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EL TIEMPO Y LO IGUAL EN UNIVERSO 127 DE LUCÍA CARVALHO

En un tiempo de aceleraciones en todas las dimensiones de la vida humana, no así de otras


formas de vida presentes en el entorno de lo real –desconocemos la concepción del tiempo
en el mundo animal–, muchas percepciones de hombres y mujeres en otro tiempo (es decir
en otro presente) han cambiado. Y no porque sea inevitable la transformación, sino por el
sentido de la existencia del ser humano tanto temporal como socialmente. En este sentido,
la aceleración del tiempo vivido no es el mismo hoy que el de Marcel Proust en su En
busca del tiempo perdido. O el otro de Emmanuel Lévinas en Totalidad e infinito, que el
otro, si existe, para el hombre del siglo XXI. Universo 127 de Lucia Carvalho es un texto
que respira el aroma del tiempo presente y la visión del otro como un igual, individual,
sobre todo.

Byung-Chul Han en La expulsión de lo distinto dice: «La interconexión digital total


y la comunicación total no facilitan el encuentro con otros. Más bien sirven para encontrar
personas iguales y que piensan igual, haciéndonos pasar de largo ante los desconocidos y
quienes son distintos, y se encargan de que nuestro horizonte de experiencias se vuelva
cada vez más estrecho. Nos enredan en un inacabable bucle del yo y, en último término,
nos llevan a una “auto propaganda que nos adoctrina con nuestras propias nociones”». En
el poema Eso no está en Wikipedia, Lucia Carvalho escribe: «Pienso en la inmensidad de la
conciencia/ virtual que habita mi dispositivo móvil/ pienso en todas esas relaciones que han
comenzado y/ terminado en este aparato de cuatro punto siete/ pulgadas y 326 ppi/ […]
Pienso que ya no nos une el tacto/ ni nada relacionado con la presencia/ física nos unen
estas historias de/ emojis/ esta historias bloqueadas en términos y/ condiciones estos
recuerdos mutilados que yo/ elijo o no mostrarte/ pero que no se le puede ocultar a esta
inmensidad/ radioactiva que guardo en mi bolsillo/ eterna y efímera» El otro, el distinto, en
la perspectiva de la poeta, ya no está sujeto al contacto físico, ni visual ni corporal (un
abrazo, un beso, una caricia, un adiós, etcétera).

El filósofo sur coreano, en La expulsión de lo distinto, también habla de la


enfermedad de lo igual: «La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones
patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. Lo que lo enferma no es la retirada ni
la prohibición, sino el exceso de comunicación y de consumo; no es la represión ni la
negación, sino la permisividad y la afirmación. El signo patológico de los tiempos actuales
no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del
interior». En este sentido Lucia Carvalho, expresa en el poema Detalles técnicos: «Crecen
gusanos peligrosos/ que vienen de todas las cartas electrónicas que me enviaron/ Reviso./
Riesgo general: bajo/ Daño potencial: alto/ Distribución potencial: alta/ Infección
reportada: baja/ El riesgo crece/ mientras sigo compartiendo palabras/ que solía esconder
bajo asteriscos/ El daño crece/ mientras las letras son reemplazadas por números/ […]
Estoy cubierta de/ larvas/ Infección fin41iz4d4». Quienes hoy nos envían mensajes son
nuestros iguales, pero terminan intoxicando nuestra conciencia por la velocidad con que se
reproducen. Y en Dejaste mi computadora llena de virus, dice: «Me dejaste la memoria
llena de virus/ yo creo que es más fuerte que un/ resfrío. Una fiebre amarilla/ Electro –
fiebre - amarilla debe ser/ dice la abuela./ No puedo averiguar qué es/ Solo tengo esta
memoria enferma». O en No soy un robot, aparece el grito desesperado del hombre
contemporáneo que quiere ser reconocido como otro, no como un igual, sino como alguien
distinto existencial: «No soy un robot/ Yo me asusto/ Yo grito./ Yo estoy aquí,/
quemándome/ por nada».

