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Facultad de Ciencia Tecnología y Ambiente

Departamento de Desarrollo Tecnológico

Asignatura: Desarrollo Sostenible

MATERIAL DIDÁCTICO

Compilación por:
Ing. Jairo José Morales Mendoza MSc

Managua, Nicaragua
2020

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1. INTRODUCCIÓN

Antes de 1987, el progreso y desarrollo se asociaba a la industrialización y se


medía en función de la actividad económica y aumento de la riqueza. Se veía la
protección del ambiente como obstáculo al desarrollo. A pesar de ello, en Nuestro
Futuro Común se reconoció que ambiente o desarrollo era una falsa dicotomía. La
atención se dirigió a partir de entonces hacia ambiente y desarrollo y
posteriormente a ambiente para el desarrollo.

Muchos atribuyen a la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Comisión


Brundtland) la popularización del término desarrollo sostenible. Ésta lo definió en
1987, como "la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades".

El principio 1 establece: "Los seres humanos constituyen el centro de las


preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una
vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza".

El desarrollo sostenible tiene que conseguir satisfacer las necesidades del


presente, fomentar una actividad económica que suministre los bienes necesarios
a toda la población mundial. La Comisión resaltó "las necesidades básicas de los
pobres del mundo, a los que se debe dar una atención prioritaria". El desarrollo
sostenible también debe satisfacer las necesidades del futuro, reduciendo al
mínimo los efectos negativos de la actividad económica, tanto en el consumo de
recursos como en la generación de residuos, de tal forma que sean soportables
por las próximas generaciones; ya que nuestra actuación supone costos futuros
inevitables (p.e. la explotación de minerales no renovables), por lo que se deben
buscar formas de compensar totalmente el efecto negativo que se está
produciendo.

La Comisión añadió que el concepto de desarrollo sostenible implica límites; no se


trata de límites absolutos, sino aquellos que imponen a los recursos ambientales,
por un lado, el estado actual de la tecnología y de la organización social y, por
otro, la capacidad de la Biosfera de absorber los efectos de las actividades
humanas.

Después en 1992, se organizó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el


Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) conocida como Cumbre para la Tierra,
realizada en Río de Janeiro. En esta Cumbre se dieron importantes pasos hacia el
desarrollo sostenible. Con la adopción de la Declaración de Río y la Agenda 21, la
Cumbre ayudó a crear un marco institucional internacional que permitió desarrollar
las ideas centrales de Nuestro Futuro Común. La Declaración de Río contiene 27
principios que las naciones acordaron cumplir para lograr los objetivos
establecidos por la Comisión Brundtland.

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Un ambiente saludable favorece el desarrollo, pero esta relación no es siempre
recíproca. Existen puntos de vista distintos acerca de ventajas y desventajas del
desarrollo. Se ha afirmado que el desarrollo resulta destructivo, incluso violento,
para la naturaleza. Las prácticas de desarrollo del pasado a menudo no han sido
beneficiosas para el ambiente. Aún así, hay posibilidades para hacer que el
desarrollo sea sostenible.

La degradación ambiental debida al desarrollo suscita profundos debates éticos


que van más allá de la relación económica costo-beneficio. La cuestión de la
justicia, es quizás la cuestión ética más importante que ha surgido en relación con
el cambio climático y el desarrollo sostenible. Existen cada vez más pruebas de
que la carga del cambio climático se extiende mucho más allá de los grandes
consumidores de recursos naturales, quienes disfrutan de los beneficios del
desarrollo. En muchas ocasiones las personas pobres de los países en vías de
desarrollo sufren los efectos negativos de la degradación ambiental. Además, las
generaciones futuras de la humanidad se verán afectadas por las consecuencias
de la degradación del ambiente.

En 2002, líderes mundiales reafirmaron el desarrollo sostenible como elemento


central de la agenda en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de
Johannesburgo (CMDS).

Se establecieron cinco áreas prioritarias: agua, incluido saneamiento, energía,


salud, agricultura y biodiversidad. Estos temas fueron iniciativas de la Comisión
Brundtland. El resultado de la CMDS, es la Declaración de Johannesburgo sobre
desarrollo sostenible. Los dirigentes se comprometieron a acelerar la consecución
de los objetivos socioeconómicos y ambientales en los plazos fijados contenidos
en el plan de aplicación (Declaración de Johannesburgo sobre el desarrollo
sostenible). Asimismo, se lograron nuevos compromisos en materia de agua y
saneamiento, erradicación de la pobreza, energía, producción y consumo
sostenible, productos químicos y gestión de los recursos naturales.

Sin embargo, el avance hacia el desarrollo sostenible ha sido lento a pesar de


cambios en la gestión ambiental y la mejor comprensión de la relación entre
ambiente y desarrollo. Numerosos gobiernos han formulado políticas que se
ocupan únicamente de asuntos de ambiente, economía o sociedad; y sigue sin
relacionarse ambiente y desarrollo. En muchas estrategias de desarrollo se ignora
la necesidad de los servicios ambientales que brindan los ecosistemas y de los
cuales dependen objetivos de desarrollo a largo plazo.

2. DESARROLLO SOSTENIBLE

Jimeno (s.f.), expresa que, según la ONU, “el desarrollo sostenible busca mejorar
la calidad de vida de todas las personas del mundo sin aumentar el uso de los
recursos naturales más allá de la capacidad de la Tierra” (Reporte de la Comisión
de Brundtland, 1987).

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Los planes de acción para construir un “estilo de vida realmente sostenible”
constan de tres áreas principales:

 Crecimiento y equidad económica: sistemas y desarrollo económico


internacionales.

 Conservación de recursos naturales y el ambiente para generaciones futuras.

 Desarrollo social: empleos, alimentación, educación, energía, cuidados de


salud, agua, servicios sanitarios; respeto a la diversidad cultural y social;
habilitando a todos los miembros de la sociedad para que sean protagonistas
en formar su propio futuro.

El desarrollo sostenible pretende sustituir el entendimiento de desarrollo como


crecimiento económico, que algunas veces es tenido como valor absoluto y puede
ser usado para justificar el trato de las personas y el ambiente como meros
instrumentos de ganancia. Por un lado, el concepto de desarrollo sostenible se
extiende a un rango que incluye el desarrollo social y humano y la protección del
ambiente. Por otro lado, el término sostenible ha sustituido al crecimiento como
meta del desarrollo.

Las Naciones Unidas han introducido el término desarrollo sostenible a sus


cuerpos y programas. Es prominente también en los objetivos y actividades de los
gobiernos, empresas y ONGs. Sin embargo, el concepto es bastante vago. Hay
casi un consenso universal en la idea general, pero las interpretaciones y
aplicaciones varían.

El desarrollo sostenible es una visión de progreso holística e integrada. Todos los


aspectos de vida en la Tierra son indivisibles e interdependientes. Esto aplica a la
interacción entre humanos y la naturaleza, así como las diferentes esferas de la
vida humana: economía, política, cultura, ética, salud, relaciones interpersonales,
derechos humanos y reproducción.

Las Naciones Unidas presenta el desarrollo sostenible como una nueva ética
global, la escala de valores que guía las decisiones de los individuos, los países y
las empresas. 

Como el desarrollo sostenible es tan vago y global, une a los ecologistas,


pacifistas, activistas de los derechos humanos y feministas radicales. Incluye
valores comunes para cada cultura y religión: paz, solidaridad, equidad, tolerancia,
respeto por derechos humanos. Pero las interpretaciones que las Naciones Unidas
le dan a estos términos excluyen los valores tradicionales.

Al final, todo lo que sea “sostenible” es socialmente aceptado y automáticamente


considerado como bueno, de acuerdo con los nuevos valores globales y los
nuevos derechos humanos. Cualquier cosa que no coincida con estos nuevos

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valores globales, nuevos derechos humanos y la protección del ambiente es
inaceptable e “insostenible”.

Hurka (1996), destaca que el concepto de desarrollo sostenible, en especial tal


como se propone en el informe “Nuestro futuro común” de la Comisión Brundtland
(Comisión Mundial sobre el medio ambiente y el desarrollo, 1987), es un intento de
conjugar dos exigencias éticas. La primera es la demanda de desarrollo, que
incluye el desarrollo o crecimiento económico, y surge de las necesidades o
deseos de las generaciones presentes, sobre todo de aquellos grupos pobres
cuya calidad de vida es baja y que necesitan medios para elevarla. La segunda es
la demanda de sostenibilidad, es decir la seguridad de que no se sacrifique el
futuro en aras de ganancias presentes.

Como reconoce la Comisión Brundtland, estas dos aspiraciones pueden crear un


conflicto. En efecto, el crecimiento o desarrollo económico es a menudo origen de
amenazas para el ambiente. Pero la Comisión cree que ambas demandas pueden
equilibrarse, que pueden encontrarse políticas que respondan a ambas en medida
razonable o que cubran las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de generaciones futuras para cubrir las suyas. No han faltado críticas a
la Comisión desde posiciones menos optimistas. Ciertos ecologistas sostienen que
toda referencia al desarrollo como ideal ético proyecta sombras sobre la voluntad
de proteger el ambiente; el desarrollo sostenible, afirman, no es un ejercicio de
equilibrio, sino una contradicción en los términos. Los partidarios del desarrollo,
por su parte, arguyen que las restricciones a la actividad económica propuestas en
nombre de la sostenibilidad tendrán costos inaceptablemente elevados en forma
de renuncia al crecimiento y a la prosperidad.

Contreras & Aguilar (2012), destacan en su artículo “Desarrollo sostenible:


semblanza histórica” un bosquejo bibliográfico del desarrollo sostenible; los cuales
se destacan a continuación:

Voà, Newing, Kastens, Monstadt, y Nölting (2007) mencionan que un problema


fundamental en la conceptualización del desarrollo sustentable es que al incluir
desarrollo y sustentabilidad existe un sin número de combinaciones todas
ambiguas y dinámicas, sociales y ecológicas, globales y de largo plazo, es un
concepto extremadamente ambicioso que provoca disputas, cuestiona conceptos,
instituciones y prácticas diarias, y reta los supuestos sobre metas, predicción y
poder, mientras los cambios sociales que implica, se relacionan con diversos
factores que no están bajo control de ningún actor en particular. Moreno (2011),
expresa que por lo anterior cada autor puede dar sus interpretaciones y se puede
justificar pero desde los conservacionistas extremos que se preocupan por
conservar los recursos naturales intactos hasta los desarrollistas que buscan una
explotación racional de los recursos naturales coinciden en que los recursos
naturales son primordiales si se quiere existir y generar avances en el presente y
futuro, en lo económico y en lo social, por lo cual sustentabilidad “es un concepto
que no puede ser separado de cualquier actividad en las que el ser humano
participe usando o aprovechando los recursos naturales”, por lo cual el concepto
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es difícil de poder definir y operarlo. Conesa (2009) menciona que existen dos
tipos de sistemas que son abstractos y concretos, el sistema abstracto son la
disposición de ideas ordenadas y los sistemas concretos es un conjunto de
elementos que actúan unidos para lograr un objetivo, por lo que comenta Allen
(1994) el objetivo de los subsistemas tanto económico, social y ecológico su
objetivo es el crear las bases del desarrollo sustentable, el alcance abarca a las
empresas como un sistema mixto ya que se tiene objetivos, planeación que es la
parte abstracta y por otro lado un sistema concreto que es el entorno político.

Figueroa, Calfucura, y Pastén (2009) comentan que “los aumentos de los impactos
y las repercusiones nacionales y globales de las actividades económicas sobre el
ambiente imponen la necesidad de analizar los problemas ambientales y
económicos dentro de un marco común”, Lélé (1991) menciona que en términos
literales, sustentabilidad significa continuidad a través del tiempo, cuando la
palabra sustentabilidad se agrega al de desarrollo se considera como sustentarse
en el desarrollo creando el esquema que se muestra en la figura 1.

López (2004) argumenta que “el término técnico de desarrollo sustentable es


definido como aquel desarrollo que no compromete la habilidad de generaciones
futuras para cumplir con sus necesidades, mientras que cumple con las nuestras”
para su desarrollo Almagro y Venegas (2009) argumentan que la incorporación de
la sustentabilidad en los paradigmas del desarrollo es un asunto de esencial
importancia para la supervivencia de la humanidad aunado a que se deben
conjugar los elementos ecológicos, social con una administración eficiente de los
recursos naturales los cuales explotamos en la búsqueda de un desarrollo
económico, en este caso las políticas deben de preocuparse en cuanto utilizar
ahora y cuanto para las generaciones futuras, con esto López (2004) quien
recopila los elementos más importantes de Marc Cossé menciona que existen tres
elementos importantes que son: “a) el desarrollo sustentable está inscrito en un
entorno físico, el hábitat en todas las escalas, b) el desarrollo sustentable está
inscrito en el tiempo, en la historia: tiene que permanecer, c) el desarrollo
sustentable debe de inaugurar una nueva era de prosperidad sustentable; es
decir, transmisible, patrimonial”.

Figura 1. Semántica del desarrollo sustentable.


Fuente: Allen (1994); citado en Contreras & Aguilar (2012).

