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VIOLENCIA JUVENIL Y TRIBUS URBANAS∗

NIEVES SANZ MULAS


Profesora de Derecho Penal
Universidad de Salamanca (España)

SUMARIO: I. LA VIOLENCIA JUVENIL: 1. El fenómeno mediático. 2. Elementos a tener en consideración. 3.


Ámbitos de violencia de la juventud: A) Conducta antisocial y delincuencia. B) Violencia reivindicativa. La revuelta
urbana en Francia. C) Maltrato entre iguales o bullying. D) Violencia asociada a los estilos juveniles. II. JÓVENES Y
VIOLENCIA GRUPAL. 1. Grupalidad juvenil. 2. ¿Tribus urbanas o Grupos urbanos violentos? 3. Estilos juveniles y
actitudes sociopolíticas. La rivalidad entre grupos. IV. TRIBUS URBANAS VIOLENTAS EN ESPAÑA: 1. Skinhead:
el rostro violento del racismo: A) Simbología y características grupales. B) Ideología ultraderechista y presencia en
nuestro país. 2. Nuevas tribus latinoamericanas: A) Un producto de la inmigración. B) Latin kings vs Ñetas. IV.
POSIBLES VÍAS DE ACTUACIÓN: 1. Código penal y grupos violentos. Tipos delictivos viables. 2. La necesaria
antesala. Prevención y políticas sociales. BIBLIOGRAFÍA.

Un sistema escolar que no tenga a los padres como cimiento


es igual a una cubeta con un agujero en el fondo.

Jesse JACKSON∗

I. LA VIOLENCIA JUVENIL

1. El fenómeno mediático

No hay duda del gran interés criminológico y político-criminal que este tipo de violencia
tiene, y más tratándose de un fenómeno que —de acuerdo MARTÍN LÓPEZ— “refleja mejor que
ningún otro los valores oficiales y oficiosos del mundo de los adultos, pues el joven no es sino un
imitador que repite lo que ve, lo que le enseñan y aprende, traduciéndolo o reinterpretándolo”1.

Los medios de comunicación social hablan de una aparente elevación de los delitos
cometidos por sujetos menores de 18 años, resaltando la violencia manifestada en su forma más


Publicado en SANZ MULAS, N., (Coord.,), El desafío de la Criminalidad Organizada, Comares,
Granada, 2006, pp. 149 y ss.

Reverendo y político estadounidense (1941).
1
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, en MARTÍN LÓPEZ,
T., (Coord.), Justicia con menores. Menores infractores y menores víctimas, Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha, 2000, p. 109.

1
aguda los fines de semana: accidentes de tráfico, peleas colectivas, vandalismo, etc. Hasta es
relativamente normal encontrarnos con la expresión “el problema de la delincuencia juvenil”,
prevaleciendo el “miedo” de la sociedad sobre la búsqueda de explicación, comprensión y
soluciones2. Pero no estamos, ni mucho menos ante un asunto producto del nuevo milenio, ya
en los 80 nuestro querido maestro BARBERO SANTOS advertía que “la delincuencia juvenil es
uno de los problemas sociales más sentidos de nuestra época… El oscilante pendular de la
opinión pública entre la indiferencia absoluta y la máxima capacidad de alarma apunta a esta
última en nuestro días”3.

Desde el Movimiento contra la Intolerancia incluso nos advierten del significado equívoco que tiene la
propia expresión “violencia juvenil”, pues parece criminalizar a toda la juventud, cuando ni mucho menos es así. Ser
joven no equivale a ser delincuente, de hecho la inmensa mayoría de nuestros jóvenes no muestran actitud alguna
hacia la violencia4.

La pregunta a hacernos, por tanto, no es sino la siguiente: ¿la criminalidad de jóvenes es


preocupante porque atemoriza a la sociedad o porque es objetivamente grave?5

2. Elementos a tener en consideración

Según REVILLA son elementos a tener siempre presente en todo estudio sobre la
violencia juvenil6:

Primero, los protagonistas agresores, y en muchos casos también las víctimas, son
jóvenes. Lo que significa que para la comprensión de los actos agresivos se necesita del
conocimiento y la reflexión sobre las condiciones de vida, sobre los intereses y formas de vida de
la juventud.

De acuerdo con la descripción de MARTÍN LÓPEZ7, el joven es un organismo biológicamente maduro que,
sin embargo, depende, psicológica y socialmente, de la ayuda familiar, lo cual le provoca un conflicto singular y
propio por las repercusiones de los cambios sociales actuales: crisis del modelo de familia nuclear, la desigual
distribución de la riqueza, la cultura de la violencia, el consumismo, la materialidad, el egoísmo, etc. En la sociedad
de nuestros días se promete a los jóvenes grandes “cosas” cuando la realidad es bien distinta: al mismo tiempo que
se eleva la mayoría de edad escolar obligatoria, vivimos una crisis del sistema educativo; el acceso a la universidad
es una posibilidad para todos, pero el titulo obtenido demasiadas veces no tiene utilidad alguna; se ofertan cines,
literatura, coches, ropa de moda, deportes, viajes, etc., pero el joven no dispone de recursos propios durante
muchos años, pues cada vez tarda más en incorporarse al mundo del trabajo, y cuando éste llega generalmente no
es en muy buenas condiciones o se trata de trabajos por debajo de su formación; finalmente, se potencian los
valores de independencia y libertad, pero sin vivienda propia obligados a permanecer en la casa paterna hasta la
treintena. Esto es, cuando los tres recursos infraestructurales que determinan el acceso a la vida adulta (la
educación, el empleo y la vivienda) se bloquean, surge un desajuste individual y social en la juventud que puede
llevar a la infracción de normas y a la violencia como respuesta reactiva, surgen auténticos caldos de cultivo de
frustración, agresividad y violencia8. O lo que es lo mismo, al estar insertos en un mundo competitivo, y sin embargo
no tener en sus manos oportunidades que les permitan formar parte, no es extraño que los jóvenes se aíslen y le
guarden rencor al sistema económico y político que les da la espalda9.

2
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 101.
3
BARBERO SANTOS, M., “La delincuencia juvenil en España: imagen y realidad”, en Boletín de
Información del Ministerio de Justicia, nº. 1.315, 1983, p. 3.
4
En declaraciones vertidas por el presidente de dicho Movimiento. Vid., en www.cintefor.org.uy
5
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 104.
6
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas): causas psicosociológicas de la
violencia en grupo”, en Sociología de grupos pequeños: sectas y tribus urbanas, Cuadernos de Derecho
Judicial, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2000, pp. 173 y ss.
7
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 106.
8
Ibídem, 106.
9
MOLINA, J.C., Juventud y tribus urbanas, en www. cinterfor.org.uy

2
Segundo, el contexto en el que se producen los episodios violentos guardará relación, en
consecuencia, con los espacios que los jóvenes ocupan en grupo. Es más, las agresiones no se
producen individualmente, sino en grupo, más o menos numeroso, por lo que —en palabras
literales del propio REVILLA— “el asunto de las formas de grupalidad juvenil resultará
determinante, así como los momentos en los que los jóvenes se reúnen y desarrollan
interacciones de tipo grupal”10.

El joven es un “tercer género” social: se caracteriza por ser un grupo de individuos de cierta edad definidos
por exclusión: ni niños ni adultos, marginados de ambas comunidades, por lo que tienen que construir “subculturas”,
grupos alternativos de participación e integración con sus propias normas y valores, pandillas o tribus, en unos
casos absolutamente carentes de peligrosidad delictiva y en otros claramente delictivas11.

Tercero, el tipo de relación entre los individuos o grupos en conflicto y su historia, que
puede variar entre un encuentro casual y un conocimiento mutuo relativamente importante. Sino
existe relación con la víctima se suele hablar de violencia gratuita, y nos pone en la pista de que
la comprensión de este fenómeno reside exclusivamente en los agresores, como es el caso de
violencia xenófoba indiscriminada propia de grupos de jóvenes de ultraderecha. En otros tipos de
violencia entre jóvenes sí se puede hablar de una relación conflictiva entre grupos de jóvenes
con una historia de enfrentamiento, ya sea entre grupos determinados o entre miembros de las
llamadas tribus urbanas tradicionalmente enfrentados (rockers vs mods, skins vs punkies, latin
kings vs ñetas, etc.).

Cuarto, la interpretación que agresores y víctimas hacen del suceso violento, sus
explicaciones y justificaciones son de vital importancia para la comprensión final del problema,
pues sólo desde el significado que se les atribuye a estos hechos agresivos es posible entender
el sentido social del fenómeno. El problema son las diferentes versiones, pues lógicamente, —
como nos recuerda dicho autor— “el observador tratará de mostrar que es capaz de percibir
correctamente lo que ocurrió. La víctima enfatizará la ilegitimidad y el dolor recibido. El agresor,
por el contrario, minimizará el daño y justificará el acto agresivo, incluso en muchos casos
culpará a la víctima de lo ocurrido”12. Pero, ¿cuáles son, en concreto, los ámbitos donde
generalmente se produce la violencia juvenil?

3. Ámbitos de violencia de la juventud

A) Conducta antisocial y delincuencia

Debemos comenzar por aclarar que este tipo de violencia juvenil apenas se distingue de
las formas de violencia adulta. Si se puede hablar de delincuencia juvenil es debido a un inicio
temprano en estas actividades ilegales, del mismo modo que se puede hablar de delincuencia
infantil cuando son niños los que las realizan13. En cualquier caso, no sobra recordar que la
juventud criminal pertenece mayoritariamente a las capas sociales inferiores, aquellas que
encuentran más dificultades para la inserción social por las escasas posibilidades laborales, bajo
rendimiento escolar, conflictos familiares y emocionales; o lo que es lo mismo, forma parte del
grupo social que más sufre todas las crisis económicas14.

10
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 174.
11
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 106.
12
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 175.
13
Ibídem, p. 180.
14
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 107.

3
Según las estadísticas, el 76% de los chicos tutelados por el Estado terminan en la cárcel. Ciertamente, no
todas las víctimas son infractores pero si la mayoría de los jóvenes infractores han sido víctimas en el sentido más
amplio de la palabra, porque, como con gran elocuencia escribe MARTÍNEZ REGUERA, “el marginado adulto puede
haberse marginado, pero el niño marginado llega a serlo por haber sido marginado”15.

B) Violencia reivindicativa. La revuelta urbana en Francia.

