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FORMAS LINGÜÍSTICAS: EL HABLA

El habla (del latín fābŭla, 'rumor, conversación, habladuría') no se puede referir propiamente a un
acto de habla o a la realización de una serie de formas lingüísticas por parte de un hablante.

El habla es la realización de una lengua, es decir, el acto individual por medio del cual una persona
hace uso de una lengua para poder comunicarse, elaborando un mensaje según las reglas y
convenciones gramaticales que comparte con una comunidad lingüística determinada. La palabra
proviene del latín fabŭla.

En el primer sentido, un acto de habla es un acto de voluntad e inteligencia que ocupa una
persona para poder producir una lengua y comunicarse. Desde esta perspectiva, como acto
individual, se opone a la lengua, que es social, pero están relacionadas entre sí ya que una
depende directamente de la otra, la lengua necesita del habla para que esta se produzca y el habla
necesita de la lengua para ser comprensible. Desde un punto de vista de la psicolingüística, el
habla es la materialización individual de los pensamientos de una persona, es la manera en que
cada individuo usa la lengua. Así, el habla caracteriza la conducta lingüística de un hablante
individual, por lo tanto, se expresa en nociones de lo que somos. Es el acto de emitir un mensaje
basado en el conocimiento y experiencias de cada individuo, de acuerdo con su estilo propio y
personal.

En el segundo sentido, el de la lingüística descriptiva, es tradicional la diferencia entre "lengua y


habla" (langue et parole) introducida por Ferdinand de Saussure en su Curso de lingüística general.
El habla sería una selección asociativa entre imágenes acústicas y conceptos que tiene acuñados
un hablante en su cerebro y el acto voluntario de fono-articulación.Se considera la principal fuente
de comunicación oral entre personas.

Índice

1 Problemas del habla y de la comunicación

2 Semiología: langage, langue y parole

3 El acto de hablar

4 Bibliografía

4.1 Enlaces externos

Problemas del habla y de la comunicación


Muchos problemas pueden afectar a la capacidad humana para hablar y comunicarse
adecuadamente. Estos problemas varían desde usar palabras de manera incorrecta, hasta la
incapacidad total para hablar o entender el habla (afasias). Entre las causas se incluyen:

Problemas auditivos y sordera

Problemas con la voz, como la disfonía o los problemas causados por el labio leporino o el paladar
hendido

Problemas del habla, como el tartamudeo

Discapacidades del desarrollo

Problemas de aprendizaje

Algunos problemas del habla y la comunicación pueden ser genéticos. Frecuentemente, se


desconocen las causas. En el primer grado de enseñanza, aproximadamente 5% de los niños tienen
problemas del habla notorios. La terapia del habla y del lenguaje puede serles útil.

El habla posee diversas áreas en las que se puede ver diversos problemas, la psicología ha
detectado a lo largo de los años diversos trastornos asociados al habla, cada uno de estos
trastornos actualmente posee su tratamiento correspondiente. Entre los trastornos relacionados
al habla encontramos:

Trastorno del lenguaje o disfasia

Trastorno fonológico o dislalia

Disfemia, tartamudez o trastorno de la fluidez de inicio en la infancia

Disartria

Trastorno de la comunicación social (pragmático)...

Disglosia

Taquifemia o farfulleo

Afasias

Semiología: langage, langue y parole


En el Curso de lingüística general de Saussure se distingue entre los términos «lengua» (langue) y
«habla» (langage). En esa obra, la lengua se define como un objeto común a un conjunto de actos
de habla particulares y heterogéneos. La «lengua» sería un sistema subyacente a todos esos actos.
Así, alguien que habla español puede usar giros, registros, y formas peculiares en cada acto de
habla, pero se supone que, común a todas esas peculiaridades de cada acto de habla, existe un
objeto homogéneo y bien definido que es la «lengua» (el español).

Por otra parte, el «habla» es polifacética y heterogénea, comprende un conjunto de hechos


idiosincráticos tanto individuales como sociales. La «lengua» (langue) es un todo autocontenido y
un principio de clasificación. Tiene una base social, en el sentido de que la lengua no es un objeto
propio de ningún hablante concreto, sino el producto de la interacción social, y algo asimilado por
todos los hablantes en su conjunto. La «lengua» solo existe dentro de la colectividad, ya que es un
«sistema de signos que permite expresar ideas».

Para explicar como se da la cristalización social de una lengua, Saussure propone la noción de
«habla individual» (parole en francés). Esta habla individual es intencional y sujeta a la voluntad.
Mientras que esta «habla individual» (parole) es heterogénea y está formada por elementos no
relacionados y sujeta a caprichos y circunstancias, la «lengua» (langue) es un sistema homogéneo,
formado por significados, reglas e imágenes sonoras compartidas por una comunidad lingüística.

Empezando por el término griego semîon 'signo', Saussure propone una nueva ciencia
denominada semiología: «una ciencia que estudia la vida de los signos dentro de una comunidad».

El acto de hablar

Si consideramos que el lenguaje es un sistema de comunicación, podemos afirmar que muchos


animales hablan. Pero ningún animal es, ni podrá ser jamás, capaz de conversar con nosotros, ni
siquiera el chimpancé, que logra usar símbolos abstractos para comunicarse con los científicos que
lo estudian.

Todo se debe a la anatomía. De hecho, la laringe cumple funciones fundamentales de producción


de sonidos y modulación de la caja de resonancia que los modifica (faringe).
La cavidad interna de la laringe, delimitada por cartílagos, ligamentos y músculos, tiene
dimensiones muy reducidas respecto a la circunferencia externa. Dos relieves horizontales antero-
posteriores, llamados pliegues (ventricular o superior, y vocal inferior) o cuerdas vocales, la
dividen en tres segmentos:

El segmento superior o vestíbulo, que limita con la cara posterior de la epiglotis y comunica con la
faringe.

El segmento medio (la parte más estrecha), que comprende los pliegues: en el interior del pliegue
ventricular se encuentra la hendidura del vestíbulo, y dentro de los pliegues vocales está la
hendidura de la glotis. La amplitud y la forma de la hendidura de la glotis varían según el sexo del
individuo y las fases de respiración y fonación.

El segmento inferior, que se prolonga hacia abajo adoptando una forma cilíndrica.

