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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN PENAL

Sentencia SP3210-2017/45814 de marzo 8 de 2017

Magistrado Ponente:

Dr. Eugenio Fernández Carlier

Decide la Sala el recurso extraordinario de casación interpuesto por el defensor del procesado FREDY MUÑOZ
ALTAMIRANDA contra el fallo de segundo grado de 16 de julio de 2014 mediante el cual el Tribunal Superior de Cartagena
confirmó el dictado por el Juzgado único  Penal  del Circuito Especializado del  mismo  Distrito Judicial,  que lo condenó como
coautor del delito de  terrorismo  en concurso  con rebelión.

Por proveído de 11  de  diciembre  de  2014  la  misma  Corporación declaró la prescripción de la acción  penal  derivada  del 
delito  de  rebelión  y redosificó  la sanción.

HECHOS  Y ACTUACIÓN PROCESAL

Durante los años 2002 y 2003 fueron perpetrados varios atentados terroristas en la ciudad de  Cartagena, entre ellos, al edificio
inteligente de Chambacú, Merquefácil y las instalaciones de Electrocosta.

En el diligenciamiento se demostró la realización de los mismos por  parte  de  las (FARC), grupo al cual pertenecía FREDY
MUÑOZ ALTAMIRANDA, alias «JORGE ELIECER», experto en fabricación de explosivos.

A pesar de no contar con prueba directa durante la práctica procesal, a MUÑOZ ALTAMIRANDA se le endilgaron tales hechos
dada su pertenencia al grupo subversivo y su conocimiento en la fabricación de explosivos.

El 06 diciembre de 2006 La Fiscalía General de la Nación abrió formal investigación penal en su contra, le dicto medida de
aseguramiento de detención preventiva, como probable responsable de los delitos de terrorismo en concurso con rebelión.

El 5  de  enero  de 2007, tal decisión fue revocada por la Unidad  de Fiscalía Delegada ante el Tribunal de Cartagena, ordenando
en consecuencia  su  libertad inmediata.
 
El 2 de febrero de 2007 fue proferida nueva medida de aseguramiento de detención preventiva por los mismos, al tiempo que se
ordenó la captura del procesado, de la cual hasta el día de hoy no se tiene conocimiento que haya sido materializada.
 
El 28 de Enero de 2009 se Clausuro el ciclo instructivo y la decisión que adquirió firmeza el 1º de octubre del año 2009.
 
El 25 de agosto de 2012 el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Cartagena, mediante sentencia condenó a FREDY
MUÑOZ ALTAMIRANDA como coautor de los delitos objeto de acusación, a las penas principales de (15)  años  de prisión  y 
multa  de  1.090  SMMLV  así  como  a  la  accesoria  de inhabilitación para el ejercicio de derechos  y  funciones públicas por el
mismo lapso de la sanción aflictiva de  la libertad, sin concederle la suspensión condicional de la ejecución  de  la  pena o la 
prisión domiciliaria.
 
En virtud del recurso de apelación interpuesto por el defensor del procesado, el Tribunal Superior  de  Cartagena por sentencia
de 16 de julio de 2014, confirmó la  condena,  no obstante, dada la petición posterior del apoderado, por decisión de 11 de
noviembre siguiente, declaró  la prescripción de la acción penal derivada del delito  de rebelión, en consecuencia, redosificó la
prisión y la inhabilitación ciudadana al fijarlas en ciento veinte (120) meses de prisión, en  tanto  que la pena  pecuniaria  la redujo
a 1.000 s.m.1.m.v.

El representante judicial del enjuiciado impugnó de manera extraordinaria la sentencia de segundo grado con la presentación de
la demanda de casación, la cual se declaró ajustada y se recibió el respectivo concepto del Ministerio Público.

LUIS ALBERTO
DEMANDA
 
Al amparo de las causales previstas en  el artículo  207 de la Ley 600 de 2000, formula dos cargos en orden jerárquico, por
nulidad y por violación indirecta de la ley sustancial.

