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SOBRE LIBROS Y SU
VALOR
Marina Vives
El austriaco Heimo Zobernig, con el que justo publicamos «Books & Posters»
– lo ve de otra manera: «Los libros de artista son pequeñas cosas bellas.
Ofrecen profundidad sobre la manera en que piensa el artista, pliegan reglas
de diseño convencional en sus cabezas y trastornan nuestros hábitos
establecidos de lectura (…) También plantean problemas para el propio
artista, ya que sólo pueden ser producidos, adquiridos y distribuido con un
enorme esfuerzo. En cualquier caso, los libros de artista a menudo
demuestran que las pequeñas cosas bellas también pueden costar una gran
cantidad de problemas». Supongo que para Zobernig el libro es más bien una
masa crítica que le permite definir otros límites. Y esos límites son muchas
veces borrosos.
¡Creo que si! Hacer un libro implica otras destrezas, otras técnicas. Es una
obra que tiene otro aspecto, al final. Para muchos artistas que conozco, el
libro no es solo un libro, es también un espacio, un volumen, un objeto… una
secuencia de páginas y una secuencia de espacios.
Como sabes, todo en arte es muy subjetivo y aquí está la belleza de ello. No
hay tal cosa como una sola verdad. Creo que vale la pena hablar de cada
libro existente que se ha publicado desde Gutenberg pero personalmente, no
estoy interesado en el éxito de ventas. Estoy interesado en el libro que lleva a
una idea simple o específica y que representa una visión muy particular. Este
libro no es necesariamente bueno o bello y puede incluso ser un fracaso.
Permíteme citar a otra persona, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, que
declaró, con motivo de su conferencia en «Curating the Library»: «esencial a
la hora de elegir los libros es el azar y la casualidad. Existe un propósito, pero
en nueve de cada diez casos está limitado por el tiempo y las necesidades
espontáneas o emergencias. Nunca he comprado un libro sin salir de la
tienda con otro más». Y yo estoy totalmente de acuerdo con ello; el libro que
vale la pena no es el que es perfecto, sino el que es urgente.
Para el simposio que organizo para ArtLibris, que llega a su tercera edición
este año, he pedido a los invitados una vez más que traigan con ellos su libro
de artista «favorito». Sé que esto puede ser una pregunta imposible, pero
creo que ayuda en cierto modo al público a entender cuán amplia y diversa
puede ser la definición del libro de artista; o cuán subjetivos e individuales son
los motivos.
¿Y el título de la exposición?
El título proviene de una obra del artista galés Cerith Wyn Evans que se
presenta en la exposición. Consiste en una frase escrita en neón que cita una
frase de Guy Debord. La frase es, al menos para mi, un síntoma de lo que
ocurre cuando se lee un libro, y demuestra el poder de la palabra escrita para
que el lector pueda entrar en otra realidad. Esta obra en particular se produjo
con motivo de una exposición individual que comisarié en 2009. En aquel
entonces también produjimos un libro, que solamente incluía esta frase y
recuerda así los libros «Un coup de dés jamais n’abolira le hazard» de
Stéphane Mallarmé (de 1904) y el de Marcel Broodthaers (de 1969), dos
figuras de referencia para el artista. El trabajo de Wyn Evans es un muy buen
ejemplo de cómo un concepto en particular puede aparecer en diferentes
formas, como un libro y como un objeto.