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LA COLUMNA DE LOS OCHO MIL

José Luis Garrot

Única imagen existente de la columna de los 8.000

Introducción

Durante la guerra civil hubo numerosos éxodos de gentes que huían sus poblaciones
ante las noticias que llegaban de las atrocidades que iban cometiendo las tropas
sublevadas en su avance. Posiblemente el más conocido de estos éxodos fue el que
protagonizaron miles de personas que huyendo de Málaga iniciaron una trágica huida
hacia Almería, este éxodo es conocido como La Desbandá. Menos conocido, pero
también con trágicas consecuencias fue el protagonizado por personas provenientes de
varios pueblos de Badajoz y del norte de Huelva en su intento de llegar a una zona
controlada aún por la República. La columna que formaron estas gentes es conocida
como la Columna de los ocho mil.

Desde Sevilla partieron dos columnas en dirección a Madrid, dirigidas por el


comandante Antonio Castejón y el teniente coronel Carlos Asensio Cabanillas. Estas
columnas, formadas mayoritariamente por legionarios y regulares, iban sembrado el
terror por donde pasaban: asesinatos, violaciones, saqueos, eran lo que tenían que sufrir
las poblaciones que iban siendo tomadas en su avance.

En la segunda quincena de Agosto –el día 15 había caído la capital- son conquistados
varios pueblos al sur de Badajoz: Santa Marta, feria, Almendral, Barcarrota, Villanueva
del Fresno, Salvatierra de los Barros. El 14 de septiembre son tomados Segura de León
y Burguillos del Cerro, con la caída de estos pueblos toda la parte oeste de la provincia
de Badajoz estaba en manos de los sublevados, solamente quedaba en poder de la
República una bolsa formada por las comarcas de Jerez de los Caballeros y Fregenal de
la Sierra.

Primeras columnas

En Huelva, durante el mes de agosto, son tomados Aracena, Corteaga, Zalamea la real,
Nerva y Ríotinto. Esto provoca que miles de onubenses partieran, primero hacia el sur
de Badajoz y posteriormente a Madrid. En este primer éxodo iban varias columnas de
mineros bien armadas; como la Columna Espartaco que logró llegar a Madrid. Esta
columna estuvo un par de días en Segura de León, como recuerda Miguel Santana
Sánchez, vecino de esa localidad: la columna de mineros estuvieron un día o dos en
Segura y luego se marcharon.

A finales de agosto y primeros de septiembre las columnas onubenses hacen una breve
parada, principalmente para abastecerse, en Fregenal de la Sierra y Valencia del
Ventoso. A estas columnas provenientes de Huelva se unieron habitantes de algunas
poblaciones pacenses.

De los concentrados en Fregenal, un primer grupo de unas 700 hombres a caballo y bien
armados se dirigen a Azuaga, cruzando la Vía de la Plata por una lugar cercano a Fuente
de Cantos. Sobre el 15 de septiembre pasan por una zona próxima a Fuente del Arco.

Justo Vila1habla de una columna que al cruzar las vías del ferrocarril Sevilla-Mérida se
encontraron con una patrulla de regulares; estos dispararon causando algunas bajas en la
retaguardia de la columna –la conformaban unas 2500 personas-. Finalmente los
milicianos, armados básicamente con escopetas hicieron huir a la patrulla causándoles
una baja. Posiblemente esta columna que menciona Vila fuera la que partió de Bodonal
de la Sierra.

Algunos de los que huían optaron por pasarse a Portugal, mala decisión, ya que el
régimen de Salazar solía devolverlos a España entregándolos a las tropas franquistas
que solían ejecutarlos al instante. Uno de los que lo intentó fue Francisco García Girol
(vecino de Valencia del Ventoso y miliciano) que nos dejó su testimonio los vecinos de
los pueblos fronterizos portugueses les avisaron ahí no se metan ustedes, y nos volvimos
atrás.

