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1.

Ocupación de España por los musulmanes


En la era del 749, mientras por dichos enviados [Tariq y otros]
se devastaba España y se combatía con gran furor, no sólo contra
los enemigos, sino también entre sí, Muza [...] entró hasta la ciudad
real de Toledo, castigando a las ciudades vecinas con mala paz
fraudulenta, y a algunos nobles señores varones que de algún
modo se habían quedado, llegando a Toledo huyendo de Opas, hijo
del rey Egica, los mató con la espada en el patíbulo, y con este
motivo mató a todos con la espada.
De este modo, no sólo la España Ulterior, sino también la
Citerior, hasta Zaragoza, antiquísima y floreciente ciudad, abierta ya
por manifiesto juicio de Dios, la despobló con la espada, el hambre
y el cautiverio; destruyó, quemándolas con el fuego, las bellezas
ciudadanas; envió a la cruz a los señores y poderosos del siglo, y
descuartizó con los puñales a los jóvenes y pequeños. Y así incita a
todos con semejante terror, y algunas ciudades que habían
quedado, viéndose forzadas, piden la paz, y persuadiendo o
burlando con astucia a algunos, no del modo acostumbrado,
concede lo pedido.
Pero los que, habiéndola obtenido, se niegan a obedecer,
aterrados por el miedo, e intentan huir a los montes, mueren de
hambre y de diversas muertes. Y en la misma desgraciada España,
en Córdoba, en la antigua sede patricia, que siempre había sido la
más opulenta de las ciudades vecinas y hacía las delicias del reino
visigodo, colocan el inhumano reino.
(Crónica Mozárabe del 754)
2. Noticia de la entrada de los musulmanes en España al mando de
Tariq.
.
Al saber el Rey de España la nueva de la correría de Tariq,
consideró el asunto como cosa grave. Estaba ausente de la corte,
combatiendo a Pamplona, y desde allí se dirigió hacia el mediodía,
cuando ya Tariq había entrado, habiendo reunido contra éste un
ejército de cien mil hombres o cosa semejante, según se cuenta.
Apenas llegó esto a noticia de Tariq, escribió á Muza, pidiéndole
más tropas y dándole parte de que se había hecho dueño de
Algeciras y del lago, pero que el Rey de España venía contra él con
un ejército que no podía contrarrestar. Muza, que desde la partida
de Tariq había mandado construir barcos y tenía ya muchos, le
mandó con ellos 5.000 hombres, de suerte que el ejército
acaudillado por Tariq llegó a 12.000. Había ya cautivado muchos e
importantes personajes, y con ellos estaba Julián, acompañado de
bastante gente del país, la cual les indicaba los puntos indefensos y
servía para el espionaje.

(Ajbar Machmua (Colección de tradiciones)


3. Pacto de Tudmir o Teodomiro

En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso. Edicto de


‘Abd al-‘Aziz ibn Muza ibn Nusair a Tudmir ibn Abdush [Teodomiro,
hijo de los godos]. Este último obtiene la paz y recibe la promesa,
bajo la garantía de Allah y su Profeta, de que su situación y la de su
pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni
hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no
se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no
serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en
ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le
imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes
ciudades: Orihuela, La Albatalia, Alicante, Mula, Villena, Lorca y
Hellín. Además, no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros o
sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra
amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos
que puede llegar a su conocimiento. El y sus súbditos pagarán un
tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro
medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos
de aceite de oliva; para los sirvientes, sólo una medida. Dado en el
mes de Rayab, año 94 de la Hégira [713].

(Ibn Adarí, Kitab al-bayán al-mugrib fi ajbar muluk al Andalus wa l-


Magrib)
4. Narración del «motín del arrabal» de Córdoba en el año 818

En el año 198 (813-4) aconteció el suceso de los arrabales de


Córdoba, a que dio motivo la excesiva afición de Alháquem a la
bebida, a los placeres y pasatiempos de la caza y otros semejantes.
Ya dejamos referido antes lo que había hecho Alháquem con los
cordobeses, cuando quisieron destituirle, e indicamos los que de
aquéllos había crucificado. Desde entonces se acrecentó el odio
que le tenían los habitantes de la ciudad, los cuales comenzaron a
insultar y molestar a sus tropas y llegaron hasta gritar a él mismo, a
la hora de la llamada del muezin a la oración: «¡Oh borracho! ¡A la
oración!». Palabras que algunos de ellos se atrevieron a decirle en
su propia cara, siendo aplaudidos por la multitud.

