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RIVISTA STORICA DELL'ANTICHITÁ

DIRETTORE
GIANCARLO SUSINI
CONDIRETTORE
GIOV ANNI BRIZZI

ANNO XXIX 1 1999

Estratto

PÁTRON EDITORE
BOLOGNA 1999
ALICIA CANTO

/LORCI, SC/PIONIS ROGUS (PLINIO, NH III, 9)


Y ALGUNOS PROBLEMAS DE LA SEGUNDA
GUERRA PÚNICA EN HISPANIA

l. La trágica muerte de Cneo Cornelio Escipión durante la Segunda


Guerra Púnica en Hispania

El exterminio en Hispania de los dos hermanos Escipiones, en el año


211 a.C., fue considerado entre los propios romanos como uno de sus
1
más grandes desastres, a la altura de Cannae o de Farsalia • La narración
de la penosa muerte, en ese año, del famoso general republicano Cneo
Cornelio Escipión Calvo, cónsul en el 222 a.C. y tío paterno del más
tarde llamado «Africano Mayor», es así relatada por distintos autores
2
antiguos durante el transcurso general de la Segunda Guerra Púnica

1
V AL. MAX., IX, 11 , extr. 4: Destaca, por este orden: la conquista de Roma por los
galos, la matanza de los Fabios, la jornada de Allia, el exterminio de los Escipiones en
España, las batallas del lago Trasimeno y de Cannae, y las carnicerías civiles de Phar-
salos y Philippoi.
2
En cuanto al debate concreto que aquí trato, el último y - aunque breve - bien
documentado trabajo que conozco es el de G.K. Tipps (1991). En cuanto a análisis de
conjunto de este período bélico, junto a otras obras que se citan en la nota 4 e infra, el
más reciente y documentado puede verse en la monografía de G. Brizzi (1997: cap. IX,
187-206), con amplísima bibliografía en sus pp. 492-507 (para lo hispano, p. 505); este
autor dedica buena parte de su interés a los desastres simultáneos a manos de Aníbal en
la propia Italia. Como varios autores han visto bien (cf. infra), posiblemente fueron los
Escipiones desde Hispania los que lograron que Italia no cayera definitivamente en
manos de Cartago.
128 ALICIA CANTO

3
(218-206 a.C.). Tito Livio es el que cuenta con más detalle (y con notas
descriptivas realmente emocionantes) esta desgraciada campaña, a la que
también se refieren de forma más general Polibio (fragmentariamente) y
(con menos detalles) Apiano. Debido a ser un episodio notable de la
propia Historia de Roma, la bibliografía moderna que ha tenido que
pronunciarse sobre los escenarios hispanos de aquél es relativamente
4
amplia •
En el 214 a.C. acababan de llegar a Hispania nuevos generales de
Cartago -los también hermanos (y de Aníbal), hijos de Amílcar, Asdrúbal
y Magón, y Asdrúbal hijo de Giscón -,con más hombres y más elefantes 5 ,
lo cual hizo las cosas más difíciles para los dos Escipiones, «dos rayos
del imperio6 », que asimismo actuaban aquí, con mandatos prorrogados
desde el218 a.C. 7 , primero con Publio como procónsul (el primer año in

3
He utilizado la excelente edición comentada de W. Weissemborn y H.J. Müller,
Dublín, 1895 (reed. 1968).
4
Para textos literarios sobre Hispania en este período, véase A. Schulten ( 1935, ci t.
en adelante FHA III). No he podido utilizar la obra, muy antigua, referida allí por él
(p. 56), de E. Genzken (1879). Para ambos generales, sobre todo RE, s. vv. y T.R .S.
Broughton (1960: t. I, 274 ss.). Para un resumen y análisis de la campaña, vide G. De
Sanctis (1967-1970: t. III.2 [1968], 431-433); M. Cary y H.H. Scullard (1975 : 133 -1 34)
y H.H. Scullard (1980: 212-215, 226-229 y su mapa de la p. 314). Este mismo autor
(1951: espec. su cap. III) destiló también, con un delicado análisis, los aspectos políticos
de la guerra, y trató de ambos Escipiones, como precedentes del Africano Mayor, en otra
monografía (1970: 27 y 33 ss.). Entre las historias generales, destaco la Cambridge
Ancient History, t. VIII (B .L. Hallward,: 1930 y 1981 : cap. IX) y J. Bri scoe (1989:
44-80); la de J.M. Roldán, (1981: espec. 254-256) y la obra dirigida por C. Nicolet,
(1984: t. 2, 491-492), más las obras de conjunto de VV.AA. : Punic Wars (1989) y The
Second Punic War. A Reappraisal (1996) . Desde el punto de vista militar, ha de verse la
de Y. Le Bohec (1996). Entre las dedicadas a Hispania, J.M" Blázquez, (1974: 111-1 20)
y J.M. Roldán, (1978, 15-49). Este autor ha tratado el asunto más recientemente, aunque
de forma más divulgativa (1997: 271-279). Los textos para el año 217 concretamente:
FHA, cit., 66 ss.
5
Para un cálculo de las tropas cartaginesas, vid. p. ej. los de O. Meltzer (1 913 :
t. III, 495-497) o Y. Le Bohec (1996: 144).
6
Así, duo fulmina nostri imperii, les llamó Cicerón (pro Balb., 34), aunque algún
autor, como B.L. Hallward, (1939: 70), les ha adosado el de fulmina belli, que Virgi1io
y otros aplicaron a la siguiente generación de Escipiones; con las referencias en G.K.
Tipps, (1991: 81 con nota 2).
7
Publio (cos. 218), desviado desde Marsella al Po, no llega a pisar la península
efectivamente hasta el 217 a.C., y es Cneo quien obtiene los primeros avances y victorias:
Livio, XXI, 60-61 y XXII, 19-20, Zonaras 9, 1 (aunque para Apiano, lber., XV, 57, <<no
hizo nada que valga la pena de ser señalado»). A pesar de que Livio expresamente dice
(XXII, 20) que en el217 Cneo, confiado por los acuerdos cerrados con ultimae Hispaniae
Ilorci, Scipionis rogus 129

absentia) y Cneo como su legado y, seguramente a partir del 217, cada


uno con su propio mandato imperatorio de rango consular8 •
Livio menciona, entre el214 y el211 a.C., asedios y batallas, avances
y retrocesos, en tomo a topónimos como Castrum Album, Mons Victoriae,
9 10
Castulo , Iliturgi , Bigerra , Munda , Auringi, Saguntum y <<Amtorgis».
Los nombres mejor localizados apuntan, pues, a acciones entre Sagunto
(base romana desde su liberación por ambos hermanos, en el212 a.C. 11 )

legati, se atrevió a avanzar hasta el saltus Castulonensis, y de que un autor propúnico


como Sosylos no tendría por qué inventarse lo contrario, Schulten (1935: 66), prestando
más crédito a Polibio (3 , 97, 5), niega que los romanos hubieran por entonces siquiera
sobrepasado el río Ebro.
8
La situación de delegación continuada de Publio sobre Cneo, que muchos autores
parecen admitir, por ejemplo, J.S. Richardson (1986: 36 y 41 : hasta el 212 a.C.) o, más
recientemente, M . Salinas de Frías (1995, 24) no es sin embargo nada común, puesto que
Cneo era el hermano mayor y el senior como cónsul (222 a.C.), de forma que ello debió
de ser así sólo durante el 218 a.C. (Livio, XXI, 40, 3 y Apiano, lber., XIV, 54: presbéutes).
N. S. Rosenstein (1990: 118 con nota 7) cita a ambos como procónsules, pero en su
apéndice (p. 204) incluye cautamente a Cneo entre los <<men of consular rank in com-
mand of arrnies>>. Para Roddaz (1998: 343), Cneo sería, desde el 217, un simple privatus
cum imperio. Combinando parte de lo anotado por J.S. Richardson (1986: 41 y nota 45 :
recuerda que Livio llama a Cneo imperator tres veces, y que, para el año 212 a.C. [Livio,
XXV, 3, 6) , Hispaniae P. et Cn. Corneliis), que también es comentado por J.-M. Roddaz
(aunque éste no cree en la existencia para entonces de dos provincias), me parece mejor
pensar que cada hermano tenía, desde el 217, una provincia hispana bajo su mando.
Quizá en estos años (cuando nada de la futura Hispania Ulterior se controlaba aún) tales
<<provincias>> fueran la marítima y la terrestre (la marítima a las órdenes de Publio, cf.
infra la nota 16) o bien, con una divisoria cambiante en función de las conquistas, como
pudieron ser al principio el río Hiberum (Ebro) y más tarde, desde 212, el Suero (Júcar),
junto a Sagunto.
9
Para este topónimo recordó A. Schulten la Bigérra bastetana de Ptolomeo (II, 6,
60) y ofreció dos posibilidades: Becena, 10 km al N de Acci (Guadix, GR) y Bigerra, al
SO. de Albacete. Cabría aún recordar Bogarra (AB) o el mismo Peal de Beceno, en la
Siena de Cazarla, que se acomoda mejor al escenario general.
10
Hubo en la península varios ríos y ciudades con éste o similar topónimo, y no hay
necesidad de recurrir, como se viene haciendo, a la célebre y desconocida Munda
pompeyana. En este caso concreto, de la Siena de Segura parte también el río Mundo,
que da nombre a las crestas hoy llamadas <<Calar del Mundo>>. Parece lógico pensar que
esta otra Munda se ubicara por esta zona.
11
De forma que la célebre inscripción C/L, II, 3836 (P. Scipioni cos. imp. ob
restitutam Saguntum ex s.c. bello Punico secundo), que A. Schulten (FHA III: 86), como
casi todos los autores modernos, toma como homenaje de la ciudad al joven Publio
Escipión <<el Africano>> , en realidad me lo parece a uno de los dos fulmina que de verdad
la liberaron en el 212 (mientras el joven Escipión, además, no fue cónsul hasta el 205
a.C.). Otra basa similar, pero fragmentaria, aparecida más recientemente (C/L, II.2, fase.
130 ALICIA CANTO

12
y la cabecera del Guadalquivir , desde donde además los romanos podían,
en caso de urgencia, retroceder buscando la seguridad de las bases roma-
13
nas (desde Saguntum hasta Tarraco y Emporiae ).
La insistencia de asedios, defensas, ataques y pactos inestables en
torno al área de Iliturgi y Castulo (Menjíbar y c. Linares, J.), ciudades
ambas que, en muy comprometida situación, van turnando su fidelidad a
ambos contendientes, sugiere en primer lugar que la posición clave en
disputa en estos años eran las poderosas minas de plata y plomo de esta
zona alta jienense, cuyo control definitivo, aparte de un gran alivio eco-
nómico14, permitiría a Roma- pero sólo una década más tarde- el paso

14, 327), debe ser su pareja, dedicada al segundo libertador, Cneo. Es muy significativo
que Livio, al relatar el hecho (XXIV, 42, 9-11 ), use exactamente el mismo verbo que se
utiliza en estos epígrafes: Saguntum oppidum... cultoribus antiquis ... restituerunt.
12 En este punto merece la pena recordar una extraña noticia: La periocha del libro
XXIV de Livio afirma que, en el año 213 a.C., el rey númida Syphax, victus (por
Masinisa), in Hispaniam ad Scipionem cum magna manu transiit contra Gades, ubi
angusto freto Africa et Hispania dirimuntur, pues había llegado a un pacto de amistad con
ambos Escipiones. Esto se contradice en el propio libro XXIV (49, 6), según el cual la
llegada otra vez de Masinisa impide a Syphax cruzar efectivamente a España. Sin
embargo, veo que Silio Itálico (Pun. XVI, 193-197), cuando hace a Syphax, años
después, anfitrión de Escipión el Joven y de Aníbal, recuerda al romano cuando, estando
de visita en Gades, tuvo ocasión de trabar conocimiento y amistad con su padre y su tío,
magnos vicina adfl.umina Baetis ductores (verso 196). No creo que puedan apoyarse uno
y otro texto, pues en Silio Syphax no habla sino de una visita casi turística, <<para estudiar
el océano y sus mareas». Quizá más bien, con ocasión de ir a Gades, Syphax subiera por
el río para conocer efectivamente a los dos famosos hermanos, a los que hizo obsequios.
El episodio sería anterior a las hostilidades, cuando casi todo estaba tranquilo en Hispa-
nía y se usaba preferentemente de la diplomacia (Livio XXV, 32: «Hacía dos años [213-
211 a.C.] que no había pasado nada memorable en España, y la política tenía más parte
que las armas en las operaciones militares ...»). En su edición, J.D. Duff (p. 401 ) traduce
« ...I beheld the great Roman generals, encamped hard by on the river Baetis ...>>, pero más
bien creo que debe ser ad vicinafl.umina Baetis (gen.), es decir, «junto a los ríos próximos
al Betis>>. Esto encajaría perfectamente con sus acampamientos cerca de Cástulo (por
entonces aliada de Roma), que está sobre el Guadalimar.
13
Véanse para el estudio arqueológico de este tenitorio durante esta guena los
trabajos de A. Oliver Foix y de P. Guérin, H. Bonet y C. Mata en: VV.AA., 1989: 205 ss.
y 193 ss. respectivamente. Estos últimos documentan hasta en seis yacimientos del valle
bajo del Turia, entre 220 y 180 a.C., niveles de una o varias destrucciones violentas,
asociados a la cerámica campaniense A antigua.
14 Después de los éxitos del verano del 215 a.C., ambos Escipiones se quejaron a
Roma de que les faltaba dinero para mantener Jos salarios, armamento y víveres del
ejército y las flotas aliadas (Livio, XXIII, 48), solicitando se arbitrara un modo para
obtenerlo del erario o de los propios hispanos. Pero otros frentes abiertos o por abrir,
como .Macedonia, Sicilia y Cerdeña, hacían aconsejable no exprimir los ingresos tribu-
Ilorci, Scipionis rogus 131

hacia el Sur, hacia la fértil Turdetania - con las minas del complejo
onubense- y, por el Norte, hacia la Baeturia minera, también en manos
cartaginesas, y donde estaban las llaves hacia el mercurio y el estaño 15 •
Tampoco me parece desdeñable (aunque no suele invocarse), la extraor-
dinaria potencia forestal de los enclaves próximos de Sierra Morena y de
las Sierras de Cazarla y Segura, si se tiene en cuenta la objetiva y urgente
necesidad de madera y cordajes que en estos años tenían las dos flotas
en guerra 16 •
Pero al mismo tiempo este reiterativo escenario (fig. 1) sugiere otra
estrategia, que explica la relativamente limitada expansión romana en
estos años 215-212 a.C. , sin cruzar nunca el gran Baetis. Porque, en
efecto, la misión principal de los Escipiones no era siquiera el dominio
de la riquezas mineras: Si nos fiamos del relato liviano, y de la propia
lógica, lo que les preocupaba de verdad era el tener cortado el paso de
Asdrúbal con más tropas cartaginesas desde España hacia Italia. De
hecho, esta idea está ya presente en el 215 a.C., cuando se le interponen
en Dertosa, en las bocas del Ebro: ... si Hannibali ... Hasdrubal dux atque
Hispaniensis exercitus esset iunctus, illum finem Romani imperii fore ...
17
(LIVIO, XXIII, 28, 7), y no variaría con el tiempo •
En otro autor, Zonaras (9, 3) se transparentan, también en el 215, las
estrategias de ambos contendientes: «... (los cartagineses) estimando más
importante socorrer a Asdrúbal que a Aníbal, y temiendo que los Esci-

