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INFLUENCIAS PSICOSOCIALES SOBRE LA CALIDAD DE VIDA

Por ejemplo, se ha descubierto que tanto los síntomas de depresión como


de ansiedad medidos a los quince días de un ataque al corazón predecían
una baja calidad de vida a los cuatro meses, aunque la variable de
predicción que tenía más fuerza era la depresión (Lane, Carroll, Ring et al.,
2000).
Análogamente, entre 568 pacientes de cáncer, la ansiedad y la depresión
estaban, ambas, relacionadas con las dimensiones de la calidad de vida
de funcionamiento emocional, físico y social, dolor, fatiga (sólo la
depresión) y calidad de vida global, aunque, al igual que en el estudio de
Lane, la depresión tenía una relación más fuerte (Skartstein, Aass, Fossa et
al., 2000).

UN AFRONTAMIENTO DE ACEPTACIÓN O UNA


REINTERPRETACIÓN POSITIVA
El mantenimiento de una buena calidad de vida en situaciones
relativamente inalterables, como las que padecen individuos con un dolor
crónico, puede exigir que el individuo haga frente a la situación mediante
un afrontamiento de aceptación o una reinterpretación positiva.
No hay una estrategia de afrontamiento que sea inherentemente mejor
que otra, y el afrontamiento es individual y contextual y cambiará a lo
largo del tiempo y en función del lugar, dependiendo de las demandas y
recursos disponibles para ese individuo.

MEDIDAS GENÉRICAS DE LA CALIDAD DE VIDA FRENTE A


MEDIDAS ESPECÍFICAS
Las medidas genéricas: permiten comparar distintos grupos de enfermedades.

Ejem: consecuencias o efectos secundarios durante o post tratamiento. (No incluido en diapo)

Las medidas específicas: permite la comparación de daños adversos por la condición padecida.

Ejem: si el haber padecido cáncer reduce la calidad de vida comparado a alguien con una
condición cardiaca. (No incluido en diapo)
Información naranja no incluida

MEDIDAS INDIVIDUALIZADAS
DE LA CALIDAD DE VIDA
1. Familias felices (quince participantes): el factor en el que
recayeron las clasificaciones Q de los individuos mayores
(media de 49 años) casados (13). Las relaciones dentro de
la familia, y el apoyo de la misma, eran cruciales para estos
individuos, mientras que las relaciones y el apoyo de otras
personas no pertenecientes a la familia eran considerados
menos importantes. Las relaciones y el apoyo familiar eran
considerados importantes para la buena salud, un
sentimiento de felicidad y la calidad de vida, al igual que, en
menor grado, las preocupaciones económicas. Estos
individuos valoraban la salud física y la independencia más
que el bienestar psicológico o las preocupaciones
espirituales.

2. Poder andar: este factor incluía a 14 participantes con una


edad media menor (34,4 años) con una combinación de
individuos casados, solteros y que vivían en pareja. Para
estos individuos el bienestar psicológico era central,
habiendo aspectos de la calidad de vida que mantenían la
elevada clasificación de la independencia. Era importante la
necesidad de sentir que se tenía el control, en cuanto a
temas vitales y laborales, y las cuestiones económicas
derivadas del éxito laboral estaban relacionadas con
sentimientos de autovalía, satisfacción vital y control.
Aunque se consideraban importantes las relaciones con los
amigos y la familia, la independencia y el control personal
sobre las logros eran más importantes. Los estados físicos,
como el dolor, no eran tan importantes para la calidad de
vida percibida de este grupo, aunque sí lo era la
independencia física.

3. Independencia emocional: 10 participantes (con una edad


media de 30,5 años, la mayoría solteros (6), cinco con
educación secundaria) entraron en este factor,
ejemplificado por una necesidad de tener bienestar y
estabilidad mental y porque el funcionamiento físico no se
vea interferido por emociones negativas. La tranquilidad
espiritual y la paz interna eran consideradas importantes
para el bienestar, aunque no la religión per se. Se pensaba
que felicidad y paz interna provenían de uno mismo, y del
autocontrol de los sentimientos negativos, en vez de la
dependencia de la relación con los demás o de los estados
físicos.

4. Simplemente, hágalo: nueve participantes componían este


factor (con una edad similar a la del grupo anterior, 30,4
años, la mayoría (5) solteros y la mayoría (6) con educación
universitaria). Este grupo otorgaba una gran importancia a
estar activo y tener una vida con sentido, que se lograba
«haciendo» cosas que consideraban importantes, por
ejemplo, permanecer activos, realizar actividades de ocio,
tener una buena vida sexual. Los amigos eran más
importantes para este grupo que la familia. Las creencias
personales, más que la religión, eran importantes para el
bienestar general, que derivaban en la autoestima del
autocontrol y la acción.

5. La vida como un reto positivo: cinco participantes (con una


edad media de 22,8 años, tres solteros, todos con
educación universitaria) de este factor ponían de relieve el
aprendizaje y el conocimiento como cosas importantes,
mientras que el dinero lo consideraban menos importante.
Las emociones negativas funcionaban como un medio para
permitir que la persona experimentara la vida y, para estos
individuos, el sentido de la vida era más importante que el
control personal. Las relaciones con los demás, amigos y
familiares, se clasificaban más importantes que la salud o la
calidad de vida general, aunque la salud pasaba a ser
importante si afectaba al funcionamiento diario (nota: esto
tiene una buena relación con las revisiones de las
percepciones de la salud referidas en el Capítulo 1, donde
la salud pasaba a ser más importante cuando se tiene una
mala salud).
6. Nos encomendamos a Dios: cuatro participantes entraron
en este factor, todos ellos jóvenes mujeres (edad media de
25,3 años) que manifestaban ser fieles a las prácticas de su
religión. Para estos individuos, el tema dominante era que
la vida estaba controlada por «algo» o «alguien» y que la fe
en este alguien era crucial. Las creencias personales y el
sentido de la vida también eran importantes, siendo la
siguiente faceta más importante las relaciones de apoyo de
los demás. Este grupo no clasificaba muy alto ni la salud ni
la calidad de vida.

7. Mantener una salud suficiente para ganarse el pan: este


factor incluía cuatro participantes, de los cuales tres eran
varones (edad media 44,3 casados, uno separado y ninguno
con educación universitaria). Para estos individuos, la salud
física era crucial, al igual que el sexo y la movilidad, el
tratamiento de los problemas sanitarios y la apariencia
externa. La buena salud era considerada como funcional y
central para tener orgullo personal, aunque el dinero era
importante para mantener el hogar y la familia.

8. No se puede elegir a la familia: tres participantes (edad


media de 23 años, dos estudiantes universitarios y uno de
posgrado). Parecido al grupo de «la vida como un reto
positivo» en cuanto a edad y nivel educativo, este grupo
difería en tanto en cuanto otorgaba una importancia
elevada a las relaciones y al apoyo de los amigos, mientras
que la familia carecía de importancia. Se daba importancia
a no experimentar sentimientos negativos ni dejar que
interfiriesen con el funcionamiento diario. La autoestima y
la satisfacción eran importantes, siendo crucial para ello
tener salud mental, más que física.

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