca solté una bo
tella ile mi mano".
I >rl lado del toxicómano no diría que el significante que organiza esa res-
puesta de goce sea el tóxico, el cóxico que consume. Diría más bien que
pionero es algo que hay que ver caso por caso, pero si quisiéramos buscar
mi significante que responda un poco a la estructura general de este pro
blema, diría que es el cálculo de la dosis. El cálculo de la dosis con lo que
dio implica de juego con la muerte, de riesgo mortal. Y algunos llegan
muy cerca sabiendo que es lo que van a alcanzar. Lo que vemos es que a
falta de encontrar el sexo, en este goce substitutivo, por fuera del hace-pi
pi >lo que se encuentra en el límite es la muerte, la pulsión de muerte.
Retomaremos en el debate esta cuestión de la toxicomanía ya que ahora
me gustaría decir algunas palabras sobre un segundo síntoma: la anorexia
- bulimia.
Esto me hace pensar que quiero agregar algo más sobre la toxicomanía.
La toxicomanía en la psicosis. Vemos que no es tan raro y debo decir que
en una institución para toxicómanos como la que superviso, que es una
institución que acepta en estados de urgencia toxicómanos en estado gra
ve, se encuentran muy frecuentemente psicóticos. Hay una función de la
toxicomanía en la psicosis que no hay que olvidar nunca cuando tenemos
que ocuparnos de estas personas. Serrata también de una elección de goce
pero al mismo tiempo la toxicomanía puede servir de velo, como una ma
nera de ocultar la rareza que el sujeto encuentra.
Los fenómenos alucinatorios del psicótico se ponen en continuidad con
las seudo-alucinaciones toxicómanas al punto de permitirle tornar esas alu
cinaciones más sociales. Incluso él mismo puede explicarse sus alucinacio
nes por el tóxico. Los toxicómanos psicóticos inteligentes son totalmente
capaces de explicar los dos fenómenos, las alucinaciones ligadas a la droga
y las que no están ligadas a la droga, como cosas completamente diferen
tes. Y esto puede localizarse clínicamente en el discurso en tanto las alu
cinaciones ligadas a la droga son imaginarias mientras que las alucinacio
nes psicóticas son alucinaciones que le hacen signo al sujeto. Para ciertos
toxicómanos la superposición de alucinaciones imaginarias con las que ha
cen signo disminuyen la potencia intrusiva del signo, porque atenúan el
signo. Y agrego que en esos casos, la toxicomanía es un verdadero trata
miento de lo que es absolutamente insoportable para el sujeto. Y no sería
necesario que el sujeto deje su toxicomanía, muchas veces al contrario,
simplemente que pueda sopesar si la toxicomanía pone su vida en peligro.
Ahora bien, con respecto a la anorexia- bulimia. Esta mañana vimos una
mujer en la Presentación de Enfermos que presentaba momentos de buli
mia. Momentos de bulimia que no son fáciles de situar. Bueno, dejo para
la discusión, a los que estuvieron presentes esta mañana, tal vez se pueda
retomar aquello lo que se trataba para esta mujer en relación a lo que voy
a decirles ahora sobre la anorexia y la bulimia.
A menudo se las presenta juntas, la anorexia- bulimia, como si una fue
ra el reversó de la otra, un más y un menos. Me parece que esto no convie
ne en absoluto. Sin embargo en los dos casos hay como en la toxicomanía
mi consumo, el consumo de nada o el consumo de comida. Hay, además,
tres caracteres comunes en la elección de goce, entre anorexia, bulimia y
toxicomanía.
Se trata en primer lugar, de un goce que se apoya sobre la falta y lo ple
no, Esto se puede remarcar también en los toxicómanos: un goce entre la
la lia y la dosis. Y en la anorexia-bulimia es un goce que se asienta entre:
Kill ¡i algo en el cuerpo y esta demasiado lleno.
Ill segundo carácter común, es que una vez más se trata de un goce por
hirni del sexo, no sexual, un poco diferente que para la toxicomanía pero
liirru del sexo. Volveré sobre esto.
V en tercer lugar que se trata de un síntoma que pone en juego, de ma-
iir i o muy viva, la pulsión de muerte. Entonces, en el plano principal del
|nol tierna de la anorexia-bulimia, hay una cuestión de imagen, digamos
niil'. bien, una cuestión de pérdida de la imagen. Son sujetos que... bueno,
in Inro que hablo aquí de la anorexia-bulimia en la adolescencia y en lo que
Uigur porque para la anorexia del niño hay que decir cosas un poco dife-
imies, También volveré sobre esto.