tarios, por lo que se ideó en Roma sacar a concurso público entre compañías particulares
(párr. 49) los suministros necesarios. Con esto se pudo continuar la guerra en España,
pero estas caritates patriae debían ser reembolsadas, y ello debió suponer alguna presión
sobre ambos responsables de la guerra en Hispania.
15
Las necesidades de hierro para la forja de armas debían de tenerlas bien cubiertas
gracias a las siderurgias del NE hispano y, a partir del 212, a las saguntinas.
16
De hecho, en el reparto de su mando conjunto, Publio era el almirante de la
escuadra de Hispania, y Cneo el comandante de las fuerzas de tierra (Livio, XXIII, 26:
P et Cn. Scipionibus ínter se partitis copiis, ut Cnaeus terra, Publius navibus rem
gereret... ). Cl. Nicolet, op. cit. en nota 3, p. 493, aunque de manera general, sí anotaba
la necesidad de efectuar trabajos monográficos sobre estos aspectos del abastecimiento
de productos esenciales (que por lo que sé en el caso de Hispania siguen pendientes de
hacer).
17
Permanece fija en el 212-211 a.C. (Livio XXV, 32, 2): ... quando ad id locorum
id modo actum esset, ut Hasdrubalem tendentem in ltaliam retinerent... Por eso no les
importaba tener largos períodos de inactividad militar, dedicados a la diplomacia, al
entrenamiento de las tropas, o a la simple espera. La idea, entre otros, en J.M. Roldán:
<< •••siéndoles más importante mantener la situación inestable y atar con ello a los carta-
gineses en Hispania» (1978: 41) y J.S . Richardson (1986 : 40).
132 ALICIA CANTO

piones iniciasen el paso a África ... enviaron la mayor parte de sus fuerzas
a Hispania a las órdenes de Magón ... », y en cambio, « ... los Escipiones,
al saber esto, evitaron combatir, para que Asdrúbal no pudiese pasar a
Italia si por un azar vencía ... ». De forma que el control de la posición de
paso en ambas direcciones resultaba verdaderamente capital para ambos
ejércitos, incluso a través de la inactividad y de la espera, procurando
cada ejército impedir la llegada del enemigo (o de refuerzos, en el caso
18
de Aníbal) a sus respectivas lejanas patrias • También la estrategia naval
19
tuvo el mismo propósito • Por ello me parece inverosímil que en estos
años ninguno de los Escipiones se moviera en ningún momento hacia la
Turdetania (concretamente hasta Urso y Munda, v. infra) , desde donde,
aparte de correr mayores peligros (toda la región estaba controlada por
Cartago ), no podían ceiTar a los púnicos el paso hacia la costa levantina
o los Pirineos.
La que sería postrera campaña de ambos hermanos, la de la prima-
vera-verano del año 211, se plantea, en cambio, con la determinación de
«acabar de una vez la guerra» 20 • Durante el invierno habían reclutado
21
(Livio XXV, 32), por segunda vez entre los romanos , 20.000 celtíberos
como mercenarios. Saliendo ambos de su base invernal (posiblemente de
la recién conquistada Sagunto22 ), marchan juntos hasta la ciudad de

18
Vid. FHA cit., 275. Muy bien visto también por M. Cary y H.H. Schullard: « ... they
had not only prevented the passage of reinforcements to Hannibal, but had diverted to
Spain succesive drafts of African troops, which might have had a decisive influence on
the war if they had found their way to ltaly after Cannae ... >> ( 1975: 133).
19
B. Rankov (en: VV.AA. , 1996: 53 y 56) demuestra bien lo esencial que fue para
Roma mantener las playas y los puertos de Levante bajo control para hacer imposible la
travesía, y cómo «Rome used her sea power in the Second Punic War essentially to block
invasion from Spain, from Africa through Sardinia and Sicily, and, at least initially, from
Greece .. . she controlled the landing places ... >> (p. 56).
20
Livio, ibid., 2-3: ... tempus esse id iam agi, ut bellum in Hispania finiretur. ..
21
Porque tanto el final del libro XXIV de Livio (49, 8), como su periocha ya
mencionaban expresamente lo mismo, pero para el año 213 a.C. (incluso si fuera e1212):
Id modo eius anni in Hispania ad memoriam insigne est, quod mercennarium militem in
castris neminem ante quam tum Celtiberos Romani habuerunt, y ... Celtiberi quoque in
amicitiam recepti sunt, quorum auxiliis adscitis tune primum mercennarium militem
Romana castra habuerunt. Parece que esta leva es anterior y no tan numerosa como la
del 211.
22
Parece obvio que es la toma de Sagunto lo que les anima a intentar al año siguiente
el avance. Pero, como bien dio a entender más tarde el Africano, ni siquiera eso era
suficiente garantía, sino sólo el disponer de la base de Carthago Nova. J.S. Richardson
(1986: 41 y nota 47) y J.-M. Roddaz, (1998 : nota 19), creyendo a Apiano (que, a mi
juicio, confunde simplemente los campamentos de invierno con los de campaña), piensan
Ilorci, Scipionis rogus 133

23
Amturgi , base del campamento de Asdrúbal, hijo de Arm1car, frente al
cual queda el legado Cneo con la mayor parte de los celtíberos24 , mientras
el procónsul Publio, con los otros dos tercios del ejército regular, com-
pletó los cinco días de marcha para quedar ante el grueso de las fuerzas
púnicas, al mando de Magón y de Asdrúbal, hijo de Giscón.
La noticia de Livio (ibid.) de que los romanos temían que este mayor
de los cuerpos cartagineses pudiera escapar y refugiarse «en bosques y
montañas impracticables» (in avios saltus montesque recipientes) ayuda
a apoyar la proximidad de su base, bien del entorno de Sierra Morena,
bien de las serranías de Cazorla-Segura-Mágina, todo ello en Jaén. Pero
a mi juicio es preferible la opción de Sierra Morena, ya que - sigue el
analista - así los Escipíadas «abrazaban a la vez la conquista de toda
Hispania» (totius simul Hispaniae amplecti bellum, ibid.) es decir, que
desde aquellas dos posiciones podían procurarse simultáneamente el paso:
1) hacia la Meseta y el valle medio e inferior del Baetis y 2) hacia el
núcleo de Carthago Nova. La primera posición de doble llave sólo con-
viene al área de Linares-Bailén-La Carolina-Menjíbar, es decir, la de
Iliturgi-Castulo (hacia donde años más tarde se disputaría la batalla de
Baecula).
Con ello cuadra también la noticia de Apiano (v. infra), que sitúa en
efecto a Publio en tomo a Cástulo y, así, habría que buscar Amturgi (y,
por tanto, la segunda posición clave) cerca de Cástulo - pero no mucho
- y sobre el mismo camino de Sagunto. En este sentido encuentro muy
acertada la idea de E. Thouvenot, seguida por P. Sillieres, según la cual
la colocación, más próxima - cerca de la Sierra de Segura - del segundo
Asdrúbal tendría como objeto proteger a su vez la ruta del valle del Tader

que los dos hermanos pasaron el invierno cerca de la Sierra de Segura (a Richardson, con
buen tino, Orso!Urso le parece <<too far west>>, y a Roddaz que querían extender el frente
al valle alto del Guadalquivir).
23
Amtorgi es el nominativo que me sugería, mejor que el clásico Amtorgis, la doble
mención liviana ad urbem Amtorgim (32, 5 y 9). Ignoro por qué Amtorgis se hizo fuerte
en la bibliografía, supongo que por simple crédito hacia Adolf Schulten, que así la llama
(FHA cit.: 90). Pero, por un lado, lo normal en estos nombres indígenas es su terminación
en - i y no en- is (como Iliturgi, lsturgi, Auringi, Oningi, lrni, Tagili, llorci, etc.), y, por
otro, la existencia de nombres próximos como lli-turgi o ls-turgi hacen en conjunto más
probable que su nombre real no fuera Amtorgis, sino Amturgi. Apoyaré más adelante esta
sugerencia mediante un oportuno hidrónimo.
24
Ambas decisiones se mostraron etTóneas: Ni debieron dividir sus fuerzas, ni dejar
una de ellas a merced de mercenarios extranjeros y recién reclutados. Livio toma esto
como un <<ejemplo memorable», que los romanos deberían tener bien presente de allí en
adelante (XXV, 33, 6).
134 ALICIA CANTO

o Segura, que conducía hasta la propia Carthago Nova, con su puerto, sus
5
graneros y el distrito minero surorientaf •
La llegada casi simultánea de refuerzos númidas y suesetanos al área
de Cástulo deja a Publio entre tres frentes, y, a pesar de su valiente y
temerario gesto de salir de noche al paso de los suesetanos, con infantes
26
y parte de sus tropas montadas , es rodeado por los tres ejércitos (sue-
setanos, númidas y cartagineses), alanceado gravemente y muerto, mien-
tras las tropas que mandaba son aniquiladas. Debió de interrumpirse la
comunicación entre los romanos, puesto que la noticia del desastre no
llegó a Cneo de inmediato. Esto requiere cierta distancia, pero no mucha,
como dije, puesto que los problemas para Cneo se desvelan cuando
«envía hombres por víveres al campamento de su hermano» (APIANO).
Así, además de las razones estratégicas principales que antes expuse,
parece muy improbable que, como siempre se supone, Cneo Escipión
estuviera acampado para pasar el invierno nada menos que a 250 km de
27
Cástulo, en la ciudad de Urso (Osuna, SE). Esto se ha dado por cierto
por el hecho de que Apiano (es de suponer que de su fuente, Polibio) cite
una ciudad llamada «Órso» como su base.
Pero no puede tratarse de la sevillana Osuna, puesto que ésta está en
plena Turdetania y por tanto en poder púnico hasta el 206 a.C., y tampoco
se cumplen en ella ninguna de las tres condiciones que antes cité, a partir
28
de Livio • Existe otra noticia indirecta que prueba la proximidad relativa
de ambos campamentos romanos: Puesto que los restos de la guarnición
dejada por Publio en su campamento-base (quizá en su mayor parte
infantería) tratan de alcanzar el de Cneo refugiándose in propinquas
silvas (LIVIO, XXV, 36, 12), puede deducirse que había próxima una zona
boscosa, atravesando la cual se podía alcanzar al segundo ejército roma-
no. De forma que tanto Amturgi como una segunda ciudad de nombre
Órso deben de encontrarse no lejos de Cástulo, más bien en, o al lado,
del curso alto del Baetis y próximas a las sierras de Cazorla y Segura. Por
la razón de estrategia cartaginesa antedicha (la defensa precautoria de la

25
E. Thouvenot, (1973: 84-86) y P. Sillieres, (1990: 549). Véanse supra e infra otros
apoyos para la misma idea.
26
Verosímilmente para proteger parte del ejército, provisiones y bagajes, que deja
en el campamento al mando de Ti. Fonteyo. Que las tropas se componían en buena parte
de caballería se deriva del relato posterior de su última batalla (v. infra) .
27
Así también J.M. Roldán (1978: 41).
28
Ni está cerca de «desfiladeros inaccesibles>> , ni desde esta posición se puede
abrazar la conquista de «toda Hispania>>, ni mucho menos impedir de ningún modo el
paso cartaginés hacia Italia.
Ilorci, Scipionis rogus 135

ruta a Carthago Nova), parece más adecuada el área de la sierra de


Segura, y por allí habría que buscarla29 • También el hecho de que algunos
supervivientes de ambas derrotas se refugien en Iliturgi (cortijo de Ma-
quiz, Menjíbar, J) donde son exterminados 30 , refuerza la idea conclusiva
de ubicación de todos los lugares citados en esta campaña en la franja
entre Cástulo y la sierra de Segura, y por tanto muy lejos del ager
Carthaginiensis.
Mas volvamos al relato: Estando al lado de Amturgi, Cneo sospecha
la existencia de alguna catástrofe, pues es abandonado repentinamente
31
por todos sus mercenarios celtíberos - como dice Livio, impotente y
más bien agradecido de que al menos no le atacaran, siendo los romanos
franca minoría -, y al mismo tiempo le llegan noticias de que los otros
dos ejércitos púnicos, con sus recientes refuerzos hispanos y númidas, se
encaminan a reunirse rápidamente con el tercero, al mando de Asdrúbal,
frente al cual él mismo se encontraba. Cruzando ya estos últimos el río
interpuesto, y en muy apurada situación, la táctica de Cneo (Livio XXV,
35) es retroceder lo más posible (credebat cedere inde quantum posset).
Esto sólo puede interpretarse si Cneo reculaba por la calzada hacia las
32
bases romanas de Sagunto • Viene entonces el relato detallado de sus

29
Esto me ha hecho descartar en principio la única ciudad que a primera vista había
pensado proponer en este área con un cierto parecido etimológico: Rus (radical -rs con
metátesis vocálica o/u), en Jaén, en plena ruta entre Cástulo y Baeza (Vivatia). Si bien
la distancia entre las dos bases romanas sería adecuada (unos 15 km), y la misma calzada
lleva a la zona más alta del Baetis (por el paso natural de Santisteban del Puerto a Beas
de Segura) y por tanto, según veremos, a la llorci pliniana, me parecería más lógico que
el ejército de Asdrúbal se hallara más hacia la Sierra de Segura. Si ello no fuera así,
entonces Rus no sería una mala candidata para ser la antigua Órso de Cneo en Apiano.
30
Una vez conocidas las victorias púnicas; ello motivó el frío y violento castigo
iJOsterior de esta ciudad por el joven Escipión (T. Livio, XXVIII, 19 y 20, Apiano XXXII,
128). Para E. Thouvenot (1973 : 97) y otros muchos autores, la venganza habría sido
tomada sobre la propia llorci (según él mal llamada Iliturgi por Livio), pues Polibio en
Esteban de Bizancio, y Apiano, la llaman llúrgia: «c ' est pourrait etre l' Ilorci de Pline,
l' actuelle Lorqui>> . Pero aquí parece Livio la fuente más fiable, porque Apiano tampoco
da bien el nombre de Castulo, sino Castax (a menos que sean realmente dos ciudades
distintas, lo que no parece probable) . P. Goukowsky, en su citada edición de Apiano
( 1997: 121 con notas 198 y 199) cree, en el primer caso, que se podría leer Kastala y,
en el segundo, fiándose de la misma confusión en la que se vio A. Tovar, que podrían
identificarse /lourgia, llurgo (sic ) e Iliturgi con la Ilorci pliniana, todo ello erróneo.
31
Sobornados por Asdrúbal, que conocía mucho mejor sus barbaricae perfidiae
(Livio, XXV, 33).
32
Y de ninguna forma huyendo hacia Lorca: Ello no sería «retroceder>>, sino
<< avanzar>>, y de forma suicida.
136 ALICIA CANTO

desesperadas huída y muerte. En lo que ahora nos interesa, Livio dice:


Cn. Scipionem alii in tumulo primo impetu hostium caesum tradunt, alii
cum paucis in propinquam castris turrim perfugisse, hanc igni circum-
datam atque ita exustis foribus, quas nulla moliri potuerant vi, captam
• • • • 33
omn<e>sque mtus cum rpso rmperatore occrsos .
La segunda fuente es, en griego, Apiano (lber., XVI). Tras indicar los
respectivos acuartelamientos, según él para aquel invierno («los cartagi-
neses se instalaron en la Turdetania, Cneo Escipión en Órso y Publio en
Cástolon34 »), narra primero la muerte de Publio, y, tras ella: ... Cneo, que
no sabía nada (de la muerte de Publio), envió soldados hacia su hermano
para procurarse víveres... (los africanos) persiguieron a Cneo, que acabó
por encerrarse en una torre (tina pyrgon); entonces los africanos le
dieron fuego y Escipión fue quemado vivo junto con los que le acompa-
ñaban35 ...
También alude a ello Amiano Marcelino (31, 13, 7): Scipionem
alterum cremata turri, in quem confugerat, absumptum incendio hostili
comperimus. Illud tamen certum est nec Scipioni ... sepulturam conti-
• 36
grsse .
Relata asimismo Floro (I, 22, 36), aunque más sucintamente, el he-
cho: ...(missi Gnaeus et Publius Scipiones) ... sed Punicae insidiae al-
terum ferro castra metantem, alterum cum evasisset in turrem cinctum
fiacr'b us oppresserunt37 .

33
T. Livio XXV, 36, 13: «Unos cuentan que Cneo Escipión cayó.. en la colina, al
primer empuje de los enemigos; otros dicen que habría huído con unos pocos hasta una
torre cercana a su campamento, y que, incendiada ésta, y consumidas así puertas que de
ninguna otra manera hubieran podido forzar, la capturaron, y allí dentro fueron todos
muertos junto con con su general>> (las ediciones, al final del texto, dan omnis).
34
Según antes avancé, esto es contradictorio con Livio . Puesto que, si hubieran
invernado donde Apiano dice, no cabrían de ninguna forma los «cinco días de marcha>>
hasta los acuartelamientos cartagineses, y tampoco tiene lógica que invernen separados .
Lo más normal es que pasaran el invierno en sus bases del Mediterráneo y, por tanto, más
posible que sean Castulo y Órso los Jugares donde iban a instalar sus propios campamen-
tos de guerra cuando fueron sorprendidos, tal como dice Floro (v. infra).
35
P. Goukowsky, (1997: 115-116 para las notas). En la p. 104 el editor identifica la
Órso donde acampa Cneo con Urso (Osuna, SE), a 250 km al SO de Cástulo, versión
tradicional que, como ya hemos comentado, no parece posible.
36
«Supimos también que el segundo Escipión había perecido, quemada por el fuego
enemigo la torre en la que se había refugiado ... es cierto sin embargo que su sepultura
no fue profanada ... >>.
37
«... pero las perfidias cartaginesas hicieron caer a los dos, a uno por el hierro
cuando estaba emplazando su campamento, al otro mediante el fuego, cercado en una
torre en la que se había refugiado en su huída .... >>.
Ilorci, Scipionis rogus 137

Conviene llamar ya ahora la atención sobre el hecho de que estas


cuatro versiones hacen referencia a la muerte de Cneo como sucedida en ·
una torre a la que los cartagineses prenden fuego, porque ésta - y no la
38
primera versión de la batalla en la colina - es la que coincide con la
quinta prueba, que es la definición pliniana del lugar como rogui 9 , según
veremos.
40
Hacen otras referencias Eutropio y Julio Obsecuente4 1, pero sin el
42
detalle de la forma o lugar de morir • Como puede verse, sabemos que
Publio muere en las cercanías de Cástulo, donde es obvio (a pesar de los
43
esfuerzos de Livio ) que Asdrúbal supo acercarse a él y sorprenderle
cuando se disponía a acampar (castra metantem: Floro). En cambio,
ninguno de todos estos historiadores cita el nombre del lugar concreto en
que acaeció la muerte de Cneo Escipión. Sin embargo, hubo de ser cerca
de Amturgi.

38
Livio se detiene mucho (casi todo el cap. 36 del libro XXV) en la explicación de
cómo tratan de hacerse fuertes <<en un alto, pelado y rocoso cerro>>, quedando la caba-
llería en el centro y alrededor la infantería y los bagajes (párr. 3) que sólo les bastó para
resistir el primer ataque de la caballería númida, y cómo tratan luego de fabricar un
vallum, inútilmente defensivo, a su alrededor con la impedimenta. La progresión de la
angustia está muy bien conseguida. Pudo haber una batalla similar a la que describe,
aunque al final la muerte se produjera en la torre incendiada.
39
En los diccionarios, rogus y rogum parecen intercambiables. Y, por ejemplo, G.K.
Tipps (1991) y otros muchos autores usan como nominativo rogum, en neutro. Sin
embargo, yo meihe decidido por rogus en masculino porque encontré en Suetonio (verb.
differ., s. v.) esta definición: Pyra paratur sacr(ficiis, rogus defunctis ... rogus est dum
ardet... (cf. Reifferscheid, 1971: fragm. 176, p. 288). Otra confirmación para ello veo en
lsid., Etym. XX, 9: Sed pyra est ipsa lignorum congeries quum nondum ardet; rogus est
quum ardere coeperit (donde rogus vuelve a ser de género masculino) y porque, según
Servio (ad A en. III, 22) refiriéndose a difuntos, extructio lignorum (dici solet) rogus ...
Pero sobre esta última definición, y a otro propósito, volveré al final de este trabajo.
40
A. Schulten, FHA cit.: 88-92. La cita de Eutropio (3 , 14) dice sólo que <<los dos
Escipiones ... fueron muertos por Asdrúbal>> (confundiendo en uno a ambos Asdrúbales) .
41
Lib. Prodig. 36: <<Publio y Cneo Escipión fueron cercados y muertos en Hispania
a manos de los enemigos>> (trad. de A. Maure Casas, Madrid, 1990: 78); por cierto que
Obsequens data ambos hechos en el año 210 a.C., lo que es más curioso por ser Livio
su fuente habitual, dando éste el 212. (Este texto no fue recogido en Los FHA III).
42
Del mismo modo, Silio Itálico en sus Punica (ed. J.D. Duff, Harvard, 1961) hace
varias referencias a ambos hermanos - es precisamente el que les llama Escipíadas - , y
a su cruel muerte, pero sin entrar en ningún detalle.
43
Goukowsky (1997: notas 107 y 108) se refiere a las versiones de Livio, «conta-
minadas al menos de dos tradiciones diferenteS>>, una de las cuales tiende a sugerir que
los dos generales no fueron sorprendidos por los cartagineses, como parece que sí
ocurrió.
138 ALICIA CANTO

Por pura lógica, ya que muchos de los autores modernos, como he


dicho, vienen creyendo que la sevillana Urso (Osuna) es la Órso mencio-
nada por Apiano, deberían de haber buscado cerca de allí la famosa Ilorci
donde fue cazado Cneo. Sin embargo, no ha sido así, porque todos
(exceptuando al sensitivo colega P. Sillieres), han solido tomar de Plinio
el Viejo - por ser el único autor que, con su habitual precisión, menciona
expresamente por su nombre la ciudad junto a la cual tuvieron lugar los
hechos 44 - solamente el nombre de Ilorci (y aún esto sólo de forma
aproximativa, pues luego han traído en su auxilio toda clase de variantes),
pero, curiosamente, sin hacer en general ningún caso, o entendiendo mal,
45
el lugar exacto donde el mismo Plinio la coloca , siendo así que de la
correcta ubicación de Ilorci dependen tanto la de la desconocida Amturgi,
como la de los campamentos de Asdrúbal y de Cneo, puesto que la torre
donde éste murió estaba, como ya subrayé, «próxima a su campamento»
(Livio ). Pero como éste a su vez estaba frente al de Asdrúbal en Amturgi,
tal como acabamos de ver (supra), por lógica se debe deducir que Am-
turgi era como mínimo vecina de Ilorci (si es que no son, como creo y
voy a proponer, la misma ciudad, cf. infra). Y, desde estas premisas,
veamos ahora con detalle la cita pliniana concreta (NH, III, 9):

Baetis, in Tarraconensis provinciae non - ut aliqui dixere


Mentesa oppido, sed Tugiensi exoriens saltu- iuxta quem Tader
fluvius, qui Carthaginiensem agrum rigat- Ilorci refugit, Scipio-
nis rogum, versusque in occasum oceanum Atlanticum, provin-
ciam adoptans, petit, modicus primo, sed multorum fluminum
capax, quibus ipse famam aquasque aufed6,

que traduzco así:

«El Betis, al poco de nacer (y no en la Mentesa tarraconense,


como algunos han dicho, sino en la Sierra de Cazarla, aliado de

44
Además de ello, confirma, al llamarle rogus, la versión que afirma que fueron
quemados en el fortín donde se refugiaron. En la otra, primera de las livianas, no aparece
la torre incendiada.
45
Naturalmente, ello depende de cómo se traduzca el párrafo. Por lo que he revi-
sado, sólo P. Sillieres (1990: ibid.) dice que debió ser «aux alentours de Hornos ou de
Segura de la Sierra». Creo que si se hubiera detenido más en la cmtografía de la zona
hubiera podido determinar el punto preciso.
46
Ed. L. Jan-C. Mayhoff (1906=1967: t. 1, 233-234).
Jlorci, Scipionis rogus 139

donde también nace el Segura, que riega el Campo de Cartagena),


rehúye Ilorci - la hoguera fúnebre de Escipión - y, girando hacia
el Oeste, se _e ncamina hacia el Océano Atlántico, dando su propio
nombre a la provincia. Al principio modesto en aguas, pero con
cauce suficiente para muchos ríos, va engrandeciendo con ellos
tanto su caudal como su fama.»
47
Haciendo además el análisis sintáctico que G.K. Tipps tan cruda-
mente echaba en falta en R. Corzo, pero porque veo que en realidad es
un elemento clave del problema, que ha hecho discrepar tanto a autores
muy versados en la lengua latina, éste sería el mío, modesto pero claro,
y que hago en el latín más vulgar y directo posible: Exoriens (flumen)
Baetis, non - ut aliqui dixere - in oppido Mentesa provinciae Tarraco-
nensis, sed (in) saltu Tugiensi - iuxta quem [scil., saltum] (exorit48)
fluvius Tader qui rigat Carthaginiensem agrum -, (flumen Baetis) refugit
Ilorci - rogum Scipionis - et, versus in occasum, petit oceanum Atlan-
ticum, adoptans provinciam (Baeticam) ...
Por tanto, en mi forma de cortar los distintos elementos me sumo en
definitiva a la de D. Detlefsen (1866) y C. Mayhoff-L. Ian (1906), cambiada
por E. Meyer en 1924, retomada por H. Rackham (Loeb, 1942) y por G.
Winkler y R. Kónig (1988) 49 y que ahora vuelve a ser tan decididamente
criticada por G.K. Tipps (1991).

47
1991: 86.
48
He aquí la traducción de Tipps (p. 86, Jos subrayados son míos): « ... The Baetis,
rising not, as sorne have said, at the town of Mentesa, but in the Tugiensian Forest of the
Tarraconian [sic] province (very near which the river Tader, which waters the Carthagi-
nian Jand, avoids at Ilorci the rogum Scipionis) and turned towards the west... .>>. Poniendo
el final de su paréntesis tras <<iand>> saldría inmediatamente el sentido correcto (excepto
la mención de la Tarraconense, que él , aunque en buen genitivo, adjudica indebidamente
a saltu Tugiensi, en vez de a Mente.m oppido, como más arriba ya comenté). Al crear
Tipps este inciso para aplicar al Tader que va desde iuxta hasta rogum, no deja para el
Baetis ningún verbo en 3" persona en la primera parte que pueda corresponderse con petit
(estando unidos por copulativa: et versus ... oceanum ...petit), con lo que su análisis y
conclusiones resultan erróneos, como destaco subrayando ambos verbos. Lo correcto es
(hablando del Baetis)... refugit ... et petit. También la ausencia de la indispensable copu-
lativa entre rigat e llorci le quita sentido. En el mismo lugar (87 con nota 18), G.K. Tipps
reprocha a G. Winkler y R. Konig (1988) el completar en su traducción la referencia al
nacimiento del Tader con un (seine Quelle hat). Pero esto es muy correcto, dada la
tendencia habitual de Plinio hacia la economía verbal.
49
Con más detalle en Tipps, art.cit. , nota 18. Por otro lado, no se puede traducir
tampoco «que nace en la provincia Tarraconense>> (como hace V. Bejarano (1987 : 120)
porque Tarraconensis provinciae no está en ablativo sino en genitivo, determinando a
140 ALICIA CANTO

La lectura fiel de este hermoso texto pliniano, con esas a mi juicio


dos felices metáforas («el río rehúye, no quiere ver, el lugar de la
desgracia», y «el río, haciendo la adoptio de la provincia Bética, la
vertebra y es como su padre» 5°), junto a varias oportunas cartas geográ-
ficas, pueden llevar en mi opinión a una única - e increíblemente inédita
- posibilidad para la ubicación de la buscada ciudad de Ilorci justamente
en ese gran codo del Baetis, en cuyo territorio, refugiado en una turris
con una parte de su ejército, el famoso general Cneo Comelio Escipión,
hermano mayor y legado del procónsul Publio, fue quemado vivo por los
cartagineses, después de ser abandonado por sus mercenarios celtíberos
y casi un mes después de que su hermano cayera también a manos de los
púnicos.
El precioso inciso de Plinio da las claves para identificarla, sin (como
tantas otras veces ocurre con este a la vez aprovechado y desaprovechado
autor) haber tenido la suerte de ser creído por los historiadores y los
arqueólogos, de otros tiempos y de los nuestros.

