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Materia: PSICOLOGÍA

Prof. Tit. Dr. Antonio S. Gentile

Sujeto y alteridad en el horizonte semántico de la psicología.


Antonio S. Gentile.

Una definición de psicología y del sujeto que esa definición presupone.

Psicología es el estudio de la
mente y la conducta humanas, en
su dimensión individual y social y
en todas las etapas de su
evolución con el objetivo final de
propender al bienestar de la
persona humana.

(Reproducida tal como la difunde la American Psychological Association, la


organización profesional y científica de psicólogos más importante de América)
Esta definición parece tener un sentido muy claro, inteligible, pero si se la examina se
comprueba que contiene términos cuyo significado no es unívoco ni está bien
delimitado, por lo cual los “objetos de estudio” (en este caso: “mente” y “conducta”)
pierden especificidad confundiéndose con los abordados por otras disciplinas. Definir
significa determinar, precisar, delimitar de modo claro el contenido o significado de los
conceptos. En este sentido, las definiciones conforman el suelo y el techo
epistemológico de una disciplina y condicionan sus métodos de producción de
conocimiento; claro que una postura cientificista muy arraigada en la tradición
positivista que impregna a la Psicología, sostendría, en cambio, que es el método (el
ideal sería el experimental) el que condiciona la producción de conocimiento. A
continuación, ejerciendo un simple método crítico, se podrá comprobar el sentido
vacilante, ambiguo, que tienen los términos fundamentales que hacen a la definición de
la Psicología.
¿Qué significan: mente, conducta, individual, social, bienestar y persona?. Son palabras
cargadas de sentidos por siglos de reflexión filosófica que constituyen lo que
denominamos el horizonte semántico del cual la psicología contemporánea, no obstante
ser considerada “científica”, no ha podido desprenderse. En este horizonte semántico
también se inscriben otros términos igualmente densos en su significación: alma,
espíritu, cuerpo, psiquis, individuo, sujeto.
Comencemos interrogando el propio nombre “Psicología”.

El alma se cifra en el nombre Psicología.


En la palabra “psicología” el término “psico” designa un objeto de estudio cuya
definición produce incomodidad en muchos psicólogos, que desearían que la disciplina

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fuese como una ciencia natural, exacta y matemática, porque “psico -” es una forma
que tomó en nuestro idioma la raíz del griego “Psykhé” cuyo significado es “alma”.
Psicología es, de acuerdo con el nombre, el estudio del alma.
La misma raíz “psico” también tiene la forma “psiq-“de igual significado. Ambas
formas, como raíces, componen numerosas palabras que integran el mismo campo
semántico: psicotécnica, psicofísica, psicométrica, psicoterapia, psicoanálisis,
psicosomática, psicosis, psiquiatría, psíquico, etc.
“Psique” también significa alma lo mismo que “Psiquis”, aunque esta última posee una
connotación especial: es el nombre de una bellísima doncella griega que se convirtió en
inmortal al unirse con el dios Eros, el dios griego del amor.
Alma - psykhé o psique o psiquis – es un concepto complejo que no solo atraviesa la
historia de la psicología sino que es una idea, un universo de ideas que conforma gran
parte de los fundamentos del pensamiento occidental. Desde los comienzos de este
modo de pensar el estudio del alma ha ocupado a los filósofos más eminentes: Platón
(n.c. 428 y m.c. 347 a.c.) y Aristóteles (n.c. 384 y m.c. 322 a.c.) En ambos se puede
encontrar tanto la teoría psicológica más fecunda como el análisis más penetrante de la
naturaleza anímica a tal punto que sus ideas han preformado a muchas de las que hoy
pueden presentarse como novedad. Alma era la explicación del principio de la vida, del
conocimiento, del movimiento, de la voluntad, los deseos, el placer, el dolor, las
sensaciones, la ética, la razón, etc. Alma era también, según M. Foucault, en su
seminario de 1981/2, sobre Hermenéutica del sujeto, el sentido del “ti mismo” presente
en el imperativo socrático: “Conócete, ocúpate, de ti mismo”; es decir que “alma”
también refería al sujeto. En síntesis, alma era para la antigüedad clásica –y hasta la
ciencia moderna – el modo de explicar el misterio llamado vida y todo lo característico,
lo propio y diferencial del ser humano; lo que hacía del humano un ser diferente del
resto de los seres vivientes.
Este sentido fuerte, “psico” = alma, queda disimulado en el “estudio de la mente y la
conducta humanas”; ¿mente y conducta metáforas del alma?.

¿Qué significan “mente”, “conducta”, “persona”?