Existe otro tipo de violencia juvenil ligada a contextos reivindicativos, como pueden ser
las manifestaciones en demanda de cuestiones de diversa índole, y en muchos casos no
exclusivamente juveniles. Es el caso de las movilizaciones de los movimientos sociales
(ecologistas, pacifistas, etc.), que aunque no sólo están integrados por jóvenes éstos tienen un
protagonismo especial. En estos contextos se producen con mucha frecuencia ciertos tipos de
vandalismo (daños al mobiliario urbano), aunque cada vez son más frecuentes los
enfrentamientos y las cargas policiales, tratándose de un fenómeno insuficientemente estudiado
y que resulta difícil de atribuir: o bien a una radicalización de las conductas juveniles, o bien a las
instrucciones recibidas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, o bien a una
combinación de ambas. De cualquier forma, lo que sí se puede aseverar, es que no se trata de
una violencia muy diferente a la protagonizada por los adultos, ni en su forma ni en sus
consecuencias, pudiendo incluso afirmar que algunas manifestaciones laborales ante conflictos
enconados provocan a veces más violencia que las juveniles16.

La revuelta urbana en Francia es un ejemplo paradigmático de este tipo de violencia. La


explosión de la violencia, que tuvo sobrecogida a toda Europa durante tres largas semanas,
empezó el día 27 de octubre en París, exactamente diez días después de la muerte de dos
jóvenes franceses de origen magrebí que murieron electrocutados al entrar en un transformador
cuando huían de las fuerzas de seguridad francesas (si bien, las investigaciones ha concluido
que no estaban siendo perseguidos por la policía). Las ola de disturbios comenzó en Cliché-
sous-Bois (Seine-Saint-Denis), el suburbio parisino donde se produjo el lamentable suceso, e
inmediatamente se extendió por toda la región de París y llegó a otras ciudades como Tolouse,
Lyon, Dijon (centro-este de Francia), Seine-Maritime (oeste) y Bouches-du-Rhône (suereste). La
sublevación juvenil se conformaba en pequeños grupos de jóvenes que se desplazaban con
mucha rapidez para cometer actos vandálicos y sin buscar el enfrentamiento con las fuerzas del
orden. Los daños materiales son incalculables con más de 9.000 coches incendiados e
innumerables detenciones (en una sola noche, la del 6 de noviembre, la más cruenta, se
quemaron 1.400 vehículos).

Aunque no se han escuchado reivindicaciones concretas, la sociedad francesa ha


querido encontrar sus causas en la insatisfacción de decenas de miles de jóvenes franceses,
inmigrantes de segunda o tercera generación, que viven frustrados por el racismo y el altísimo
desempleo17. ¿Quiere decir esto que ha fracasado el Viejo Continente en la integración de los
inmigrantes y de sus hijos?

La Europa que acogió a millones de inmigrantes hace décadas con trabajo para todos se
encuentra hoy con bolsas de excluidos en los principales países, independientemente del
modelo de integración. Europa recibió en 2004 a 1,9 millones de nuevos habitantes, con ellos
suman ya 16 millones, sin contar a los “sin-papeles”. Este flujo migratorio supone un bálsamo
para el preocupante envejecimiento de la población europea y un revulsivo para nuestra
maltrecha economía. Pero Europa no ha sabido aprovechar esta oportunidad, sino que por el
15
MARTÍNEZ REGUERA, Cachorros de nadie, Editorial popular, Madrid, 1996, p. 136.
16
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 181.
17
EL PAIS, 17 de noviembre de 2005.

4
contrario ha generado bolsas de exclusión en las grandes ciudades europeas, que en aquellas
semanas también temblaron ante el posible contagio de la crisis francesa.

Alemania (con 7,3 millones de inmigrantes), Francia (con 3,2 millones) y Reino Unido (con 2,7 millones),
junto a España (con 4, 1 millones) son los mayores receptores, pero ninguno de ellos ha logrado la inserción
deseada. Los tres primeros se enfrentan a serios problemas de exclusión y alineación que se extienden no sólo a
los recién llegados, sino también a las segundas y terceras generaciones. El modelo francés de integración —
basado en la asimilación de la cultura francesa— no se repite en los otros países europeos, donde la situación
tampoco es mejor. El modelo británico se basa en el multiculturalismo y el laissez faire, donde, como en EE.UU., las
autoridades han reforzado la identidad de las distintas comunidades, partiendo de que los inmigrantes llegan para
quedarse y, en consecuencia, tienen derecho a desarrollar su identidad cultural en su nueva residencia. Sin
embargo, el gobierno británico ha dado un paso hacia el modelo de asimilación al instaurar hace muy poco el
examen de ciudadanía británica que deberán aprobar los 140.000 aspirantes anuales al pasaporte británico. El
examen incluye preguntas de idioma, de costumbres y estructura política del país. Finalmente, el alemán, pero sin
dar por cerrado el catálogo, se basa en considerar al inmigrante una fuerza de trabajo coyuntural y temporal. Es el
conocido como modelo “gasterbeiter” o del trabajador invitado, y tampoco está exento de problemas, pues es clara
la segregación del emigrante, tanto en la calle como en el trabajo. Sírvanos sino como dato el hecho de que en
Alemania residen 2,6 millones de turcos y de ellos sólo 600.000 tienen la nacionalidad y son escasos los esfuerzos
del gobierno alemán para transmitir a los extranjeros la lengua y cultura alemanas, lo que explica el fracaso escolar
de los chavales turcos18.

En definitiva, si bien faltan informes que constaten claramente la marginación que abona
el conflicto, los datos son elocuentes. Mientras que en 2001 la tasa de empleo en la UE era del
64,4%, la de los nacionales de países no comunitarios rondaba el 52,7%, una distancia que se
acorta en los empleos de riesgo y trabajos asociados con la exclusión social. Es, por tanto, un
problema europeo y transfronterizo. Comunitarias o no, las soluciones urgen. Porque, el hecho
de que en Europa haya masas de jóvenes discriminados, sin futuro, sin trabajo, sin vivienda y sin
ideales sociales y políticos constituye el germen de la revuelta continúa.

C) Maltrato entre iguales o bullying.

Otro asunto que preocupa enormemente a la opinión pública es el maltrato entre iguales,
y que se suele pensar como únicamente circunscrito al ámbito escolar19.

El maltrato en espacios característicamente juveniles, como son los lugares de ocio ocupados por jóvenes
los fines de semana y demás festivos, pueden producir daños similares a la violencia entre escolares. Pero en este
contexto la supuesta víctima no acepta en muchos casos las pretensiones del agresor/es, al tener la capacidad de
defenderse, de lo que se derivan enfrentamientos. Los agresores comienzan normalmente con una conducta
provocadora, que si es contestada por las víctimas genera el enfrentamiento violento entre las partes. Sin embargo,
la diferencia más importante de este tipo de violencia, respecto del maltrato entre escolares, se da en la ausencia
aquí de una repetición en el maltrato, al tratarse de relaciones menos estables y más causales, por ser espacios
más interpersonales. Por el contrario, cuando este tipo de dinámica se produce en los barrios residenciales si está
sujeto a esta estabilidad y continuidad en el maltrato20.

En España se estima que un 1,6% de los niños y jóvenes estudiantes sufren de manera
constante este fenómeno y que un 5,7% lo vive esporádicamente. Los datos varían en función de
la fuente de la que procedan y del enfoque manejado a la hora de estudiar el fenómeno. Una
encuesta del Instituto de la Juventud (INJUVE) eleva el porcentaje de víctimas de violencia física
o psicológica habitual a un 3% de los alumnos, y afirma que un 16% de los niños y jóvenes
18
EL PAÍS, 13 de noviembre de 2005.
19
Es por ello que en el Anteproyecto de Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Penal del Menor,
cuya remisión a las Cortes Generales se aprobó por el Consejo de Ministros el pasado 20 de enero, se
incluye una medida de alejamiento o incomunicación del menor agresor respecto de la víctima o su
entorno, haciéndose referencia expresa al centro docente de la víctima (arts. 7.1.i y 18.1, párrafo 2º).
20
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 183.

5
encuestados reconoce que ha participado en exclusiones de compañeros o en agresiones
psicológicas. El Defensor del Pueblo señala que en un 5% de los alumnos reconoce que algún
compañero le pega, mientras el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) indica
que un 49% de los estudiantes dice ser insultado o criticado en el colegio, y que un 13,4%
confiesa haber pegado a sus compañeros21. Un maltrato que tiene como consecuencias
positivas para los agresores la sumisión de la víctima, bajo la forma de extorsión, prestigio en el
grupo, intimidación sobre otros, etc. Y como consecuencias negativas para las víctimas:
descenso de la autoestima, ansiedad, depresión, etc.22, llegando a provocar en el peor de los
casos el suicidio.

Y al respecto, todos recordamos el caso del niño vasco Jokin C. L. de 14 años, estudiante de 4º de ESO
en el instituto Talaia de Hondarribia, que se suicidó la madrugada del 21 de septiembre de 2004 tirándose con su
bicicleta por la muralla de dicha población tras padecer durante un año el maltrato físico y psicológico de sus
compañeros. Un lamentable suceso que hizo saltar todas las alarmas sociales, sacándose a la luz un tema hasta
entonces ubicado en la más absoluta de las tinieblas.

Sin embargo, y a pesar de lo espectacular de las cifras, no debemos dejar de recordar


que la lógica del fenómeno no es muy distinta a las dinámicas de relación entre iguales en las
calles de nuestras ciudades, y tampoco se distancia mucho de las conocidas como “novatadas”.
Esto es, no se trata tampoco de un tema nuevo, de hecho casi todos podemos recordar
episodios de acoso y agresión en los años escolares donde mientras a unos les correspondía el
papel de víctimas, a otros el de agresores. Su estudio, no obstante, es ciertamente reciente,
pues se activó a partir de los años setenta y desde los países escandinavos, en un esfuerzo
capitaneado por DAN OLWEUS y que se ha popularizado con la denominación de bullying —
intimidación— definida en 1993 como una conducta de persecución física o psicológica que
realiza un alumno contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques23.

Una violencia relacionada con una asimetría de poder y con la dificultad de defenderse
por parte de la víctima. En el caso de los iguales en posición social, la diferencia se puede
establecer a través de la posesión de ciertos recursos materiales o simbólicos, que permiten a su
poseedor esa imposición de su voluntad: fuerza física, acceso a recursos deseados por la
víctima, mejores relaciones con los poderes oficiales, etc. En definitiva, este tipo de violencia es
característica de espacios donde la autoridad legítima no tiene la fuerza suficiente para imponer
su ley, lo que genera la producción de dinámicas de poder ilegítimo fuera de la superposición de
estas instancias de control o con la connivencia de éstas. Luego es desde este frente desde el
que hay que comenzar a trabajar, con el incuestionable apoyo de las familias de los menores-
víctimas y, aún con más intensidad, de los menores-infractores.

