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Título: Regulación de las uniones convivenciales en el Código Civil y Comercial de la Nación. Algunas
dificultades y/o cuestiones pendientes
Autor: Pellegrini, María Victoria
Publicado en: RDF 92, 12/11/2019, 122
Cita Online: AR/DOC/3159/2019

Sumario: I. Introducción.— II. La configuración de las uniones convivenciales.— III. Los problemas de la
compensación económica en las uniones convivenciales.— IV. Ausencia de vocación sucesoria legal a los
miembros de una unión convivencial.
(*)
I. Introducción
El Código Civil y Comercial de la Nación (Cód. Civ. y Com.) cumplió cuatro años de vigencia. La
implementación de la modificación del derecho privado más importante de los últimos años —en particular en
el ámbito del derecho de familia— transita sin mayores dificultades. Probablemente se debe a importantes
decisiones tomadas al momento de proyectar el Cód. Civ. y Com.: la imprescindible adecuación del derecho
privado a los postulados constitucionales y convencionales, la consolidación del vasto desarrollo doctrinario y
jurisprudencial que precedió a la reforma y un fuerte criterio de realidad para resolver "los casos" que rige (art.
1º, Cód. Civ. y Com.).
Dentro del libro dedicado a la regulación de las relaciones de familia, la sistematización jurídica de las
uniones convivenciales y sus efectos posibilitó que aquellas personas que optan por esta modalidad de vivir en
familia encontraran algunas respuestas, ignoradas y ocultadas por el Código Civil derogado. Por primera vez la
vida familiar no matrimonial recibió reconocimiento a través de una regulación específica, permitiendo conocer
de antemano el alcance jurídico de este tipo de relación familiar. Porque formar una familia matrimonial o no sin
saber cuáles son las consecuencias jurídicas de la decisión no configura un auténtico ejercicio de la autonomía
individual.
Sin embargo, como es lógico ante esta novel incorporación legal, se advierten ciertas dificultades en su
aplicación, producto tal vez de interpretaciones judiciales más apegadas al sistema derogado (1) o como
consecuencia del alcance o insuficiencia de la regulación vigente.
En este trabajo vamos a concentrarnos en algunas de estas dificultades. Ello porque entendemos que un
proceso de reforma legislativo se complementa con el análisis de su implementación, para así contar con más
elementos que posibiliten reajustar la normativa, siempre con la intención de ofrecer un sistema más justo y
adecuado a las exigencias contemporáneas.
Limitaremos nuestro análisis a las siguientes cuestiones: i) algunos problemas en la configuración de las
uniones convivenciales; ii) las dificultades respecto a uno de los efectos frente al cese de la unión, la
compensación económica; y iii) la ausencia de reconocimiento legal de vocación sucesoria a los convivientes.
Para ello repasaremos algunas sentencias dictadas en los últimos años, junto al aporte y discusión doctrinaria, y
dar cuenta de algunos proyectos de reforma legal, para concluir en la necesidad de profundizar el estudio
sistematizado de las uniones convivenciales y sus efectos. No desconocemos que restan otros debates (por
ejemplo, las consecuencias de los pactos de convivencia en previsión de una futura ruptura; las dificultades para
acceder a una justa distribución de las adquisiciones patrimoniales), pero debemos hacer un recorte en función
de la extensión del trabajo.
II. La configuración de las uniones convivenciales
Sabemos que una "unión convivencial" constituye una forma de vivir en familia, caracterizada
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esencialmente por tratarse de una situación fáctica. Es decir, para que una convivencia sea reputada
técnicamente "unión convivencial" no es necesario realizar ningún acto jurídico (a diferencia del matrimonio),
ni siquiera algún trámite administrativo (2). Por ello, para determinar a qué situación fáctica se refiere la
regulación del título III del Libro segundo, el art. 509, Cód. Civ. y Com., establece cuál es el ámbito de
aplicación específico de sus disposiciones. Además, requiere la constatación de una serie de requisitos que fija el
art. 510, Cód. Civ. y Com. Por lo tanto, para que una convivencia de pareja configure una unión convivencial y
quede comprendida en la regulación específica del título III es necesario constatar la confluencia de los arts. 509
y 510, Cód. Civ. y Com. (3).
Los requisitos impuestos por el art. 510, Cód. Civ. y Com., se refieren a dos aspectos: algunas circunstancias
exigidas a los convivientes y la duración de la unión. Se relacionan con el perfil familiar vigente en términos
socioculturales, ya que delimitan un modelo monogámico (4), con exclusión de relaciones de parentesco entre
sus miembros y de cierta estabilidad. El mismo perfil se establece para el matrimonio al establecer
impedimentos matrimoniales que afectan su celebración y/o validez. No obstante, no podemos dejar de señalar
el cuestionamiento y puesta en crisis de los impedimentos (matrimoniales, pero lo mismo cabe para las uniones
convivenciales), en términos constitucionales y convencionales, en tanto involucran la elección del plan de vida
individual (5).
Entonces, para que a una unión convivencial le resulte aplicable la regulación, el art. 510, Cód. Civ. y Com.,
requiere: i) mayoría de edad de los integrantes (inc. a); ii) inexistencia de vínculos de parentesco entre los
miembros de la unión: en línea recta en todos los grados, incluido el parentesco por afinidad, y en línea
colateral, hasta segundo grado (incs. b y c); iii) inexistencia de otra relación simultánea, ya que no debe existir
impedimento de ligamen, esto es, vínculo matrimonial, ni tampoco debe estar registrada otra unión convivencial
(inc. d); iv) estabilidad de la unión, que la ley considera suficiente ante una convivencia de al menos dos años
(inc. e).
El debate doctrinario y jurisprudencial que genera la aplicación del art. 510, Cód. Civ. y Com., gira en torno
a la siguiente pregunta: ¿es necesario que estos requisitos se presenten en simultáneo para configurar una unión
convivencial? Podemos presentar el tema de otro modo: ¿cuándo se deben cumplir los requisitos del art. 510,
Cód. Civ. y Com.? ¿Todos desde el inicio de la convivencia? ¿O deben estar cumplidos al momento de pretender
alguno de los efectos jurídicos previstos para las uniones convivenciales? Porque un elemento temporal (plazo
mínimo de dos años) incorpora una dimensión con fuerte incidencia en los otros requisitos de carácter variable,
como la edad y la existencia o no de ligamen. Centraremos nuestro análisis en estos dos cruces.
Respecto a la edad, si bien el matrimonio es un acto jurídico y requiere la mayoría de edad, el Código Civil y
Comercial admite que dos personas menores de edad (o al menos una de ellas) conformen una familia
matrimonial, sea a través de autorización de sus representantes legales (a partir de los 16 años) o de dispensa
judicial para contraer matrimonio (conf. art. 404, Cód. Civ. y Com.). Como la regulación de las uniones
convivenciales se asienta sobre una situación fáctica (dos personas que conviven), no es posible regular ninguna
"dispensa" legal para su concreción. Si dos personas menores de edad (o al menos una) pueden acceder a una
familia matrimonial sin necesidad de autorización judicial (16 años), sería absurdo no reconocer efectos
jurídicos si a esa edad optó por una familia no matrimonial, máxime teniendo en cuenta los datos de la realidad
(6). De allí que el tiempo de convivencia desarrollado durante la minoría de edad de ambos o uno de los
convivientes no sea inocua y tenga incidencia en el cómputo de los dos años impuestos en el último inciso.