I iiionces, se trata de problemas de imagen, de pérdida de imagen. La
luiiigrii del cuerpo como envoltura corporal no es satisfactoria para el su
it io, no es satisfactoria para vestir, para envolver el cuerpo pulsional. En-
loiii rs este sujeto intenta recuperar un cuerpo en el límite, por el límite.
IMr sujeto puede decir cómo engordar es vivido como una experiencia ca-
iiisioííini por la cual el cuerpo se les aparece como arrebatado, se Ies apa-
rece como no siendo más propio.
Uno de mis colegas, Recalcatci, de Milán, que trabajó mucho con la ano
rexia y la buiimia en una institución para adolescentes anoréxicas y bulí-
micas, señala que esa manera de intentar recuperar un cuerpo se hace por
dos maneras diferentes en la anorexia y en la buiimia. Para la anoréxica, el
horizonte es la contemplación del hueso. En la anorexia, es extremadamen
te sorprendente ya que podemos ver a alguien extremadamente delgado
que todavía se ve muy gordo. Al punto de preguntarse lo que no sería de
masiado gordo. Efectivamente, Recalcatti lo articula muy justamente en
el punto que podría hacer detención en el espejo y poder hacer verdadera
mente una envoltura corporal. Les recuerdo, además, que en "La Dirección
de la Cura”, cuando Lacan habla de la espiritual carnicera de Freud, evoca
la imagen femenina fálica diciendo cómo esta mujer busca ser el falo aun
que sea un poco flaco. Escuché una vez decir a una mujer, sin duda histé
rica que tenía una cierta tendencia anoréxica, lo decía en chiste, que sólo
estaría contenta si en el espejo su cuerpo se redujera a una línea. Esa línea
es el falo un poco flaco.
Recalcatti, entonces, articula esto a algo que tiene que ver con una nada
más significante, el hueso. En general, vemos nuestra imagen y constitui
mos nuestra imagen a partir de la forma de la envoltura del cuerpo. La te
sis de Recalcatti sobre la anorexia es una tentativa de constituir una ima
gen del cuerpo, en lo que en el cuerpo es lo más irreductible, en lo que en
el interior es lo más irreductible, el hueso. Yo les planteo esto como la te
sis de Recalcatti, pero es también la de Jacques-Alain Miller.
En un curso, no recuerdo cual, habla de la anorexia y de la buiimia y di
ce que en esos casos todo ocurre como si el sujeto buscara reconstituir un
cuerpo a partir de un objeto, y discute si es en la alienación o en la sepa
ración, y finalmente concluye diciendo que en estos casos de lo que se tra
ta para el sujeto es de recuperar un cuerpo, en el Otro, un cuerpo por el
Otro, pero este Otro es el agujero mismo.
Lo que les señalo tiene la misma estructura que lo que les señalaba con el
alcohólico y su botella. Es la respuesta por el hueso, por el hueso que es a
la vez objeto, es el cuerpo captado por un objeto pero que es al mismo
i iempo el significante de este objeto. Y en la bulimia, el medio de recu
peración del cuerpo es el vómito, que es diferente del hueso. No se trata
aquí tampoco de la envoltura corporal sino de un elemento que está en el
interior del cuerpo. En el primer caso es el elemento irreductible del inte
rior, el hueso, y en el caso de la bulimia es un elemento eminentemente lá
bil del interior, el vómico, es decir la materia de lo vomitado que eviden
temente viene allí como un objeto significante que estabiliza el interior y
el exterior del cuerpo.
Entonces, les decía que anorexia y bulimia no son simétricas. No son si
métricas tampoco desde el punto de vista del sujeto. La anorexia está del
Lulo de la vivacidad del pensamiento, de la agudeza del pensamiento. Se
guramente conocen a esas anoréxicas capaces de llevar a cabo un gran tra
bajo aunque estén extremadamente delgadas y débiles y sin embargo son
i «paces de producir un trabajo intelectual, en ocasiones excepcional. La
bulimia por el contrario pone al sujeto del lado del estupor, del lado del
no pensamiento. El sujeto atosigado por el exceso de comida se encuentra
unís bien en posición pasiva de no pensamiento.