Y es que, por ejemplo, no son tan extraños los supuestos de maltrato en institutos a los propios profesores
(insultos, agresiones, bromas de pésimo gusto, daños en sus vehículos, etc.), de hecho el porcentaje de bajas por
depresión del profesorado en estos centros es extraordinariamente alto y, en consecuencia, preocupante. Episodios
lamentables e indirectamente apoyados por los padres, pues una vez se ponen en su conocimiento suelen dar la
razón a su hijo desoyendo los argumentos de las instituciones docentes. Una prueba clara de los escasos frenos
sociales que los menores encuentran en sus propias familias.

D) Violencia asociada a los estilos juveniles

Finalmente, en los espacios de ocio frecuentados por jóvenes se producen otro tipo de
conductas, actuaciones identificadas socialmente como violencia juvenil: los enfrentamientos
21
http://www.guiainfantil.com/educacion/escuela/acosoescolar/index.htm
22
Ibídem, p. 182.
23
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., pp. 181 y 182.

6
entre tribus (grupos de estilos diferentes) o la violencia de ciertos grupos juveniles contra otros
actores sociales categorizados negativamente por ellos: homosexuales, personas de raza negra,
indigentes, etc.

Esto es, este tipo de violencia se produce entre dos grupos de estilos juveniles
diferenciados y por lo general con una tradición conflictual entre ambos, por lo que se habla de
violencia producto de la rivalidad. Un conglomerado en el que también cabe encuadrarse a la
violencia propia de los grupos ultras de fútbol, producida normalmente entre los hinchas de
equipos tradicionalmente enfrentados (ej., Real Madrid vs Barça). De su parte, la violencia contra
otros actores sociales de igual modo se produce en grupo, pero como consecuencia de ciertas
actitudes socio-políticas o ideológicas inherentes a su cultura grupal24 (ej., los neonazis y su
cultura xenófoba). Es, en todo caso, este tipo de violencia la que aquí nos ocupa y que pasamos
a analizar a continuación.

II. JÓVENES Y VIOLENCIA GRUPAL

1. Grupalidad juvenil

Como adelantábamos, gran parte de la interacción de los jóvenes se realiza en grupo.


Es más, hasta se puede afirmar que lo que caracteriza la vida de los adolescentes es la
formación de grupos donde desarrollar gran parte de su vida cotidiana. Ante el aislamiento
individualista propio de la sociedad competitiva, en el interior de todo joven se declara una
instintiva y explosiva reacción, provocada particularmente por la necesidad del contacto
humano25. El grupo, en consecuencia, da cobijo a los jóvenes en un momento especialmente
difícil de su desarrollo, en un momento caracterizado por la búsqueda de la identidad personal,
de forma que la identidad de grupo puede otorgar una seguridad y una fuerza sustitutiva26;
además, es el mejor antídoto contra la tendencia depresiva que muchos de ellos experimentan27.
Pero, ¿Dónde se generan tales grupos?

La juventud es una etapa contradictoria. Los jóvenes quieren seguridad y también aventura. Quieren
señorear sobre otros y obedecer —menos a los padres— a otras personas. Están sedientos de aprobación y de
consideraciones, pero también les pesan los mandamientos de la moral. Desearían admirar y rechazan al mismo
tiempo a los viejos, porque creen que están superados. En sabias palabras de Von HENTIG “La imitación les atrae,
pero a su lado, con la misma ceguera, se asienta el negativismo. Desempeñan con el mismo celo el papel de
bandidos y el de gendarmes, pues ambos viven en la misma esfera de violencia, peligro y aventura, persiguen una
caza humana, son perseguidos sin descanso”28. Es por todo ello que el grupo y la subcultura de él emergida —
siguiendo a COSTA- PÉREZ TORNERO y TROPEA— cumple cinco funciones para los jóvenes que se incorporan a
él29:

a) Se presenta como solución a nivel “mágico” de las contradicciones derivadas del enfrentamiento
clase/generación.
b) El estilo proporciona una identidad definida a sus miembros.
c) Constituye una forma de solidaridad.
d) Ofrece la posibilidad de adoptar una forma de vida expresiva.
e) Aporta al individuo elementos para que pueda resolver ciertos dilemas existenciales.

24
Ibídem, p. 184.
25
MOLINA, J.C., Juventud y tribus urbanas, en www.cinterfor.org.uy
26
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 195.
27
COSTA-PÉREZ TORNERO-TROPEA, Tribus urbanas. El ansia de identidad juvenil: entre el culto a
la imagen y la autoafirmación a través de la violencia, Paidós, Barcelona, 1997, p. 75.
28
VON HENTIG, El delito, Vol. III, Espasa-Calpe, Madrid, 1972, p. 169. Vid., en MARTÍN LÓPEZ, M.
T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 105.
29
COSTA-PÉREZ TORNERO-TROPEA, Tribus urbanas. El ansia de identidad juvenil, op. cit., p. 76.

7
Lo común es que se generen en el barrio, en la cercanía residencial, si bien las
manifestaciones más importantes de estos grupos tienen lugar en el espacio de convivencia de
los jóvenes, su espacio de ocio, o lo que es lo mismo, el centro de las ciudades (u otros espacios
de concentración de locales de moda) o las inmediaciones de los estadios. Son diferentes, por
tanto, los espacios ocupados durante los días laborales que aquellos frecuentados los fines de
semana30. Espacios, en todo caso, sentidos como “propios” y que, en algunas ocasiones, se
convierten en testigos mudos de diferentes conflictos y enfrentamientos entre las popularmente
conocidas como tribus urbanas.

Estos enfrentamientos entre grupos se suelen producir en los espacios de ocio, zonas de locales
nocturnos considerados propios por uno u otro grupo y donde la presencia del grupo rival se toma como una
provocación. De igual modo se pueden producir en los barrios de residencia de dichos grupos, en la medida en que
en ellos coexisten grupos estilísticos diferenciados o enfrentados entre sí31.

2. ¿Tribus urbanas o Grupos urbanos violentos?

No es sino hasta comienzos de los 90 que surge la preocupación por la problemática de


la violencia juvenil grupal en España, si bien en los 80 ya existían muchos grupos juveniles de
afinidad musical que configuraban el conglomerado que mediáticamente se ha dado en llamar
“Tribus urbanas”. Lo que se produce en los 90 es un brote significativo de los grupos urbanos
violentos, haciéndose notar por sus acciones y ocupando un lugar destacado, y al mismo tiempo
equívoco, en las noticias de los mass media32. Desde entonces, la violencia de jóvenes en grupo
es un fenómeno que aparece periódicamente en los medios de comunicación social a raíz de
algún hecho puntual que llama la atención de los periodistas por su crueldad o sinsentido.
Hechos que, posteriormente, generan casos judiciales con mayor o menor seguimiento
mediático, y que a veces desembocan en un “escándalo” cuando las sentencias judiciales no
cumplen las expectativas de justicia de la sociedad33.

Sea como fuere, y es de justicia aclararlo, el “cajón de sastre” de la denominación de


“tribus urbanas” con las que se señalan desde punkis a bikers, heavys a jóvenes flamencos,
mods a satánicos, grunges a góticos, románticos a rastas.., y así hasta más de un centenar de
tribus definidas por afinidades musicales, estéticas o de otro tipo, no ha supuesto en la práctica
más que el ocultamiento del verdadero problema que genera alarma ciudadana, y que no es otro
que la violencia ejercida por jóvenes en grupo en escenarios y contextos muy diferentes. Las
consecuencias de tal error han sido importantes, pues, de una parte, ha supuesto la
criminalización del conjunto de colectivos juveniles por el simple hecho de mostrar una estética
diferente, y, de otra, ha servido de camuflaje a aquellos grupos violentos que trivializaban su
acción como espontaneidad diferencial juvenil, minimizando durante años la atención social e
institucional.

En la madrugada del 16 del pasado mes de diciembre de 2005, por poner un ejemplo, Rosario E. P., una
mujer indigente de unos 50 años, fue golpeada y quemada viva con líquido inflamable en el cajero automático donde
pernoctaba para cobijarse del frío, situado en el distrito de Sarriá-Sant Gervasi de Barcelona, por tres jóvenes, uno
de ellos menor de edad34. Las imágenes grabadas por la cámara de seguridad de la entidad bancaria, sin embargo,
no mostraron —como la mayoría posiblemente esperábamos— a jóvenes definidos por algún estilismo concreto,

30
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 196.
31
Ibídem, p. 190.
32
IBARRA, E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, en Sociología de grupos pequeños:
sectas y tribus urbanas, Cuadernos de Derecho Judicial, Consejo General del Poder Judicial, Madrid,
2000, p. 387.
33
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 172.
34
www.elpais.es, 19 de diciembre de 2005.

8
esto es, miembros de alguna tribu urbana “peligrosa”, sino jóvenes “normales” con la estética y apariencia
considerada en nuestros días como “común” entre la juventud.

Los jóvenes, en consecuencia, eran doblemente victimizados pues, de un lado, eran


víctimas de los bárbaros violentos y, de otro, además, se les consideraba responsables de esa
violencia35. Fueron necesarios juicios espectaculares como el de Aitor Zabaleta para cambiar la
percepción del problema, comenzándose a diferenciar, de entre los innumerables colectivos de
jóvenes en grupo, los violentos de los no violentos.

El hincha de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, fue asesinado en 1998 por un grupo de “ultras” (el Grupo
Bastión 1903) del Atlético de Madrid. Uno de sus integrantes, Ricardo Guerra, fue condenado en el año 2001 a 17
años de cárcel por dicha muerte. El 20 de septiembre de 2005 la Audiencia Provincial de Madrid inició otro juicio
sobre 11 integrantes del mismo grupo por desórdenes públicos y asociación ilícita en relación con los hechos que
rodearon la muerte de Aitor, y en Sentencia de 30 de noviembre de todos resultaron absueltos por el delito de
asociación ilícita, si bien se condenó a ocho de ellos (entre ellos a Ricardo Guerra) a un pena de un año y ocho
meses de prisión por desórdenes públicos y a dos a otros ocho meses por resistencia a la autoridad.

En cualquier caso, y sobre lo que no caben dudas, es que el fenómeno catalogado


periodísticamente como “tribus urbanas” es una realidad compleja que torna imprescindible su
estudio interdisciplinar. En líneas generales, se caracterizan por ejercer una influencia casi
siempre negativa sobre los individuos que las integran, ya que suelen producir una pérdida del
control de sí mismos, una reducción de la capacidad de reaccionar de acuerdo a sus propios
deseos. De igual modo, suelen ser negativos para la sociedad pues su presencia acarrea
dificultades, infracciones de las reglas de juego sociales, y están ligadas con la trasgresión de las
leyes y la violencia. Luego, en estos casos, la influencia sobre los individuos que la integran no
sólo es negativa sino también ilegítima36. Grupos de jóvenes violentos que se vinculan a
símbolos, ideas, imágenes y significados que les son útiles para la definición de sí mismos y para
dotar de sentido su acción37.