2. Seis Ilorci para elegir, pero ninguna en el codo del Baetis

La entrada «Ilorci» en la nunca bien ponderada monografía de A.


51
Tovar da una certera idea del tamaño de la confusión en tomo a esta
ciudad, pues se titula Ilurci, Ilurgeia, Ilurco (Iliturgi ?), Eliocroca, mez-
clándose los datos - de itinerarios, fuentes históricas y epígrafes - de al
menos tres- si no cuatro- ciudades (a las que, de otra teoría posterior,
aún podríamos añadir Ilugo ). Como el mismo Tovar indica, la cuestión
ya preocupó a Ambrosio de Morales en 1575, de forma que llevamos más
de cuatro siglos dando vueltas sin éxito a la famosa pira escipionea en
Ilorci.
Acerca de su ubicación, la opinión más citada y aceptada por los

oppido Mentesa (y tampoco a saltu Tugiensi , como hace Tipps, p. 86). Como es bien
sabido, hubo al menos dos Mentesas, la oretana, aquí aludida (Villanueva de la Fuente,
CR) y la bastetana, que en cambio era bética (La Guardia, J), así que Plinio se limita aquí
a aclarar cuál Mentesa era la tomada como errónea fuente del río. La confusión de los
aliqui se debía a los geógrafos griegos, que solían confundir las fuentes del Guadalquivir
con las del Guadalimar (éste, efectivamente, viene de cerca de Villanueva).
50
Para G.K. Tipps (1991 : 83), en curioso contraste, éste no es más que «a prosaic
passage».
51
A. Tovar, 1989: C-32, 163-164.
Ilorci, Scipionis rogus 141

autores modernos, sobre todo españoles 52 y alemanes, es la de Adolf .


5
Schulten \ quien - tal como lo había hecho cuatro siglos antes el vene-
rable Ambrosio de Morales 54 - colocó Ilorci en Larca (Murcia), haciendo
caso omiso de que, incluso leyendo a Plinio de la otra manera, el Segura
tampoco es el río de Larca, sino su afluente por la derecha el Guadalentín
(que, por supuesto, tampoco hace allí ningún ~~giro hacia el ocaso»). Por
eso resulta tan extraordinario - y motivo de reflexión - que la mayoría
de los autores españoles (aunque alguno, como Tovar, no consideraran la
argumentación del todo coherente) hayan aceptado la propuesta de Schulten
durante anos y sin apenas discusión.
Pero en contra de la tesis de Lorca, aparte de las ya dichas 55 (no está
junto al Baetis ni al Tader, está en pleno ager Carthaginiensis, no se
puede desde ella «abrazar a la vez la conquista de toda Hispania», no
pueden llegar a ella fácilmente los soldados de Publio «atravesando los
bosques próximos», etc.) operan otros datos, como la improbabilidad de
que el ejército de Cneo huyera hacia Carthago Nova, en vez de cedere
quantum posset. Junto a todo esto, está la casi automática pero errada
identificación que se suele hacer entre Ilorci e Iliturgi. Según el relato de
Livio (XXVIII, 19-20), Escipión el Joven, expulsado ya el ejército car-
taginés de la Península en el año 206 a.C., diseña un plan de castigo y
devastación: Manda desde Carthago Nova a L. Marcio para asediar

52
Por ej., J.M. Roldán (1981: 256): <<El teatro de operaciones, que no conocemos
con exactitud dada la corr-upción de los topónimos en las fuentes - ¿Iliturgi, Ilurgeia,
Ilurco?- parece que ha de situarse dentro de un amplio radio entre el alto Guadalquivir
y la árida estepa que se extiende hasta Cartagena» (donde es curioso que no tuviera en
cuenta la /lorci pliniana). No obstante, el mismo autor, más recientemente, parece volver
a la idea de Lorca (1997: 276): « ... en Ilurci, seguramente identificable con Lorca».
53
Primero, en 1914, lo hizo en la RE (col. 1089, s.v. /lorci) donde, aun citando a
Plinio, la identificó con /lucro (sic) y con la actual Lorca (pero descartando entonces -
«wohl nicht identisch mit» - Eliocroca) . Más tarde, en 1928, en su artículo «Iliturgi» para
la revista germana Hermes. Poco después, en 1935, popularizó entre los españoles su
identificación de /lorci con Lorca, en los FHA III (91 ss. y 145), donde combina las
referencias de Livio (XXV, 36, 13) y Apiano (de Polibio), lber., XXXII (ibid., 147).
54
A. de Morales (1575 : 81): Ilorci (mencionada en el cap. XXVII de su Crónica) .
Es el primero en confundir (doblemente) en la traducción del párrafo pliniano III, 9, la
referencia al Baetis con la del Tader o Segura, de forma que «esta buelta de aquel rio se
halla cerca de la villa de Lorca, y ayudando también la semejan;;:a del nombre que oy
tiene, se da a entender harto bien, cómo estuvo alli la ciudad antigua Ilorci. .. >>. La teoría
fue seguida en general por los autores hispanos posteriores, como el prestigioso Pérez
Báyer.
55
Véase además supra, para la posición estratégica y montuosa que debía tener
Amturgi, cerca de (o en) Ilorci.
142 ALICIA CANTO

Cástulo, mientras él, partiendo de la misma base, llega, en cinco días de


marcha, ante la ciudad, elevada y fortificada (castrum), de Ilitu rgi (quin-
tis ferme ad Iliturgim castrum pervenit). Esta distancia sólo cabe aplicar-
56
la a la Iliturgi de Menjíbar (J), y no encaja en ningún caso, ni con Lorca
ni, como veremos, con Lorquí.
Entre los investigadores extranjeros hubo división desde muy pronto:
E. Meyer, cambiando primero la puntuación en el párrafo pliniano,
57
defendió también Lorca , seguido, con alguna divergencia interna, por
58
la primera edición de la Cambridge Ancient History • Pero entre otros
anglosajones parece en cambio que pesó más la opinión de H.H.
Scullard, quien (leyendo a Plinio tal como Meyer), tras visitar - en
1927 - la zona murciana (para sus detenidos y espléndidos estudios
59
sobre Escipión el Joven y sus campañas ), sugirió el municipio de

56
A. Schulten (FHA cit.: 145): «Iliturgi no es la conocida ciudad al Oeste de
Cástulo, sino Ilurci, hoy Lorca, que Livio confunde con Iliturgi ... La descripción gráfica
de la ciudad montañosa corresponde únicamente a Lorca, no a Iliturgi, y Polibio y Apiano
denominan a la ciudad Ilurci ... De hecho, Lorca se halla en la pendiente de una monta-
ña ... >> . Aun sin entrar ahora en si Lorca puede encajar bien en la clásica definición de
castrum, véase cómo Schulten evita aquí cuidadosamente mencionar el dato, evidente-
mente opuesto a su tesis, de la escasa distancia entre Lorca y Cartagena (que es de poco
más de 70 km) o comentar que Zonaras (una buena fuente), en 9,10, sí llama a los
castigados Ilitergitai, es decir, con un nombre que sí es próximo del Iliturgi de Livio. Sólo
cabe concluir que en «el dossier de Ilorci>> la fe del autor alemán no fue muy buena, y
con ello además an·astró al error a mucha gente.
57
E. Meyer, (1924: t. II, 445, con su larga nota 1) donde propone la corrección dicha
de la lectura, para que coincida con el Segura, y afirma al mismo tiempo que Lorca está
«ganz richtig an der Tader>> (!). A lo largo de la documentación de este trabajo he podido
detectar imperdonables errores de geografía hispana en varios de los autores.
58
En la primera edición B.L. Hallward (1930: 90 con nota 1) iguala /lorci e llurgia
(citando a Meyer, De Sanctis, Brewitz y Scullard), y dice que su sitio exacto es inseguro.
Pero en el capítulo X (encargado al propio Schulten), en la nota 2 de la pág. 308,
retomando una tesis de Scullard según la cual Livio (a mi juicio demasiado antihistórica-
mente) «asimilaría nombres desconocidos a nombres más conocidos>>), Schulten renueva
su tesis: <<llurc i is called by Livy Iliturgi, and is confused with the lliturgi on the Baetis
and with that in Catalonia; see Schulten in Hermes 63, 1928, pp. 228>>; tras todo lo cual,
naturalmente, atribuye a su llorci, según antes ya dije, la noticia sobre el castigo de lliturgi :
<<llurci (Lorca) was only taken (scil., por el joven Escipión) after a desperate resistance,
while the citizens of Astapa ... >> (mapa en págs. 322-323: en él pone <<llurci>> en Lorca).
59
H.H. Scullard, 1930 (51 y 142-143) y más reciente, 1970 (32-38 y sobre todo su
larga nota 70 en p. 264, que consagra a llorci) y 1980 (214 y su mapa de p. 314, donde
falla, entre otras cosas, lliturgi y el curso alto del Baetis) . Aunque sin hacer la ya
tradicional equiparación con la lloúrgeia de Polibio y la llúrgia de Apiano (que con
seguridad se refieren a Iliturgi, como Zonaras - llite rgitai -; quizá Polibio o su fuente
Ilorci, Scipionis rogus 143

60
Lorquí ), unos 60 km en línea recta al NE de Lorca6 \ porque éste al .
menos (a diferencia de Larca) sí estaba ubicado junto al río Segura
(Tader).
62
Esta opinión de Scullard , como gran especialista en la Segunda
Guerra Púnica, pesó mucho y fue seguida, entre otros, por el francés E .
63
Thouvenot , por A. Blanco Freijeiro (1960) (otros dos eminentes exper-
tos en la Bética), por C.H.V. Sutherland (1971), por J. F. Lazenby (1978:
64
131) o por J.-M. Roddaz • Hace pocos años, la retomó con detalle el
norteamericano G.K. Tipps (1991), quien precisó el lugar exacto en la
margen derecha del mismo río Segura, en una colina de 186 m de altura,
un par de kilómetros al S de la propia Lorquí, que lleva el bellísimo
65
nombre de «Anaor» •

escribieran inicialmente lltoúrgeia), Scullard dice (1930: 142, nota 2) que Livio, no
sabiendo en realidad de qué ciudad se trataba, adjudicó el <<raid» del Africano a Iliturgi,
nombre de ciudad que le era más familiar(!) . [Con todos mis respetos, creo que es mejor
dejar sin entender algo de un historiador que hacerle semejante descalificación] .
60
La falta del acento puede deberse a un mero problema de imprenta.
61
Como consecuencia, también la ya citada heroica resistencia de Iliturgi (Menjíbar,
J), es atribuída a Lorquí según éste y otros autores.
62
Más diluída en su obra conjunta con M. Cary (1975: 133): << ...Gnaeus met
Hasdrubal in the hinterland of New Carthage ... >>.En la nueva edición de la CAH VIII
(Briscoe, 1989: 56 ss.), J. Briscoe no lo debió de ver muy claro y, aunque no habla de
la cuestión en el texto, en su mapa de la p. 58 coloca en Lorquí una ciudad de nombre
«Ilourgeia>>. Como puede verse, la confusión es máxima. Ello debió de inclinar a J.S.
Richardson (1986: 41-42) a no ubicar en ningún sitio concreto las muertes de Publio y
Cneo.
63
En su importantísimo y ya citado estudio sobre la Bética (cuya primera edición
data, como es sabido, de 1940), p. 15 con nota 2: <<Ilorcum ou Ilorci = <<Lorqui [sin
acento, como Scullard] ... non lo in du Bétis>> [ !] y p. 86 con nota 1 ( << ... Amtorgis, position
d'Hasdrubal Barca, devait se trouver sur le Segura ... il est vrai que Lorqui n' est qu 'a 70
km de Carthagene et non cinq jours de marche ... en tout cas ce n' est pas Lorca ... >> (y cita
pace a Schulten).
64
Roddaz, 1998 (344 con nota 19): <<Ilorci sur le rio Segura ...>>.
65
Es incomprensible, habiendo trabajado tan bien el tema y, sobre todo, habiendo
visitado la región por tres veces (p. 88: en 1979, 1986 y 1987), que este autor afirme (p.
83) que Lorquí está <<in the Andalusian province of Murcia>> (sic!). En párrafos anteriores,
y en la nota siguiente, trato de su problema de base, que es otra vez la forma de traducir
el <<prosaico pasaje>> pliniano. Pero, además, Tipps cae en el mismo fallo que reprochaba
muy justamente a R. Corzo (p. 86 e infra), quien, «con gran falta de precisión, prescindía
de la evidencia topográfica>> al olvidarse de buscar la colina, el tumulus donde Cneo había
tratado de atrincherarse y resistir: Ya que el estudioso norteamericano a su vez omite por
completo buscar algún resto de la turris cremata en su bellísima colina (da una foto
espectacular suya en lám. 1, p. 89), o al menos de turres similares en el entorno de Anaor,
pues es la de la torre incendiada - como antes comenté - la versión más acreditada del
144 ALICIA CANTO

Si se han seguido también los jugosos detalles que he ido dejando en


las notas, estaremos de acuerdo en que el panorama en tomo a Ilorci, el
rogus Scipionis, es simplemente desolador, lo mismo literaria que
geográficamente. Comenzando por estas propuestas murcianas - porque
son las apoyadas por más «pesos pesados» de la Historia Antigua y la
Filología -, Lorca y Lorquí a duras penas pueden congraciarse de ningún
modo, ni con la situación desesperada de Cneo, ni con el comentario tan
preciso de Plinio. Además de todo lo ya dicho, porque, desde el área de
Cástula, Lorca e incluso Lorquí se encuentran, no camino de Saguntum,
sino de Carthago Nova, la potentísima metrópolis ibero-cartaginesa, y
ello, ni se conesponde en modo alguno con el cedere quantum posset
liviano, ni hablaría nada en favor de la inteligencia de Cneo Escipión,
pues a ningún general con algo de experiencia (y diría que ni al más
torpe de los soldados) se le ocuniría huir en la dirección de la principal
base enemiga. A pesar de todo, y aunque sin dejar de anotar que «sub-
sistían las dificultades del texto de Plinio», Tovar (ibid.) se inclinó final-
66
mente por aceptar la propuesta schulteniana de «Ilurci-lloúrgeia » en
67
Lorca •
Su peso y prestigio, j unto a la opinión de Schulten, han contribuído
a cimentar sólidamente una localización que en realidad carece de fun-
damento, de lógica y de coherencia. Como puede verse hasta aquí, nin-
guno de los grandes maestros citados dio prioridad al hecho de que, según
Plinio, Ilorci sólo podía estar junto al Baetis, y así se empecinaron en
llevar la acción al área del Tader/Segura, alterando con ello muchos
movimientos y escenarios de la acción de los tres Escipiones durante esta
68
guena .

lugar de la muerte, y no la de la batalla y muerte en el cerro pelado. Además (p. 88 y lám.