Ahora voy a hablarles de dos fragmentos clínicos sobre la anorexia y la
bulimia con la perspectiva de situar por medio de los ejemplos estos dos
modos de goce. Y también con la perspectiva de orientar lo que podemos
liiii er en estos casos. Porque hay que decir que estos nuevos síntomas, sea
1« toxicomanía, sea la anorexia o la bulimia presentan una cierta resisten-
1 1« «I psicoanálisis. Presentan tanto más una resistencia al análisis cuanto
que son síntomas que ponen de relieve una elección de goce fijado. El psi-
i o«inílisis no modifica muy fácilmente el modo de goce. Sí permite captar
i'l goce que está en juego en el síntoma pero en estos casos, el goce está
muy en primer plano, no es entonces algo a hacer aparecer detrás de lo que
•« rsi onde sino que está más bien en primer plano.
I monees estos dos casos, o fragmentos de casos y luego el debate.
El primer caso que quería evocar se trata de una joven anoréxica que só
lo vi una vez. Vino con su padre y su madre cuando tenía trece o catorce
años. Su padre, un hombre sabio, inteligente, profesor de la universidad,
idealista, estaba a favor de que su hija viera regularmente a un analista. Su
madre, una gran paranoica, estaba totalmente en contra, y lo dice inme
diatamente, de que su hija emprenda un análisis. Sin embargo, aceptó ve
nir a verme para que su marido no pueda acusarla de no haber intentado
todo. Los padres estaban en plena separación con una gran dificultad, la
madre acusaba a su marido de dejar caer a su hija, que iba a enfermarse to
davía más. Entonces este hombre dejaba a su mujer y al mismo tiempo no
se animaba a dejarla y entonces volvía un poco, y así etc..
En esa primera sesión vi también a la joven sola quien estaba más bien
decidida a no decidirse, tomada entre las opiniones de sus padres. Decidí
no tomarla en análisis diciéndole que estaría de acuerdo en recibirla cuan
do ella lo deseara. Hay que agregar que estaba en una situación grave des
de el punto de vista físico, poniéndose incuestionablemente en peligro a
causa de su anorexia. Su anorexia estaba ligada, es así como pude entender
lo, a una dificultad que encontraba a partir del momento en que empeza
ba a devenir una joven. Tenía una dificultad para imaginar su cuerpo
transformándose y pienso también que su padre estaba demasiado compla
cido con su niñita que estaba en tren de volverse joven, lo que acentuaba
aún más el trastorno de la señorita.
Su anorexia tuvo este efecto de dejar a la joven sacándola de la evolución
sexual hacia una mujer, eliminando a la vez las formas nacientes de su
cuerpo y la menstruación. Entonces, la vi sólo una vez. Seis meses después,
su padre vino a verme para comenzar él mismo un análisis. Y a él lo vi du
rante diez años. Por lo tanto escuché hablar de su hija de canto en tanto.
En primer lugar, rápidamente pude notar que su hija era psicótica, lo que
no vi la primera vez porque no era posible verlo, porque la psicosis no se
ve, se escucha y la primera vez ella sólo se dio a ver. Pero era incuestiona
blemente psicótica puesto que escuchaba voces que le hablaban a su padre;
fenómenos incuestionables.
liste* padre tenía lo que voy a llamar un fantasma de patriarca, es decir,
u nía el ideal de una familia con varios hijos que luego le daría nietos y to
llos se juntarían regularmente alrededor de él. Hay que agregar que esta
mini nació a partir de un segundo matrimonio del padre luego de que su
Ih ¡mera esposa muriera inesperadamente, y para dar una madre sustituta
a mis hijos, porque ya tenía tres, se casó con la gobernanta de ellos. Debe
mos captar que en este movimiento se casó con una madre sustituta y no
i on una mujer. Lo que en relación al deseo del padre, a la posición del pa
ille, es evidentemente muy simpática en cierto nivel, quería cuidar a sus
lujos, pero es una posición que fracasa en tanto que lo que debe ser la po-
•iii mu del padre, dice Lacan, es hacer de una mujer el objeto causa de su
i li seo. lis un ejemplo muy preciso de un hombre que por buenas razones
digió no hacer de una mujer la causa de su deseo en el momento que se
i lisa por sus hijos. Así, le da a esta mujer un hijo suplementario para que
din sostuviera bien su rol de madre sustituta.
