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Patrick Süskind El perfume

A intervalos, cuando el producto dedestilación era ya como agua, apartaban el alambique del fuego y lo
abríany volcaban para vaciarlo. La materia cocida era blanda y p lida como la paja húmeda, como huesos
emblanquecidos de pequeños p jaros, como verdurashervidas demasiado rato, fibrosa, pastosa, insípida,
reconocible apenas, repugnante como un cadáver, sin rastrode su olor original. La tiraban al río por la
ventana. Entonces se procuraban más plantas frescas, vertían agua en el alambique y volvían a ponerlo sobre
el fuego. Y de nuevo el caldo empezaba a borbotear y otra vez la savia viva de las plantas fluía dentro de la
botella florentina. A menudo pasaban así toda la noche. Baldini se cuidaba del horno y Gre nouille atendía las
botellas; no podíahacerse nada más durante la operación.
Se sentaban en taburetes alrededor del fuego, fascinados por la abombada caldera, ambos absortos, aunque
por motivos bien diferentes. Baldini gozaba viendo las brasas del fuego y el rojo cimbreante de las llamas y el
cobre y le gustaba oír el crujido de la leña encendida y el gorgoteo del alambique, porque era como volver al
pasado. Entonces sí que había de quéentusiasmarse! Iba a buscar una botella de vino a la tienda, porque el
calor le daba sed, y beber vino también le recordaba el pasado. Y prontoempezaba a contar historias de antes,
interminables. De la guerra de sucesión española, en la cual había participado, luchando contra los austríacos;
de los "camisards", a quienes había ayudado a hacer insegurala región de Cèvennes; de la hija de un hugonote
de Esterel, que se le había entregado, seducida por la fragancia del espliego; de un incendio forestal que había
estado a punto de provocar y que se habría extendido portoda la Provenza, más deprisa que el amén en la
iglesia, porque soplaba un furioso mistral; y también hablaba de las destilaciones, una y otra vez, de noche y a
la intemperie, a la luz de la luna, con vino y los gritos de las cigarras, y de una esencia de espliegoque había
destilado, tan fina y olorosa, que se la pesaron con plata; de suaprendizaje en Génova, de sus años
devagabundeo y de la ciudad de Grasse, donde había tantos perfumistas como zapateros en otros lugares, y
tan ricos que vivían como príncipes en magníficas casas de terrazas y jardines sombreados y comedores
revestidos de madera donde comían en platos de porcelana con cubiertos de oro, etcétera...
El viejo Baldini contaba estas historias mientras iba bebiendo vino ylas mejillas se le encendían por el vino,
por el calor del fuego y por el entusiasmo que suscitaban en él sus propios relatos. En cambio, Gre- nouille,
sentado un poco más a la sombra, no le escuchaba siquiera. A él no le interesaban las viejas histo rias, a él
sólo le interesaba el nuevoexperimento. No perdía de vis ta el delgado conducto que salía de la tapa del
alambique y por el que fluía el hilo del líquido destilado. Y mientras lo miraba, se imaginaba a sí mismo
como un alambique en el que el agua borboteaba como en éste y del quefluía también el producto de
destilación, pero mejor, nuevo, extraordinario, el producto de aquellas plantas exquisitas que él había
cultivado en su interior, que allí florecían, olfateadas sólo por él mismo, y que con susingular perfume podían
transformar elmundo en un fragante jardín del Edén donde la existencia sería soportable para él en el sentido
olfativo. Grenouille se entregaba al sueño de ser un gran alambique que inundaba el mundo con la destilación
de sustancias creadas por él mismo.
Pero mientras Baldini, inspirado por el vino, seguía contando historiascada vez más extravagantes sobre
épocas pasadas y a medida que hablaba se dejaba dominar más y más por la propia fantasía, Grenouille
abandonó pronto su extravagante ensoñación, borró de su mente la idea de ser un gran alambique y se puso a
reflexionar sobre elmodo de aplicar sus conocimientos recién adquiridos a unas metas mucho más cercanas.

19

Al cabo de poco tiempo era un especialista en el campo de la destilación. Descubrió -y en ello le ayudó más
su olfato que todas las reglas de Baldini- que el calor del fuego ejercía una influencia decisiva sobre la calidad
del producto destilado. Cada planta, cada flor, cada madera y cada fruto oleaginoso requería un tratamiento
especial. A veces era necesario provocar mucho vapor, otras, acelerar la cocción y muchas flores
dabanmejores resultados si exudaban con la llama muy baja.
De importancia similar era la preparación. La menta y el espliego podían destilarse en ramitos enteros,
mientras otras necesitaban ser picadas finamente, troceadas, trituradas, raspadas, machacadas o incluso
maceradas antes de añadirse a la caldera de cobre. Y muchas otras plantas no se dejaban destilar, lo cual era
una amarga frustración para Grenouille.
Baldini, al ver la seguridad con que Grenouille manejaba el aparato, le dejó en plena posesión del mismo y
Grenouille aprovechó al máximo esta libertad. Durante el día mezclaba perfumes y preparaba otros productos
ycondimentos arom ticos y por las noches se dedicaba exclusivamente al misterioso arte de la destilación.
Suplan era producir nuevas y perfectas sustancias odoríferas a fin de convertir en realidad por lo menos
algunas de las fragancias que llevaba en su interior. Al principio logró pequeñoséxitos. Consiguió obtener un

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