Hubo algunos que tuvieron más suerte gracias a la intervención del teniente Antonio
Augusto Seixas, que estaba al mando de un campo de confinamiento-. Este noble oficial
logró salvar a 1435 refugiados a los que embarcó en el buque Nyassa rumbo a
Tarragona. Este buque estuvo a punto de ser atacado por los facciosos, siguiendo las
instrucciones que se explicitaban en una nota del Cuartel General de Franco el 11 de
octubre: Sobre Jefes, Oficiales y Suboficiales huidos de Badajoz al ser ocupada y que
se encontraban detenidos en el Fuerte de Caixas (Portugal), que se trata de reintegrar
a España, debiendo impedirse que pasen a zona enemiga 2. Seguramente no se llegó a

1
pp. 111-112.
2
Citado Espinosa: 122.
atacar al buque porque en el iban custodiando a los prisioneros, 58 miembros de la
Policía de Seguridad Pública y cuatro agentes de la PIDE. Además iba escoltado por el
contratorpedero Douro3.

Las gentes se iban concentrando en lugares como Burguillos del Cerro, jerez de los
Caballeros, Fregenal de la Sierra y Valencia del Ventoso. En esta última localidad se
reunió una especie de comité que se encargó de organizar las columnas que partirían
hacia zona republicana. Allí se reunieron José Sosa Hormigo, diputado socialista a
Cortes, y que parece ser que fue el llevó el peso de la reunión; el alcalde de Zafra José
González Barrero; y José Lorenzana Macarro, alcalde de Fuente de Cantos. Algunas de
estas personas pasaron a formar parte de la columna de los 8000. De lo ocurrido en esos
días en la población pacense nos ha dejado recuerdo Francisco Gómez Rodríguez,
secretario del Ayuntamiento de Almendralejo: De Valencia, todo perdido, organizamos
la salida a zona republicana, guiados por el compañero Peñas, minero de Ríotinto, que
conocía bien el terreno, y por mí que por haber realizado inspecciones de trabajo
durante más de dos años conocía la región. A las 10 de la noche requisionando (sic)
cuantas mulas y caballos había, para mujeres, responsables y viejos, salimos de
Valencia en dirección Llerena, modificando luego el itinerario hacia Azuaga y Fuente
del [Arco]4. Esta columna se unió a la que partió de Fregenal.

Tras la caída de Burguillos del Cerro el 14 de septiembre la gente se marchó


mayoritariamente a Fregenal de la Sierra. Francisco Gato (vecino de Segura de León)
recuerda aquellos días: Nos fuimos a Fregenal de la Sierra. Fregenal estaba que no se
cabía. En Fregenal miles de personas se concentraron en la estación de ferrocarril.
Desde allí pretendían llegar a Azuaga- Tenían que cruzar 100 kilómetros de territorio
enemigo.

Ruta seguida desde Fregenal a Azuaga5

3
Ver Espinosa, pp.121-122.
4
Citado Lama: 433.
5
Mena: 318.
La columna partió de Fregenal de la Sierra el 15 de septiembre de 1936. Nunca se sabrá
el número exacto de integrantes. Francisco Espinosa y José María Lama –los que
primero y más en profundidad han estudiado el tema- hablan de 8.000 personas.
Realmente se podría decir que eran dos grupos, el primero compuesto por unas 2.000
personas y un segundo con el grueso de la columna con unos 6.000 huidos.

Estación de Fregenal de la Sierra

La columna la componían hombres, mujeres niños, ancianos, en ocasiones familias


enteras, les acompañaban unos pocos milicianos mal armados que iban en cabeza de la
columna. Dolores Flores Moriche6 (vecina de Burguillos del Cerro) recordaba aquellos
momentos: Iban niños chiquininos, las mujeres embarazadas. La gente iba sin comida,
sin agua –que fue uno de los graves problemas que tuvieron que afrontar en el camino,
ya que había sido un verano muy seco y las charcas y los arroyos estaban secos-.
Algunos llevaban los pocos enseres que habían podido recoger cargados en mulas,
caballos o borricos.