I I problema estalla al mismo tiempo que se agrava la anorexia, en el mo-
II h nui en que él ya está agotado de esta mujer, hay que decirlo, insoporta-
Iîle V además, encontró otra que desea. Y está en la situación de camuflar
n cMii otra para no dañar a esta hija anoréxica.
I'mc análisis del padre tuvo un efecto en la joven, en dos tiempos. En un
pinnci tiempo, muy pronto en el análisis, le pregunté porqué pensaba que
lt liaría mal a su hija enterarse de que él amaba a una mujer. Que eso me
ile jaba perplejo. Mi sorpresa bascó para permitir la suya. Y con todala pru-
i Ii i i i ni del obsesivo empezó un proceso... imprudente. Digamos, impru
dente en relación a su mujer, pero excelente, pudo decir lo que ocurría, que
di jaba ¡i la madre de su hija porque era insoportable y porque amaba a otra.
A pai(ir de ese momento sucede algo que él esperaba pero había decidido
aiiirignr.se. Su mujer, la madre de su hija, no le permitió más ver a su hi
ja No se lo permitió más porque sugería a su hija que no aceptara más ver
a mi pudre en esas condiciones. Y sucede que a partir de ese momento la
aniiicxiii de su hija se modera, ya no se puso más en peligro de muerte. Ha
bla sido hospitalizada muchas veces y esto no fue más necesario.
En un segundo tiempo, regulando su fantasma patriarcal, dejándolo un
poco caer, consideró que no era tan dramático no ver más a su hija si ella
estaba mejor. Y a partir de ese momento no insistió más en verla y enton
ces ella empezó a telefonearle. Pasaron muchos años después y su hija se
guía anoréxica pero de manera moderada, como esas mujeres modelos, las
mannequím. Y en lugar de andar buscando el hueso en el espejo comenzó a
interesarse por el hueso intelectual; hizo estudios universitarios, eligió es-i
tudiar psicología, lo que me parecía muy mala idea. Pero ... no era yo el
que tenía que decidir, ni su padre. Pero cuando terminó sus estudios de
psicología era tan brillante en la universidad, que le dieron un puesto de
enseñanza e investigación que no estaba ligado a la clínica... lo que me pa--
reció excelente. Aún hoy está allí, es una salida de la anorexia por un cier
to lado, porque fundamentalmente ella continúa siendo anoréxica, pero el
hueso se desplazó.
Segundo caso, muy brevemente. Se trata de una bulímica que viene a ver
me desde hace poco tiempo, tiene treinta y cinco años, pero es una bulí
mica que se desencadena en la adolescencia. Se transformó en una obesa;
hasta el día en que, después de haber tenido uno de sus muchos señala
mientos por parte de su familia en relación a sú obesidad, una de sus tías
le dijo: "pero, ¿no conoces el truco?, basta con vomitar. Podes comer lo que
quieras y después vas y lo eliminás". A partir de ese día comenzó a hacer
lo. Al principio le costaba pero después encontró un cierto agrado y más i
tarde un gran goce, doble, llenarse y vaciarse. i
Hoy en día, tiene una tendencia a tener una forma de cuerpo que va ha-i
cia la anorexia, pero al mismo tiempo es completamente bulímica. Esta;
bulimia permanece relativamente moderada por el hecho de que esta mu
jer se desencadena después de la adolescencia, a la salida de la adolescen-;
cia. Esta mujer deseaba mucho ser mujer y seducir. Y por otro lado, tiene
algo muy seductor. Digamos que en su actividad tuvo mas bien logros. Vi- ¡
vió con dos o tres hombres, pero como me decía, no pasaba más de una se
mana sin engañarlos con otro hombre. Es una bulimia de seducción. Pero
esta dimensión femenina, esta dimensión de cuerpo femenino, limitaba su
lí«mc bulímico y su tendencia a adelgazar cada vez más por miedo a encon-
i i.irse algún día muy gorda. Hasta ei momento en que encuentra un hom-
l'tr que es mucho mejor que los otros y con el cual decide estabilizarse, y
i un quien convive desde hace un año cuando viene a verme. Y por prime-
i a vez en su vida no ha engañado a su pareja. Pero por este hecho, aunque
»•lia sigue queriendo gustarle, el goce bulímico no logra más ser limitado.