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Serna, Barrera, y Montiel (2011) mencionan que a través de la sustentabilidad las
empresas y los países deben empezar a evaluar los efectos económicos,
ambientales y sociales y buscar cuidadosamente las estrategias de nuevas
oportunidades y de nuevos productos más eficientes para los mercados de una
forma más rentables, productos que respeten la energía renovable y que soporten
los crecimientos en la demanda de insumos, recursos y energía y la conservación
del hábitat. Pérez (2010) comenta que “es responsabilidad del Estado llevar a
cabo políticas que procuren un desarrollo sustentable, y para esto requerirá utilizar
herramientas (como los instrumentos económicos) que incidan en las decisiones
de los/as ciudadanos/as para lograr que el comportamiento económico de
hogares, empresas y gobiernos considere al ambiente como una variable
trascendente”. Esos nuevos instrumentos económicos que se han manifestado en
el capitalismo han creado las condiciones propias de una crisis económica mundial
y también han manifestado una crisis ambiental.

Hellriegel y Slocum (2009) mencionan que el concepto de desarrollo sustentable


significa administrar todos los niveles del sistema de formas que aseguren que la
economía y la sociedad continúen su existencia y mejoramiento sin destruir el
ambiente natural en el que viven (Labandeira, León y Vázquez, 2009), la
integración y armonización de mejoras económicas, sociales y ambientales, con la
capacidad de mantener la competitividad y/o expandir la posición de mercado a
partir de ciertas estructuras, Velasco (2009) agrega y consideraciones que
promueve las relaciones armoniosas entre la humanidad y la naturaleza, se
incrementa la capacidad de innovación, induce el desarrollo de productos eco-
amigables, prevé acciones orientadas al rechazo social de la empresa, incrementa
la eficiencia organizacional mediante la aplicación de la mejora continua, existe
desarrollo de productos y promueve el desarrollo de capacidades.

Al igual González (2009) expresa que la sustentabilidad se ha convertido en


una medida clave para el despliegue de mercados en expansión, de tal forma
que el estilo de vida consumista es capaz de continuar sin mayores obstáculos en
tiempos de desarrollo sustentable, Martín (2010) identifica los siete retos
cruciales para el desarrollo sustentable: a) proteger la seguridad económica de
las familias; b) conservar y proteger el ambiente; d) evitar riesgos a la salud; e)
incrementar la autoayuda; f) promover la productividad; g) construir y mantener la
infraestructura física; h) fomentar las contribuciones caritativas. La visión a largo
plazo no es suficiente, pues las políticas deben de ser factibles y deseables el
largo plazo puede convertirse en pretexto para demorar las acciones necesarias.
Moreno (2009) argumenta que “financiamiento del desarrollo sustentable deben
garantizarse estabilidad en los recursos, además de garantizarse su aplicación en
las áreas que lo requieren y no en las que puedan pagarlo, por lo que se necesita
una combinación de mecanismos de mercado, pero también de la conformación
de fondos públicos cuya aplicación debe encargarse a organismos multilaterales
con independencia de criterio, la cual debe privilegiar el desarrollo sustentable, las
cuales no pueden ser neutrales no puede ser neutral, dado que las diferencias
socioeconómicas de las comunidades humanas requiere de criterios que sean no
únicamente equitativos, sino justos” ya que las consecuencias del actual proceso
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de desarrollo económico, social, político y ambiental falta del principio precautorio,
en tanto que no se conozca con suficiente exactitud los efectos en la salud
humana y en el ambiente.

Consideran De Hoyos, Álvarez, y Jiménez (2010) que el concepto de


sustentabilidad se basa en el equilibrio de los recursos de una especie con su
entorno, así como, a la explotación de uno o más recursos por debajo de los
límites de regeneración y renovación, a través de los valores de identidad
ciudadana y el sentido de pertenencia en el tiempo. El desarrollo sustentable se
divide en dos partes, relación de la cual, se logran proyectos sustentables (Ruiz
y Vargas, 2010). La primera parte que se denomina desarrollo sustentable
micro, que se entiende por “que se lleva a cabo en casas, en un grupo de vecinos
es decir esta sustentabilidad es de una escala pequeña, en la que un pequeño
grupo de personas contribuye, según sus alcance, para poder hacer sustentable
su medio cotidiano”, la segunda parte denominada desarrollo sustentable macro
“es específico de industrias, fábricas, en el tratamiento a gran escala de aguas
residuales, grandes soluciones urbanas, etc.” este desarrollo sustentable se puede
llevar a cabo por grandes organismos, los cuales tengan los recursos para dar
solución a estos problemas.

Ruiz y Vargas (2010) proponen la definición sobre desarrollo sostenible, la cual


dice textualmente: “El desarrollo sostenible es el manejo y la conservación de la
base de recursos naturales y la orientación del cambio tecnológico e institucional
de tal manera que asegure la continua satisfacción de las necesidades humanas
para las generaciones presentes y futuras” Lo más interesante en esta definición
es que analiza la variable tecnológica como clave para el manejo y conservación
de los recursos naturales. Si no existe una nueva orientación hacia el cambio
tecnológico, en el sentido del empleo de tecnologías apropiadas, no se podrá
aspirar al logro de un desarrollo sostenible, para Rodríguez y Pulido (2010) la
sostenibilidad se ha convertido en uno de los principales valores del cambio
de paradigma en el actual modelo de desarrollo y, por supuesto, en un factor
clave para la competitividad de cualquier destino, Sanabria, López y Vélez (2009);
expresan que el ambiente natural es la fuente de todas las sustancias que
sostienen la vida humana, “hace doscientos años atrás, en casi todas las partes
del mundo, los seres eran pocos y pobres y estaban a merced de las fuerzas de la
naturaleza. Dentro de doscientos años, esperamos que en casi todas partes del
mundo haya muchos individuos, ricos y controlando las fuerzas de la naturaleza.”
La base de esta visión era el progreso tecnológico, la tecnología desempeñará un
rol importante en el desarrollo sostenible.

Saavedra (2010) señala que, para alcanzar un modelo de desarrollo realmente


sostenible, es la propia sociedad, sus principios, sus valores y sus actuaciones los
que tienen que ser sostenibles, Sarmiento, Sánchez y Cruz (2010) exponen que el
crecimiento económico, el balance ecológico y el desarrollo social y humano han
impulsado la interacción de las organizaciones privadas con el sector público y la
sociedad civil, y el desarrollo sustentable trata de equilibrar e integrar dichos
aspectos. “Las empresas que alcanzan los mayores niveles de éxito son aquellas
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que recuerdan constantemente que sus negocios no se llevan a cabo en un
contexto de mercados, sino dentro del ámbito de sociedades”, Rodríguez, y Pulido
(2010) expresan que esta evolución de la sociedad está haciendo aflorar nuevas
sensibilidades que demandan de las empresas nuevos compromisos Saavedra
(2010), el desarrollo sostenible presupone la participación de los individuos y
comunidades que refleja la solidaridad cultural, esto constituye a la creación de
capacidad orientada hacia la búsqueda consensual del bienestar y caminos
alternativos del desarrollo.

Explica Toro (2007) que desde el ámbito económico significaría obtener un


producto neto constante en los procesos económicos, fijando convencionalmente
en valor monetario, pero esto nos daría una concepción aislada, sin hacer
referencia a otras variables y sistemas con los que interactúa, como es el impacto
ambiental, por lo cual se debe de enlazar con la sostenibilidad ecológica teniendo
en cuenta tres principios básicos: a) conservación de la naturaleza: un mejor uso
de los recursos naturales y ecosistemas; b) capacidad de carga: límite cuantitativo
de éstos para soportar una determinada presión humana; c) resiliencia: capacidad
de los sistemas naturales para soportar y recuperarse de determinados impactos.
Henry [85] explica que para poder medir el desarrollo sostenible necesitamos
indicadores que posibiliten la asimilación de límites sobre la transformación de
recursos naturales, para algunos la huella ecológica será el indicador más eficaz
y para otras se necesitará una mayor complejidad multi-criterial. Fuenmayor
(2006) define a la sostenibilidad del desarrollo “Como la capacidad del proceso
de desarrollo de la sociedad para mantener el espacio social, económico y político,
así como en el tiempo su dinámica de progreso y sus beneficios, en forma estable,
autogenerada indefinido, no solo en función de las generaciones presentes sino
también de las de futuro”.

Los esfuerzos para conseguir el desarrollo sostenible giran en torno al


mejoramiento de la calidad de vida de las personas, Fuenmayor (2006), expresa
que el desarrollo sostenible en el aspecto humano se pueden medir en cinco
ámbitos: Holdgate (1996) a) La pérdida de seguridad alimentaria por los
trastornos en la producción agrícola; b) El acceso inseguro al agua por cambios en
los ecosistemas; c) La exposición a desastres meteorológicos por el aumento del
nivel del mar; d) La pérdida de biodiversidad; e) Vulnerabilidad a epidemias
agravada por la ineficiencia de los sistemas de salud pública. Aguado, Echebarria,
y Barrutia (2009) expresan “el desarrollo sostenible, un concepto polémico”,
afirman que el desarrollo incorpora implícitamente una percepción tridimensional
en la que se integran los vectores económicos, ecológicos y sociales que se
desprenden de dos tipos de solidaridad, intrageneracional e
intergeneracional, buscando una población más homogénea en términos de
reparto de recursos, es por eso que los países en vías de desarrollo la riqueza que
se había medido en términos de producto nacional bruto per cápita, aunque han
aumentado no se ve reflejado en una mejor calidad de vida de la mayoría de la
población.

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Castro (2009) hace referencia que el desarrollo sostenible no designa una solución
capaz de legitimar las formas dominantes de la relación entre nuestra especie y su
entorno, por lo cual se hace evidente el problema de forjar las nuevas formas de
gestión de las relaciones naturales y sociales. El desarrollo sostenible es un
concepto amplio que no se centra exclusivamente en las cuestiones ambientales,
en este sentido el desarrollo verde generalmente se distingue del desarrollo del
desarrollo sostenible ya que el desarrollo verde es la generación de productos que
buscan la protección del entorno, el sistema que generalmente se utiliza para
medir el desarrollo sustentable es el PER (Presión-Estado-Respuesta) que está
basado en lógica de causalidad: las actividades humanas ejercen presiones sobre
el ambiente y modifican la calidad y cantidad de los recursos naturales, es decir,
del sistema natural (estado). La propuesta de los indicadores PER se sustenta en
las aplicaciones en el sistema integrador de métodos cuantitativos y cualitativos, la
evolución de los indicadores tiene dos orígenes el natural y el generado por las
características de medición y se condiciona según la disponibilidad y calidad de
los datos.

La sociedad responde a estos cambios para minimizar sus impactos sobre los
sistemas naturales a través de políticas ambientales, económicas y sectoriales
(respuesta) (Sanabria, López y Vélez, 2009). El desarrollo concebido como la
mejora de la calidad de vida de los/as ciudadanos (as) se puede instaurar bajo
cuatro formas o estilos: a) desarrollo tradicional: explotación del sector
primario de la economía, ecológicamente sostenible, socialmente injusto
(insostenible); b) desarrollo moderno: industrialización, ecológicamente
insostenible, incorpora mejoras sociales; c) desarrollo postmoderno:
globalización neoliberal, ecológicamente insostenible, socialmente injusto
(insostenible); d) desarrollo sostenible: mezcla de valores y ética,
ecológicamente sostenible, socialmente justo (sostenible).

Hoy las empresas deben de ver a la gestión ambiental como parte de la gestión
global de una organización (Henry, 2003), en la forma que utilizan sus recursos,
organizacionales, financieros, disponibles para alcanzar los objetivos ambientales,
la gestión por sí sola es una disciplina que ha experimentado un notable desarrollo
incluyendo un cuerpo de conceptos, herramientas y prácticas (Fuenmayor, 2006).
Los límites aceptables de contaminación, eran determinados por la aceptación y
viabilidad económica a corto plazo de las empresas, lo que los tornaba arbitrarios
a la mayoría de ellos. Se justificaba porque los niveles ecológicamente correctos
todavía no eran conocidos. En la industria, la gestión ambiental tenía como
principal objetivo controlar el daño, los límites se concentraban,
predominantemente en medidas al final del proceso, en lugar de un tratamiento en
toda la planta. Los problemas ambientales todavía no son asimilados como límites
reales, principalmente debido al carácter omnipotente de la tecnología, entonces,
la interacción entre la actividad humana y la naturaleza se mantiene unilateral y
antropocéntrica, produciendo crecientes saldos negativos para la naturaleza. Toro
(2007) quien cita a Hermann menciona los criterios, para una fuente no renovable
se utiliza la tasa sostenible de explotación o su uso no puede ser mayor que la
tasa a la cual una fuente renovable, usada en forma sostenible, para una fuente
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renovable el ritmo o la tasa sostenible no puede ser superior que la tasa de
regeneración, para un elemento contaminador, la tasa sostenible de emisión no
puede ser superior que la tasa a la cual el elemento contaminado puede ser
reciclado, absorbido o esterilizado por el medio ambiente, el desarrollo humano ha
de entenderse como un concepto más amplio, nutrido de valores, criterios y
objetivos que muestran una fuerte variabilidad entre el espacio y tiempo, el
desarrollo debe ser considerado a largo plazo ya que debe atender las
necesidades de las generaciones venideras, es necesario ajustarlo a las
posibilidades y limitaciones que presentan los recursos naturales. Montes
menciona que el desarrollo sostenible tiene su génesis en el ámbito de la
gestión.

3. CRISIS AMBIENTAL Y CRISTIANISMO

Cárdenas (2008), en su artículo “Crisis ambiental y cristianismo” expresa los


siguientes aspectos:

El deterioro de los recursos naturales es uno de los mayores problemas de la


humanidad. La disminución de la calidad y cantidad de dichos recursos no solo es
negativa por la destrucción del ambiente natural, sino porque merma, en todas sus
expresiones y posibilidades, el potencial para impulsar un desarrollo humano
sostenible, que responda a la justicia social y al clamor de los desposeídos de la
Tierra, representado por millones de hombres, mujeres y niños/as que carecen
hoy de las mínimas condiciones para llevar una vida digna.

