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ORACIÓN INTERCESORA

INTRODUCCIÓN

Todas las personas pueden participar de la Oración, porque siempre hay intenciones, necesidades,
pedidos e intercesiones que están en el corazón de todos.

Este Ministerio puede (y debe) incluir el mayor número posible de los que son parte de la iglesia:
niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos... independientemente de la edad, etnia, clase
social o condición intelectual unos pueden orar por los otros, preocupándose por sus necesidades,
intercediendo al Señor y entregando a él las más variadas situaciones por las cuales pasa el ser
humano, deseando siempre que su voluntad sea hecha.

Es necesario que los hijos de Dios, conozcamos los recursos que el Dios Todopoderoso nos ha
dado. Por tanto, uno de esos recursos es la intercesión en oración. Por lo cual, en este artículo
vamos a presentar diferentes áreas de la intercesión.

LA ORACIÓN

Es una acción al alcance de todos, un llamado divino extensivo y totalizador, que solo redundará
en bendiciones a quienes estén involucrados en ella.

Que su vida sea una vida de oración, que su ministerio sea un Ministerio de Oración y que su
iglesia se incline constantemente ante la presencia del Salvador.

¿QUÉS ES LA INTERCESIÓN?

La intercesión es allegarse a Dios a favor de otro. Toda intercesión es una oración, pero no toda
oración es una intercesión. La palabra “intercesión” se deriva del latín (inter), que significa “entre”
y (cedere), que significa “salir”. Luego intercesión implica entremeterse o ponerse en la brecha.

Ezequiel 22:30: Esta es una clara referencia a la intercesión.

El Señor dice: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”

Teológicamente hablando: “La intercesión son los ruegos de la persona que, a la vista de Dios,
tiene el derecho de hacerlo para obtener misericordia por el que se encuentra en necesidad”.

Por tanto, no es ejecutar una simple oración, sino luchar en oración.

La oración intercesora es presentarse delante de Dios en oración a favor de otra persona.

Jesús cerró la brecha entre Dios y nosotros cuando Él murió en la cruz. Por esta causa, ahora
podemos interceder en oración a favor de otros cristianos, o por los perdidos, pidiendo a Dios que
les conceda sus peticiones de acuerdo a Su voluntad.
 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre” (1 Timoteo 2:5).
 “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el
que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos
8:34).

Un maravilloso modelo de oración intercesora se encuentra en Daniel 9. Tiene todos los


elementos de una verdadera oración intercesora. Es en respuesta a la Palabra; caracterizada por el
fervor y la auto-negación; identificándose sin egoísmo con el pueblo de Dios; e intensificada por la
confesión; dependiente del carácter de Dios; y teniendo como meta la gloria de Dios. Como
Daniel, los cristianos debemos venir ante Dios intercediendo por otros con un corazón contrito y
una actitud de arrepentimiento, reconociendo nuestra propia insignificancia y con el sentido de
auto-negación. Daniel no fue y dijo, “Tengo el derecho a exigirte esto, Dios, porque yo soy uno de
tus especialmente elegidos intercesores”. Él fue y dijo, “Soy un pecador,” y en efecto, él dice, “No
tengo el derecho de exigirte nada”. La verdadera oración intercesora, busca no sólo conocer la
voluntad de Dios y ver que se cumpla, sino verla cumplida, sin importar si nos beneficia y sin
importar lo que nos cueste. La verdadera oración de intercesión busca la gloria de Dios, no la
nuestra.

EL PODER DE LA ORACIÓN

“Nada hay más poderoso que la oración; nada puede compararse con ella”.

Es obvio que la oración ejerce una acción poderosa en el espíritu de quien la practica. Descargar
ante el trono de Dios nuestras congojas, temores e inquietudes nos reporta “la paz de Dios que
excede a todo conocimiento” (Fil. 4:6, 7). La confesión de nuestros pecados libera nuestra
conciencia del sentimiento de culpa y, sobre la base de las promesas de Dios, nos infunde el gozo
del perdón (Sal. 32:5; 1 Juan 1:9).

La oración es una herramienta que Dios les ha dado a sus hijos para que tengan una comunicación
directa con él. La cual, nos lleva a tener una relación espiritual experimental con el Padre, y a
observar el poder que se trasmite a través de la oración, y ver las ejecuciones y transformaciones
que Dios hace en el mundo natural, como respuesta a las oraciones de sus hijos.

 A través de la oración intercesora de Abraham, Abimelec y su familia fueron sanados (Gn.