Si por “mente” se entiende, como postulan importantes escuelas de la psicología
contemporánea, un sistema de recepción, procesamiento y emisión de información;
entonces, los animales también tienen “mente”; igual que una computadora. Si, en
cambio, tal como se deriva de la neurología, una disciplina muy vinculada a
investigaciones psicológicas, es básico distinguir “cerebro” de “mente”, se afirmará que
el cerebro es el órgano superior del sistema nervioso y que mente es el conjunto de
procesos y funciones que de él dependen, por ejemplo: percepción, memoria,
representación, conciencia, pensamiento, sensaciones, movimientos, por nombrar
algunas de las también llamadas en conjunto “funciones mentales”. Digamos que a
pesar del progreso tecnológico de las neurociencias, estas no pueden dar una definición
precisa de “mente”, una definición despojada de la carga semántica adquirida durante
siglos y que iniciada con los griegos está aún hoy vigente, reafirmada en el comienzo de
la Modernidad por el racionalismo de R. Descartes (1596-1650). El par actual “mente-
cerebro” condensa las oposiciones históricas “mente-cuerpo”, “psiquis-soma”, “alma
(psykhé)-cuerpo” y la cartesiana “res cogitans” – “res extensa”.

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Lo mismo vale para “conducta”. Si se la define como reacción a un estímulo
condicionado por el ambiente, es claro que los animales también realizan conductas. En
cambio, la conducta humana no se reduce a las reacciones al ambiente, es algo más
complejo, también está determinada por “estímulos interiores”, tanto los físicos u
orgánicos, como los derivados de los sistemas de memoria, por lo general inconcientes.
La conducta humana está regulada por la intencionalidad y no está desconectada de la
ética del sujeto que la ejerce; en este sentido nosotros decimos que la conducta humana
posee la dimensión de “acto” que puede diferenciarla de la simple “reacción”,
dimensión, esta última, que compartimos con los animales.
En el primer párrafo dijimos que al no definir precisamente el o los objetos de estudio
hace que se confundan con los de otras disciplinas y se desdibuje y fragmente lo que
podría entenderse como el campo propio de la Psicología. Como venimos diciendo,
“mente” es estudiada por la ciencia de la información, por la biología y por la
neurología; “conducta” forma parte del estudio de la etología, la sociología, las ciencias
jurídicas y políticas, la ética; lo mismo se podría decir de “persona”, sin disminuir, en el
abordaje de todos estos “objetos de estudio”, la importancia que tienen la reflexión
filosófica y religiosa.
Sobre el término “persona” debemos decir que las escuelas de la psicología que lo
tienen como objeto de estudio, lo utilizan en su sentido jurídico y o en su sentido
lingüístico, toda referencia a “persona” en la psicología, incluida la presente en la
definición que dimos al comienzo, no se despojan de esa carga semántica. Persona toma
entidad en el derecho, el Derecho Civil, consulten ustedes nuestro Código Civil y se
encontrarán con la definición de “persona” como ente que tiene derechos y
obligaciones; “persona” es identificable porque es “indivisa” y “es lo que es”. Digamos
que esto vale, en sustancia, tanto para las personas jurídicas (una sociedad comercial,
por ej.) como para la persona humana. Persona también se caracteriza en la lingüística,
en la gramática, en su función pronominal, las personas, designan a quienes intervienen
en la comunicación: Yo (primera singular) designa a quien habla o de quién parte el
discurso, Tú (segunda singular) designa a quien está dirigido ese discurso y Él ( tercera
singular), puede ser, de quien se habla. Cada una de las personas, singular o plural, se
presuponen idénticas a sí mismas.
Vamos terminando, diciendo que la Psicología contemporánea es un saber operatorio
que puede responder a muchas demandas de la sociedad pero que tiene limitaciones
internas derivadas de la indefinición o indeterminación, de su andamiaje conceptual.
Esta desarticulación simbólica no se resuelve, como pretenden muchos autores,
postulando la conveniencia de referir a Psicologías, el plural del nombre solo
disimularía la coexistencia de cosas muy diferentes y hasta, a veces, antagónicas.
A modo de primeras conclusiones: 1) la definición de Psicología no es tan clara
y distinta sino que, al contrario, es una condensación de entidades (objetos de
estudio) heterogéneas, difíciles de especificar; 2) esto explica la fragmentación
de su campo en la gran cantidad de escuelas, corrientes u orientaciones que la
caracterizan y 3) el debilitamiento de sus límites en relación con las otras
ciencias humanas y sociales.

Definición de sujeto que presupone la definición de psicología.

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La definición dada al iniciar este escrito destaca el o los objetos de estudio de la
Psicología, la respuesta al ¿qué?; pero, nada dice acerca del ¿quién?, del sujeto al que
refieren “conducta”, “mente” o “persona”. Nosotros decimos, repitiéndonos, que, no
obstante elidir la cuestión del sujeto, la psicología de la conducta y de la mente
presupone implícitamente una definición de sujeto que le es funcional. Es la que sigue:

Es una unidad bio – psico – social.