El ambiente natural, los paisajes culturas y la existencia de grandes unidades


territoriales que permitan la vida de poblaciones vegetales, animales y humanas
es el soporte físico-nuclear del desarrollo sostenible. La prosperidad del ser
humano y la erradicación de la pobreza están condicionadas por las relaciones
armónicas que los sistemas culturales establezcan con el ambiente natural, que
debe ser respetado, conocido y reconocido en todos sus procesos. El ambiente
natural es una fuente de bienes y servicios para el desarrollo de la sociedad
humana. El ambiente es un bien colectivo interdependiente y frágil. Si el ambiente
natural se deteriora gravemente, como de hecho está sucediente, no existe
sistema económico, filosófico, religioso o cultural que pueda garantizar
condiciones de vida justas y dignas para los seres humanos. Las dimensiones
planetarias de la problemática ambiental hacen de dicha realidad uno de los temas
y preocupaciones políticamente más relevantes de la actualidad. El tema es
ineludible, cuando reconocemos que los principales responsables del origen del
problema, en términos de magnitud e impacto a escalas planetarias, son los
países del primer mundo que comparten una tradición marcada por la influencia
que ha ejercido el cristianismo en la configuración económica, política y cultura de
Europa y Estados Unidos de Norteamérica. Entonces, si estos países tienen una
tradición cristiana, que expresa un mensaje de amor, esperanza, paz y justicia,
¿Cómo es posible que la vida en la Tierra esté amenazada como producto de
unos estilos de vida anticristianos y antievangélicos?

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La destrucción del planeta, es un hecho real y objetivo, implica afinar y potenciar
nuestra responsabilidad de salvaguardar el ambiente natural como patrimonio
común de todo el género humano, incluidas las generaciones del futuro. ¿Tiene
algo que decir el cristianismo sobre dicha problemática? Yo considero que el
cristianismo, con una tradición milenaria tiene medios terapéuticos que pueden
aportar en las curas que deben impulsarse para frenar la destrucción del territorio
planetario, de los equilibrios naturales y de la diversidad biológica y cultural que se
han configurado en la Tierra.

En las últimas tres décadas, diversos sectores públicos y privados a nivel mundial
se han venido involucrando en la implementación de los principios y las acciones
ligadas al desarrollo sostenible. Numerosas iglesias occidentales han manifestado
su preocupación sobre el cambio climático, la destrucción de los sistemas
ecológicos, y han enfatizado la necesidad de que el ser humano ejerza cuidado
para toda la creación basado en la hermandad, el sacrificio y la caridad (Votrin,
2005). Las comunidades religiosas, iglesias cristianas reformadas, la iglesia
católica y las iglesias ortodoxas, así como grupos no cristianos, han venido
participando y contribuyendo cada vez más al debate ambiental. Los portales
electrónicos de numerosas iglesias cristianas hacen menciones explícitas al tema
ambiental. Su desarrollo ha sido tan importante que se ha venido construyendo
una forma teológica llamada ecoteología. Esta nueva visión o escuela teológica
no es uniforme en sus desarrollos; sus principales exponentes pueden expresar
sus preocupaciones en el marco de la más ortodoxa filosofía cristiana (Wolfhart,
1999), o incluso manifestar sus posiciones discursivas en el horizonte de la nueva
era y el neopaganismo (Boff, 2001).

En general, un común denominador del aporte de las religiones cristianas tiene


que ver con su visión sobre las raíces de la problemática ambiental
contemporánea: la premisa fundamental es que el problema ecológico es la
expresión de una crisis moral y espiritual en el ser humano. Ahora, las visiones
sobre la articulación sociedad-naturaleza y el cristianismo, como en el catolicismo,
así como en la ortodoxia, en las iglesias reformadas, como las iglesias evangélicas
no son uniformes. Las intencionalidades propias de los diferentes carismas y
visiones teológicas o escuelas se expresan como propuestas eclesiales
absolutamente marcadas por una visión trascendental apolítica, o por visiones
políticas a-trascendentales (Mezt, 2007). Las oscilaciones que se registran en el
mundo cristiano pretenden ser excluyentes unas de otras. Yo creo que son
enfoques complementarios que deben valorarse como parte del patrimonio del que
disponemos los/as cristianos/as y la humanidad para enfrentar la grave crisis
planetaria que experimentan inmensos sectores de la población mundial y que se
acentuará en los próximos años (2008 al 2050) mediante sequías, hambrunas,
colapso de ecosistemas y el etnocidio que viven muchos pueblos indígenas que
expresan un estilo de vida ambientalmente sostenible e inspirador en el marco de
modelos de producción alternativos a los dominantes.

En el campo católico las visiones sobre la naturaleza se han construido


históricamente y teológicamente con base en el predominio de determinadas
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escuelas teológicas y sus visiones de naturaleza. Por un lado, la naturaleza puede
comprenderse como la expresión de un mundo caído por el pecado original, y su
consiguiente expresión dualista, que separa lo material de lo espiritual. Por otro
lado, se puede constatar que la naturaleza está relacionada con lo divino,
convirtiéndose de tal manera en objeto de veneración y respeto. Finalmente, la
naturaleza se ha pensado como espacio donde operan fuerzas sobrenaturales,
que se plasman en toda la rica expresión de formas culturales ligadas a la
religiosidad popular de nuestros pueblos a lo largo y ancho del mundo.

La investigación sobre la relación sociedad-naturaleza en el cristianismo tiene


diversas posibilidades teóricas: 1) la perspectiva posmoderna que expresa en su
postulado básico la noción de naturaleza como discurso socialmente construido,
que está sujeta a constantes negociaciones en el contexto de la vida social; 2) una
perspectiva culturalista, que entiende al ser humano como un constructor de
sistemas culturales de significado que expresan una cosmología; y 3) finalmente,
una perspectiva ontológica que, partiendo del horizonte de la libertad humana,
reconoce la existencia de principios axiológicos anteriores a toda realidad y
experiencia, que se constatan en el horizonte de una revelación, y que deben
orientar la vida del ser humano. Las primeras dos perspectivas surgen de la
antropología cultural y los estudios culturales. La tercera perspectiva está más
ligada a la teología escolástica y al desarrollo de la metafísica.

Ahora, el discurso mundial de tipo ecologista generalmente ignora el papel de la


revelación cristiana o se constata una práctica abiertamente hostil a un
reconocimiento de los valores del evangelio como un camino para superar la crisis
planetaria. Dicha actitud debe entenderse como parte de las mentalidades
ilustradas y emancipadas que la modernidad generó y que expresan una
secularización exasperada de carácter nihilista. Afirmaciones como “Dios es
Espíritu” (revelación del Salvador a la Samaritana, San Juan 4, 24), “El Señor es el
Espíritu” (2 Cor, 3, 17), son expresiones que denotan una dimensión de la realidad
que no tiene cabida en los ambientalismos materialistas que dominan el campo del
pensamiento ecológico y ambiental. Las anteriores expresiones del evangelio
manifiestan un componente ineludible de nuestra memoria sobre la realidad y la
historia; son pilares para el conocimiento humano y la realización ética del ser
humano desde los horizontes del metadiscurso religioso. La naturaleza espiritual
es ignorada, desconocida y violentada por la visión secularista dominantes. Dicha
mentalidad es muy poderosa como fuerza cultural, y tiene alianzas con el
neopaganismo y un positivismo religioso post-idealista, que minimiza el valor
existencial, ontológico y trascendental de la iglesia, como institución histórica y
meta-histórica. La crisis ambiental no puede entenderse al margen de las
estrategias del mal que se expresan con violencia en la historia del ser humano y
que genera una crisis de la representación de la cual la teología de tradición latina
ha sido víctima y victimario.

En los trabajos de Max Scheler, referidos al puesto del ser humano en el cosmos,
lo espiritual es un componente objetivo de la realidad y no simplemente un
capricho de la mente humana: “Espíritu es por tanto, objetividad; es la posibilidad
13
de ser determinado por la manera de ser de los objetos mismos. Y diremos que es
sujeto o portador de espíritu aquel ser cuyo trato con la realidad exterior se ha
invertido en sentido dinámicamente opuesto al del animal” (Scheler, 1938). Ahora,
Dios se expresa tanto de manera objetiva, como subjetiva, pero también su
naturaleza no es ni objetiva, ni subjetiva. Por un lado, el creyente o el no creyente
pueden tener una experiencia positiva o negativa de Dios que puede captar desde
una base subjetiva propia a cada individuo. Esa es una dimensión subjetiva de su
experiencia de Dios. Por otro lado, Dios se reveló de manera muy clara en la
historia del pueblo judío que sistematizó la expresión tanto objetiva como subjetiva
de dicha comunicación divina en la Biblia. Los diversos autores sagrados,
inspirados por el Espíritu Santo, no agotaron ni estaban en transcribir, conocer o
reconocer todo el poder, la energía ni la esencia de Dios. Dios está más allá de los
objetivo y subjetivo, ámbitos propios de la experiencia humana sobre la realidad.

4. EL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL DESARROLLO


SOSTENIBLE

Yturralde (2014), en su artículo “El Papa Francisco y el desarrollo sostenible”,


destaca los siguientes aspectos:

Sin proponérselo, el Papa Francisco en sus palabras revela enseñanzas muy ricas
sobre el desarrollo sostenible. Desde una perspectiva espiritual y trascendente
denuncia aquello que no está de acuerdo con el evangelio e invita a todas las
personas a tomar un nuevo rumbo. Sin embargo sus reflexiones no son
extraterrenales ni elevadas por los cielos sino que están encarnadas en el drama
social, económico y ambiental que se vive hoy en día.

En su exhortación
apostólica “Evangelii
Gaudium” critica
fuertemente la teoría
del “derrame” que
supone que todo
crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por
sí mismo una mayor equidad e inclusión social en el mundo. Los hechos han
demostrado que el crecimiento económico no necesariamente se refleja en
desarrollo y bienestar social. Indica que es necesario equilibrar el mercado con un
Estado regulador que busque el bien común, y en caso contrario se podría llegar a
una tiranía del capital.

(EG-54): Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un
estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal
egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo,
nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no
lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera
una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos
anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos
14
comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos
parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.

El Papa denuncia que el dinero se ha convertido en un nuevo becerro de oro (cf.


Ex 32,1-35) al cual adoramos. La economía ha perdido su orientación
antropológica, se busca un crecimiento sin rostro humano.

(EG-54): Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de


la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este
desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los
mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control
de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva
tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus
leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las
posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo
real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta,
que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce
límite.

Estas declaraciones le han valido la calificación de “marxista” al Papa Francisco


por parte del Tea Party y otros sectores radicales de derecha. Con esa brillante
humildad que lo caracteriza, el Papa ha respondido que “la ideología marxista está
equivocada. Pero en mi vida he conocido a muchos marxistas buenos como
personas, y por esto no me siento ofendido”. Además aclaró que en el documento
no habló como técnico sino que quiso hacer una fotografía de la situación actual y
que lo expresado está en perfecta concordancia con lo que siempre ha
manifestado la Doctrina Social de la Iglesia.

Pero el Papa no se limita al ámbito socioeconómico en su análisis situacional, sino


que incluye la variable ambiental: En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en
orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el ambiente,
queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla
absoluta.

En sus homilías también invita a recordar la misión que Dios le dio al ser humano
en el Génesis: “cultivar y cuidar su creación”. Lejos de los ecologismos radicales,
el Papa habla de una necesaria ecología humana. Solamente si nos preocupamos
unos por otros, también podremos preocuparnos por la naturaleza. Mientras más
humanos seamos, más velaremos rectamente por plantas, animales y por todo lo
creado.

Así mismo el Papa critica fuertemente la “cultura del descarte”, que no se limita a
botar cosas materiales sino que hace a las mismas personas descartables,
especialmente si son pobres o discapacitados, si aún no sirve -como el niño que
está por nacer- o ya no es necesario -como los ancianos-. Esta cultura del
descarte nos ha hecho insensibles incluso a los desperdicios, a los residuos de los

15
alimentos, que es aún más despreciable, cuando en todo el mundo, por desgracia,
muchas personas y familias sufren hambre y desnutrición.

Pero como todo profeta, el Papa Francisco no se limita a denunciar el mal, ¡sino
que anuncia el bien! Su descripción del mundo es dramática pero esperanzadora.
En el día mundial del ambiente (2014) realizó una bonita explicación con el pasaje
del milagro de los panes y los peces. Indicó que la narración señala que se
llenaron 12 canastas con la comida que sobró, es decir, no se desperdició nada y
añadió: Doce es el número de las tribus de Israel, simbólicamente representa a
todo el pueblo. Y esto nos explica que cuando la comida se comparte de manera
justa, solidaria, no se priva a nadie de lo necesario, cada comunidad puede
satisfacer las necesidades de los más pobres. La ecología humana y la ecología
ambiental caminan juntas.

Así mismo, en youtube se puede observar un video en el cual el Papa grabó su


“Mensaje a los cartoneros y recicladores de todo el mundo” donde indica: Ustedes
reciclan y con esto producen dos cosas, un trabajo ecológico, necesario, y por otro
lado una producción que fraterniza y da la dignidad al propio trabajo. Son creativos
en la producción y también son creativos en el cuidado de la Tierra, del mundo,
con esta dimensión ecológica.