De forma esquemática, COSTA-PÉREZ TORNERO y TROPEA, entienden las tribus urbanas del siguiente
modo38:

1. Una tribu urbana se constituye como un conjunto de reglas específicas (diferenciadoras) a las que el
joven decide confiar su imagen parcial o global, con diferentes niveles —pero siempre altos— de
implicación personal.
2. Una tribu funciona casi como una pequeña mitología en donde sus miembros pueden construir con
relativa claridad una imagen, un esquema de actitudes y/o comportamientos gracias a los cuales salir
del anonimato con un sentido de la identidad reafirmado y reforzado.
3. En una tribu tienen lugar juegos de representaciones que le están vedados a un individuo normal.
4. Mediante la tribalización se reafirma la contradictoria operación de una identidad que quiere escapar
de la uniformidad y no duda en vestir un uniforme. Se trata, por lo visto, de “impertinentes” símbolos
de pertenencia, un juego entre máscaras y esencias.
5. Todas las tribus urbanas inventariadas constituyen un factor potencial de desorden y agitación social,
ya que su propio acto de nacimiento representa simbólicamente “desenterrar el hacha de guerra”
contra la sociedad adulta de la que, de alguna forma, no se quiere formar parte.
6. El look más extremado y menos convencional revela una actitud (y una necesidad) autoexpresiva
más intensa de lo habitual, y en consecuencia también más violenta, pudiendo manifestarse de forma
agresiva y violenta.

35
IBARRA, E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, op. cit., p. 388.
36
FERNÁNDEZ VILLANUEVA, C., “Imaginarios y símbolos en tribus urbanas y sectas destructivas”,
en Sociología de grupos pequeños: sectas y tribus urbanas, Cuadernos de Derecho Judicial, Consejo
General del Poder Judicial, Madrid, 2000, pp. 270 y 271.
37
Ibídem, p. 271.
38
COSTA-PÉREZ TORNERO-TROPEA, Tribus urbanas. El ansia de identidad juvenil”, op. cit., pp. 91
y 92.

9
7. La relación de pertenencia del individuo al grupo es intensa, globalizadora y aporta un sentido
existencial. Todas sus maniobras y actuaciones parecen estar dirigidas y justificadas en función de
esa pertenencia. Asistimos entonces a un evidente proceso de desresponsabilización personal de las
acciones.
8. Resulta evidente que en sus actitudes vitalistas y agresivas, la música y el espectáculo deportivo
constituyen los canales y las fuentes de inspiración más frecuentes. Seguramente por su potencial de
agregación masiva y de intensidad emocional.
9. Sintomáticamente, las actitudes más violentas se acompañan de una “imagen de marca” fácil de
reconocer, un uniforme ceremonial, una especie de instrumento simbólico para quien quiere
distinguirse por sus actos y su atuendo. A diferencia de las pandillas juveniles tradicionales, en donde
el hecho delictivo —o la gamberrada— tendía a ocultarse, en esas tribus la violencia no se disimula,
al contrario, se manifiesta y se muestra con orgullo, satisfacción y como sistema de provocación.

3. Estilos juveniles y actitudes sociopolíticas. La rivalidad entre grupos

La criminalidad de los jóvenes es tradicionalmente denominada como “expresiva” o


“simbólica”, con “mensaje”, provocadora, distinta de la de los adultos que se centra más en el
carácter práctico o utilitario del crimen39. Lo escasamente programado de sus acciones, el
desconocimiento de las consecuencias de sus actos y la aparente desproporción entre el “riesgo”
y los “beneficios” de sus actos violentos, parecen confirmar que esta violencia es de otra
naturaleza40. Una especie de “llamada de atención” a través de la que los jóvenes encuentran
una forma sucedánea de integración negativa, que les permite sentirse identificados y
reconocidos como sujetos por la vía del conflicto, la desobediencia, la agresividad y la
trasgresión, de modo que los comportamientos pasan a ser visibles, exhibidos como efecto
demostración, pero que —en palabras textuales de MARTÍN LÓPEZ— “no dejan de ser una
ficticia representación escénica, meros mensajes rituales”41.

De acuerdo con MOLINA, al estar muy poco o nada “enganchados” con la sociedad dominante, o sea, la
sociedad de la productividad urbana (salvo el hecho básico de ser, en cierto modo y a pesar suyo, “hijos” de esa
sociedad), su tiempo se convierte en algo poco relevante y ordinario. Por eso los miembros de las tribus necesitan
imaginar algo significativo, algo que supere la anomia que genera el anonimato42.

Si tenemos en cuenta que los jóvenes pasan buena parte de su tiempo juntos, con otros
jóvenes, los estilos les permiten establecer distinciones y separaciones entre sí que tienen
sentido para ellos. Mientras en los adultos la diferenciación ocurre fundamentalmente en
términos sociolaborales, y en menor medida en cuanto a estilos de vida (por ej., familiar vs no
familiar), en los jóvenes esta diferenciación tiene lugar en gran parte a través de estos
contenidos estilísticos específicos, tal es la importancia que los jóvenes suelen conceder en su
discurso a estas etiquetas estilísticas43. Las diferencias entre estilos juveniles cumplen, en
consecuencia, una función neurálgica. Unos estilos, en todo caso, que no son mayoritarios entre
los jóvenes, si bien son los más visibles pues con frecuencia aparecen en los medios de
comunicación comportamientos negativos asociados a alguno de ellos.

Poniéndole cifras al fenómeno, de un 25 a un 30% de nuestros jóvenes se diferencian del resto desde un
punto de vista ético, cultural y social. Un conglomerado de unos tres millones y medio de personas que se
distinguen por su ideología y comportamiento atomizado, específico y cuasi personal, abarcando tipos tan dispares

39
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 105.
40
ROZAS, C. F., “Consumo, identidad social y violencia”, en www.cinterfor.org.uy
41
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 105.
42
MOLINA, J.C., Juventud y tribus urbanas, en www. cinterfor.org.uy
43
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 189.

10
como la veintena de tribus que a continuación enumeramos, todos ellos representados, con mayor o menor
intensidad, en la vida cotidiana española44.

Algunos de ellos, son meras variantes del estilo liberto, tales como el Deportista, el Creyente, el Boyscout,
el Ejecutivo, la Cleopatra, el Cueros, el Motores, el Misionero civil voluntario de ONG, el Mod, el Arthur Andersen, el
Postmoderno…, al paso de otros que conllevan un comportamiento ubicado fuera de las leyes y normas sociales,
tales como los Narcisos, los Escépticos, los Yonkys, los Skinheads, los Siniestros, los Heavys, los Roqueros, los
Punkys, los Grudges… “Todos ellos —parafraseando a RUIZ DE OLABUÉNAGA—, más o menos atomizados o
tribalizados, estructurados querencialmente en estilos juveniles o en rutas biográficas personales irrepetibles
conforman nuestra actual juventud”45.

La mayoría de los jóvenes, por tanto, estarían adscritos a un estilo común, identificado
con ciertos tipos de música de consumo masivo (pop español, música latina y tecno) y sigue la
moda, o al menos intenta no salirse de ella, de forma que su indumentaria responde a los
parámetros de la considerada como juvenil46. FEIXA incluso habla de tres culturas
predominantes en el nuevo siglo: “las manifestaciones dentro de la órbita antiglobalización —
desde la música de Manu Chao a un cierto neohippismo en la moda—, la explosión de la “cultura
de baile”, simbolizada en el movimiento fiestero, y la generación de culturas de habitación y
comunidades virtuales, que se expresan en estilos como ciberpunks y hackers”47.

Finalmente, tampoco caigamos en la tentación de identificar un estilo juvenil con una


conducta violenta, pues de hecho muchos estilos juveniles no guardan relación alguna con la
violencia. Por lo general, los miembros de un determinado estilo no suelen estar involucrados en
incidentes y su actividad es más de vivencia y manifestación de una identidad y simbología
específicas. Los jóvenes en la mayor parte de su vida cotidiana, tal y como nos recuerda
ROZAS48, no están abocados a la perpetración de delito alguno y ni mucho menos están sujetos
a la influencia mafiosa de unos sobre otros. Lo que existe, simplemente, son grupos que intentan
proveer a los individuos de identidad y reciprocidad, extremando valores existentes en la
sociedad de los mayores y así hacerse presentes y defender sus marcas individuales en una
panorámica social de anonimato.

La tendencia violenta de los b-boys, por poner algunos ejemplos, es escasa hacia las personas; los
hardcore, de su parte, sólo muestran actitudes defensivas, adaptativas, manifestadas sobre todo con ocasión de la
excitación musical o de carreras nocturnas; los heavies extrañamente protagonizan episodios violentos y cuando se
dan están canalizados hacia la expresión musical, pero con bastantes excepciones, dada la amplitud del fenómeno
y la frecuente excitación musical y/o química (principalmente alcohol —cerveza— y derivados del cannabis; los
maquineros apenas presentan actitudes violentas, la complicidad principal es indirecta como consecuencia de la
importante ingestión de sustancias estimulantes, y se mide sobre todo en términos de autodestrucción; la tendencias
violentas de los mods son prácticamente inexistentes, a pesar del mito de sus belicosos orígenes londinenses; la
violencia de los okupa es frecuente pero no preocupante, si bien su nivel de conflictividad, dada la situación de
precariedad e ilegalidad en la que viven, es bastante alto y no desdeñan el delito menor (hurto, agresión, resistencia
a la autoridad); los siniestros apenas protagonizan episodios de violencia, lo que sí muestran, sin embargo, es cierta
propensión hacia actitudes autodestructivas dada su tendencia al aislamiento y a la falta de contacto con otros
grupos, etc.49.

44
RUIZ DE OLABUÉNAGA, J. I., “Los estilos de vida como legitimidad ética de la disidencia y la
infracción social”, en Sociología de grupos pequeños: sectas y tribus urbanas, Cuadernos de Derecho
Judicial. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2000, pp. 134 y 135.
45
Ibídem, p. 135.
46
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 190.
47
Vid., en www.fad.es
48
ROZAS, C. F., “Consumo, identidad social y violencia”, en www.cinterfor.org.uy
49
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., pp. 193 y ss.

11
Esto es, los contenidos que normalmente se asocian con los estilos juveniles son un tipo
concreto de música, una determinada indumentaria y una actitud sociopolítica50. Tanto la música
como la indumentaria relacionan claramente a los estilos juveniles con un determinado tipo de
consumos, lo que refleja la importancia que está teniendo cada vez el mercado juvenil. Es más,
la creación de una dinámica competitiva entre dos grupos, bien por el dominio de un territorio,
bien por el logro de un mayor prestigio o por cualquier otro motivo incrementan la identificación
entre el individuo y el grupo, hablándose de una identidad de grupo, construida a partir de
elementos característicos compartidos por todos sus miembros. Por todo ello, es sumamente
importante una imagen identificativa, como puede ser una indumentaria propia o los objetos
correspondientes al equipo del que son seguidores, redundando en la aparición de un nombre
por el que pueden ser reconocidos externamente (skins, ultras, punkies, ñetas, latin kings, etc.).