Universo 127 da cuenta de la fragmentación del tiempo. El tiempo atomizado del


cual habla Byung-Chul Han en El aroma del tiempo: «La gente se apresura de un presente a
otro. Así es como uno envejece sin hacerse mayor. Y por último, ex–pira a destiempo. Por
eso la muerte hoy en día es difícil» En Cables y ruiditos, lo expresa así Carvalho: «Esos
días parecen horas/ las horas parecen minutos./ Interrumpidos/ por cristales./ […]Todos los
días parecen mensajes./ Interrumpidos/ por caritas formadas con signos de/ puntuación/
Anunciadas por vibración». Y así entre mensajes y sonidos y vibraciones y notificaciones la
generación digital pronto se hace vieja sin aún haber llegado a ser mayores. Por eso hoy es
natural según Byung-Chul Han: «Las prisas, el ajetreo, la inquietud, los nervios y una
angustia difusa caracteriza la vida actual. En vez de pasear tranquilamente la gente apremia
de un acontecimiento a otro, de un infierno a otro, de una imagen a otra». No sin razón en
el poema El otro día vi un video en internet, dice la poetisa cruceña: «La galaxia de mi
cabeza/ se va armando con retazos/ con arrugas/ a punta de/ hilo y aguja/ millones y
millones de vista/ Pauso al video./ Tu galaxia en mi cabeza/ Aplicación desactivada/
Seguimos sincronizadas». Esa sincronización característica de nuestra vida actual y toda la
galaxia digital en nuestra cabeza, están acabando con la muerte del sujeto, ahora más que
ayer, cuando Michel Foucault anunció su muerte. Lucia Carvalho en Baño María, lo
expresa así: «Este cuerpo/ se come así mismo/ como guiso». Hemos pasado de la
antropofagia a la autofagia. Esta destrucción por tanto no viene de fuera, de la exterioridad
como diría Enrique Dussel, sino de la mismidad del ser humano

El desaparecido Eduardo Punset en El viaje a la felicidad, escribió: «La falta de


esplendor es el reflejo de la notoria ausencia de una emoción llamada felicidad, ya que los
humanos […] soportan un déficit inesperado de este bien por causas estrictamente
evolutivas». Este déficit se ve aún más agudizado por la usencia de reconocimiento del
otro, del distinto, porque la lógica de lo igual permeabiliza nuestra interacción no solo
virtual sino también social. En el poema Me gusta lo que me gusta, lo dice claramente
Carvalho: «Yo sigo dándole me gusta/ a los comentarios bonitos que dejan en mi/ foto a los
videos de perritos madres/ koalas bebés/ focas saxofonistas/ nada natural/ solo una nutria
mamá con su hijito sobre la panza/ Yo sigo dándole me gusta/ a las opiniones como la mía/
porque así se hace grandota/ hasta no entrar en esta pantalla/ hasta salpicarte toda la cara/ Y
yo sigo dándole me gusta/ a los chistes que no me ofenden». En este aroma de derrumbe de
las narraciones de sentido caben algunas preguntas: en un tiempo fragmentado, con un
sujeto escindido y el naturalismo de lo igual, ya no nos montan en cólera ni alientan
inconformismo alguno, ¿somos felices? ¿podemos pensar todavía en que el amor y la
felicidad son narraciones que pueden dar sentido a nuestra existencia?

A pesar del clima de incertidumbre con una aceleración del tiempo en continuos
presentes, sin pasado ni futuro, y, un sentido estancado, todavía hay lugar para algunas
narraciones, como el reconocimiento de los derechos de las mujeres o los niños; y que es
posible todavía pensar en un mundo donde el diferente sea visto como otro embarcado en la
existencia; porque somos seres hechos para un sentido, sea este de felicidad o fraternidad o
simplemente ser seres humanos. Termino este recorrido por Universo 127 de Lucia
Carvalho con el poema Paraste de contar, que refleja en medio del sin sabor de la vida, un
destello de justicia: «Tomaste prestado su cuchillo/ y una, dos, tres/ Sangre/ cuatro, cinco,
seis/ Estómago/ siete, ocho, nueve/ Tripas/ diez, once, doce/ Auto./ Paraste de contar/
Lamiste tu libertad/ No más cuentos/ No más monstruo/ Tras las rejas/ Tu Libertad».
El tiempo y lo igual están presentes en los versos de Universo 127 porque la poesía
es el alma de su tiempo y el poeta (o la poetisa) la voz de esa palabra que se hace eco del
misterio del tiempo, del otro, del universo, del lenguaje, de lo desconocido, del devenir de
las cosas, de los acontecimientos cotidianos. Y porque es capaz la poesía de percibir las
termitas que van minando el sentido de vida humana y su espesor.

Iván Jesús Castro Aruzamen

Filósofo, teólogo, poeta y escritor

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