Mientras grandes multinacionales tienen departamentos de I+D+I (Investigación,


Desarrollo e Innovación) para elaborar complejas estrategias de sostenibilidad, los
recicladores con su trabajo humilde son puestos como ejemplo de creatividad y
conciliación entre el ambiente y la sociedad. ¡Cuánto más se podría lograr si todos
camináramos en esa dirección!

Finalizo con las palabras que el Papa utilizó para cerrar su carta dirigida al Foro
Económico Mundial reunido en Davo (Suiza) y que de seguro apelarán
profundamente a todos los empresarios de buena voluntad:

Estoy convencido que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una
nueva mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad
económica y financiera dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente
humano. La comunidad económica internacional puede contar con muchos
hombres y mujeres de gran honestidad e integridad personal, cuya labor se inspira
y guía por nobles ideales de justicia, generosidad y atención por el auténtico
desarrollo de la familia humana. Os exhorto a aprovechar estos grandes recursos
humanos y morales, y a haceros cargo de este desafío con determinación y visión
de futuro. Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y
profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad se
sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella.

Martín de Roca (2018), en su artículo “El pensamiento del Papa Francisco sobre el
desarrollo sostenible”; destaca los siguientes aspectos:

16
El Papa Francisco en agosto de 2015 publicó la encíclica Laudato Sí, sobre el
cuidado de la casa común. Es una exhortación a una toma de conciencia en
relación al cuidado del ambiente y al compromiso que todos y cada uno, tenemos
para con las generaciones futuras. El subtítulo de la encíclica “cuidado de la casa
común” justamente refiere al cuidado del lugar que nuestro Padre Dios nos
concede como hogar y que pertenece a toda la humanidad y exige por tanto un
fuerte compromiso en cuanto al cuidado y la preservación del ambiente.

El mensaje del Papa nos lleva a que “nada de este mundo nos resulte indiferente”
(LS 3), porque todas las “criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a
su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el
ser humano debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso
desordenado de las cosas” (Catecismo de la Iglesia Católica 339).

En virtud de esto, los cristianos estamos “llamados a ser los instrumentos del
Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su
proyecto de paz, belleza y plenitud” (LS 53).

Esto debe llevarnos a un serio compromiso y al análisis de nuestras conductas


respecto del ambiente, el cuidado y la administración de los recursos naturales
que el creador pone a nuestro alcance.

Como se ve, la iglesia también se preocupa por la cuestión ecológica, ya que no


es solo esta encíclica la que refiere a estas temáticas, sino que hay desde el
catecismo, y otra serie de documentos, referencia a ello. Se pueden recorrer las
citas bibliográficas de la encíclica para advertir la poca novedad de la temática. Sí
se pude citar la novedad en cuanto al lenguaje próximo y cercano que invita a una
reflexión profunda y a un mayor compromiso con las futuras generaciones y el
cuidado del ambiente.

Resulta interesante adentrarnos en el pensamiento del Papa, no solo con el


enfoque en los ODS (Objetivos de desarrollo sostenible), sino incursionando en
dos documentos de su autoría que ya van marcando con fuerza su línea de
pensamiento, Evangelii Gaudium y Laudato Sí.

El Papa Francisco se refiere a la necesidad de análisis y de enfoque integral de


los problemas ecológicos, los cuales vincula con el cuidado de la casa común: el
“deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social” (LS 43-47). El
compromiso a que nos llama la encíclica nos impulsa a tener “en cuenta que el ser
humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser
feliz, y que además tiene una dignidad especialísima” (LS 43).

La presión y los excesos sobre el ambiente impactan sobre las personas y de


modo más cruel e intenso sobre las poblaciones más vulnerables. La relación
entre la cuestión ambiental, el bien común, y la protección de los más débiles se
destaca a lo largo de la encíclica.

17
Cita con referencia a la Comisión de Justicia y Paz “que si bien es cierto que la
desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean
obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el
crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y
solidario” (LS 50).

Menciona asimismo que “deberían exasperarnos las enormes inequidades que


existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más
dignos que otros” (LS 90).

Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin


posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con
lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de
sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta.”
Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión
humano, de una persona con discapacidad -por poner sólo algunos ejemplos-,
difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está
conectado” (LS 117).

La tarea del ser humano de trabajar y cuidar lo creado es la de un “administrador


responsable” (LS 116), “a la vez que podemos hacer un uso responsable de las
cosas, estamos llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor
propio ante Dios y "por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria" (LS 69).

El Papa, en otros puntos, invita a “llegar a las raíces de la actual situación, de


manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más
profundas” (LS 15) de los problemas ambientales.

Destaca en este punto la importancia del desarrollo y la promoción de la ciencia y


tecnología, destacando que por sí misma no implican un progreso o desarrollo,
“porque la realidad, el bien y la verdad no brotan espontáneamente del poder
tecnológico y económico” (LS 105).

Francisco también hace referencia a la vinculación entre ecología y trabajo.


Cualquier trabajo digno, ya sea manual o intelectual, vincula al ser humano con el
mundo, con su prójimo y con Dios.

El ser humano recibe el poder de dominar el mundo para perfeccionarlo y


transformarlo “en una hermosa morada donde se respete todo” (Pablo VI, Discurso
a la Conferencia Internacional sobre el ambiente (1.VI.1972).

Por otra parte, propone “el ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz”
(LS 82), que debe regir la “administración responsable”, recordando que el
“dominio” del ser humano sobre lo creado debe tener en cuenta las palabras de
Jesús: “Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los
grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que
quiera ser grande, sea el servidor” (Mt 20, 25-26).
18
“El análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los
contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada
persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con
los demás y con el ambiente” (LS 141).

Por eso, la ecología integral incluye también aspectos que influyen en la vida
social, como la economía, la política, la cultura, el deporte y cualquier actividad
humana.

Laudato Si nos presenta una concepción del ambiente en un sentido amplio, ya


que ambiente no es solo aire, agua y tierra y lo que de ellos deriva. Por eso el
Papa nos presenta el concepto de ecología económica, ecología cultural, ecología
social y hasta ecología de la vida cotidiana. Esto, en sentido amplio por el impacto
que tienen las decisiones económicas sobre el ambiente y por tanto sobre la vida
de los seres humanos que habitan un territorio.

“….Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos
que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo,
nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad que nos contiene y nos
une” (LS 151).

En relación a Evangelii Gaudium, se pueden citar algunos puntos que tienen que
ver con aspectos sociales que están muy bien planteados en la Agenda 2030 y los
ODS, y son “la inclusión social de los pobres” y su contribución a “la paz y al
diálogo social”. Plantea la exclusión como un asunto pendiente y vinculado a la ley
del más fuerte, donde el poderoso come al más débil. Asimismo, critica la “teoría
del derrame” que da por supuesto que el crecimiento y la libertad de mercado
contribuyen por sí mismos a la equidad y la inclusión.

Dice el Papa, “la necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no


puede esperar”, no solo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de
ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e
indigna y que solo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que
atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras.
Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando
a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y
atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas
del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males
sociales” (n. 202).

Clama el Santo Padre: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces
de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces
profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan
denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la
caridad, porque busca el bien común (…) ¡Ruego al Señor que nos regale más
políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los
pobres!” (pto. 205).
19
A continuación se destaca el contenido del video mensaje brindado por el Santo
Padre Francisco a los asistentes a la Cumbre Mundial de Gobiernos (Wordl
Government Summit) que se realizó del 10 al 12 de febrero de 2019 en Dubai, el
cual fue publicado por el Obispado Castrense de Argentina (2019).

“Queridos amigos, ¡Al Salamò Alaikum! ¡La paz esté con ustedes!

¡Deseo saludarlos y desearles un buen trabajo! Llevo en mi corazón la visita que


acabo de hacer a los Emiratos Árabes Unidos y la cálida bienvenida que he
recibido. He conocido un país moderno que mira hacia el futuro sin olvidar sus
raíces; un país donde se busca transformar en hechos e iniciativas concretas las
palabras: tolerancia, fraternidad, respeto mutuo, libertad. He visto que incluso en el
desierto las flores brotan y crecen y he vuelto a casa con la esperanza de que
muchos desiertos del mundo puedan florecer. Creo que es posible, pero sólo si
crecemos juntos, uno al lado del otro, con apertura y respeto, dispuestos a asumir
los problemas de todos que, en la aldea global, son los problemas de cada uno.

Pienso en ustedes y en su compromiso de estos días, en los cuales enfrentan


temas fundamentales como los retos de la política, el desarrollo económico, la
protección del ambiente y el uso de las tecnologías. Espero que la pregunta en la
que se basan las reflexiones no sea tanto: ¿cuáles son las mejores oportunidades
que hay que aprovechar?, sino ¿qué tipo de mundo queremos construir juntos? Es
un interrogativo que nos lleva a trabajar pensando en los pueblos y en las
personas más que en los capitales y los intereses económicos. Es una cuestión
que no mira a lo inmediato, a lo inmediato de mañana o de hoy, sino al futuro; mira
a la responsabilidad que tenemos: transmitir este mundo nuestro a los que
vendrán después de nosotros, protegiéndolo de la degradación tanto ambiental
como de otros tipos de degradación e antes todavía de la degradación moral.

En realidad, no podemos hablar de desarrollo sostenible sin solidaridad. Incluso


podríamos decir que el bien si no es común no es verdaderamente bien. Quizás
nunca como ahora el pensar y el actuar requieren un diálogo verdadero con el
otro, porque sin el otro no hay futuro para mí, para cada uno de nosotros. Por lo
tanto, espero que en sus actividades comiencen por los rostros de las personas,
que escuchen el grito de los pueblos, el grito de los pobres, que reflexionen sobre
las cuestiones de los/as niños/as.

Y con estos pensamientos les doy las gracias y le deseo un trabajo fructífero al
servicio del bien común y pido al Señor que bendiga vuestro compromiso por un
mundo más justo y más próspero para todos. ¡Gracias!”

El Papa en su discurso a los/as participantes de la Conferencia Internacional sobre


"Las religiones y los objetivos del desarrollo sostenible: Escuchar el clamor de la
Tierra y de los pobres", organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo
Humano Integral y por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, que se
celebró en el Aula nueva del Sínodo del 7 al 9 de marzo de 2020; la cual reunió a
líderes religiosos de todos los orígenes religiosos, así como a defensores y
20
expertos en los campos del desarrollo, el ambiente y cuidado de la salud; les dijo
que cuando se habla de sostenibilidad no se puede pasar por alto la importancia
de incluir y escuchar todas las voces, especialmente las marginadas como las de
los pobres, migrantes indígenas y jóvenes. El desarrollo sostenible debe ser
inclusivo y participativo. “Hablar de desarrollo no es solamente en base al
crecimiento económico” dijo en su discurso a los participantes en esta
Conferencia, y añadió, un debate fructífero sobre el desarrollo debe ofrecer
modelos viables de integración social y conversión ecológica, no podemos, dijo,
desarrollarnos como seres humanos fomentando las crecientes desigualdades y la
degradación del ambiente (Ynestroza, 2020).

El Papa espera respuestas concretas al grito de la Tierra y al grito de los pobres.


Compromisos concretos para promover el desarrollo real de forma sostenible a
través de procesos abiertos a la participación de las personas. Ante la agenda de
2030 de la ONU, el Pontífice propone integrar todos los objetivos de desarrollo
sostenible (ODS9 a través de las cinco P: personas, planeta, prosperidad, paz y
(partnership) asociación. Recordó que los pueblos indígenas son el cinco por
ciento de la población mundial, pero cuidan el 22 por ciento de la superficie
terrestre (di Paola, 2020).

El Papa cree que el mundo necesita una “conversión ecológica” para promover
la sustentabilidad. En su encíclica Laudato Sì, exhorta a todos y todas a mostrar
un cuidado especial por las comunidades indígenas y sus tradiciones culturales.
No solo por defender sus derechos sino en reconocimiento de la cantidad de
pueblos indígenas que tienen que enseñar al mundo sobre la ecología integrada
que la iglesia proclama vigorosamente como parte del Evangelio de la Creación.
Indican líneas de adecuada conversión ecológica y educación ecológica. Este es
un trabajo poderoso que aborda temas ambientales y ecológicos, especialmente la
necesidad de acción sobre el cambio climático.

El Papa Francisco pidió a los participantes en esta Conferencia atención especial


para las comunidades indígenas porque sus vidas, comunidades y tradiciones
culturales están gravemente en peligro, con sus tierras, cultura, derechos y
dignidad pasados por alto, sacrificados o incluso pisoteados por los intereses
económicos de los demás.

Dijo a los participantes de la Conferencia que el desarrollo sostenible no se puede


lograr sin las voces de los afectados por la explotación de los recursos de la
Tierra, especialmente los pobres, los migrantes, los indígenas y los hombres y
mujeres jóvenes. Que el desarrollo es un concepto complejo que ha sido limitado
casi por completo al crecimiento económico, llevando así al mundo por un camino
peligroso donde el progreso se evalúa solo en términos de crecimiento material.

Ese camino ha provocado que muchos exploten irracionalmente el ambiente y a


nuestros semejantes. “Debemos comprometernos a promover e implementar los
objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que están respaldados por nuestros
valores religiosos y éticos más profundos. El desarrollo humano no es solo un
21
problema económico o que concierne solo a los expertos; En última instancia, es
una vocación, una llamada que requiere una respuesta libre y responsable”.