Primer cargo: Nulidad por infracción al debido proceso

Pregona que desde la definición  de situación  jurídica, así  como en  la  calificación  sumarial y las  sentencias  no se precisaron
los hechos terroristas endilgados al incriminado, además, no hubo una seria y juiciosa investigación de los mismos.
 
Que la imprecisión se advierte cuando pese a que se mencionan varios eventos terroristas, su defendido no fue acusado por el
concurso de delitos de terrorismo, dejando su intervención a una multiplicidad de sucesos indeterminados, en una clara afrenta del
debido proceso y del derecho de defensa.

Esa vaguedad se repitió en los fallos, pues no se indicó en qué actos terroristas participó su cliente, por lo cual solicita casar el
fallo impugnado  y declarar  la nulidad del proceso.
 
Segundo cargo: Violación indirecta de la ley sustancial.  Falso raciocinio
 
Denuncia la aplicación indebida del inciso 2º del artículo 232 de la Ley 600 de 2000, porque no mediaba la certeza suficiente para
condenar a su defendido como responsable del delito de terrorismo y, por el contrario, surgían múltiples dudas que debieron ser
resueltas en su favor.

Expone que los juzgadores acudieron a una deficiente construcción indiciaria, porque de  las  declaraciones  de Víctor ,  
Martín  ,   José y Huberney tomaron hechos indicadores para  establecer  la  responsabilidad  del procesado, sin que ninguno de
esos deponentes hubiera presenciado que su cliente estuviese haciendo o instalando artefactos explosivos,  ni  tampoco  lo
observaron en alguna intervención en la fase de consumación de los atentados  terroristas.
 
Consecuentemente, solicita a la Corte casar el fallo a fin de absolver a su asistido del delito que le fuera achacado.
 

CONCEPTO  DEL MINISTERIO PÚBLICO

 El Procurador Segundo Delegado se muestra conforme con la petición del demandante de casar la sentencia por razón del
segundo cargo, dando así aplicación al principio de resolución de duda en favor del procesado, ante la confusión que ofrecen los
deponentes en sus relatos, los cuales no esclarecen lo acontecido e impiden estructurar la certeza necesaria para condenar.

1. En cuanto al primer cargo postulado indica que en la resolución de acusación de primer grado, así como en su confirmación,
se abordaron tres atentados terroristas; al edificio inteligente de Chambacú, Merquefácil y las instalaciones de Electrocosta,
además de otras tareas que cumplía el procesado en el grupo subversivo, lo cual desdibuja alguna imprecisión en los hechos.

Que de la misma manera los juzgadores individualizaron los acontecimientos, se ahí que en su criterio se preservó el debido
proceso y el derecho de defensa, pues no se sorprendió al incriminado con hechos nuevos. Por ello asegura que el reproche no
tiene vocación de prosperidad.

2. En relación con la segunda censura, luego de transcribir apartes de los testimonios resaltados por el demandante, aduce que
dieron cuenta del comportamiento de M. A. al interior de la organización delictiva, pero no hicieron mención en concreto a algún
atentado terrorista perpetrado por él, además, los deponentes ofrecieron datos vagos e imprecisos, surgiendo duda probatoria de la
responsabilidad penal de aquel, amén de tratarse de testigos que buscaban beneficios por colaboración con la justicia. En estas
condiciones, estima que la presunción de inocencia no fue desvirtuada, lo que amerita casar el fallo a fin de absolver al
enjuiciado. CAROL FABIANA

Consideraciones de la Corte

Se acometerá el estudio del cargo por violación indirecta de la ley sustancial que el defensor funda en la infracción del principio
de resolución de duda en favor del procesado, toda vez que para la Sala es evidente la prosperidad de tal reparo por la falta de
claridad fáctica y por la deficiente investigación.