Varios autores sostienen esta posición (7) y hasta el momento desconocemos si alguna sentencia se expidió
sobre la cuestión.
Con relación al impedimento de ligamen, probablemente se trate en la práctica del caso más frecuente. No
nos referimos a que uno de los convivientes esté unido en matrimonio, mantenga esa convivencia matrimonial y
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en simultáneo también conviva con otra persona. Nos detenemos en las uniones de personas casadas pero
separadas de hecho.
Pueden plantearse dos situaciones: i) convivencias de pareja que son iniciadas al tiempo que uno o los dos
miembros están separados de hecho de un matrimonio anterior y posteriormente se divorcian de sus cónyuges;
ii) mismo supuesto, pero nunca se divorcian. Estas situaciones nos plantean diversos interrogantes: ¿es
computable el plazo de convivencia transcurrido antes del divorcio? Si nunca se dicta el divorcio, ¿la
convivencia de una persona separada de hecho no configura una unión convivencial?
En doctrina se detectan distintas posturas:
a) quienes entienden que el cómputo del plazo debe iniciarse una vez cesado el impedimento, es decir que el
matrimonio anterior de uno o ambos convivientes esté disuelto (8);
b) reconocen el plazo convivencial transcurrido a pesar del estado matrimonial de uno o ambos convivientes,
siempre que se hubiera dictado sentencia de divorcio al momento de pretender el reconocimiento jurídico de la
unión (9);
c) la convivencia configura una unión convivencial, aunque no se dicte sentencia de divorcio, aclarando que
sí es necesaria a los fines de su inscripción registral, pero no para su reconocimiento (10).
La cuestión se planteó en jurisprudencia con criterios disímiles. A modo de ejemplo, reseñamos dos fallos.
Una sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Junín (11) revocó la sentencia de
primera instancia que había tenido por probada la convivencia de la Sra. F. con el Sr. C., resolvió que no
configuraba una unión convivencial en los términos del art. 510, Cód. Civ. y Com. Ello porque, si bien se había
probado que la convivencia se desarrolló desde el año 2009 hasta el 28/03/2016, fecha de fallecimiento del
conviviente, este había obtenido la sentencia de divorcio de un matrimonio anterior con fecha 14/12/2014 y, por
lo tanto, no se habían cumplido los dos años desde el cese del impedimento de ligamen matrimonial. La Cámara,
por el contrario, consideró que el art. 510 no impone simultaneidad en el cumplimiento de todos los requisitos y
que debe ser interpretado en conjunción con el art. 509. Así, concluyó que la exigencia legal radica en el
carácter monogámico o exclusivo de la unión, circunstancia presente en el caso porque del expediente de
divorcio del conviviente fallecido surgía que estaba separado de hecho de su cónyuge.
Otra sentencia, de la Cámara de Familia de Mendoza (12), sostuvo un criterio rígido: el cómputo del plazo
de convivencia debe comenzar una vez producido el divorcio del conviviente separado de hecho. La
particularidad de este caso radica en que, si bien la convivencia se había iniciado en 2004 y cesado a comienzos
en el año 2017, uno de los convivientes no obtuvo sentencia de divorcio firme hasta mayo de 2016, porque su
trámite de divorcio quedó "atrapado" en el cambio legislativo. En efecto, el 02/10/2012 se decretó el divorcio
con imputación de culpa. Frente al recurso de apelación interpuesto por el demandado, la Cámara confirmó el
fallo de primera instancia el 26/03/2015. El demandado dedujo recurso extraordinario de inconstitucionalidad y
casación ante la Suprema Corte de Justicia mendocina, que el 18/09/2015, frente a la vigencia del Código Civil
y Comercial de la Nación, declaró abstracta la cuestión y remitió la causa al juzgado de origen para la aplicación
de la normativa vigente para arribar el divorcio. Finalmente, se dictó sentencia de divorcio el 29/04/2016, que
quedó firme el 20/05/2016.
En ambos casos se había obtenido sentencia de divorcio y, de ese modo, se habían cumplimentado los
requisitos impuestos por el art. 510, Cód. Civ. y Com., al momento de pretender el reconocimiento judicial de la
unión convivencial. El art. 510, Cód. Civ. y Com., no exige simultaneidad de cumplimiento de los requisitos
para computar el plazo de dos años, de allí que una interpretación restrictiva se torna más exigente que la propia
norma, incluso desde su literalidad.
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¿Y si nunca se tramita el divorcio? Entendemos que tampoco impide la configuración de una unión
convivencial. Sin dudas, la separación de hecho tiene una incidencia directa en el vínculo matrimonial. El
ordenamiento jurídico no brinda el mismo tratamiento a un matrimonio mientras se mantiene la vida en común o
no, aunque no se divorcien. Si bien es cierto que la disolución del matrimonio se obtiene mediante la sentencia
de divorcio o fallecimiento (o ausencia) de los cónyuges, la separación de hecho genera consecuencias jurídicas,
tanto respecto al régimen patrimonial de comunidad (art. 480, Cód. Civ. y Com.) como a la presunción de
filiación matrimonial (art. 566, Cód. Civ. y Com.) o la exclusión de derechos hereditarios al cónyuge separado
de hecho supérstite (art. 2437, Cód. Civ. y Com.). ¿Es lógico sostener que es inocua y no tiene ningún impacto
respecto a una convivencia de pareja posterior? Una interpretación coherente y sistémica (arts. 2º y 3º, Cód. Civ.
y Com.) nos impone la respuesta negativa. Porque la finalidad de la inexistencia de ligamen se refiere,
fundamentalmente, a la exclusión de superposición de convivencias (matrimonial o no) y el propio
ordenamiento jurídico brinda diferente tratamiento a un matrimonio en el cual el proyecto de vida en común se
mantiene vigente de aquel que solo queda "en los papeles".
III. Los problemas de la compensación económica en las uniones convivenciales
El Código Civil y Comercial de la Nación incorpora al ordenamiento jurídico argentino la compensación
económica, tanto como efecto del divorcio, la nulidad del matrimonio o el cese de las uniones convivenciales.
Nos enfrentamos así a una doble novedad regulatoria: las uniones convivenciales y la compensación económica.
Este cruce genera algunas dificultades en su implementación que analizaremos luego de una breve descripción
sobre este efecto legal.
La compensación económica es el derecho reconocido al conviviente a compensar el desequilibrio
manifiesto, que representa un empeoramiento de su situación, que se constata al cese de la vida en común y que
fue causado por la convivencia y su ruptura. A su vez, fija al otro conviviente el deber de compensar (art. 524,
Cód. Civ. y Com.). Se trata de un derecho/deber que impone la ley y requiere de la concurrencia de una serie de
circunstancias fácticas: que se constate un desequilibrio económico manifiesto, que implique empeoramiento
entre la situación de ambos convivientes y que todo ello sea por causa de la vida en común y su ruptura. De allí
su alto contenido casuístico (13).
Como efecto, necesariamente debe haberse producido el cese de la unión convivencial. Sin embargo, no es
suficiente: se deben presentar todos los elementos fácticos que impone la norma. En otras palabras, para que
resulte admisible un reclamo de compensación económica es imprescindible la finalización de la unión
convivencial; pero ello no significa que ante todos los supuestos de cese resulte procedente la compensación,
porque es indispensable que se constate la existencia de un desequilibrio económico manifiesto que coloque a
uno de los convivientes en peor posición que el otro, por causa del proyecto de vida en común y su culminación.
