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El documento discute la importancia del silencio interior y la soledad. Señala que alejarnos de nuestra interioridad debilita emocionalmente y nos engaña sobre lo que es realmente importante. También sugiere que la soledad puede ser un buen consejero en momentos de la vida y que la disciplina espiritual como la meditación requiere esfuerzo pero puede moldearnos a través del silencio. Finalmente, indica que vivimos en tiempos de mucha distracción que dificulta la pausa reflexiva aunque esta sea necesaria.
El documento discute la importancia del silencio interior y la soledad. Señala que alejarnos de nuestra interioridad debilita emocionalmente y nos engaña sobre lo que es realmente importante. También sugiere que la soledad puede ser un buen consejero en momentos de la vida y que la disciplina espiritual como la meditación requiere esfuerzo pero puede moldearnos a través del silencio. Finalmente, indica que vivimos en tiempos de mucha distracción que dificulta la pausa reflexiva aunque esta sea necesaria.
El documento discute la importancia del silencio interior y la soledad. Señala que alejarnos de nuestra interioridad debilita emocionalmente y nos engaña sobre lo que es realmente importante. También sugiere que la soledad puede ser un buen consejero en momentos de la vida y que la disciplina espiritual como la meditación requiere esfuerzo pero puede moldearnos a través del silencio. Finalmente, indica que vivimos en tiempos de mucha distracción que dificulta la pausa reflexiva aunque esta sea necesaria.
Quien resista la guerra del silencio interior gana
cualquier batalla. Además, cuando el silencio nos
cuesta y la soledad nos lastima, puede ser una señal muy sutil de que, poco a poco, hemos estado dejando que Dios se ausente de nuestro hogar interior.
Nuestra ansiedad e impaciencia con la vida se debe,
en gran parte, al hecho de que nos hemos alejado de nuestra interioridad. Este distanciamiento, además de debilitarnos emocionalmente, nos engaña cuando las cosas son realmente importantes en nuestra vida. Sin embargo, el regreso al camino espiritual solo es posible cuando nos aferramos al derecho inevitable de estar solos. Significa conocer el momento adecuado para la pausa y el retiro. Amigos, casi siempre tenemos una palabra de consuelo... Pero, en ciertos momentos de la vida, la soledad es nuestro mejor asesor.
Con la prisa y las facilidades de la vida conectada,
nuestra mente parece acostumbrarse a la escasez de reflexión y la pereza de pensar. Las cosas geniales nos llegan llenas de educación, pero si algo requiere un poco de esfuerzo, pronto nos daremos por vencidos y buscaremos experiencias más suaves para ocuparnos. El encanto de las redes sociales puede hacernos reacios a la disciplina espiritual. cuando vamos a la meditación, ya estamos marcados y sin energía para dejarnos moldear por el sielencio que nos contrae por dentro. Si la mente está demasiado inquieta, el silencio no descansa y la oración no da fruto en nosotros. Vivimos en tiempos de mucha conexión, pero también de mucha distracción. Nuestra mente no deja de funcionar. la pausa, en cierto modo, quita el placer de la conexión. lo que requiere disciplina, a veces, nos distrae, nos sofoca, nos irrita. Siempre preferimos los "lugares" más divertidos y cómodos, insectos de cualquier disgusto.