De la longitud, el grosor la tensión de las cuerdas vocales (y, por tanto, de la hendidura de la glotis)
dependen la calidad y la altura de la voz; la intensidad está determinada por la presión de la
corriente de aire, y el timbre es debido casi exclusivamente a las vías aéreas supralaríngeas: la
lengua, el paladar blando y los labios son esenciales para articular el lenguaje, mientras que la
faringe constituye una auténtica caja de resonancia. Al cambiar la posición del cuello (alzándolo o
bajándolo), la laringe varía la amplitud de dicha caja, modificando la emisión sonora de forma
radical.

La posición de la laringe en el cuello influye también en la manera de respirar y de deglutir: en un


animal como el mono, o en un lactante humano, está muy alta en el cuello y bloquea la
rinofaringe, permitiendo beber y respirar al mismo tiempo. Pero una laringe tan alta reduce la caja
de resonancia faríngea hasta el punto de hacer imposible hablar: para articular sonidos diversos, el
mono usa principalmente los labios y la boca.

En el lactante, la situación es igual, pero con el crecimiento la laringe se desplaza progresivamente


hacia abajo: en un plazo de dos años, la manera de deglutir y de respirar cambian radicalmente, y
se adquiere la capacidad de vocalizar. Es un proceso todavía misterioso en el que participan,
además de las estructuras laríngeas y faríngeas, otras estructuras vitales: el lenguaje hablado es
tan esencial para el hombre que, para hablar, se altera incluso la frecuencia respiratoria; el
anhídrido carbónico se expulsa a un ritmo tan distinto del normal que si respirásemos de este
modo cuando estamos callados, nos encontraríamos rápidamente en situación de
hiperventilación. Además, cuando variamos el ritmo del discurso, no nos percatamos siquiera:
nadie se cansa de hablar.
- FORMAS LINGÜÍSTICAS: LA LENGUA

La lengua es un sistema de signos lingüísticos, conformado en la interacción


comunicativa y cuyo fin es la comunicación misma. Como sistema de signos,
estos conforman un conjunto de oposiciones funcionales, que son constantes y
que subyacen a la materialidad fónica. Se disponen en niveles, a partir de la
naturaleza gramatical, fonológica o léxica de sus unidades. De tal modo que una
lengua se estructura en los niveles fonético-fonológico, gramatical (morfológico-
semántico y sintáctico-semántico) y léxico-semántico. Comunicativamente se
dispone en discursos o textos y no solo se somete a las reglas del sistema
(gramaticales o no, como las fonológicas), es decir, a lo funcionalmente
pertinente, sino a lo sociológicamente pertinente, de ahí su sino comunicativo
del que se constituye y para el que se constituye. Como tal, la palabra proviene
del latín lingua, procedente, a su vez, del osco-umbro.

Definiciones
Es un sistema convencional de signos utilizados por los grupos sociales para
comunicarse entre sus miembros.

Una definición lingüística de la lengua establece que es un sistema de signos


doblemente articulados, es decir, que la construcción o búsqueda del sentido se
hace en dos niveles de articulación, uno, el de las entidades significativas
morfemas y lexemas (o monemas) que forman los enunciados, y otro, el de los
fonemas que construyen o forman las unidades significativas. Estos dos
sistemas de articulación conforman los primeros niveles de la descripción
lingüística: fonología, morfología lingüística y sintaxis. André Martinet precisa
que el orden de descripción es necesariamente inverso del orden de percepción
o de uso de la lengua: la descripción comienza por el segundo nivel de
articulación (los fonemas) para luego ir al primero (la combinatoria de unidades
significantes).

Lengua y palabra
Se distingue igualmente, después de Ferdinand de Saussure,1la lengua y la
palabra (es decir, la utilización efectiva del sistema de la lengua por los
locutores).

Lenguas y lenguajes
Igualmente se distingue la lengua (sistema de signos) y el lenguaje (facultad
humana instrumentada por medio de un tal sistema). La lengua doblemente
articulada no es más que un medio de comunicación (lenguaje) entre otros. La
facultad de comunicar puede ser instrumentada también por otros sistemas de
signos, como el gesto, como el dibujo, como incluso la propia vestimenta, etc.

La lingüística, como ciencia del lenguaje en sentido estricto, está


necesariamente englobada en una disciplina con numerosas ramas: semiología
o semiótica, ciencia general de los signos y del significado.

Lengua y dialecto
En una perspectiva sociolingüística (estudio de las lenguas en sus relaciones
con las sociedades), el término «lengua» engloba todo idioma que cumpla dos
funciones sociales fundamentales: la «comunicación» (es a través de este
instrumento que los actores sociales emiten e intercambian sus ideas, sus
sentimientos, sus pensamientos, etc.), y la «identificación» (en su doble
aspecto individual y colectivo, la lengua sirve de marcador de identidad, en
cuanto a las características del individuo y sus pertenencias sociales).

En consecuencia, las «lenguas» son entidades vivas, sujetas a las influencias


de múltiples factores, por ejemplo, evolución del léxico e incluso de las reglas
gramaticales. Además, las fronteras entre las distintas lenguas son
consideradas no herméticas, dándose intercambios de vocabulario y hasta de
idiosincrasias o de estilos de expresión y pensamiento.

Los debates con respecto a las características que hacen diferenciar a una
lengua de un dialecto, así como sus discrepancias, son constantes por parte de
los lingüistas y filólogos inclusive hoy en día. A pesar de que sus definiciones
varían de acuerdo al autor que se consulte, hay ciertos rasgos que los
identifican. Manuel Alvar dice:

“Lengua es (…) el ‘sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y
que se caracteriza por estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado
de nivelación, por ser vehículo de una importante tradición literaria y, en
ocasiones, por haberse impuesto a sistemas lingüísticos de su mismo origen.”2

“Dialecto es (…) ‘un sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o
desaparecida; con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte
diferenciación frente a otros de origen común’. De modo secundario, pueden
llamarse dialectos 'las estructuras lingüísticas, simultáneas a otras, que no
alcanzan la categoría de lengua”3

Con respecto a los dialectos, el filólogo y dialectólogo establece que todos los
dialectos que existen o existieron surgen de una forma distinta e inclusive
algunos se convierten en lenguas, como lo fue el caso del castellano, italiano y
francés. Algunos más se quedan en las llamadas hablas regionales como el
siliciano y gascón. Estas hablas, a su vez, erosionan y se fragmentan (la
llamada patois en Francia) convirtiéndose en un habla local. Teniendo esto en
cuenta, es como en el concepto de dialecto se distinguen dos momentos: su
nacimiento y su estado actual.

