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Son cerca de las doce de la noche, la humedad no ha dejado frío al público. El nivel
de este fin de semana ha sido muy elevado; el rey del raï, Khaled, dio un concierto
lleno de fuerza y veteranía y, Arto Tunçboyaciyan y The Armenian Navy Band
pusieron el listón más alto.
Un cañón de luz guía los pasos de una persona menuda, se acompaña de una
guitarra. Entona el primer acorde. La ovación es cerrada y clamorosa. Una hora y
media después Lanuza estalla en una delirio colectivo.
En el concierto se produce toda una comunión con el público. Está dividido en dos
partes: la primera comprometida con la situación política, muy intimista; la
segunda rítmica e incluso bailable. Escuchado con auténtica devoción por un
centenar de argelinos que se concentran en las primeras filas, ondean banderas y
enseñas beréberes. Al resto de los asistentes nos traduce con gran esfuerzo las
canciones que interpreta. “Siempre he hecho canciones comprometidas y hay que
entenderlas”. Sabe la influencia que tienen. “En mi país una buena canción vale
más que mil discursos, es mucho más escuchada y valorada que el mejor discurso
político. Muchos artistas argelinos tienen más poder y fuerza que los políticos”. Esto
lo sabían muy bien los asesinos de Matoub Lounès. “Era muy amigo mío, estuve en
su debut. Era un cantante militante. Realizamos muchos proyectos en común.
Siempre fue muy crítico con el poder”. Le hago una reflexión sobre un cierto
conservadurismo y aburguesamiento de la música raï frente al papel reivindicativo
de los músicos raperos y kabyles. “Es cierto. Si los integristas matan a un cantante
raï, sale en la prensa, es noticia. Si ocurre con un músico kabyle es distinto. Los
músicos kabyles siempre hemos sido comprometidos y, por lo tanto,
permanentemente amenazados. El comentario es real, la gente identifica las
diferencias entre unos y otros, sabe diferenciarlos”. Habla en términos generales de
movimientos musicales, no de artistas concretos. “Cuando en la Kabylia la gente
toma como suya las canciones que interpretaban músicos asesinados, piden que se
les reconozca, pero que también se recuerden los motivos de su compromiso. Que
se reconozca la democracia, el respeto y la identidad del pueblo beréber”. Para
añadir, “cuando hace años emigré de mi ciudad, me di cuenta de que hay otras
gentes, otras culturas e influencias, hay que respetar a las minorías”.