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Ansiedad digital

Por José Ramírez

Auto-retrato. José Ramírez. 2009.

Cuando escuché por primera vez el término “avatar”, usado en el contexto de las comunicaciones
digitales, me impresionó como podemos realizar tropismos tan sensacionales, no sólo llevar la re-
encarnación a nuestra cotidianidad digital, con una dosis importante de misterio, sino también
cambiar la dirección del término: el avatar digital no es una imagen re-encarnada, sino más bien
una imagen descarnada, una proyección de nosotros que va (o que debería ir) por su cuenta.
Pero es difícil mantener esa segunda vida, al menos en la orientación radical que plantea, por
ejemplo, second life (http://www.secondlife.com), que ofrecen la posibilidad de cambiar de
apariencia, modo de pensar y que no se dudan en ofrecer la felicidad en 3D. Estamos yendo y
viniendo del mundo físico al digital. Nuestro supuesto avatar es realmente una proyección con la
que no estamos conformes, nos causa ansiedad perder la conexión con el mundo físico, acaso el
ego no se alimenta igual.

Hace unos meses unos amigos, físicos y digitales, que comparten conmigo la rutina de alimentar
blogs, idearon una serie de encuentros físicos alrededor del concepto de “literatura blog”. Al
primer encuentro asistí y pocas veces me he sentido tan incómodo. En una librería, un
computador con un video-beam proyectaba los blogs de cada uno de los participantes, mientras
estos leían en voz alta, a veces con el apoyo de papel, lo que se proyectaba en la pantalla.

¿Por qué hacer esto? ¿Para qué sacar a los blogs de su ámbito digital, por qué encontrarnos para
leer juntos de una pantalla?. Esa naturaleza solitaria, “avatarizada”, de los blogs, esa metáfora de
la botella al mar, ¿necesita acaso de la confirmación física?
Pero los blogs no son la única manifestación digital que presenta este comportamiento, que
provisionalmente llamaré ansiedad digital. Los usuarios de twitter, la panacea de la comunicación
digital instantánea, han organizado eventos llamados “Twit and tequeños”. ¿Para qué?, pues para
verse, confirmar que existen, asumo que comerse unos tequeños y tomar algo. Las fotos de los
eventos son muy simpáticas, en el estilo de los encuentros de ex-alumnos, todos van con etiquetas
en el pecho con su “nick” y uno presume que las eventuales presentaciones serán algo así como
“¡Hola!, así que tu eres @twiterman”, a lo que seguirá un recuento del anecdotario de los replies y
retwits que han compartido.

En el último aniversario de “El Nacional” se entregaron los “Twitter awards”, para escándalo de
muchos y disgusto de otros. Esa entrega de premios opacó casi totalmente el merecido premio de
Miguel Gomes como ganador del concurso de cuentos, que ya era suficiente como para sentir
disgusto. Los anuncios de los premios tenían de fondo una pantalla gigante que reproducía los
twits relacionados con #ElNacional y uno sentía que los que subían al escenario a recibir sus
premios eran verdaderos avatares, algunos incluso con franelas preparadas para la ocasión con su
“nick”.

Hace unas semanas se abrió la convocatoria de la “Bienal Internacional de Arte Contemporáneo


ULA 2010 - La Pantalla y el Marco”. La bienal explica su propósito como “diálogo entre los
lenguajes visuales radicalmente desmaterializados que dominan los territorios de las dos últimas
décadas y los que, apropiándose de los conceptos virtuales de las nuevas tecnologías, retornan a
los formatos y elementos materiales en el concepto Marco.”. Me parece muy lúcido de parte de
los organizadores el entender que existe un “retorno” de lo digital a lo que, de manera muy
apropiada, denominan materialidad. De hecho la bienal abre la convocatoria para propuestas de
“arte digital” y “arte material”, las cuales compartirán las paredes de la exposición, unas en
pantallas y otras en marcos, de aproximadamente las mismas dimensiones.

Ahora bien, ¿el hecho de que el arte, sea pintura, fotografía, literatura, se presente en una
pantalla, lo convierte en arte digital? ¿La literatura publicada en blogs, websites, twitter,
constituye una categoría diferente?, ¿existe tal cosa como “ciberliteratura”? Yo me resisto a que
un medio que lo que hace es cambiar el paradigma de distribución y el soporte de producción del
texto cambie la categoría de la cosa en sí. “La Pasión Según G.H.”, que, a falta de una versión
“material” ubicable en nuestro país, me vi obligado a leer en formato digital, ¿se ha convertido
acaso en ciberliteratura por razones de extinción material?

Si somos consistentes con la necesidad de adaptarnos a una vida digital, entonces la literatura
seguirá siendo literatura sin importar el soporte y la única clasificación admisible, subjetiva y
personal, es la que etiqueta a algunas obras como “buenas” y a otras como “malas”.

Estamos confundidos, ansiosos, no sabemos cómo manejar con propiedad nuestra vida digital, sea
como doble vida, esquizofrenia, excursionismo o como quieran. Como en las mascaradas, luego
del baile, esperamos el momento para quitarnos las máscaras y descubrir finalmente quién era la
negrita.
José M. Ramírez

jmramirezg@gmail.com
@jmramirezg
http://www.tempusloquendi.com

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