De los integrantes de la primera columna nos quedó algún testimonio: El diputado


campesino Sosa, con algunos compañeros enérgicos dirigió la expedición. Dos mil
personas formaban la primera columna, con once fusiles y un centenar de escopetas
como toda protección armada. Los fusileros marchaban delante haciendo la
descubierta. Detrás, en mulos, burros, a pie, la caravana interminable de gente inerme.
6
Su madre y su hermano fueron fusilados pocos días después de su marcha.
Las mujeres se relevaban en las cabalgaduras. Dentro de los serones de esparto,
colgando a uno y otro lado de las bestias, llevaban a los niños pequeños, como se
llevan los melones o los cochinillos al mercado7

Según Espinosa el armamento de que disponían era 14 fusiles de los carabineros de


Fregenal; 20 de los guardias civiles y carabineros de Cumbres Mayores, unas mil
escopetas y algunas bombas caseras hechas por los mineros onubenses.

Detalle de la columna

Se inició el éxodo por el camino viejo de Fregenal; tras pasar Segura de León, la
columna entra en la Cañada Real Leonesa Occidental dirección Fuente de Cantos. A
unos tres kilómetros al sur de Fuente de Cantos, la columna abandona la cañada
dirigiéndose campo a través hacia la carretera. Tras cruzar la Vía de la Plata se internan
en un camino conocido como la Senda, que atraviesa Montemolín, Puebla del Maestre y
Llerena. En la tarde del 17 se internan en la Cañada Real del Pencón. Ya estaban muy
próximos a la zona controlada por el gobierno de la República.

Cañadas reales8

La emboscada

7
Citado Lama: 432.
8
Mena: 317.
Los mandos de los sublevados en Sevilla conocían de la existencia de la columna.
Habían recibido informes de gentes de la zona y de un avión de reconocimiento que les
sobrevoló. Sabían perfectamente que no era una columna de milicianos sino de gentes
que huían de sus lugares de origen. A pesar de todo decidieron atacar la columna una
vez que se interna en la Cañada del Pencón. Era el 18 de septiembre de 1936.

Puerto del Pencón desde Ahillones9

Las tropas escogidas para el ataque fueron una compañía del regimiento Granada,
apoyada por guardias civiles y falangistas. Formaban parte de las tropas estacionadas en
Llerena, al mando del comandante Alfonso Gómez Cobián 10. El ataque se llevó a cabo
entre Fuente del Arco y Llerena. Antonio Perozo, vecino de Llerena recuerda la
preparación de las tropas: Cuando vi pasar un escuadrón de caballería, decían que iban
a Fuente del Arco; y los que estaban allí de guardia ya sabían a lo que iban; que iban a
por una columna que venía de Fuente de Arcos, que no era una columna, que eran
huidos […] que pretendían llegar a Azuaga.

Los atacantes colocaron ametralladoras en la parte alta del cerro. En cuanto la columna
estuvo a tiro iniciaron el ataque. Era como tirar al tiro al blanco. Masacraron por igual a
milicianos y civiles. Un superviviente recordaba el ataque: El monte aquel era como un
fuego; allí no se veía na (sic) más que cuando tiraban con las ametralladoras […] allí
murieron mucha gente. Eso no se puede contar. Eso no se puede imaginar nadie lo que
pasó allí.

Debido al ataque muchos huyeron en desbandada, unos a la sierra, otros para atrás. Se
separaron familias que nunca más volverían a reunirse. Según los datos oficiales hubo
ochenta muertos y treinta heridos, pero nunca se sabrá la cifra real. Para rematar la
masacre los franquistas incendiaron los montes cercanos para acabar con los que habían
huido hacia la sierra. De los supervivientes unos continuaron hacia la zona republicana,

9
Mena: 319.
10
Ian Gibson le relaciona con el asesinato del teniente Castillo. También participó en la Sanjurjada.
mientras otros volvían a sus poblaciones de origen, donde a muchos les estaba
esperando su asesinato ante un paredón.

Días después del ataque aún había cadáveres sin enterrar. Vecinos de Reina y de cortijos
cercanos fueron obligados a enterrar o incinerar los cadáveres. Otros fueron arrojados al
pozo san Antonio, un pozo minero situado a poca distancia de donde ocurrió la
encerrona. Los huidos por la sierra eran constantemente acosados por soldados y
guardias civiles, muchos fueron hechos prisioneros, otros murieron, sin que lleguemos a
saber el número de estos. Uno de los ataques que sufrieron estos huidos los dirigió el
teniente de la Guardia Civil, Antonio Miranda Vega, acompañado de algunos
falangistas como Julio Burgueño y Victoriano Maesso, dejando un balance de 25
muertos y 50 detenidos, entre ellos 10 mujeres. El ataque se produjo en un lugar
conocido como Zanje. Los muertos fueron enterrados allí mismo.