¿Cuál es su finalidad? Propicia la superación de la pérdida económica que la finalización de la convivencia
puede provocar en alguno de ellos, especialmente cuando el estilo de vida llevado en común produjo una
desigualdad en sus capacidades para obtener ingresos.
Es una herramienta legal con fuerte perspectiva de género. En efecto, como la organización social sigue
estructurada en torno a la distinción en la asignación de las funciones productivas al género masculino y las
tareas de cuidado al femenino, las mujeres se encuentran estructuralmente en situación de desventaja. Porque las
tareas de cuidado, a pesar de su evidente contenido económico, son labores que no generan las mismas
posibilidades de desarrollo económico que aquellas productivas.
Es importante señalar que no es un instrumento para igualar los patrimonios de los convivientes. Sabemos
que la unión convivencial no genera un régimen patrimonial específico, si nada fue pactado. De allí entonces la
compensación económica no está destinada a obtener una porción de las adquisiciones patrimoniales realizadas
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durante la unión. Pero sin dudas funciona como "corrector" del desequilibrio que se podría presentar frente a un
conviviente que se favoreció (en términos patrimoniales) durante la vida en común, a costa de los esfuerzos
realizados también por el otro y que, además, no tiene asegurada ninguna participación económica sobre lo
generado.
En realidad, el desequilibrio patrimonial entre los convivientes que sustenta esta figura se fue consolidando a
lo largo de la vida en común. Es más, fue a causa del proyecto de vida en común, en razón de los sacrificios y
del estilo de vida llevado durante la unión. Durante la vida en común la situación de los convivientes se
mantiene compensada patrimonialmente, justamente por compartir el proyecto común. Pero una vez acontecido
el quiebre, se pone en evidencia, se deja al descubierto, se desequilibra la situación en la que se encontraban
mientras seguían juntos. De allí que no importan las decisiones individuales que llevaron a ese estado de
situación, ni los motivos por los cuales cesó la unión: solo interesa la constatación de la existencia de una
desventaja patrimonial de un conviviente respecto al otro/a, a causa del proyecto de vida en común.
Por último, como se trata de un efecto que se produce ante el cese de la unión convivencial, debe haberse
producido alguna de las causas previstas en el art. 523, Cód. Civ. y Com. Entre ellas, la muerte. La
compensación económica puede plantearse tanto frente a una causa de cese que se produce en vida de los
convivientes o frente a la muerte o ausencia con presunción de fallecimiento de uno de ellos.
A través de ciertas pautas, en una enumeración que no reviste carácter taxativo, el art. 525, Cód. Civ. y
Com., ofrece herramientas de análisis para resolver sobre su procedencia y cuantificación. A su vez, la última
parte del mencionado artículo establece un plazo de caducidad de seis meses para su reclamo, computable desde
que se produjo el cese de la unión convivencial.
Vamos a analizar dos cuestiones que generan debate en doctrina, con mayor o menor receptividad en
jurisprudencia: 1) la posibilidad de renunciar su reclamo en forma anticipada al cese, y 2) la extensión y
modalidad de cómputo del plazo de caducidad impuesto por el art. 525, Cód. Civ. y Com.
III.1. La renuncia anticipada a la compensación económica
El eje central de la regulación de las uniones convivenciales —podríamos decir su columna vertebral—
reside en el poder de decisión y la voluntad autónoma de quienes resuelven conformar una familia de tipo no
matrimonial. En pocas palabras, que sean los propios miembros de la unión convivencial quienes diseñen los
alcances jurídicos de su vida en común. Así lo establece el art. 513, Cód. Civ. y Com. (14).
Entonces, el principio rector en las uniones convivenciales es la autonomía de la voluntad de los
convivientes y solo ante la falta de pacto se aplica la regulación legal. Por lo tanto, esta es supletoria o
subsidiaria, como es reforzado en varios artículos que especifican que las soluciones legales allí previstas se
establecen "a falta de pacto" (arts. 518 y 528, Cód. Civ. y Com.) (15).
Así, los pactos que los miembros de la unión convivencial pueden celebrar para regular su vida en común o
que prevean cuáles serán los efectos ante una eventual ruptura adquieren un protagonismo absoluto. Estos
pactos de convivencia pueden celebrarse al inicio de la convivencia, durante la unión o incluso una vez
finalizada la vida en común, tanto para regular diversas consecuencias jurídicas a regir durante la convivencia o
con posterioridad a su cese. No obstante, la autonomía de la voluntad de los miembros de una unión
convivencial está limitada en dos niveles: i) la imposición de un régimen primario, núcleo duro o piso mínimo
obligatorio integrado por los arts. 519, 520, 521 y 522, Cód. Civ. y Com. (conf. art. 513, Cód. Civ. y Com.), y ii)
por el orden público, el principio de igualdad o por afectación de derechos fundamentales de los integrantes de
la unión convivencial (art. 515 Cód. Civ. y Com.).
El régimen primario se impone en forma obligatoria, aun ante disposición en contrario de los pactos de
convivencia, y responde a mínimos principios de solidaridad familiar. Así, integran el piso mínimo obligatorio
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de todas las uniones convivenciales los efectos previstos para regir durante la convivencia: la asistencia entre
sus integrantes, la contribución de ambos a los gastos del hogar, la responsabilidad solidaria por las deudas y
solo para las registradas, la protección de la vivienda familiar.
El segundo límite a la autonomía de la voluntad deriva de tres circunstancias: que aquello pactado no
vulnere el orden público, ni la igualdad entre los convivientes ni sus derechos fundamentales.
A su vez, los pactos de convivencia son negocios jurídicos de tipo familiar. Por lo tanto, son aplicables las
normas propias de los actos jurídicos y, en particular, de los contratos, cuyos límites se relacionan con el orden
público o los derechos fundamentales de los contratantes.
La renuncia anticipada a la petición de compensación económica prevista en un pacto de convivencia genera
un interesante debate: como no integra el régimen forzoso, ¿está comprendida o no en el concepto de afectación
al orden público, del principio de igualdad o de derechos fundamentales del art. 515? ¿Es suficiente esa renuncia
para neutralizar un reclamo de fijación judicial de compensación económica? Nos referimos a pactos celebrados
antes del cese de la unión, ya que una vez finalizada no se discute el alcance jurídico de su renuncia dado su
carácter dispositivo.
La hipótesis puede comprender dos supuestos: que sea bilateral o unilateral, o sea que ambos convivientes o
solo uno renuncie. Si es bilateral, pareciera que el problema se neutraliza y se diluye mucho más que cuando se
trata de la renuncia unilateral (16). Aunque creemos que no necesariamente en todos los casos eso sea así.
Veamos cuáles son las posturas y fundamentos del debate doctrinario sobre esta cuestión.
Algunos autores entienden que el derecho a reclamar o percibir una compensación económica es
irrenunciable en forma anticipada por diversas razones: i) la protección constitucional a la familia, sea
matrimonial o no, exige limitar la autonomía de la voluntad en ambos modelos (17); ii) la finalidad y naturaleza
jurídica de la compensación económica y su relación con la solidaridad familiar (18); iii) la imposibilidad de
renuncia de un derecho que requiere de ciertos presupuestos fácticos a valorar al momento de la ruptura; iv) si
bien se trata de un derecho de contenido patrimonial, constituye una figura con fuerte perspectiva de género, por
lo cual entraría en la prohibición genérica que recepta el art. 515 del Cód. Civ. y Com. (19).