20: 17). Las fervorosas súplicas de Ana obtuvieron como respuesta el nacimiento del hijo
insistentemente pedido (1 S. 1:10).
 En contestación al clamor de Elías, Dios le concedió una resonante victoria sobre el
baalismo (1 R. 18:36), y fueron las oraciones del mismo profeta las que influyeron
decisivamente en la sequía y en la lluvia (Stg. 5:17, 18).

Esto nos debe motivar a practicar una vida de oración intercesora, para que podamos observar las
grandes maravillas que Dios va a realizar en otras personas, por medio de nuestras intercesiones
y también en nosotros. La intercesión puede cambiar el mundo, porque a través de nuestra
intercesión, Dios puede hacer que lo imposible se vuelva posible. Por tanto, es necesario que
intercedamos por el sistema de este mundo y por las personas que vivimos en él.

ARMAS DE DIOS PARA LA ORACIÓN INTERCESORA

Separados de Dios quedamos indefensos delante de Satanás, pero unidos a Dios no hay razón

para temerle al diablo. En Efesios 6:10-18, Pablo nos indica no sólo la armadura que debemos

ponernos sino las armas ofensivas, o sea, la espada del Espiritu “que es la Palabra de Dios” y la

oración “en el Espíritu” que debemos empujar. Demasiados siervos de Dios se han metido tanto

en la guerra espiritual, que han descuidado la armadura divina y han engrosado la lista de bajas

en la lucha.

Es necesario que tengamos presente la forma cómo debemos enfrentar a Satanás,

practicando una vida de oración intercesora. En primer lugar digamos que:

Primero, por la sangre del Cordero. Por medio de su sacrificio en la cruz, Cristo ha eliminado

de una vez y para siempre nuestra culpa ante la presencia de Dios, a tal grado que Satanás ya ni

siquiera puede acercarse a Dios para acusarnos. Con tal de que le confesemos a Dios cualquier

pecado que pueda surgir en nuestra vida, estamos completamente seguros en los brazos de
Cristo.

Segundo, por nuestro testimonio. Contra la mentira del diablo podemos usar nuestro testimonio

acerca del Señor Jesús, nuestra posición en el Amado, y quién va a vencer. Es el Espíritu quien

nos da poder para testificar y quien nos avisa, al retirar su paz del corazón, cuando algo necesita

arreglarse en nuestra vida (Colosenses 3:15).

Tercero, por nuestro compromiso hasta la muerte. Frente a las amenazas y los arreglos que

propone el diablo, debemos abandonarnos a la voluntad de Dios, sea para vida o para muerte

(Filipenses 1:20). Tal actitud deja a Satanás impotente.

Paguemos el precio de un intercesor

La gracia de Dios es completamente gratuita, pero si queremos ministrar esta gracia a otros, esto

tiene un precio: morir a nuestra autosuficiencia (2 Corintios 1:8-11). Tenemos que

identificarnos totalmente con el objeto de nuestra intercesión así como lo hicieron Moisés

(Éxodo 32:32), Pablo (Romanos 9:3) y Cristo mismo (Isaías 53:12). El báculo de Elías en
manos de Giezi no ayudó al hijo de la sunamita. Sólo la intercesión comprometida de Elías le

pudo dar vida (2 Reyes 4:29-37). Existe el peligro de confiar en báculos, técnicas y la

experiencia, en vez de una costosa dedicación hacia liberaciones verdaderas y eternas.

Es

fundamental que el intercesor se comprometa con el objeto de su intercesión delante de Dios,

porque en realidad el que intercede en oración a favor de otro, está luchando en el mundo

espiritual para buscar un beneficio en el mundo natural de parte de Dios, para el bienestar de

dicha persona.

La oración guerrera

Uno de los énfasis en el movimiento de guerra espiritual es la oración o intercesión como

principal “arma” en la confrontación contra Satanás y sus huestes demoníacas. Es a través de la

oración, como dice Neuza Itioka, que…luchamos contra las potestades. Pero no se trata de

cualquier oración, sino de la “oración de guerra”, aquella “…diseñada para sacar a los

incrédulos de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios… Se le conoce también como
“atar al hombre fuerte”.

En otras palabras, según la interpretación del pasaje de Mateo 12:29 y

Lucas 11:21-22 por el misiólogo Peter Wagner, estos pasajes enseñan que la iglesia debe “atar”

en oración al “hombre fuerte” (el Diablo o cualquier espíritu demoníaco), utilizando así las

llaves del Reino a fin de que el imperio del mal no obstruya la edificación de la iglesia de Cristo

aquí en la tierra.

