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el | “libro nese | a a aa i | °Parra | ! | The BPEL O ea Hija de una campesina y de un profesor de miisica, hermana de poetas y cantores, y madre y abuela de misi- cos e intérpretes notables, Violeta Parra es un caso singu- larisimo en la creacién artistica chilena y latinoamericana. Compositora, cantante y poeta ella misme, pero ade- més pintora, bordadora, ceramista @ investigadora del folklore, su obra apenas necesita, hoy, presentacion. En su pals —Chile— inaugura una época en la mésica popular y ta llena y preside sin esfuerzo, pasando de precursora a mentora, con cartas de nobleza que tardan algin tiempo en reconocerse, pero que con los afios todos terminan por acepter como indiscutibles. En el ambito latinoamericano Violeta Parra se sitia, junto con Atahuaipa Yupanqui y unos pocos nombres mas, como uno de los grandes renovadores de la cancién continental. Con ellos desaparece el pintoresquismo f4 de tarjeta postal, al gusto por e! melodrama huero y la sién esterectipada de una América Latina en que lo rural se forma como signo de lo nacional. Ellos representan en misica lo que los llamados «escritores del boom» encar- nan en literatura: al arte latinoamericano se pone botas de siete leguas y se marcha a recorrer el mundo, iniciande un periplo que no parece que quiera todavia llegar a su fin. «Violeta de los andes», «Viola volcénica», la llama su hermano, el poeta Nicanor Parra. Lo cierto es que ella vive con la misma vehemencia y la misma furia que pone en su quehacer artistico. Criollisima («barro populars, «pueblo verdadero», dice de ella Neruda), su pais, sin embargo; no la comprende al principio, o la comprende apenas, Necesi- taré varios viajes al extranjero para traer de alli la madurez y el reconocimiento. Entre estos ires y venires, y el bataliar, y el no darse tregua nunca para conseguir ser escuchada y sobrevivir, se da tiempo para amar, tener hijos y criarlos, anudar amistades, querellarse con maledicentes y enemigos. mientras va dejando, casi como si no se diera cuenta de ello, las sefias de su presencia en la tierra: A/ centro de /a injusticia, Corazén maidito, Arauco tiene una pena, Casa- miento de negros, La jardinera, Y arriba quemando e/ sol, Qué diré el Santo Padre, La carta, Maldigo def alto cielo, Mazirquica modétmica, Volver a las diecisiete. Run Run se fue p’al norte. Mas de un centenar de canciones, muchas de ellas memorables, como Gracias a fa vida, «letania amorosa a |a existencia cotidiana, envolvente, insupera- ble», que da varias veces la vuelta al mundo, Violeta escribiré su autobiografia en verses en un libro que tiene verdadero encanto: Décimas. Y en los dias en que el cansancio 0 la enfermedad le impiden salir a can- tar, alterna la escritura de poemas y canciones con el bor- dado. Asi nacen sus prodigiosas arpilleras. isabel parra el “Libro > ul EF oleta ©Parra M del F ; Libros del -MERIDION- Publicados por EDICIONES MICHAY, 5. Av © Isabel Parra © Ediciones Michay, S.A. ‘Axlabéc, 7. 28014 Madtid (Espana) ISBN: 84-85594-12-6 Depesito Legal M-9976-1985 Inspreso en los talleres de Graficincs, SA Eduardo Torroja, 8. Fuenlabradla (Madrid), er el mes de marzo de 1985 Cubierta de Patricia Graf IMPRESO EN ESPANA Sumario Pégs, Prélogo (Victor Casaus). . . ee al eae ee a eed 45 59 73 83 101 Cae ee oe siniucnpe deter se acumnd & E Soa on ee Bee Beefheart tain Roe Soc Hate aaa DED ORS RE yee n Esl, Perks See eee te wea on a) Es ARMIN se Pe 5 ees go ao ro ea CMRI pars: otis Mcrae aBAR OS pate Divengrafia, Biblingrafia y Filmmagrafia. . pe SS ee ee Sai. Nero ine uiione so fiona dante S Gdn a BEL Yo ree que todo artista debe aspirar ¢ tener como meta el fundir su trabajo en ef 1on 4acto directo con ef puiblica. Estey muy contenta de baber Uegads a nn punto de mi ira bajo em que ya na quicro mi siquiera hacer tapicerta, ni pintura, ni poesia, ash, suelta Me conform con mantener la carpa y trabajar esta vex com elements