2), «the town itself (scil., Lorquí) lies plainly to view below, along the banks of the
Segura ... »; esta definición y posición, tal como comenté más atrás para Lorca, tampoco
encaja ni remotamente con la elevada y bien defendida de la Iliturgi que fue más tarde
castigada (y que el autor, naturalmente, vuelve a asimilar: p. 87), ni Lorquí-Anaor se
encuentra sino a escasos 60 km de Cartagena (que se pueden cubrir a paso militar, aun
con impedimenta, en diez o doce horas, poco más de un día de marcha). En fin, a pesar
de la simpática sentencia final del estimado colega («the possibility that Pliny's testimony
in HN 3, 9 might be dislodged from its support of this location of the site [scil. , Anaor-
Lorquí] is one which should now be put to rest» (p. 88), es imposible seguir su consejo.
66
Que, como se ve, tampoco son exactamente <<Ilorci>> .
67
También acepta esta ubicación J.M. Roldán (1978 : 42).
68
A lo que hay que añadir, según ya dije, las muy improbables (pero ampliamente
aceptadas) ubicaciones de la Munda liviana en el área cordobesa (o en la malagueña,
según J.F. Lazenby: 1978, 129) y de la Órso apianea en la sevillana Osuna (excepto
Ilorci, Scipionis rogus 145

Desechó también A. Tovar otras teorías más modernas, como la que,


en 1976, sugería un lugar tan remoto del Baetis ni ninguna de sus posi-
bles curvas como Pinos Puente (Granada), es decir, en la ciudad que
sabemos se llamaba Ilurco 69 • Otra tesis, lanzada el año anterior con
pretensión de ser «la definitiva», partía de la base, algo más alambicada,
de que el nacimiento del Baetis fue confundido con el del Guadalimar por
la mayoría de los geógrafos antiguos (Avieno, Estesícoro, Posidonio,
Polibio y Estrabón, es decir, los griegos) y de que por ello (cito literal-
mente) «aunque es precisamente (Plinio) el que establece en la citada
frase su verdadera procedencia de la Sierra de Cazorla, hay que suponer
que la cita del lugar de la muerte de Cneo Escipión la tomó (Plinio) de
otro autor anterior que confundía el Guadalquivir con el Guadalimar70 ... »,
volviéndose así otra vez al comodísimo recurso de la incompetencia de
71
Plinio el Viejo , soconida explicación que parece justificar desde hace

Lazenby y Richardson, por ejemplo); el conjunto varía en buena parte el marco estraté-
gico de la Segunda Guerra Púnica en Hispania.
69
La teoría era de J. González Fernández (1976: 395 ss.), al presentar dos nuevos
epígrafes de la localidad. Aun teniendo en cuenta que se trataba de un artículo de
juventud, para Tovar debió de resultar demasiado fuerte la afirmación de González (p.
397) de que el Betis tras su nacimiento, «si siguiese la marcha que llevaba antes de girar
hacia el Océano, pasaría necesariamente por la ciudad de Ilurco (Pinos Puente, GR)»
(sic!) . Tampoco yo (incluso mirando los mapas del revés) he conseguido comprender qué
podía querer decir. Por otro lado, González tampoco entendió (ibid.), que en el texto
alemán de Schulten (aunque incluso lo transcribe), éste no está hablando del Guadalqui-
vir, sino del Segura.
70
R. Corzo Sánchez, (1975) espec. 227-228, y en esta última: «Consultando nuestros
conocimientos sobre esta zona, podemos resolver definitivamente la cuestión: a unos 50
km al Noreste de Cástulo, cerca del Guadalimar, y reaprovechada en una ermita próxima
a Santisteban del Puerto, se encuentra la única inscripción que nos ha transmitido el
nombre de la antigua Ilugo [scil. , CIL II 3239]. Hübner la identifica con la !lucia oretana ...
la semejanza de este nombre con la /loúrgeia de Polibio y la llorci de Plinio, y la
coincidencia de sus situaciones en la misma región, nos llevan a concluir que se tratan
de una misma localidad ...>> Véase con qué alegría se asimilan en uno topónimos no tan
-o incluso nada- iguales, como llugo-llucia-lloúrgeia-llorci (aunque al menos hacía huir
a Cneo en la dirección adecuada). El mismo procedimiento de equiparación a la ligera
se practica con Auringis/Aurgi/Oringis/Orongis/Oningi (p. 222: Schulten y Corzo), o con
Amtorgis/lpasturgi/lsturgi (p. 226: Corzo). Véanse similares críticas a los singulares
métodos de este autor por parte de P. Sillieres (1990: 549 con nota 198 y 550 con nota
213), y una más completa descalificación del mismo en G.K. Tipps (1991: 85-86).
71
Otras reivindicaciones plinianas, basadas sobre todo en sus métodos de trabajo y
en la actualidad de sus datos sobre Hispania , así como en su privilegiada posición dentro
de la cancillería imperial de Vespasiano, y junto a éste mismo, en mis trabajos de 1993
(171 ss.), 1997 (espec. 20-27) y 1998 (e.p.)
146 ALICIA CANTO

décadas todas las incongruencias - las reales y las recreadas - de nuestra


72
geografía antigua • De esta forma, Ilorci para Corzo Sánchez acaba
73
aterrizando finalmente cerca del río Guadalimar y no del Baetis, siendo
ya indiferente para su discurso que se cumpla o no la condición pliniana
del «giro al Oeste del río al poco de nacer», condición de la que, incluso
para intentar aplicarla al Guadalimar, se olvida por completo.
No es mi propósito en este trabajo analizar toda la toponimia de la
Segunda Guerra Púnica en Hispania. Ésta, a mi juicio, y por los pocos
74
ejemplos aquí expuestos , es obvio que está al menos por revisar, tratan-
do de mantener algún mayor respeto hacia los nombres que nos dan los
historiadores y geógrafos antiguos, y renunciando a la funesta manía (que
con seguridad practican más los historiadores de hoy que Tito Livio) de
forzar los nombres transmitidos por los autores antiguos para que coin-
cidan con las ciudades que hoy conocemos, o al menos con las que «nos
suenan» más, ignorando asimismo el hecho real de que en Hispania se
repetían con mucha frecuencia, y a veces muy parecidos, los nombres de
75
las ciudades •

72
Error pliniano, pero de otro tipo, también propuso E. Thouvenot (1973: 15 con
nota 2, donde por cierto confunde el saltus Tugiensis con la sierra de Segura) cuando, al
tratar de llorcum (sic) y de su ubicación en Lorqui de Murcia, dice que <<Pline, lisant
Ilorcum sur la carte, aplacé le si te, non a droite du mot comme il se devait, mais a gauche;
les cartographes connaissent bien cette cause d'erreur... »
73
Más exactamente a unos 14 km al N de él, en la ciudad de llugo, que se
conesponde con el actual Santisteban del Puerto (J). Para Corzo debería estar cerca de
Amtorgis (puesto que pone ésta, como se ha dicho, en Andújar-/sturgi). Pero en su mapa
de la fig. 5, como además se olvida de colocar su Amtorgisllsturgi y su Ilorci/Ilugo , no
resulta tan obvio que nada menos que 99 km separan ambos puntos, por lo que la turris
cremata no queda nada propinqua castris, como afirma Livio.
74
En la fig. 4 del citado trabajo de Corzo (que en su día incluso causó impacto)
puede verse lo abs urdo de su «campaña del 214 a.C.>>, haciendo divagar a los romanos,
merodeando por el valle del Genil hasta la Turdetania, buscando no se sabe qué, mientras
dejan a los púnicos el paso franco por el E hacia Aníbal e Italia. Es obvio que el simple
conocimiento del terreno tampoco basta; y si hago estas pequeñas observaciones es para
llamar la atención de algún joven investigador que quiera reestudiar ab ovo esta Segunda
Guerra Púnica en Hispania, sirviéndose también de las novedades arqueológicas de este
último cuarto de siglo.
75
Podría aducir muchos ejemplos al respecto, pero citaré sólo uno porque es muy
parecido - pero no igual - al que estamos tratando aquí: De Gracchurri (c. Alfaro, LO),
la ciudad fundada hacia 179 a.C. en el valle del Ebro por Tiberio Sempronio Graco para
conmemorar sus muchas hazañas, sabemos por Festo (p. 86.6 L), que se llamaba antes
Ilurcis . Es decir, otra variante parecida del mismo nombre, pero muy lejos de la nuestra,
y en un territorio habitado por un pueblo bien distinto, de vascones nada menos (Ptol. II,
6, 67). Seguramente en la Antigüedad cada diferencia, incluso de una sola letra o de un
Ilorci, Scipionis rogus 147

Pero dejemos estas pesimistas reflexiones para otra ocasión. Ahora


me quiero ceñir exclusivamente a la crux de la posición de Ilorci, ajus-
tándome al máximo a la descripción pliniana (que para mí debe ser la
prioritaria, porque es la única fuente que aporta de verdad el nombre) y,
siguiéndola, a la geografía real; aunque no dejaré, como es lógico, de
encajar las propuestas dentro del marco coherente de los movimientos e
intereses estratégicos de romanos y cartagineses (bastante de lo cual ya
he ido adelantando) y entre éstos, del fundamental de bloquear el paso
en ambos sentidos (hacia Italia y hacia Cartago).

3. La verdadera Ilorci de Plinio: Orcera/Segura de la Sierra (J.)

Arrancaré en primera instancia de la certeza de que Plinio era un


experto conocedor de la historia de Roma 76 • Además, el acontecimiento
de la muerte de ambos Escipiones en el 211 a.C. debía de ser algo
conocidísimo para cualquier romano culto, no sólo por la fama y las
hazañas de los Escipíadas, o por la enorme consternación y sensación de
peligro que causaron sus muertes, entre los romanos y entre los hispa-
nos77, sino también porque la furia juvenil con que su hijo y sobrino los
vengó 78 , cayendo entre el 210 y el 206 a.C. sobre los cartagineses y sobre

cambio de acento (y dejo aparte el espinosísimo problema de los errores de copistas),


indicaba algo para quien lo oía; lo que ocurre es que nosotros no conocemos bien sus
lenguas y, aun cuando esto ocurra, seguramente no llegaremos ya nunca a percibir todos
los posibles matices.
76
Plinio el Joven dedica algunas frases concretas a las virtudes de su tío como
historiador: así en Epist. V, 8, 5: ... avunculus meus ... historias et quidem religiosissime
scripsit... Entre sus obras perdidas figuran las de este tipo, como las guerras germánicas,
o los 31 libros, de Claudia a Vespasiano, continuando la Historia de Aufidio Baso, y que
Tácito (Ann. 13, 53 ss.) cita como fuente principal; la propia Naturalis Historia contiene
una verdadera multitud de datos históricos. Cf. R. Konig-G. Winkler (1979: 17- 18).
77
Vide infra, in fine.
78
Propiamente no fue el primer ajuste de cuentas, puesto que el que salva en realidad
la apuradísima situación romana tras ambos desastres, en el mismo 211 a.C., es un solo
hombre, un joven équite llamado L. Marcius Septirni f. , (vir unus res perditas restituit,
dice Livio: XXV, 37), discípulo aventajado de Cneo Escipión, quien reunió los restos
dispersos de ambos ejércitos y acto seguido obtuvo a su mando dos resonantes triunfos,
capturando, entre el botín, el célebre escudo de Asdrúbal, ofrendado en el Capitolio y
llamado por él clipeus Marcius. Ciertamente éste (aclamado pretor por el ejército) fue el
hombre que en realidad recuperó algo del equilibrio perdido, por más que autores como
J.M . Roldán o P. Goukowsky, entre otros, tiendan a considerar todo el relato fantasioso .
Pero la ofrenda del escudo y su nombre de «Marcio>> parecen, por el contrario, bastante
reales y probatorios. Cf. también Val. Max., 1, 6, 2 y 11, 7, 15, y Plinio, NH, 11, 241.
148 ALICIA CANTO

los hispanos proclives, fue la que en definitiva concluyó depositando, en


ese último año, el mayor emporio metalúrgico europeo del momento en
las ávidas manos de Roma, liberando de paso a Italia del peligro carta-
ginés para siempre.
A estas evidencias se añadiría lo particularmente dramático, en con-
creto, de la muerte de Cneo y de sus hombres, abrasados vivos en una
imprevista y anticipada pira funeraria; de forma que el lugar exacto del
hecho contaría sin duda con algún monumento o memorial, muy bien
conocido y hasta visitado (cf. in fine). Ya sólo por eso (si es que no
hubiera otras causas) sería por completo rechazable la idea de que Plinio
«no sabe si está hablando del Guadalimar o del Baetis» cuando señala el
79
lugar exacto del holocausto de Cneo Escipión •
Pero vayamos ahora al área precisa citada por el polígrafo y así a la
topografía real. Para ello presento, en las figs. 1 y 2, un mapa general,
a escala 1:250.000, de los principales mtas y algunas de las ciudades
80
mencionadas (donde figuran también las otras seis candidatas anteriores
81
a ser Ilorci), así como otro más detallado, a escala 1: 100.000 •
La red de calzadas es difícil de establecer para estas épocas , aunque
las del E y SE sean las únicas más o mejor citadas en época prerromana.
No sirve de ayuda en este caso el Itinerario de Antonino, puesto que no
ofrece ninguna calzada como tal en todo este cuadrante. Los vasos de
Vicarello por su parte deben reflejar ya la refacción de la vieja vía
Heraklea griega (viaAugusta desde este emperador), coincidiendo con el
83
dato de Estrabón 82 , y cubren parcialmente el área norte, desde Cástulo
hacia Játiva, alcanzando la costa en Sagunto. La ruta así más tarde
variada evidencia el cambio de los intereses estratégicos, pues Roma ya

79
Con esto, dadas ya las razones en contra de Lorca, de Lorquí y Anaor, del
hinterland de Cartagena y de Pinos Puente (además de la identificación con Iliturgi) sumo
a ellas /lugo-Santisteban del Puerto.
8
° Cabría todavía añadir la opinión, más disparatada, de O. Meltzer (1913: t. III, 497
con nota 1), para quien, desconocidos los lugar.es de Amtorgis e llorci, no se podría
siquiera dar crédito a Plinio, pues los Escipiones según él no debieron de llegar ni al Betis
(«das ist eine der üblichen populliren Fixierungen, die ni e etwas beweisen>>), y como
escenario de todas las desgracias del 211 a.C., <<an das Gebiet zwischen Valencia und
Alicante denken müssen>>.
81
• Por la recreación informática de ambos mapas quedo en grata deuda con mi
colega de la Universidad Autónoma de Madrid Dra. C. Galán Saulnier.
82
J.M. Roldán, 1975 (151 , con las demás referencias del debate).
83
lbid. 154, con las mansiones Castulone, ad Morum, ad duo Salaria, Mariana,
Mentesa, Libisosa, Parietinis, Saltigi, ad Palem, ad Turres, Saetabi, Sucrone, Valentia,
Sagunto, la mayor parte de ellas bien localizadas.
Ilorci, Scipionis rogus 149

no precisa tanta prioridad, como sí Cartago, en la vinculación al puerto


de Carthago Nova. A la altura de Saltigi (Chinchilla, AB) se produciría
su conjunción con la calzada que, desde Carthago Nova, en dirección SE-
84
NO, penetraba profundamente en la Meseta .
Parece así razonable pensar que son los llamados «camino de Aní-
bal85» (o «del saltus Castulonensis») y «camino del Segura» (o, como
podríamos llamarle, «del saltus Tadertinui 6 »), separándose ambos por lo
que parece en Ilunum - hoy Hellín, AB - los que reflejan mejor dos
viejísimas rutas de penetración de la costa hacia el interior, que (y espe-
cialmente la segunda) serían ampliadas, adaptadas o reformadas por los
cartagineses en función de sus intereses económicos y bélicos concretos
(transporte de mineral y otros productos, de ejércitos numerosos, de sus
famosos elefantes ... ) entre el alto valle del Guadalquivir y la costa levan-
tina, sea hacia Alicante o, preferentemente hacia Murcia, máxime desde
la fundación de Cartagena. De forma que he ubicado en ellas algunos de
los yacimientos prerromanos citados por las fuentes o donde son más
87
relevantes los hallazgos arqueológicos , lo que parece buen indicio, junto
con la toponimia autóctona, de la existencia de muy antiguas vías 88 • Por
ellas debieron de moverse los ejércitos del 211 a.C.