Declaración acerca de la oración guerrera

Mark Bubeck, comenta que este tipo de oración “…representa una de las más grandes

necesidades de intercesión en estos días.” Para él, la oración de guerra es un arma importante y

poderosa para la liberación de la gente que vive atada por el Diablo, pero poco usada por los

creyentes. Aún el mismo Satanás, en palabras de Bubeck, “…hará todo lo posible para desviar

al creyente de la oración combativa.


En realidad quién escribe no proviene de un trasfondo

“Pentecostal”, pero sí cree que la oración intercesora no es una simple oración. Sino es meterse

en la “brecha”, en el mundo espiritual, para batallar contra Satanás y sus demonios, buscando un

resultado positivo en el mundo físico o natural, en el área, por la cual, la persona estuvo

intercediendo.

La oración guerrera que contrarresta el poder de las tinieblas

Dean Sherman, opina que la oración de guerra debe hacerse también para contrarrestar el poder

de las tinieblas sobre las relaciones entre creyentes y para que la obra de Dios no sea estorbada

en ellos. Por ejemplo, cuando surjan situaciones que amenacen la reconciliación entre

creyentes, Sherman aconseja decir a Satanás: “…te reprendo. No tendrá mi matrimonio, mis

hijos, mi amigo, mi líder. Te resisto y te ato en el nombre de Jesús”. Para él es imprescindible

que los creyentes, si desean detener la influencia del mal, se dirijan “…a Satanás y a los poderes

de las tinieblas directamente, reprendiéndolos, y verbalmente negándoles el acceso…a sus

vidas.
Según Edward F. Murphy, la manera en que los creyentes deben “resistir al diablo”, como lo

enseña Santiago 4:7, es a través de una confrontación verbal basada en la Palabra de Dios. Para

él hay momentos de crisis o ataque satánico en la vida del cristiano en que se debe seguir el

ejemplo de Jesús en Mateo 4:1-11 y encarar al diablo mediante un “choque de verdad”. Para

Murphy, la resistencia contra Satanás se debe realizar en forma enérgica y hasta burlona.

Respecto a esto, podríamos decir que en las Escrituras aparecen numerosas evidencias que

atestiguan que Satanás existe y que no se trata únicamente de un símbolo del mal o de una

figura retórica. Satanás es un ser angélico de gran poder e influencia, uno de los personajes

principales en la escena del universo de Dios. Es enemigo de los hombres y de los creyentes a

quien deberíamos conocer, respetar y resistir en la fe, a través del poder de Dios y en el nombre

de Jesús.

La Intercesión de Jesús en Juan Capítulo 17

En esta oportunidad nos vamos a enfocar en la persona de Jesús para comentar acerca de la
oración intercesora que hizo el Señor delante de Dios el Padre. Por tal razón, observemos

algunas facetas de la oración de Jesús.

Peticiones de Jesús para sí mismo

Jesús pudo acercarse al Padre en oración debido a la relación de Padre a Hijo que existe entre

ambos. Comenzó su plegaria con la palabra “Padre” (Mt. 6:8) y la usó otras tres veces en el

transcurso de ella (Jn.17:5, 21, 24) así como “Padre Santo” y “Padre Justo”. La hora, dijo el

Señor, ha llegado. Había sobrevenido el momento de cumplir el plan divino de redención.

Entonces Jesús oró: “Glorifica a tu Hijo” (17:5). Esta petición de glorificación era para que el

Padre lo sostuviera en medio del sufrimiento, que aceptara su sacrificio, y que después lo

resucitara y restaurara a su gloria inmaculada. El propósito de la petición era que el Padre fuera

glorificado por el Hijo, que la sabiduría, el poder y el amor de Dios pudiera ser conocido a

través de Jesús.

La oración de Jesús a favor de sí mismo, estaba basada en su obra terminada. “Yo te he


glorificado”, lo que da por hecho su obediencia hasta la muerte. A pesar de que la cruz era

futura, también era segura. El repitió su petición de regresar a su gloria inmaculada con el

Padre basado en la certeza de que terminaría su obra en la cruz.

Intercesión de Jesús por los Apóstoles

Jesús oró por sus discípulos antes de escogerlos (Lc. 6:12), durante su ministerio (Lc. 22:31-32),

en este pasaje (Jn. 17:6-19), y más tarde en el cielo (Ro. 8:34, He. 7:25). Esta oración de

intercesión revela la preocupación y amor de Jesús por ellos.

