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Las 15 entradas más

vistas el 2010
Las 15 entradas elegidas por ustedes

Sin necesidad de votaciones, con la elocuencia de la lectura y el compartir enlaces, estas


son las entradas que ustedes, en nuestra comunidad, convirtieron en las más populares
de nuestro primer año. Con sus preferencias, han demostrado que somos una comunidad
donde lo que importa son las ideas, antes que los líderes que las enuncian. La aplastante
mayoría de las entradas más leídas fue escrita por ciudadanos y ciudadanas que, sin
tribunas mayores, conmovieron con la argumentación antes que con el nombre.
Gracias por ayudarnos a comprobar, una vez más, que somos, ante todo, poder
ciudadano. Quinto poder, como quien dice.

Voto obligatorio: más que un derecho y más que un deber, por Daniel Bello

Termoeléctrica Barrancones: los oscuros conflictos de intereses, por Daniel Manouchehri

Lo que usted NO verá en el PowerPoint del Presidente, por Darío del Puente

La discriminación del bono “Bodas de oro”, por Emilia Rivas

Ni ladrones, ni maricones, por Óscar Contardo

El show de los mineros, o cómo convertir un condoro en capital político, por Victoria
Izquierdo

¿Qué se premia cuando se premia?, por Rodrigo Pinto

No cualquier reconstrucción, por Carla Quiroga

Impugnando el traspaso a la TV digital, por Jaime Mondría

Destruyendo la Alta Dirección Pública, por Ricardo Lagos

La letra chica del llamado a la unidad nacional, por José Roa

Pragmáticamente de izquierda, por Víctor Acuña

Embarazo obligatorio, por Valentina Escobar


¿De becas Chile a Créditos Chile? El desarme de una política pública, por Eduardo
Olivares

Fuera Nogueira, por Jorge Belmar


Voto obligatorio: más que un derecho y más que un deber
17 de mayo de 2010, 10.600 accesos
Por Daniel Bello

Los días que siguieron a la primera vuelta de la elección presidencial recién pasada
estuvieron marcados por un súbito resurgimiento de propuestas de diversa índole, con las
que se pretendía reencantar a los votantes “des-concertados” y huérfanos, quienes
parecían ser claves para una eventual e improbable victoria -en segunda vuelta- del
entonces oficialismo.
En aquel contexto se restituyó, un poco a tontas y locas, el debate en torno a si el voto es
un derecho o un deber, y si el votar debe ser un acto voluntario u obligatorio. Hoy, tal
debate cobra nueva relevancia ante la inminente discusión del proyecto de ley enviado al
Parlamento por el Gobierno, mediante el que se pretende zanjar la cuestión instaurando
un mecanismo de inscripción automática y voto voluntario.
Intentando aportar a la discusión quiero esbozar algunas ideas.
En primer lugar, me parece importante recalcar que sobre este asunto no existen
verdades absolutas, sólo parciales, y claramente vinculadas a posturas ideológicas. Por lo
mismo, la disyuntiva derecho/deber planteada por algunos (véase, por ejemplo,
la columna de Javier Sajuria en El Mostrador) está lejos de tener respuestas axiomáticas
y unívocas. Por el contrario, puede tener incluso tres soluciones válidas: “A”, “B”, y “A y
B”.
Considerando lo anterior, creo que es importante anteponer un “desde mi perspectiva” a
toda propuesta de solución al problema.
Desde mi perspectiva, el voto es un derecho. Mucho ha costado hacerlo extensivo a toda
la población mayor de 18 años –en una epopeya verdaderamente “progresista”- como
para siquiera entrar a comentar este punto. No tiene sentido. No obstante, de seguro hay
quien, en virtud de alguna ideología cavernaria, quiera rebatir esta afirmación. Está en su
derecho, pero quienes salimos ya de la caverna sólo volvemos a ella en busca de arte
rupestre, o restos cerámicos.
Desde mi perspectiva, el voto es también un deber. Creo –sin descubrir la pólvora ni
mucho menos- que la vida en sociedad requiere no sólo de espacios de libertad; también
requiere que los individuos libres asuman responsabilidades mínimas por el bien común.
Así como pagar impuestos permite financiar las obras públicas y redistribuir el ingreso,
participar del proceso político permite consolidar y perfeccionar los mecanismos de toma
de decisiones, y reforzar el sentido de comunidad, todas cosas que van en beneficio del
colectivo. La presión ejercida por el total de votantes permite que la clase política se
amolde a las necesidades del conjunto social, asegurando que todas las demandas sean
escuchadas aunque, ciertamente, con la distorsión generada por el poder de cada quien
(pero esa es harina de otro costal).
Esto sólo se consigue con la obligatoriedad del voto.
El voto voluntario introduce, en la práctica (que es donde importa), un sesgo de clase.
Como toda libertad negativa, es abstracta y no considera las capacidades reales de los
ciudadanos. Pretende ser, en la teoría, una medida igualitaria pero tal falaz pretensión se
esfuma al primer contacto con la realidad. Muchos ciudadanos no logran visualizar el valor
del pequeño poder que otorga el voto, y muchos, principalmente de bajos ingresos,
enfrentan condiciones estructurales –es decir ajenas a la propia voluntad- que coartan –
de facto- las posibilidades de ejercer el derecho, causando una “voluntaria” autoexclusión
de los procesos eleccionarios. En contraste, las personas de ingresos medios y altos
tienden a acudir en mayor proporción a las urnas, generando -según la experiencia
comparada-, la disminución del peso relativo de quienes más necesitan de la atención de
los representantes, y un desbalance que en definitiva provoca la instalación de una fuerza
conservadora en el sistema político (que dificulta la búsqueda de igualdad social).
La obligatoriedad del voto, más allá de hacer de un deber moral uno legal, permite nivelar
la cancha, evitando que ciertos grupos sociales monopolicen el poder político, cosa que
de hecho ocurre con el voto voluntario.
El debate teórico e ideológico da para todo, hasta para no ver en el voto un derecho
(quizá en alguna olvidada caverna). Por lo mismo, creo que la discusión debe centrarse
más bien en los efectos prácticos que la obligatoriedad y la voluntariedad tienen sobre el
sistema político, sobre los procesos eleccionarios, y sobre la vida en comunidad.
Desde mi perspectiva, el voto es un derecho y un deber. Pero más allá de eso creo –
apoyado en muy diversos estudios (algunos de los cuales han estado circulando por
algunos medios de prensa y redes sociales últimamente)- que la obligatoriedad contribuye
a la imperecedera lucha por una sociedad más justa e igualitaria.
Si para algunos esto es sólo “música” –es decir un detalle irrelevante que palidece ante la
discusión netamente teórica-, pues ¡que viva la buena música!
Foto: Mesa do Milladoiro - Galiciaefotos
Termoeléctrica Barrancones: los oscuros conflictos de intereses
25 de agosto de 2010, 10.385 accesos
Por Daniel Manouchehri