En este estado de cosas dióse prisa Alháquem en mejorar la


fortificación de Córdoba, reparando sus murallas y ahondando la
cavidad de sus fosos, acuarteló la caballería junto a la puerta de su
alcázar, aumentó la guardia de sus siervos y estableció un cuerpo
de tropas para que no abandonasen la puerta del alcázar con las
armas. Todo esto aumentó el disgusto de los cordobeses, los
cuales adquirían el convencimiento de que Alháquem obraba de
aquella suerte con intento de tomar venganza de ellos. Después les
impuso Alháquem el diezmo de los víveres en cada año por pura
avaricia, lo cual detestaron. Todavía después de esto, redujo
Alháquem a prisión a una banda de principales ciudadanos de los
más insolentes y ordenó que fuesen muertos y fueron, en efecto,
crucificados. Con esto se encendió más la ira de la gente de los
arrabales...Y este hecho ocurría en el mes de Ramadan (mayo) del
año mencionado.

Los primeros que sacaron las armas fueron los habitantes del
arrabal del mediodía. Con ellos hicieron causa inmediatamente los
de todos los arrabales. También se congregaron las tropas de la
guarnición, los omeyas y los siervos en el alcázar. Alháquem mandó
retirar los caballos y armas y organizó a sus defensores en
escuadrones. Sobrevino el choque entre los dos bandos, mas
llevaron la mejor parte sobre aquéllos los habitantes del arrabal y
rodearon el alcázar. En esta situación descendió Alháquem desde
lo más alto de su alcázar, se revistió con sus armas, excitó a sus
hombres al combate y se peleó con gran violencia. Entonces ordenó
el emir a su primo Obaidala que abriese un portillo en la muralla, por
el cual salió aquél con un contingente de tropas y viniendo a
espaldas de los habitantes del arrabal, sin que se apercibiesen de
él, prendió fuego en sus viviendas. Con esto se declararon aquellos
en fuga, fueron muertos atrozmente muchos y apresados cuantos
se encontraban en las viviendas y aduares. Alháquem condenó a
muerte a trescientos de los principales prisioneros que fueron
crucificados cabeza abajo. Tres días duraron el pillaje, la matanza y
el incendio en los arrabales de Córdoba.

(EN-NUGUAIRI, Historia de los musulmanes de España y


África)
5. Situación de los cristianos cordobeses (851)

La cristiandad española, en todo tiempo tan floreciente bajo la


dominación de los godos, ha caído por los altos juicios de Dios en
poder de los sectarios del nefando profeta, arrebatada por ellos la
hermosura de sus iglesias y la alta dignidad de sus sacerdotes. Por
nuestros pecados ha pasado nuestra herencia a manos ajenas y
nuestra casa a gente extranjera. Nuestras aguas las bebemos por el
dinero y tenemos que comprar nuestras propias maderas. No hay
ya quien nos redima de las manos de los infieles que, oprimiendo
nuestros cuellos con un yugo gravísimo, procuran exterminar en los
ámbitos de su imperio todo el linaje cristiano. Ya no nos permiten
ejercer nuestra religión sino a medida de su capricho; ya nos
agobian con una servidumbre tan dura como la de Faraón; ya nos
sacan a pura fuerza un tributo insufrible; ya imponen un nuevo
censo sobre las cervices de los miserables; ya, privándonos de
todas nuestras cosas, procuran destruirnos cruelmente; ya, en fin,
fatigando a la Iglesia Católica con vario género de opresiones y
persiguiendo de diversas maneras a la grey del Señor, creen que
con nuestros daños prestan a su Dios un grato obsequio…

Las celdas de la cárcel están repletas de multitudes de


clérigos; la Iglesia se ha visto privada del oficio sagrado de sus
ministros y sacerdotes; los templos muestran horrorizados su
enlutada soledad y en ellos tejen sus telas las arañas y reina el
silencio. Los sacerdotes y ministros del altar se hallan confundidos,
puesto que “se han esparcido las piedras del santuario por los
rincones de todas las plazas” [Jeremías, Lamentaciones, 4, 11. Al
tiempo que se han dejado de oír en el convento los himnos de los
cantos celestiales, resuena lo más recóndito de la cárcel con el
santo murmullo de los salmos. El cantor no recita en público el oficio
divino, no suena en el coro la voz del salmista, el lector no se dirige
al pueblo desde el púlpito, el diácono no predica el Evangelio, el
sacerdote no inciensa los altares: al herir al pastor, el enemigo
produjo la dispersión en el rebaño católico, la Iglesia se ha visto casi
privada de todo sagrado ministerio. Y aunque la soporto contra mi
voluntad, confío en que mi prisión no sea infructuosa ante el Señor.