84
El mérito de su anotación inicial es del académico J. Cornide (en un manuscrito
de la RAH recogido por E. Hübner en el CIL, II, p. 654). Es la vía que G. Arias (1987:
386 ss.) llama «del Esparto>> o «del Estaño>>, y que alcanzaba Helmantica, aunque la
sigue especialmente en su tramo castellano: ibid. , pp. 371 ss.). Para el tramo anterior debe
verse Sillieres, P. , 1982: 257.
85 A este camino, así llamado en tiempos modernos (incluso cartográficamente)
dedicó P. Sillieres un largo e interesante artículo (1977: 31 ss.). Coincide con lo que en
un bello mapa de G. Forst, de 1653 (lo ofrece el autor en su pág. 52) , y usando un término
árabe, se llama camino del «Arrecife>> . Véase también en su op.cit., 1990: 549-550
(aunque en su nota 212 da por no localizadas algunas ciudades que sí parecen estarlo,
como Baecula o /lipa).
86
P. Sillieres (1990: 548-549) llama <<le chemin du Segura>> (y por tanto según el río)
al camino por el que se mueven los hermanos Escipión. Aunque propiamente hablando
la ruta no sigue sino sólo al comienzo el valle del río Segura hasta el punto de cruce de
ambas rutas, encuentro después de todo acertada la denominación, pero no por relación
al río, sino más bien a la setTanía del mismo nombre (a la que, a modo de propuesta y
por el paralelo con el saltus Tugiensis, llamo saltus Tadertinus), ya que los dos puntos
claves en la cabecera de los ríos Baetis y Tader se llaman ambos así: Beas de Segura
(quizá de <<viae>>) y Segura de la Sierra (aunque, como es obvio, por ninguno de los dos
términos pasa el Segura, perteneciendo ambos a la cuenca del Guadalquivir).
7
" Especialmente en la última década, en la que los estudios y excavaciones sobre
la interesantísima provincia de Albacete están demostrando cada vez más un carácter (y
extremo la ambivalencia del término) «crucial>> .
88 Quizá uno muy expresivo de ello es <<Balazote>>, el Balat al-Suf o <<Camino de la
150 ALICIA CANTO

Pasando a la fig. 2, que para nú propósito aquí es de mayor interés,


he observado atentamente cartas geográficas de varias escalas, especial-
mente las del Servicio Geográfico del Ejército 89 , fijándome en el área más
próxima al gran codo, revuelta o giro que el Baetis-Guadalquivir hace
claramente hacia el Oeste, versus in occasum, oceanum Atlanticum pe-
tens, buscando topónimos o microtopónimos que pudieran comprobar ya
en primera instancia la afirmación de Plinio. Y, en efecto, no sólo los
hallé, sino que son hasta cuatro, tres de ellos bastante visibles y todos
bastante sugestivos: «Orcera», «Trujala», «Hornos el Viejo» y la «teinada
de Los Guisados», que analizaré ahora separadamente.

3.1. llorci-Orkelís: Orcera-Segura de la Sierra y su río Trujala

En primer lugar, y para el propio Ilorci: El término municipal hoy


mayor y más próximo a la amplia curva al O del Baetis, que justamente
lo «deja a un lado, evita, rehúye» en pleno giro, es el de «Orcera», bañado
por el río del mismo nombre. Eliminando de Ilorci el prefijo inicial Il-
(notorio indicativo de «ciudad»90 ), nos queda un radical ore- que puede
91
acomodarse bien a aquél en lo formal • De hecho, y como refuerzo, me
parece muy posible que Orcera - o más bien, como veremos, Segura de
la Sierra- se corresponda además con la Orkelís que Ptolomeo cita, entre
las ciudades bastetanas 92 , en las coordenadas 11 o 30' E y 38° 5' N, y cerca

Lana» árabe, que recuerda la calzada misma, lugar de aparición de la famosa «bicha».
Otros muchos no he podido colocar por no rellenar más el mapa, pero este territorio
peninsular es uno de los más ricos de los prerromanos.
89
Son éstas la 1:100.000 (hoja 11-18: Villacarrillo: Madrid, 1971), y la 1:50.000
(hoja 22-35 : Orcera = hoja 887: Madrid, 1990). En la primera de ellas está basado el
mapa que presento.
90
La pérdida de vocales o sílabas empezadas por vocal en la evolución de nombres
antiguos es relativamente frecuente: Así se suponía, sin ir más lejos, para Ilorci-Lorcal
Lorquí, y se da en !lerda!Lérida, lluberri!Lumbier, lluersia!Luesia, Egabrum!Cabra o
ltalicarralca, entre otras muchas.
91
Los topónimos granadinos Orce y Orjiva pueden tener un parecido origen.
92
Ptol., II, 6, 60. A. Tovar (1989: 160, C-27), recoge las opiniones de K. Müller y
de A. Schulten (RE XVIII, 1, col. 1090), en el sentido (¡y cómo no!) de que Orkelís sería
igual a Ilurcis, <<es decir, Lorca>>, lo que parece imposible, y por su parte propuso como
alternativa el pueblo granadino de Orce con su río homónimo. A. Holder (1961: t. II, col.
868), no sé con qué base, da Orkelís como igual a Orihuela (Alicante), pero éste debería
de proceder mejor de algo como Auriola, y además aquella zona alicantina no es
bastetana, sino contestana. Pero creo que Orcera-Segura, según las coordenadas y eti-
/lorci, Scipionis rogus 151

de Ilunum, Vergilia y Acci93 • El radical Orkel -, a mediados del siglo JI


d.C., nos daría el estadio apropiado para la evolución posterior a Orcer.
Pero quizá ore - no sólo nos sea válido en lo formal, sino también
en el significado, pues me parece incluso muy atractiva la posible rela-
ción de esta raíz con la del latín orcus, el «Orco», como «lugar de derro-
ta, de muerte». De la misma se formaron en latín adjetivos como orci-
nus/-nianus y orcivu/4 , en los que se repite el radical orci -.Es realmente
interesante que la raíz celta orc-/org-, de claro origen indoeuropeo
(org-: ¿tüten?, scil., matar), reenvía a perg -,que se asocia a su vez 95 con
«derrota», «batalla», «quiebra», «homicidio» y «muerte». Se admitirá
que la coincidencia del segundo elemento de Il-orci con lo que realmente
sabemos que ocurrió allí es bastante sorprendente, ya que hubo efectiva-
mente batalla, derrota y homicidio 96 •
97
Un rebautizo posterior de la ciudad con un nombre que recordara
por sí mismo el horrible final de Cneo Escipión y sus soldados explicaría
quizá por qué ningún autor de los que manejan los anales más antiguos
(Po libio, Apiano y Livio) concretó algún otro nombre para el lugar pre-
ciso de la muerte del general: Porque ya lo habían mencionado con
Amturgi, («junto a», y «cerca de la cual», recuérdese, estaban ambos
campamentos y la torre). En cambio Plinio, casi tres siglos después de
los hechos, nos da este posiblemente «nombre parlante» de Ilorci.

mológicamente, es mejor candidata (cf mi estudio en preparación La Hispania de Pro-


lomeo).
93
Esto probaría que valen para ella las raíces llore- y Ore-.
94
Se dice de aquéllos cuyo status varía tras una muerte o por un testamento, al igual
que se llamó <<senatores orcini» a los que entraron al Senado tras la muerte de César, y
orcinus simplemente al libertado por testamento. El término griego órkos, aunque no
tiene el mismo significado, sí se relaciona con lo sagrado, como lo son los juramentos,
que se prestan ante los dioses. De hecho, se documenta cerca de Belgrado una diosa
Orcia (Holder, 1961: 870, con CIL, III 1660) y, en este punto, hay que recordar la
existencia en Tracia de una ciudad llamada asimismo Orkelís (A. Tovar, 1989: 160,
C-27).
95
IEW I, 782 y 819.
96
Una palabra de la misma raíz, pero de significado diferente, es hispana: Se trata
de orca, ánfora grande olearia mencionada por Varrón y San Isidoro como vas Hispani-
cum, y se relaciona con urceus, urceolus, orcius, orciarius, orciolus, orcellus (todo ello
en Du Cange, 1954: 56). Es el antecedente de la muy española «orza». También se
consideran nombres propios, «quizá ibé!icos>>, Orcuarus y Orguarra (sic), en CIL, III,
4917 (Waisenberg) y CIL, XIII, 461 (Auch) y 485 (Barran), cf. Holder, ibid.
97
Conocemos algunos casos de ciudades que cambiaron y perdieron su nombre
anterior, y la práctica no debió de ser tan rara: la ya citada Gracchurri (Ilurcis) , Caesa-
raugusta (Sallui o Salduna). Pompailo (?), Pax Julia (?), Emerita (?), etc.
152 ALICIA CANTO

De forma que pienso que sería la misma Amturgi la que, después del
luctuoso hecho (y quizá por orden del joven Escipión), recibió otro
nombre, y esto aclararía por qué no volvemos a saber nada más de
Amturgi en la Historia98 • Pero, por si esta explicación pareciera al lector
que tiene menor base y mayor imaginación, creo que al menos puede
retener el parentesco formal - creo que indiscutible - entre Ilorci y
Orcera, pero atendiendo especialmente a su correcta ubicación con respecto
a la descripción pliniana.
La distancia de Orcera hasta el codo del Guadalquivir es de unos 19
km. Pero es obvio que Plinio cita el nombre del territorium mayor dentro
del cual estaba la turris-rogus en cuestión. No es ocioso adelantar ya aquí
que en época prerromana y romana la capital de este territorio concreto
no pudo ser el actual Orcera: Antes al contrario, la ciudad-fortaleza más
importante en las fuentes medievales y modernas es siempre Segura de
la Sierra99 , a escasos 4 km al SO de Orcera, pero a 300 metros más de
altitud, elevada y protegida entre el citado río Orcera al N y el suyo
propio, al S, que lleva el enigmático y sugestivo nombre de «Trujala».
Como avancé al principio de este trabajo, creo que, mediante una simple
metátesis (de Turg- a Trug- y Truj-), el río «Trujala» puede ser heredero
y testigo de un nombre anterior, parecido a Turgalis/e y, por tanto, al
100
segundo elemento de Am-turgi •
Segura de la Sierra es así la verdadera ciudad capitalina y la llave del
paso hacia el valle del Segura (como indica su propio nombre) y por tanto
hacia el ager Carthaginiensis y Carthago Nova. Y a la vez, hacia el S,
la comunicación con la Hoya de Baza-Basti (capital de la Bastetania),
desde donde sabemos que en época árabe podía verse su castillo, es

98
Reseño de todas formas aquí que, al principio de esta investigación, la albaceteña
«Üntur» me gustaba mucho para sucesora etimológica de Amturgi; la descarté por
hallarse demasiado alejada del que creo verdadero teatro de las operaciones. Del mismo
modo, Letur también puede haber sucedido a otra !liturgi (y quizá sea ésta mejor la
mencionada en Livio XXIII, 49, 5), de cuyo asedio desisten los cartagineses en el 215
a.C., marchando hacia lntibili. Ambas (Ontur y Letur, AB ) están en el entorno de la
calzada hacia Levante, poco antes y poco después de llunum (Hellín). Como puede verse,
en el campo de la investigación etimológica de la España antigua creo que quedan
muchos caminos por explorar.
99
Hay interesante bibliografía antigua y reciente sobre este municipio y su extenso
territorio: J. de la Cruz Martínez (1842); G. Navarro López (1991); J. Cobo de Guzmán
y Lechuga (1994). Sin embargo, las épocas romanas están peor documentadas en estas
monografías, sin duda debido a la escasez de prospecciones y excavaciones en el área.
100
Sería el mismo mecanismo evolutivo por el que Turg-alium derivó en el actual
«Truj-illo>> (CC).
Ilorci, Scipionis rogus 153

también fácil por una doble calzada, al O. y al E. del alto Baetis, conec-
tando ambas con el área de Linares-Cástula. No hemos de olvidar tam-
poco que hablamos de la divisoria de aguas del Mediterráneo y el Atlán-
tico10', y que no en balde a principios del siglo XIV ya se señaló la
importante ciudad-bastión de Segura de la Sierra como término divisorio
entre Aragón y Castilla. De estas y otras circunstancias surge, irrefrena-
ble, su valor estratégico.
A estas condiciones - posición clave y defensas arriscadísimas -
debería su preeminencia en la antigüedad. Pero ambos factores, ya desde
el siglo XIX, y actualmente más, no sólo no son de ningún interés sino
la segunda incluso un inconveniente, lo que motiva su minoría o igualdad
presente con respecto a la propia Orcera. Pero en época antigua era a la
inversa, y Segura era la capital de todo su vasto término. Es decir, Segura
sería la verdadera Ilorci' 02 , y Orcera, su aldea dependiente o arrabal 103,
la que conservaría (en sí y en su río) el viejo nombre de Ilorci 104 • De esta
forma, Segura está rodeada por dos ríos, cada uno de los cuales sería
testigo de dos de sus tres nombres: Trujala y Orcera
Cuándo recibiera Segura de la Sierra este tercer nombre - Segura -
no lo sé, pero la referencia más antigua que he encontrado es la de la
llamada «Hitación de Wamba», cuyas demarcaciones originales, como se
05
sabe, pueden remontar al último cuarto del siglo VII' • En ella se cita a