Otros sostienen su validez, por los siguientes fundamentos: i) la compensación económica no integra las
normas expresamente excluidas del ámbito de la autonomía de la voluntad y tampoco se relaciona con el orden
público, ni la igualdad o derechos fundamentales de los convivientes (20); ii) no se vulnera el principio de
solidaridad familiar, ya que el legislador no incluyó este efecto jurídico entre aquellos inderogables (21); iii) el
ordenamiento jurídico admite la renuncia a un efecto que todavía no "nació" (art. 13, Cód. Civ. y Com.), en
tanto no se trata de una renuncia general a la aplicación de la ley sino a un efecto determinado.
Esbozados los argumentos de ambas posturas, nuestra posición respecto a este tema se puede resumir en la
siguiente afirmación: no es posible asumir en abstracto la invalidez de una renuncia anticipada al derecho a
reclamar o percibir una compensación económica, pero si se estableciera tal renuncia en un pacto, ello no
garantiza su exclusión en caso de configurarse los elementos exigidos por los arts. 524 y 525, Cód. Civ. y Com.,
al momento de la ruptura (22). Insistimos con que la especialidad del objeto de regulación de los pactos de
convivencia requiere de una flexibilización y adecuación de la teoría de la imprevisión clásica del ámbito
contractual.
Por ejemplo, si pasados veinte años de la firma de un pacto se produce el cese y a causa de los roles
desempeñados por cada una de las partes en la atención de las tareas de cuidado de tipo doméstico, una de ellas
se encuentra en una situación de evidente desequilibrio patrimonial respecto a otra, tanto el impacto del paso del
tiempo como de los roles desempeñados son circunstancias que podrían ser previsibles al momento de suscribir
el pacto. También el cese de la unión puede ser previsible. Sin embargo, entendemos que, aunque previsibles, la
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modificación de las circunstancias tenidas en cuenta cuando se pactó son de tal relevancia que ignorarlas
significaría consagrar una situación sumamente injusta y por lo tanto abusiva (conf. art. 10, Cód. Civ. y Com.).
Sostener la validez a ultranza de la cláusula de renuncia equivale a admitir que uno de los miembros de la unión
convivencial asume en forma íntegra el costo de desarrollar un tipo de vida familiar que benefició a ambos. En
ello radica la excesiva onerosidad que quienes aceptan sin limitación la validez de una cláusula de este tipo le
imponen al miembro de la unión convivencial que renunció en forma anticipada a su derecho a reclamar la
compensación económica.
Si bien no tenemos conocimiento sobre el dictado de algún fallo que resuelva la cuestión, destacamos que en
el Congreso de la Nación se encuentra en trámite parlamentario un proyecto de ley para reformar el art. 513 del
Cód. Civ. y Com. mediante la incorporación de una prohibición expresa y carente de valor de la renuncia
anticipada a la compensación económica, sea unilateral o bilateral, expresada en un pacto de convivencia (23).
De aprobarse esta reforma legal, la discusión quedará zanjada.
III.2. La caducidad para el reclamo de la compensación económica frente al cese de la unión convivencial
Sabemos que la compensación económica debe ser peticionada mediante una acción judicial y para ello la
última parte del art. 525, Cód. Civ. y Com., fija un plazo de caducidad de seis meses, a contar desde el cese de la
unión. También como efecto del divorcio el art. 442, Cód. Civ. y Com., establece el mismo plazo de caducidad,
a computar desde el dictado de la sentencia. La diferencia es sustancial y ello generó un interesante debate. En
efecto, un divorcio habitualmente es precedido de una separación de hecho (24) y, además, requiere de
asistencia letrada y la tramitación de un proceso judicial. Recién una vez dictada la sentencia, y habiendo
adquirido firmeza (25), comienza el cómputo del plazo de caducidad para el reclamo de compensación
económica. Sin embargo, el cese de las uniones convivenciales puede deberse simplemente a una situación
fáctica, la finalización de la convivencia, y allí comienzan a correr los seis meses.
Más allá de algunas críticas respecto a la extensión del plazo (seis meses) (26), en doctrina se debaten dos
grandes cuestiones: i) si procede la declaración de oficio o no de la caducidad, y ii) el modo de computar el
inicio del plazo. Incluso se ha señalado la incidencia negativa que tiene este plazo de caducidad en la labor
profesional de arribar a acuerdos para resolver las diferencias entre los ex convivientes (27).
Respecto a la posibilidad de declarar de oficio la caducidad, las distintas posiciones radican, en definitiva, en
el carácter que se le asigne a la compensación económica. Por un lado, quienes entienden que, como se trata de
una consecuencia patrimonial, es materia disponible para las partes y, por ello, excluida de la imposición
oficiosa (art. 2572, Cód. Civ. y Com.) (28) y por otra parte aquellos que refuerzan el fundamento subyacente de
la figura en la solidaridad familiar y, por tanto, indisponible para las partes, pasible de la declaración de oficio
(29). También se sostiene que, más allá de la materia sobre la cual se aplique, la caducidad en sí es un instituto
legal indisponible para las partes y procede se decrete de oficio (30).
En jurisprudencia se replica la divergencia interpretativa. Por ejemplo, la sala J de la Cámara Nacional Civil,
en dos sentencias, reitera su argumentación y confirma las resoluciones de primera instancia que habían
rechazado la demanda por considerar cumplido el plazo de caducidad de oficio (31).
Por otra parte, la Cámara Civil y Comercial de Junín revocó una sentencia de grado que había aplicado de
oficio la caducidad al reclamo de compensación económica de una conviviente supérstite, manifestando:
"Llegado a este punto, y tomando en consideración la naturaleza exclusivamente patrimonial del pedido de
compensación económica, no encuentro razón de orden público alguna, que justifique considerar a la misma
como una materia indisponible, que autorice a la declaración oficiosa de la caducidad (doctr. arts. 12, 525, 2572,
y ccds. del Cód. Civ. y Com. de la Nación)" (32).
Respecto a desde cuándo computar el plazo, resulta necesario destacar una sentencia dictada por la Cámara
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Civil de Apelaciones de Neuquén en un caso de cese de la unión convivencial a raíz de la violencia de género
sufrida por la conviviente. La sentencia apelada había acogido el planteo del demandado respecto al
vencimiento del plazo de caducidad. Sin embargo, la alzada revocó la decisión en virtud de la especial situación
de violencia y estado de vulnerabilidad de la actora al momento de concluir la convivencia, circunstancia que
impedía comenzar a computar el plazo en ese momento. Para ello recurrió al diálogo de fuentes (arts. 1º y 2º,
Cód. Civ. y Com.) para interpretar el art. 525, Cód. Civ. y Com., en conjunción con las Reglas de Brasilia sobre
Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad y la Convención de Belém do Pará (33).
Para concluir, señalamos que en el Congreso de la Nación se presentó un proyecto de reforma de los arts.
442 y 525, Cód. Civ. y Com. (en trámite parlamentario), a los fines de extender el plazo de caducidad del
reclamo de compensación económica como efecto del divorcio y de la unión convivencial, fijándolo en un año.