Son dos aristas que llevan a no analizar el reproche por nulidad: de un lado, la prevalencia de la presunción de inocencia y, de
otro, el principio de solución menos traumática para los objetivos del proceso penal, porque al imponerse una sentencia
estimativa de absolución hace inoficioso analizar la censura que apuntaría a retrotraer la actuación al momento apropiado a fin de
enmendar algún yerro de estructura o de garantía.
Se advierte la incertidumbre probatoria, atienda no solo los fines del proceso, sino el respeto al ciudadano, pues una decisión de
anulación procesal redundaría en últimas en mayores cargas a este al verse abocado nuevamente al trámite judicial.

Con esa óptica, se analizará la queja del defensor relacionada con que pese a que ninguno de los declarantes presenció a M. A.
haciendo o colocando artefactos explosivos, el tribunal tomó de ellos hechos indicadores cuando dieron cuenta de la pertenencia
de aquel a la agrupación subversiva de las FARC para deducirle así responsabilidad penal en el delito de terrorismo, en lo que
califica como una deficiente construcción indiciaria.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia relacionada con la tarifa legal negativa a sentado que cuando se trata de las
actividades de los organismos de policía judicial al recepcionar entrevistas o exposiciones de informantes está restringida su
aptitud probatoria al ser simplemente guía de la actividad investigativa, sin que puedan ser utilizados como evidencia,

En tales informes se indicaba que efectuó las siguientes actividades terroristas:

1. Elaboró un petardo explosivo que detonó al interior de las instalaciones de la Subestación de la Empresa Electrocosta, ubicada
en la zona industrial de Mamonal.

2. Detonación de un petardo explosivo en la parte trasera del supermercado Merquefácil, ubicado en la entrada del barrio Blas de
Lezo.

3. Activación de artefactos explosivos camuflados en varias materas en las instalaciones del edificio inteligente del sector
Chambacú y subestación Eléctrica del barrio Manga, donde falleció un civil y un técnico antiexplosivo de la Policía Nacional.

(……………)

Se ocupó entonces el juzgador del material probatorio subsistente, esto es, las declaraciones rendidas por ex integrantes del citado
grupo armado: y luego de citar apartes de sus atestaciones concluyó que “si bien ninguno declara que estuvo presente al momento
de la colocación de los artefactos explosivos, también es que los relatos allegados constituyen indicios de la real participación del
encartado dentro de las acciones reprochadas”.

Tuvo en cuenta para ello que los deponentes aceptaron ser miembros de la organización delictiva, misma a la cual pertenecía M.
A., y que conocían de las acciones que este desarrollaba al interior del grupo, su cargo, funciones, las personas a su disposición,
etc.

En ese sentido, estimó el juez colegiado que mediaban “indicios anteriores a la comisión del injusto, pues adviértase que el señor
V. B. M. manifiesta que el señor F. M. A., fue quien elaboró los artefactos explosivos que afectaron las instalaciones del edificio
inteligente de Chambacú y la subestación eléctrica de Manga. De esa apreciación, sumado a su cercana relación con el
sentenciado, hace inferir razonablemente que en efectiva forma el encartado tuvo participación en los hechos acusados”.

En la calificación sumarial del 28 de enero de 2009, pese a que se concluyó que la pertenencia y tareas que cumplía M. A. en el
grupo subversivo acreditadas testimonialmente “bastan para deducir su implicación en el delito de terrorismo, esto es, en los actos
preparatorios de los actos que llenaron de miedo a la ciudad de Cartagena durante los años 2002 y 2003”, se precisó que “ Son
entonces tres los atentados que de manera equivalente los declarantes le endilgan al procesado afectando al edificio inteligente
de Chambacú, Merquefácil y las instalaciones de Electrocosta”, aspecto fáctico que no fue alterado en la confirmación de la
acusación emitida el 1º de octubre de 2009 por la Unidad de Fiscalía Delegada ante el tribunal.

Para este estudio tampoco se puede desatender que el delito de terrorismo —tipificado en el artículo 343 de la Ley 599 de 2000—,
protege el bien jurídico de la seguridad pública, es un tipo de peligro que no demanda la lesión efectiva de la vida o la integridad
de las personas, porque basta con generar temor o zozobra en la población con el empleo de elementos o medios potencialmente.

