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EL PRECIO DE LA MADUREZ ESPIRITUAL

La madurez es el punto de crecimiento en el cual el cristiano comienza a producir frutos


agradables para Dios.

La madurez es el estado espiritual óptimo que Dios espera de cada uno de sus hijos.
La madurez espiritual se manifiesta en una persona que tiene un carácter como el de
Cristo.
Un cristiano maduro es admirable y hasta envidiable: Su paz y su gozo son deseables.
Pero, este tipo de madurez tiene un precio que no todos los cristianos quieren pagar y
por eso no todos la tienen.

Pastor: Fulgencio Pech Jiménez


ful49@hotmail.com

Manantial 16-03-08

La madurez espiritual no es una perfección absoluta como la que Cristo siempre ha


tenido o como la de Adán antes de pecar.
La madurez espiritual tampoco es un alto grado de religiosidad.

La madurez espiritual requiere tiempo, pero la edad no hace madura a una persona.
La madurez espiritual incluye conocimiento bíblico, pero el conocimiento bíblico por sí
solo no produce esa madurez.
La madurez espiritual demanda experiencia dentro de la iglesia, pero la experiencia
dentro de la iglesia por sí misma tampoco garantiza madurez.

La madurez es el estado espiritual óptimo que Dios espera de cada uno de sus hijos.

La madurez se manifiesta en una vida de estabilidad doctrinal.


La madurez se manifiesta en una vida de estabilidad emocional.
La madurez se manifiesta en una vida de contentamiento.
La madurez espiritual se manifiesta en una persona que no confía en sí misma sino en la
gracia de Dios.
La madurez espiritual se manifiesta en una persona que tiene un carácter como el de
Cristo.
La madurez se manifiesta en un cristiano que realmente disfruta de la vida abundante
aquí en la tierra.
El cristiano maduro es aquel a quien se le nota que ha estado con Jesús:
Piensa como Jesús, habla como Jesús, se comporta como Jesús
La madurez es el punto de crecimiento en el cual el cristiano comienza a producir frutos
agradables para Dios.

Un cristiano maduro es admirable y hasta envidiable: Su paz y su gozo son deseables.


La madurez espiritual, según la Biblia, sólo la puede obtener un cristiano.
Pero, este tipo de madurez no se da automáticamente en el creyente.
La madurez espiritual tiene un precio que no todos los cristianos quieren pagar y por eso
no todos la tienen.
Sí, hermanos, la salvación es gratuita, pero la madurez tiene un precio.

Tomando en cuenta que la principal evidencia de madurez es la capacidad de producir


fruto agradable a Dios, veremos enseguida que el dolor es la cuota más difícil de pagar,
pero es esencial para cubrir el precio de la madurez.

¿Por qué duele adquirir madurez?


1- DUELE ADQUIRIR MADUREZ, PORQUE REQUIERE DISCIPLINA:

A- La disciplina no es agradable, pero nos ayuda a madurar y a fructificar:


“…ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos
12:11)

B- La disciplina implica ejercicio:


“pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14)
La madurez espiritual viene cuando usted y yo ejercitamos nuestros sentidos en el
discernimiento del bien y del mal.

C- La disciplina exige dedicación y trabajo:


“ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12-A)
Solamente puede ocuparse de la salvación el que la tiene.
El hombre natural no puede ocuparse en el proceso de maduración si primero no recibe
a Cristo y nace de nuevo.
El que ya tiene la salvación necesita ocuparse en ella. Aquí nos damos cuenta que la
madurez no sólo es asunto de tiempo.
Procurar la madurez no es una opción sino un imperativo.

D- La disciplina demanda esfuerzo:


“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1)
El Señor ha pagado nuestra inscripción para que entremos a su gracia.
Ahora nosotros debemos esforzarnos dentro de ella.
El esfuerzo duele, porque requiere persistir más allá del cansancio.
Debemos seguir dependiendo de Dios, pero a la vez debemos esforzarnos, para lograr el
grado de perfección que Él espera de nosotros.
Como lo escribió el apóstol Pablo:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Filipenses 3:13)

E- La disciplina reclama diligencia:


“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)
Para madurar hay que dejar de ser “hombres y mujeres del mañana”
“En lo que requiere diligencia, no perezosos…” (Romanos 12:11)

El ejercicio espiritual, la dedicación al cultivo de nuestra relación con Dios, el esfuerzo


dependiente del Señor y la diligencia en la vida cristiana, no son propias de nuestra
naturaleza pecaminosa, por eso duele hacerlo.
Pero si usted y yo queremos cambiar nuestra vida espiritual mediocre e infructuosa por
una vida de verdadera victoria con abundante fruto que glorifique a Dios, necesitamos
empezar ahora mismo a ser más disciplinados.