V nú neutra todos los pretextos para mandarlo a pasear, "anda al cine sin
mi, |»refiero descansar", para tragarse cantidades enormes de comida e ir
Inmediatamente a vomitar. Varias veces por día. Esto se le vuelve muy pe-
•uidn y es por eso que viene a verme.
K interesante porque en este caso, ella dice cómo sabe que aún tiene un
i uei |x> con forma femenina, pero cada vez menos y es una lástima pero no
Imi i Ir evitarlo. A favor de este goce bulímico es necesario que ella se vuel-
Vii lints delgada aún. Ella sabe que será mucho menos bella, sabe que des
di el punto de vista de la estética y de su anhelo de seguir femenina sería
mi'|tir no hacerlo, pero ella explica bien cómo esto es algo más fuerte que
i llii Su cuerpo ahora ya es bastante delgado, y ella dice claramente que no
punir linter mas que esto. Ya se comienzan a ver los huesos a través de la
piel pero no lo suficiente como para que ella se sienta bien con su cuerpo,
•niiii 11ii* sea menos bello.
Aquí irnemos dos ejemplos. Este segundo que veo desde hace poco tiem
po un puedo garantizar que no sea psicótica, pero en todo caso no se ha'de-
m ni iidrnado. Sin embargo tengo razones para tener mis dudas. En este ca-
«i vemos los dos fenómenos que se presentan, que situaba recientemente a
piiiiu dr los trabajos de Recalcatti y del texto de Miller sobre la bulimia
v tu niiorcxia, que alguien tuvo la gentileza de precisarme en el intervalo
qui lo hace en "El Otro que no existe"., y bien, entonces vemos aquí los
diih Iruiimenos. Su goce fijado por el rellenarse y vomitar y su imagen, en
I I temido de poder habitar su cuerpo, de poder encontrar un límite a su
i tu i po lijado por el hueso a encontrar en el espejo.
Voy a dejar aquí para dar lugar a las preguntas y los debates y continua-
o m.iii.m.i sobre los puntos que ya anuncié.
Ana Simonetti: Bueno, disponemos de tiempo para preguntar, para de
cir...
A lexander Stevens: Planteo una primera pregunta. Recuerdo en este
momento una pregunta que le planteé a Eric Laurent sobre esta bulímica:
"¿Qué podemos hacer en el análisis con una persona que vomita de una
manera tan ... cuyo vómito representa un goce tan fijado?". Y Eric respon
dió que no se puede más que decirle: " Venga a vomitar aquí, inda su his
toria" (risas). Su historia por supuesto. Y esperar que al t abú de muchos
vómitos de su historia pueda vomitar un poco menos de comida en su ca
sa.
Esto está dicho de una manera divertida, como un chiste, sin embargo es
muy serio. Porque en el análisis buscamos que un sujeto pueda tapiar su
punto de goce. Pero tenemos estos casos de sujetos que t ¡ene un goce fija
do, explícitamente fijados y donde tenemos la idea de que el análisis no
podrá hacerlos cambiar. De lo que tenemos idea de que el análisis puede
hacer, es ayudar al sujeto a poder domesticar su guie, como lo mostré en
el primer caso y como lo hace ver Eric Laurent en la respuesta a mi pre
gunta.
Flory Kluger: Quería agradecerle la exposición a Alemmdrr Stevens,
además de saludarlo. Llegué un poco tarde, no estudié la puniría parre del
caso, pero me interesaba esta intervención que harías ict lén i esperto del
comentario de Eric Laurent porque, digamos, me remullí mi mui rol con
Eric Laurent a raíz de un paciente que tenía prártii as Itomosesuales y que
sin embargo su fantasma giraba alrededor de tener una mn|ei, ■asarse y te
ner hijos. Eric Laurent, justamente, retomó la <uestlón de la lqr/a del go
ce en este hombre vinculada a una elección de objeto Itomnsnmal, razón
por la cual suponía que eso no iba a poder «lejut lo. De todos modos, me in
teresaba la intervención vía una metáfora, porque «leí lili "vcitl a vomitar
acá"... Con lo cual me quedé pensando en el diiigmlsilm «le esiin« mru que
vos hacías de esta paciente cuando decías «pie sospet liabas que podía ser
una psicosis.
En ese sentido, quería preguntarte ¿cuáles son los elementos que te ha
cen pensar en una estructura psicótica? Me parece que es interesante en el
sentido de que siempre que nos encontramos con un síntoma de bulimia
o anorexia esas no son categorías que manejamos desde el Psicoanálisis.