Un superviviente de la columna que anduvo por la sierra escondido, Antonio Muñoz


Calvo (vecino de Castaño de Robledo, Huelva) dejó testimonio de lo ocurrido: […] En
la columna iban viejos, mujeres y niños y unos 5.000 hombres capaces de luchar pero
sin armas. Nos hicieron muchas bajas, porque tenían emplazadas cuatro
ametralladoras en puntos altos de la sierra que íbamos subiendo. Entonces la columna
se partió, de forma que ya no pudimos pasar todos, quedando aislados unos 1.500
compañeros muchos de los cuales, por no conocer bien el terreno, cayeron en su poder.
Aquello fue tan horrible que cuesta recordarlo. Nos dividimos en grupos para no ser
vistos y así estuvimos hasta finales de noviembre en que ya quedábamos sólo siete y nos
dirigimos a la zona de La Nava, El Repilado y Cortegana, donde pasamos parte del
invierno. Luego nos mataron a un compañero ya mayor, Nicomedes, de cincuenta y
tantos años, y entonces nos fuimos cada uno por su lado. Ya no podía más y me fui al
pueblo, al doblado de la casa de mis padres11.

El mismo día 18 por la noche, Queipo en su habitual alocución radiofónica mencionó


los hechos: En Badajoz se ha efectuado limpieza de focos constituidos por gente huida
de Sierra Morena. Tales operaciones han sido efectuadas por la columna del
comandante de infantería [Alfonso] Gómez Cobián, que guarnece el sector de Llerena,
el cual habiendo tenido noticias de una concentración enemiga, la atacó
brillantemente, haciendo 80 muertos, 30 heridos y 2.200 prisioneros, con armas y
caballos. Es decir que esos milicianos, como son tan valientes, siendo en número de
más de dos mil trescientos, se dejaron derrotar y capturar por fuerzas compuestas por
no más de quinientos hombres. Según las últimas noticias se han recogido más de
cincuenta caballos y una gran cantidad de armas y municiones, que no pueden
detallarse todavía porque se está procediendo a clasificarlas. A los prisioneros se les
está arrojando en los corrales de las casas y se procede a darles de comer, pues se
hallan extenuados, y en situación lastimosa. Entre ellos hay diversos heridos, como
consecuencia de la confusión que se promovió en sus filas. Hay varias mujeres, algunos
maestros de escuela y otros hombres de carrera. 12 Es difícil igualar el cinismo del
11
Citado Espinosa: 196.
12
Citado Espinosa: 196.
general sublevado, haciendo ver que era una gran victoria, cuando la realidad es que era
un asesinato masivo de gentes prácticamente desarmadas.

Al día siguiente tanto el ABC de Sevilla como el granadino Hoy publicaron la noticia,
transformando la encerrona en gloriosa victoria.

ABC, 19 de septiembre de 1931

A los que continuaron ya sólo les quedaba atravesar la vía del tren, situada a 2 o 3
kilómetros del lugar de la emboscada. Allí los franquistas habían instalado una
locomotora con dos vagones con soldados que se dedicaron a ametrallar a los que
intentaban cruzar la vía. Unos cuantos lograron llegar a Valverde de Llerena y a
Azuaga, muchos de ellos malheridos. Desde Azuaga fueron trasladados a Madrid, a
través de Peñarroya, en trenes que pertenecían a la línea de ferrocarril de vía estrecha
que unía Fuente del Arco, Azuaga y Peñarroya. Algunos de los que llegaron a Madrid
formaron un batallón, conocido como el Batallón de los Castuos, formado
exclusivamente por extremeños.

El engaño

Además de la emboscada los huidos sufrieron otra actuación que provocó que unas
2.000 personas cayeran en poder de los sublevados. Un incidente sobre el que hay varias
versiones, pero que coinciden en un trágico fin.