Los múltiples intentos de los filólogos y lingüistas dedicados específicamente al


tema de dialecto y lengua como entidades lingüísticas, han concordado en que
no es posible establecer criterios aceptados universalmente para distinguir la
lengua del dialecto. Aunque suelen haber argumentos como que los dialectos no
poseen literatura, las diferencias fonéticas, léxicas y gramaticales con respecto
a las lenguas y las respectivas lenguas de las que estas derivan, no son
suficientes como para que dicha lengua carezca de prestigio o
reconocimiento.Los criterios actuales establecidos para identificar las
características de las distintas variedades lingüísticas son, sobre todo, vistas
desde un ámbito sociolingüístico más que uno estrictamente filológico, como
solía hacerse antes. A pesar de que las descripciones tradicionales que se
derivan de estudios fonéticos, sintácticos y semánticos siguen tomándose en
cuenta, ahora también tienen un gran peso los aspectos culturales y
poblacionales para una mejor planificación lingüística con respecto a los
conceptos de lengua y dialecto.4

Es por ello que no solo filólogos y lingüistas, sino también escritores y


traductores, han dado su punto de vista con respecto a la diferenciación de
lengua y dialecto tirando más al ámbito humanístico:

“Sorprenderá a muchos saber que no hay idiomas superiores. Todo idioma es un


sistema lingüístico definible en los mismos términos que cualquier otro, con el
ordenamiento gramatical necesario para una compleja gama de comunicación
abstracta, simbólica, metafórica, imperativa, expresiva, lúdica, a partir de un
sistema fonológico particular. El náhuatl es un sistema lingüístico tan complejo
como el alemán; el maya es un sistema tan complejo como el francés; el
zapoteco lo es también como el italiano y el purépecha como el griego, o el
español e inglés lo son como como el ñanhñu o el mazateco”5

Lengua natural y lengua construida


Llamamos lengua natural, a una lengua que se establece con el curso del
tiempo, y por la práctica social espontánea de los locutores, partiendo de
anteriores estados de lenguas, y/o por influencias de otras lenguas. Este es el
caso de la mayoría de las lenguas habladas en el mundo.

Por el contrario, llamamos lengua construida, a veces también impropiamente


denominada lengua artificial, a una lengua que resulta de una creación
normativa consciente de uno o de varios individuos. Este es por ejemplo el caso
del esperanto, una de las pocas lenguas construidas que tiene un número
significativo de locutores, aunque también podríamos mencionar al ido, al
volapük, a la interlingua, al toki pona, al lojban, al klingon, al na'vi, etc.
Podríamos pensar a la lengua en relación con un Otro, desde una mirada
psicoanalítica, el sujeto es hablado (violentado, como dice Piera Aulagnier) por
un Otro. Ese Otro que nos hace ser (en relación con el contexto) sujetos.

Lengua viva y lengua muerta


Una lengua se dice que está viva, cuando ella es utilizada oralmente por
personas que la tienen como lengua materna, o en su defecto, cuando se la
utiliza en forma corriente (y frecuente) en una comunidad suficientemente
numerosa, de manera tal de permitir una evolución espontánea de esa forma de
comunicación (por ejemplo, el caso del esperanto).

Y llamamos lengua muerta o extinta, a una lengua que ya no es practicada


oralmente como lengua primera, aunque ella pueda ser utilizada en ciertos
dominios (como por ejemplo en la religión, caso del latín y del copto). Por este
detalle, es que algunos prefieren usar el término lenguas antiguas.
El conocimiento de las lenguas muertas, permite el estudio de textos antiguos y
de inscripciones antiguas, lo que por cierto es útil para la lingüística histórica,
así como para la historia y para sus disciplinas conexas. Las dos lenguas
muertas más importantes para la cultura occidental son el latín y el griego
antiguo. Y para el caso de la cultura de la India o para culturas que por esa
región hayan sido influenciadas, la lengua muerta más trascendente es el
sánscrito.

Es posible «resucitar» lenguas muertas, al menos en ciertos casos, como lo


muestra el ejemplo del hebreo.

Una lengua viva es raramente un sistema uniforme y rígido, ya que por lo


general presenta variaciones según el lugar geográfico (dialectos), el medio
social (sociolectos), y los individuos (idiolectos), y por cierto, también
variaciones en el tiempo (diacronía), lo que hace que, considerado un momento
dado, una lengua está siempre en evolución, pudiéndose reconocer varios
estados o estadios sucesivos. Por ejemplo, el sistema fonológico de las lenguas
está en evolución constante, y es estudiado por la fonética histórica.

Una lengua viva es definida y establecida en una geografía lingüística, es


internacionalmente reconocida, y queda definida por su frontera lingüística. Y si
esa última es atravesada por una frontera nacional, se habla entonces de
lengua transfronteriza o lengua transfrontera.

Otras
Se llama lengua materna de una persona, a la o las lengua(s) que esta persona
ha adquirido en su infancia, en el curso del proceso de perfeccionamiento y
adquisición del lenguaje que todo niño o niña realiza espontáneamente y en
forma natural, durante sus usuales interacciones sociales en el entorno familiar
y en la comunidad.

- FORMAS LINGÜÍSTICAS: EL DIALECTO

Dialecto
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Para el término informático, véase Dialecto (programación).
En lingüística, la palabra dialecto1 hace referencia a una de las posibles
variedades de una lengua;2 frecuentemente se usa el término dialecto para
referirse a una variante geográfica de una lengua asociada con una determinada
zona (de ahí que también se use como término sinónimo la palabra geolecto o,
en terminología de Eugenio Coseriu, las expresiones variedad sintópica y norma
espacial). Más concretamente, un dialecto es:
Un sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida,
normalmente, con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte
diferenciación frente a otros de origen común.3
El número de hablantes y el tamaño de la zona dialectal pueden ser variables y
un dialecto puede estar, a su vez, dividido en subdialectos (o hablas).