2- DUELE ADQUIRIR MADUREZ, PORQUE REQUIERE CAMBIOS:


“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente…En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del
viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el
espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:17,22,23)
La vida humana en todos los sentidos es una vida de cambios:
Cuando salimos del vientre lloramos porque de alguna manera nos incomoda, nos
asusta, nos duele, pero es necesario, salir para seguir desarrollándonos.
Aprender a caminar también duele porque nuestras rodillas sufren varios golpes y
raspones antes de que podamos dar nuestros primeros pasos firmes.
Al mudar los dientes también sufrimos, porque aunque es algo natural no deja de causar
molestia, incomodidad y un poco de dolor.
Y cuando llega la adolescencia y nuestro cuerpo empieza a cambiar, también nos
sentimos incómodos, apenados y a veces hasta molestos. Por momentos nos sentimos
llenos de energía y de la noche a la mañana estamos cansados y sin ganas de hacer nada.
Del mismo modo, para llegar a ser un cristiano maduro tenemos que pasar por una
adolescencia espiritual.
El cambio espiritual de niño en cristo a cristiano maduro también incomoda, a veces
molesta y siempre duele.
Hay por lo menos tres demandas de cambio en el pasaje de (Efesios 4:17, 22, 23)
“ya no andéis como los otros gentiles. El cristiano tiene que ser diferente, necesita
cambiar para bien.
“despojaos del viejo hombre. El cristiano debe creer y confesar:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)
“renovaos en el espíritu de vuestra mente”
La clave para el cambio está en la mente de cada uno de nosotros.
Nuestra mente necesita ser cambiada por la mente de Cristo y ese cambio es
indispensable para madurar, pero es muy doloroso.

3- DUELE ADQUIRIR MADUREZ, PORQUE NECESITAMOS SER PODADOS:


“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva
fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”
(Juan 15:1,2)
Este texto de la Biblia nos permite entender que algunos miembros de las iglesias nunca
madurarán porque no son salvos.
Estos son los pámpanos (o ramas) que no llevan fruto y que serán quitados. Estos son
aquellos a quienes el Señor dirá “apártense de mí no les conozco”
Pero en la metáfora, el Señor compara a cada verdadero cristiano con una rama que
lleva fruto.
Esa rama que lleva fruto puede ser usted.
Es una rama que esta viva. En su interior corre la savia bendita del Espíritu Santo, su
fruto consiste en arrepentimiento, fe, y deseos de agradar a Dios.
Dios como divino labrador ve en esta rama un grandísimo potencial de fructificación,
¿Qué hace ante ese potencial?
El Señor Jesús dijo: “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”
Esta rama está produciendo cierto fruto, pero todavía no está madura, necesita ser
podada para que madure y pueda producir más fruto.
Porque el Señor no solamente quiere fruto, sino, “¡Mucho fruto!”
Como pámpanos con posibilidades de llevar mucho más fruto el Señor nos podará.
Eso significa que el Señor nos quitara todo lo que nos estorba, y queridos hermanos,
¡eso duele!
(Imagine que usted es una rama y ve venir al labrador con unas tijeras gigantes)
La poda es dolorosa, pero necesaria; sólo así llegaremos a ser pámpanos maduros que
produzcan mucho fruto para gloria del Señor.
¿Quiere usted madurar? … ¡Déjese podar!

4- DUELE ADQUIRIR MADUREZ, PORQUE LA PERFECCIÓN VIENE CON LA


AFLICCIÓN:

A- Hay una relación entre sufrimiento, madurez y fruto:


Ilustración: (Las tres mujeres)
Una hermosa historia cuenta de una cristiana que soñó con tres mujeres que estaban en
oración.
Mientras permanecían de rodillas, el Maestro se les acercó.
Se acercó a la primera, se inclinó hacia ella con gracia y ternura, con una sonrisa llena
de radiante amor y le habló con voz pura, dulce y musical.
Apartándose de ella, se acercó a la segunda, pero solamente le puso la mano sobre la
cabeza inclinada, y le dio una mirada de aprobación.
Pasó junto a la tercera en forma casi abrupta; no se detuvo a hablarle, ni a mirarla.
La mujer, en su sueño, pensó: ¡Qué grande debe ser su amor por la primera! A la
segunda le dio su aprobación sin las demostraciones de amor que le hizo a la primera; la
tercera debe de haberle ofendido profundamente, porque Él no le dirigió una sola
palabra y ni siquiera una mirada al pasar. ¿Qué habrá hecho, y por qué hizo tanta
diferencia entre ellas? Mientras trataba de explicarse la acción del Señor, Él mismo se le
acercó y le dijo:
"— Mujer, ¡qué mal me has interpretado! La primera mujer es muy débil y necesita
todo el peso de mi ternura y cuidado para poder afirmar el pie en el camino angosto.
Ella necesita mi amor, mi interés y ayuda todo el día. Sin él, fallaría y caería.
La segunda tiene una fe más fuerte y un amor más profundo, y puedo estar tranquilo
porque confía en mí, no importa lo que haga o diga la gente.
La tercera, que según tú no noté y aún descuidé, tiene una fe y un amor de la más fina
calidad.
A ella la preparo por medio de un proceso rápido y drástico para un servició sublime y
santo.
Ella me conoce tan íntimamente, y confía en mí hasta tal punto, que no depende de
palabras ni de miradas ni de ninguna demostración externa de mi aprobación.
No desmaya ni se desalienta ante ninguna de las circunstancias por las que la hago
pasar. Confía en mí aun cuando el sentido, la razón y los instintos más finos de su
corazón natural le sugieren que dude.
Sabe que estoy trabajando en ella para la eternidad, y aunque lo que hago no se lo
explica ahora, lo entenderá después.
Callo en mi amor por ella, porque la amo más que lo que las palabras pueden expresar.

Así, a veces, el Señor calla también por amor a nosotros, para que aprendamos a amarle
y a confiar en Él en medio de situaciones adversas. Él nos ayuda a crecer y a madurar
por medio de las aflicciones.

Jesús es el experto en cuanto a sufrimiento, la Biblia dice que el fue:


“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto” (Isaías 53:3)
No hay mejor ejemplo que Él para ver la relación que existe entre sufrimiento, madurez
y fruto. La Biblia dice:
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”
(Hebreos 5:8,9)
Para que Jesús, siendo Hijo de Dios, pudiera producir el fruto de nuestra salvación,
primero tuvo que padecer.
Ese padecimiento le otorgó el título de “obediente” y además lo perfeccionó.
Así también nosotros, no podemos producir frutos agradables y abundantes a Dios, si no
maduramos y no maduraremos si no somos perfeccionados por medio de las aflicciones.

B- Para consolar tenemos que ser consolados y para ser consolados tenemos que ser
afligidos.
La Biblia dice:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios
de toda consolación, 4el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio
de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:3,4)
Uno de los frutos que el Señor espera de cada cristiano es que consuele a los que están
afligidos.
Pero eso no puede aprenderse ni en el mejor de los seminarios.
La única manera para aprender a ser consolados es por medio de la experiencia propia.

CONCLUSIÓN:
El propósito de la madurez espiritual es glorificar a Dios por medio de frutos
abundantes.
La madurez es el punto de crecimiento en el cual el cristiano comienza a producir esos
frutos abundantes y agradables para Dios.
Esos frutos son las diversas manifestaciones de la gracia de Dios en nuestras vidas:
La dependencia de Dios.
El carácter de Cristo.
El alto porcentaje de victoria sobre los pecados conocidos voluntarios.

Esos frutos dan como consecuencia que Dios obtenga por medio de nosotros: almas que
vienen a Cristo, creyentes que son edificados y todo tipo de buenas obras que le
agradan.

El precio de la madurez espiritual, básicamente es el dolor:

Porque esa madurez requiere disciplina y la disciplina es desagradable y dolorosa.


Requiere cambios y los cambios duelen
Requiere que Dios retire todo lo que estorba, pero lo que estorba está tan arraigado a
nosotros que sangramos cuando Dios aplica las tijeras podadoras.
Requiere de aflicciones para que podamos ponernos en los zapatos de los que sufren y
los podamos consolar, pero ¿Quién quiere sufrir?

Sin embargo, la madurez espiritual no es opcional, sino un imperativo y una expectativa


de Dios, porque sólo a través de ella podemos producir frutos agradables.
Y Además, la madurez espiritual es el anhelo profundo de todo verdadero cristiano.
Si usted es realmente un hijo de Dios usted ha de estar deseando ser un cristiano
maduro.

Oremos…

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