La actitud sociopolítica, de su parte, es un elemento importante de cara a su relación con


el mundo adulto, la sociedad existente a su alrededor51, y es el motivo por el que en algunos
casos se de la identidad entre un estilo juvenil y la violencia. De este modo, las actitudes
antisistema —propias de estilos con los punk— pueden relacionarse con daños al mobiliario
urbano y vandalismo en general, violencia en manifestaciones públicas, ocupación de
propiedades, etc., mientras que actitudes de ultraderecha —encontrándose en los skinheads el
ejemplo más paradigmático— están más asociadas a agresiones a inmigrantes, jóvenes de
izquierda, homosexuales, etc. Pero tampoco es menos cierto que las actitudes sociopolíticas de
otros estilos juveniles tienen una lectura social positiva, como los ecologistas —también llamados
alternativos—, muy cercanos al compromiso con las ONG52. Aquí, obviamente, son los primeros
los que nos interesan, por lo que pasamos al análisis de aquellos más representativos en nuestro
país, por ser los que protagonizan los episodios más cruentos: Skinheads, Latin Kings vs Ñetas.

IV. TRIBUS URBANAS VIOLENTAS EN ESPAÑA

1. Skinhead: El rostro violento del racismo

A) Simbología y características grupales.

A partir de los ochenta surge una nueva subcultura —la skinhead— cuyas cotas de
violencia alcanzan proporciones de envergadura. Los skins son reconocidos generalmente por
sus cabezas rapadas —de ahí la denominación de skinheads— o pelo muy corto, tatuajes,
simbología y slogans nazis, con uniforme compuesto por botas de combate Doc Marte —a
menudo con punteras de hierro—, vaqueros cortos, tirantes y cazadoras “bomber”. Una estética
que, sin embargo, se va paulatinamente modificando, seguramente para eludir la persecución
policial.

Los también conocidos como skin nazis53 son grupos de jóvenes carentes de la más
mínima organización, que actúan en pandillas y de forma mimética. Una de las principales
características es el recurso inmediato a la violencia física y a la agresión. Estas pandillas están
integradas por 3 o más jóvenes, en su mayoría varones, de edades comprendidas entre los 14 y
los 20 años, aunque cabe señalar que en el transcurso del tiempo estos violentos son cada vez
50
Ibídem, p. 190.
51
De esta forma, cualquier estilo juvenil de los más conocidos pueden ser caracterizados conforme a estos
criterios: por ej., la música y la estética punk, heavy o tecno; el pasotismo heavy, el anarquismo punk, el
hedonismo tecno, el fascismo skin, etc.
52
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 194.
53
IGLESAS, M., “Violencia juvenil urbana. Tribus urbanas”, en AA. VV., Violencia juvenil desde una
perspectiva multidisciplinar, op. cit., pp. 97 y ss.

12
más precoces54. Suelen pertenecer a clases medias y trabajadoras, aunque también los hay
procedentes de sectores muy acomodados55, y en países de nuestro entorno incluso empiezan a
surgir también de las clases más desfavorecidas.

Sus actividades generalmente se ubican en el centro de las ciudades para favorecer su


anonimato y librarse del control social, siendo el metro —por supuesto, en aquellas ciudades
donde existe— uno de sus mejores aliados, tanto por sus rápidos desplazamientos como para
intentar dar idea de su omnipresencia. Un 75% de sus actos violentos tienen lugar los fines de
semana, entre las seis de la tarde y las seis de la mañana, con un ligero incremento los
domingos, motivado por la celebración de los partidos de fútbol. Sus víctimas suelen ser de tres
tipos56: jóvenes, especialmente miembros de otros grupos o estilos57; personas indiferenciadas
de la sociedad —que no tienen ningún rasgo ni pertenecen a ningún colectivo que les identifique
especialmente como víctimas—; y, finalmente, personas categorizadas como minorías, ya sean
emigrantes o minorías sociales clasificadas negativamente por ellos, tales como homosexuales,
prostitutas, mendigos y drogadictos58. Pero, ¿por qué estas personas se convierten
irremediablemente en sus víctimas?

B) Ideología ultraderechista y presencia en nuestro país

Los grupos skins, o asimilados, poseen una ideología ultraderechista, con tres
contenidos básicos: totalitarismo, nacionalismo y racismo. El totalitarismo implica un rechazo del
sistema democrático y una fascinación por el fascismo o nazismo. Se rechaza la política y a los
políticos y de igual modo la mayoría de las instituciones sociales. Se trata de una actitud
antisistema por considerarle la encarnación de todo lo negativo y perverso que existe en la
sociedad (paro, corrupción, etc.). La solución: un sistema social diferente con referente en la
Alemania nazi (o la dictadura franquista, si bien con un recuerdo más debilitado), pues para ellos
solamente un sistema totalitario podría eliminar los males de la sociedad, “limpiando” todo y
todos aquellos que nos les gustan59.

Su nacionalismo es exacerbado, un orgullo de ser español que se traduce en


centralismo (contra el autonomismo, independentismo), imperialismo (contra la mediocridad de lo
español) y chauvinismo (los españoles primero). Por todo ello exhiben símbolos de la
nacionalidad española, como la bandera, el escudo preconstitucional, o incluso la propia palabra
de España, y así mostrar públicamente su pertenencia a una patria y a una nación y como
oposición a todos aquellos grupos caracterizados por sus ideas independentistas o nacionalistas,
que rechazan frontalmente lo español60. De otra parte, se busca la identificación de España
como un país poderoso a nivel internacional, rechazándose cualquier tipo de intervención
internacional, ya sea en proyectos de desarrollo, ya en conflictos armados. Este egocentrismo es
congruente con una actitud clara de estos grupos como es la de priorizar a los españoles sobre
los inmigrantes. A su juicio el gobierno debe atender y dar trabajo fundamentalmente a los

54
Hay quien habla de grupos de 8 a 12 personas y de edades entre los 13 y los 30 años. Vid., en IBARRA,
E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, op. cit., p. 390
55
Ibídem.
56
FERNÁNDEZ VILLANUEVA, C., “Violencia de los jóvenes en las ciudades”, op. cit., p. 52.
57
Por ejemplo, es ya histórico el enfrentamiento y la rivalidad entre punkies y skinheads, que se explica
principalmente por el enquistamiento en la conformación de unas identidades antagónicas pero
dependientes.
58
Entre éstas se encuentran las víctimas de la xenofobia, pero también otras a las que los jóvenes de
ideología neonazi consideran sus enemigos, o enemigos del sistema.
59
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 206.
60
Ibídem, p. 207.

13
nacionales, y solo una vez cubiertas sus necesidades ocuparse del resto. Pero no todos los
inmigrantes son iguales, se prioriza a los blancos europeos sobre los otros colectivos61. Esto es,
destaca entre sus ideas el racismo excluyente, que niega derechos civiles, así como el acceso a
la nacionalidad de todo aquel perteneciente a una etnia diferente, especialmente si forman parte
de lo que consideran “otras razas”, los no blancos. Este racismo, en definitiva, gira en torno a la
ideología nazista de la “pureza de la raza”, de forma que cualquier tipo de mezcla es percibida
como una amenaza que pone en peligro la pervivencia de la nación, de la raza, de la cultura
propia de un pueblo, ya que las culturas no son compatibles62.

Es por todo ello que la violencia recae sobre quienes no tienen cabida en su particular
visión del mundo: inmigrantes, homosexuales, jóvenes de extrema izquierda, mendigos,
prostitutas, etc. A todos ellos se les marca negativamente con apelativos denigrantes o
despectivos: los inmigrantes e incluso los gitanos, son considerados como sucios, delincuentes,
molestos, etc., y ponen en peligro la deseada pureza racial; los judíos son conspiradores63; los
homosexuales son anormales, asquerosos, “antinaturales”, lo que va en contra de sus ideas de
naturaleza y pureza, así como de la masculinidad exacerbada propia de estos grupos skin.
Finalmente, en lo que a los estilos juveniles opuestos a su ideología se refiere, como los punks,
son denominados guarros y se critica su poca valoración de la patria, su simpatía por otras
etnias, etc., con lo que su mera existencia pone en peligro su modelo de sociedad utópica64.

En cuanto a su presencia en España, un informe del Ministerio de Justicia e Interior


sobre la violencia skinhead, hecho público en septiembre de 1995, contabilizaba 2.350 skins-
nazis, cinco años más tarde, informes policiales situaban la cifra entorno a los 10.00065. En la
actualidad, según datos del Movimiento contra la Intolerancia, hay más de 70 grupos y
organizaciones neonazis, que tienen una base militante que sitúa el número de sujetos
comprometidos con la ideología del odio en cifras que oscilan entre los 11.000 y los 15.000.
Según la misma fuente, los grupos neonazis están presentes en al menos 90 localidades de todo
el país con “una incidencia elevada y preocupante" en la Comunidad Valenciana, Madrid,
Cataluña, Andalucia y Murcia66.

Al respecto, IBARRA67, Presidente de dicho Movimiento, se pregunta, ¿está preparada


la policía y la fiscalía para abordar a fondo las investigaciones y facilitar pruebas para una
instrucción a fondo? ¿Sabe un juez cuando está interrogando a un skinhead, es más, sabe que
es un skin? ¿Sabe un fiscal o juez que la cruz céltica, las runas y las sigrunas que se observan a
menudo por televisión en los fondos ultras de los estadios son señales que referencian a los
grupos skin?

2. Nuevas tribus latinoamericanas

A) Un producto de la inmigración

61
Ibídem.
62
Ibídem, p. 208.
63
El estereotipo sobre ellos en nuestro país tiene difícil justificación dada su escasa presencia, y tiene más
que ver con el conocimiento y la emulación que se pretende en muchos aspectos respecto de la ideología
nazi.
64
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 211.
65
Vid., en IBARRA, E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, op. cit., p. 406.
66
EL PAÍS, 18 de Septiembre de 2005.
67
IBARRA, E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, op. cit., p. 408.

14
El “descubrimiento mediático” del fenómeno en nuestro país se produce el 28 de octubre
de 2003 cuando unos supuestos Latin Kings —los responsables fueron condenados pero nunca
pudo demostrarse su pertenencia a banda alguna— asesinaron en Barcelona al adolescente
colombiano Ronny Tapias, al que confundieron con un miembro de los Ñetas, sus claros
enemigos68. Desde ese momento se despertó una oleada de pánico moral, que aún no ha
cesado, respecto a los episodios violentos producidos por bandas rivales conformadas
mayoritariamente por jóvenes latinoamericanos. Las más conocidas son la Latin Kings y la
Ñetas, pero el listado no está ni mucho menos cerrado69.