Y en el caso específico de las uniones convivenciales, establece que, si el cese se produce en un contexto de
violencia de género, el cómputo del plazo de un año comienza al vencimiento de las medidas preventivas
urgentes dispuestas o de la denuncia de violencia, imponiendo siempre el plazo más beneficioso para la víctima
(34).
IV. Ausencia de vocación sucesoria legal a los miembros de una unión convivencial
No hay dudas de que el derecho sucesorio se estructura en función de las relaciones familiares. En efecto, la
transmisión patrimonial por causa de muerte se asienta en el reconocimiento de ciertos vínculos familiares de la
persona fallecida, a quienes la ley llama a suceder. Este llamamiento hereditario sigue determinados órdenes y
grados, con previsión legal de exclusiones y concurrencias, y coexiste con la propia voluntad del causante,
quien, a través de un testamento, puede designar sus sucesores, aunque con límites precisos.
En el Código Civil y Comercial, los miembros de una unión convivencial carecen de vocación hereditaria
legal, aunque, por supuesto, pueden resultar herederos testamentarios o ser beneficiados como legatarios, como
cualquier tercero. Si bien la muerte de su conviviente habilita al supérstite requerir la atribución del uso de la
vivienda familiar (en los términos y condiciones impuestos por el art. 527, Cód. Civ. y Com.), una
compensación económica (art. 524, Cód. Civ. y Com.) o plantear la distribución de los bienes adquiridos durante
la convivencia (art. 528, Cód. Civ. y Com.), carece de vocación sucesoria legal.
La decisión legislativa asumida por el Código Civil y Comercial de reconocer el carácter familiar de las
uniones convivenciales, pero no conceder vocación sucesoria legal a sus miembros, ¿resulta coherente? La
cuestión genera un interesante debate en doctrina que sintetizamos a continuación.
Por un lado, las uniones convivenciales configuran una modalidad de vivir en familia, y, como tal,
merecedora de protección. Pero también la autonomía de la voluntad subyacente en la decisión de no contraer
matrimonio requiere de protección. Equiparar los efectos del matrimonio y las uniones convivenciales dejaría
sin cobertura a quienes deciden no contraer matrimonio, aniquilando así la voluntad autónoma individual. Por lo
tanto, varios juristas estiman razonable, en términos constitucionales, establecer diferencias legislativas entre
ambos modelos familiares (35). Así, sostienen, el Código Civil y Comercial optó por una regulación "de
mínima", con fundamento en la solidaridad familiar, y en tal contexto resulta coherente la ausencia de
reconocimiento de vocación hereditaria legal a los miembros de una unión convivencial (36).
Otro sector plantea no solo la inconveniencia de la decisión legal, sino su inconstitucionalidad. Ello en
función de la manda constitucional de protección de la familia y el carácter familiar de las uniones
convivenciales, en tanto, si la fundamentación de la existencia de una porción asegurada a los miembros de la
familia del causante (legítima) es asegurar la protección de la familia, "la exclusión de la vocación sucesoria del
conviviente supérstite de participar en ese resguardo económico (legítima hereditaria) carece de razonabilidad y
fundamentación axiológica e incursiona en una discriminación arbitraria y violatoria del derecho de igualdad, y
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por lo tanto deviene en inconstitucional" (37).


Algunas posiciones, si bien reconocen el importante avance que significó la regulación de las uniones
convivenciales por el Código Civil y Comercial, entienden que se debe reconocer derechos hereditarios ab
intestato a los convivientes, en concurrencia con descendientes, ascendientes y colaterales, en virtud de guardar
coherencia con la protección a diversos modos familiares (38).
Entendemos que la autonomía de la voluntad y la libertad de no contraer matrimonio requiere resguardo
legal, tanto como los principios de solidaridad y responsabilidad familiar. Por ello es imprescindible mantener el
equilibrio entre los principios constitucionales involucrados. La equiparación de los efectos del matrimonio y de
las uniones convivenciales pareciera no respetar tal equilibrio. Si es posible desarrollar diversos modos de vivir
en familia, las consecuencias no deberían ser las mismas. La delimitación del "núcleo duro" del concepto
"familia", determinar qué tipo de relaciones merecen ser reconocidas como familia en términos legales, es una
actividad sumamente mutable, atravesada por las modificaciones sociales y culturales. Por el momento,
pareciera que todavía es necesario mantener ciertas diferencias. La discusión, entonces, radicaría en establecer
cuáles son esas diferencias constitucionalmente válidas.
En el derecho sucesorio vigente, la diferencia entre una pareja matrimonial y otra convivencial es enorme y
está marcada, fundamentalmente (pero no solo) por la vocación hereditaria legal, de máxima protección. En
efecto, una persona casada, mientras mantenga vigente la convivencia matrimonial, es heredera por llamamiento
legal, goza de una porción legítima y, además, concurre con descendientes y ascendientes. Los miembros de una
unión convivencial solo son pasibles del llamamiento testamentario (como heredero o legatario) o beneficiario
de diversos institutos propios de la planificación sucesoria, como cualquier tercero, como si nunca hubiera
mantenido algún vínculo de tipo familiar con el causante. Es más, si quien falleció convivió toda su vida con su
pareja, pero no previó la transmisión de su patrimonio y no tiene parientes en grado sucesible, su patrimonio
será reputado vacante (39).
Entonces, si bien la familia requiere protección por mandato constitucional, es cierto que es necesario
mantener el respeto a la autonomía de la voluntad expresada en el derecho a no contraer matrimonio. Ello
habilita a sostener que una solución podría radicar en mantener la diferencia normativa solo en la extensión del
llamamiento. Es decir, reconocer vocación hereditaria por disposición legal a los miembros de una unión
convivencial, aunque con diferente rango hereditario que los cónyuges (40). Sin dudas y de mínima, un
conviviente debería desplazar a los colaterales, aunque no se les garantizara una porción legítima. También
podría diseñarse un sistema en el cual el reconocimiento de vocación sucesoria sea reservado a miembros de una
unión convivencial de mayor cantidad de años que el plazo exigido para configurar una unión. Sin embargo, la
cuestión de los plazos siempre provoca casos sub o sobre incluidos.
En el fondo, el debate más importante y de fondo es el del mantenimiento o no de un régimen basado en
cuotas legítimas garantizadas o pasar a un sistema de transmisión patrimonial de carácter asistencial. El Cód.
Civ. y Com. posibilita un importante avance de la autonomía de la voluntad sobre la rigidez del régimen
anterior. Sin lugar a dudas, esta materia seguirá siendo materia de discusiones y análisis.
 (*) Abogada. Especialista en Derecho de Familia. Profesora titular ordinaria de Derecho de Familia y
Sucesiones del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional del Sur (UNS). Docente-investigadora
Categoría III otorgada por el Programa de Incentivos a docentes-investigadores conforme resolución conjunta de
la Secretaría de Políticas Universitarias 1 y SACT 1 del 12/01/2009 de la CON EAU, Categorización 2009.
 (1) Como en otras oportunidades, resaltamos que una de las modificaciones más radicales que introdujo el
Cód. Civ. y Com. es el título preliminar: no solo reconoce a los tratados de derechos humanos entre sus fuentes,
sino que incorpora la interpretación teleológica de las normas, al incorporar la finalidad como pauta
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interpretativa (art. 2º, Cód. Civ. y Com.). Para un análisis del alcance del cambio ver GIL DOMÍNGUEZ,
Andrés, "El art. 2º del Código Civil y Comercial: de los métodos tradicionales de interpretación a los principios
constitucionales-convencionales de interpretación", RCCyC 2016 (agosto), 17/08/2016, p. 57, cita online:
AR/DOC/2358/2016.
