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Nombre del curso: Paradigmas y tendencias en pedagogía y educación

Docente: Dora Elena Velásquez Orrego


Estudiante: Juan Daniel Causil Orrego

Reseña del artículo “La educación como derecho en los tratados


internacionales: una lectura desde la educación inclusiva”
El artículo que presenta la Dra. María Montanchez, docente-Investigadora de la facultad de
educación de la Universidad Católica de Cuenca, surge como producto de una tesis
doctoral. En este artículo presenta una revisión teórica sobre la educación vista como un
derecho; premisa que, para la autora del texto, supone una educación inclusiva, la cual es
justificada, reflexionada y defendida por los tratados internacionales. Es a partir de estos
desde donde comenzará su reflexión, para posteriormente exponer la evolución de la
educación inclusiva en tanto concepto y concluir con la necesidad de una escuela inclusiva,
es decir, una escuela con calidad que defiende tanto los derechos humanos como la
igualdad de oportunidades.
María Montanchez nos presenta en primer lugar una tabla cronológica de las declaraciones,
pactos y convenciones concernientes a la educación, comenzando por la Declaración
Universal De Los Derechos Humanos (1948) donde el objetivo principal era garantizar el
derecho a la educación como derecho fundamental. De hecho, nos comenta el artículo 26
del mismo, haciendo hincapié en tres puntos, a saber, la educación gratuita (al menos en los
grados elementales); la educación tiene como fin el desarrollo de la personalidad humana y
el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales y la
posibilidad de escoger el centro educativo por parte de los padres. Reforzando esto, nos
dirá María Montanchez, le seguirá la Declaración de los Derechos del niño, observando que
la educación es uno de sus derechos y, que, por lo tanto, debe ser gratuita y en igualdad de
condiciones. La cronología se extenderá hasta el 2006 con la Convención de los Derechos
de las personas con discapacidad; esto ultimo va a ser transversal en el resto del escrito,
pues la educación inclusiva debe integrar (y acoger) a aquellos que cuentan con
incapacidades, o simplemente son de diferentes culturas. He ahí el verdadero motivo de
sustentar la educación a través de los tratados internacionales, pues además de reconocer la
educación como derecho, compromete una sociedad donde se fomente la tolerancia, y el
respeto:
Es indispensable que la persona sea reconocida en la vida cultural de la sociedad donde
convive. Se recalca este valor, porque dentro de grupos minoritarios, es la educación el
pilar necesario para poder comunicarse y poder compartir las creencias e ideologías de cada
grupo […] por lo que la educación además de ser un derecho es un instrumento liberador
que ayuda a promover una cultura de respeto a los Derechos humanos y con ello un futuro
más digno (Montanchez, 2015 p. 246)

De esto se desprende la pertinencia del segundo momento en el artículo de María


Montanchez, a saber, la evolución del concepto de Educación Inclusiva. La autora
expondrá genealógicamente a la educación, partiendo de su punto más incipiente hasta el
actual; cada momento histórico es identificado bajo dos conceptos. Montanchez parece ver
en el desarrollo de la historia un progreso en los criterios educativos, y por esto mismo los
primeros momentos son más sesgados que el actual. Cabe resaltar que a cada momento
histórico le concierne un modelo pedagógico y un curriculum. Siendo así las cosas el
primer momento, es decir, el más incipiente, se ubica en el S. XIX, y está caracterizado por
un modelo médico donde se separa persona y sociedad y donde las personas eran
catalogadas como “enfermas permanentes” (Montanchez, 2015 p. 250); el segundo
momento se ubica a fines del S. XIX e inicios del S. XX, y está caracterizado por un
modelo psicológico, y contiene un curriculum diferente para los que son, valga la
redundancia, diferentes. Los dos periodos históricos de la educación que le siguen se ubican
igualmente en el S. XX, comparten el mismo modelo pedagógico, el sociológico, pero su
curriculum varía: el que sucede al modelo diferente para los diferentes, crea una doble
enseñanza y un doble curriculum: uno general y uno particular. El último tiene un
curriculum igual para todos. A partir de aquí la educación debe tener conciencia social,
todo niño debe ser educado independientemente de sus capacidades, y por lo tanto debe ser
incluido. Cabe señalar que, tal como lo presenta la autora del artículo, inclusión difiere de
integración. Para María Montanchez (2015)
Integración significa únicamente “integrar” a las personas especiales pero aislada del resto
coexistiendo en un mismo lugar, mientras que, la inclusión significa que todas las personas
convivan en armonía sin exclusiones de ningún tipo (p. 253).

Esto conlleva al último momento presentado por la autora del artículo, a saber, presentar la
escuela como un espacio que promueve tanto los derechos humanos como la igualdad de
oportunidades. Para lograr esto se debe incluir en la enseñanza de todos los alumnos la
necesidad de respetar las diferencias existentes entre todos, ya sea por género, procedencia
o capacidad. Esto solo se logra a través de la escuela inclusiva que exige una serie de
cambios no solo a nivel institucional, sino también la participación de familiares,
profesionales, y el entorno. La educación, concluye, adquiere igual relevancia a los
derechos humanos, pues en este sentido es el motor del desarrollo personal y social.

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