En la Conferencia el Papa expresó que la Agenda 2030 y los ODS fueron un gran
paso adelante para el diálogo global, marcando una solidaridad nueva y universal.
Pero señaló que durante demasiado tiempo, la idea convencional de desarrollo se
ha limitado casi por completo al crecimiento económico. Además, manifestó que la
cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y
parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del
ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería
ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un
estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance
del paradigma tecnocrático. De otro modo, aún las mejores iniciativas
ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar
sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que
en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos
problemas del sistema mundial ( https://www.expoknews.com/santa-sustentabilidad-el-papa-
llama-a-una-conversion-ecologica/).

5. PELIGROS DE UNA IDEOLOGÍA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

Un poco antes de la Cumbre de Johanesburgo (2002), la Agencia Católica de


Informaciones (AICA) de Argentina publico un artículo sobre los peligros de
ideologizar el desarrollo sostenible.

En el referido artículo se sostiene que el desarrollo sostenible es una visión de


progreso holística e integrada donde los aspectos de vida en la Tierra son
indivisibles e interdependientes. Esto se aplica a la interacción entre los seres
humanos y la naturaleza y a las diferentes esferas de la vida humana: economía,
política, cultura, ética, salud, relaciones interpersonales, derechos humanos y
reproducción.

Según el AICA, esta afirmación es parcialmente cierta como ocurre con los
factores del medio ambiente como la contaminación, falta de agua potable y
salubridad y la salud humana.

Una visión holística desaparece las jerarquías entre los diferentes elementos y
valores haciendo que no solamente estén conectadas sino que se hacen
indistinguibles y trae consigo diversos problemas.

Bajo este enfoque algunos presentan el desarrollo sostenible como una nueva
ética global, la escala de valores que guía las decisiones de los individuos, los
países y las empresas. El concepto de desarrollo sostenible es tan vago y global
que une a los ecologistas, pacifistas, activistas de los derechos humanos y
feministas radicales.

22
El desarrollo sostenible incluye valores comunes para cada cultura y religión: paz,
solidaridad, equidad, tolerancia, respeto por los derechos humanos; sin embargo
algunas interpretaciones excluyen los valores tradicionales.

En general se considera que lo “sostenible” es socialmente aceptado y


considerado como bueno, de acuerdo con los nuevos valores globales y los
nuevos derechos humanos. Lo que se oponga a estos nuevos valores globales,
nuevos derechos humanos y la protección del medio ambiente es inaceptable e
“insostenible”.

En este entorno un grupo de líderes de opinión, políticos y personas influyentes


formaron en 1997 un grupo de apoyo para la suscripción de la Carta de la Tierra.

La Carta de la Tierra pretendía ser un código ético global para el desarrollo


sostenible. Mikail Gorbachov afirmó que eventualmente iba a sustituir a los diez
mandamientos. La Carta de la Tierra se suscribió en marzo de 2000. No es un
documento oficial, sin embargo su filosofía ha sido aceptada por muchos grupos
en el mundo.

Los principios de la Carta de la Tierra son: respeto de la Tierra y la vida en toda su


diversidad; cuidado de la vida con entendimiento, compasión y amor; construcción
de sociedades democráticas justas, participativas, sostenibles y pacíficas;
aseguramiento de que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las
generaciones presentes y futuras.

Conservar el ambiente, fomentar la solidaridad y los derechos humanos, y eliminar


la pobreza obviamente involucran cambios en la manera en que las personas
piensan y viven. Incluyen no solamente la tecnología, sino también valores, moral
y cultura en general.

Sin embargo, promover algunas de las interpretaciones de las Naciones Unidas


sobre desarrollo sostenible significa sustituir los conceptos y valores tradicionales
por nuevos “valores globales” y nuevos “derechos humanos”. Estos valores y
“derechos” no son solamente reconocidos, fueron pensados basados en consenso
y luego definidos por las Naciones Unidas y sus asociados.

El primer derecho no es el derecho a la vida, sino el “derecho a escoger”.


“Governance” para el desarrollo sostenible. Según algunas interpretaciones de las
Naciones Unidas, “Governance” no es lo mismo que Gobierno. “Governance”
significa la participación de los gobiernos, el sector privado (empresas) y la
sociedad civil (especialmente las ONGs) en la toma de decisiones y la
implementación de programas y políticas. Los Gobiernos tienen que crear una
atmósfera para que las ONGs y las empresas puedan participar; y asociaciones
entre estos tres sectores son promovidas cada vez más.

“Buen Governance”, una condición esencial para el desarrollo sostenible, a nivel


nacional incluye “sustentabilidad” (políticas sanas económicas, sociales y del
23
ambiente), instituciones democráticas que respondan a las necesidades de las
personas, la ley del derecho, medidas anti-corrupción, igualdad de género y un
ambiente propicio para la inversión.

“Governance global e internacional para el desarrollo sostenible”, incluye


cooperación internacional, especialmente con referencia a las finanzas, la
transferencia de tecnología, deuda y mercado y la toma de decisiones a nivel
global.

Además del aumento en la participación, hay también una tendencia hacia el


crecimiento de la institucionalización y fortalecimiento del sistema de las Naciones
Unidas.

Esta interpretación trae algunos temas graves y controversiales: control de


población; perspectiva de género y equidad; nuevos derechos, valores globales,
ética y espiritualidad; nueva concepción (amenaza) de la democracia y la
soberanía nacional.

La Carta de la Tierra postula el limitar el crecimiento de la población, en especial


en los países en vías de desarrollo, bajo argumentos como: la inquietud sobre
cuántas personas pueden soportar los recursos terrestres y por cuánto tiempo; la
preocupación extrema sobre el impacto de los seres humanos en otras especies;
que las tasas altas de fertilidad significan aumento en pobreza (desarrollo
económico); los derechos sexuales y reproductivos, que incluyen planeación
familiar y otros servicios de salud reproductiva especialmente los anticonceptivos,
la esterilización y el aborto (salud, derechos humanos).

Desde la perspectiva de género y equidad, se plantea que el acceso a


oportunidades, recursos y cumplimiento de los derechos y respeto por los
derechos humanos demandan que la mujer sea tratada igual que el hombre.

La ONU ha promovido la definición de género como roles del hombre y la mujer


que fueron socialmente construidos. Esto significa negar todas las diferencias
entre hombre y mujer fuera del aspecto biológico. Para que la mujer pueda
disfrutar de los mismos derechos que el hombre, los roles tradicionales o
estereotípicos, como la maternidad, necesitan ser desconstruidos. La igualdad de
género y la no discriminación no significan simplemente que el hombre y la mujer
sean tratados de una manera justa. En lugar de esto, significa que todas las
personas y sus géneros libremente escogidos, “orientaciones sexuales”, deben de
ser vistas y tratadas por igual. La homosexualidad y prostitución se pueden ver
como estilos de vida legítimos. De igual manera, la tolerancia y el respeto por la
diversidad no están basados en la dignidad inherente de la persona humana, sino
en el relativismo moral y la perspectiva de género. Introduciendo la ideología de la
perspectiva de género en todos los programas, significa implementar esta
corriente en políticas internacionales, nacionales y locales.

24
Hasta el empoderamiento o potenciación (“empowerment”) es visto a través del
lente de la perspectiva de género. Darle poder a las personas es darles una parte
en la toma de decisiones. El empoderamiento de las mujeres no solamente incluye
introducirlas al gobierno, es también aumentar su poder en la toma de decisiones
que conciernen a su fertilidad (p.e. a través de la igualdad de género, cambiando
las relaciones de género y los derechos sexuales y reproductivos).

Así como el empoderamiento de países debe ayudar a su desarrollo en todas las


áreas, el empoderamiento de la mujer (incluyendo el género y los aspectos
reproductivos) son presentados como indispensables para mejorar su situación
económica. El acceso a información, educación y capacidad de construcción son
no solamente medios para ganar conocimientos y habilidades para el desarrollo
personal, social, económico y del medio ambiente. También apoyan el
empoderamiento en la perspectiva de género.

En el aspecto de nuevos derechos, valores globales, ética y espiritualidad, se


plantea que es necesario que los gobiernos se comprometan a la justicia y
transparencia para el beneficio de los ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, a
veces los derechos humanos los pueden interpretar en una nueva perspectiva:
género, igualdad y derechos reproductivos.

El concepto de los valores también está sujeto a interpretación abierta. La


“clarificación de valores” es el método que proponen para la educación moral.

No hay valores ni normas objetivas; existen solamente en la medida en que los


individuos las aprecien y estén de acuerdo con ellas. Los valores claves que se
tienen que promover son la tolerancia, la paz y no discriminar (como es entendido
por la ONU).

Muchos de los que trabajan para que la gente tome conciencia por el ambiente,
tienen una tendencia hacia la espiritualidad de la Nueva Era y la “ecología
profunda”, y ven a la Tierra como un ser viviente o una deidad.

Restos de estas ideas están aún presentes en la Carta de la Tierra, apoyo y


fomentar valores espirituales inclusivos y globales. Sin embargo, por un lado
tenemos que “adoptar estilos de vida que enfaticen la calidad de vida y de
suficiencia de materiales en un mundo finito”. Por otro lado, la Carta le da atención
especial a las culturas indígenas, mientras éstas promuevan la toma de conciencia
hacia el medio ambiente y se ganen la vida de una manera sostenible. También
aumenta la preocupación por el destino de las religiones y culturas, que no
endosen los principios éticos, morales y espirituales de la Carta y las acciones
concretas que propone.

En el aspecto de la nueva concepción (amenaza) de la democracia y la soberanía


nacional, la idea de la ONU de “Governance” no es solamente sobre solidaridad
colaboración y la coordinación necesaria para promover el desarrollo en todo el
mundo. Ideológicamente, se define a la sociedad civil como Organizaciones No
25
Gubernamentales (ONGs). Las ONGs que más influyen reflejan las ideas de una
minoría en la sociedad.

El rol de las ONGs y sus empresas ya no es simplemente presentar a los que


toman las decisiones del gobierno elegido, los intereses de las personas. Ahora
estos sectores también forman parte de la creación e implementación de políticas.
Los gobiernos delegan su autoridad y poder a la sociedad civil y a las empresas.
Las ONGs, no los gobiernos, son los nuevos “protectores de los derechos
humanos” y los principales protagonistas del desarrollo sostenible.

La “Governance Global” le da primacía a las Naciones Unidas, poniendo en riesgo


la soberanía nacional. La ONU ya no juega un papel subsidiario en ayudar a los
países a discernir, escoger y llevar a cabo lo que va a ayudar a su desarrollo. Los
valores y metas promovidos (esencialmente impuestos) por la ONU no son
verdaderamente universales (basados en principios objetivos). Por el contrario,
imponen nuevos valores globales, derechos y programas, basados en consenso.

Las Convenciones de la ONU no son legalmente obligatorias, pero los países se


pueden referir a textos internacionalmente aceptados (consenso) como guía para
preparar la legislación nacional y planes de acción. También, los individuos y las
ONGs pueden usar estos documentos como herramientas de lobbying.

El documento del AICA analiza la situación indicando que el lenguaje del


consenso de la ONU incluye términos (como género, derechos reproductivos),
definiciones, interpretaciones y provisiones específicamente mencionadas en los
documentos internacionales. La repetición de los términos es una de las maneras
más comunes de cambiar el verdadero concepto de la palabra, dándole otra
interpretación.

El documento se pregunta ¿Cuál es el concepto de desarrollo sostenible que los


miembros de la ONU quieren conseguir? Parece más una pregunta de ideología
que una medida práctica enfocada particularmente a ayudar al pobre a que tenga
sus necesidades básicas. La salud reproductiva encabeza la lista de la agenda en
dinero y esfuerzos. Hablan de solidaridad global, inversiones en reducir el
calentamiento global, protección de los derechos humanos y buscar cómo
erradicar la pobreza.

Por estos motivos es muy importante tener una clara visión católica del desarrollo
sostenible.

6. VISIÓN CATÓLICA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

Desde un punto de vista católico, el profesor Isla en un artículo entregado al IV


ENDUC (Encuentro Nacional de Educadores Católicos) de Argentina, indica que el
concepto de desarrollo humano sustentable podría estar ligado a cinco
dimensiones, y puede graficarse en los vértices de una doble pirámide triangular
en cuya base se relacionan el crecimiento económico, la conservación ambiental y
26
la equidad social, en el vértice superior el concepto de profundización
democrática, que se refiere al proceso de la toma de decisiones y asignación de
recursos con participación de la comunidad, y en el otro vértice la paz.

En este modelo católico tan solo una de estas dimensiones es tangible


(crecimiento económico), las demás son todas intangibles. La interrelación
(compleja, entrelazada y no lineal) de estas dimensiones define un modelo de
desarrollo que para el profesor Isla es el denominado desarrollo humano
sustentable, teniendo como eje del mismo a la persona humana y en el que
existen variables de conflicto como son el crecimiento económico frente a la
preservación ambiental.

En el tema del desarrollo sostenible, la iglesia católica ha sido un participante


permanente de las grandes Conferencias Mundiales sobre el ambiente, por lo que
es necesario efectuar un recorrido por ellas para determinar cuál debe ser una
visión católica del desarrollo sostenible.

El año 2001 Monseñor Renato Martino, se dirigió a las Naciones Unidas en el


tema de ambiente y desarrollo sostenible indicando que “el siglo XX había visto
desarrollos extraordinarios como el descubrimiento de la expansión del universo,
la energía nuclear, de la arquitectura de la vida basada en una hermosa y simple
doble hélice y el viaje a la Luna. Esto invitaba a una reflexión sobre el regalo de
Dios al intelecto humano.”