vvas, con el paili- 0 corguita de mai, al cual yo puede sentir, tocar, bablar ¢ incorporar a wi alma. Quien nos habla asi, desde una entrevista de 1966, es Violeta Parra, y lo que nos dice puede tomatse muy bien como la sintesis de su poética y también, en alguna medida, come 1a explicacién de este libro. Folklorista y pintora, cantante y ceramista, compositora y poeta, de- cimista y bordadora de arpilleras mdgicas, Violeta Parra es un alto, que- tido ejemplo del genio creador del pueblo, Este Libro mayor de su obra y de su vida quiete ser uni homenaje a esa vida y a esa obra. Hoy, cuando se reimprimen en diversos patses las canciones de Violeta, y algunos de sus textos se antologan y comentan —incluso dentro de Chile—, este Libro mayor viene a reunir textos poé- ticos, letras de canciones, cartas inéditas y fotos que Isabel Patra fue re- copilando amorosa y tenazmente durante estos afios, para darnos una suma mayor de la multiple creatividad de Violeta Parra, Lo que expresaba Violeta en el pérrafo inicial era también la culmi- nacién de un largo, tenso y fecundo periodo de trabajo, durante el cual se produjo una fusion admirable y aleccionadora la de la vida con la obra, Los que hoy se detienen emocionados ante algin verso suyo, los que Se preguntan cémo logré esta mujer bordar esa flor que no es sdlo flor, y cémo pueden conmover hasta el llanto esta guitarra y esta vou, estén sintiendo, traducido en letra, color o sonido, el peso de esa unin entre lo hecho y lo vivido, su correspondencia, su alegria y su tragedia. La vida fue vivida intensamente por esta mujer que a los 49 afios habia recorrido Chile de arriba p'abajs, desenterrando folklore, y habla entiquecido con esos hallazgos las estremecedoras canciones que hacia, y se habfa ido al otro 9 lado del mundo a mostrar el fruto de sus manos y de su guitarra Que habia amado y tenido hijos y vuelto a amar siempre Que habfa sacado fuerzas para entender y soportar tanto desdén sobre su trabajo y su es- fuerzo. Que habfa expuesto sus bordados y sus cuadros en la acera, al aire libre, lo mismo en las margenes de un rfo que en el salén de uno de los més grandes museos del mundo. Esa vida intensa, que comenz6 én San Carlos, provincia de Nuble, centro de Chile, octubre de 1917, trajo primero una infancia campesina, poblada de hermanos y penutias econdmicas. Cuando esa infancia esté terminando (1932), Violeta se va a la capital, donde su hermano Nicanor —ya instalado como inspector de colegio— se encargard de que se ma- tricule en la Escuela Normal. , Dos afios después, Violeta abandona los estudios (otra vez el fantas- ma concreto de la precatia situacién econémica) y comienza a trabajar con sus hermanos en los boliches de los barrivs populares. Se trata de un trabajo duro ¢ inestable el que realizan en estos sitios: no tienen ante ellos el auditorio atento de un teatro, sino ruidosos y alegres consumido- res de licor, para los que esta musica que interpretan es como el eco de otra muisica que han oido muchas veces. No sera hasta principios de la década del 50 que la produccién art(s- tica de Violeta —composicidn ¢ interpretacin— alcance el nivel de la autenticidad cultural verdadera, que se convertitfa en tasgo definitivo de toda la actividad de esta mujer decidida, constante y conyencida de que en su wz de tarro habjan empezado a sonar los ecos de su pueblo y se ha- bia comenzado a expresat la inquieta urdimbre de sus deseos, sus angus- tias y sus esperanzas, El mejor Libro de Folklore Coudndo se iba a imoginar yo que al salir a reegger mi primera canciin, an dia del ato 53, on la Comana de Barrancas, en Santiago, tha a aprender que Chile es ol mijor li- bro de folklore que se baya escrito. Cand aparest en la Comuna de Barrancas a con nersar con dota Rosa Lorca me parecié abrir este libro, Y en ese mundo supo penetrar Violeta Parra. En el de dofia Rosa Lorca, por ejemplo, llegando al punto de identificarse con aquellos que le ofrecian datos, canciones