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La escucha

La comunicación humana tiene dos fases: el hablar y el escuchar.


Generalmente se piensa que el hablar es la fase activa y por lo tanto la
más importante, y el escucha es algo pasivo e inevitable. Sin embargo,
mientras mantenemos este esquema, limitamos nuestras posibilidades de
desarrollar una escuche efectiva.

Sabemos hoy que la escucha es una de las competencias más importantes


de un ser humano. En función de ella, construimos nuestras relaciones,
desarrollamos nuestra capacidad de aprendizaje y de transformación.
Constituye un excelente indicador de la calidad de una relación, ya sea
ésta personal o de trabajo.
Recordemos cuántas veces hemos oído decir:

 “mi marido no me escucha”


 “mis viejos no me
escuchan”

 “mi jefe no me escucha”

Sin embargo, el problema no es siempre del otro. Es frecuente que quien


no se siente escuchado tampoco sepa escuchar. El problema está en la
relación. Es por eso, que lo más conveniente, es comenzar por analizar y
trabajar sobre la propia escucha.

La escucha valida el habla

Qué significa? La escucha es en realidad la competencia más importante


en la comunicación humana. Hablamos para ser escuchados.
Si digo una cosa y me escuchan otra, si doy una indicación y se hace algo
diferente, mi habla no ha sido efectiva. Es probable que esto me ocasione
problemas en diferentes ámbitos. Normalmente suponemos que, lo que
escuchamos ES lo que se dijo, y que lo que decimos ES lo que los demás
escuchan. No nos preocupamos por verificar si el sentido de lo dicho y lo
escuchado coinciden. R.Echeverría nos dice al respecto: “decimos lo que
decimos y los demás escuchan lo que escuchan”. Este desencuentro es el
que da lugar a lo que llamamos “brecha” de la cual volveremos a hablar
más adelante.

¿Qué significa escuchar?

Oír y escuchar son dos fenómenos diferentes. Mientras que el oír depende
de lo que nos permite nuestra biología, y se remite a la capacidad de
percibir sonidos. Escuchar, en cambio depende de nuestra actitud frente
al otro.
La escucha incluye aspectos que van más allá del oír, implica una acción
perceptiva más amplia. Un componente muy importante es el sentido de
la vista, particularmente la capacidad de observar la corporalidad del
orador. Factores como la postura, los gestos, el movimiento de las manos
y el resto del cuerpo, pueden ser tan importantes como los factores
auditivos. Por ello es necesario que escuchemos con todos nuestros
sentidos.
Por otro lado sabemos, que no habrá escucha si no hay interpretación, si
no procuramos darle sentido a lo dicho por el orador, para poder
comprenderlo. Si quisiéramos expresar lo antes dicho en una fórmula, ésta
sería:
Escuchar = percibir + interpretar

La interpretación es el corazón de la escucha

En la escucha, se superponen dos maneras de dar sentido a lo dicho: la del


orador y la del oyente. Es inevitable. Si recordamos que cada uno de
nosotros es un observador diferente, que interpreta la realidad de acuerdo
a su historia personal, social, cultural, además de lo que significan nuestros
límites biológicos, veremos con claridad que la interpretación que
hacemos de lo que el otro dice, siempre será una aproximación a lo que el
orador ha querido expresar. Surge aquí el concepto de brecha crítica. A
pesar de que ella existirá siempre, podemos tomar acciones para
reconocerla, hacernos cargo de ella y evitar que se convierta en el
precipicio donde la distancia sea insalvable.
Contamos para empezar con dos herramientas poderosas. La primera es
aprender a respetar las diferencias, que surgirán como en toda relación.
Debemos aprender a manejar las diferencias con el otro, desde el respeto.
La segunda herramienta consiste en que una vez reconocida la brecha,
hagamos la gestión correspondiente, para procurar que no alcance
proporciones críticas. En definitiva, hacernos responsables de esa brecha.