En la mañana del día 19 de septiembre. El capitán Gabriel Tassara, según la versión de


Martín Burgueño, en un lugar entre el Cerro de la Guedija y el Entalle, disfrazado de
miliciano y con una bandera republicana y un megáfono, logro engañar a unos 2000
integrantes de la columna. Junto al cortijo de la Castora, en donde le esperaban un grupo
de falangistas camuflados, que el capitán dijo que eran un grupo de escolta consiguió
desarmarlos prometiéndoles mejores armas. Desde allí los trasladó a Fuente del Arco
por el camino de Calaguera. Al llegar a la plaza del pueblo se descubre el engaño
cuando la bandera republicana que ondeaba en el ayuntamiento es cambiada por la de
los sublevados. En la misma plaza del ayuntamiento algunos de los huidos fueron
ejecutados.

Plaza de Fuente de Arco

Otra versión señala que un avión, simulando ser republicano, pidió por los altavoces que
los fugitivos se concentraran en el cortijo Los Tejares, allí el capitán Tassara y un
puñado de falangistas disfrazados de milicianos y enarbolando la bandera republicana
les dijeron que les acompañarían a Fuente del Arco donde les proporcionarían comida y
armas.

Un informe de la Guardia Civil de 8 de noviembre de 1938 habla del hecho: El 18 de


septiembre pasó por los límites de este término [Llerena] en dirección a los pueblos de
la Transierra, Reina y Fuente del Arco, una columna roja compuesta por unas 8.000
personas de ambos sexos procedentes de las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva, y de
algunos pueblos de ésta, de tránsito para la zona roja, de cuya columna, debido a la
astucia y pericia del señor capitán Tassara, destacado en Fuente del Arco, copó con
sus fuerzas y las que fueron de auxilio de esta ciudad [Lerena], unas 2.000 personas,
entre estas unas 30 mujeres y niños en las proximidades del Fuente del Arco,
trayéndolas a esta localidad donde fueron construidas en prisión.13. Esta «hazaña» le
valió al capitán Tassara la medalla al mérito militar.

Represión

Desde Fuente del Arco fueron traslados a Llerena, en donde se habilitó la plaza de toros
y un almacén conocido como La Maltería (utilizado por la fábrica de cervezas de la
localidad). Una vez identificados los refugiados se pidieron informes a sus pueblos de
origen. La vida o la muerte de los prisioneros dependían de esos informes. En ocasiones
se desplazaron a Llerena autoridades de los pueblos de origen para hacer la criba y
llevarse a los considerados «rojos» a sus poblaciones de origen, en donde la mayoría
fueron asesinados a su llegada.

Otros fueron asesinados en la propia Llerena. Todos los días un camión cargado de
prisioneros iba al cementerio, allí eran asesinados con una ametralladora – después de
ser obligados a cavar su propia tumba-.Los vecinos oían desde sus casas los lamentos de
los que eran conducidos hacia su muerte. Estos siniestros viajes duraron un mes.
Antonio Perozo, vecino de Llerena, recuerda aquellos trágicos días: El que manejaba la
ametralladora estaba un día ahí en la puerta dándoselas…, como una valentía. Otra
vecina también recordaba aquellos momentos: Como que tengo cuatro hijos, que me
sueño muchas veces con eso todavía. Ahí murió mucha gente. Se habla de más de 1.000
personas asesinadas en Llerena. Nunca fueron inscritos en ningún registro por lo llegar a
saber el número exacto es prácticamente imposible.

Cadáveres tenidos en las calles de Llerena

En abril de 2007 se procedió a rendir homenaje e inhumar a 36 personas asesinadas y


halladas en fosas comunes.

13
Citado Lama: 436.
Homenaje a las víctimas de Llerena

Pero no solamente fue en Llerena donde se asesinó a integrantes de la columna de los


8.000. Sobre el día 19 de septiembre llegaron a Zafra unos camiones con 30 o 40
personas procedentes de Llerena, prácticamente todas fueron fusiladas ese mismo día.

A los andaluces que estaban en Llerena los trasladaron al barco prisión Cabo Carboeiro,
anclado en el puerto de Sevilla. De este buque se decía que era fácil entrar pero muy
difícil salir. Los hacinaron en las bodegas del barco, soportando sed, hambre y unas
terribles temperaturas. Llegaron a estar confinadas 500 personas. Todos los días
aparecían cadáveres flotando en las aguas.