viejas, costumbres, creando identificaciones, re- lactones plenamente humanas, que se desarrollaban durante afios. Y, ms alld del mundo particular de una fecunda informante, Violeta 10 penetré en el mundo ancho —y ajeno para la cultura oficial— de las ri- cas y variadas fuentes folkléricas de Chile. Violeta comenzé investigando el folklore de su provincia de Nuble, siguié por toda la zona cenitral, des- cubrié la peta de Arauco, trabajé en Concepcién fundndo un Museo de Arte Popular, bused raices en Chiloé, rastred finalmente la musica norti- na. Lo que hay en medio de estas cuatro lineas que resumen su trabajo investigativo es una suma de esfuerzo y constancia que encuentran su explicacién \inicamente en la voluntad firme de Violeta, y en su confian- za en los valores que estaba redescubriendo y divulgando. Es necesatio sefialar estos elementos para entender, en toda su di- mensién, lo que significé la tarea inmensa de Violeta Parra para abrit este Libro de folislore. Vistos desde hoy, desde la distancia, los resultados de su trabajo pueden aparecer como productos «naturales» de un genio indudable. Sin minimizar la importancia de ese factor esencial, es preciso, sin embargo, ver la otra cara, ignalmente valiosa, a ratos anénimamente heroica, de esta medalla de Violeta Parra: esa vocacién firme, indoblega- ble, de rastrear rafces musicales en un pasado que no se detenia en la cancién del siglo XIX, sino se remontaba mucho mis alld, a las fuentes ancestrales de la rice herencia indigena. Y para aquella busqueda sélo.contaba con su decisién, su voluntad y su conviccidn', Esos factores iban en busca de una visién y una préctica del folklore que evidenciaban, de hecho, las limitaciones de una concep- cidn muy en boga en aquellos afios que definfa cl folklore en estos marcos: cursileria envuelta en 10s colores nacionales; lo popular detenido en su re- peticion; el gusto adormecido ante esa forma de traicién a la cultura del pueblo. Por todo ello, los esfuerzos de Violeta para levar adelante sus investi- gaciones no encontraron apoyo material ni aliento espiritual en los orga- nizadores de la cultura oficial, A cuadeeno limpio, sin gtabadora ni trans- porte propios, sin infreestructura en que apoyat todo cl trabajo, recogis 1. HH drremplazable Tomis Lagoe —como llama el eritico Juan Andés Pia a esta figurt que ofrecis a ‘Wioleta su inestimable ayuda en aquellos sos se pregumtaba, con asorabro admirader ‘ dentro de su obra, se ex- presan con toda claridad las tensiones y la violencia de la lucha de clases: un mee viene a decir la carta que on mi patria no bay justitia, Los bambrientos piden pan, plone ler das la milici; sf y se caracterizan, «a la chillaneja», con la sintesis y la gracia de la imagi- nacidn popular, a las clases detentadoras del poder: De esta menera pompusa quieren conservar su asiento Jas de abanica de free sin tomer merecimiznte.. Contra los aparatos represivos se enfrentan esas anes que ne se asustan / de énimas ni policfa, que hicieron confesar a Violeta cn cl titulo de una de sus canciones: me gustan las estudiantes. ‘A su actividad incesante y vital en la lucha del lado del pueblo, a su representacién de la juventud y lo nuevo, dedicé Violeta esa cancién go- zosa de denuncia. En ella se declaran los enemigos contra los cuales combaten esos pajarilles libertaries, / iesal que los elementos: polictas, sotanas © regimientos, engafto y mentira (le dicen Aarina / sabiéndose que es afrecho), ignorancia y oscurantismo (descubren lo que se esconde / adenira del eanfesorie). No es extrafio ni casual que esta cancién de Violeta fuera la columna vertebral de un vibrante documental al que también dio titulo, realiza- do en Uruguay a finales de la década del 60, que en sus imagenes calleje- ras, filmadas en las barricadas donde los jévenes enfrentaban los ataques policiales, mostraba la misma certeza que la voz de Violeta cuando nos canta que los estudiantes son /a Jevadura / del pan que saldrd del