Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
” 1
Anotaciones
Introducción
En la anunciación de Jesús, el ángel Gabriel dijo a María que el niño que
concebiría “... será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono
de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin” (Luc. 1:32-33).
El “reino” así mencionado por Lucas significa lo mismo como “reinar”, exac-
tamente como las palabras “para siempre” y “no tendrá fin” son idénticas en con-
cepto. La exposición de estos términos son sinónimos a través del paralelismo.
La declaración de Lucas y el cumplimiento en Pentecostés son la culminación
de varias verdades proféticas maravillosas que los hombres santos habían pronun-
ciado por siglos. En ese gran día del “principio” (Hch. 11:15), cuando el Espíritu
Santo fue manifestado, Pedro y los otros apóstoles empezaron a predicar el hecho
fundamental de que Jesús había sido resucitado de los muertos para sentarse en
el trono de David (Hch. 2:30,36) porque Dios lo había exaltado en gloria (Juan
7:39), majestad y esplendor para residir a Su diestra como Príncipe y Salvador.
Por casi dos mil años desde ese gran día, Jesús ha sido Rey de reyes y Señor
de señores, tanto en el cielo como en la tierra, desplegando Su autoridad sobre
ángeles y toda otra criatura. Es el juez de todo, lo vivo y lo muerto, lo visible e
invisible. Todos los seres están sujetos a Su reinado – ¡todo! Continuará reinando
hasta que todos los enemigos sean colocados debajo de Sus pies, el último de los
cuales es la muerte (1 Cor. 15:24-26).
En oposición a estas verdades, hay teorías que intentan establecer el reino más
tarde que el tiempo cuando la Biblia declara que empezó Su reinado desde el cielo.
Esta teorías premilenarias en formas variadas proponen la idea de un reino dila-
tado en el que habrá al final un reinado Mesiánico terrenal de mil años por parte
de Jesús sobre Sus seguidores. Habrá un trono en la Ciudad de David, Jerusalén,
dirigiendo un gobierno político exactamente como funcionan los monarcas hoy día.
Estos defensores de un reino terrenal hacen mal uso de los claros pasajes Bíblicos
acerca de la naturaleza del reino de Jesús, su lugar y la cualidad de Su gobierno.
Varios cientos de años antes del evento, Isaías profetizó cuando empezaría el
reino de Jesús.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hom-
bro; Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno,
Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el
trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en
justicia desde ahora y para siempre” (Isa. 9:6-7).
Anotaciones ción por parte de Cristo del dominio, gloria y el reino, la mira y extensión de Su
gobierno como incluyendo a todas las naciones y pueblos y el carácter eterno del
gobierno – que sería indestructible y no sujeto a transmisión de dominio.
Que los santos del primer siglo estaban en el reino es reafirmado por Hebreos
12:26-28 – “... Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”.
Los súbditos del reino hoy día son la iglesia del Nuevo Testamento. Este reino
está siempre cerca; no hay tiempo cuando su principio (o extensión) no sea mani-
fiesto. Absolutamente no hay señales precediéndolo; Jesús llamó a los hombres
a apartarse de las especulaciones ociosas acerca de cualquier cosa que señale la
llegada del reino (Mat. 12:38-39; 16:1-4); más bien, deberíamos obrar siempre
como personas preparadas para la vida en el reino (Mat. 24:1-13; Luc. 12:35-46).
Una concepción correcta del reino, del reino de Dios, es necesario entender lo
dificil de los pasajes del Nuevo Testamento altamente figurativos, especialmente
aquellos envolviendo profecía. La Biblia a menudo es malinterpretada a causa de
la incapacidad para reconocer las figuras de lenguaje comunes. Otra falla en la
interpretación es el fracaso en usar el Antiguo Testamento como precedente para
ayudar en la interpretación de los pasajes difíciles del Nuevo Testamento. Los
premilenarios fallan en ambos puntos.
Todos los escritores del Nuevo Testamento estaban impregnados en las tradi-
ciones del Judaísmo Palestino, escribiendo en la misma sombra de la destrucción
de su Ciudad. La mayoría de sus lectores habían testificado la larga agonía de los
cinco años de las Guerras Judías del 66-70 D.C. La suerte de Jerusalén da gran
colorido a los evangelios sinópticos.
“¡Oh, si también tú conocieses ...” 3
Tales pasajes como Mateo 24 deben ser entendidos solamente en su fondo Anotaciones
histórico. Ambos, los autores y los lectores estaban familiarizados con el estilo y
contenido del Antiguo Testamento también como los escritos apócrifos publica-
dos en los 400 años entre los Testamentos. Todo comúnmente compartido en la
riqueza de los idiomas, expresiones retóricas, símiles y metáforas, y otras clases
de simbolismo que Dios había inspirado.
Anotaciones Y de esta manera al entender mal el significado de estas figuras Hebreas comunes
tales como las nubes, los cielos, el Día del Señor, la venida (parousia), las trom-
petas, los vientos, el mar, la roca, la vid, etc., es fallar en entender la intención de
los escritores de los evangelios con respecto al reino: su naturaleza espiritual y el
hecho de que Jesús es actualmente Rey de reyes gobernando sobre los corazones
de Sus súbditos, la iglesia de Jesucristo del Nuevo Testamento.