El arquetipo de estas tribus son chicos jóvenes, entre 16 y 20 años, de origen


sudamericano, preferentemente del Ecuador y de la República Dominicana. Se agrupan por
nacionalidades, culturas o lugar concreto de origen, y suelen ser compañeros de escuela o
instituto o vecinos del mismo barrio, en cuyas plazas y espacios públicos se reúnen. Para entrar
en la banda lo normal es pasar una prueba antes, y una vez dentro ésta se organiza a través de
un “jefe supremo”, que tiene un cuerpo de “comandantes” encargados de controlar una zona e
informar. La lealtad y el código ético son claves, castigándose duramente el abandono del
grupo70. Esto es, sus miembros juran férrea disciplina y obediencia ciega a los líderes, siendo un
imperativo negar la pertenencia a la misma, o admitirlo pero sin delatar a ninguno de los
componentes ni su posición. Su objetivo, uno y muy concreto: hacer respetar la raza latina,
reafirmar su personalidad y reconocimiento al margen del éxito académico o laboral. Objetivo
común que, sin embargo, en vez de unirlos los enfrenta: los de la misma banda se consideran
hermanos y los de la banda rival son enemigos mortales. Un odio claramente fomentado en los
foros de Internet, el medio utilizado para comunicarse71.

El auge de estas conductas violentas parece ser “producto” del extraordinario


crecimiento de la colonia iberoamericana instalada en territorio español. El creciente colectivo de
jóvenes latinoamericanos, hijos de inmigrantes, presenta dificultades de integración y de
adaptación a una nueva cultura; esto es, están desarraigados socialmente, lo que hace que no
se sientan ni del país del que vienen ni del que viven. Un caldo de cultivo favorable para las
tribus, pues muchos de estos jóvenes, provienen de familias rotas (alcoholismo, malos tratos) o
se sienten solos (sus padres se ven en la necesidad de trabajar todo el día por lo que nadie les
vigila y atiende), motivos por los que —de acuerdo con el Defensor del Pueblo— padecen el
fracaso escolar, abandonan la escuela o sólo terminan estudios básicos, y “se encuentran todo el
día en la calle”72.

68
Si bien la policía tomó conciencia de la implantación de los Latin Kings en España tras a detención de
Velastegui, de 30 años y nacido en Guayaquil (Ecuador) el 14 de mayo de 2003 por violaciones y robos
con violencia. Durante un registro en su domicilio, los agentes hallaron numerosa documentación con el
anagrama Latin Kings, tampones del mismo y fichas con nombres de afiliados de la banda. Vid., en EL
PAÍS, 30 de enero de 2006.
69
Basta con hojear las páginas de los periódicos para encontrar otros nombres como: Los latinos de
Fuego, los Dominican Don't Play (Con los dominicanos no se juega), y los Dark Latin Globbers. Bandas
que disponen de una estructura y organización similar a los Latin Kings, aunque menos desarrollada. Vid.,
en EL PAÍS, 30 de enero de 2006.
70
Al principio se les prohíbe fumar, faltar a clase o drogarse, pero los captados pronto participan en
peleas con organizaciones rivales. Se les somete a constantes amenazas y trato vejatorio, así como a
fuertes palizas y ejercicios extenuantes, si incumplen las normas internas o no respetan a los jefes. De
esos castigos sólo se puede salir escalando en la jerarquía, pasando de castigado a castigador y de víctima
a verdugo. Vid., en EL PAÍS, 30 de enero de 2006.
71
www.fueradeclase.com/public/es/especial
72
Consideraciones vertidas por el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, en su ponencia sobre Tribus
urbanas y violencia, en el 20 encuentro de Defensores del Pueblo llevado a cabo en Alicante. Vid., en EL
PAÍS, 19 de Octubre de 2005.

15
En definitiva, y de acuerdo con FREIRE, el fenómeno de los Latin Kings y los Ñetas en
España no es sino un ejemplo paradigmático del proceso de transnacionalización de las culturas
juveniles en la era digital influidos por la tradición norteamericana y la latinoamericana. Una
especie de “franquicia” transnacional con múltiples conexiones locales, que importan formas de
vestir, estilos musicales, comportamientos y actitudes73. Porque el problema de las bandas
rivales entre emigrantes no es, desde luego, un tema nuevo. El término pandilla (Gangs en
inglés) tiene su origen en los Estados Unidos de los años 20. Los flujos de emigrantes de todos
los puntos de Europa y otras zonas del planeta poblaron las distintas ciudades de ese país, en
especial Chicago, creándose barrios donde coexistían diversas étnicas, en busca del ideal de
“las oportunidades para todos a partir del esfuerzo individual”, esto es, del consabido “sueño
americano”. Sin embargo, la falta de absorción de las nuevas generaciones de población activa,
junto a la hecatombe económica del pasado siglo: la caída de Wall Street, hizo que los jóvenes
se unieran y protagonizaran innumerables hechos violentos contra la propiedad (robos y asaltos)
y peleas con otros jóvenes de diferente signo racial en pos del dominio del territorio. Y es que
ante ese panorama a los jóvenes no les quedaba sino que generar sus propios espacios de
socialización, donde lo importante son los amigos y los códigos comunes. Construir sus
identidades en un medio que los pasaba por alto hasta que lograban la notoriedad pública: hasta
que eran alguien74. Eso es, con las lógicas connotaciones diferenciales de lugar y tiempo, lo que
ahora mismo sucede en nuestro país: un ideal (el sueño español) y una realidad (la escasez, o
nulidad, de oportunidades).

B) Lating Kings vs Ñetas

Los Latin Kings —o Reyes Latinos— nacieron en Chicago, aunque se desarrollaron


plenamente en Nueva York. El principal cabecilla de la banda en nuestro país es el ecuatoriano
Javier Velastegui Jara, y que en la actualidad se encuentra encarcelado75. Una banda formada
no sólo por jóvenes latinoamericanos, sino que también hay filipinos, magrebíes y españoles.
Estos últimos son en su mayoría hijos de ecuatorianos. Existe una versión femenina, las Latin
Queens, que también empieza a asentarse en nuestro país con un comportamiento igual de
violento que el de los chicos76, siendo Almightiy Latin King and Queens Nation (Todopoderosa
Nación de Reyes y Reinas Latinos) la denominación amplia de este fenómeno.

73
Según declaraciones vertidas en el Congreso Internacional “Ser adolescente, hoy”, celebrado en Madrid
los días 22, 23 y 24 de noviembre de 2005. Vid., en www.fad.es
74
ROZAS, C.F., “Consumo, identidad social y violencia”, en www.cinterfor.org.uy
75
Velastegui, el Padrino de los Latin Kings en España, llegó a nuestro país el 30 de julio de 1999 para
reunirse con su madre. El “rey de reyes” de la organización, conocido como King Most75, lo bendijo y
coronó como Rey Latino. Tras unos meses en España, Velastegui regresó a su país donde se reunió con
King Jean, jefe de los Latin Kings en Ecuador, y obtuvo el permiso para fundar los Latin Kings en
España, pero bajo la estructura de la banda en Ecuador. De regreso a España, el líder nombró a sus
colaboradores —llamados Reyes Nobles— y empezó a montar la organización. Vid., EL PAÍS, 30 de
enero de 2006.
76
Válganos al respecto la siguiente declaración: “Tengo 15 años, soy española y entré en las latin queens
cuando tenía 13… Los Latin Kings y las Latin Queens me persiguen por haberme ido sin pagar lo que
pedían, 120 euros… Me metí en el grupo por rebeldía, por estar en la calle y porque tenía 13 años y los
chicos, los Latin Kings, me comieron la olla. Las Latin Queens es un grupo integrado sólo por mujeres.
Tiene sus propias normas y sus propias jefas. No puedes fumar hasta que no cumples los 18 años, y sólo
te puedes enrollar con chicos Latin Kings. Si luego rompes con el chico, tienes que guardar un luto de seis
meses y durante ese tiempo no liarte con nadie más. Incumplir alguna de estas normas acarreaba un
castigo, una pared: Te tenías que quedar quieta mientras una reina te pegaba durante 30 segundos, o 60, o
tres minutos: te daba puñetazos en el cuerpo y bofetones en la cara”. Según la madre de esta joven
"Mientras estuvo dentro, mi vida fue un infierno: durante fines de semana enteros no sabía dónde se metía
mi hija. Luego volvía con los hombros morados de las palizas que recibía como castigo. No sabía dónde

16
Los Latin Kings se asientan sobre todo en Madrid y Barcelona, aunque disponen de
ramificaciones en Murcia, Alicante y Torrevieja, entre otras ciudades, y como estética
identificativa, visten de negro y amarillo o dorado, y las cadenas de oro son un símbolo de
poder77. Son los más y mejor organizados de todas las bandas existentes78. Poseen un texto
base conocido como constitución o Biblia LK —la misma por la que se regía la banda en Nueva
York—79 y tienen multitud de códigos internos de reconocimiento80. Se saludan con tres dedos
en forma de corona y son apasionados del Rap y del Kilgim, especie de religión que mezcla el
rap con las oraciones81. Sus grandes enemigos son los Ñetas.

Por poner sólo un ejemplo, el 14 de noviembre de 2004, en una pelea contra los Ñetas en el barrio de
Carabanchel, murió de una puñalada en el costado izquierdo un ecuatoriano de 20 años miembro de los Latin Kings,
conocido como maestro. Desde entonces, en sus foros de Internet abundan frases así: “Tanto chicos como chicas
lloran la muerte de un gran hermanito. El maestro ha muerto gracias a los Ñetas. Todos le lloran y todos vengarán
su muerte”82.

Los Ñetas tienen su origen en Puerto Rico, concretamente en la cárcel de Oso Blanco,
en 1979, como defensa de los internos. Sus colores son el blanco, el rojo y el azul (los colores de
la bandera portorriqueña), se saludan con los dedos anular e índice entrelazados, y suelen llevar
un corazón tatuado con una Ñ en el interior. En España casi todos sus integrantes son hijos de
ecuatorianos. Por supuesto, sus enemigos mortales son los Latin Kings.