Sin embargo, luego se entendió que la misma humanidad que había entendido las
fuerzas de la naturaleza, había dejado afuera una: la humanidad que se había
convertido en un fuerza de la naturaleza tan ponderosa que podría potencialmente
cambiar nuestro mundo por los siguientes siglos.

Esta fuerza ha traído el efecto invernadero y la comunidad científica admite ahora


las implicancias de este fenómeno antropogénico. Más aún, existe una nueva y
fuerte evidencia que la mayor parte del calentamiento global observado en los
últimos 30 años se atribuye a actividades humanas y que los próximos cambios
afectarán todos los aspectos del medio ambiente y el bienestar humano,
especialmente para los pobres y las generaciones por nacer.

La historia de la humanidad ha tenido varios tipos de revolución. La primera


revolución ocurrió hace miles de años, al final de la era de hielo, cuando la
humanidad empleó el conocimiento para sembrar semillas y encontró una fuente
estable y predecible de alimentos. La segunda revolución comenzó hace casi
trescientos años con la revolución industrial cuando el conocimiento se empleó
para obtener energía, ya no de animales o del viento sino del carbón y vapor. Ese
desarrollo ingenieril desató la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI)
en la atmósfera. Hace más de cien años, el químico suizo S. Arrhenius previno
acerca que duplicar el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera podría
tener consecuencias en la humanidad y ahora este fenómeno ha sido reconocido
en su dimensión total.
27
La naturaleza necesitó un millón de años para producir la cantidad de
combustibles fósiles que la humanidad gasta en un solo año. Las actividades del
25% de la población son responsables por el 75% de las emisiones globales de
los gases de efecto invernadero.

El calentamiento global es un fenómeno global. No respeta fronteras,


nacionalidades o divisiones culturales. Las respuestas a este fenómeno deberían
reflejar la interdependencia y responsabilidad común para el presente y futuro de
nuestro planeta Tierra, tomando en cuenta el importante rol que la virtud de la
prudencia puede jugar al afrontar el cambio climático. La prudencia es la
inteligencia aplicada a nuestras acciones a través del conocimiento y no es
simplemente un acercamiento cuidadoso y seguro a la toma de decisiones. Más
bien es una base razonada para tomar o eludir la acción para lograr un bien moral
y promover el lograr el bien común (Conferencia de Obispos Católicos de Estados
Unidos de Norteamérica, Junio 2001).

Monseñor Martino, continuó indicando que tal vez sea necesaria una tercera
revolución en la que se use el conocimiento. Conocimiento es un bien público, uno
que se puede compartir sin perderlo. El conocimiento ayudará a pasar de un
modelo intensivo en recursos a otro intensivo en conocimientos. El conocimiento
es un recurso natural ilimitado.

En lugar de quemar carbón y madera, se debe empezar a quemar conocimiento,


de manera que finalmente la persona humana sea el centro de las preocupaciones
para el desarrollo sostenible. No debemos convertirnos en una civilización que
conoce el precio de cada cosa pero el valor de nada.

Después de su mensaje del Angelus, en la antesala de la Conferencia de Río


sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el Papa Juan Pablo II compartió
pensamientos que son relevantes hoy y que son apropiados acerca de la Cumbre
Mundial sobre desarrollo sostenible de Johannesburgo: “Esta reunión importante
nos posiciona para examinar en profundidad la relación entre protección del medio
ambiente y el desarrollo de la gente. Hay problemas que tienen en sus raíces una
profunda dimensión ética, y que por lo tanto involucran a la persona humana, el
centro de la Creación, con los derechos de libertad que se derivan de su dignidad
de haber sido creados a imagen de Dios y con las tareas que cada persona tiene
respecto de las futuras generaciones”.

“Yo los invito a todos a orar conmigo para que los altos representantes de
diversas Naciones del mundo observen hacia delante en sus deliberaciones y
conozcan como orientar a la humanidad a lo largo de un camino de solidaridad
con la humanidad y en la responsabilidad en el compromiso común de proteger la
Tierra que Dios nos ha dado” (Papa Juan Pablo II, mensaje antes del Ángelus,
Plaza San Pedro, 31 Mayo 1992).

El conocimiento es la única fuente verdaderamente inagotable que asegura un


medio ambiente y desarrollo sostenible, y solo el conocimiento, conjuntamente con
28
un sentido ético de nuestra relación con el ambiente puede ayudar a guiar
nuestros esfuerzos hoy y para las generaciones futuras.

En la intervención del representante de la Santa Sede en la Cumbre Mundial sobre


Desarrollo Sostenible en Johannesburgo (Sud África, 2002), Monseñor Renato
Martino, indicó que dicha reunión se realizaba en espíritu de paz por el bienestar
de toda la humanidad y por el cuidado de la Creación. Informó que la Santa Sede
estaba también preocupada por las consecuencias negativas para la humanidad y
para toda la Creación de la degradación de los recursos naturales básicos como el
agua, aire y tierra, ocasionado por un progreso económico y tecnológico que no
reconocía y no tomaba en cuenta sus límites.

Monseñor Martino, indicó que las mismas ideas habían sido planteadas en el
Pronunciamiento Conjunto suscrito el 10 de junio de 2002 por su Santidad Papa
Juan Pablo II y por el Patriarca Ecuménico S. S. Bartolomeo I; y recordó que en
1992 en la Conferencia de Río, hubo discusiones y debates dentro de la
comunidad internacional sobre el desarrollo sostenible y que este concepto debía
ser trabajado para permitir que las raíces del desarrollo sostenible crezcan
profundamente de manera que permita obtener frutos abundantes para toda la
humanidad.

También indicó que los Estados habían ido a la Cumbre Mundial con intereses,
necesidades, recursos, derechos y responsabilidades particulares. El elemento
unificador de esta mezcla orgánica de diversidades legítimas era y debía ser la
persona humana, como se estableció en el primer principio de la Declaración de
Río: "El ser humano está en el centro de las preocupaciones para el desarrollo
sostenible. El ser humano tiene derecho a una vida saludable y productiva en
armonía con la naturaleza".

"Colocando el bienestar humano en el centro del ambiente es actualmente la


manera más segura de salvaguardar la Creación". Tomando en cuenta que
cualquier acuerdo para alcanzar el desarrollo sostenible debe reconocer y
salvaguardar la dignidad y los derechos de la persona humana, la promoción
continua de la centralidad del ser humano en la discusión del desarrollo sostenible
es de un interés central para la Santa Sede y la razón principal de su presencia en
esta importante Cumbre Mundial. La promoción de la dignidad humana está unida
al derecho al desarrollo y al derecho a un saludable ambiente, dado que estos
derechos iluminan la dinámica de la relación entre el individuo y la sociedad; esto
estimula la responsabilidad del individuo hacia el mismo, hacia los otros, hacia la
Creación, y al final hacia Dios.

En este sentido, la Santa Sede continuo afirmando su seria preocupación por los
tres pilares interdependiente y mutualmente sinérgicos del desarrollo sostenible
(económico, social y ambiental) y su contribución al verdadero desarrollo humano
integral y a la promoción del desarrollo y del bienestar del toda la gente.
Desarrollo es la primera de las preguntas de la gente. Como fue notado por el
Secretario General Koffi Annan, "Las Naciones Unidas deben colocar al hombre
29
en el centro de todo lo que hace, permitiéndoles satisfacer sus necesidades y
alcanzar su potencial total."

La Santa Sede, no tratará de añadir conceptos al importante discurso técnico


sobre desarrollo sostenible. Sin embargo, la Santa Sede está profundamente
comprometida con los valores que inspiran las acciones y decisiones relacionadas
con el desarrollo sostenible.

Monseñor Martino, indico que debía reconocerse que las medidas jurídicas,
económicas y técnicas no son suficientes para resolver los problemas que impiden
el desarrollo sostenible. Muchos de los problemas son temas de naturaleza ética y
moral, que llaman a un cambio profundo en los patrones modernos de consumo y
producción, particularmente en los países industrializados. Para alcanzar este
cambio, "debemos apoyar y soportar la “conversión ecológica”. En juego no sólo
está una “ecología física” que se preocupa por salvaguardar el hábitat de varios
seres vivientes, sino también está una “ecología humana”, que se basa en
asegurar y salvaguardar las condiciones morales en las acciones del ser humano
en el ambiente humano.

Para asegurar la ecología humana se necesita una educación en responsabilidad


ecológica. Esta educación no puede basarse en sentimientos o deseos vacíos.
Una educación verdadera en responsabilidad permite una conversión genuina en
la manera de pensar y actuar, promociona una verdadera cultura de la vida, la que
debiera ser la base de una nueva cultura de desarrollo sostenible.

La Tierra y todos sus recursos son parte de una "herencia común de toda la
humanidad". Este entendimiento favorece la interdependencia, refuerza la
responsabilidad y subraya la importancia del principio de solidaridad global. Esta
realidad se convierte en el fundamento del desarrollo sostenible, dirigiendo los
imperativos morales de justicia, cooperación internacional, paz, seguridad y el
deseo de reforzar el bienestar espiritual y material de las generaciones presentes
y futuras.

Como respuesta al egoísmo e indiferencia, en lo que respecta a los recursos


naturales o en el abandono de aquellos con menos poder, dinero o influencia, la
solidaridad es una determinación firme y perseverante respecto de los bienes
comunes y al hacerlo nos permite estar atentos a las necesidades de los seres
humanos. Este es un ideal demandante, uno sobre el que el Papa Juan Pablo II ha
llamado la atención llamando a una "globalización de la solidaridad".

"El gran reto moral que enfrentan las naciones y la Comunidad Internacional es el
combinar desarrollo con solidaridad (un compartir de beneficios) para superar
tanto el subdesarrollo deshumanizante y el sobre-desarrollo que considera a la
gente sólo como simples unidades económicas en un sistema de consumo".

La pobreza absoluta continúa plagando a mucha de la población mundial. Muchos


no tienen acceso a servicios sociales básicos: agua potable, servicios sanitarios,
30
cuidado de la salud, educación o seguridad. Mucha gente está subempleada o
desempleada. Muchos niños, especialmente niñas, carecen de oportunidades
educacionales. Muchos adultos, especialmente mujeres, carecen de educación y
la oportunidad para desarrollarse económicamente y lograr una integración social.
Mucha gente sufre la devastación de enfermedades, particularmente del VIH/SIDA
y malaria, especialmente en África y el Caribe.

Ya que nadie puede ser indiferente o extraño a lo que le pasa a otro miembro de la
familia humana dentro del contexto de la solidaridad, entonces debe ser prioritario
no sólo el completo desarrollo de la gente, sino especialmente de la mejora de las
condiciones de las personas que viven en la pobreza. Más aún, hoy la pobreza no
puede ser definida simplemente en términos económicos sino más precisamente
como la inhabilidad de la persona de realizar el potencial que Dios le dio.

La sociedad actual carece de respuestas a necesidades humanas básicas para


millones de personas. Nadie debería ser reducido a vivir en condiciones
subhumanas en lo social, económico o ambiental. La pobreza extrema es tal vez
la mayor violación de derechos humanos. Manteniendo el principio de
subsidiaridad, el pobre debe ser escuchado y debe ser el centro de programas
locales, nacionales e internacionales de desarrollo sostenible.

Personas viviendo en pobreza deben ser considerados sujetos activos y deben ser
protagonistas de su futuro. Cualquier iniciativa que contribuya al desarrollo de la
gente debe enfrentar las necesidades materiales y espirituales de las personas.

Uno de los elementos básicos para la existencia humana es el agua. Hoy parte de
la familia humana accede a suministros inadecuados de agua fresca y carece de
servicios sanitarios. La responsabilidad primaria para un empleo sostenible,
protección y gestión del agua del mundo está a cargo de los gobiernos. En la
lucha para erradicar la pobreza el agua juega un papel vital. Esta Cumbre Mundial
debe enfrentar el reto de la disponibilidad de agua.

Otra alta prioridad en el desarrollo sostenible es el desarrollo rural. Las áreas


rurales constituyen más de la mitad de la población mundial y los pobres viviendo
en dichas áreas carecen de acceso básico a servicios sociales. La urbanización ha
sido a veces causa del olvido de la población rural. Pero han sido los altos niveles
de pobreza en las áreas rurales las que han contribuido a la migración de la
población hacia las áreas urbanas.

Dentro del principio de subsidiaridad, el manejo de los bienes es un pre-requisito


en la lucha contra la pobreza. Para que el manejo de los bienes tenga éxito debe
haber un nuevo emprendimiento que promueva la inversión en la gente e
infraestructura y que promueva la participación de los ciudadanos y ciudadanas en
las decisiones que afectan su vida. En este contexto se valora el sistema
democrático, ya que permite asegurar la posibilidad de participación de los
ciudadanos y ciudadanas en el gobierno de los países. Este es un proceso
llamado por el Papa Juan Pablo II como la "subjetividad de la sociedad" y que está
31
basada en la "creación de estructuras de participación y responsabilidad
compartidas".