En relación con este ilícito de conducta instantánea la CSJ en CSJ SP, 7 mayo 2010, rad. 31510 precisó que:

“en el juicio de adecuación típica no basta la verificación del uso de las armas de destrucción así como de su nítido carácter
peligroso o dañino sobre los bienes subsidiarios protegidos -vida, libertad, integridad física o de las edificaciones, medios de
comunicación, transporte, procesamiento o conducción de fluidos o fuerzas motrices-, sino que el elemento subjetivo del tipo
debe aparecer consolidado, de tal forma que sea claro que el agente persigue provocar o fomentar un estado de
incertidumbre colectiva frente a la garantía de gozar de la paz y tranquilidad pública propios del Estado Constitucional”.

A su turno, en CSJ SP. 1º oct. 2014, rad. 40401 se insistió en que


debe mediar un nexo entre la realización de los “actos que pongan en peligro la vida, la integridad física o la libertad de las
personas o las edificaciones o medios de comunicación, transporte, procesamiento o conducción de fluidos o fuerzas motrices”
con los aludidos verbos rectores a través de la utilización de medios capaces de causar estragos “de modo que sin una tal
articulación de aquellos actos, con los referidos medios y la consecución de la provocación o mantenimiento del estado de
zozobra o terror en la población, no se configura el referido tipo penal”.

Con base en lo anterior, a efectos de verificar o desvirtuar el proceso de adecuación típica en el delito de terrorismo en relación
con el procesado se analizarán las declaraciones que tuvo en cuenta el tribunal para edificar la condena: ANA CAMILA

De un lado, J. J. P., para el momento en que rindió declaración estaba detenido por el delito de rebelión dada su pertenencia a las
FARC, y luego de hacer patente su deseo de declarar para colaborar con la justicia, dijo que en enero de 2002 conoció a alias “J.
E que hacia parte de la escuela política militar” y luego hacer un curso de “explosivista”. Añadió que “J. E.” era el encargado de
“reclutar” estudiantes en las universidades de Cartagena y de Atlántico para que hicieran parte de las milicias. Y al indicarle que
señalara los actos terroristas en los cuales había participado el procesado, expresó: “bueno a mí personalmente no me
consta, me consta que era el segundo al mando de las milicias de Cartagena”.

Por su parte, M. Z. M., también miembro de las FARC y con su ánimo de colaborar con la justicia, en su declaración afirmó al
preguntarle en que atentados había participado M. A. afirmó que:

Tengo conocimiento por lo menos en el edificio de Chambacú fue él, porque él era el que recibía el explosivo y él estaba metido
en el combo del explosivo, en los petardos que le pusieron a los cajeros, porque el (sic) mismo me contó que habían puesto unos
petardos en los cajeros, pero que M. C. dijo que no era lo que él quería, que él quería más”.

De otro lado, V. B. M., conocido con los alias de “E. E.”, “C.”, “D.” o “C.”, afirmó estar condenado a 30 años por los delitos de
terrorismo, homicidio y homicidio en el grado de tentativa en relación con el atentado al edificio Chambacú y la Subestación
Electrocosta del barrio manga,

En ese sentido, señaló que “en la casa de Fredy muñoz Altamira. Muchas veces se guardaron explosivos que sirvieron para hacer
detonar las bombas que explotaron en el 2002, como fueron las ya mencionadas, Merquefácil y unas que no explotaron en el
vivero La Castellana y vivero San Diego, los explosivistas eran M. A. G. M. alias C., F. M. A. (A) J. E., hay un señor que se mató
en un taxi (A) M. que se llamaba R. D. J. V. si no estoy mal. Yo directamente no tuve participación en esos hechos, los que
mencioné antes fueron los que participaron en los hechos que fabricaron las bombas y las hicieron en una casuchas subiendo a
Henequén”.