 (2) La registración de las uniones convivenciales no es exigida en términos constitutivos, ya que está
prevista con fines probatorios (arts. 511 y ccds., Cód. Civ. y Com.).
 (3) De allí que podemos distinguir entre uniones convivenciales (registradas o no) de convivencias de pareja
que, por no reunir los requisitos exigidos, no quedan comprendidas en la regulación del título III del Libro
segundo del Cód. Civ. y Com., pero que pueden provocar otros efectos jurídicos. Para profundizar en la
distinción, ver PELLEGRINI, María Victoria, "Las uniones convivenciales. Regulación en el Código Civil y
Comercial y su impacto en el ordenamiento jurídico", Ed. Erreius, Buenos Aires, 2017.
 (4) No desconocemos el desarrollo de otras concepciones en torno a los vínculos familiares, como, por
ejemplo, el matrimonio o uniones entre más de dos personas ("poliamor"). El tema no es nuevo, como lo señala
Ida Scherman en un artículo que analiza la cuestión en el ámbito de EE.UU.: "Cabe recordar que hace ciento
cuarenta años, en el año 1879, la Corte Suprema de los EE.UU. decidió en 'Reynolds c. United States' que las
leyes penales que criminalizaban las uniones matrimoniales polígamas no violaban la Constitución de los
EE.UU. Esta decisión ha generado controversias desde el mismo momento en que la Corte la dictara. El debate
resurge ante las palabras del juez de la Corte Alito, al decir: 'Supongamos que decidimos favorablemente en
Obergefell, y luego un grupo de dos hombres y dos mujeres peticionan se les otorgue licencia matrimonial.
¿Habría allí fundamento suficiente para denegárselas?'...", SCHERMAN, Ida A., "Los cambios en el
matrimonio. La nueva mirada americana sobre la poligamia. El análisis desde la vulnerabilidad y los derechos
del niño", RDF 72-291, cita online: AR/DOC/5405/2015. Ver también la sentencia dictada en Colombia,
reconociendo efectos jurídicos a una unión de tres personas, comentada por QUAINI, Fabiana, "Primer fallo de
poliamor en cuanto al reconocimiento de una pensión en Colombia", 03/07/2019, Microjuris, cita: MJ-DOC-
14953-AR | MJD14953. En el ámbito argentino recordamos la sentencia de la Suprema Corte de Justicia
bonaerense, que reconoció el derecho a pensión de dos "concubinas" de un señor fallecido (SCBA, 18/03/2009,
causa B. 56.739, "G., M. F. c. Provincia de Buenos Aires (Instituto de Previsión Social). Demanda contencioso
administrativa").
 (5) El impedimento matrimonial de parentesco en primera línea fue declarado inconstitucional en un caso
muy particular por sus circunstancias fácticas. Ver: Trib. Col. Familia Rosario Nº 5, 29/11/2016, "N. V. E. y otra
s/ inconstitucionalidad art. 403, inc. c), Cód. Civ. y Com.", LA LEY del 12/12/2016, p. 3; LA LEY 2016-F-435;
DFyP 2017 (abril), p. 54, cita online: AR/JUR/76651/2016. Ver comentario de GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, "La
inconstitucionalidad de la prohibición de matrimonio entre afines en línea recta y sus reflejos sobre la
interdicción del incesto", RDF 2017-III-204, cita online: AR/DOC/3668/2017. Aclaramos que las uniones
convivenciales no generan parentesco.
 (6) Los datos de la realidad: Conforme los resultados de la Primera Encuesta Nacional de Jóvenes de 2014
(ENJ 2014), elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el porcentaje de la población, total
país, entre 15 y 19 años (3.339.648 personas), que ha conformado un núcleo familiar propio expresado por la
convivencia en pareja, más allá del estado civil legal, alcanza el 7,4%; porcentaje que supera la barrera del 10%
en el caso de mujeres jóvenes (10,5%) y está por debajo del 5% en el caso de los varones (4,6%). De esta
manera, la diferencia por sexo es del doble en las personas de 15 a 19 años. Para ampliar ver:
www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/poblacion/resultados_enj_2014.pdf (fecha de consulta: 10/08/2019).
 (7) ARGAÑARAZ, Mariángel - MONJO, Sebastián, "Requisitos de la unión convivencial: argumentos para
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una interpretación flexible", RDF 2018-III-101, cita online: AR/DOC/3083/2018; BERMEJO, Patricia, "Las
uniones convivenciales", SJA del 29/05/2019, p. 3, cita online: AR/DOC/3909/2018; DE LA TORRE, Natalia,
"Comentario al art. 510", en HERRERA, Marisa - CARAMELO, Gustavo - PICASSO, Sebastián (dirs.), Código
Civil y Comercial comentado, Ed. Infojus, Buenos Aires, 2015, t. II; DE LA TORRE, Natalia - PELLEGRINI,
María Victoria, "Uniones convivenciales", en KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída - HERRERA, Marisa -
LLOVERAS, Nora (dirs.), Tratado de derecho de familia, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2016, t. V-A;
IZARRUALDE, Horacio, "Uniones convivenciales: algunos aspectos sobre el plazo exigido para su constitución
y para el ejercicio del derecho real de habitación del conviviente supérstite", DFyP 2018 (abril), 04/04/2018, p.
22, cita online: AR/DOC/227/2018; PELLEGRINI, María Victoria, ob. cit.; SAMBRIZZI, Eduardo A., "Uniones
convivenciales: con respecto a la necesidad del cumplimiento simultáneo de los requisitos del Código Civil y
Comercial", LA LEY del 19/02/2018, p. 8, LA LEY 2018-A-312, cita online: AR/DOC/237/2018. En contra:
AZPIRI, Jorge O., "Uniones convivenciales", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2016.
 (8) KRASNOW, Adriana N., "La unión convivencial durante su vigencia", en KRASNOW, Adriana N.
(dir.), Tratado de derecho de familia, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2014, p. 549; LLOVERAS, Nora -
ORLANDI, Olga - FARAONI, Fabián, "Uniones convivenciales", Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 128
(se destaca que se trata de las primeras obras publicadas luego de la reforma).
 (9) BERMEJO, Patricia, ob. cit.; SAMBRIZZI, Eduardo A., ob. cit.; IZARRUALDE, Horacio, ob. cit.
 (10) PELLEGRINI, María Victoria, ob. cit., p. 29; SOLARI, Néstor E., "Una familia menos en el Proyecto
2012", DFyP 2013 (enero-febrero), 01/01/2013, p. 12, cita online: AR/DOC/12/2013; SZMUCH, Mario G.,
"Sobre algunos aspectos de la unión convivencial, la protección de la vivienda y los pactos de convivencia.
Propuestas de implementación", Revista del Notariado 919, 01/01/2015, p. 143, cita online:
AR/DOC/2289/2016.
 (11) CCiv. y Com. Junín, 07/11/2017, "C., F. A. s/ materia a categorizar", LA LEY del 21/12/2017, p. 10;
LA LEY 2018-A-16; RCCyC 2018 (febrero), 02/02/2018, p. 189; LA LEY del 19/02/2018, p. 8, con nota de
Eduardo A. SAMBRIZZI; LA LEY 2018-A-312, con nota de Eduardo A. SAMBRIZZI, cita online:
AR/JUR/77859/2017.