101
Puesto que el Segura corre hacia el primero y el Guadalquivir hacia el segundo.
Bien comentado con todos sus hidrónimos en Diccionario (1896: 926). Indica que
algunos autores supusieron que aquí estuvo Castrum Album.
102
En este caso, el río que se interponía entre los campamentos de Asdrúbal y Cneo
sería uno de estos tres: Hornos, Orcera o Trujala, mas posiblemente el primero
103
G. Navarro López ( 1991: 112) confirma que Orcera fue aiTabal de Segura de la
SieiTa al menos desde 1285 hasta que se independiza de ésta en 1837. Del partido de
Segura dependían, entre 1800 y 1830, 41 pueblos, y fue su capital hasta 1862 (luego lo
fue Siles y después , definitivamente, la misma Orcera).
104
Esto se puede probar en un documento de la orden de Santiago, de 1468 (R. Paz,
1974: t. II, 884-885): «Esta villa de Segura es mucho fuerte .. . encima de lo alto desta
cuesta está el castillo ... y es muy fuerte a maravilla ... esta villa de Segura tiene ... estos
lugares anexos .. . Hornos .. . muy fuerte ... toiTe despoblada... Siles ... torres, La Puerta ...
tolTe, Xenave ... torre muy buena .. .. Albadalexo, torre muy buena de cal y canto ... Torres
de Albanches ... Las Bainas, no tiene torre ... fortaleza, Catena, bien fuerte ... tiene otro
logar que llaman Ho rcera, y tiene otra torre ... Albadalejo, decercado ... casa defendede-
ra ...» (citado por J. Vallvé: 1986, 242-244). De donde se prueba, no sólo la abundancia
extraordinaria de turres, por ser Jugar de paso senano y fronterizo, sino también que,
como sugerí, Orcera era un simple <<lugar>> dependiente de Segura de la Sierra.
105
L. Vázquez de Parga ( 1943) 40, 91 para la datación del modelo, y 74 para el texto
del arquetipo. Su posición intermedia y lindera respecto de Mentesa y Acci es la real.
154 ALICIA CANTO

Secura, Securia o Segura como uno de los límites entre las diócesis de
Mentesa al N, y Acci al S 106 , ambas de la metrópolis de Toledo. Ya en
época árabe aparece como Saqura 107 , y es calificada de «fortaleza inex-
pugnable», con su propio «Señor» en el siglo XI, en el al-Bayan al-
Mugrib de Ibn 'Idari 108 • En la primera mitad del siglo XII, el mismo
109
carácter de inaccesible le da el geógrafo árabe al-Zuhri , mientras al-
Idrisi la cita, también con poderosa defensas y como cabeza de una ruta
específica 110 , la llamada «de Murcia a Segura», que a mi juicio se puede
corresponder exactamente con la vieja ruta púnica hasta Carthago Nova
que Asdrúbal defendía en la campaña del 211 a.C.
Coincidiendo con todo ello, debido a la posición serrana, defensiva
y de atalayas, se conservan o documentan en su término aún varios
castillos y torres, como los de Peñolite, Catena, Morales, Gutamarta o
Fuensanta. Destacable es el de «Segura la Vieja», media legua al E. del
11 1
pueblo, que debería de ser investigado con detalle • Algo parecido ocu-
rre con el tém1ino de Orcera, llano al O. y encrespado al E. y con varias
11 2
torres también, entre las que destaca la de Santa Catalina • En recientes

106
Respectivamente Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente, CR) y Guadix (GR).
107
El nombre no parece árabe, sino latino, del adjetivo securus/a , respondiendo a su
posición misma. Quizá el eslabón perdido esté en época goda. En todo caso, tuvo tal
fuerza que acabó rebautizando al río Tader mismo y a toda la sierra, lo que es raro;
aunque esto no nos afecta ahora, se podrían encontrar explicaciones de mayor antigüe-
dad, menos simples y más interesantes.
108
V. la espléndida edición de F. Maíllo Salgado (1993: 184 con nota 1002, al año
1043-1044 d.C.): Estaba situada «en los confines de Jaén».
109
Afirma que «la Sierra de Segura es muy grande, muy fértil y rica en agricultura
y ganadería. Está muy poblada, pues tiene 300 alquerías y 33 castillos. Encima de esta
Sierra se alza la ciudad de Segura (Saqura), una de las fortale zas más inexpugnables de
al-Andalus. Al Sur de esta Sierra nace el río Segura, el que baja hacia Murcia y su
región.>> (J. Abim Miza!, 1989: 278).
110
Al-Idtisi, fol. 156 de su Kitab al-Mamalik wa-l-Masalik (redactado hacia 1160)
y editado por J. Abim Miza! (1989 : 91), dice que «de Murcia a Segura hay setenta y cinco
millas ... de Saqura a Calatrava hay setenta millas>>. El mismo autor ya había tratado de
Segura en su Nuzhat al-Mustaq: «Saqura es un castillo comparable <por su tamaño> a
una ciudad, situado en la zona más elevada de una compacta cadena montañosa, de
excelente construcción y bien fortificado. En las laderas de dicha cordillera nacen dos
ríos (Guadalquivir y Segura) .. . De Saqura a la ciudad de Surita (Zorita) hay dos etapas
largas ...>>, (ibid. : 278).
11 1
De hecho, G. Navarro López (1991: 40) menciona allí «cimientos y ruinas >> de
la vieja Segura.
112
En el artículo dedicado a Orcera en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-
Americana (t. XL: 100-101, reed. Madrid, 1991) se hallará una espléndida foto, muy
Jlorci, Scipionis rogus 155

prospecciones arqueológicas oficiales en el término de Orcera (aunque


desgraciadamente no alcanzaron a su zona meridional, aquí la que más ·
nos interesa) se ofrecen tres más de estas torres de tapial, las llamadas
«Torre Primera», «Torre Segunda» y «Torre Tercera», de entre 12 y 15
m. de altura, en su estado actual medievales y en inminente ruina y, como
113
supieron ver los prospectores , «todas ellas en función de las estructuras
defensivas del castillo de Segura de la Sierra, ubicado hacia el Sureste y
a poca distancia», lo que creo viene a probar desde la arqueología lo
anteriormente sugerido a partir de las fuentes textuales de épocas medie-
val y moderna.
Es de suponer que habría torres de dos tipos: Unas para mantener el
114
simple control visual y la cadena de avisos y alarmas , y otras mayores,
verdaderas torres-fortines, para alojar guarniciones en lugares de paso
115
real. Una torre muy similar a éstas, pero del tipo más grande , debió de
ser aquélla en la que Cneo Escipión se refugiara con sus hombres, en el
territorio meridional de Segura y posiblemente más cerca del Guadalqui-
vir. Dada la definición pliniana de estas torres, sería firmior omni cae-

antigua, de la tone de Santa Catalina, ya bastante arruinada, que da una idea de cómo
serían estas torres de vigilancia también en época pren·omana: altas, estrechas, de muy
sólido adobe, por lo general con una sola puerta, y almenadas. Se añade que los muros
de Orcera se podían ver desde Baza. Véase la nota siguiente.
11 3
Crespo García, J .M. y Pérez Bareas, C. (1987), 329-337 y véanse su fig. 4 y, en
la lám. VI, una impresionante foto de la <<Torre Segunda>> desde su lado S, con una
visibilidad media de entre 1 y 1O km.
114
Sobre su uso para transmitir fuegos de aviso, iugis montium impositas, véase
Plinio NH II, 181 (.. . in Africa Hispaniaque turrium Hannibalis ... in quis praenuntios
ignes ... ); y sobre la utilización desde ellas de espejos - específica de los cartagineses -
véase Livio, XXIX, 23, l: Carthaginienses quoque cum speculis per omnia promunturia
positis percunctantes paventesque ad singulos nuntios sollicitam hiemem egissent. Lo
que está claro es que esta parte tan montuosa de Jaén es una de las españolas más ricas
en ellas, y que están muy poco exploradas.
1 15
Estas tones suelen ofrecer un único acceso, orientado en general al S. Pero en
nuestro caso habría de haber al menos dos, para justificar el plural usado por Tito Livio
(ut supra) en «las puertas (jores) que no hubieran cedido de ningún otro modo>>, esto
último claro porque los muros en la base de las tones prospectadas superan el metro de
grosor. En dos de los casos, Crespo y Pérez Bareas (1987) documentan la existencia de
2 y 3 plantas en su interior (respectivamente en la «Tone Primera>>, la mayor, de
8,70x5,70 m. y en la <<Torre Segunda>>, aunque es menor: 5x4 m.). Naturalmente, estas
torres en su estado actual parecen del período árabe (en las exploradas se identificó a su
alrededor sólo cerámica vedriada), pero dan una buena idea aproximada, especialmente
para estudiar su visibilidad, conexión y dependencia, como han hecho estos jóvenes
arqueólogos.
156 ALICIA CANTO

116
mento • De este tipo a mi juicio serían las verdaderas turres Hanniba-
licae.
Creo que este conjunto de datos puede llegar a demostrar que el área
de Orcera-Segura fue el territorium propio de llorci-Orkelís, y antes
posiblemente, como acabamos de ver, el de la más antigua Amturgi.

3.2. Hornos el Viejo

Pero acerquémonos un poco más al río mismo (fig. 2) para fijarnos


en el siguiente interesante topónimo: El citado río Orcera (como el
Trujala) es tributario del río «Hornos», que resulta ser, bajando directo
hacia el S, el primer afluente de importancia que el Guadalquivir recibe
por su derecha, en el lugar mismo de su giro (hoy éste menos definido,
debido al impresionante embalse del «Tranco de Beas»). El hidrónimo
«Hornos», que acompaña a la aldea (871 m. de altitud) y al pico (1143
m.) del mismo nombre, tiene sin duda un origen antiguo, un latino
Furnus, pero tampoco éste estaría primitivamente aquí: En efecto, poco
más de tres kilómetros más al S de Hornos, y por tanto aún más cerca
del Baetis, se conserva un caserío de nombre «Hornos el Viejo» . Debe
referirse a éste, y no a su heredero más moderno, la noticia de hallarse
aquí una zona fuerte o «castillo», según he podido documentar ya en al
menos dos fuentes árabes del siglo XII. La primera, un autor anónimo,
visitante de la zona en el año 532 de la Hégira, que escribió un Libro de
la Geografía. En éste, al describir el nacimiento del gran Guadalquivir,
dice que «a las diez parasangas de su origen [es decir, 57 km] cae en él
el agua de la fuente [es decir, del río] del castillo de Fornos, de la amelía
117
de Segura ••• ». El topónimo nos da así el estadio intermedio entre el
romano Furnus y el actual Hornos, además de indicarnos la existencia en
este recodo de una plaza fuerte. También el geógrafo al-Zuhri 11 8 , al

116
Plinio, NH XXXV, 169: ... aevis durant incorrupti imbribus, ventis, ignibus
omnique cae mento firmiores ...
117
El original, propiedad de Pascual de Gayangos, fue consultado personalmente
por Eduardo Saavedra, quien hizo la cita en su edición de el-ldrisi (Ubieto, A. , 1974: 96-
97). Los datos que doy son los del sabio arabista. Supongo que el manuscrito debe de
seguir en posesión de la Real Biblioteca. Comenta Saavedra algo antes que Abulfida, en
sus tablas de situación, ubica en la divisoria entre el Guadalquivir y el Segura un monte
que transcribe como «lyl» (¿quizá del antiguo <<11>> ?).
11 8
D. Bramón, 1991. Vivió en la primera mitad del siglo.
Ilorci, Scipionis rogus !57

describir el curso del Río Grande, afirma que «lo primero que en él cae .
(scil., después de nacer) es el agua de la fuente que está en el hisn o
119
castillo de Fumus (= Hornos), del 'amal o distrito de Segura • •• »
Aunque no puede decirse que el microtopónimo mismo sea un hápax 120 ,
tampoco es muy corriente. En todo caso, sabemos por las fuentes antes
citadas que Hornos y Hornos el Viejo dependían del territorio de Segura
(llorci), y que disponían de al menos una fuerte torre. Así que, con esta
proximidad al Guadalquivir (ya sólo 5 km), se podría asociar el nombre
al antiquísimo eco de un gran fuego allí habido 121 •

3.3 . La Teinada (o rogus) de «Los Guisados»

Pero creo que esta idea encuentra definitivo apoyo en el cuarto topó-
nimo que presento: «Los Guisados». Se trata en este caso de una «teina-
da». Teinada es un término español muy antiguo y ya en franca recesión.
Procede posiblemente de tignata y por tanto de tignum, o sea, de «ma-
dero». Tiene una versión evolucionada, que es «tinada». Tinada en pri-
122
mera instancia, conservando el posible significado romano significa
«montón o hacina de leña» y en la segunda «cobertizo para tener reco-
gidos los ganados, y particularmente el destinado a los bueyes». De
forma que, en una zona con buena ganadería, como ya vimos, existen
123
varias de estas «teinadas» o corralizas cubiertas • Sin embargo, creo que