Evidentemente, como lo pone de manifiesto el demandante y lo avala el delegado del Ministerio Público en su concepto, ninguno
de los declarantes presenció algún acto específico de terrorismo desplegado por M. A. en cuanto a la colocación o
activación de artefactos explosivos al edificio inteligente de Chambacú, a Merquefácil o a las instalaciones de Electrocosta.

Esta fue la razón por la cual el juzgador acudió a la prueba construida o circunstancial para edificar el compromiso penal del
enjuiciado, lo cual motivó al demandante a denunciar un yerro fáctico por falso raciocinio.

Es sabido que por regla general al indicio se llega mediante un proceso lógico deductivo. A partir de una regla de la experiencia
y la comprobación de un hecho indicador, se infiere la existencia de otro, y en este caso, para los juzgadores de las
manifestaciones de los declarantes surgían “indicios anteriores a la comisión del injusto” que permitían predicar la
responsabilidad del enjuiciado en el delito de terrorismo.

Sin embargo, no se tomó únicamente el eje común de los deponentes, como ex miembros de las FARC, de dar cuenta de la
pertenencia de M. A. a esa organización subversiva, porque también se tuvo en cuenta que indicaron que él se desempeñaba
como “explosivista”, y es en este último aspecto en que se advierte el desafuero intelectivo judicial, porque se asumió que tal
condición lo llevaba necesariamente a ser el autor de los atentados terroristas, cuando no mediaba prueba si tal calidad al
interior de la agrupación estaba relacionada con quien conseguía los materiales o sustancias explosivas, preparaba los artefactos,
los activaba, etc.

Dada la unidad de prueba que medió en la investigación por los dos ilícitos endilgados al procesado se ahondó en el delito de
rebelión, desatendiendo el concerniente al terrorismo, porque no se precisaron aspectos de los atentados, autoría, partícipes,
sustancia empleada, cantidad de la misma, estragos causados, etc.

Incluso, si bien en la calificación sumarial se delimitaron tres atentados terroristas “al edificio inteligente de Chambacú,
Merquefácil e instalaciones de Electrocosta”, de esta última sede no hay claridad ya que indistintamente se menciona el ataque
perpetrado a una torre de interconexión eléctrica, así como los realizados al interior de la subestaciones eléctricas del barrio
Manga, otra de la zona industrial de Mamonal, así como del barrio la Ternera.
Aunque los declarantes M. Z. M., H. L. F. y V. B. M. relacionan a alias “J. E.” con el atentado al edificio inteligente Chambacú,
se anula la verificabilidad del indicio de responsabilidad la imprecisión latente en el expediente ya que no se aclararon
circunstancias modales y temporales del mismo.

Igual vacío se advierte en relación con las tiendas Merquefácil, en tanto no se precisó su ubicación, tiempo de ocurrencia, si se
trató de atentados terroristas a cajeros electrónicos a su interior, afectaciones, etc.

En ese sentido, se debilita la concordancia que debe caracterizar la coexistencia de indicios, esto es, que los hechos inferidos
guarden armonía entre sí como partes que integran un mismo fenómeno Lo mismo ocurre con su convergencia en tanto impide
arribar a una cabal y contundente conclusión que M. A. fue quien accionó los artefactos explosivos.

