Sie sind auf Seite 1von 2

VUELVE AL PRIMER AMOR

Todos hemos empezado nuestro caminar con Cristo con gran amor y fervor, con el
corazón encendido de pasión por servirle a ÉL, nuestro primer amor; pero
llegamos a un punto de nuestra vida cristiana donde nos topamos con la
monotonía y todo lo que hacemos nos empieza a causar un tanto de fastidio o tal
vez ya no causa nada en nuestra vida como era en un principio, con esto me
refiero, que el servirle al Señor ya no causa ninguna expectativa en nosotros, no
es causa de gozo y deleite, sino de una responsabilidad, compromiso con la
congregación (con las personas y no con Dios) una obligación.
Podemos ver como la vida de Timoteo es transformada por el propósito de Dios; él
era un joven bastante penoso y no le gustaba hablar en público, pero empieza ser
formado para que guíe la iglesia, ya que eran pocos los días que le quedaban a
Pablo quién cumplía con ésta labor. En 2 Timoteo 1: 6 Dios enseña:
“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos”
Éste era un sabio consejo que le daba Pablo a Timoteo, aquellas palabras no eran
en vano; Pablo ya había pasado por procesos difíciles los cuales hoy en día como
jóvenes enfrentamos, entre ellos estaba que el fuego del amor por Dios corriera el
riesgo de apagarse; sin embargo, Pablo le advertía y le escribía éste “manual” a
Timoteo para que no tuviera que pasar por lo mismo. Hoy el Señor nos advierte:
No dejes apagar el fuego de amor por mí, más bien, AVIVALO.
En Apocalipsis 2: 1-7 El Señor nos exhorta calificando nuestro servicio, Él ha visto
como se le sirve y el arduo trabajo que se ha hecho, pero tiene una cosa en
contra: hemos dejado nuestro primer amor. ¿Qué provecho tiene servirle fielmente
en cada culto cuando nuestro amor por Él Señor se ha marchado?, ¿Qué
provecho tiene el hacer las cosas ya sea en la congregación o fuera de la misma,
cuando aquella llama de amor la hemos apagado? Recordemos que aun haciendo
labores fuera de la iglesia hay que hacerlas como para el Señor (Colosenses
3:23), ¿A caso se nos ha olvidado que precisamente estamos allí para servirle a Él
y no al hombre?
Ahora viene la pregunta: ¿Cómo avivamos el fuego del don de Dios? ¿Aquella
llama de amor? Solo se aviva en intimidad, Allí es donde nos cautivamos de su
infinito amor y le conocemos en su plenitud, donde nos enamoramos de Él y
avivamos aquel amor verdadero (1Corintios 13). Nuestro corazón representa
aquella leña y Dios representa aquel fuego, no podemos pretender avivar el fuego
cuando no vamos a la fuente cada día; aquella llama no se mantendrá encendida
si solo nos quedamos con lo que escuchamos los domingo. Es momento de
empezar a avivar aquella llama de amor, Dios está dispuesto a poner el fuego
¿Qué tan dispuesto estás tú a llevar aquella leña cada día para que sea encendida
y jamás se apague?
Ve a tu aposento y cierra la puerta (Mateo 6: 6-7) habla con tu Padre, con tu Amor
y cuéntale lo que ha sucedido en tu caminar, reconoce que has dejado tu primer
amor y esa llama de pasión con la que le servías en un principio se ha apagado o
está apunto de hacerlo, reconoce que le necesitas y que es necesario aquellos
tiempos de intimidad, arrepiéntete de todo corazón. El Señor siempre está
dispuesto a rescatar a sus ovejas perdidas (Lucas 15: 1-7) y a guiarnos por
cominos de rectitud siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a obedecer a
su voz y su llamado.
“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu
corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus
palabras; y a causa de tus palabras yo he venido”.
Daniel 10: 12

No temas 2 Timoteo 1: 7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino


de poder, de amor y de dominio propio”, no te dejes llenar los pensamientos de
argumentos que solo pone satanás para apartarte de la presencia de Dios; el
Señor no busca corazones perfectos, solo corazones que estén dispuestos a
TODO por Él. ¿Estás dispuesto a todo por Él?

Vuelve al primer amor.

Everlasting Love

Das könnte Ihnen auch gefallen