borne / con toda su sabrosura / para la boca del pobre / que come con amargura. La vocacidn de cronista de su realidad y de su época puede hallarse en decenas de ejemplos como éste, en Iineas situadas dentro de una can- cidn de «otro tema», o envuelta en la ternura personal y humana con que Violeta Parra fundia vida, obra y pasion populares al proclamar la nece- sidad de guerrilleros como Manuel Rodrigues, awando mos vender Ja patria / como si fuera abjler. Asf llamé Violeta la atencién en su crénicas cantadas, en sus cancio- nes de rafz y vocacidn tan testimoniales, sobre las draméticas realidades 18 de su patria y de su continente. Y fue ésta, sin duda, una actitud cons- ciente, nacida de la comprensién y de la vivencia de tales tragedias”. Mu- chas veces se ha citado esa especie de declaracién de principios que hace Violeta cuando nos advierte, guitarra en mano: Yo canto la diferencia / que hay de to cierto a lo falso, / De to contraria, no canto, y que se ratifica en esta otra pottica, ubicada en sus décimas autobiograficas, populares y sabias: Si eseribo esta poesia ‘mo es silo por darme gusto, ‘ms bien por anterle wn susto al mal con alevoria; quiere mercer la part’, por ew prendo centellas que me ayuden las estrellas con su inmensa daridad Pia pablivar la verdad que cud’ ala sombra wn Ja tierra. 7. Wioleta explicé en una entrevista relizada a mediados de la-década del sesents: Ba Chile ay peridies ‘qne no som emails onmig, los de derechs, de a burguesa. Pera lo, le faba flkdoe es asi sn cara racste. Yo $0 Si Balt Yn a pn el ns tr ef ama Por suouetto. que ‘Violets xse ocupaba también de politican cuando «solamenten cantabs: expresindo los problemas y las ansias de ls clases populares, sefiahind por sus nombres a los opréiores, definkends a inte del eesemiét, as cancones de Violeta hin sido movilizdoras de Ix conciencia popular en Chile 7 er todo nuestro continent. Pero ea la actividad politica més préctica y conerets tambien Violeta participé desde muy joren, caando adminiites un almacen de abestecimientos on el gobierno de don Pedro Aguirre Genta. Attos mas tarde, er 1964, cuando uno de los miniztros de aquel gobierno, Salvador Allende, ee presentaba ccmo cand. “to presen. Gal, Violeta Para escrbba desde Santiago en una carta: La Chaba se wean pave mejor que all [ew Pert]. la traba: nds oa capa resident yen reitale. Abona etd grabande diss. Yo también try Sa inti de haalo pens me ‘mare ¥ ab otro dia vermin a carta cand las thicnas noticias: Ayer, 4, hemos pasado ogra sate. Perdima las ee los. Frei sali tee y oder os alindits temas pv. Sin embargo, la mejor prucha de la actividid politica de Violees Parra ka ofrece sin duda la noticia pare ida en el diario El Mercurion del 2 de octubre de 1973, Segin las disposiciones de} Intendente Milisar de Ic Provincia, la poblacién Violet Parra pasarls a dencmiarse PoblaciGn Brigadier Luis Craz Martine, como rmaners de hacer justicia a los valores propiamenre nacicnales y dar término a las designaciones politica, tan- to extranjeras como de! passe, ©, como y habia cantado Violets alos ated Peskin of audits / i finde ican / Creu larga i tar, 19 Artista y publico: El milagro del contacto Algunos criticos han seftalado que después de la muerte de Violeta existe una especie de «complejo de culpa» entre muchos de los que la tu- vieron en Chile, bordando, componiendo y cantando, y no se dieron cuenta de lo que eso signifieaba’, En el fondo se trata del piadoso acto de contricidn de una concep cidn de la cultura y de les clases dominantes que propugnan ¢ imponen esa concepein. Lo cierto es que ignoraron a Violeta y le negaron respaldo y ayuda material porque les era ajena —y les era hostil—. Violeta representaba —por la temdtica de sus obras, por sus buisquedas y hallazgos en las au- ténticas fuentes del folklore, y por la forma y la intensidad con que esta- blecfa comunicacién con su publico— los valores, las vicisitudes y las esperanzas de las clases populares. Era