(Documentum Martyriale de san Eulogio)


6. Noticia del primer ataque normando a las costas de Al-Andalus

En el año 230 (844-5) salieron los Normandos desde las más


remotas ciudades de España hacia el país de los musulmanes. Su
primera aparición fue en el mes de Dulhicha del año 229 (agosto-
septiembre de 844) en Lisboa, en la cual permanecieron trece días,
ocurriendo entre ellos y los musulmanes un combate de
importancia. Después se dirigieron contra Sevilla en el mes de
Moharrem (octubre de 845) y acamparon a doce parasangas de
ella. Entonces salieron a su encuentro los musulmanes; mas los
derrotó el enemigo, causándoles muchas bajas, en 12 del mes de
Moharrem (12 de octubre). Los Normandos acamparon luego a dos
millas de Sevilla. Los habitantes de la ciudad salieron a combatir a
los Normandos; pero aquéllos fueron derrotados en 14 del
susodicho mes, con numerosas bajas entre muertos y prisioneros.
Los Normandos, que no daban cuartel a nadie, ni aun a las bestias,
penetraron en la capital de Sevilla y después de permanecer en ella
un día y una noche volvieron a sus barcos. Vinieron a ellos las
tropas de Abderrahman, corrieron a su vez contra ellas los
Normandos; mas se mantuvieron firmes los musulmanes,
combatieron a aquéllos, les mataron 70 hombres, les pusieron en
fuga hasta obligarles a entrar en sus barcos, y ante éstos
retrocedieron los musulmanes. Entonces envió Abderrahman otras
tropas, a las que atacaron los Normandos con gran violencia; pero
hubieron de retroceder. Los persiguieron las tropas del emir en 12
de Rabi I (10 de diciembre) y les combatieron. De toda comarca
venían socorros en ayuda de aquéllas, de toda parte acudían a
combatir a los Normandos, que huyeron derrotados. Fueron
muertos 500 de sus hombres, los musulmanes les cogieron cuatro
barcos y después de tomar su cargamento, los incendiaron.

(EN-NUGUAIRI, Historia de los musulmanes de


España y Africa, edición: M. GASPAR Y REMIRO,
Granada, 1917, I, pág 43)
7. Enfrentamiento a la minoría árabe dominante a fines del siglo IX:
la actitud de Ibn Marwan «el gallego» en Mérida

Abd al-Rahman ben Marwan ben Yunis, conocido por al-Yaliqi


(el gallego) al-Maridi.

Era jefe de Mérida. Tenía fama de caudillo temible. Sus


noticias eran muy celebradas y sus ataques dejaron un saldo
desfavorable en su contra. Sus actos crueles le valieron gran
reputación y respeto entre los emires' sus rivales, que terminaron
por colocarlo por encima de ellos.

Se alejó de las filas musulmanas para entrar en las de los


cristianos. Prefirió su amistad y su alianza a la de los fieles que se
dirigen en sus oraciones hacia la qiblah (el sur o sea la Meca). Pero
apenas transcurrido un corto tiempo, abandonó repentinamente la
compañía de los cristianos para volver a la obediencia y fijar su
residencia en Badajoz (Batlius), que eligió para capital de su
gobierno. Su política estaba orientada en sentido netamente
español, es decir, daba preferencia a los muladíes y los prefería a
los árabes. Sobre este punto las noticias que tenemos de él son
detestables y muy abundantes. Fue el Emir Muhammad quien lo
obligó a abandonar la ciudad de Mérida en compañía de sus
secuaces... Permaneció algún tiempo al servicio del Emir; después
rompió la relación con el poder central y se dirigió con sus adictos a
la fortaleza de Al-Hans-Alanje. Fue uno de los que en unión de
Sadun ben Fath al-Surumbaki Bekarkar, en tiempos del Emir
Muhammad atacó a Hasim ben Abd Al-Aziz, logró poner en fuga a
su ejército, le hizo prisionero y le entregó a Alfonso rey de Galicia.
El rescate que el Emir Muhammad pagó por Abd al-Aziz fue muy
elevado. Andando el tiempo Ben Marwan volvió a la obediencia ya
seducido por promesas halagadoras, ya atemorizado por amenazas
terribles. Antes había sostenido furiosos combates con el gobierno
del jalifa, cuya historia sería largo narrar. El fue quien fundó Badajoz
y los pueblos circundantes. Su nieto Abd Allah ben Muhammad ben
abd al-Ramhan estuvo retenido en Córdoba de rehén, para luego
heredar el gobierno de Badajoz en reemplazo de su abuelo y de su
tío. Las noticias de sus actos son muy largas.