Por eso me interesaba que detrás de la bulimia vos sospechás una psicosis.
Y en ese sentido, esa intervención por la vía de la metáfora ¿qué efecto
puede .'tener, en el caso de que lo sea?
A lexander Stevens: Efectivamente anorexia y bulimia no son categorías
clínicas psicoanalíticas. Las tomo dentro de la serie de los nuevos síntomas
en el campo social, frente a los cuales no debemos retroceder, pero no se
trata de hacer una nueva categoría. Mas bien, lo que pone a estas personas
en serie no es su estructura subjetiva sino que es una cierta modalidad de
uso de un fenómeno. Entonces hay que distinguir inmediatamente entre
anorexia y bulimia lo que está mas claramente en la vertiente de la neuro
sis...
Lacan señala especialmente para los niños anoréxicos o las jóvenes ano-
réxicas desde el comienzo de la adolescencia, cómo se puede ver en la di
rección de la cura que se goza tanto de un rechazo como de un deseo. Es
decir que en ese momento él hace una lectura de la anorexia que está mas
en la vertiente histérica y que hace valer que se trata de niños demasiado
amados en el sentido de demasiado rodeados por una madre que sé intere
sa mas en sus necesidades y no en su deseo.
Hay dos lugares en donde Lacan hace este tipo de señalamiento y dice,
gozar de un rechazo como de un deseo, de eso se trata en el niño que re
chaza la comida de la madre porque es el único plano en el cual puede res
ponder al interés materno que sólo se dirige a sus necesidades. Entonces el
niño responde, no es una necesidad, es un deseo, entonces no como. Pode
mos ver allí que no se trata de hacer una estructura con la anorexia y la bu
limia.
El primer caso que presenté es un caso de psicosis, pero el segundo, ten
go dudas sobre la estructura a causa justamente de esta rareza de la cual
ella es perfectamente consciente, entre las dos caras de su imagen que ha
ce que no pueda habitar el cuerpo que desea sino que debe habirar un
cuerpo que se le aparece de alguna manera, como impuesto. Una vez di
cho esto ella no dice "es el Otro que me impone", y entonces es por ello
que me parece muy posible que sea una psicótica pero aún no rengo ese
rasgo que me permita decir sí.
Claudia Lijtinstens: Yo le quería preguntar...que escuchamos frecuente
mente estos síntomas de bulimia y anorexia en mujeres. Entonces, sobre
esta relación entre el goce de la anorexia y la bulimia y la dimensión feme
nina.
Alexander Stevens: Espontáneamente uno dice todo eso, pero latean di
ce lo contrario. En una pequeña nota, se trata de un pequeño texto que de
be haber aparecido en un Ornicar en los años '80, sobre la anorexia men
tal, Lacan dice lo contrario. Es sorprendente. Me acuerdo también, que en
los años '80, Eric Laurent hizo un comentario de este texto de Luán que
apareció no puedo decir bien dónde. Y Lacan dice allí que entre el conjun
to de anoréxicos que encontró hay una mayoría de varones.
En ese momento, Lacan tiene una idea de la anorexia, es decir, lo que él
llama anorexia no es lo que nosotros llamamos fenómeno unoréxico como
un nuevo síntoma de nuestra época. Tampoco es tan seguro que sea tan
nuevo. Pero hoy en día estamos nosotros mismos intoxit ados por el DSM
- 4 y ese tipo de clasificaciones y esto hace que efectivamente veamos más
la dimensión anoréxica con una cierta relación explícita al cuerpo que pa
sa más por el lado femenino, que pasa mucho más fácilmente en cuanto
que es la imagen, la imagen oficial de la mujer hoy en día, si existiera. Es
decir que ha habido muchos tipos de mujeres modelo en el transcurso de
la historia; Marilyn Monroe no es la modelo de hoy en día. Entonces hay
algo actual, de hoy, que empuja por ese lado. Pero hay que decir que La-
can cuando habla de anorexia agrega anorexia en cuanto a lo mental, y re
cuerden que es el diagnóstico que le pone al paciente de Kris que se pre
cipita para ir a comer sesos frescos. No hay nada en ese texto que no de la
idea de que ese hombre es anoréxico, en el sentido en que se habla a me-
J
S i ------- S2 Si = a
R R
Ego = ( Si, a)