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Sábado 28 de julio, sobre el escenario flotante de Lanuza acaba de finalizar su

actuación Sainnkho Namtchylak. La organización ha cambiado el orden anunciado,


y es finalmente Idir el que clausura la décima edición de Pirineos Sur, el festival
musical más interesante de los que se producen todos los veranos en el suelo
peninsular.

Son cerca de las doce de la noche, la humedad no ha dejado frío al público. El nivel
de este fin de semana ha sido muy elevado; el rey del raï, Khaled, dio un concierto
lleno de fuerza y veteranía y, Arto Tunçboyaciyan y The Armenian Navy Band
pusieron el listón más alto.

Un cañón de luz guía los pasos de una persona menuda, se acompaña de una
guitarra. Entona el primer acorde. La ovación es cerrada y clamorosa. Una hora y
media después Lanuza estalla en una delirio colectivo.

Durante noventa minutos ha interpretando temas de su pequeña discografía que se


resume en tres CD’s. “Sólo grabo lo que la vida me dice. Mis grabaciones han
funcionado muy bien, tengo que estar agradecido, es una suerte increíble”. Natural
de Aït Lahcèn, pueblo beréber de la Kabylia Alta donde nació en 1949, estudió
bachillerato en una escuela de música, lo que le permitió aprender a tocar la
guitarra, de la que se hacía acompañar cuando acudía a visitar a los amigos que
trabajaban en la radio local. “Son los responsables de que empezase con la música,
realmente estudiaba para ser geólogo. Un día que fui a la radio, una compañera de
las que cantaba se puso enferma, no había nadie para sustituirla, el programa tenía
que hacerse y me dijeron que cantase yo. Alegué que no era cantante, que sólo
interpretaba por diversión, pero a pesar de ello accedí. Como no quería que me
conociesen me cambié el nombre para la ocasión”. Su verdadero nombre es Hamid
Cheriet, “mi familia no quería que cantase, para nada pretendía dedicarme a la
música y para que no me reconocieran tomé el nombre de Idir”. Sólo interpretaba
un tema “se trataba de una canción para una marca comercial” y la interpretaba
hasta seis veces por programa, “la gente gritaba, no sabía por qué, hasta que me
percaté que era por mi manera de cantar”. La gente hablaba de él, conocían su voz,
pero nadie sabía quién era. “Alcancé tal popularidad que mi madre se empeñó en
invitar a cenar a casa al chaval del anuncio de la radio”, evidentemente no sabía
que Idir era su hijo. En 1973 reemplaza a un artista en Radio Argelia. Interpreta “A
Vava Inouva” y poco a poco se convierte en un himno. Lo graba en single y tres
años después sale a la luz su primer LP con el mismo nombre. Veinticinco años
después ha sido editado por fin en España.

En el concierto se produce toda una comunión con el público. Está dividido en dos
partes: la primera comprometida con la situación política, muy intimista; la
segunda rítmica e incluso bailable. Escuchado con auténtica devoción por un
centenar de argelinos que se concentran en las primeras filas, ondean banderas y
enseñas beréberes. Al resto de los asistentes nos traduce con gran esfuerzo las
canciones que interpreta. “Siempre he hecho canciones comprometidas y hay que
entenderlas”. Sabe la influencia que tienen. “En mi país una buena canción vale
más que mil discursos, es mucho más escuchada y valorada que el mejor discurso
político. Muchos artistas argelinos tienen más poder y fuerza que los políticos”. Esto
lo sabían muy bien los asesinos de Matoub Lounès. “Era muy amigo mío, estuve en
su debut. Era un cantante militante. Realizamos muchos proyectos en común.
Siempre fue muy crítico con el poder”. Le hago una reflexión sobre un cierto
conservadurismo y aburguesamiento de la música raï frente al papel reivindicativo
de los músicos raperos y kabyles. “Es cierto. Si los integristas matan a un cantante
raï, sale en la prensa, es noticia. Si ocurre con un músico kabyle es distinto. Los
músicos kabyles siempre hemos sido comprometidos y, por lo tanto,
permanentemente amenazados. El comentario es real, la gente identifica las
diferencias entre unos y otros, sabe diferenciarlos”. Habla en términos generales de
movimientos musicales, no de artistas concretos. “Cuando en la Kabylia la gente
toma como suya las canciones que interpretaban músicos asesinados, piden que se
les reconozca, pero que también se recuerden los motivos de su compromiso. Que
se reconozca la democracia, el respeto y la identidad del pueblo beréber”. Para
añadir, “cuando hace años emigré de mi ciudad, me di cuenta de que hay otras
gentes, otras culturas e influencias, hay que respetar a las minorías”.

Sabe que es un afortunado. Cuando le propusieron hacer la grabación de Identities,


“el productor y yo, hicimos la lista de los posibles participantes, lo que no me podía
imaginar es que todos aceptaran colaborar, me quedé muy sorprendido”.
Intervienen Karen Matheson (Carpecaillie), Manu Chao, Zebda, Geoffrey Oyrema,
Gnawa Difussion, Orchestre National de Barbès, o Frédéric Galliano. En 1999 fue
uno de los discos más difundidos en Francia. Y es que desde que se instaló en París,
en 1975, se ha ido convirtiendo en referencia musical obligada. Mucho antes de que
desembarcasen los y las cantantes de raï. Sabe que es ahí donde desarrolla su
actividad profesional, pero es contundente cuando manifiesta “Francia, en parte, es
culpable de la situación de mi país. Viene desde lejos, desde la Guerra de
Liberación Argelina”. El 8 de julio en el Cenit de París, participa en el festival
“Argelia; todos somos Massinissas” en recuerdo del estudiante de secundaria
asesinado en la primavera en Tizi-Ouzou. En este concierto participan también
Takfarinas, Malika Domran, Amirouche, Geoffrey Oyrema... Es un concierto de
reafirmación de la cultura beréber. Sabe que la cultura es fundamental a la ahora
de luchar por las reivindicaciones de su pueblo. “Los beréberes tenemos, además
de los problemas que tiene toda Argelia, los propios como pueblo. Tenemos nuestra
propia identidad. Cuando vosotros hicisteis la transición, se permitió que la gente
estudiara, se expresara en su propia lengua. Muchos cantantes que en aquellos
momentos tenían un protagonismo como consecuencia de la situación política, han
ido desapareciendo. Nosotros luchamos para conseguir dentro de una Argelia unida,
el derecho a que se respete nuestra identidad. Queremos hablar nuestra propia
lengua, estudiar en nuestro idioma, publicar y escribir nuestras canciones, nuestras
poesías, hacer nuestras películas”.

Sus pensamientos los expresa en sus canciones. No puede distanciarse de todo lo


que le rodea y lo manifiesta a cada momento. A pesar de todo es optimista.
“Agradezco a la gente que siempre transmite esperanza. A pesar de las guerras, de
todo lo que ocurre, en la vida siempre hay algo por lo que luchar”. Después de
hablar con él antes y después de su concierto, de ver cómo se comporta en el
escenario y fuera de él, del respeto hacia todos. Después de re-escuchar su música,
podemos quedarnos con una de sus frases que puede resumir su manera de pensar
“la aventura humana no tiene que ser un cheque”.

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