una cultura ofa la que Violeta investigaba, enriquecia y divulga- ba Por ello, no encontraba apoyo en los representantes de la cultura ofi- cial, elitista, ni en los organizadores de los medios masivos de communica- cidn. Yaen 1954 Violeca habfa demostrado las posibilidades y el aleance de la difusién masiva de sus investigaciones folkidricas —y de sus pro- pias canciones puestas en funcidn de ese fin— en un proyecto excep- cional dentro del panorama de entonces el programa «Canta Violeta Pa- tra», de Radio Chilena, promovido pot Rail Aicardi y escrito por Ricar- do Garefa. Este Libro mayor incluye testimonios sobre este suceso cultu- ral y una documentacién ya hoy histérica: fragmentos de uno de sus li- bretos originales. Esa valiosa excepcién confirma la regla, El programa —que se propo- nia una acercamiento riguroso y ameno a la cultura popular expresada en canciones y costumbres— durs alrededor de un afio Mucho mis tiempo duré el desdén de los manipuladores de los me- dios masiyos de comunicacién. La fabricacién propagandistica y el lanza 8, eDespuds de su muerte los actos de mea culpa no se dejan esperar'y ahora todos, un poco arcepenti- dos, queremos tener un disco de Violeta Parra o una agplless, queremos ordlenar sobre una mesa sos poemas Y eimpesar a crabsjar sobre ellos pura ir descubtiendo gue lo que hi esta mujer fue algo mucho és serbo de o que nadie ve imaging, excribe juan Andrés Pita en la introduecién ya eitad, El desdién hacia el tesbaje: de Violeta torna ain ms itritaate cuando recordamos que va dirgido contra alguien que afirme: Ne to de dre ha entre of artista pablo milagre del oma. 20 miento de cualquier cantante de segunda fila ocupaba mds tiempo y re- cursos que la divulgacidn de la obra artfstica de Violeta Parra. Lo maravilloso’ y lo aleccionador es constatar, desde hoy y desde aqui, su respuesta: buscar y utilizar vfas eficaces y directas para llegar a su puiblico, a su pueblo. En esa tensién entre las negativas oficiales a la difusicn sistemitica y eficaz de sus obras y la sostenida decision de no renunciar a hacerlo por cualquier via, Violeta confirms en estos afios finales de su vida (que coinciden, en su caso, con los de la plenitud artistica) una visién integral de su trabajo: barré huellas entre géneros y modos de revelar la realidad; declar6 su propésito de acercarse més atin a la gente: Estey muy contenta de haber Hegado a un punto de mi trabajo em que ya no quiero ni si- qwiera bacer tapicerta, ni pintura, ni poesta, ast, suelta. Me conformo um mantener la ‘arpa La carpa era la Caspa de La Reina, y fue el terreno en que Violeta puso en prictica por tltima vez esa forma integral de difusién de sus ar- tes que —como contraste involuntario ante la sofisticacién creciente de los medios masivos de comunicacién— adquirfa un cardcter muy cerca- no a lo primitivo, con ese poderoso encanto de lo ingenuo y lo vital, y en el que la produccién y la difusién artistica perdfan mucho de la enaje- nacién gue la socicdad'mercantil les ha impuesto histéricamente en las sociedades divididas en clases. Violeta habia tegresado a Chile en junio de 1965, después que la te- levisién suiza filmara en Ginebra un documental sobre las multiples fa- cetas de su creacién artistica. Ya en Santiago, canta con sus hijos Isabel y Angel, y con los folkloristas Rolando Alarcén y Patricio Manns, en la Pefia de los Parra, habilitada por estos jévenes compositores ¢ intérpre- tes a comienzos de ese mismo afio, y donde poco después se incorpora- fa Victor Jara. Después de grabar su disco Rerardando a Chile, Violeta participa en la fe- ria de la Exposicidn Internacional de Agricultura, con una carpa movil en. la que instala su pefta folkldrica. Me esa experiencia saldrfa Ia idea de insta- larde manera estable una carpa para realizar su trabajo art(stico integral, y asf lo,hace. El terreno disponible aparece en un lugar poco céntrico, de escasas fa~ cilidades de transporte para sus futuros