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Según datos recogidos por Ismael Portal, José Olaya Balandra nació en la villa de

Chorrillos, en 1782, como hijo de un pescador chorrillano apellidado Olaya, y de Melchora


Balandra, siendo sus hermanos Cecilio, Mercedes, Narcisa, Josefa y Manuela. Portal se
basó en informaciones de los parientes del mártir que todavía vivían en la época en que
publicó su libro (1899).1 Otro de los biógrafos de Olaya, Luis Antonio Eguiguren, que
investigó en diversos archivos, sostiene que los padres del mártir se llamaban José
Apolinario Olaya y Melchora Balandra, ambos chorrillanos, que tuvieron doce hijos en total,
el segundo de los cuales fue José Olaya.2
Existen sin embargo dudas sobre el año del nacimiento. Al parecer, Portal solo se limitó a
copiar el año que aparece grabado en el retrato del mártir, pintado por el maestro José Gil
de Castro, que fue contemporáneo de Olaya. Eguiguren no se ocupa del asunto del
natalicio y supone que la partida de bautizo que aclararía la duda debió desaparecer
durante el incendio de Chorrillos ocasionado por las tropas chilenas en 1881. Daba así por
hecho que Olaya fue bautizado en la iglesia de Chorrillos.2 Existe otra versión que afirma
que el año de su nacimiento fue 1795. 3
Otro asunto controvertido ha sido su apellido. El marino y geógrafo Germán Stiglich (1877-
1928), al revisar los cuadernos de matrícula de los puertos peruanos, no encontró ningún
Olaya (apellido español), pero si varios Laya (nombre de origen prehispánico). Stiglich
llegó incluso a afirmar que el verdadero nombre del mártir era José O. Laya, afirmación
que fue recogida y difundida por el historiador Juan José Vega.
Olaya era de cuna humilde, de raza indígena, y vivía de la pesca artesanal en la villa de
San Pedro de Chorrillos, una ranchería de pescadores al sur de la ciudad de Lima, que era
célebre por sus baños adonde acudían las personas de la clase alta limeña. 4
Se dice que su padre José Apolinario simpatizó con pasión por la causa independentista,
al punto que no le gustaba mencionar al pejerrey por su nombre, por ser de reminiscencia
monárquica, y llegó incluso a bautizar a su mejor red de pesca como «red de pejerreyes de
la patria», nombre más acorde a su ideología. Murió en 1822, legando a su hijo su oficio y
su amor a la patria libre.2
Se dice que Olaya era un excelente nadador y que en una pequeña balsa cubría la ruta de
Chorrillos a la isla de San Lorenzo, y de allí al Callao, llevando pescado para su venta.5
También una versión asegura que empezó a servir a la causa patriota desde muy
temprano, cuando arribó a las costas peruanas la Escuadra Libertadora al mando
de Thomas Cochrane en 1820. En esa ocasión visitó las naves de dicha escuadra y se
ofreció a llevar correspondencia para los patriotas del Callao, y luego para los de Lima. 4
La independencia del Perú, declarada por primera vez en Huaura en el mes de noviembre
de 1820 y el 28 de julio de 1821 en Lima, por el general José de San Martín, solamente se
hizo efectiva en Lima y en el norte; pero Cuzco, la sierra central y el sur aún estaban bajo
el dominio del ejército realista -en su mayoría conformado por indígenas y mestizos leales
al Rey-; estos en más de una ocasión volvieron a amenazar Lima y el Callao. Cuando San
Martín regresó de Guayaquil después de una conversación secreta con Simón Bolívar,
instaló el Congreso Constituyente de 1822, e inmediatamente renunció a su cargo
de Protector del Perú. El Congreso nombró como Presidente de la República a José de la
Riva Agüero. El ejército realista, al mando de José Ramón Rodil, aprovechando que las
tropas patriotas se encontraban lejos, tomó Lima. Los miembros del Congreso se
refugiaron en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao. Allí se encontraba también el
general grancolombiano Antonio José de Sucre, que enviara el Libertador Bolívar con una
avanzada de su ejército.
Fue en ese contexto que ocurrió el sacrificio de José Olaya. Sucre necesitaba
imperiosamente comunicarse con los patriotas de Lima, ya que quería conocer los
movimientos de los realistas y los pertrechos con los que contaban. Olaya se ofreció una
vez más a ser el portador de los mensajes. Se contactó en Lima con Juana de Dios
Manrique, una mujer patriota que era sobrina de Antonio Riquero, antiguo contador mayor
y uno de los refugiados en el Callao; este personaje era el nexo con Sucre. 46
Olaya llevaba ocultamente los mensajes escritos, cubriendo la ruta entre Chorrillos y Lima,
simulando llevar pescado para su venta en la ciudad; esa ruta, de 15 km, estaba muy
vigilada por los realistas, de modo que el riesgo era muy grande. No obstante, Olaya hizo
el recorrido muchas veces; se ignora cuántas exactamente. Los realistas empezaron a
sospechar que alguien filtraba informaciones y redoblaron la vigilancia. 7
El 27 de junio de 1823, cuando llevaba, entre otros recados, una carta de Sucre
para Narciso de Colina (un patriota limeño), Olaya fue descubierto (se dice que por una
delación[cita  requerida]). Emboscado por un piquete de soldados realistas -indígenas y mestizos-
en la calle de Acequia Alta (actualmente en el cruce de la cuadra 5 de los jirones Caylloma
y Moquegua), antes de ser apresado arrojó las cartas en una acequia; otra versión, menos
creíble, dice que se comió las misivas.4