Independientemente de la antigüedad del término, su uso lingüístico se inicia a


finales del siglo XIX cuando la lingüística histórica dio paso a la aparición de la
dialectología como disciplina lingüística dedicada específicamente a las
variedades geográficas de las lenguas.

Los dialectos han de ser entendidos como variantes geográficas condicionadas


históricamente, esto es, la historia de los contactos lingüísticos es el factor que
determina la diferenciación dialectal. Como causas de la variación dialectal se
señalan, habitualmente, las siguientes:
El origen de los pobladores que, hablando la misma lengua, ya presentaban
diferencias dialectales de origen;
La influencia de otra lengua sobre una parte del dominio lingüístico; y
La separación territorial que da lugar a evoluciones diferenciadas.4
Con todo, la delimitación del concepto de dialecto es un proceso delicado en
lingüística, porque exige una adecuada caracterización de la lengua del
territorio, la precisión de su filiación histórica y unos rigurosos análisis
sociolingüísticos y estudios de actitudes lingüísticas por parte de los
hablantes.5 Además, obliga a manejar también un determinado concepto de
lengua, respecto del que se define el primero, algo que no está tampoco exento
de dificultades.

Como elemento añadido a la hora de dificultar la precisión conceptual de ambos


términos, históricamente, la política lingüística de determinadas comunidades
ha podido usar la palabra dialecto con un valor peyorativo, con el objeto de
privilegiar como vehículo de expresión oficial a una determinada lengua en
perjuicio de otra u otras a las que, como forma de descalificación, se les ha
aplicado dicho término; en este otro sentido de la palabra, dialecto haría
referencia a un sistema lingüístico que no alcanza la categoría de lengua.3

El concepto de dialecto
Al igual que ocurre con el caso de lengua, las definiciones del término dialecto
no son muchas veces coincidentes entre los especialistas.

Con todo, se asume como principio básico que, lingüísticamente, no hay


justificación para una distinción entre las realidades a las que ambos hacen
referencia; esto es, tanto un dialecto como una lengua son «lenguas», en el
sentido de sistemas de comunicación verbales,6 por lo que la explicación y
justificación de ambos conceptos debe hacerse teniendo en cuenta criterios
extralingüísticos. Un dialecto, por tanto, sería una variedad regional derivada de
otra lengua matriz. El castellano, gallego o catalán serían, por tanto, dialectos
del latín independientemente de su categorización como lenguas. El andaluz o
murciano serían dialectos meridionales del castellano, en cuanto derivan y son
variantes lingüísticas del idioma castellano sin llegar a tener el rango necesario
para considerarse lenguas independientes del español.
Manuel Alvar, con todo, reconoce como posible esta acepción de dialecto, que
sería la de sistema lingüístico que no alcanza la categoría de lengua; a tal
efecto, previamente identifica las lenguas con sistemas bien diferenciados y
bien nivelados en su norma de su uso, y que poseen una tradición literaria
relevante. Por lo demás, por debajo del dialecto estarían conceptos más
específicos como habla regional (peculiaridades expresivas de una zona sin la
coherencia del dialecto) y habla local (un conjunto de rasgos poco diferenciados
pero característicos de una muy concreta zona geográfica).

Aspectos históricos
El estudio de la evolución de las lenguas a lo largo del tiempo, conocido como
lingüística histórica, permitió descubrir que las lenguas modernas
emparentadas provienen, a su vez, de otras lenguas que también se habían
desarrollado a partir de la fragmentación de alguna lengua más antigua.

En este sentido, cualquier lengua no deja de ser, en sí misma, un dialecto, en


tanto que todas las lenguas provienen de otras, de las que han sido o son
variantes en una geografía determinada. Esta otra acepción de dialecto se
considera, en ocasiones tan importante como la de «variante geográfica»:
Hay dos acepciones principales de dialecto. Una es la que lo considera como
lengua derivada de otra. Así, el francés es un dialecto del latín, el cual a su vez
es un dialecto del indoeuropeo; o bien el español, el catalán, el francés, el
italiano, etc. son dialectos del latín, mientras que el latín, el griego, el persa, el
sánscrito, etc. son dialectos del indoeuropeo. Esta acepción suele funcionar en
el ámbito del historicismo y, por tanto, dialecto es un término técnico de la
lingüística históricocomparativa. La otra acepción de la palabra lo define como
variedad geográfica dentro de una misma lengua.7
Aspectos político-sociales
La historia de las lenguas explica también que
por razones distintas (políticas, sociales, geográficas, culturales), de varios
dialectos surgidos al fragmentarse una lengua hay uno que se impone y que
acaba por agostar el florecimiento de los otros. Mientras el primero se cultiva
literariamente y es vehículo de obras de alto valor estético, hay otros que no
llegan nunca a escribirse, y, si lo son, quedan postergados en la modestia de su
localismo. Mientras el primero sufre el cuidado y la vigilancia de una nación, los
otros crecen agrestemente.8
Este devenir histórico es, la mayor parte de la veces, el responsable de la
ambigüedad con que se suelen utilizar, al menos popularmente, los términos de
lengua y dialecto: hay casos en que un dialecto en origen termina por ser
considerado lengua por una decisión político-social (tal podría ser el caso del
valenciano) y, de igual modo, una lengua en origen (el gallego, por ejemplo),
estuvo durante siglos (los llamados Séculos escuros) estigmatizada con su
consideración como dialecto.

En este sentido, el aforismo atribuido a Max Weinreich que dice que «Una
lengua es un dialecto con un ejército y una marina»,9 sería una reflejo sintético
de esa apreciación.
La endeblez científica de una distinción basada en aspectos de ese tipo se
comprueba si se piensa en que las fronteras políticas no delimitan las líneas del
uso de la lengua ni de su comprensibilidad.