visitantes. Pero Violeta dirige y realiza las instalaciones imprescindibles para que esa carpa de circo alber- at gue mesas, sillas y braseros, y desarrolla, ya allf, una actividad febrik com. - pone, canta, anima, esculpe, borda, cocina, recibe a los visitantes, realiza giras y viaja de ver.en cuando a Bolivia, donde Gilbert Favre ha instalado uuna petia folkldrica y ha fundado un grupo musical integrado por indige- nas del Altiplano. EL sébado tne 150 personas en ta carpe. Tenemor comida patra el pudblice asaditas, empanadas fritas, sopaipillas pasadas, caldo, mate, café, mistela y muisica (...) Hide xn brasero redends en la tierra alrededor del palo central, bien srande. Dies, teteritas y muchos fierras lenes de carne. \Gud maravilla ss wi carpa ahora! El entusiasmo palpitante que transmite este fragmento de una de sus cartas era lo que Violeta oponta a las pequefieces y mezquindades con que algunos miraban su proyecto y su trabajo, y a la desidia w hostili- dad que éstos originaban en los predios de la cultura oficial. E| uruguayo Alberto Zapicin, que trabajé junto a Violeta en este perfodo, ha contado cémo muchos de los vecinos adinerados de los alrededores de la carpa acostumbraban a quejarse del «ruido» —y cémo nunca entraron para averiguar qué se hacia allé adentro—. Y también cémo los carabineros llegaban a revisarlo todo —incluso la habitacién de Violeta— con su- Puestas acusaciones de que allf se. vendia licor sin permiso. El trabajo en la carpa se desarrollé durante mds de un afi, entre la actividad febril de Violeta —a veces rota por crisis de desencanto— y las dificultades materiales para llevar adelante la empresa. Hasta que el 5 de febrero de 1967, se hizo el disparo que le costé la vida. Yo elegirfa quedarme con la gente Yo oreo que ol caso de Violeta Parra ex uno de les mds tccepcionales e interesantes de cuantat se paedan pretentar en el arte de Latinoamévica (..) Ella os lo més cbileno de ta mds chileno que yo tengo la pasibilided de sentir; sin embargo, es al mitmo tiempo lo mis universal gue he conacido de Chile (...) La mds genialmente individual y al mismo tiempo lo mds genialmente papular (..) Fira una fuera que se ballabe corgada de wna conciencia sumamente hicida de cu propio ualer, y a través de éxte, del valer, dela calidad de todo lo que ella baba buscado y encontrade en las clases populates. Esa fuerza que sefialaba ua profundo conocedor de estos asuntos, el peruano José Marfa Arguedas, ¢s la que seguramente anima, de forma 22 activa y duradera, la hetencia de Violeta Parra. Este Libro mayor suyo quiere contribuir a que esa herencia «we propague por toda la poblacién», reuniendo la mas completa muestra de su obra multiple y nuestra, unida al hilo de su vida: firmemente unidas obra y vida, su primera ensefianza. Un libro casi siempre se esta haciendo durante mucho tiempo. A ver ces, mucho més tiempo del que somos capaces de calcular. Asf pasa tam- bién con este Libro mayor: lo empezd Violeta en Nubile, lo levé por Chile y por el mundo, lo escribid en cuadernos y guitarras, lo exhibio en ace- ras y salones de museos, lo canté, lo disfrutd, lo sufrid, lo vivid. Si hoy es libro reunido, papeles puestos en algiin orden, tiempo vuel- to a contar, es porque Isabel Parra lo fue recopilando y rescatando. Y porque Haydée Santamacfa, directora de la Casa de las Américas, Jo ale td durante afios, al calor de la admiracién y el carifio que sentfa por Vio- leta, diffcilmente traducibles en las palabras finales de un prélogo. Con ese carifio y esa admiracién saludamos, en su Libro mayor, a esta Violeta Parra nuestra, latinoamericana y popular, sufriente y gozosa y combativa como la vida misma, y 4 su amorosa decisién de quedarse para siempre con nosotros. Victor Casaus 23 Primero pido licocia pa’ etransportars la guitarra; después digo gue fue Parra itien oe done la excistencia; i me falta Ia elosuencia fara tejer of relato ‘me pongo a penser tn rato afirmande el «iyntunea», aver si asi deletreo con arid mi retrato, ISABEL Mi madre, Violeta del Carmen Parra Sandoval, nacié en San Carlos, pi vincia de Nuble, al sur de Chile, el 4 de octubre de 1917. Mi abuela, risa Sandoval, era campesina y viuda al casarse con el abuelo Nicanor que eta profesor de musica. Los hermanos de Violeta son: Nicanor, Hilda, Roberto, Eduardo, Lautaro, René Elba, y Polito; sus medio-hermanos, Marta y Olga. En las «Dérmas» Violeta cuenta de su infancia, que transcurre en Lautaro en el barrio Villa Alegre, y habla de sus padres, abuelos y pa- rientes.. 