(IBN HAYYAN, Al-Muqtabis, ed. Melchor Antuña, y


traducción en «Cuadernos de Historia de España», XIII
(1950), págs. 171-172).
8. Campañas de Almanzor

a) Narración en una fuente cristiana

Durante doce años la venganza de Dios permitió que


(Almanzor) atacase los confines cristianos, tomase León, arruinase
la iglesia de Santiago y de los Santos mártires Facundo y Primitivo,
como ya queda dicho. (Destruyó) también otros (templos), lo que
sería extenso de relatar. Lleno de audacia, profanó hasta lo más
sagrado, dominó todo el reino e hizo que le rindiera tributos.

Durante esta tempestad, el culto de Dios desapareció en


España, los, cristianos perdieron sus glorias y las riquezas de sus
iglesias fueron fundidas. Pero, al fin, la divina piedad se compadeció
de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados
doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y
el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los
infiernos.

La nación goda, a la que Dios había librado de tanta opresión


fue recobrando poco a poco sus fuerzas.

(Crónica Silense)

b) Narración en una fuente musulmana

Al-Mansur había llegado en esta época al más alto grado de


poder. Socorrido por Alá en sus guerras con los príncipes cristianos,
marchó contra Santiago, ciudad de Galicia que es el más importante
santuario cristiano de España y de las regiones cercanas del
continente. La iglesia de Santiago es para los cristianos como la
Qaaba para nosotros. La invocan en sus juramentos y van a ella en
peregrinación desde los países más lejanos, incluso desde Roma y
de más allá. Pretenden que la tumba en ella visitada es la de
Jacobo, quien era entre los doce apóstoles el que gozaba de mayor
intimidad de Jesús; se dice que era su hermano, porque estaba
siempre a su lado…

Ningún príncipe musulmán había sentido aún la tentación de


atacar tal lugar ni de llegar hasta allí, en razón de las dificultades
que se oponían al acceso hasta él, de su emplazamiento en tierra
abrupta y de la gran distancia a que se hallaba.

Al-Mansur dirigió contra tal ciudad la expedición estival que


salió de Córdoba el sábado 23 Chumada II de 387 [3 de julio de
997], que era su cuadragésima octava campaña. Entró primero en
la ciudad de Coria; después, a su llegada a la capital de
Galicia,Viseo, se le reunieron gran número de condes que
reconocían su autoridad y que se le presentaron con sus guerreros
y con gran pompa, para unirse a los musulmanes y comenzar las
hostilidades..,

Después de haberlo arrasado por entero, fueron a acampar


ante la orgullosa ciudad de Santiago el 2 de Xaban (10 de agosto).
La habían abandonado todos sus habitantes, y los musulmanes se
apoderaron de todas las riquezas que en ella hallaron y derribaron
las construcciones, las murallas y la iglesia, de modo que no
quedaron huellas de las mismas. Sin embargo, los guardias
colocados por Al-Mansur para hacer respetar el sepulcro del santo,
impidieron que la tumba recibiera daño alguno. Pero todos los
hermosos palacios, sólidamente construidos, que se alzaban en la
ciudad, fueron reducidos a polvo y no se hubiera sospechado tras
su arrasamiento que hubieran existido allí la víspera. Se llevó a
cabo la destrucción durante los dos días que siguieron al miércoles
2 Xaban..

Al-Mansur comenzó su retirada desde Santiago, después de


haber avanzado más lejos que ningún otro musulmán. De
regreso de su campaña se dirigió hacia el territorio de Vermudo (II)
hijo de Ordoño, a fin de saquearle y devastarle; pero cesó en sus
razzías al llegar a las comarcas regidas por los condes
confederados que servían en su ejército.

(Ben Idzari, Bayan al-Mugrib)

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