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13.

Habitus y campo en Pierre Bourdieu


Procederé a desmenuzar la noción de habitus, que le permitió a Bourdieu escapar de la elección
entre subjetivismo y objetivismo, a partir de una definición canónica y muy rubricada que ofrece
el autor en El sentido práctico:
«Los acondicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de
existencia [...], sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras
estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como
principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar
objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio
expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente “reguladas” y
“regulares” sin ser el producto de la obediencia a reglas, y, a la vez que todo esto,
colectivamente orquestadas sin ser producto de la acción organizadora de un director de
orquesta»

Las condiciones sociales, los recursos económicos y culturales de los que se dispone,
junto con la experiencia vital, las relaciones con las instituciones y con otras personas, llevan a
patrones de comportamiento. En este sentido su proceso de “inculcación” equivale a la
socialización, pero Bourdieu se centra en los aspectos macro, y sus investigaciones sobre la
cuestión se dirigen más hacia la socialización secundaria, como la que producen las instituciones
educativas. En su obra tardía, Bourdieu busca la base de los esquemas corporales del habitus en
estructuras cerebrales. Parece que con cada proceso de aprendizaje un cierto grupo de neuronas
establecen una red, reforzando sus conexiones sinápticas y permitiendo que la información se
procese mucho más rápidamente.
El habitus produce prácticas no conscientes. Las prácticas son concebidas como
decisiones libres por parte del actor social, por más que desde el punto de vista del análisis
sociológico se conciban como limitadas por la posición y el momento social. O ni siquiera se
conciben como una decisión cuando es una cuestión de honor, ya que “se hace lo que hay que
hacer” o ni se plantea la cuestión de buscar acciones alternativas, como ocurre con muchos hábitos
cotidianos. Así podemos vincular el habitus con investigaciones recientes sobre el aprendizaje de
los expertos, que son capaces de reducir el campo de decisiones posibles, para facilitar la toma
rápida de decisiones.
En este sentido, El habitus es un sistema que no debe entenderse de forma aislada. Este
sistema es de predisposiciones para la acción. Por tanto, el habitus no es una práctica social
aislada, sino que debe entenderse como una forma coherente –en tanto que sistema– de hacer
frente a multitud de situaciones. Los habitus adquiridos dispondrán de cierta inercia, pues pueden
modificarse las condiciones sociales de existencia que los formaron y seguir operando. Asimismo,
es intercambiable, pues el mismo habitus se manifiesta en los distintos campos en los que
participa el agente, como la música y el deporte, y reproductivo, pues lo transfiere cualquier
institución socializadora a los socializados.

Hay que tener en cuenta que Bourdieu no cree que haya conspiradores o grupos
organizados que guíen, desde la sombra, a grandes grupos de personas, que no saben que son
dirigidos. Son prácticas producto del habitus, de condiciones de existencia y experiencias vitales
parecidas que dan resultados parecidos.
De este modo, el habitus es una estructura (en el sentido saussiriano) estructurada por las
condiciones sociales que la producen, originado por ellas. Es estructurante, pues produce un
conjunto de prácticas que guardan entre ellas mismas una relación también estructural. El habitus
es producido por la estructura social y produce prácticas sociales estructuradas (en sentido
lingüístico). Por último, Independientemente de la voluntad de los actores y sin que existan reglas
explícitas conscientemente conocidas por los actores, hay pautas establecidas para alcanzar
ciertos fines con ciertos medios. Estas formas son regulares, porque son las más observadas y
normalmente las menos cuestionadas por los agentes sociales. Un ejemplo claro de este tipo de
prácticas es el lenguaje, que dominan los hablantes sin ser necesariamente conscientes de sus
reglas gramaticales.
Por otra parte, Bourdieu concibe el campo en términos relacionales más que estructurales.
Constituye el momento de la exteriorización de la interioridad (el habitus es la forma en que las
estructuras sociales se graban en nuestra mente y nuestro cuerpo por la interiorización de la
exterioridad). El campo es la red de relaciones entre las posiciones objetivas que hay en él. Estas
relaciones existen separadas de la conciencia y voluntad colectiva. Los ocupantes de las
posiciones pueden ser agentes o instituciones, y están constreñidos por la estructura del campo.
Campos como el artístico o el religioso, entre otros, tienen una lógica específica y generan entre
los actores una creencia sobre las cosas que son importantes en el campo. Así, las personas no se
mueven por las mismas razones en el campo económico, periodístico o político. Bourdieu lo
considera análogo a un campo de batalla, pues es un tipo de mercado competitivo en el que se
emplean y despliegan varios tipos de capital (económico, cultural, social y simbólico). Es el
campo del poder (político) el más importante, pues sirve para estructurar los demás campos. Hay
que tener en cuenta que cada campo se caracteriza por mecanismos específicos de capitalización
de sus recursos legítimos. De este modo, por Bourdieu no nos encontramos ante un capitalismo
(en el sentido económico), caracterizado por una forma determinante de dominación (explotación
capitalista), sino ante capitalizaciones y dominaciones: relaciones asimétricas entre individuos y
grupos establecidas en beneficio de los mismos, algunas de las cuales cruzan diferentes campos.
Bourdieu explica los tres pasos necesarios para analizar un campo. El primer paso es
identificar la relación del campo que se estudia con el campo político. El segundo paso es trazar
la estructura objetiva de las relaciones entre las posiciones dentro del campo. Finalmente, el
analista debe esforzarse por determinar la naturaleza del habitus de los agentes que ocupan los
diversos tipos de posiciones dentro del campo; estas posiciones dependen de la cantidad y el peso
relativo del capital que poseen. Los ocupantes de las posiciones del campo emplean varias
estrategias, despliegues de “líneas de acción” objetivamente orientadas. Mediante las estrategias,
los ocupantes de esas posiciones buscan salvaguardar o mejorar su posición e imponer el criterio
de jerarquía más favorable a sus propios productos.
Con respecto a la aplicación de ambos conceptos destaca sobre todo su obra La
Distinción, en la que estudia el gusto, una disposición adquirida a diferenciar entre los diversos
objetos culturales de disfrute estético y a apreciarlos de modo diferente. El gusto sirve para dar al
individuo una percepción de su lugar en el orden social; es posible categorizar a las personas en
función de los gustos que manifiestan. En este sentido, el gusto guarda una relación umbilical con
el habitus. Además, Bourdieu identifica en su estudio del gusto dos campos interrelacionados: las
relaciones de clase y las relaciones culturales. De este modo, el gusto representa una oportunidad
para experimentar y reafirmar la posición de una persona dentro del campo.

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