25 Aqui presmto.a mi abuclo, sofires, demen perio: tno ora wn tata peti, muy prio van a seberto, cn ess tienopas dol duelo sersao fue en Io de less, bablaba lengua de reyes, asd corhate de rasa, batelera tlegantosa “yen su mesa pejerreyes. VIOLETA Mi padre era un profesor primario, era ¢l mejor folklorista de la region y lo invitaban mucho a todas las fiestas. Mi madre cantaba las hermosas canciones campesinas, mientras trabajaba en su maquina de coser. Mi taita fue muy tetrario. Pa’ profesor estudié: ya fas exouelas logé 4 exsehar su divsionario, Mi mama coneo aanario rnacié en ux campo fleris camo zormzl entsimaio erecié entre las candelillas conse Io gu'es Ia trill, Ja molienda 9 Lamarijo. VIOLETA Aunque mi padre no queria que sus hijos cantaran —cuando salia de su casa escondia la guitarra bajo llave—, yo descubrf que era en el cajén de la méquina de mi madre donde la guardaba y sc la robé. Tenta siete afios, Me habfa fijado bémo él hacia las posturas y aunque la guitarra cra de- masiado grande para m{ y tenfa que apoyarla en ¢l suelo, comencé a can- tar despacito las canciones que escuchaba a los grandes. Un dfa mi ma- dre me oy6, no podfa creer que fuera yo. Semana sobre semana transesrre mi edad primera. Major ni hablar de la esexela; Ia odit com todees mis ganas, del libra basta la campana, del lpia al pizarrin, 26 del banco baste! profesor yempirco a'mar la guiterra donde siento yma farra ‘ali aprendo nna camitn, Dive mi mand gue fui 54 guapa més dovosita, pero la suerte maldita 10 do guise consent, Exped a haterme sufrir, primera, oom la alfombrilla, despucts la fiebre amaritia, ‘me camvirtié en orején. Otra vex, ol sarampiin el pasta y la culebrilia. Contra su pecho, mi mama me defendia furinsa, come una joya preciosa, ‘ome una fuarida rama, Si tia fald? on mri cama era muy grande consutlo, Le 100 wom sus desvels, busmedeciendo mis labios; Ja ficbre me daba agravias, 4a sed me quia ef resuelte, ISABEL La familia de Violeta tiene que irsc después al sur, en busca de trabajo, Son los tiempos de la dictadura de Ibifiez. Por ce tiempo, el destino se descargé sobre Chile; eayeron miles y miles (Por casa de wo hombre india Explica el zarre ladine que busca ta economia; J siempre la cesantio, sequin tle considera, manchando muesira bandera con sangre y alevosia Fue tanta la didadura que prastics este malvado, que sufy'l profesorado 27 ja més forez quebradura. Hay mutta por la basura, ‘muita si salen de noche, multe por cabwa 0 por bocke, cambié de nombre a las pcos; prenden a gordes y faces asi no vayan ea coche. Las mitios ya no son mito, som pajaros espantadss, Je temen a los soldados somo a las bestias en pitt Este reewerdo me ciito al centro del corazin, voncédanme la ocasion para decir crudamente, Viele aos doce af0e. con su hermano. Ibs, el presidente, Eduard. tra tan cruel camo of Livin. ISABEL En 1932, con quince aftes de edad, Violeta se va de su casa a encontrar a su hermano Nicanor, que ya vive en Santiago, donde es inspector ad bono- rem en un colegio Del momento en que llegué mi probr’hermano estudiante, se cOnvirtid, en un instante, en pair'y mire a la ver. ‘Me Meva a una sastreria ‘me compriun lindo uniforms, se considera conforme del verme de azul vestiia; en wna pagueterida mercerivaitos cafe enagua seda creps, apates de cabrisilia; cambiaba la sopaipitta del momento en que llegué. * A Don Amuro Alessandti Péhma, prsicente de'Chile (1920-1925 