(Esta definición se desprende del texto de la resolución 343/09 (B.O. 07/10/2009) del
Ministerio de Educación de la Nación. Esto es muy importante porque en ella el estado
nacional establece, entre otras cosas, los contenidos curriculares que se deben
contemplar en la formación del psicólogo /a).
Siguiendo con el método crítico, que aplicamos para la definición de psicología,
decimos que ésta es aparentemente una definición correcta del sujeto; pero,
nuevamente, ¿qué se entiende por “psico” y por “social”?. Además al proponerse como
una “unidad” de cosas (bio, psico, social) de naturaleza diferente, ¿qué es lo que unifica
o hace posible la unidad?
El factor unificador es la noción filosófica de “individuo”, compatible con la definición
jurídica de “persona”, entendido como lo que es indiviso e indivisible, aunque pueda
tener atributos diferentes, y que no se confunde con otro, idéntico a sí mismo.
Entonces, el sujeto presupuesto es: individuo bio-psico-social, que puede reunir partes
diferentes, funciones distintas o niveles heterogéneos (el biológico, el psicológico y el
social) pero que en su esencia es unidad indivisa.
El modo como representamos en la actualidad al ser humano como una individualidad
idéntica e indivisa, como Yo autónomo, como ser racional y libre para el ejercicio de la
razón, emancipado de todo tipo de ataduras, este modo de representación data del siglo
XVIII pero es heredera de una tradición que podemos iniciar en la Grecia Clásica de
Platón y Aristóteles.
En el curso de siglos de reflexión se acumularon en nuestra cultura occidental ideas
consustanciales a la representación que nos hacemos como seres humanos y de la que es
tributaria la psicología. “Lo humano” sería algo que nos hace trascender nuestra
pertenencia al reino animal, los griegos lo identificaron con el logos, concepto que une
razón y palabra. El uso de la razón, el entendimiento, permite no solo trascender nuestra
naturaleza sensible sino acercarnos al conocimiento de las verdades eternas, de las
esencias, de lo que es-en-sí. Lo trascendente se interioriza en la reflexión de San
Agustín. Se independiza con el racionalismo de Descartes: para alcanzar un
conocimiento verdadero se debe seguir metódicamente una serie de reglas; el sujeto
piensa y en el curso de su pensamiento adquiere la conciencia clara y distinta de su ser y
existir (Cogito ergo sum). Durante el Iluminismo-siglos XVII y XVIII-E. Kant destaca
la emancipación de todo absolutismo como rasgo distintivo del sujeto moderno.
Resumiendo los rasgos de la representación del sujeto: Ser
racional, superior en la escala de los seres vivos. Yo
indiviso e idéntico. Trascendente en su intimidad.
Conciente de sí mismo y de la potencia de la razón para

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conocer el mundo, sujeto cognoscente, libre y
emancipado.

A esta representación del sujeto, funcional a la unidad bio-psico-social, se opone la


nueva concepción derivada de los postulados del Psicoanálisis, tal como lo pensó su
creador, Sigmund Freud.

Sujeto y alteridad en el horizonte semántico de la psicología.


Para continuar es importante tratar de explicar qué es lo que queremos decir con
horizonte semántico de la psicología, para luego comenzar a dar las primeras
definiciones de sujeto y alteridad.
Necesitamos hacer una breve referencia a la historia de la Psicología. El formato de la
Psicología contemporánea deriva del que adoptó durante la segunda mitad del siglo
XIX, en centro Europa y que pronto se difundió a los Estados Unidos de América. A
partir de 1850, como uno de los efectos del fortalecimiento del nuevo orden capitalista
luego del triunfo de la revolución industrial, es el período de la “nueva mentalidad”
positivista y de la cosmovisión mecanicista. Es decir, una ideología de época, una forma
global de representar la confianza en la ciencia y sus aplicaciones para resolver los
problemas del mundo asegurando el progreso de las condiciones para la existencia
humana.
En este marco, positivismo y mecanicismo influyen como la matriz que condiciona y
decide la producción de conocimientos. El único conocimiento considerado positivo era
no solo el alejado de toda especulación metafísica sino el obtenido siguiendo las reglas
del método científico propio de las ciencias de la naturaleza, especialmente el de la
física, que tanto progreso aportó con el descubrimiento de las leyes rectoras del
movimiento universal. Si la física newtoniana ha podido explicar el universo, ¿cómo no
aplicar su metodología, el método científico, para explicar al ser humano?. En este
contexto histórico y cultural surge la Psicología científica, independiente de la Filosofía,
respetuosa del canon cientificista de la época; para ubicarnos en el tiempo, 1879, año de
la apertura del influyente Laboratorio de Psicología Experimental, dirigido por
Guillermo Wundt.
¿Qué indicaba ese canon cientificista?. Que un conocimiento para ser considerado
científico (positivo, válido, útil) debía de ser el producto de la aplicación estricta del
método científico. En pocas palabras: la investigación debía partir de datos positivos de
los que dependerá el planteo preciso del problema observado en un conjunto de
fenómenos; esta observación debe ser la fuente de las hipótesis provisorias dirigidas a
dilucidar el problema; esas hipótesis deben ser verificadas en experimentos bien
regulados para que puedan ser contrastadas y, finalmente, formular, si fuese posible en
términos matemáticos, las leyes que explican y determinan de un nuevo modo a los
fenómenos estudiados. Nada de especulación sobre las causas últimas, ni metafísica
para encontrar la verdad; esto es terreno de la tradicional Filosofía. El conocimiento
cierto, positivo, corresponde a la Ciencia que lo construye metódicamente.
El método científico que acabamos de resumir muy esquemáticamente, es propuesto con
mucha claridad por Galileo Galilei (1564-1642); sus pasos forman parte del