El inglés y el serbocroata son un buen ejemplo de esto. Estos idiomas tienen


tres variantes principales consideradas como estándares: el inglés de Reino
Unido, Estados Unidos y Australia (otras variantes, como el inglés de Belice,
Nigeria e India son llamadas «variantes indígenas»). El serbio y el croata por
otra, junto con otras variedades no tan habladas, son mutuamente inteligibles.
Por razones políticas, analizar estas variedades como «lenguas» o «dialectos»
produce resultados inconsistentes: el inglés británico y el inglés americano,
hablados por grandes aliados políticos y militares, son considerados casi
universalmente como dialectos del inglés. Sin embargo, los idiomas estándar de
Serbia y Croacia, cuyas diferencias son comparables en número con las
diferencias entre el inglés británico y el inglés americano, son considerados por
muchos lingüistas de la región como idiomas diferenciados, aduciendo entre
otras razones que usan alfabetos distintos; pero en buena parte se debe a que
la relación entre ambos países es conflictiva, teniendo en la religión (católica
entre los croatas, ortodoxa entre los serbios) un signo de identidad
diferenciada.

Existen discrepancias sobre si el idioma macedonio es un idioma o un dialecto,


hay quien lo considera mutuamente inteligible con el búlgaro. Es considerado un
dialecto del búlgaro principalmente en Bulgaria y un idioma independiente
principalmente en la propia Macedonia del Norte.

En el Líbano, el partido político Guardianes de los Cedros, que se opone a los


lazos que unen el país con el mundo árabe, se está movilizando para que el
«libanés» sea considerado como una lengua distinta del árabe, y no un simple
dialecto, e incluso pretende reemplazar la escritura árabe por una resurrección
del antiguo alfabeto fenicio.

En España, algunas organizaciones valencianas y baleares consideran sus


respectivas lenguas como diferentes del catalán, a pesar de que existe un
reconocimiento institucional y académico en relación a que tanto el valenciano
como el balear son variedades del occitanorromance. El carácter altamente
político de estas discusiones no es nuevo:
El filólogo y lingüista catalán Antoni Badia Margarit, rector de la Universidad de
Barcelona, dejó escrito en su "Gramática Histórica Catalana" (1952): “No es el
catalán una lengua románica que siempre haya estado entre las lenguas con
personalidad propia: todo lo contrario, era considerado como una variedad
dialectal de la lengua provenzal, y sólo desde hace relativamente poco, ha
merecido la categoría de lengua neolatina independiente”.
A lo largo de la historia, han surgido casos de alteraciones de variedades del
habla por razones políticas. En el siglo XIX, por ejemplo, los nacionalistas
noruegos crearon el nynorsk a partir de un conjunto de dialectos seleccionados
en el oeste del país y menos influidos que los dialectos orientales por el danés y
el sueco durante la ocupación danesa y sueca.
La cuestión del prestigio
Cuando la disputa se da entre dialectos del mismo idioma, surge el concepto de
dialecto de prestigio (o variedad de prestigio), que es la que se asocia en una
comunidad que tenga más de un dialecto, con aquel empleado por grupos de
hablantes que ocupan una posición socialmente prestigiosa (élites económicas,
culturales, sociales). En consecuencia de esta condición social, el dialecto de
prestigio suele emplearse en las situaciones formales, como la diplomacia,
como también es, por su asociación con las élites, el dialecto que más
influencia ejerce en la definición de la lengua estándar. Dicho dialecto de
prestigio suele basarse o estar influido por producciones escritas reconocidas
dentro de la comunidad, como es el caso del Corán para el árabe o la traducción
de la Biblia de Lutero para el alemán.

En contraposición a este dialecto de prestigio existe el llamado dialecto


vernáculo, que es el lenguaje «hablado en casa». Según la impronta de la vida
pública en la vida privada en una sociedad, este dialecto vernáculo será más
cercano o lejano al dialecto estándar. En los países árabes, por lo general, el
dialecto estándar no es hablado por casi nadie en el ambiente doméstico. En los
países nórdicos el vernáculo y el estándar son casi idénticos en las capitales
(Oslo o Estocolmo) y muy distintos en la provincia (en Tromsø o Malmö).

La ambigüedad del término


Esta vaguedad conceptual, por lo menos en un ámbito no especializado, tiene
también parte de su origen en que, etimológicamente, la palabra dialecto no
mantiene vínculo alguno con cuestiones geográficas:
Sin calificativo, la noción es neutra y genérica, equivale a variedad, a norma [...]
Esto explica que en estos últimos años haya empezado a reemplazarse su
sentido de variedad geográfica por la más explícita noción de geolecto.10
La explicación histórica, que en sí misma refleja la dificultad del problema
terminológico, es que la lengua griega de la antigüedad era, en realidad, un
grupo de variedades locales distintas (jónico, dórico y ático) que evolucionaron
de forma divergente desde una misma lengua común originaria, llegando a tener
cada una de ellas su propia tradición literaria y sus propios contextos culturales
de uso: el jónico para la historiografía, el dórico para las obras corales y líricas,
y el ático para la tragedia. Con el tiempo, el griego de la gran metrópolis,
Atenas, se convirtió en la koiné o lengua «común», esto es, en la norma de la
lengua hablada, como una síntesis de las distintas variedades que terminaron
por converger en el dialecto del centro administrativo y cultural más
importante. Así, pues, esa situación se convirtió en un modelo para la ambigua
utilización de los términos lengua y dialecto: lengua como la norma lingüística o
grupo de normas relacionadas y dialecto como cada una de esas normas de
forma independiente.11

Consecuentemente, en la actualidad la palabra dialecto se puede encontrar


aplicada a cualquier variedad de lengua. En francés, por ejemplo, se distingue
entre dialecte y patois, el primero con el sentido de variedad regional asociada
a una tradición literaria y el segundo a aquella variedad de ese tipo pero sin
tradición literaria, con un uso habitual de tipo peyorativo, esto es, con una
valoración inherente de inferioridad. Por lo demás, el francés estándar no se ve
como dialecto del francés, cosa que sí ocurre en inglés. No obstante, en esta
lengua, los sentidos de la palabra dialecto se diversifican: dialect sirve tanto
para referirse a las variedades locales del inglés, como para los distintos tipos
de habla informal, de clase baja o rural. En otras ocasiones, incluso, puede
referirse a una variedad no estándar o, a veces, subestándar, con valores de
inferioridad. En este sentido, lengua y dialecto pueden ser casi
intercambiables.12

