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Pandemia. Pixabay
En la actual pandemia no es una especulación afirmar que las sociedades del futuro no
serán las mismas de nuestro pasado reciente, menos aun cuando desconocemos su
duración y consecuencias. Tampoco las relaciones sociales ni la condición de vida de
las personas podrán estar a expensas de las decisiones del despótico poder económico
y político nacional ni mundial. En este momento crítico la evidencia de una inmensa la
riqueza y bienestar de pocos, frente a los millones de pobres, desempleados y
desamparados de toda acción estatal, es una ignominia inaceptable.
La igualdad ante la muerte exige igualar las posibilidades de vivir. Luego, los Estados
convertidos en centros de ambiciones individualistas totalitarias deberán transformarse
como condición necesaria para la sobrevivencia futura, y deberá ser la representación
obligada de lo público, no de los intereses de los propietarios de partidos políticos,
tampoco de los aristócratas u autócratas gobernantes, como tampoco de los ignorantes
e interesados legisladores ni de la paradójica justicia parcializada. Las tecnologías
también deberán modificar radicalmente el desplazamiento de fuerza de trabajo y el
incremento de la rentabilidad, para generar trabajo y brindar mejores y eficientes
servicios a la ciudadanía.
En Costa Rica, se debe devolver a sus trabajadores propietarios de fondos de
capitalización laboral y del régimen obligatorio de pensiones, creados estatalmente para
alimentar el mercado financiero en beneficio de bancos y parásitos que deciden,
arriesgan y lucran con los recursos que no les pertenecen.
La pandemia sacrifica a miles y tal vez lo haga con millones de personas de todos los
continentes, que está tragedia y dolor sea motivo de reflexión y la acción colectiva que
libere conciencias y voluntades contra el poder que pretende sumirnos en el miedo,
ignorancia y subordinar la ciencia al dinero y a decisiones totalitarias contra las
universidades públicas, los pueblos y la humanidad.
ETIQUETASCOOPERACIÓNCOSTA RICACOVID-
19DESARROLLODESPRENDIMIENTOPANDEMIASOLIDARIDAD