Para entender mejor la idiosincrasia de estos grupos válganos el siguiente testimonio,


publicado en EL PAÍS, el 10 de julio de 2005, bajo el título “Yo soy un Latin King”:
Adrián, como se hace llamar para guardar su identidad, comenta: “Cuando llegué de Ecuador, en 2003,
tenía 14 años y no conocía a nadie. En mi barrio de Guayaquil la vida era dura: nos drogábamos con pegamento y
cuando estábamos puestos nos hacíamos cortes en el brazo con un cuchillo para que vieran que éramos valientes.
Nos peleábamos mucho con otros barrios. Y en casa no había plata. Pero en Madrid fue peor: me pasé un año
entero solo, sin amigos, bajando todas las tardes al parque, donde me quedaba sentado en un banco. Luego me iba
a casa a ver televisión. Conocía a gente en el instituto, españoles y ecuatorianos, pero no salía con ellos, no tenía
conversación. Eso sí fue duro… Echaba mucho de menos a mis amigos y a mis primos de Ecuador. Mucho. Por
eso, a los dos meses de estar en España les pedí a mis padres que me devolvieran con mis abuelos. Pero dijeron
que no. Al año de estar aquí, en ese mismo parque, conocí a los Latin Kings. Me preguntaron si aguantaría todo por

estaba Calatayud, pero sí por qué los latin kings hacían con las manos coronas de cinco puntas en
homenaje a cinco compañeros que murieron en Ecuador en una batalla contra los ñetas". Vid., en EL
PAÍS, 10 de Julio de 2005.
77
Aunque las autoridades últimamente han detectado que algunos dejan de lado sus indumentarias
características para pasar desapercibidos.
78
La estructura de la banda está formada por capítulos (grupos de unos 20 miembros en cada barrio) y el
reino (conjunto de capítulos). Los cuatro reinos españoles se llaman Inca (Madrid), Hispano (Barcelona),
Maya (que engloba a Valencia, Alicante y Torrevieja), y Azteca (Murcia). Por encima del reino se
encuentra la tribu. La tribu de los Latin Kings en España se llama Sagrada Tribu American Spain (STAS).
En el mundo hay otras tres: la del León (Chicago), la del Sol (Nueva Cork) y la de Atahualpa (Ecuador).
La nación es el conjunto de reinos y tribus. Todos los miembros de la banda, salvo los jefes, tienen que
abonar una cuota semana a la organización que oscila entre los tres y los ocho euros. Vid., en EL PAÍS,
30 de enero de 2006.
79
Un conjunto de normas que rezuman un sentimiento claramente racista, machista y xenófobo hacia
todo lo que no sea latino, con constantes alusiones a la falta de respeto de la sociedad hacia ellos y que
predispone a los miembros hacia una indisciplina hacia las normas sociales y un respeto total a la Biblia.
Vid., en EL PAÍS, 30 de enero de 2006.
80
Los escritos de los jefes a sus subordinados se hacen mediante un código secreto: sustituyen las
sucesivas letras del abecedario por números. El uno se corresponde con la primera letra del alfabeto y el
30 con la última. Vid., en EL PAÍS, 30 de enero de 2006.
81
www.fueradeclase.com/public/es/especial
82
EL PAÍS, 10 de julio de 2005

17
entrar, que me lo pensara. Les conteste que sí. Yo quería conocer gente". Adrián dejó el instituto. Ahora trabaja de
albañil. También su hermano y su padre. Su madre, que es ama de casa, no tiene ni idea de que tanto él como su
hermano mayor pertenecen a los Latin Kings… "Luego me pidieron para entrar como hermanito en observación 30
segundos de pared. Una pared es que te pones frente a un muro, te tapas tus partes con las manos y aguantas los
puñetazos en el cuerpo que te da un rey o un suprema (rangos superiores) en el cuerpo y en las piernas. Así entré.
Tenía que entregar tres euros a la semana, para el grupo, obedecer a los reyes o supremas y aprender la historia de
los Latin Kings, también aprendí nuestros saludos con las manos, las coronas de tres o cinco puntas… Nos
reunimos en parques, y siempre empiezan igual: nos colocamos pie contra pie, formando un círculo, y nos
saludamos, nombrándonos con nuestra chapa (mote), luego los reyes preguntan qué tal en casa, si tenemos comida
o sitio para dormir... Si no es así te ayudan. Hay grupos que te piden que robes para conseguir la cuota de la
semana, y si no la consigues te dan una pared de 60 segundos, pero en el mío no. A mí me han castigado porque a
veces he contestado a mi madre. Porque el padre y la madre son reyes y reinas y merecen respeto. Pasó el tiempo
y ascendí: ahora soy aprobatoria juramentada. Y pronto seré rey”. Cada tarde, al salir del trabajo, a las siete de la
tarde, Adrián se junta con sus amigos ecuatorianos en el parque: varios de ellos pertenecen también a los Latin
Kings. Los otros sólo son simpatizantes. Se sientan en el césped, beben cerveza, comen pipas y escuchan música
con los cascos. Todos tienen la misma edad: de 15 a 18 años. Sus hermanos pequeños se han integrado algo mejor
en España y siguen estudiando; sus padres, preocupados sobre todo en trabajar, también. Ellos, arrancados de su
mundo y trasplantados a otro en plena adolescencia, no pertenecen ya a sus barrios de Guayaquil, pero tampoco a
los nuevos de Carpetana, Vallecas, Aluche o Usera, donde siguen sintiéndose extranjeros. Por eso, aunque tienen
zonas de influencia, su verdadero territorio es otro, y ni siquiera es un lugar físico o localizable en un mapa. Su
territorio son los otros miembros del grupo: "Los Latin Kings no son una asociación, son una nación, son mi gente,
los hermanitos somos la gente", explica Adrián. "Hace meses vestíamos como Latin kings, con pantalones anchos,
con ropa negra y dorada. Ahora no: así evitamos a la policía. Además, también están los Ñetas. Yo, cuando voy a la
zona de los Ñetas, en Vallecas, me visto como ellos. Con camisas blancas, rojas y azules, para que no me
reconozcan", agrega. En esto llega a la escalinata un amigo de Adrián. Se saludan chocando el puño derecho. Es
un ñeta. O mejor, un ex ñeta. Tiene 17 años. Es simpático, hablador, lleva un pañuelo blanco azul y rojo en la frente.
Cuenta que va a ser padre muy pronto. Su novia tiene quince años. "No entiendo a los españoles, que tienen hijos a
los 40 años", dice riéndose. Adrián se lo explica: "Los españoles primero se buscan un futuro. Después tienen hijos.
Y tú no tienes futuro. Ni yo". Pero unos minutos después, hablando con el antiguo ñeta, a Adrián se le olvida lo del
futuro: “¿Sabes? Dentro de poco seré rey”.

En España se han llegado a contabilizar más de 40083 Latin Kings sólo en Madrid. Un
número que, según datos del Cuerpo Nacional de Policía, se ha reducido a unos 100, con motivo
de la detención de 41 de sus miembros en dos operaciones desarrolladas el 15 de septiembre y
el 5 de noviembre del pasado año84. Sin embargo, y esta es una opinión avalada por el Defensor
del Pueblo, el Código Penal “no basta” para atajar la agresividad de estos grupos. Al contrario de
lo que pudiera parecer, a las bandas incluso les “resulta ventajoso” que las fuerzas de seguridad
busquen al autor del delito e insistan “tan poco” en la línea de la acción colectiva; es más, en
ocasiones hasta designan a un culpable “conveniente”, por su edad o circunstancias personales,
y cuya condena deja intacta la estructura de la banda85. Se necesita de algo más, pero ¿de qué?

V. POSIBLES VÍAS DE ACTUACIÓN

1. Código penal y grupos violentos. Tipos delictivos viables

Lo que no se necesita, desde luego, es más Derecho Penal. No se trata de modificar una
vez más nuestro Texto punitivo —y aumentar con ello su ya exacerbada gravedad—, una opción
siempre seguida cuando lo que se busca es dar satisfacción a los siempre fluctuantes
alarmismos sociales. Nuestro Código penal, en sintonía con las reclamaciones europeas para
83
Si bien el 96% de los jóvenes latinoamericanos declaran no pertenecer a ninguna banda, y odian el que
directamente se les clasifique como “pandilleros”.
84
La policía detuvo en 2005 a 50 Ñetas, 46 Latin Kings, 5 Dominican Don’t Play, 5 Latinos de Fuego y 1
miembro de los Dark Latin Globbers. Ecuador (65,5%), República Dominicana y Colombia son los
países de procedencia de los detenidos, de los cuales el 46% son menores de edad. Vid., en EL PAÍS, 30
de enero de 2006.
85
EL PAÍS, 19 de Octubre de 2005.

18
luchar eficazmente contra el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia, la violencia y
la discriminación, posee suficientes elementos para la persecución y castigo de estos delitos86:

- Circunstancia agravante del art. 22.4, y por la que se agrava cualquier delito producido por motivos
racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la
víctima, la étnica, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación sexual, enfermedad o
minusvalía que padezca.
- Provocación a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas,
antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus
miembros a una étnica o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía
(art. 510.1), y difusión de informaciones injuriosas sobre estos grupos o asociaciones, con conocimiento
de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad (art. 510.2).
- Genocidio en sus diferentes modalidades (art. 607.1) y de la difusión de ideas o doctrinas que nieguen o
justifiquen el genocidio o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas
generadoras del mismo (art. 607.2).
- Asociación ilícita: penas a los fundadores, directores, presidentes, miembros activos y cooperadores
económicos o de cualquier otra clase, de asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración, entre otras, las
que promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra personas, grupos o asociaciones por razón
de religión, raza, etc. o inciten a ello (art. 515. 5º a 521).
- Reuniones o manifestaciones ilícitas para cometer un delito o si concurren personas con armas, artefactos
explosivos u objetos contundentes o de cualquier otro modo peligroso (art. 513-514).
- Tenencia ilícita de armas prohibidas (art. 563), especificándose el arma prohibida en el Reglamento de
Armas (arts. 3 y 4).
- Amenazas a un grupo étnico o a un amplio grupo de personas (art. 170).
- Delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos (arts. 522 a
526). Con el actual CP se castiga también a quien, con ánimo de ultraje, destruyese, alterase o dañase las
urnas funerarias, panteones o lápidas o nichos (art. 526).
- Descubrimiento y revelación de datos reservados (art. 197), agravándose la pena si los hechos afectan a
datos de carácter personal que revelen la ideología, religión, creencias, salud, origen racial, o vida sexual,
o la víctima fuere un menor de edad o un incapaz (art. 197.5).
- Discriminación entre particulares en el trabajo, en razón su ideología, religión o creencias, pertenencia a
un etnia, raza o nación, sexo, etc., (art. 314).

Una vez acontecidos los siempre lamentables hechos, no se trata de reclamar que se
potencie o incentive una eventual función represiva del Derecho penal. Es más, la experiencia
nos demuestra como la intervención del sistema legal suele aportar al joven una experiencia
negativa que marca el comienzo de la llamada “desviación secundaria”, luego más que
resocializador o pedagógico puede calificarse de “estigmatizante”87.