Este uso popular de los términos cuenta también, a veces, con el refrendo del
uso por parte de lingüistas que, con el deseo de subrayar las relaciones entre
todas las variedades de una lengua, utilizan el término dialecto para referirse
tanto a los dialectos geográficos o espaciales, como a los dialectos sociales u
otros (los llamados sociolectos).13 No obstante, las obras generales de
dialectología abordan exclusivamente el dialecto como variante geográfica,
siguiendo la opinión de Eugenio Coseriu y otros lingüistas que reservan ese
término solo para esa variedad, al destacar la relevancia de las variedades
geográficas de una lengua frente a otro tipo de variedades (sociales y
comunicativas), por cuanto un dialecto así entendido constituye un sistema
lingüístico completo (desde el punto de vista gramatical), frente a la parcialidad
o asistematicidad de los niveles y registros de una lengua.14

En todo caso, y aunque se ha llegado, incluso, a negar la legitimidad del


concepto de dialecto por la dificultad de marcar las fronteras de uso,
generalmente se considera que la vinculación a una geografía determinada es
un factor que permite diferenciar variedades dentro de una lengua, por lo que el
término dialecto es el que se suele usar en lingüística para tal concepto.

La percepción de los hablantes


Simultáneo a este factor, el concepto de dialecto lleva aparejado un factor de
«concienciación», en el sentido de que los hablantes suelen tener una
percepción más o menos clara respecto de la variedad que usan; esta
percepción de los hablantes, unida a unas características lingüísticas
determinadas, permite a la sociolingüística identificar a los dialectos como
realidades lingüísticas distinguibles de otras. En consecuencia, es preciso
recordar que
un dialecto existe cuando los hablantes se consideran miembros de una
comunidad de habla dialectal circunscrita a un determinado territorio, es decir,
cuando consideran que su variedad está suficientemente diferenciada de otras
y cuando interpretan y valoran de forma semejante la variación
sociolingüística.15
La valoración peyorativa
Por último, en la lengua habitual el término aparece muchas veces connotado
con valores peyorativos.
Según esta concepción, hay lenguas y dialectos. Estos últimos [serían]
«inferiores» a las lenguas. Los criterios empleados por los no-lingüistas para
establecer la línea fronteriza son muy diversos y casi siempre, científicamente,
inmanejables. Figuran, entre otros, el mayor o menor número de hablantes, la
extensión geográfica, la riqueza, pobreza o ausencia de tradición literaria [...]16
Se trata, en cualquier caso, de rasgos extralingüísticos que pueden explicar la
importancia social, cultural o política que se le pueda conceder a los dialectos,
pero no de rasgos que permitan poner en duda el carácter de sistemas
lingüísticos plenos de los mismos o que puedan sustituir la evidencia lingüística
que los sitúe como variedad de otra lengua o no.

Criterios utilizados para distinguir los dialectos


Dado que cualquier dialecto lo es siempre de una lengua, es necesario manejar
algún tipo de criterio para adscribir los dialectos a las lenguas que les
corresponden, algo que no siempre es fácil. Históricamente, se han manejado
los siguientes criterios para decidir si dos sistemas lingüísticos son dialectos
de la misma lengua:17

que, aun siendo diferentes, sean mutuamente inteligibles sin necesitar un


aprendizaje previo;
que formen parte de un territorio políticamente unificado;
que posean un sistema de escritura común y compartan una tradición literaria.
El primero de estos criterios pretende tener una base lingüística objetiva, sin
embargo, al ser la inteligibilidad una cuestión de grados no permiten en todos
los casos una clasificación adecuada de los dialectos. Por el contrario el
segundo criterio es de tipo político más que lingüístico, mientras que el tercero
se refiere a factores culturales e históricos accidentales que no tienen por qué
reflejar criterios lingüísticos.

Así las cosas, no existen criterios científicos universalmente aceptados para


distinguir las «lenguas» de los dialectos, aunque existen varios criterios que
presentan en ocasiones resultados contradictorios.

En el uso informal
La diferencia exacta es por tanto subjetiva y extralingüística, dependiendo del
marco contextual del usuario. En el uso informal se habla de dialectos y de
lenguas de acuerdo a contextos socio-políticos. Algunas variedades de lenguaje
son frecuentemente denominadas dialectos por alguna de estas razones:

Falta de tradición escrita. No disponen de tradición escrita o literatura escrita


reconocida (aunque hasta donde conocemos todos los grupos humanos han
poseído literatura oral).
Factores políticos':
Los hablantes no tienen un estado o nación propios. Este criterio de carácter
extralingüístico se ha resumido irónicamente diciendo que «una “lengua” es un
“dialecto” con un ejército y una marina», frase acuñada originalmente por Max
Weinreich.
Otras veces el término dialecto es usado intencionalmente para no reconocer
derechos políticos, lingüísticos o rebajar el estatus de cierta comunidad o la
variedad que habla.
Falta de prestigio. La variedad carece de prestigio o reconocimiento, bien
porque es hablado por un número reducido de personas, o con bajo nivel de
renta o son miembros de culturas pre-estatales consideradas «inferiores» o
«primitivas». Sin embargo, todas las lenguas naturales usadas en la
comunicación son prácticamente idénticas en complejidad y con criterios
exclusivamente lingüísticos no puede decirse que existan lenguas
«incorrectas» o «primitivas», en ningún sentido.
Falta de autonomía. No se considera que existe o hay suficientes diferencias
gramaticales con respecto de otra variedad reconocida como dominante.
Igualmente hay una tendencia a clasificar como dialecto a las variedades que
difieren de una variedad estandarizada casi exclusivamente en rasgos fonéticos
o de vocabulario.
El criterio de inteligibilidad mutua tampoco es una buena guía para predecir
cuando una variedad será calificada de dialecto o de lengua. Lo que
comúnmente se llama idioma chino tiene diversos dialectos principales, como
el chino mandarín y el chino cantonés, los cuales no son inteligibles entre sí,
pero aun así se los califica de dialectos de la misma lengua; en este caso se
aduce que el sistema de escritura es común. Por el contrario, el sueco, el
noruego y el danés son consideradas lenguas independientes y no dialectos,
aun cuando sus hablantes se comunican entre sí con poca dificultad. A esto hay
que agregar que muchos idiomas nativos americanos no se consideran lenguas,
sino dialectos, por una discriminación tradicional, en que se considera lenguas
a las formas europeas y dialectos a las americanas. Sin embargo, el náhuatl es
una lengua, en tanto que el náhuatl de Cholula, el náhuatl del sur de Veracruz o
el náhuatl del norte de Puebla son algunas de sus variantes dialectales. Esto
mismo puede aplicarse a otras lenguas americanas como el quechua, el maya
yucateco, el aymara o el otomí.