Subsistiría el indicio de pertenencia al grupo alzado en armas, no obstante, de esa sola membresía no es posible válidamente
afirmar que el enjuiciado debe responder por el delito atentatorio de la seguridad pública, porque frisaría con el proscrito derecho
penal de autor, en el cual no tiene incidencia lo que las personas son, sino lo que hacen, por eso en CSJ SP, 10 jun. 2015, rad.
40478 se indicó:
“(...) el sistema de protección de los bienes jurídicos inmanentes al mismo [Estado social de derecho] está sustentado
en el principio de derecho penal de acto, por virtud del cual la condición de punible de una hipótesis normativa
tiene como exclusivo fundamento el concreto hecho (como sinónimo de acción u omisión humana) del sujeto en la
ejecución de un comportamiento previsto como delito, y la correlativa sanción también tiene a la vez como sustento
solamente ese hecho individual.
Es por lo anterior que esta corporación tiene establecida una inveterada, pacífica y reiterada línea jurisprudencial, según la cual,
de la misma manera que la demostración de antecedentes conductuales positivos del procesado no es idónea para sustentar la
ausencia de responsabilidad frente a la imputación de una conducta punible(3), la acreditación de anotaciones negativas similares o
no al comportamiento atribuido, anteriores, concomitantes o posteriores a este, tampoco es eficaz para, con base en un aparente
perfil antisocial del implicado, asegurar su compromiso en el delito endilgado (4) en ausencia de otros elementos que de manera
efectiva lo comprometan, pues valoraciones de ese calado constituyen una inaceptable manifestación del proscrito derecho penal
de autor, en desmedro de su par opuesto, el derecho penal de acto”.
Para la Corte el error apreciativo se advierte al partir el tribunal de la premisa relacionada con que M. A. pertenecía al
grupo guerrillero de las FARC, para llegar por esa vía a la conclusión que tuvo participación directa en los atentados terroristas,
porque se edificó la equivocada regla de la experiencia según la cual, siempre o casi siempre que el sujeto hace parte de un grupo
alzado en armas indefectiblemente participa en los actos violentos que despliega esa agrupación.
Hay que recordar que el derecho fundamental a la presunción de inocencia implica no considerar culpable a la persona
hasta que mediante una sentencia en firme se declare cabalmente su responsabilidad penal. Por ser una presunción iuris
tamtum puede derruirse mediante prueba de cargo que obviamente apunte a acreditar tanto la ocurrencia fáctica, como la ligazón
jurídica con el procesado, y aquí la razón le asiste al demandante cuando repara en la construcción indiciaria, porque claramente
no puede decirse que de los hechos indicadores surge como vínculo indisoluble del compromiso directo del procesado en el delito
de terrorismo.
Así las cosas, se corrobora la violación de la ley sustantiva mediada por yerros probatorios, ya que es patente el error fáctico
por falso raciocinio en la estructuración del nexo inferencial y en la fuerza de convicción de la prueba circunstancial,
porque, se insiste, es tenue el nivel de probabilidad o posibilidad que por la simple pertenencia del procesado a la agrupación
guerrillera se le pueda catalogar como la persona que activó artefactos explosivos en las instalaciones de Electrocosta, en el
edifico inteligente Chambacú y en Merquefácil para los años 2002 y 2003 en la ciudad de Cartagena.
En estas condiciones no queda alternativa distinta que dar aplicación al principio de resolución de duda que apareja la obligación
del juzgador de absolver al enjuiciado cuando al no tener la convicción de su responsabilidad, se encuentre ante el estado de
incertidumbre.
Por lo tanto, ante la prosperidad del cargo casacional formulado por el defensor de F. M. A., avalado por el representante del
Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia en apego al principio de resolución de duda casará la sentencia condenatoria
de segundo grado emitida en contra de aquel como coautor del delito de terrorismo, en su lugar, proferirá decisión absolutoria.
RESUELVE:
1. CASAR la sentencia de 16 de julio de 2014 emitida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena que condenó a
F. M. A. como coautor del delito de terrorismo.
2. ABSOLVER, como consecuencia de lo anterior, a F. M. A. del citado delito.
3. DISPONER que la Secretaría de la Sala cancele la orden de captura.
4. DISPONER que el juez de primer grado cancele los registros y anotaciones que contra el procesado haya originado este
diligenciamiento. WILSON CHARRIS
Artículo 343. Terrorismo
El que provoque o mantenga en estado de zozobra o terror a la población o a un sector de ella, mediante actos que pongan en
peligro la vida, la integridad física o la libertad de las personas o las edificaciones o medios de comunicación, transporte,
procesamiento o conducción de fluidos o fuerzas motrices, valiéndose de medios capaces de causar estragos, incurrirá en prisión
de ciento sesenta (160) a doscientos setenta (270) meses y multa de mil trescientos treinta y tres punto treinta y tres (1.333.33) a
quince mil (15.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes, sin perjuicio de la pena que le corresponda por los demás delitos
que se ocasionen con esta conducta.