Buque Cabo Carboeiro

Una muerte especialmente cruel fue la del alcalde de Fuente de Cantos, Modesto José
Lorenzana Macarro. Según Pons Prades14; Arenzana, que iba en la columna de los 8000,
al pasar cerca de su pueblo «enloqueció» y se dirigió a su pueblo en donde se entregó a
los falangistas. Al día siguiente le ataron por los pies a la cola del caballo de un
terrateniente y lo arrastraron a galope por el pueblo hasta que murió.

Según Cayetano Ibarra15, Lorenzana se enteró de que su mujer y sus hijos estaban
prisioneros en el ayuntamiento. Él pensó que si se entregaba liberarían a su familia. A
pesar de que algunos compañeros intentaron impedírselo, Lorenzana abandonó la
columna. Una cuadrilla de falangistas de Fuente de Cantos bajo el mando de Sixto
Castillón Fernández le encontró escondido en una especie de alcantarilla, cerca de un

14
Pons Prades: 459.
15
Es el mayor especialista en la historia de Fuente de Cantos.
lugar conocido como La Gallega. Lorenzana se entregó arrojando su arma a Sixto y
pidiéndole que le matara allí mismo.

Modesto José Lorenzana Macarro

Lorenzana fue conducido, junto a otras personas que habían sido apresadas al
descolgarse de la columna, a Fuente de Cantos. Al entrar en el pueblo lo amarraron al
caballo de un tal Diego Pérez. Al llegar a la plaza el caballo se encabritó y arrastró unos
metros a Lorenzana. A empujones le metieron en el ayuntamiento, sacándole al poco
tiempo a la plaza, sentándole en una silla. Allí le pegaron puñetazos, le dieron patadas,
le insultaron. Cuando se cansaron, le trasladaron a la plaza de la iglesia y allí lo
asesinaron, era el día 26 o 27 de septiembre de 1936 16. Su cadáver estuvo tirado toda la
noche en la plaza de la iglesia.17

Conclusiones

La tragedia de la columna de los 8.000 es uno más de los crueles episodios


protagonizados por las columnas que partieron de Sevilla con destino a Madrid,
dirigidas todas ellas por el general Yagüe, sembrando el terror y la muerte por allí por
donde pasaban.

Un ejemplo más de la violencia gratuita ejercida por los sublevados desde el inicio de la
guerra y que se prolongó durante casi cuarenta años hasta la muerte del dictador, y por
qué no decirlo, genocida, Francisco Franco.

16
En el Registro aparece inscrito el día 27.
17
Ver Ibarra, pp. 351-358.
Para saber más

Documental La columna de los 8.000, dirigido por Antonio Navarro Millán, Fernando
Ramos Mena, Paco Freire Magariños y Ángel Hernández García. 2005. Puede
visionarse en http://www.guerracivilbadajoz.com/videoteca/51-la-columna-de-los-ocho-
mil

Espinosa Maestre, Francisco: La columna de la muerte: el avance del ejército


franquista de Sevilla a Madrid, pp. 195-199, Barcelona, 2003.

Hernández García, Ángel: Aportaciones climatológicas y medioambientales al verano


de 1936 y la columna de los 8.000, en VI Jornadas de Historia de Llerena, pp. 303-326,
2005.

Hernández, Miguel: Los evadidos del infierno fascista, publicado en Frente Sur, nº 3
el 28 de marzo de 1937, reproducido en La obra completa de Miguel Hernández, pp.
1506-1508, Madrid. 2017.

Ibarra, Cayetano: La otra mitad de la historia que nos contaron. Fuente de Cantos.
República y guerra 1931-1939, Badajoz, 2005.

Lama, José María: La amargura de la memoria: República y guerra civil en Zafra


(1931-1936), pp. 431-440, Badajoz. 2005.

Martín Burgueño, Manuel: Llerena y la guerra civil española, en Torre Túrdula, nº 4,


2001.

Pons Prades, E.: Guerrilla española, 1936-1960, Barcelona, 1977.

Vila Izquierdo, Justo: Extremadura: la guerra civil, Badajoz, 1986.

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