 (12) CFamilia Mendoza, 30/05/2018, "P., H. c. P., M. J. s/ acc. deriv. de unión convivencial", LA LEY
Online, cita online: AR/JUR/34712/2018.
 (13) Para un estudio profundizado: MOLINA de JUAN, Mariel, "Compensación económica. Teoría y
práctica", Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2018.
 (14) "Art. 513.— Autonomía de la voluntad de los convivientes. Las disposiciones de este título son
aplicables excepto pacto en contrario de los convivientes. Este pacto debe ser hecho por escrito y no puede dejar
sin efecto lo dispuesto en los arts. 519, 520, 521 y 522".
 (15) Ello representa una clara incidencia de la contractualización de las relaciones familiares. Aída
Kemelmajer de Carlucci explica: "Por 'contractualización de la familia' se entiende el hecho de otorgar
relevancia cada vez mayor a los acuerdos de voluntad en la organización de las relaciones familiares. La
tendencia no se reduce, pues, a los convenios que contienen vínculos obligacionales cuyo objeto es susceptible
de tener valoración económica y que responden a un interés, aunque no sea económico del acreedor. Comprende
también, otro tipo de acuerdos que no son susceptibles de tener valoración económica. La terminología utilizada
no es unívoca. Algunos prefieren no mencionar a la contractualización y se refieren al 'poder de los cónyuges de
regular autónomamente sus intereses recíprocos', o a la 'auto-regulación'; otros al negocio jurídico de la vida
familiar, expresión suficientemente amplia para comprender una fenomenología de amplio espectro".
KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída, "La autonomía de la voluntad en el derecho de familia argentino", en
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GRAHAM, Marisa - HERRERA, Marisa (dirs.), Derecho de las familias, infancia y adolescencia. Una mirada
crítica y contemporánea, Ed. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Infojus, Buenos Aires,
2014, 1ª ed., p. 16. Este fenómeno de la contractualización del derecho de familia para algunos autores alcanza
al matrimonio: "Contractualizar significa dar preeminencia a la voluntad de las partes, hacer retroceder el orden
público de dirección (normas imperativas), ofrecer alternativas allí donde solo había adhesión. En ese sentido, es
indudable que, a nivel horizontal, es decir, entre cónyuges, el matrimonio ha dejado de ser una institución de
naturaleza pública para inscribirse definitivamente en el plano de lo privado... Del punto de vista jurídico, lo que
nos permite considerar al matrimonio como un instituto más próximo a los contratos clásicos que a la institución
es la posibilidad de ruptura por las partes. Como cualquier contrato a duración indeterminada, la voluntad de una
de las partes es suficiente para poner fin a él respetando un preaviso. Las diferentes figuras del divorcio ponen
de manifiesto la naturaleza relativa del matrimonio, que perdura hasta que las partes lo deseen, vale decir, todo
lo contrario de una institución". BORRILLO, Daniel, "La contractualización de los vínculos de familia", RDF
79-9.
 (16) MOLINA de JUAN, Mariel F., "Renuncia y compensación económica. Diálogo entre dos posiciones
antagónicas", Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2016-2, Derecho de Familia - II, "Relaciones entre
adultos", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2016, p. 215.
 (17) SOLARI, Néstor E., "Sobre el carácter renunciable de la prestación compensatoria", DFyP 2014
(julio), 14/07/2014, ps. 8 y ss., LL AR/DOC/1884/2014, y "Uniones convivenciales y derechos humanos", LA
LEY del 28/08/2015, p. 1; LA LEY 2015-D-1195, cita online: AR/DOC/2776/2015.
 (18) VIDO, Martina, "Efectos patrimoniales ante el cese de la unión convivencial en el Código Civil y
Comercial", RDF 71-243, cita online: AP/DOC/644/2015; MIZRAHI, Mauricio L., "La compensación
económica en el divorcio y las uniones convivenciales", LA LEY del 21/05/2018.
 (19) REVSIN, Moira, "La compensación económica en el nuevo régimen civil", RDF 69-91, cita online:
AP/DOC/257/2015.
 (20) AZPIRI, Jorge O., ob. cit., p. 207; MEDINA, Graciela, "Compensación económica en el Proyecto de
Código", LA LEY del 20/12/2012, p. 1; LA LEY 2013-A-472; DFyP 2013 (enero-febrero), 01/01/2013, p. 3, cita
online: AR/DOC/4860/2012; MOLINA de JUAN, Mariel F., "Renuncia y compensación...", ob. cit., p. 250.
 (21) AZPIRI, Jorge O., ob. cit., p. 207.
 (22) PELLEGRINI, María Victoria, ob. cit.
 (23) Proyecto 0558-D-2018, Trámite Parlamentario 5, 08/03/2018. "Art. 1º.— Modifícase el art. 513 del
Cód. Civ. y Com. (ley 26.994), el cual queda redactado de la siguiente manera: 'Art. 513.— Autonomía de la
voluntad de los convivientes. Las disposiciones de este título son aplicables excepto pacto en contrario de los
convivientes. Este pacto debe ser hecho por escrito y no puede dejar sin efecto lo dispuesto en los arts. 519, 520,
521 y 522. Queda expresamente prohibida y es de ningún valor la renuncia anticipada a la compensación
económica formulada por uno o ambos convivientes al momento de celebrar el pacto de convivencia'. Art. 2º.—
Comuníquese al Poder Ejecutivo". Disponible en www.hcdn.gob.ar/proyectos (fecha de consulta: 04/08/2019).
 (24) CHECHILE, Ana María - LOPES, Cecilia, "De tiempos y destiempos en la compensación económica",
SJA del 31/10/2018, p. 3, cita online: AP/DOC/666/2018.
 (25) El tema también es discutido en doctrina y jurisprudencia. Ver, por ejemplo, BECCAR VARELA,
Andrés - BUSTAMANTE, Eduardo, "La caducidad del derecho a la compensación económica", LA LEY del
12/06/2018, p. 1, cita online: AR/DOC/1137/2018. Varias sentencias fijan el inicio del cómputo ante la firmeza
de la sentencia, como, por ejemplo, CNCiv., sala C, 20/09/2018, "V., M. M. c. M., G. E. s/ fijación de
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compensación económica - arts. 441 y 442 Cód. Civ. y Com.", RDF 2019-III-27, cita online:
AR/JUR/89895/2018. Esta regla admite excepciones frente a la constancia del efectivo conocimiento del dictado
de la sentencia aun con anterioridad a su notificación formal.
 (26) SOLARI, Néstor E., "El plazo de caducidad en la compensación económica", LA LEY del 03/10/2017,
p. 1; LA LEY 2017-E-1037; DFyP 2017 (noviembre), 14/11/2017, p. 8, cita online: AR/DOC/2523/2017.
 (27) FABRIZI, Lucrecia, "La compensación económica: en la búsqueda de una regulación legal para
fomentar los acuerdos. La importancia de los plazos", RDF 2019-III-325, cita online: AR/DOC/1352/2019.
 (28) KIELMANOVICH, Jorge L., "¿Caducidad de oficio de la compensación económica?", LA LEY del
03/05/2017, p. 1, LA LEY 2017-B-1068; MOLINA de JUAN, Mariel F., "Compensación económica...", ob. cit.,
p. 108; PELLEGRINI, María Victoria, ob. cit., p. 208.