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racionalismo de René Descartes (1596-1650) y su efectividad se consagra con la obra de
Isaac Newton (1642-1727). Hoy nos resulta imposible dudar de la ciencia y la
tecnología. Nos regulan la vida cotidiana, la salud, la enfermedad, las creencias, los
gustos, etc, pero ese “prestigio” comenzó a construirse en Occidente hace tan solo
cuatrocientos años. En cambio, la humanidad surgió y se desarrolló durante miles de
años tomando como verdaderas a otras cosmovisiones que aún están vigentes en
sociedades no occidentales.
Dijimos que la Psicología surgió en el seno de la cosmovisión positivo-mecanicista de
mediados del siglo XIX. El paradigma científico era el de las ciencias naturales y el
modelo metodológico era el experimental. Durante este siglo y medio de historia de la
Psicología, el paradigma o modelo para la construcción del conocimiento científico, ha
cambiado, así podríamos distinguir los modelos tomados de la física, la fisiología, la
comunicación, la computación, etc.; pero un núcleo ha permanecido inmodificado: la
aspiración cientificista de reducir, excluir, todo lo relativo al sujeto.
Esto tiene una consecuencia: en la investigación se deben abandonar los temas que
puedan ser sospechados de metafísicos y sólo ajustarse a los fenómenos que puedan ser
indagados siguiendo el canon científico. Entonces la aplicación del método condiciona
la producción y el progreso del conocimiento determinando un reduccionismo mutilante
para el cuerpo teórico de la Psicología y enmascarando problemáticas que reaparecerán
periódicamente; se repiten antiguos problemas disimulados bajo nuevas palabras.
Nos explicamos. La relación cuerpo-alma (o soma-psiquis; o cuerpo-mente) presenta
problemas aún (siglo XXI) no resueltos: ¿son de la misma o distinta naturaleza?,
¿pueden ser conocidos –estudiados- con el mismo método, o se necesitan métodos
diferentes?, si se admitiese que en esencia son cosas distintas, ¿cómo se relacionan?.
Hacia 1860, época del paradigma científico al que nos referimos en párrafos anteriores y
en el que surge la Psicología, los investigadores en Psicofísica postularon que cuerpo y
alma, o psiquis y soma, ahora decimos mente-cuerpo, eran cosas distintas pero que
interactúan en paralelo, el célebre principio metodológico del “paralelismo psicofísico”,
y que la conexión podía traducirse en fórmulas matemáticas. Lo único que se demostró
es cierta relación constante, expresada en una fórmula muy simple, entre la intensidad
de un estímulo aplicado en el cuerpo (plano de lo físico) y el registro de su sensación
(plano de lo psíquico). Pero los problemas o interrogantes que se suscitan en torno a la
dualidad cuerpo-alma, o soma-psiquis, o cuerpo-mente, subsistieron; dicho de otro
modo, todo esto se redujo a la relación entre “estímulo y sensación”.
En 1980, 120 años más tarde y continuos en la investigación experimental, en la época
del éxito de las “redes neuronales” que es un modelo confeccionado a partir de las
características del tejido neuronal (aquí “tejido neuronal” es metáfora de cuerpo o soma)
y que puede aplicarse para formular hipótesis sobre el funcionamiento cognitivo (aquí
“cognitivo” es metáfora de mente o alma), nuevamente se anunciaba que ese tipo de
modelos ofrecerían el progreso más significativo sobre los problemas mente / cuerpo.
Ahora, treinta y cinco años después de ese anuncio, seguimos esperando que los
neurocientíficos cumplan con la promesa.
Otro ejemplo de lo que venimos afirmando, también tomado de la historia de nuestra
disciplina y referido al tiempo de sus inicios como ciencia experimental. Los manuales
de historia dicen que en 1879 se puede fijar la fecha del nacimiento de la psicología
moderna, científica y experimental, porque ese año se inauguró en Leipzig, el primer