Si el estado de zozobra o terror es provocado mediante llamada telefónica, cinta magnetofónica, video, casete o escrito anónimo,
la pena será de treinta y dos (32) a noventa (90) meses y la multa de ciento treinta y tres punto treinta y tres (133.33) a setecientos
cincuenta (750) Salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Elementos del tipo penal

Conducta: Mera actividad, no requiere un resultado material específico.

Bien Jurídico: Seguridad Pública.

Elemento Normativo: provoque o mantenga en estado de zozobra

Elemento Subjetivo: No contempla. (Fin terrorista) antes si existía

Sujeto Activo: Indeterminado.

Sujeto Pasivo: La Población porque es a ella a la que se le provoca o mantiene en zozobra o terror y el Estado, porque él es el
responsable de la Seguridad Publica.

Verbos Rectores: Provoque, Mantenga

Agravantes: Articulo 344

1. Se hiciere copartícipe en la comisión del delito a menor de dieciocho (18) años;

2. Se asalten o se tomen instalaciones de la Fuerza Pública, de los cuerpos de seguridad del Estado o sedes diplomáticas o
consulares.

3. La conducta se ejecute para impedir o alterar el normal desarrollo de certámenes democráticos;

4. El autor o partícipe sea miembro de la Fuerza Pública o de organismo de seguridad del Estado
5. Cuando la conducta recaiga sobre persona internacionalmente protegida diferente de las señaladas en el título II de este Libro, o
agentes diplomáticos de conformidad con los Tratados y Convenios Internacionales ratificados por Colombia, o se afecten
edificaciones de países amigos o se perturben las relaciones internacionales.

Concurso: Es un delito autónomo concursa con otros delitos, como aquellos que son resultado de su materialización efectiva
ejemplo: Homicidio, lesiones personales o daño en bien ajeno.

Modalidad: Dolo

Tentativa: No Admite
https://www.unodc.org/documents/terrorism/Publications/Colombia_Legal%20Guide/GLFTweb_Spanish.pdf

Sentencia de 7 de mayo de 2010, rad. 31510, M.P. Augusto J. Ibáñez Guzmán

En punto de tipicidad objetiva y antijuridicidad formal y material para la consumación de la conducta punible de terrorismo no se
requiere que el medio con capacidad dañina efectivamente genere un daño concreto, pues la conducta se agota cuando se
provoca o mantiene en zozobra o terror a la población.

En verdad, en sede de tipicidad es claro que los resultados de la acción destructiva, son indiferentes para configurar el delito de
terrorismo porque según sea el caso, esos concretos comportamientos vendrían a constituir ilícitos autónomos que deben ser
deducidos bajo la figura del concurso heterogéneo de conductas punibles entre terrorismo y por ejemplo, homicidio,
lesiones personales, daño en bien ajeno, etc.

Cfr. LEONARDO CRUZ BOLÍVAR. “Delitos contra la seguridad pública” en Lecciones de derecho penal. Parte especial,
Universidad Externado de Colombia, 2ª edición, Bogotá, 2011, pp. 747 – 749.

La redacción actual del tipo penal, que eliminó el ingrediente subjetivo –cuya presencia se exigía expresamente en la previsión
contenida en el Código Penal de 1980-, ha sido criticada por un sector de la doctrina en atención a que, se aduce, desconoce la
esencia del terrorismo, que es precisamente actuar con la finalidad de poner en tal estado de zozobra a la población, por lo cual se
ha planteado que, bajo la consideración de un elemento subjetivo implícito, debe desecharse la adecuación de la conducta al tipo
objetivo en casos en que no se persiga ese particular propósito.

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