Sie sind auf Seite 1von 4

PELÍCULAS Y LIRBOS

El tren llegó puntual

Manon Lescaut

Arrival

Bojack Horseman (no es película, pero no me importa)

The theory of everything

Maniac (está en Netflix, es muy bueeeeena)

El coronel no tiene quién le escriba (el único libro que leí de GGM)

El jugador

El padrino I y II, la tercera fue horrible y todos lo saben

El invierno del mundo

El centinela de Arthur C. Clarke, de ahí salió 2001: Una odisea espacial y para tener un combo
ganador hay que leerse el libro (que tiene una gran historia) y después verse la película (que es
simplemente una maravilla audiovisual)

La isla siniestra (no sé porqué hay gente que sigue discutiendo el final, no se deja nada a la
imaginación y todo es muy explícito y saben qué, no pienso hacer ningún spoiler)

La ventada indiscreta

Trumbo, basada en una historia real. La película pintaba para ser aburrida, pero termino siendo
muy interesante.

Hablar de Michael Scott, el personaje, es hacerlo de Steve Carrell, el actor. Muchas son las sitcom
estadounidenses que han pasado a la historia de las series por sus divertidísimos gags y sus
personajes legendarios. Frasier, Seinfeld, Friends, Cheers, El Príncipe de Bel Air o Scrubs son solo
algunos ejemplos del inagotable capacidad de los norteamericanos para brindarnos tesoros en
formato de capítulos de veinte minutos. Pero de entre todas estas sitcom, no hay ninguna con una
densidad de chistes tan brillantes e inteligentes por minuto como en la versión americana de The
Office; de entre todas estas sitcom, no encontramos ninguna actuación cómica tan excepcional
como la de Steve Carrell interpretando al inenarrable Michael Scott.

Que Carrell lograra el papel protagonista de The Office fue, como en muchas ocasiones, fruto de
una concatenación de planes que salen mal. La NBC tenía como prioridad a Paul Giamatti para el
papel de Michael Scott. Giamatti pasó del tema. Bien por él. El segundo nombre sobre la mesa fue
el de Steve Carrell, pero este declinó la oferta al encontrarse inmerso en otro proyecto de la
propia NBC, la comedia Come to Papa. En ese punto, los directivos decidieron entonces que
Michael Scott debía ser el que a la postre se ha convertido en uno de los nombres más
importantes en la historia reciente de la series, Bob Odenkirk (Breaking Bad, Better Call Saul). Sin
embargo Come to Papa, la serie con la que se encontraba comprometido Steve Carrell, fue
cancelada rápidamente por sus paupérrimas audiencias, de modo que Carrell quedó libre de
nuevo. En la NBC no se lo pensaron dos veces, él debía ser el Michael Scott definitivo. Esa decisión
comportó dos milagros: Carrell sublimó la comedia con su actuación en The Office y Odenkirk
quedó libre para poco tiempo después interpretar a otro personaje inolvidable, el chapucero legal
Saul Goodman.

Para entender el Michael Scott jefe, ese por el que todos suspiramos, debemos entender el
Michael Scott persona. Su infancia fue una espiral de marginación y acoso, un agujero negro de
amor cuyas consecuencias catastróficas convirtieron al Michael adulto en un discapacitado social
con una necesidad de atención patológica. Temporada dos, episodio dieciocho. Michael muestra a
sus trabajadores un vídeo de cuando era pequeño y apareció en un programa infantil. Un títere le
pregunta al pequeño Michael qué quiere de ser mayor. La respuesta es demoledora: quiero
casarme y tener cien hijos para así tener cien amigos, ellos no podrán decir no a ser mis amigos. El
títere, una especie de gato periodista, calla durante segundos tras esa respuesta en lo que es uno
de los silencios más incómodos de la historia de la humanidad. En ese breve gag, en esos diez
segundos, los brillantes guionistas de The Office sintetizan todo lo que necesitamos saber del
pasado de Michael Scott para entender y legitimar su comportamiento demencial durante toda la
serie.

He repetido varias veces en el artículo que Michael es el jefe que todos querríamos tener. Ya
llegaremos a eso, pero antes debemos analizar su lado oscuro. Es evidente que la incorrección de
Michael y sus bromas fuera de lugar son la quintaesencia de la vergüenza ajena. En muchas
ocasiones es imposible evitar que las palabras “imbécil”, “cretino” o “tontolaba” crucen nuestras
mentes al ver ciertos comportamientos de Michael. Tiene un tacto nulo con los demás, es
narcisista hasta extremos insospechados y su absoluto desconocimiento de lo que está mal o bien
decir pueden llegar a crispar los nervios del espectador. Recordemos el momento en que corta con
la madre de Pam al saber de su avanzada edad; la falta de delicadeza y mezquindad que Michael
exhibe es merecedora de un linchamiento feminista, sin lugar a dudas. Pero ese lado oscuro tiene
una gran ventaja: cómicamente funciona a las mil maravillas. Es imposible no reírte con sus
constantes meteduras de pata y ese patetismo que envuelve todas y cada una de las frase que
nacen de su santa boca. Michael Scott es una desgracia humana. Tal cual. Y las desgracias
humanas, en una sitcom, son sinónimo de carcajadas. Pero lo que convierte a Michael en un
personaje incomparable es su vertiente dulce, esa faceta aterciopelada de su carácter que
completa una personalidad fascinante. Y a eso vamos.

Michael Scott es un dios de la procrastinación, sí, pero cuando toca es muy bueno en su trabajo

Michael Scott es una gran persona. Lo es. Y Michael Scott es un gran vendedor de papel. Lo es. En
esos dos pilares se basa mi tesis de que todos lo querríamos como jefe. Michael no está al mando
de Dunder Mifflin en Scranton por caerle bien a los directivos de la empresa; es más bien lo
contrario, les hace la vida imposible. El tema es que el maldito tiene unas dotes excepcionales
como comercial. Prueba fehaciente de ello es cuando deja Dunder Mifflin junto a Pam y el
desdichado Ryan para crear su propia empresa de distribución de papel y tiene tanto éxito que la
propia Dunder Mifflin debe acabar comprando la nueva empresa de Michael. Es un dios de la
procrastinación, sí, pero cuando toca es muy bueno en su trabajo.
Por último tenemos que hablar del amor paternal que siente por sus empleados. Sus continuas
cagadas con ellos se traducen siempre en colosales e hilarantes esfuerzos para remediarlas. Para
Michael, sus empleados son su familia. A excepción de Toby, claro. Maldito Toby, que asco da. Lo
que decía, sus empleados son su familia y hará lo que sea para mantener esa familia unida y feliz,
no siempre con los mejores resultados. Son épicas sus reuniones temáticas -la de “Prision” Mike es
mi favorita- para concienciar a sus trabajadores sobre temas como por ejemplo el respeto a la
homosexualidad. Cabe decir que son siempre temas sobre los que él ha hecho previamente
bromas completamente salidas de tono. Cada capítulo de The Office es una historia de redención
de Michael Scott.

Hay una razón de ser tras esa actitud de Michael, y no es otra que el miedo a quedarse solo. Por
eso Jim y Dwight -este último merece un artículo para él solo- son sus hijos, Pam y Erin sus hijas. La
familia es para siempre, nunca nos abandona. Si sus empleados son su familia, Michael jamás se
quedará solo en este mundo. Y a decir verdad, consigue su propósito. Solo hace falta ver su
despedida final con Jim para comprender la profunda huella profesional y emocional que a pesar
de su imbecilidad Michael consigue dejar en sus trabajadores.

Das könnte Ihnen auch gefallen