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Laboratorio de Psicología Experimental, dirigido por Guillermo Wundt (1832-1920). El
programa del Laboratorio era el estudio de los contenidos simples (sensaciones,
sentimientos, etc) de la conciencia siguiendo el esquema de la Fisiología; a esto se le
agregaba “la introspección”. En este marco el objeto de estudio de la psicología
(científica-experimental) eran los contenidos de la conciencia en su experiencia
inmediata; sus métodos: el de la fisiología de las sensaciones y la introspección. En
cambio, los contenidos complejos de la conciencia: creencias, pensamientos, ideales,
quedaban como temas de estudio de la “Psicología de los Pueblos”.
Sobre esto volveremos con más detalle; por ahora destaquemos tres consecuencias: 1) la
conciencia quedaba reducida a sus contenidos simples (los que pueden estudiarse en el
laboratorio); 2) la Psicología nació dividida en una “individual” (la experimental)
subsidiaria de la Fisiología y en otra “de los Pueblos” subsidiaria de la Historia, Historia
de la Religiones, Antropología, Sociología, etc. y 3) las preguntas relativas a ¿qué es la
conciencia?, ¿cómo se origina?, ¿cómo funciona?, ¿por qué solo se presenta en el ser
humano?, quedaron abiertas y hasta hoy esperan que las ciencias cognitivas, la
Psicología entre ellas, propongan respuestas satisfactorias.
Interrumpimos este recorrido porque nos parece que ya podemos hacernos entender
cuando hablamos de horizonte semántico de la psicología. Con esta expresión queremos
significar que cada vez que el progreso de la investigación pareciera fijar
definitivamente alguna referencia, reaparecen o se repiten con nuevos términos los
viejos problemas actualizando una frontera imposible de alcanzar.
Cuando pensamos o experimentamos el horizonte se nos impone un límite con
características especiales, siempre está adelante como una metáfora del futuro o de lo
deseado a alcanzar y siempre se mueve, en la única dirección que el horizonte puede,
para adelante. Límite real o ilusorio el horizonte funciona como una frontera, más allá
es otro mundo.
“Dentro” del horizonte se despliega un campo o espacio o territorio, en ese territorio
que nos imaginamos es el de la Psicología, nosotros ubicamos sus palabras esenciales
cargadas de sentido: alma, psiquis, psiquismo, conducta, cognición y todas las que
venimos mencionando. “Semántico” refiere al entramado de nociones y conceptos que
hacen al saber de la Psicología.

Más allá de la psicología: el psicoanálisis y la investigación del


inconciente.
En la frontera, apoyadas en el límite, en el borde que marca el horizonte semántico de la
Psicología, pero apuntando más allá, nosotros ubicamos dos conceptos fundamentales:
sujeto y alteridad. Sujeto y alteridad, apuntan a otro mundo, a otro campo o territorio
relacionado con el de la Psicología pero que es otro universo discursivo, un más allá de
la Psicología, nos referimos al Psicoanálisis.
Ilustremos lo que estamos diciendo. El Psicoanálisis también es producto de esa
cosmovisión que profesaba una fe ciega en los poderes de la Ciencia; de hecho su
creador, Sigmund Freud (1856-1939), médico e investigador en fisiología en su primera
formación, escribió un proyecto, en 1895, en el que trataba de construir una psicología
como ciencia natural basada en la organización y funcionamiento del sistema nervioso

