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Universidad de Antioquia
Teoría de la Historia II
Profesor: Eduardo Domínguez Gómez
1
Zygmunt Bauman, La Cultura Como Praxis (Barcelona: Paidós, 2002) Pag 25.
2
Eduardo Morin, El Octavo Saber Pag 1.
3
Ibídem, Bauman Pag 10.
4
Ibídem, Morin Pag 3.
5
Ibídem, Bauman Pag 81.
6
Ibídem, Morin Pag 6.
7
Ibídem, Bauman Pag 69.
8
Ibídem, Bauman Pag 18.
la réplica de hechos ignominiosos, como muestra el ejemplo del caso judío citado por
Morin tratando de explicar que esta “cultura” monoteísta a pesar de las desgracias que
han padecido a lo largo de la historia, ataquen a sus vecinos de frontera (Término que en
Bauman se desarrolla con especial atención), por lo tanto es imposible “concebir que
los judíos hagan ahora a los palestinos lo mismo que ellos han sufrido” 9, dando
evidencia de una necedad llevada en contra de la construcción de la memoria histórica.
Es necesario para cambiar la sociedad colombiana y hacer de este país un mejor lugar
para vivir, es necesario replantear la educación, tanto en el ámbito familiar como en la
primaria y la secundaria. Cuando un pequeño llega al mundo por medio de su madre que
le da la vida, suponiendo que este recién nacido es “deseado”, este entra
inmediatamente en contacto con un proceso de identificación del nuevo entorno, en el
que después de haber salido del vientre que es un medio acuático, debe empezar a
convivir en la hostil atmosfera, este ejemplo es más o menos mostrado por Morin.
Desde este primer instante el ser humano empieza a aprender mediante el proceso de
imitación, lo cual para las condiciones que podemos evidenciar en personas “adultas”,
que los gobernantes del estado se han encargado de mantenerlos en la ignorancia, el
dogmatismo, el escepticismo o preferencia por el bienestar privado, a cambio de lealtad
ciega son evidentes en un análisis historiográfico colombiano. Ahora en cierto estado de
limitada madurez intelectual (suponiendo que algo eh aprehendido en estos cuatro
semestres), con la cual podría discernir de manera subjetiva de cosas que sobran y no
son dignas de repetir en la vida humana, diría que es necesario incentivar la pregunta
como creadora de conocimiento general, debido a que se hace urgente dejar de tragar
entero como lo obliga un sistema de represión y manipulación de medios.
Cuando yo era niño, era obligado a rezar el rosario por mi abuela todos los días, por la
mañana, por la tarde y por la noche, esta actividad rutinaria y repetitiva, además absurda
por lo inútil que resultaba para mí en plena infancia repetir esas palabras mudas, debido
a que no tenía ni idea de que significado tenían la gran mayoría de ellas. Esto obliga al
ser a vivir doctrinado en un estilo de vida occidental, creando unas cualidades
imaginarias religiosas, políticas y sociales, más desagradables resultan con la
experiencia que cada vez que me negaba a rezar, era amenazado con el tradicional dicho
de mi querida abuela, “se lo va a llevar el chucho”, seguido ocasionalmente por dos
buenas palmadas, esto para mi significaba el terror total, aun puedo recordar las
pesadillas espantosas que tenía de niño pensando que aparecería el demonio en
cualquier momento a llevarme, y me veía obligado rezar para espantar esos temores,
pero no servía.
9
Ibídem, Morin Pag 6.
A medida que crecía y entré en la educación pública del país, me encontré con los
mismos factores religiosos, sumados a otros nuevos los cuales son el inicio de la
instrucción nacionalista. En la escuela, aun puedo recordar que en el momento cuando
ingrese la institución aun llevaba el nombre de Marco Fidel Suarez, se nos hacía formar
en escuadras para jurar a la bandera y permanecer recto sin moverse ante los símbolos
patrios, todo esto en una plaza ubicada al frente del bloque de aulas expuestos al sol,
además me parecía perturbador observar los alambres de púas que rodeaban estas
instalaciones, lo cual trasmite un sentimiento de estar encerrado en una penitenciaria
más que de estar allí para formarme como una persona libre e integra, creo que esto me
llevó a crear el típico sentimiento de pereza y deserción por el estudio, que es muy usual
en los jóvenes colombianos hoy en día, abandonar el mundo de conocimiento por ir a
trabajar arduamente por un miserable salario.
Al haber adquirido esta insatisfacción al verme encerrado en aulas con más de 50 niños
uniformados, aulas donde el castigo a hacer aseo toda la semana por culpa de la
inquietud que poseía el pobre niño recluido en un lugar tan desagradable, sabiendo que
podría estar en casa interactuando con cosas que en realidad me podrían interesar,
estaba allí obligado a tragar información. Mientras vivía en carne propia el mundo de
las masas, el joven receptor obligado a ir a misa en la casa y en la escuela, obligado a
leer la constitución del 91 a pesar de no entenderla, era evidente que el país laico estaba
propuesto en ella, pero la diferencia en el mundo de mi infancia era mal vista, aún
recuerdo el disgusto con el que se trataba a las personas con el pelo largo, el predominio
de un mundo de tabús contra la libertad de expresión, la discriminación que se tenía
contra religiones contrarias a la católica, incluso en la actualidad, se puede oír a
sacerdotes en misa proclamar abiertamente la necesidad de consagrar a Colombia a el
corazón de Jesús, que esta constitución está hecha por políticos ateos, ignorando los
referente que nos enseña la memoria histórica sobre la separación de lo teológico y lo
político.