En 1995, el Papa Juan Pablo II habló de una renovación del espíritu dentro del
sistema de la ONU: "La Organización de las Naciones Unidas necesita elevar
cada vez más el frío estatus de una institución administrativa y convertirse en un
centro moral donde todas las Naciones del mundo se sientan en casa y
desarrollen un sentido de estar en una familia de Naciones’. La idea de familia
inmediatamente evoca algo más que simples relaciones funcionales o una simple
convergencia de intereses. La familia es por naturaleza una comunidad basada en
la confianza mutua, soporte mutuo y respeto sincero. En una auténtica familia el
fuerte no domina, en su lugar los miembros más débiles son los mejor bienvenidos
y servidos debido a su debilidad.

Esta reunión debe poner atención en acciones para alcanzar un desarrollo


humano económico y social como base para un desarrollo sostenible.

La Santa Sede espera que el resultado de esta reunión no solo sea exitosa, sino
innovadora y que los compromisos que surjan lleven a la humanidad hacia
adelante, para que realmente contribuyan al bienestar espiritual y material de la
gente, sus familias y sus comunidades.

La Santa Sede llamó por un "regalo de uno mismo" como respuesta al egoísmo y
la indiferencia, ya que asegura el bienestar de otros y de las generaciones futuras
y por lo tanto contribuye al desarrollo sostenible. El regalo de uno mismo es el uso
más noble de la libertad humana y es la base para la acción hacia un desarrollo
humano integral.

En la Intervención de la Santa Sede sobre el Plan de Acción de la Cumbre Mundial


sobre Desarrollo Sostenible en Johannesburgo (Sud África, 2002), Monseñor
Renato Martino, Jefe de la Delegación de la Santa Sede en el encuentro realizado
en Johannesburgo (Sud África) del 26 de agosto al 4 de septiembre, señaló que
en conformidad con su naturaleza y misión particular, la Santa Sede se complace
en unirse al consenso del Plan de Acción de la Cumbre.

"La Santa Sede reafirma su posición de que cualquier discusión sobre el


desarrollo debe centrarse en la dignidad humana, y a este respecto renueva sus
compromisos con los Principios de Río, el primero de los cuales afirma: 'Los seres
humanos son el centro del interés del desarrollo sostenible. Tienen derecho a una
vida sana y productiva en armonía con la naturaleza'".

Lamentó, sin embargo, que este primer principio no haya sido reflejado en la
introducción de todas y cada una de las secciones del documento, ayudo así a
recordar y guiar el propósito de nuestra labor aquí y en todos los ámbitos del
desarrollo sostenible.

32
Mi delegación se complace en informar de que a la hora de unirse a la adopción
del consenso, lo hace sin reservas. Al mismo tiempo, la Santa Sede reafirma todas
las reservas previamente expresadas en la conclusión de los diversas
Conferencias y Cumbres de las Naciones Unidas, así como durante las sesiones
especiales de la Asamblea General para la revisión de dichas reuniones.

En la Intervención de la Santa Sede en el segundo Comité de la Asamblea


General de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (05/10/2004),
Monseñor Celestino Migliore indicó “con la Reunión de Johanesburgo atrás, no
podemos olvidar que el desarrollo sostenible es un tema vital e importante para las
deliberaciones de la ONU”.

Si la Cumbre Mundial de desarrollo sostenible es el punto de partida para la


redefinición de la Cooperación Internacional que involucra a todos como grupos de
interés (stakeholders), entonces se puede afirmar que el "ser humano está en el
centro de preocupación del desarrollo sostenible. El ser humano tiene derecho a
una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza." Por esta razón el
desarrollo sostenible debería ser siempre considerado dentro del contexto de una
auténtica ecología humana.

Cuando se toman en cuenta temas como la protección y uso del agua, la provisión
de servicios sanitarios, la mejora de los asentamientos humanos y la salud
pública, la reducción de la pobreza y el alcanzar los objetivos de desarrollo del
milenio (ODM), nos enfrentamos a una red compleja de interconexiones y
sinergias que necesitan ser evaluadas regularmente. La Santa Sede da soporte a
este proceso en vista de la sesión de la ONU sobre desarrollo sostenible.

Para avanzar más rápidamente hacia un desarrollo sostenible, debe avanzarse en


la participación amplia de los grupos de interés (stakeholders). A través de su
participación activa los principios de solidaridad y subsidiaridad se respetarán. A
través de estos dos principios, los stakeholders entenderán que las necesidades de
todos, y no sólo las de algunos, deben ser siempre tomadas en cuenta. En este
contexto es importante garantizar una contabilidad adecuada de los programas y
proyectos de desarrollo sostenible, de manera que tomen en cuenta las
preocupaciones de la gente a la que se debería ayudar.

Se debe considerar a las personas que viven en los márgenes de la sociedad,


como los verdaderos actores de su propio desarrollo. Las personas no son
herramientas, más bien son los participantes centrales en la determinación de su
futuro. Dentro de sus circunstancias económicas y políticas debe permitírseles que
ejerciten su creatividad, que es característica de la persona humana y sobre la
cual se basa la riqueza de las naciones. El desarrollo sostenible debe buscar la
inclusión, la que sólo puede ser obtenida mediante la participación y una justa
cooperación internacional.

La gente marginada, siendo stakeholders, muchas veces se les niega la palabra


en las mesas de negociación. Debe haber un cambio real en esta materia, ya que
33
una prosperidad global genuina y el progreso en temas de desarrollo sostenible
dependen de la unificación de los intereses de todas las personas. La Santa Sede
llama a desarrollar una estrategia integrada que refuerce la solidaridad en la cual
todos puedan ejercer sus derechos.

Finalmente Monseñor Martino señaló con relación a la Década Internacional para


la Acción sobre "Agua para la vida", que la Santa Sede se une a todos aquellos
que reconocen el valor esencial del agua en el desarrollo centrado en el ser
humano y realmente sostenible.

En la Sesión 13 de la Comisión sobre Desarrollo Sostenible (CDS) en la Naciones


unidas el 20/04/05, el representante de la Santa Sede Monseñor Celestino
Migliore indicó que la Conferencia intentaba lanzar una década de implementación
de Conferencias anteriores. La Santa Sede se asocia con aquellos que buscan
que la CDS tenga un papel central en el proceso de promoción del desarrollo
sostenible.

El propósito de la 13ª. Sesión de la CDS es identificar opciones políticas y


medidas prácticas que apresuren la implementación de los objetivos de desarrollo
del milenio (ODM) y las metas de la Reunión de Johanesburgo en tres áreas
específicas durante el 2004 y 2005. Esto es agua, servicios sanitarios y
asentamientos humanos.

La Conferencia ha mostrado como estos temas están relacionados uno con el otro
y como deberían desarrollarse estrategias para promover el desarrollo sostenible y
apoyar la lucha contra la pobreza. Hay de hecho una clara relación entre el acceso
al agua, servicios sanitarios y asentamiento humanos en un lado y al otro la salud
humana, la erradicación de la pobreza, la promoción del crecimiento económico, la
protección del medio ambiente y la adopción de patrones sustentables de
consumo y producción. La comunidad internacional es más consciente de la
necesidad de adoptar una visión multisectorial y multidisciplinaria para confrontar
las dificultades inherentes relacionadas al agua, servicios sanitarios y
asentamientos humanos.

Monseñor Migliore continuó indicando que es claro que se requerirán diversas


soluciones de acuerdo a los contextos socioeconómicos y culturales, y sobre la
base del principio de subsidiaridad. El garantizar un acceso igualitario y cantidades
adecuadas de agua, servicios sanitarios y asentamientos humanos requerirá un
involucramiento directo de las poblaciones locales en los procesos decisorios.

De acuerdo al principio de subsidiaridad, una comunidad de un nivel mayor no


debe interferir en la vida interna de una comunidad de un nivel inferior, quitándole
sus funciones. Más bien debe apoyarla en caso de necesidad.

Es claro que el principio de subsidiaridad puede ser aplicado a soluciones


específicas para problemas específicos asociados con el suministro de agua,
provisión de servicios sanitarios y con los asentamientos humanos. La
34
responsabilidad también implica una mayor conciencia de la complejidad del uso
de los bienes y servicios; y requiere educación y formación a nivel local. Esto
permitirá concentrarse en la necesidad de re-direccionar estilos de vida y patrones
de producción y consumo hacia una sostenibilidad de largo plazo.

Más aún la aplicación del principio de subsidiaridad permitirá una mayor


realización de una de las claves del desarrollo sostenible, que fue reconocida por
el primer principio de la Declaración de Río: la centralidad de la persona humana.
El principio de subsidiaridad no debe ser visto como una matriz para una mayor
participación en los procesos de decisión, sino también como un instrumento para
la reconstrucción de la solidaridad y del tejido social de la gente que forma una
comunidad específica.

En el contexto de la Conferencia, la solidaridad humana, dejará su esfera local


para alcanzar un acercamiento internacional de dimensiones globales. Esta
Conferencia debe mostrar un particular cuidado con aquellos con menor habilidad
para ganar acceso a agua potable, instalaciones sanitarias y vivienda adecuada.

En la Reunión de la Asamblea General sobre desarrollo sostenible en la Naciones


Unidas en noviembre de 2005, el representante de la Santa Sede indicó que la
Santa Sede cree que los planes de desarrollo y las estrategias de reducción de la
pobreza tienen que integrarse con la preservación del ambiente. Sin una atención
por el ambiente, el desarrollo no tendrá bases sólidas y sin desarrollo no habrá
medios de inversión, haciendo imposible la protección del ambiente.

“La responsabilidad y la solidaridad, en este sentido, están tan unidas que la


acción a favor del ambiente se convierte en un acto de confianza en el destino de
la familia humana reunida en torno a un proyecto crucial para el bien de cada uno.
Esto evoca el primer principio de la Declaración de Río, según la cual, “los seres
humanos son el centro de las preocupaciones por el desarrollo sostenible”.

Sin embargo, las numerosas dificultades encontradas para solucionar los


problemas de la degradación ambiental global, como son los cambios climáticos,
la escasez de agua potable, la deforestación y la desertización, muestran la
dificultad para afrontar los problemas del desarrollo de manera coherente, y la
necesidad de sustituir actitudes sectoriales fragmentadas por otras que sean
integrales y multisectoriales.

Entre el primer grupo de amenazas identificadas por la Comisión de Alto Nivel


sobre amenazas, desafíos y cambios, se encuentran los desafíos económico-
sociales, como la pobreza, las enfermedades infectivas y la degradación
ambiental.

La Santa Sede está de acuerdo con el hecho de que estas tres cuestiones
constituyen en último término una amenaza para la seguridad de las generaciones
presentes y futuras. La necesidad de afrontar estos desafíos en su conjunto es

35
indispensable para un sistema de seguridad colectivo. No son amenazas
independientes entre sí.

Al afrontar y promover el desarrollo de la responsabilidad y de la solidaridad, las


comunidades locales tendrán que involucrarse en la valoración y preservación de
la naturaleza y tendrán que recibir una justa porción de beneficios, si están
dispuestas a colaborar. Los costos de los ecosistemas naturales deben ser
tomados en consideración en todas las decisiones económicas, dado que los
recursos de la naturaleza no son infinitos. La protección de los recursos naturales
tendrá que adquirir una prioridad mucho más elevada en los proyectos, en las
inversiones y en los presupuestos de los gobiernos.

Suscitan particular preocupación los bosques, que siguen siendo esenciales en


términos de alimentación, refugio, combustible, agua y fibra para el 90% de los
1200 millones de pobres del mundo; la pérdida de los bosques es todavía evidente
en demasiados lugares. Es por tanto de desear la estipulación de un Tratado
Internacional sobre la protección de los bosques.

No se debe olvidar los objetivos de desarrollo del milenio, que buscan reducir a la
mitad para el año 2015 el número de personas sin acceso al agua potable y a
servicios sanitarios básicos, así como mejorar para el año 2020 de manera
significativa la vida de quienes viven en los barrios pobres, según ha sido
reafirmado en la Decisión 13 de la Comisión para el desarrollo sostenible. Muchos
Estados, por desgracia, no cumplirán con el objetivo previsto para el año 2005 de
establecer programas de gestión de los recursos hídricos. Sin embargo, es del
interés de todos los países asistir e invertir en la implementación de proyectos de
este tipo.

Otra cuestión grave es la que afecta a los cambios climáticos y a la energía,


descrita justamente por el Secretario General como uno de los desafíos más
graves del siglo XXI. Los temas del próximo ciclo bienal de la Comisión para el
desarrollo sostenible tendrán un impacto sobre muchas cuestiones relacionadas,
como el ambiente, la economía, la política, la ética y las cuestiones sociales, así
como sobre la seguridad nacional e internacional. Será una oportunidad para que
se dé una reflexión internacional sobre los temas fundamentales para la paz y el
desarrollo humano, sobre todo en las zonas pobres con menos capacidades de
adaptación, escasos recursos energéticos y una mayor exposición a las
consecuencias de los cambios climáticos.

Es alentador testimoniar la conciencia creciente sobre los cambios climáticos


demostrada por ejemplo en la Reunión del G8 en Gleneagles. Deberían seguir
serias discusiones sobre los medios con los que los Estados pueden crear
incentivos para un desarrollo de fuentes de energía renovables, comenzar a
eliminar gradualmente los subsidios dañinos, sobre todo para el uso y el desarrollo
de combustibles fósiles e invertir en la búsqueda y en el desarrollo de productos
limpios, eficaces y baratos que sustituyan a los combustibles fósiles. En los
próximos cinco años, el mundo tendrá dramáticamente necesidad de más energía,
36
y no de menos; es un deber frente a las generaciones futuras emprender
inmediatamente este camino (Intervención de Monseñor Celestino Migliore,
Representante de la Santa Sede en el Segundo Comité de la Asamblea General
de las Naciones Unidas en Desarrollo Sostenible. New York 25/10/2006).