La sociolingüística moderna considera que el estado de la lengua no está


solamente determinado por criterios lingüísticos, sino que también es el
resultado de un desarrollo histórico y político. El romanche fue reconocido
como lengua al desarrollar su propia escritura, a pesar de ser muy cercano a los
dialectos alpinos del lombardo. Un caso contrario es el del idioma chino, cuyas
variantes son generalmente consideradas dialectos y no lenguas, a pesar de
que los hablantes no puedan entenderse entre ellos, porque comparten una
escritura común.

- FORMAS LINGÜÍSTICAS: EL ACENTO

¿Qué es el acento?
El acento, dentro de una palabra, es una sílaba que pronunciamos de manera
más fuerte o intensa. Todas las palabras tienen acento.

El acento, además, puede referirse al modo de hablar que tienen las personas
en una determinada región, aunque hablen el mismo idioma. Tal es el caso de
los españoles y los rioplatenses, cuya forma de hablar es diferente en
pronunciación, entonación y conjugación de los verbos.
La sílaba de una palabra que se pronuncia con más intensidad es la sílaba
acentuada. Es importante mencionar que el acento puede estar escrito o no,
dependiendo de las reglas de acentuación.

Cuando el acento está escrito (lo que se denomina acento ortográfico), se lo


marca mediante una pequeña raya oblicua sobre la vocal, a esto se lo denomina
tilde. Cuando el acento no está escrito se lo denomina acento prosódico.

Hay ciertas palabras que se escriben igual pero significan diferente, y que
necesitan de la tilde para establecer o aclarar su significado, a este acento se
lo conoce como diacrítico. Un ejemplo claro es la diferencia entre el (artículo) y
él (pronombre personal).

En los programas informáticos en ocasiones es necesario recurrir a ciertos


códigos de caracteres especiales para colocar la tilde sobre las vocales, ya que
hay idiomas que no poseen esta marca gráfica. La forma más conocida, por
ejemplo, es en el sistema operativo Windows, presionando la tecla Alt más un
número decimal del teclado numérico. Así, si no tienes en el teclado la opción
de la tilde, puedes presionar Alt más 160 para obtener una a con tilde.

En español la acentuación es muy importante y es necesario saber las reglas,


ya que la ausencia de una tilde o la presencia de ella cuando no corresponde es
un error ortográfico.

Ver además: Diptongo.

Algunas reglas básicas de acentuación


Las palabras esdrújulas siempre llevan tilde.
Las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en las consonantes n, s o
vocal.
Las palabras graves o llanas llevan tilde cuando NO terminan en las
consonantes n, s o vocal.
Los monosílabos nunca llevan tilde a menos que se trate de un acento
diacrítico.

Fuente: https://concepto.de/acento/#ixzz6IqzSvDQn

- FORMAS LINGÜÍSTICAS: LA JERGA

Jerga

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Jerga es el nombre que recibe una variedad lingüística del habla diferente de la lengua estándar y
a veces incomprensible para los hablantes de esta, usada con frecuencia por distintos grupos
sociales con intenciones de ocultar el verdadero significado de sus palabras, a su conveniencia y
necesidad. Normalmente, los términos usados en la jerga de grupos específicos son temporales
(excepto las jergas profesionales), perdiéndose el uso poco tiempo después de ser adoptados.1

Índice

1 Tipos de jerga

2 Jerga, argot y dialecto

3 Véase también

4 Referencias

5 Enlaces externos

Tipos de jerga

Constituyen jergas particulares las de ciertos grupos por distintos motivos:

Profesionales: necesitan de cierto vocabulario que no es común al resto del idioma para ciertos
procesos, instrumentos, etc.2 Por ejemplo, una persona ajena al ámbito docente diría: «Me gusta
la forma de enseñar del profesor», mientras que otro docente diría: «Me gusta la didáctica del
profesor».

Sociales: distintas formas de comunicarse con el propósito de no ser entendido por los demás (por
ejemplo en la cárcel) o con intención diferenciadora (de algunos barrios y de adolescentes).2

Culturales y regionales: Terminología y modismos usados en regiones, ciudades o países


específicos, agregando características que les identifican culturalmente, diferenciándoles por su
dialéctica de otros pueblos o naciones. Muchos de estos llegando a modificar notoriamente
palabras genéricas en su idioma, hasta personalizarlas tanto que quienes hablan su mismo idioma,
pero son de otras regiones, les es difícil entender, como ejemplos de este fenómeno podemos
observar la jerga de ciertos barrios de Nueva York, como El Bronx, o las jergas juveniles
ecuatorianas.

Jerga, argot y dialecto

A diferencia del dialecto, la jerga no es una variante geográfica de una lengua, tiene una extensión
menor y es exclusiva de grupos sociales determinados. Si la jerga perdura en el tiempo y se
generaliza, termina integrándose al dialecto regional; perdiendo su denominación de jerga.3
El concepto de jerga incluye al de argot, aunque este último únicamente contiene a la jerga de tipo
social. En el uso de la palabra, la diferencia entre argot y jerga no está claramente demarcada y a
menudo son términos confundidos. En general se utiliza el término jerga para referirse al lenguaje
técnico entre grupos sociales o profesionales y el argot para todo tipo de palabras y frases entre
personas de una misma posición, rango o linaje.4

Lenguaje habitual: es el hablado en la ciudad donde reside o actúa. Lenguaje profesional: jerga de
alguna profesión u oficio. Lenguaje de argot: propio del mundo marginal en que se desenvuelve el
individuo.

