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EN ESE CAMINAR, DEFENDÍ.

Defendí, la utopia sucia que usaste contra mí.


Carge con la mochila de los sueños secuestrados,
Por tu orgullo vil.

En ese caminar, deje mi poesía,


Rota y malherida, sin otra excusa, que la eterna duda,
En tus intenciones de heroe arrogante,
Inquebrantable presuntuoso, de mil caras escondidas,
Como el fuerte puño, destrozando vidas.

Defendí, el derecho ileso,


De caminar desnudo, sin programa, norma y dogma,
Explotando intenso, sin limitar mi propio universo.

Ya no queda nada, sitio ni rincón,


Arrojado sin motivo al sucio contenedor, del desprecio injusto,
De tu sinrazón. Vendidas mis verdades, a tu castrada compasión.

Defendí, salirse del tumulto,


Que las personas no son ningún bulto,
Y luche, por labrar largas laderas,
Que broten de su fruto,
Palabras hondas y sinceras,
Que se regalan,
Sin arrancar tributo.

En ese caminar, a horcajadas,


Entre lluvia de insultos, mofas infundadas,
Burlas desatadas,
Me mire en la hondura de mi sentimiento,
Y supe al fin,
Que yo era bueno, que yo era bueno.

Defendí, ser como soy yo mismo,


Reirme a mi manera,
Compartir quizás contigo, que la vida es libre,
tan solo si se espera, atento y con la mirada,
al impostor. Desarmarlo sin decir nada,
extendiendole los brazos
y con ternura desatada, acogerlo,
destrozando su armadura desgastada.

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