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superior, concretamente, en la arquitectura neuronal. Pero Sigmund Freud rompe con
ese reduccionismo positivista e inaugura un pensamiento original en el que encuentran
su lugar los temas esenciales expulsados por la “psicología científica”.
El Psicoanálisis comienza siendo un método estrictamente “psicológico” basado en la
palabra, en el diálogo, para el estudio y tratamiento de ciertos trastornos psíquicos que
la medicina de entonces no sabía explicar y se transforma en la teoría más consistente
sobre la estructura y funcionamiento del psiquismo humano. S. Freud consideraba que
en su libro “La interpretación de los sueños” (1900) exponía por vez primera y en forma
sistemática el funcionamiento del Psicoanálisis como método y como nueva teoría
integral del psiquismo humano.
¿En qué consiste la originalidad teórica del Psicoanálisis?. En haber demostrado lo
siguiente: 1) el psiquismo humano no se reduce a las representaciones de la conciencia,
2) en realidad, todo acto psíquico se origina en el inconciente, 3) el inconciente es lo
psíquico verdaderamente real, su materialidad son las huellas de la sexualidad infantil y
su núcleo es el deseo; el inconciente determina todo el campo de la experiencia humana,
4) el sujeto debe ser pensado en la escisión conflictiva entre inconciente y conciencia, 5)
también la personalidad psíquica está escindida, siendo el Yo solo una parte de la
misma: Ello, Yo y Super-Yo; 6) la materialidad del inconciente es la sexualidad en la
que el sujeto se constituye durante los seis primeros años de la vida, con la represión de
la sexualidad infantil, en términos freudianos, se inaugura la función sujeto.
Concluyendo, los conceptos esenciales de sujeto y su relación con el otro-la alteridad-
que hacen a la subjetividad como experiencia propiamente humana están más allá de la
psicología conformando una discursividad diferente, la del psicoanálisis.
Nosotros postulamos que no es posible, en psicología como en cualquier otra ciencia
humana o social, eludir la pregunta por el ¿quién?, dicho de otro modo, la pregunta por
el sujeto. Nuestra premisa es que la cuestión del sujeto es fundamental y preeminente, es
definitoria y no un componente supuestamente implícito del campo de la psicología.

Sujeto y alteridad, otra conceptualización más allá de la psicología.


Pensemos el término sujeto como vaciado de toda significación substancial, por lo tanto
como término tendrá un significado preciso en el interior de un sistema de relaciones
simbólicas. Dicho de otro modo, la definición de la palabra “sujeto” depende del
sistema o configuración simbólica que se considere. Ejemplos: “sujeto” en la gramática
y en la lingüística; “sujeto” en el derecho (la persona jurídica); “sujeto” en la filosofía
como sujeto que conoce (cognoscente) en oposición a “objeto”; “sujeto” en la
conformación de la subjetividad tal como se deriva de la teoría psicoanalítica. Esto
último es nuestro tema.

La relación de alteridad como fundamento de la subjetividad:


“En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como
modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el
comienzo mismo la psicología individual es psicología social en este sentido
más lato, pero enteramente legítimo”.
Freud, S. (1993) Psicología de las masas y análisis del yo. O C t XVIII. Buenos
Aires: Amorrortu, p 67 (primera edición 1921).

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Sigmund Freud (nació en Freiberg, 1856; murió exiliado en Londres, 1939) es uno de
los más poderosos intelectuales del siglo XX. Creador del psicoanálisis, construye la
teoría más amplia y verdadera para explicar la estructura y el funcionamiento del
psiquismo humano a partir de la investigación del inconciente y sus formaciones. Los
postulados fundamentales del psicoanálisis mantienen intacto su valor científico y
conforman la trama contemporánea en la que nos representamos como sujetos. En el
seno de la cultura occidental no podemos representarnos sin las ideas de Freud. Por
estas razones hemos elegido varias de sus obras como bibliografía primaria para
desarrollar nuestro programa de trabajo académico.
Comencemos los comentarios dando algunas indicaciones que irán esbozando una
primera definición de lo que entendemos por “subjetividad”.
1. No seguimos, por considerarlo parcial, el sentido habitual que tiene en la filosofía
como la calidad de lo subjetivo relativa al sujeto cognoscente: sujeto que conoce en
oposición al objeto dado a conocer, de lo que se deriva el plano de la subjetividad
(sujeto) y el plano de la objetividad (objeto).
2. Subjetividad, en el empleo que le damos, no se reduce a la relación sujeto-objeto tal
como se significa en la filosofía y en el sentido común. El sujeto racional, cognoscente,
transparente a sí mismo en el escenario de la conciencia, es el sujeto definido en uno de
los registros de la subjetividad, en el del registro especular del conocimiento de sí, del
semejante y del mundo. En este registro todo se armoniza en la dimensión del sentido,
todo tiene un significado posible.
3. No decimos que lo anterior sea falso, decimos, en cambio, que sólo es uno de los
registros, el llamado especular o imaginario, en el que se puede concebir al sujeto pero
que, por sí solo no es suficiente para representar al sujeto como ser viviente, como un
existente constituido, además, por condiciones biológicas (el organismo) y simbólicas
(el lenguaje, la cultura, la sociedad) que lo pre existen.
Recordemos la definición que propone S. Freud en la que se destaca que desde el
comienzo la psicología individual es social porque, desde el comienzo, el otro cuenta,
cumple con regularidad funciones esenciales en la vida anímica. Es imposible definir el
sujeto sin tener en cuenta que desde el inicio de la vida la relación es con otro sujeto.
Ese otro sujeto se define en virtud de las funciones que puede cumplir: como modelo
(de identificación, o como ideal a alcanzar), como objeto (de amor, o de odio), como
auxiliar (ayuda necesaria para afrontar el apremio de la vida) y como enemigo
(equiparable, lo decimos por ahora, la objeto de odio).
La vida solo es posible, por el estado de indefensión e inmadurez orgánica con el que
nacemos, si el otro cumple con la función de auxiliar, si se propone como modelo y si se
brinda como objeto amante (una de las caras del objeto de amor) con lo cual instala al
recién llegado al mundo como objeto amado (la otra cara del objeto de amor). Pero
puede suceder que el otro funcione como enemigo y reciba al recién llegado como
objeto peligroso, como objeto odiado; es este caso, la vida corre el riesgo de no ser
posible. Por ejemplo, la experiencia nos indica que no es raro que una mujer paridora
tome lo que salió vivo del parto como un objeto y lo tire al tacho de basura. ¿Ha
sucedido, no es cierto?.
4. Si bien es real que al nacer se está en posición de objeto inerme, sometido al arbitrio
del otro, no es, dijimos, el único registro que recibe al ser cuando nace. Hay un registro