Monseñor Migliori afirmó que si se desea hacer del desarrollo sostenible una
realidad de largo plazo se debe crear una economía sustentable. Aún en estas
épocas de cambio y tecnología, la economía reposa básicamente en su relación
con la naturaleza. Su indispensable sustrato es el petróleo, agua y clima; y está
siendo cada vez más claro que si los sistemas que soportan la vida en el planeta
Tierra se degradan o se destruyen, irreparablemente no habrá economía viable
para nadie. Por lo tanto en lugar de ser una externalidad o marginal a la economía,
las preocupaciones medio ambientales tiene que ser entendidas por los políticos
como la base sobre la cual la economía y las actividades humanas descansan.

Por este motivo el cumplir los compromisos económicos, ambientales y sociales


de la Reunión de la Tierra de 1992 como pilares del desarrollo sostenible, es la
respuesta mínima requerida aquí y ahora por los Estados y por los actores
ambientales. Las consecuencias ambientales de nuestra actividad económica
están entre las mayores prioridades del mundo.

La cuestión ambiental no solo es un importante problema ético y científico,


también es un problema económico y político, así como un muro de contención en
el proceso de globalización. No sólo significa integrar desarrollo sostenible en
programas para reducir la pobreza y el desarrollo, sino también reflejar las
preocupaciones a los problemas ambientales en las estrategias de seguridad, y en
cuestiones de desarrollo y humanitarias a diversos niveles. En una palabra el
mundo necesita una conversión ecológica que examine críticamente los modelos
de pensamiento así como los modelos de producción y consumo.

La delegación de la Santa Sede saluda el progreso de la implementación de la


Agenda 21 y los resultados de la Cumbre Mundial sobre desarrollo sostenible.
Parece estar ganando momemtum entre los políticos el énfasis en energías
renovables, combustibles y tecnologías limpias y el desarrollo sostenible. Esto a
pesar de que muchos Estados deben hacer mucho para detener y revertir las
tendencias actuales de consumo y contaminación.

Las reuniones del G8 de 2005 y 2006 dieron mucha atención a la energía para el
desarrollo sostenible y al cambio climático y también al desarrollo industrial y la
contaminación atmosférica. Estos fenómenos tienen un evidente impacto
ambiental, con amplias repercusiones en la seguridad nacional e internacional;
además en la capacidad de la comunidad internacional en alcanzar los objetivos
de desarrollo del milenio. La comunidad internacional debe continuar
desarrollando su entendimiento entre paz y desarrollo humano.

Con relación a los acuerdos ambientales, la delegación de la Santa Sede saluda


los Acuerdos de Marrakesh que hacen que el Protocolo de Kyoto sea operacional.
37
La Santa Sede espera que oportunidades como estas favorezcan la aplicación de
una estrategia para que la energía sea global y compartida en el largo plazo y que
sea capaz de satisfacer las necesidades de corto y largo plazo de energía,
proteger la salud humana y el ambiente, y se establezcan compromisos precisos
que afronten el problema del cambio climático.

Mientras tanto si los combustibles fósiles seguirán por el tiempo que se predice y
si los Estados van a descansar sobre opciones híbridas en la mezcla energética,
como sugiere el Secretario General, entonces la inversión pública en tecnología
limpia debe ser acompañada con pragmatismo como una parte urgente de las
estrategias nacionales e internacionales para reducir tan rápido como sea posible
el impacto de la contaminación que el transporte ocasiona en el aire y el mar, si
esos sectores continúan empleando tecnología desactualizadas.

Con relación al agua, según el Segundo Reporte de la ONU sobre el Desarrollo


Mundial del Agua el principal problema que impide un adecuado suministro de
agua no es la escasez de agua sino la gestión del agua que involucra gerencia,
infraestructura tecnología y financiamiento.

El manejo de los recursos del agua debe basarse en la implementación del


principio de responsabilidad compartida a nivel internacional, con particular
atención al principio de subsidiaridad, que requiere la participación de las
comunidades locales en los proceso de decisión.

La ONU declaró al 2006 como el Año internacional de los Desiertos y la


Desertificación, los cuales son procesos de degradación medio ambiental, con un
fuerte impacto negativo no sólo del medio ambiente, sino también en lo económico
y social. Desertificación y sequías afectan a una sexta parte de la población
mundial. La comunidad internacional debe tomar acciones concretas para revertir
este fenómeno alarmante a través de respuestas internacionalmente coordinadas
(Presentación del Representante de la Santa Sede Arzobispo Celestino Migliore
en la 15ª Sesión de la Comisión sobre Desarrollo Sostenible del Concejo
Económico y Social de las Naciones Unidas. New York 10 de mayo 2007).

Monseñor Migliore llamó la atención sobre la cuestión de la energía afirmando que


se estaba convirtiéndose rápidamente en una de las cuestiones claves en la
agenda internacional. El mundo debe trabajar para lograr una estratégica
energética común, global, de largo plazo; que sea capaz de satisfacer los
requerimientos energéticos de corto y mediano plazo, asegurando las necesidades
energéticas, protegiendo la salud humana y el ambiente, estableciendo
compromisos precisos para responder a las cuestiones del cambio climático.

La evidencia científica sobre el calentamiento global y el rol de la humanidad en el


incremento de los gases de efecto invernadero se vuelve impecable de acuerdo a
los hallazgos del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático); y esta actividad tiene una relevancia profunda, no solo para el medio
ambiente, también en términos éticos, económicos, sociales y políticos. Las
38
consecuencias del cambio climático se sienten no solo en el medio ambiente, sino
también en el sistema socioeconómico e impactan primero y más fuertemente en
los más pobres y débiles, quienes aún cuando son los menos responsables del
calentamiento global, son los más vulnerables por sus limitados recursos o porque
viven en áreas de mayor riesgo. Muchas de las sociedades más vulnerables
actualmente confrontan problemas de energía, se basan en la agricultura, el cual
es el sector más propenso a sufrir los impactos de los cambios climáticos

Para afrontar el doble reto del cambio climático y la necesidad por mayores
recursos de energía, se deberá cambiar el modelo presente que sólo busca el
crecimiento económico en nombre del desarrollo, hacia un modelo que evalúe las
consecuencias de sus acciones y es más respetuoso hacia la creación. A esto
debe unirse un desarrollo humano integral para las generaciones presentes y
futuras.

La complejidad de la promoción del desarrollo sostenible es evidente a todos; sin


embargo, hay ciertos principios que subyacen que pueden dirigir las
investigaciones hacia soluciones adecuadas y duraderas. La humanidad debe ser
más consciente de los vínculos entre ecología natural, respeto por la naturaleza y
la ecología humana. La experiencia muestra que la falta de respeto por el
ambiente daña la coexistencia humana. Al mismo tiempo se hace evidente que
hay un vínculo positivo entre la paz con la Creación y la paz entre las naciones.

Hace no mucho tiempo el Consejo de Seguridad tuvo una reunión para discutir la
relación entre energía, seguridad y clima. Mientras no todos están de acuerdo con
que esos temas se discutan en el Concejo de Seguridad, el hecho es que se están
observando disputas por el control de recursos estratégicos como el petróleo y
agua fresca, ambos están convirtiéndose en escasos. Si nos negamos a construir
economías sostenibles hoy continuaremos en un camino de mayores tensiones y
conflictos por los recursos.

Recientemente, se ha escuchado de economías que han manejado su crecimiento


mientras reducen su consumo de energía. Esto es esperanzador de que el modelo
económico no siempre obliga a usar más energía para crecer económicamente.
Crecimiento económico no tiene por qué significar más consumo. Desde el punto
de vista de una economía sustentable, esto significa que necesitaremos
tecnología, ingenuidad y determinación política, conjuntamente con sentido
común. También significará transferencia de tecnología hacia países en vías de
desarrollo para beneficiar a la comunidad global.

Pero la transferencia de tecnología y la voluntad política para la colaboración


internacional no son suficientes. Se deben añadir esquemas de educación
nacional que lleven a la humanidad hacia patrones de consumo y producción
diferentes. Esta educación debe permitir a los ciudadanos y ciudadanas entender
la urgencia de lo que debe ser realizado.

39
A nivel mundial, están ocurriendo cambios ecológicos sin precedentes y nadie
puede predecir completamente las consecuencias de la actividad industrial del
hombre en los últimos siglos. Los remedios no sólo están más allá de nuestra
ingenuidad, sino que se debe ser cuidadoso para no escoger una ruta que haga
las cosas peores, especialmente para los más pobres. No se puede desinventar el
mundo moderno, debemos usar la tecnología y la educación para promover
universalmente el desarrollo sostenible antes que sea muy tarde (Intervención de
Monseñor Celestino Migliore, Representante permanente de la Santa Sede en el
Segundo Comité de la 62 Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas
para el Desarrollo Sostenible, New York 29 de octubre 2007).

El plan de implementación adoptado en la conclusión de la Cumbre Mundial sobre


desarrollo sostenible en Johannesburgo (2002), reafirma que la erradicación de la
pobreza, el cambio de patrones de producción y consumo no sostenible, y la
protección y gerencia de los recursos naturales, base del desarrollo económico y
social son requisitos esenciales para el desarrollo sostenible. Se reafirma que los
tres componentes del desarrollo sostenible (desarrollo económico, desarrollo
social y protección ambiental) son interdependientes y son pilares mutuamente
reforzados.

La Delegación cree que proteger el ambiente significa más que defenderlo.


Proteger el ambiente implica una visión positiva del ser humano, en el sentido que
la persona no puede considerarse como una amenaza al ambiente. Más bien el
ser humano el responsable por el cuidado y gestión del ambiente. En este sentido,
no sólo no hay oposición entre el ser humano y el ambiente, sino más bien hay
una inseparable alianza, en la que el ambiente esencialmente condiciona la vida
del ser humano y su desarrollo, mientras el ser humano perfecciona y ennoblece
el ambiente por su actividad creativa.

Más allá de todos los estudios sobre ambiente y desarrollo, la preocupación


primaria de la Delegación de la Santa Sede es la importancia del imperativo moral
que subyace en este tema, ya que todos y todas sin excepción, tienen una grave
responsabilidad de proteger el ambiente. Mientras que la tarea de proteger el
ambiente no debe considerarse en oposición al desarrollo, no debe ser sacrificado
en el altar del desarrollo económico. La Delegación cree que en su esencia, la
crisis ambiental es un reto moral. Nos llama a examinar como usamos y
compartimos los bienes de la Tierra y lo que se pasa a las generaciones futuras.
Nos llama a vivir en armonía con el ambiente. Por lo tanto los poderes cada vez
más amplios de la humanidad sobre la naturaleza deben estar acompañados por
una creciente responsabilidad hacia el ambiente.

El tema del ambiente está relacionado con otras preguntas básicas, haciendo que
las soluciones holística sean difíciles de hallar. El ambiente es inseparable de
temas como energía y economía, paz y justicia, interés nacional y solidaridad
internacional. No es difícil ver como temas como ambiente, modelos de desarrollo,
equidad social y la responsabilidad personal para cuidar el ambiente están
interrelacionados.
40
Por ejemplo, mientras se busca la mejor manera de proteger el ambiente y obtener
el desarrollo sostenible, debemos también trabajar por la justicia en las sociedades
y entre las naciones. Debemos considerar como hoy en la mayor parte de países,
son los pobres y los indefensos los que sufren la degradación ambiental.
Incapaces de hacer otra cosa viven en tierra contaminada, cerca de residuos
tóxicos u ocupan tierras públicas o propiedades de terceros sin ningún acceso a
servicios básicos. Los/as agricultores/as de subsistencia desforestan para
sobrevivir. Su vida transcurre en un círculo vicioso de pobreza y degradación
ambiental.

Sin embargo no todo es pesimismo. Hay signos de mayor conciencia pública de


los retos que enfrentamos. La desazón causada por las predicciones de las
consecuencias desastrosas del cambio climático ha despertado en individuos y
países la urgencia de cuidar el medio ambiente. La degradación ambiental
causada y ciertos modelos de desarrollo económico pueden hacernos comprender
que el desarrollo no se obtiene por un incremento cuantitativo de la producción,
sino por un balance entre producción, respeto a los derechos y la dignidad de los
trabajadores y por medio de la protección ambiental.

La Delegación espera que estos signos positivos puedan llevar a la consolidación


de una visión humana del progreso, que sea consistente con el respeto por la
naturaleza, y lleve a una mayor solidaridad internacional; en la cual la
responsabilidad por el ambiente es justa y esta proporcionalmente distribuida entre
países desarrollados y en vías en desarrollo, entre ricos y pobres. Es
responsabilidad de las autoridades asegurar que estos signos promisorios se
transformen en políticas públicas capaces de parar, revertir y prevenir la
degradación ambiental, mientras se persigue la meta del desarrollo sostenible
para todos y todas.

Las leyes no son suficientes para cambiar los comportamientos personales, estos
requieren un compromiso personal y una convicción ética del valor de la
solidaridad. Se requiere una relación más equitativa entre países ricos y pobres,
poniendo ciertas obligaciones especiales en estructuras industriales en gran
escala, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo.

Esto es necesario para tomar medidas serias para la protección ambiental. Una
actitud más cuidadosa sobre la naturaleza puede obtenerse y mantenerse con
educación y una campaña constante de concienciación ambiental. A medida que
más personas conozcan los diversos aspectos de los retos ambientales, podrán
responder mejor.

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