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H.

CONGRESO DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE


OCAMPO
SEPTUAGÉSIMA PRIMERA LEGISLATURA

Con su permiso, Diputado Presidente;


Compañeras y compañeros legisladores;
Representantes de los medios de comunicación

Es digno de encomio y orgullo, el poder subir a esta tribuna para

conmemorar el quincuagésimo sexto aniversario del voto de la mujer en México,

no obstante de estar muy cerca de cumplir ya seis décadas, aún resulta evidente
que a pesar de que las leyes garantizan la equidad y la participación en la vida

política, social, económica y cultural del país para nosotras, el esfuerzo ha sido

insuficiente.

Muchos se presumen fieles al método democrático, pero que con respecto a

la igualdad, se afirman y se detienen en ésta frente a la ley.

A pesar de un esfuerzo continuo por lograr una equidad de género objetiva


y que se ve reflejada más allá de posturas jurídicas, el sentimiento debe trascender

de lo legal, esto es, aterrizarlo en los patrones de conducta culturales, en el

quehacer de lo cotidiano y lo social.

Es así, como antropólogos, sociólogos, psicólogos sociales, filósofos de la

cultura y demás profesionales en el área que, mediante estudios de carácter

científico, logran hacer una distinción biológica y cultural entre sexo y género.

Para ellos, resulta obligado plantear la siguiente interrogante: ¿Hasta qué

punto las diferencias en el comportamiento de mujeres y hombres son producto

del sexo más que del género?

Mientras que sexo hace alusión a las diferencias físicas, género alude a las
de tipo psicológico, social y cultural entre mujeres y hombres. La distinción entre

sexo y género es fundamental, ya que muchas diferencias entre mujeres y varones

no tienen un origen biológico.

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Y es precisamente sobre esta diferenciación que me gustaría apuntar a

patrones culturales que de forma común no se logran percibir y que permanecen

incrustados, cual lastre, en el día a día de las mujeres.

Es verdad, es innegable que no existe ningún aspecto de la existencia,

ningún momento del día, ningún contacto, ninguna gestión, ninguna respuesta

que no sea distinta entre las mujeres y los hombres, el problema es cuando éstas

tienden a vulnerar los derechos de las personas, en específico los de nosotras las
mujeres.

El fondo de este planteamiento, es reconocer que culturalmente jugamos un

rol que provoca que nuestras actitudes sean clasificadas como pertenecientes a un
género en particular. Los seres humanos somos una especie en constante

desarrollo que nos permite adaptarnos al contexto en que nos desenvolvemos,

debemos entonces hacer un análisis real y reconocer que, en tanto no admitamos

que nuestras conductas, nuestro pensamiento y nuestras actitudes no estén


encaminadas al reconocimiento de una igualdad real, el trabajo legislativo,

administrativo y cualquier política pública orientada a eliminarlo será en vano.

Ciertamente, se han logrado avances en México y el mundo, en lo político,


cultural y social, desde mujeres profesionistas, luchadoras sociales, secretarias de

estado, presidentas, premios Nobel y del que vale destacar la reciente primera

mujer ganadora de este baluarte en el rubro de economía, pero aún queda

bastante para rebasar la imagen que de nosotras se tiene, que casi nunca

corresponda a la que es.

Los espacios por conquistar son aún muchos a pesar del compromiso

manifestado por todos en este trabajo común, debemos entender, como mujeres,

que gran parte de nuestro trabajo consiste en revisar y transformar los sistemas
que por inercia nos detienen, sistemas que, aun intentamos desaparecer, se

autoregeneran y avivan con mayor fuerza en el intento de continuar con una

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opresión constante hacia nosotras. No dejemos en texto lo que deseamos lograr,

no nos permitamos vacilar, actuemos vigorosamente para lograr mantener y

avanzar, en esta batalla que nos ha tocado liderar.

Los procesos democráticos por los que hemos evolucionado han permitido

construir escenarios en que se gestan personas, sobre todo mujeres como ya

hemos visto, cada vez más ávidas por lograr condiciones en que seamos

reconocidas como capaces dentro de diversas actividades de desarrollo de la vida


pública, situación que nos obliga a trabajar incesante y arduamente si es que no

queremos perder lo conseguido hasta ahora.

Palacio del Poder Legislativo, Morelia, Michoacán a los 15 días del mes de
octubre de 2009

Es cuanto, Diputado Presidente.

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