 (29) BERMEJO, Patricia, ob. cit.
 (30) BECCAR VARELA, Andrés - BUSTAMANTE, Eduardo, ob. cit.
 (31) CNCiv., sala J, 07/10/2016, "S., A. A. c. P., O. R. s/ fijación de compensación arts. 524, 525 Cód. Civ.
y Com.", DJ del 28/12/2016, p. 69, cita online: AR/JUR/69543/2016, y "F., G. M. c. P., F. F. s/ fijación de
compensación arts. 524, 525, Cód. Civ. y Com.", 16/02/2017, LA LEY del 04/04/2017, p. 11, LA LEY 2017-B-
288, DFyP 2017 (octubre), p. 152, con nota de Sonia V. AMIEVA NEFA; cita online: AR/JUR/120/2017.
 (32) CCiv. y Com. Junín, 07/06/2018, "C., F. A. c. T., A. S. s/ materia a categorizar", cita online:
AR/JUR/26605/2018.
 (33) CCiv. Com. Lab. y Minería Neuquén, sala 1ª, 06/07/2018, "M. F. C. c. C. J. L. s/ compensación
económica", cita online: AR/JUR/39399/2018: "Desde perspectiva, dada la especial situación de violencia que
se deriva de los hechos denunciados, la inestabilidad del grupo familiar en esos momentos y el estado de
vulnerabilidad que atravesaba en dicha ocasión la peticionante, concluimos que el cómputo del plazo de
caducidad para el ejercicio de esta acción no pudo iniciar el mismo 06/02/2017. A ello se suma el breve lapso de
tiempo transcurrido entre el 06/08/2017 —6 meses desde el 06/02/2017— y el 20/09/2017 —fecha de
interposición de la acción cfr. hoja 18vta. del presente— (plazos considerados por el demandado para fundar su
defensa). Es que las disposiciones del Cód. Civ. y Com., en materia de caducidad, deben interpretarse en un
diálogo de fuentes, que no puede desprenderse de las directivas dadas en las Reglas de Brasilia sobre Acceso a
la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad, en tanto establece en su Sección 2da. 1, que se
consideran en condición de vulnerabilidad, aquellas personas que, por razón de su edad, género, estado físico o
mental, o por circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran especiales dificultades para
ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico".
 (34) Proyecto 1493-D-2019, Trámite Parlamentario 30, 04/04/2019, "Art. 1º: Modifíquese el art. 442 del
Cód. Civ. y Com. (texto aprobado por ley 26.994) que quedará redactado del siguiente modo: 'Art. 442.—
Fijación judicial de la compensación económica. Caducidad. A falta de acuerdo de los cónyuges en el convenio
regulador, el juez debe determinar la procedencia y el monto de la compensación económica sobre la base de
diversas circunstancias, entre otras: a) el estado patrimonial de cada uno de los cónyuges al inicio y a la
finalización de la vida matrimonial; b) la dedicación que cada cónyuge brindó a la familia y a la crianza y
educación de los hijos durante la convivencia y la que debe prestar con posterioridad al divorcio; c) la edad y el
estado de salud de los cónyuges y de los hijos; d) la capacitación laboral y la posibilidad de acceder a un empleo
del cónyuge que solicita la compensación económica; e) la colaboración prestada a las actividades mercantiles,
industriales o profesionales del otro cónyuge; f) la atribución de la vivienda familiar, y si recae sobre un bien
ganancial, un bien propio, o un inmueble arrendado. En este último caso, quién abona el canon locativo. La
acción para reclamar la compensación económica caduca si transcurre un [1] año desde la sentencia firme de
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divorcio'. Art. 2º: Modifíquese el art. 525 del Cód. Civ. y Com. (texto aprobado por ley 26.994) que quedará
redactado del siguiente modo: 'Art. 525.— Fijación judicial de la compensación económica. Caducidad. El juez
determina la procedencia y el monto de la compensación económica sobre la base de diversas circunstancias,
entre otras: a) el estado patrimonial de cada uno de los convivientes al inicio y a la finalización de la unión; b) la
dedicación que cada conviviente brindó a la familia y a la crianza y educación de los hijos y la que debe prestar
con posterioridad al cese; c) la edad y el estado de salud de los convivientes y de los hijos; d) la capacitación
laboral y la posibilidad de acceder a un empleo del conviviente que solicita la compensación económica; e) la
colaboración prestada a las actividades mercantiles, industriales o profesionales del otro conviviente; f) la
atribución de la vivienda familiar. La acción para reclamar la compensación económica caduca si transcurre un
[1] año de haberse producido cualquiera de las causas de cese de la unión convivencial enumeradas en el art.
523. Si el cese de la unión convivencial se produce en un contexto de violencia de género, la acción caduca al
año del vencimiento de las medidas preventivas urgentes dispuestas por el juez de conformidad con la ley
26.485, la ley 24.417 y las normas provinciales aplicables. En los casos en los que no se hayan dictado medidas
preventivas urgentes, la acción caduca al año de la denuncia de violencia de género. Se debe aplicar siempre el
plazo más favorable a la persona víctima de violencia'. Art. 3º: Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
Disponible en www.hcdn.gob.ar/proyectos (fecha de consulta: 04/08/2019).
 (35) DE LA TORRE, Natalia, "Algunas consideraciones en torno a la regulación proyectada en las uniones
convivenciales. El difícil equilibrio entre el principio de autonomía y la solidaridad familiar", en GRAHAM,
Marisa - HERRERA, Marisa (dirs.), ob. cit., p. 346; IGLESIAS, Mariana B., "Los derechos sucesorios del
conviviente", RDF 60-221.
 (36) BIRMAN KERSZENBLAT, Ezequiel, "La unión convivencial frente al orden sucesorio", DFyP 2019
(junio), 28/06/2019, p. 122, cita online: AR/DOC/871/2019; ORLANDI, Olga E., "Exclusión de la vocación
hereditaria y uniones convivenciales", RDF 68-245, cita online: AR/DOC/4641/2015.
 (37) BECERRA, María F., "Inconstitucionalidad e inconvencionalidad de la exclusión hereditaria en el
llamamiento legal del conviviente en el Código Civil y Comercial", DFyP 2017 (agosto), 04/08/2017, p. 198,
cita online: AR/DOC/1577/2017; FARAONI, Fabián - SOLA, Andrea P. - ASSANDRI, Mónica, "La vocación
hereditaria del conviviente supérstite: la necesidad de su reconocimiento legal", 10/02/2016, cita: MJ-DOC-
7599-AR | MJD7599.
 (38) FERRER, Francisco A. M., "Sucesión del conviviente", LA LEY del 22/05/2018, p. 1; LA LEY 2018-
C-727, cita online: AR/DOC/2650/2017.
 (39) Como ejemplo de las dificultades que provoca la ausencia total de llamamiento, ver CCont. Adm. y
Trib. Ciudad Bs. As., sala 1ª, 27/09/2017, "C., É. M. c. GCBA s/ prescripción adquisitiva", cita online:
AR/JUR/70127/2017.
 (40) ARIANNA, Carlos A., "Las uniones de hecho en el Mercosur. Efectos en el derecho sucesorio y en el
derecho de daños", cita online: AR/DOC/7458/2012.

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