11 9
Vid. E. Terés (1986: 283 y 401), así como mi libro en preparación Fuentes árabes
para la Hispania romana , sub vv. Baetis y Fumus. El término intermedio, «vega de
Fomos», está también documentado en el Libro de la Montería de Alfonso XI (ibid.).
120
Existe algún otro en el alto Guadalquivir, como el «Hornos» próximo a Toya o,
por ejemplo, el de <<Guadahomillos», en el vecino término de Beas de Segura.
121
Aunque hay noticias de la existencia cerca de un buen alfar, muy activo en época
árabe (G. Navarro López, 1991 : 63, con fotografía de una bellísima pieza del M.A.N.,
procedente de él), así como de la existencia de varios tipos de metales en la serranía
(véase el topónimo, inmediato a Hornos el Viejo, de <<La Platera>>), creo francamente que
el hidrónimo es más antiguo y no pudo derivarse de una actividad industrial medieval.
122
Por cierto que éste (tignatum/a) no consta en el Oxford Latin Dictionary, pero sin
duda existió (carecemos de la letra T aún en el TLL).
123
Detecto, en el mapa l :50.000, alrededor de la zona norte del Embalse del Tranco
de Beas, las de <<La Rinconada>> , <<los Miralbueno>>, <<los Berrocales>> o el «cortijo de la
Teinada>>. La teinada de <<la Rinconada>> debe de hacer referencia sin duda al «rincón>>
o esquina del Guadalquivir muy cerca del cual se encuentra, en la margen derecha del
río Homos y a media distancia exactamente entre Hornos y Hornos el Viejo, ambos sobre
la orilla izquierda. En otras zonas peninsulares se les llama <<tenados>> .
158 ALICIA CANTO

el uso que habría que tener en cuenta primero es el más antiguo, el de


«montón de leña», debido a que posiblemente en estas «teinadas» se
fueran amontonando y preparando los productos de los aserraderos de
leña vecinos para su transporte posterior, primero por los ríos menores y
luego por el Baetis.
No olvidemos que estamos en el pleno corazón de la que fue una de
las más ricas zonas arbóreas y madereras de la mitad sur de la Península
124
Ibérica: las Sierras de Cazorla y Segura . Tan grande fue su imp01tancia
que de aquí salió la madera para construir la armada española que luchó
125
en Lepanto a las órdenes de D. Juan de Austria , y desde 1748 hasta
1790, estos «bosques de Segura» conformaron la llamada, algo paradó-
jicamente, «Provincia Marítima de Segura de la Sierra», debido a que
estaba atribuída al Departamento Marítimo de Cádiz para el abasteci-
miento de madera y betunes y cáñamos para los astilleros y barcos de la
Armada española, y su administración dependía del Intendente de Cá-
diz126. Entre 1800 y 1830 el censo forestal se cifraba en nada menos que
127
264 millones de árboles • Por estas razones, no descarto que fuera esta
zona un saltus imperial o público (como acabo de proponer para las
128
antiguamente boscosas y navarro-zaragozanas «Bárdenas Reales »), y
uno de los motivos (junto a la minería) de que Augusto traspasara el área

124 De hecho, en los siglos XVIII y XIX estas sierras se convirtieron en el principal
productor maderero de la mitad meridional de España. Se usaba preferentemente el
transporte fluvial a través de los ríos Guadalquivir, Guadalimar y Segura, hacia Sevilla
y hacia Cartagena. Se utilizaban «lanzaderos» para hacer bajar los troncos hasta los ríos,
y desde allí viajaban en gabarras o por simple flotación . La descripción de la explotación
y sus problemas fue causa de grandes decisiones y debates en ambos siglos, y nos da una
idea muy aproximada de cómo sería en época romana este aspecto industrial, que no ha
sido aún, por lo que sé, objeto de estudios específicos (existe gran dificultad para el
rastreo de datos y vestigios). Véase por ej. E. Araque Jiménez (1996: 13 ss., 102 ss. y
passim), con interesantes a11ículos y fotografías antiguas.
125 G. Navarro López (1991: 32 y lám. en p. 23).
126 Esta interesantísima y poco conocida faceta de esta rica setTanía es tratada con
mucho detenimiento en la obra más arriba citada de J. Cobo de Guzmán y Lechuga
(1994: 27, 33, 35 [mapa] y passim). También suministraba al arsenal de La Carraca
(Cartagena), lo que demuestra otra vez la estratégica doble posición del área a la que muy
al principio de este trabajo me refería.
127 G. Navarro López (1991: 105). De su demarcación forestal dependían en esta
fecha Alcaraz, Yeste, Cazorla y Villacarrillo, y se extendía de «más allá de Yeste y de los
baños de Tus hasta las fuentes del Guadalquivir, de La Sagra de Granada a Montiel y
Villanueva de los Infantes en La Mancha>> (unos 180 km cuadrados).
128 Cf. A. M•, Canto, 1997: 56-64 para las Bárdenas Reales.
Ilorci, Scipionis rogus 159

de Cástulo-Cazorla desde la administración senatorial de la Bética a la


suya propia tarraconense.
Pero, volviendo a nuestro asunto, existe una oportunísima definición
latina (y por tanto aún más antigua), que más arriba cité a otro propósito:
Se trata de Serv., Aen. III, 22: En un contexto completamente dedicado
. z·zgnorum (d.zcz. so zetJ rogus 130 .
, bres 129 , d.ICe que extructw
a 1a h onras f une
A esto, al amontonamiento ordenado de maderos (o, para nosotros ahora,
una «teinada») con destino a la cremación de personas se le llama rogus 131 •
Calibraremos entonces mejor lo realmente curioso del nombre que
acompaña a esta «teinada» en concreto: «Los Guisados». Este rnicroto-
pónimo es tan raro, y tan poco apropiado para aplicarlo a un uso fútil, ni
culinario(?) ni relacionado con el propio ganado 132 , que no acierto a
deducir otra cosa sino que, después de tantos siglos, este nombre conser-
ve aún en el legendario eco de que por allí cerca ocurrió algo tan extraor-
dinario como que un grupo de hombres fueron «guisados», «asados»
vivos, como si de una pira fúnebre se tratara. Por esta vía, la «teinada
de Los Guisados» vendría a ser lo mismo que el «rogus» de Cneo
Escipión que estábamos buscando.

4. Conclusión

Creo por todo lo expuesto, y para te1minar, que la tan polémica


ciudad de Ilorci ni debe ser confundida más con los nombres de otras
ciudades, ni debe de ser otra vez buscada, como se ha venido haciendo,
en lugares tan remotos de donde Plinio concisa y acertadamente la ubi-
caba. Puesto que, examinado (aunque de momento sólo literaria y carto-
gráficamente133) el punto exacto citado por él, en efecto hemos encontra-

129
Terrae congestio super ossa tumulus dicitur, sane apparatus mortuorum funus
dici solet, extructio lignorum rogus, subiectio ignis pyra, crematio cadaveris bustum,
locus ustrina, operis extructio sepulcrum, nomen inscriptum monumentum (la recojo
completa, por cierto, por ser espléndida para uso de arqueólogos) .
130
Se incluye también en las anotaciones de la edición citada de Reifferscheid de
las reliquiae suetonianas (1971: 288).
13 1
Véase un interesante análisis del término (aunque referido a época imperial), con
numerosas representaciones gráficas de tipos parecidos de rogus (en monedas, dípticos
y altares) en Arce, J., 1988: 140-155 y figs. 50 a 62.
132
Si «teinada» se tomara en su segunda y más moderna acepción.
133
Algunas circunstancias me han impedido hacer personalmente, como hubiera
sido mí deseo, la necesaria y lógica prospección de estos lugares.
160 ALICIA CANTO

do allí indicios suficientes, no sólo de concordancia con el desarrollo


lógico de la última campaña de los Escipíadas, sino una situación racio-
nal y muy estratégica para la Amturgi del campamento de Asdrúbal 134
(ante la cual pasaron ambos generales, camino de Cástulo, y delante de
la cual quedó estacionado Cneo Escipión) además de gran abundancia -
incluso actual - de turres, de la existencia del entorno muy boscoso que
mencionara Livio, de la comunicación viaria necesaria tanto para el
avance hacia Cástulo como para el retroceso hacia Sagunto (pues tam-
bién es vecina el área de Segura-Orcera del trazado más viejo de la
135
calzada hacia Levante) y cuatro topónimos -reunidos en un pequeño
espacio - , ecos de aquel gran desastre: Orcera de Ilorci, Trujala de
Amturgi, Hornos-Furnus del rogus mismo, y el tan sugerente de «teinada
de Los Guisados», que describiría a los fúnebres y forzosos protagonistas
del hecho en sí según la versión más repetida y fiable. Por último, a través
del borde norte de la Sierra de Cazorla podían los supervivientes, tanto
los del campo de Publio llegar al de Cneo, como viceversa, así como
todos ellos refugiarse- para su desgracia final y la posterior de la traidora
136
ciudad - en la díscola y célebre Iliturgi •
Todas esas coincidencias favorables no se cumplen juntas a la vez
en ningún otro de los seis o siete lugares hasta ahora propuestos por
historiadores, arqueólogos y filólogos . Pero, sobre todas ellas, quiero
destacar, otra vez, la principal: Que todo se halla en el área, muy precisa,
señalada hace tanto tiempo por Plinio el Viejo: «Allí donde, muy poco
después de nacer, el Baetis gira hacia el Oeste».
Sólo cabe esperar que estas páginas sirvan de estímulo para los
historiadores (especialmente los más jóvenes), animándoles a ver nues-
tras fuentes, y lo que de ellas se ha venido diciendo, desde nuevas
perspectivas. Y también a los arqueólogos locales - con mucho los mejo-

134
Dada - permítaseme recordarlo - la misión más concreta y lógica del ejército de
éste: Proteger el paso hacia Carthago Nova y Carthago.
135
De hecho, poco más de 2 km al N de la «teinada de Los Guisados», y por la
misma can·etera actual 321 , existe aún una <<Venta de los Cortijos Nuevos>>, que parece
indicar un camino frecuentado. Actualmente es un activo municipio
136
Naturalmente, la Encomienda de Maquiz, en el término de Menjíbar (J): Iliturgi
e llorci son nombres de ciudad muy poco semejantes, cuyas noticias no tienen por qué
ser mezcladas. De forma que fue la poderosa y elevada lliturgi (cuya inestable fidelidad
en aquellos años está probada) la que, creyendo saldado el conflicto en favor de los
púnicos tras el desastre romano, quiso congraciarse con aquéllos otra vez, ejecutando a
los romanos que, fiados del último pacto, en ella se habían refugiado. Su castigo por el
joven Escipión no pudo ser más merecido.
Ilorci, Scipionis rogus 161

res conocedores del terreno - para que les atraiga orientar nuevas pros-
137
pecciones en todos estos bellísimos parajes , al triángulo entre Beas de
Segura, Orcera-Segura de la Sierra y el codo del Guadalquivir. Quizá
algún día puedan ser localizados los escenarios exactos de unos hechos
que tanto conmovieron a hispanos y a romanos 138 , y que fueron la espoleta
para la definitiva conquista de Hispania , cinco años después.
Cuando Publio Cornelio Escipión el Joven, terminada la guerra en el
206 a.C., convocó a los hispanos venidos de todas partes 139 para celebrar
unos ludi gladiatorii en Carthago Nova, «en memoria de su padre y de
140
su tío paterno » , les propuso precisamente vestra tumulos terra celebra-
re meorum est animus pacemque dare exposcentibus umbris.... , es decir:
«Honrar las tumbas de mis parientes, que cayeron en vuestras tierras, y
dar a sus sombras la paz que justamente exigen 14 1•• • » , llevando a cabo a
continuación todo el rito y las ofrendas de las auténticas exequias que en
su momento, un lustro antes, habían sido negadas a ambos fulmina im-
perii. El homenaje a los gloriosos Escipíadas se renueva al final de
142
aquellos largos y emocionantes juegos •
A la vista de la extraordinaria pietas descrita por Silio Itálico es muy
difícil sustraerse a la idea de que por aquellos mismos años no ordenara
el joven Escipión la construcción de sendos monumentos fúnebres en los
dos lugares precisos donde habían tenido lugar las muertes de su padre

137
No es difícil de entender por qué San Juan de la Cruz redactó su estremecedora
Subida al Monte Carmelo precisamente a la vista del bellísimo «Tranco de Beas»
(Navan-o López, G., 1991: 32). Los todavía bellos y agrestes paisajes están hoy más
protegidos por incluirse en el Parque Natural de la Siena de Cazorla.
138
Tito Livio nana los detalles de la consternación general (XXV, 36, 14): <<El luto
no fue mayor en Roma que a lo largo y ancho de Hispania: Los Romanos lamentaban
el dolor de la desgracia pública y de la pérdida del ejército y de la provincia; los Hispanos
lloraban y echaban de menos a los dos generales, pero más a Cneo, porque había estado
allí más tiempo al mando, se había ganado antes su simpatía y había dado el primero
ejemplo de la justicia y la moderación romanas ... »
139
Todo el relato, muy detallado (y que será por mi parte objeto de un próximo
estudio), se incluye por Silio Itálico casi al final y como broche de oro para sus Punica,
XVI, vv. 277 ss. (J.D. Duff, 1961 : t. 11, 406 ss.) .
140
Este detalle en concreto del motivo principal de los juegos lo encuentro en Val.
Max. IX, 11 , extr. 1: <<Escipión el Africano Mayor estaba celebrando unos juegos de
gladiadores, en Cattagena, en memoria de su padre y de su tío paterno ...>> (trad. Martín
Acera, F. , 1988: 514).
141
Sil. Ital., Punica, vv. 292-293 (J.D. Duff, 1961: t. II, 406) .
142
Vv. 576-579 (ibid.: p. 480).
162 ALICIA CANTO

143
y de su tío • La costumbre está suficientemente documentada entre los
romanos, y así, nada de raro tendría que todavía pudieran hallarse por
allí, cerca de donde el Baetis se vuelve hacia el ocaso- cerca de su rogus
-, al menos los rescoldos del tumulus de Cneo, y de las inscripciones o
del elogium que - tal como solían los miembros del genus Scipionum en
144
su gran sepulcro de la via Appia de Roma - honraran, tan lejos de la
Urbs, su perenne memoria.

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143
Muy recientemente, J.-M. Roddaz (1998) ha publicado un sugestivo análisis
sobre la vinculación de los Escipiones a Hispania, planteando el sentimiento de éstos
hacia la península, a semejanza del «modelo Bárquida», como «une affaire de famille»,
que crea en tomo al mismo toda una «idéologie de la victoire>> . No va nada mal con tal
elaboración ideológica mi hipótesis acerca de la construcción por él de ambos túmulos.
144
Véase por último F. Coarelli (1996) .
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(Eida)
Sierra Morena
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' ...

ILURCO
(Pino~uente)

** 1/orci segun Plinio NH, 111, 9


Las otras 6 propuestas para 1/orci

O 10 30 50 Km.
* Área del rogus Scipionis

l=-=..---==:1 e Ciudades con restos prerromanos


ESCALA 1:250.000 Posible red de calzadas púnicas

Itinerario de los vasos de


Vicarello 1 Calzada S.XVII ("Arrecife")
Otras vras árabes

FIG. L Panorama del SE hispano y ciudades en relación con las calzadas en uso en época púnica. Ubicación de las «otras» /lorci,
y de la señalada por Plinio como lugar del Scipionis rogus. Calzadas según los vasos de Vicarello y la fuentes árabes del S. XII.
Ilorci, Scipionis rogus 167

Beas de Segura

Baetis flumen
(río Guadalquivir)

?::-fl}
~o
Úfbi·~
00 ·~~?
~'fl} ~-ve$
i:J-f' ~-v"'
~'lj

(nacimiento)
,--------- ···· - - --··-· ----·-··
o 1 3 5Km
Vías de comunicación actuales
t---- - - 1
ESCALA 1:100.000 ~ Embalse actual

Fro. 2. Detalle del codo o giro del Baetis con la posición de Ilorci - Amturgi (actuales
Orcera - Segura de la Sierra), Horos el Viejo y la Teinada de Los Guisados, topónimos
evocadores del rogus Scipionis.

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