y 1932-1938), to Uamaban wel Leon de Tafapacts, 28 Regreso my orgullesie 1a casa de mei pairing, me mivan con desatine me deshojaron ta rasa; ssi ellas siguen fastidiosas yo me bago Finteresante, ‘me dicen qu estoy flamante par'ingresar a Fescuela, contempla su parentela mi pobrhermano estudiante. No sé de qut'ectan hablando, (pero me siento inconjorme mirdindom'el unifor nue; pare quiestey lorande mi bermano Io va natando, definde con gran desplante Ja nite es wn'aspirante «a un oursy de mradures, Ja sitwaciin al revés se convirtié en un instante. Abvoire dia lemprano Mage eors'un profesor, con libres un gran montin yan mapamsndi en Ia mano; con aire de scberano prentreg’an libro de inglés, wn cuaderno de francés, debe embarcarme en las lenguas se suelne cuande me arenga en paire y maire 2 la ver. ISABEL En Santiago, Violeta estudia un par de aftos en la Escuela Normal. Pos- teriormente llega el resto de la familia a la capital. Se reproduce allf la situacién ya conocida: buscar un trabajo que no aparece, Violeta comicnza a cantar en los boliches de los barrios populares, junto con su hermana Hilda. En uno de esos boliches, «El Tordo Azul, Violeta conoce a mi pa- dre, Luis Cereceda, 29 ISABEL Lo vi por primera vez en usa gran maguinaria ‘por la via ferroviaria de Yungay' a la Alameda, on na chogueta raver de cuero, por la vestana; talén talén la campana rebumba en mi corazén por dd joven conductor que me hace mil musararias. Ahf se relacionan. Se casan en 1938, En kos boliches Violeta cantaba boleros, rancheras, corridos, alguna muisica espafiola: la musica repetida, estereotipada de estos lugares. Mi padre no querfa que ella siguiera cantando; la querfa dedicada a la casa. Violeta se oponfa a esto, a pesar de que en esos lugares pasaban cosas terribles, como ella misma nos ha dejado dicho en sus décimas. Tambien viene a mi cabexa, como sina vista brasal, sn martes al aclarar se llevan a ia Teresa centre nuevo, a la fuerza Larrastran Mapocko abajo sactadole tes rfajes, mientras se hacen que no ven somes que dicen amin por no eatregarse « las tajos. Yo debo seguir cantando pues paga la clientela, mas ta vor se me congela; ta Tere ya esta gritando, se Je oyen de cuando on cuando, cada vex, menos los gritos; nds tarde s¢ oyen ios pitos del vigilante atrasa'a sorrindo desafora’s pero despyds del dejito, Al otra dia tas diarios anuncian con letras grueras que ballaron una Teresa muerta por unos barbaries, Qué sacan del comrntarin Esas eran cosas que le pasaban, por esta época, a Violeta Parra. Si exriba esta podesia 1 as silo por darme gust, mds bien por meterle un susto al mal con aleeosia; quiero marcar la parti, ‘por eco pronds centella, (que me apuden las estrellas com su inmensa claridad pia pwblicar la verdad que and’ala sombra on Ja tierra ISABEL Violeta recorria las radios tratando de que tanto sus canciones originales como sus recopilaciones fueran incorporadas al repertorio de algunos cantantes de «muisica chilena». A veces, lograba sus propdsitos. Hasta la aparicién de Violeta, existfa en Chile una investigadora y folklorista, Margot Loyola. Como ha contado la propia Margot, las rela- ciones entre ambas etan conflictivas. Yo presencié buenos momentos entre ellas, también: eran comadres, Margot era madrina simbélica de Rosita Clara. Se mostraban Jas canciones que habfan recogido, se hacfan confidencias, y también discutfan. En 1954 Violeta recibié el Premio Caupolicdn, como la mejor folklo- 47 rista del afio. El Premio le fuc entzegado en funcién de gala, cn cl teat Municipal, por Patricio Bunster, coreégrafo, bailarin y profesor de da Patricio recuerda atin la imagen de Violeta recibiéndo el Premio: lo tomé ea sus manos y se lo-puso en el pecho, y lo acaricié como si se tra- tara de algo vivo. Entonces recibe esta invitacién: Una masiama de jonio (gee brilia ta capital, baja una lavia invernal camino sin gran apa; sme ditienen en ef muro

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