Contamos además con algunas acciones a las que podemos recurrir y nos
serán de utilidad.

1) Verificar escucha. Es importante desarrollar la capacidad, que me


permita sospechar de mi propia escucha. Puedo decirle al orador,
por ejemplo: “Esperá un segundo, quiero saber si te estoy
entendiendo bien. Lo que me estás diciendo es…” Entonces con
palabras diferentes de las que utilizó él/ella, comparto la
interpretación que hasta el momento he hecho de sus palabras. No
se trata de hacerlo con todo lo que nos dice. Se trata de priorizar, y
verificar en los momentos en que estimemos que el riesgo de un
malentendido es mayor.
2) Compartir inquietudes. Cuando hablamos, lo hacemos en general,
para hacernos cargo de algo que nos inquieta. Muchas veces el
orador no deja claro las inquietudes que lo llevan a decir lo que dice.
Esto dificulta la interpretación del oyente. En este caso,
procuraremos aclarar esas inquietudes a través de preguntas claras.
Por ejemplo: ¿“Qué pasó, qué te lleva a decir lo que dices?
Averiguamos antecedentes que lo llevan a hablar del modo en que lo
hace.
3) Indagar. Lo hacemos para reducir la brecha, frente a lo que no nos
quedó claro, porque caben distintas interpretaciones, o porque el
relato nos resultó ambiguo, o porque no estamos seguros de nuestra
escucha.

LA ESCUCHA COMO APERTURA

Lo central en la escucha es la apertura. Escuchar es abrirse al otro.


La apertura requiere, por lo tanto, la humildad de sabernos limitados y
precarios, y el respeto al otro, un respeto que acepta la posibilidad de que
él o ella puedan mostrarnos algo nuevo. La escucha descansa en el valor
que le otorgamos a ese otro y es una de las manifestaciones más claras de
nuestra capacidad de conectividad con los demás.

¿Cuál es el mayor desafío de la escucha?

La capacidad de comprender a otro diferente a nosotros, aceptando la


diferencia como legítima. El otro puede pensar de manera muy distinta a
nosotros, sin que ello signifique necesariamente que está equivocado o
que lo que piensa sea falso o inadecuado. Por ello, es necesario, partir de
una predisposición de respeto, que implique, no hacer de la diferencia un
criterio de descalificación. Sin embargo, la competencia de la escucha, no
compromete nuestra capacidad de discrepar. Podemos comprender y al
mismo tiempo no compartir.
Corresponsabilidad oyente-orador

La escucha no es solo responsabilidad del oyente. De una manera


importante es también responsabilidad del orador. Una vez reconocida la
brecha, el orador, puede asumir también la responsabilidad, para que ésta
sea mínima. La escucha está condicionada también por la manera como
hablamos. Si lo hacemos desde el respeto, interesados no sólo en exponer,
sino también en escuchar lo que el otro piensa, si la emocionalidad que
irradiamos es positiva, la capacidad de escucha del oyente se expandirá.
Todo esto nos muestra, que para garantizar una escucha adecuada, es
necesario que aprendamos a hablar de una manera tal, que conduzca a
una escucha abierta y efectiva.

Como lograr una escucha activa y efectiva? (síntesis)

 Crear un clima positivo para la comunicación


 Mostrar disposición física y mental para prestar atención
 Dejar de lado nuestros prejuicios
 Atender al lenguaje no verbal y detectar emociones
 Evitar evaluar, juzgar, y sobre todo descalificar.
Revalidar lo escuchado con preguntas que aseguren nuestra
comprensión

Otros beneficios de la escucha activa

 Genera confianza
 Nos permite conocer mejor al otro
 Quien habla se siente valorado
 Estimulamos al otro a escuchar
 Fortalecemos la relación
 Siempre podemos aprender de lo escuchado

La escucha activa construye

Bibliografia: Ontologia del Lenguaje de Rafael Echeverria. Editorial: Granica Jc Saez Editor 2011.-

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