RESUMEN

FORMAS LINGÜÍSTICAS

Las formas lingüísticas son:

El habla

La lengua

El dialecto

El acento

La jerga

El habla es el uso particular e individual que hace un hablante de una lengua. Desde esta
perspectiva, como acto individual, se opone a la lengua, que es social. En lingüística, se conoce
como habla a la selección asociativa entre imágenes acústicas y conceptos que tiene acuñados un
hablante en su cerebro y el acto voluntario de fono-articulación que se llevará a cabo para iniciar
el recorrido de la lengua.

Habla: materialización individual de los pensamientos de una persona, sirviéndose del modelo o
sistema que facilita la lengua. Es la actualización aquí y ahora de los fonemas de la lengua por un
hablante.

Habla o dialecto, se define como la conducta lingüística de un hablante individual, por lo tanto, es
el acto de emitir un mensaje basado en el conocimiento y experiencias de cada individuo, de
acuerdo con su estilo propio y personal.

Dialecto: Es un sistema de signos desgajados de una lengua común, viva o desaparecida;


normalmente con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación frente a
otros de origen común. Modalidad y conjunto de características adoptadas por una lengua en un
determinado territorio, que no han llegado a constituir un modelo de lengua.

El dialecto se refiere a una variante geográfica de un idioma (por ejemplo el español dominicano
hablado en la República Dominicana

y el español hablado en Madrid). Los idiomas se expresan con rasgos distintivos en cada región o
grupo social. Estos rasgos distintivos pueden ser de tipo fónico, morfológico, sintáctico, semántico,
y pragmático

Cuando se habla del ACENTO en las palabras debe entenderse que es la MAYOR INTENSIDAD de la
voz en una de sus sílabas. La sílaba donde se carga la voz es una SÍLABA TÓNICA. Sólo en algunas
sílabas tónicas debe dibujarse la tilde.

Sabido esto, se puede afirmar que, como en todas las palabras la voz se carga

RESUMEN 2

¿Existe el español neutro?


“Lo neutro no es más que una falacia, una construcción ideológica que todos llevamos incorporada
en los discursos cotidianos a través de las diversas instituciones sociales de inculcación. No hay
lengua más relevante que otra, no hay formas lingüísticas más relevantes que otras”, Igor
Rodríguez-Iglesias (Profesor de Lengua Española en la Universidad de Huelva e Investigador
Sociolingüístico).

Al fin y al cabo, fue de un dialecto del latín del que surgió nuestro idioma, una variante vulgar (de
vulgo) que hablaban los romanos que conquistaron y se asentaron en la península ibérica y que
una vez allí, se mezcló con las diferentes lenguas que ya existían.

“Nuestro idioma no es una isla. Hay otros universos idiomáticos que pueden interactuar con el
nuestro y enriquecerlo, pero jamás empobrecerlo”, Marcos Carias Zapata (Director de la Academia
Hondureña de la Lengua).

Me gusta la pulcritud en la forma escrita, qué duda cabe. No se equivoquen. No pretendo discurrir
cómo reclamar en este sentido la oficialidad de los dialectos. De todas formas, no lo necesitan. Los
dialectos son una entidad viva, cambiante e intercambiante, que enriquecen el capital lingüístico
de cualquier idioma, así como los diferentes acentos. Neutralizar es banalizar una lengua en
constante cambio, que crece y se desarrolla en el habla cotidiana de lugares muy diferentes con
culturas muy particulares que se expresan y difunden gracias a todas esas variantes que se van
creando.

Diferencia entre dialecto y acento

El español neutro

Para una primera aproximación, recurrimos a la RAE:

Dialecto

m. Variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua.

m. Ling. Sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco
común. El español es uno de los dialectos nacidos del latín.
Acento

m. Conjunto de las particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que caracterizan el habla de un


país, región, ciudad, etc.

De ambas definiciones se puede deducir claramente que no existen peores o mejores dialectos, ni
peores o mejores acentos.

Mientras que el acento nos permite identificar no solo el origen geográfico sino también social del
hablante, el dialecto es la variante de una lengua limitada o asociada a una determinada zona
geográfica y está condicionado históricamente por los contactos lingüísticos que haya tenido con
otras variedades dialectales y/o lenguas. Los dialectos se diferencian unos de otros en su
pronunciación, gramática o sintaxis y en su vocabulario y se pueden dividir, a su vez, en
subdialectos.

Como causas de la variación dialectal se señalan, habitualmente, las siguientes:

El origen de los pobladores que, hablando la misma lengua, ya presentaban diferencias dialectales
de origen.

La influencia de otra lengua sobre una parte del dominio lingüístico.

La separación territorial que da lugar a evoluciones diferenciadas.(Fuente)

“Dialectos, acentos, expresiones… Todas válidas, todas preciosas, personales, que dan forma a los
distintos pueblos y les ponen un sello auténtico. No se habla mejor español en un lugar u otro, no
existe un mejor español, es una cuestión de gustos. […] hay quien creerá que las cosas se dicen
como le dijo su madre que se decían, llegando a la discusión incluso sobre si es tenis, playera,
bamba, botín o zapatilla… y dejando muy aparte lo hermoso que es tener varias palabras para
definir un simple objeto”. Así se expresaba el humorista canario Aarón Gómez en un vídeo que se
viralizó rápidamente donde defendía la belleza particular de cada dialecto y la riqueza que aportan
al español.

“Despasito” y buena letra

Despacito
Es gracias a esta variedad que el famoso tema “Despacito” puede ser cantado de varias maneras:
puede que la cantes ceceando porque distingues el ceceo del seseo y la pronuncias como se lee, o
que le plantes un heheo (o jejeo); puede que la cantes como la original porque seseas de forma
natural o que la cantes seseando porque te gusta más, aunque en tu dialecto cecees. Todas son
formas correctas, aunque en los dos últimos casos en particular, estarás cantando el hit como el
noventa por ciento de los hispanoparlantes, es decir, diciendo en el estribillo despasito.

“Cualquier variedad lingüística forma parte de un continuum, sea este espacial, social o temporal;
las discontinuidades que a veces se detectan son reflejo de barreras geográficas y sociales y de un
debilitamiento en las redes de comunicación” afirma la lingüista Suzanne Romaine y añade que
ninguna lengua puede ostentar el privilegio de ver el mundo “como es en realidad”. El mundo no
es como es, sino como lo hacemos nosotros a través del lenguaje.

Da igual si con acento o en dialecto, lo importante es hablar

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