De acuerdo a esta declaración

podemos observar la prioridad que le daba Jesús a la oración intercesora. Por lo cual, es

evidente que Jesús tuvo una relación constante con su Padre, mientras estuvo en la tierra, a

través de la oración. Y en la cuál, la intercesión a favor de otros siempre estuvo presente.


La oración de Cristo (Jn. 17:6-19), fue hecha en particular a favor de los once, aunque se aplica

en todos los creyentes (v.20). En este punto, él no estaba orando por el mundo lleno de

hostilidad e incredulidad. Esta oración se hizo por dos cosas: (a) la preservación de los

discípulos (“guárdalos”, v.11) y (b) su santificación (“santifícalos”, v.17). El mundo no puede

ser preservado en su rebelión o santificado en su incrédulidad. Jesús hizo esta petición debido a

que Dios es dueño de ellos por creación y elección. Las palabras de Jesús: todo lo mío es tuyo,

y lo tuyo mío, revelan su unidad, intimidad e igualdad con el Padre.

Podemos aprender de la

oración intercesora, que una de sus características es que debe ser enfocada en algo específico,

con un propósito establecido.

Intercesión de Jesús por los futuros Creyentes

La porción final de la oración de Jesús (Jn.17:20-26) se refiere a los creyentes que vendrían a él

por la palabra de los apóstoles. En la era de la iglesia, todos los cristianos han venido a Cristo

directa o indirectamente a través del testimonio de los apóstoles. Jesús sabía que su misión
tendría éxito. Él moriría, resucitaría, enviaría al Espíritu Santo, los apóstoles predicarían, la

gente se convertiría y se formaría la iglesia. Así como cada sumo sacerdote de Israel presentaba

los nombres de las tribus ante la presencia de Dios en el tabernáculo y en el templo (Ex. 28:9-

12, 21-29), así Jesús, el gran sumo sacerdote, llevaría a los futuros creyentes a la santa presencia

de su Padre celestial.

Por tal razón, es de suma importancia que nosotros como hijos de Dios,

valoremos la oración intercesora, porque a través de ella, podemos ver el poder de Dios

manifestado entre nosotros. Y también los cambios ejecutados por Dios alrededor nuestro, es

decir, en nuestras familias, la iglesia y la sociedad.

Conclusión

Al llegar al final de este ensayo respecto al poder de la oración intercesora, podemos expresar

que es un área de la vida cristiana, en la cuál, nosotros debemos poner mucha atención. Porque

a través de la oración intercesora, nosotros podemos ser un canal de bendición para tantas
personas que necesitan del favor de Dios. Por tal razón, hermanos, dediquémonos a interceder

por las iglesias, pastores, misioneros, evangelistas, por las naciones y por los seres humanos en

sentido general, para que disfrutemos de las bendiciones del Señor Jesús en nuestras vidas y de

esa manera podamos ser un instrumento de bendición para las demás personas. ¡Que el Dios

Todopoderoso nos ayude a sumergirnos en tan ardua labor de interceder en oración delante del

Señor a favor de nuestro prójimo!

EL PODER DE LA ORACIÓN INTERCESORA

La oración es intercesora cuando pedimos en favor de otras personas o de alguna situación. Por
ejemplo, pedir por la sanación de un amigo enfermo o por la prevención de un huracán que se
aproxima y amenaza con cobrar vidas y dañar propiedades.

La oración intercesora no se limita a pedir a Dios solución de un problema o la protección contra


posibles dificultades futuras. Podemos elevar una oración intercesora para dar gracias. Si un amigo
nos informa que fue ascendido a una mejor posición en su trabajo, podemos dar gracias a Dios por
las bendiciones otorgadas.

EL PODER DEL ESPÍRITU Y DE LA ORACIÓN INTERCESORA

Separe periodos específicos para la oración intercesora. Al interceder por otros, nuestro corazón
se vuelve uno con el suyo. Nuestra mente es unida sus divinos propósitos.

Cuando vamos a la oración normalmente estamos apurados, cansados y sin ganas de conversar
con Dios. Nuestras preocupaciones no nos dejan tranquilos. Por eso debemos aprender a
tranquilizar nuestros pensamientos y sentimientos. Concéntrese delante de Dios. Si está en sus
posibilidades, arrodíllese ante Dios, converse con Él.