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que regula todo el campo de las experiencias humanas, es un registro que no depende
de sujeto alguno pero que también es esencial para la constitución del sujeto humano, es
el registro de lo simbólico. Lo simbólico es un registro de símbolos no de sujetos
aunque sea condición de posibilidad del sujeto humano, es el registro de la Ley y la ley
lo espera al sujeto antes de su nacimiento y le es transmitida por el lenguaje,
especialmente por una de las funciones del lenguaje: el habla. Siendo más precisos, la
relación primaria del ser humano es con otro sujeto que es mediador de “Otro” que
también lo determina: el “Otro” simbólico, el “Otro” de las reglas de la cultura, del
lenguaje. Un “Otro” que no está encarnado en sujeto alguno pero que determina nuestra
calidad de seres humanos.
5. Es sencillo de entender. En un registro se nace en posición de objeto, pero no se es
propiedad, objeto del otro. Lo simbólico conformado por la ley de la cultura, la
sociedad, los mandamientos religiosos, las prescripciones éticas; conformado, digamos,
por el entramado del lenguaje que nos preexiste y cobija, es lo que posibilita cortar la
alienación original con el otro: ocupar la posición de objeto para el otro no significa ser
el objeto del otro. Esta diferencia esencial marcada por el lenguaje posibilita la
dialéctica de la vida y la emergencia del sujeto en el punto de separación donde no se es
el objeto del otro y no solo porque el otro conceda la dignidad de sujeto sino porque eso
lo determina el registro de lo simbólico.
Desde esta perspectiva en la que el otro desde el comienzo de la vida pueda contar como
“auxiliar”, que preste el auxilio imprescindible para que la vida naciente se mantenga y
progrese, esa función, que “naturalmente” es atributo de los padres, no es sólo efecto del
amor o de la solidaridad, es también consecuencia de lo simbólico. Lo simbólico crea y
posibilita esas funciones “naturales” y también las funciones restitutivas.
Para ilustrar lo dicho, sigamos con el ejemplo de la paridora que tira al tacho de basura a
la cosa que grita, resulta que pasa un recolector de residuos y oye llanto que proviene
del contenedor, lo abre y se encuentra-según sus propias declaraciones-con un bebe
hermoso, todo sucio y llorando, lo lleva a su casa y lo amparan con su mujer, hace la
denuncia, habla con el juez y pide la tenencia provisoria hasta que se decida en
definitiva. Interpretamos que esto pone en evidencia que otro absolutamente extraño
realiza un acto (vean que no es una simple reacción) que restituye funciones simbólicas
y humaniza la situación: la cosa que grita pasa a ser “un bebé hermoso”, el extraño
recolector de residuos y su mujer pasan a cumplir funciones de “papá” y “mamá”.
Este ejemplo nos resulta de utilidad para adelantar algo que volveremos a estudiar con
detenimiento. La subjetividad o ínter-subjetividad, en tanto el otro está desde el inicio,
es una matriz, en el sentido pleno de esta palabra, que posibilita la constitución del
sujeto (esta función sujeto no está dada “naturalmente”). Esa matriz es la estructura del
lenguaje en el sentido de estructura simbólica; el lenguaje es símbolo que nos estructura
no es solamente una capacidad que poseemos.
6. ¿Qué empleo hacemos de la palabra alteridad?. Alteridad es “otredad”, la empleamos
para poder incluir la diversidad en el campo del otro. Adoptemos una convención que
utilizaremos de ahora en más: tracemos una línea o barra y al lugar de la izquierda lo
llamamos el “lugar del sujeto” y al de la derecha el “lugar del otro”: / ; sujeto /
otro.
El lugar del otro es decisivo porque desde allí viene todo lo necesario para que funcione
el sujeto, lo propio del sujeto le viene “desde afuera”. Ese “otro” es diverso, tal como lo