«De nada sirvieron halagos, promesas, apaleamientos, extracción de las uñas,


trituración de pulgares, ni la presencia dolorosa de su madre. ¡Que terrible dilema!:
escoger entre el afecto entrañable a la madre o la seguridad de los patriotas. Era
preferible que su madre lo llorase muerto a que se avergonzara de verlo vivo,
manchado por la traición».

Enrique F.Gómez Espinoza, Manual de Educación Patriótica. Edit.Atlántida S.A.


Lima,pág.137.

Llevado al Palacio del Virrey ante la presencia de Rodil, éste intentó que delatara a los
patriotas comprometidos con las cartas, ofreciéndole a cambio premios y mucho dinero;
como no diera efecto, recurrió a las amenazas. Como Olaya permaneciera incólume,
fue torturado de la manera más cruel. Sufrió doscientos palazos, le arrancaron las uñas y
lo colgaron de los pulgares. Pero Olaya no se amilanó ante el dolor y permaneció en
silencio.6 Incluso le llevaron ante su presencia a algunas personas arrestadas por
sospecha de estar comprometidas con los patriotas del Callao (una de ellas era Antonia
Zumaeta de Riquero), pero ante cada una de ellas Olaya negó conocerlas. 7 También su
madre fue llevada a su presencia, pero ni aún con eso se quebró. Se dice que, en medio
de las torturas, pronunció su célebre frase:
«Si mil vidas tuviera gustoso las daría por mi patria».

Finalmente, fue sentenciado a pena de muerte por fusilamiento bajo el cargo de traición. A


las once de la mañana del 29 de junio de 1823, fue llevado a un pasaje aledaño a la Plaza
Mayor de Lima, llamado entonces Callejón de los Petateros, y que ahora tiene su
nombre: Pasaje Olaya. Sus verdugos, según la costumbre, le preguntaron si tenía un
último deseo. Olaya pidió que se le sepultara con la escarapela rojiblanca, el emblema de
su patria libre, deseo que se le concedió. Luego, se procedió a su fusilamiento. Su cadáver
fue arrastrado a la Plaza de Armas y allí decapitado por el verdugo. Permaneció toda la
tarde en exhibición pública, hasta que, por la noche, unos pescadores chorrillanos lo
pusieron en una carreta y se lo llevaron a sepultar a su tierra natal, con su escarapela
bicolor prendida en su pecho. 3

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