Orar es conversar como se conversa con una persona a la que le tengo mucha confianza (con esa
persona que le llego a contar mis asuntos íntimos, lo que sufro y lo que me alegra, y sé que no va a
ir con el chisme a nadie).
Cuando intercedemos por los otros, nos unimos a Jesús en su poderosa obra de intercesión. Jesús
es el único intercesor justo. Él es el solicitador todopoderoso.

Descargue esta Presentación en power point que le guiará a practicar la oración intercesora en el
ministerio de oración de su iglesia o en su propia persona.

PPT – PDF

Libro: Siempre en Oración

La propuesta del “Siempre en Oración” es que toda la iglesia se involucre activamente en el


ministerio de la oración intercesora.

Todas las personas pueden participar del Ministerio de la Oración, porque siempre hay
intenciones, necesidades, pedidos e intercesiones que están en el corazón de todos.

¡Reúna, incentive, promueva, ore y motive a orar! La oración es una acción al alcance de todos, un
llamado divino extensivo y totalizador, que solo redundará en bendiciones a quienes estén
involucrados en ella.

Que su vida sea una vida de oración, que su ministerio sea un Ministerio de Oración y que su
iglesia se incline constantemente ante la presencia del Salvador.

LA ORACIÓN INTERCESORA DE JESÚS

Jesús está orando por NOSOTROS. Su gran oración sacerdotal está en Juan 17.9. Esta fue la oración
que él hizo por sus discípulos: “Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has
dado, porque tuyos son”.

¿Qué pidió Jesús al orar por sus apóstoles, por sus discípulos? “No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del maligno” (Juan 17.15). Él dice: “Señor, no te pido que los lleves de
inmediato al cielo, sino te pido que los mantengas alejados del maligno”.
En Lucas 22.31 – 32, Jesús le dijo a Simón Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido
para zarandearas como a trigo. Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle…”. ¿Hizo Jesús alguna
oración que no fuera contestada? ¡Claro que no! Él dijo: “…Padre, te doy gracias porque siempre
me oyes”. (Juan 11.41).

¿Por qué? Él siempre oró para hacer la voluntad del Padre. Él siempre oró con fe. El pecado nunca
estorbó su oración. Cada oración que hizo fue contestada, y oró por sus discípulos: “Padre, te pido
que los guardes”. Jesús dijo: “Pedro, el diablo quiere zarandearte como al trigo. Yo voy a permitirle
hacerlo porque necesitas entender lo que hay en tu corazón. Necesitas entender que hay algo que
debe salir. Voy a permitirle hacerlo, pero he orado por ti para que tu fe no falle”. Y ese mismo
Pedro que maldijo, juró y negó a Cristo, fue el flameante apóstol de Pentecostés que escribió dos
libros del Nuevo Testamento. ¿Por qué? Porque Jesús oró por él.

Nosotros podemos decir: “Sí, seguro, por Pedro oraron, y también por Santiago, Mateo y el resto
de ellos. Pero Jesús nunca oró por mí de esa manera”. Bien, en Juan 17.20, Jesús dice: “Pero no
ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”.
Simplemente escribamos cada uno de nuestros nombres justo debajo del nombre de ellos porque
él también pudo haber puesto allí nuestros nombres. Jesús ha orado para que seamos guardados.
Esa es una oración que transciende los siglos y las edades. Si él ha orado por nosotros, ¿recibirá
respuesta su oración? ¡Claro que sí!

Novedoso, muy poco enseñado y altamente estimulante en fe y confianza. No hay fundamentos


bíblicos que permitan dudar de esta afirmación.

Sólo la duda de por qué no parece funcionar con la mayor parte de los cristianos. ¿Será porque
ellos eligieron creer las mentiras del enemigo en lugar de las verdades de su Padre celestial? ¿Será
porque algunos no son lo que dicen ser, y el enemigo tiene derechos sobre ellos por esa razón?

Podemos elegir el motivo que deseemos. Lo que no podemos hacer, es dudar de lo expuesto.

Hebreos 7.25, dice: “Por esto también puede salvar por completo a los que por medio de él se
acercan a Dios…”. “Salvar por completo”. ¿Qué significa eso? Salvarlo hasta el fin porque él
siempre está intercediendo por nosotros.

El Señor Jesús hizo un trabajo completo en el Calvario. Él murió en la cruz y dijo: “¡Consumado es!”
(Juan 19.30).

Pero el trabajo que no ha terminado es la intercesión. Él está orando por cada uno de nosotros, y
esa oración es respondida. Él dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste”.

Dios les bendiga abundantemente.

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