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indica Freud en la definición que comentamos, el otro por sus funciones, no es uno, no
es único, podemos diferenciar cuatro sentidos que adquiere el “otro”: a) el otro como
semejante al Yo; b) el otro como una parte de sí que no se admite perder, por ejemplo
“la media naranja del enamorado/a”, en otros términos el otro como ideal; c) el otro
como indicador de un ideal a ser alcanzado, por ejemplo “llegar a ser psicóloga/o
como…”, “llegar a ser papá o mamá…..”, “ser mujer como….” etc. es decir, el otro que
funciona como modelo; y, finalmente, d) el otro como la estructura simbólica
propiamente dicha, ejemplo la estructura del lenguaje, para distinguirlo de los otros lo
escribimos con una O mayúscula: Otro.
Resumamos las notas que nos permiten pensar una definición de sujeto, distinta del
individuo bio-psico-social:
1. El sujeto es efecto de la relación con el otro; esa relación,
como todo lazo humano, está regulada por el lenguaje
articulado, es decir, por la palabra. El ser humano es sujeto que
habla.
2. El sujeto toma sentido en la división inconciente /
conciencia. Es decir, el sujeto no es transparente a sí mismo tal
como se representa en la conciencia. Ni está centrado en la
razón o el pensamiento.
3. La subjetividad no es “interioridad” o “sentido de
intimidad”. La subjetividad es ínter-subjetividad; el sujeto es
una función abierta, no cerrada como unidad indivisa, desde el
origen.
4. El sujeto como función abierta quiere decir que como sujeto
no posee una definición inmanente, en su propia esencia. El
sujeto se define como escindido por la relación original con el
lenguaje y con el otro.
Reconocemos la dificultad que tiene encontrarse con un texto como el que ahora
concluye. Como inicio, todos son complejos; pero se necesita proponer las nociones que
caracterizan el programa de estudios de la asignatura psicología, máxime cuando la
perspectiva que sostenemos se distancia de la autorizada por la visión actual
hegemónica dentro de la disciplina. Esa hegemonía lejos de fundarse en la verdad se
sostiene, en muchos casos, en los intereses corporativos de los científicos y en los
objetivos políticos del estado. Todo lo que ahora fue presentado en apretada síntesis será
desplegado a lo largo del año de trabajo que nos espera.

Preguntas y guías de lectura para auto-evaluar la comprensión del


texto.
1. Defina Psicología. Destaque los objetos de estudio. Destaque las dimensiones y el
objetivo final de la disciplina.
2. ¿Qué se comprueba si se examina críticamente esa definición de Psicología?.
3. ¿Cuál es el significado etimológico de Psicología?.

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4. ¿Cuáles son las tres conclusiones a las que se llega luego del análisis crítico de la
definición de Psicología?.
5. ¿Cuándo comienza la Psicología científica?. ¿Qué indicaba el canon científico-
positivista?.
6. Reproduzca los pasos simplificados del método científico.
7. ¿Cuál es la consecuencia para la Psicología que se deriva de postular como paradigma
científico el de las ciencias naturales y como método el experimental?.
8. Nombre las tres consecuencias que se derivan de las condiciones de surgimiento de la
psicología experimental.
9. ¿Qué entendió de la relación, o no relación, entre Psicología y Psicoanálisis?.
10. Reproduzca los seis puntos en los que se resume la originalidad teórica del
Psicoanálisis.
11. Defina el sujeto presupuesto en la definición de psicología. Nombre las tres
dimensiones y destaque la característica esencial.
12. ¿Cuáles son las ideas que se acumularon durante siglos de reflexión y que
determinan la representación que tenemos como seres humanos?.
13. ¿Cuáles son los rasgos característicos de la representación del sujeto como
individuo?
14. ¿En qué sentido postulamos otra concepción del sujeto distinta a la de la
psicología?
15. ¿Cómo definiría al Psicoanálisis?. ¿Quién fue su creador?.
16. Lea detenidamente lo dicho en La relación de alteridad como fundamento de la
subjetividad. Quizás necesite leerlo varias veces, hágalo paso a paso sin prisa.
17. Reproduzca los cuatro sentidos que tiene la palabra “otro”.
18. Reproduzca las cuatro notas para pensar una definición de sujeto distinta de la
decimos está implícita en la psicología.

Prof. Dr. Antonio S. Gentile


Profesor Titular
Universidad Nacional de Rosario

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