La tendencia, sin embargo, es la misma de siempre: castigar más y mejor. Con fecha de 20 de enero de
este año se aprobó en el Consejo de Ministros la remisión a las Cortes Generales del Proyecto de Ley que se
reforma la Ley Penal del Menor. En él, entre otras medidas igualmente represivas88, se introduce la posibilidad de
que el juez pueda imponer medidas privativas de libertad en régimen cerrado a los menores que cometan delitos
como integrantes de estos grupos, incluso cuando las conductas no revistan carácter violento. Si el agresor tiene 14
o 15 años el internamiento podrá llegar hasta los tres años (art. 10.1.a). Si su edad es de 16 o 17 años, la duración

86
IBARRA, E., “Respuesta legal y judicial a las tribus urbanas”, op. cit., pp. 402 y ss.
87
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 107.
88
Se incrementa las medidas de seguridad e internamiento de los menores, así como de las medidas
cautelares, cuando cometen delitos especialmente graves o se dan dos delitos al mismo tiempo. De igual
modo, se establecen medidas de protección especiales, de rehabilitación y de reinserción, como las tareas
socio-educativas cuando un menor cometa una falta, pero se habilita la posibilidad de que el juez pueda
imponer el internamiento para delitos graves pero no violentos, como el tráfico de drogas o la tenencia
ilícita de armas. Finalmente, en los delitos graves y violentos, el periodo de internamiento se acrecienta en
un máximo de un año. Cuando se hayan cometido varios delitos de homicidios, asesinatos, agresiones
sexuales o violación, el límite máximo se eleva un año por encima del vigente para los menores de 14 a
16 años. Para los menores con 14 y 15 años, el máximo de internamiento será de seis años, y para los de
16 y 17 años hasta 10 años, seguido en ambos casos de un período de libertad vigilada.

19
podrá alcanzar los 6 años (art. 10.1.b); en caso de extrema gravedad necesariamente se impondrá el régimen
cerrado de 1 a 6 años (art. 10.1.b, párrafo 2º). El objetivo que presuntamente justificaría tales medidas es conseguir
alejar al menor de ese ambiente que favorece o determina de manera concluyente su comportamiento delictivo. Una
ironía más de una Ley que dice regirse por el principio del interés superior del menor.

No podemos permitirnos, en definitiva, ignorar el impacto traumático y devastador que


puede tener en el joven determinadas sanciones (principalmente las privativas de libertad) que
no intimidan sino atemorizan, interfiriendo negativamente en el proceso de socialización. Cierto
es que tampoco podemos prescindir —por mucho que nos gustase— del estímulo “aversivo”, el
castigo, pero ello sin olvidar que los jóvenes lo experimentan de modo muy distinto a los
adultos89.

Y más si tenemos en cuenta en que, frecuentemente, la pertenencia a estos grupos tiene, por decirlo de
alguna manera, “fecha de caducidad”, pues los jóvenes, a partir de cierta edad, dejan de formar parte de los mismos
pasando a establecer o preferir relaciones de tipo más interpersonal90. Esto es, a medida que la madurez se
aproxima, el vínculo con los adultos da un nuevo alcance, los iguales marginales pierden su influencia, las normas
sociales son vistas bajo un ángulo nuevo y, de manera correlativa, la actividad delictiva pierde su intensidad91. Y es
que se ha constatado que la mayoría de los delincuentes sufren una espectacular disminución en su actividad
delictiva durante la segunda mitad de la adolescencia (17-18 años), llegándose a afirmar que la delincuencia juvenil
es un problema específico cuyas manifestaciones proliferan de forma claramente marcada durante la primer mitad
de la adolescencia (14-16) debido a las tensiones propias de esta fase de desarrollo (finalización de la
escolarización, inicio o búsqueda de empleo, maduración psicoafectiva, inicio de pareja, control policial y judicial,
etc.)92.

Todo esto, que duda cabe, requiere de enormes cambios de las instituciones penales,
diseñadas alrededor de las variantes culpa y castigo y no de la prevención, cuando ese es,
precisamente, el ineludible paso previo.

2. La necesaria antesala: prevención y políticas sociales

Habrá que comenzar por realizar más investigación social y menos criminalística, el
cambio fundamental está en los valores. Prevenir, mediar, solucionar problemas, y no tanto
aplicar la ley, es lo primero. O lo que es lo mismo, se trataría de edificar una serie de actuaciones
de carácter preventivo, precoz, sistemático y diferenciado, fomentándolas, según DIEGO
ESPUNY, del siguiente modo93:

a) Detectando lo antes posible los casos de riesgo manifestados mediante conductas transgresoras en
la niñez. Intervenciones preventivas centradas primordialmente en la ayuda y la asistencia a las
familias y en la preparación para la escolarización, principalmente en las zonas más degradadas y
desasistidas situadas en el centro y la periferia de las grandes ciudades.

b) Haciendo importantes esfuerzos en el terreno de la información, pues es indispensable ofrecer una


información que no se base única y exclusivamente en el caso particular y en la noticia de primera
plana. Nuestros jóvenes se encuentran con enormes dificultades para acceder a la vida adulta y eso
genera conflicto social. Y todo ello pone de manifiesto la necesidad de transformación constante de
nuestra sociedad para que en ella tengan cabida todos los individuos y los grupos, tanto adultos como
jóvenes.

89
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 121.
90
REVILLA CASTRO, J.C., “Grupos urbanos violentos (tribus urbanas)…”, op. cit., p. 201.
91
DIEGO ESPUNY, F., “La intervención con menores infractores”, en MARTÍN LÓPEZ, T., (Coord.),
Justicia con menores. Menores infractores y menores víctimas, Ediciones de la Universidad de Castilla-
La Mancha, 2000, p. 73.
92
Ibídem, p. 77.
93
Ibídem, p. 68.

20
c) Finalmente, y partiendo de que nuestras sociedades están gestionadas básicamente por y para los
adultos, sería deseable que los jóvenes se responsabilizasen de sus propios deseos e intereses. La
ayuda y la orientación a los jóvenes con dificultades no puede administrarse única y exclusivamente
desde las instituciones mediante una interminable lista de servicios especializados. La integración
social sólo puede darse de manera efectiva si se moviliza toda la sociedad implicándose en este
objetivo. Y es que en ocasiones no es aspirar a un estado de bienestar, sino una forma más de
inhibición y de desaprovechamiento de los posibles canales de participación de los ciudadanos en
una cultura de la democracia.

Hasta ahora ni las políticas sociales de gobierno ni las ciencias sociales aceptan al joven
como un legítimo otro en la convivencia social sino cumple cabalmente con los roles que la
sociedad le tiene previamente asignados, considerando que los jóvenes que no tienen nada que
hacer necesitan ser educados, capacitados, integrados o castigados. Esto es, se parte de una
premisa ético-moral: los jóvenes están en un proceso de formación y es el momento de
adecuarlos a la normativa social vigente, un debiera ser que niega la identidad propia de cada
joven94. Es ineludible, en consecuencia, cambiar la mirada con la que la sociedad observa a los
jóvenes, exigiendo un nuevo marco jurídico que contemple a este conjunto de ciudadanos como
sujetos activos sociales, diferenciados y sujetos de derechos95. Porque, de acuerdo nuevamente
con MARTÍN LÓPEZ96, han acabado los tiempos en que el joven era un mero espectador de su
propia vida, donde no se le reconocían derechos y carecía de otras vías de protección que no
fuesen el sentimiento piadoso y moral de la sociedad. Se le deben, por tanto, reconocer sus
derechos en lo que respecta a sus intereses básicos (protección física, emocional e intelectual),
intereses relacionados con su desarrollo (evitación de la discriminación o limitaciones que le
impidan el desarrollo de sus capacidades) y, finalmente, los relativos a su decisión sobre la
orientación de su vida y su personalidad. En definitiva, fomentar su participación como
ciudadanos sintiéndose parte del sistema, y sobre el que seguro tiene mucho que opinar.

Porque, como elocuentemente escribe GUMUCIO respecto de la realidad chilena, hablar, por ejemplo, de
desinterés de los jóvenes en la política es insultar su inteligencia y su capacidad de criticar y de discernir en torno al
quehacer político porque “si detestan a los políticos es por razones absolutamente políticas, porque los políticos de
hoy les han hecho la guerra. Les han quitado películas del cine, programas de televisión de la pantalla, se han reído
de sus votos, han mandado a la policía encima, han revisado sus camas, y les han cobrado carísimo una pésima
educación”97.

La prevención es sinónimo de eficacia. Prevenir es posible, y se hace desde abajo, esto


es, investigando uno a uno cada incidente y buscando pautas comunes respecto a sus
circunstancias, actores y contextos. No sirven las grandes teorías, sino que a partir de los
hechos se diseñan actuaciones específicas en las que participa la comunidad98. Porque el
público es el mayor capital de las instituciones penales y hay que lograr una colaboración sincera
con él. Porque la seguridad, de acuerdo con TORRENTE99, es, en última instancia, una cuestión
de cohesión y de justicia social. No hay seguridad sin solidaridad. La solidaridad y colaboración
de un sinfín de instituciones privadas, voluntarias y públicas; la interacción, en definitiva, de
todos los actores en la lucha antidelictiva. Los sistemas penales no están preparados para

94
MOLINA, J.C., Juventud y tribus urbanas, en www. cinterfor.org.uy
95
MARTÍN LÓPEZ, M. T., “Consideraciones sobre la delincuencia de menores”, op. cit., p. 112.
96
Ibídem, p. 115.
97
GUMUCIO, R., “¿Por qué creer en los políticos?: Un mutuo desprecio”, en Revista Rocinante, nº 5,
1999, Santiago de Chile, p. 43. Vid., en MOLINA, J.C., Juventud y tribus urbanas, en www.
cinterfor.org.uy.
98
TORRENTE, D., “Políticas de seguridad ciudadana: condicionantes y modelos recientes”, en PÉREZ
ÁLVAREZ, F., (Ed.), Serta. In memoriam Alexandra Baratta, Ediciones Universidad de Salamanca,
Salamanca, p. 1508.
99
Ibídem, p. 1509.

21
combatir el miedo de la población. El miedo se combate con información realista, eliminando
signos físicos de deterioro urbano, creando sensación de orden en las calles, y fomentando la
confianza en las instituciones. Pero, sobre todo, la sensación de seguridad está relacionada con
la percepción de solidaridad y cohesión social. Por ello, las políticas de seguridad no pueden
estar aisladas de las políticas sociales. Sino recordemos la inmortal frase de Von LISZT “Una
buena política social es la mejor política criminal”, aseveración que adquiere carta de naturaleza
cuando de jóvenes estamos hablando. Jóvenes hoy, hombres y mujeres del mañana.

BIBLIOGRAFÍA

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la imagen y la autoafirmación a través de la violencia, Paidós, Barcelona, 1997.
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