La aprobación de termoeléctricas es lo más oscuro desde que tengo memoria. No


obstante lapidarios estudios técnicos que presagiaban calamidades ambientales contra la
vida, gobierno de Piñera desconoció estas voces y aprobó proyecto Barrancones.
Autoridades actuaron al linde de la corrupción. Es un escándalo que quienes votaran
favorablemente, mantuvieran, hasta hace muy poco, vínculos laborales y de negocios con
la empresa Suez Energy.
La directora regional de CONAMA, Claudia Rivera, trabajó para la consultora “GAC”,
empresa ambiental asesora de la termoeléctrica. Esta consultora fue cuestionada en
2003 por la Contraloría Regional de Coquimbo, porque tomaron el informe de una
arqueóloga externa y entregaron a los servicios sectoriales información sesgada que los
favorecía.
La Seremi de Minería, Jocelyn Lizana, es dueña de la empresa “Cyclus”, empresa
actualmente proveedora de maquinaria a dueños de Termoeléctrica.
El Gobernador del Elqui, Pablo Argandoña, trabajó para “CGE Transmisión Zona Norte”,
empresa que compró generación de energía a Suez Energy.
El intendente Gahona, en la campaña parlamentaria manifestó su apoyo a
termoeléctricas, por lo cual se debió abstener en votación.
A éstos se suman el ministro de minería, Laurence Golborne, quien trabajó para
Electroandina, dueños de Barrancones, y la ministra de medio ambiente, María Ignacia
Benítez, quien trabajó para la controvertida consultora GAC, siendo contratada para llevar
ella misma los estudios de impacto ambiental del proyecto Termoeléctrico (suena increíble
pero es real).
Existiendo estudios serios sobre impacto ambiental negativo de la Termoeléctrica,
de universidades, centros de estudios, y propios organismos de gobierno como la
CONAF (que en su dirección anterior denunció el impacto de Barrancones), y a la
luz de estos antecedentes que involucran en distintos negocios a estas autoridades
quienes votaron favorablemente a la termoeléctrica, podemos pensar sólo dos
cosas: o son lo suficientemente faltos de criterio para ser persuadidos por
argumentos poco sólidos como los entregados por Suez Energy, o pesaron
fuertemente las influencias de todo tipo sobre ellos.
Si sumamos a esto los viajes a Europa financiados por la termoeléctrica a miembros de
COREMA, los televisores y refrigeradores regalados a pobres pescadores para comprar
su voluntad y el posible financiamiento de campañas políticas, la aprobación del gobierno
a las termoeléctricas es lo más turbio que hemos visto en los últimos tiempos.
Las autoridades involucradas deberían actuar moralmente y renunciar a sus cargos.
Con la Concertación, pese al fuerte lobby y la intención de una parte del gobierno, las
termoeléctricas fueron resistidas, siendo rechazadas en dos oportunidades, pero con la
llegada de la derecha, el camino quedó abierto.
Hoy estamos a un paso de un exterminio de la vida. Si todo continúa igual, Punta de
Choros pasará a la historia como un santuario de la naturaleza destruido por el hombre. El
presidente Piñera, el intendente Gahona, la gobernadora Verdugo, el gobernador
Argandoña y todos aquellos que participaron de esta oscura resolución, serán apuntados
como se apunta a aquellos que destruyen la vida.
Pero la semilla de conciencia que ha sido germinada en miles y miles de jóvenes, no
podrá ser borrada. Muchos resistiremos, y no seremos parte de los que cambian dinero
por vida. Cada día somos más los que creemos en el desarrollo sustentable, y en la vida
en armonía con la vida. Tenemos mucha energía para seguir luchando por lo que
creemos justo.
Lo que usted NO verá en el PowerPoint del Presidente
20 de mayo de 2010, 9.306 accesos
Por Darío del Puente

Mañana, el Presidente Piñera realizará su primer Mensaje Presidencial del 21 de mayo,


una tradición republicana de esas que sólo entiende, valora y soporta un extraño,
reducido y contradictorio segmento de la ciudadanía de nuestro país.

Una de las novedades en esta oportunidad, según se ha informado en la prensa, es que


se usará una presentación en PowerPoint. Sí, cual reunión de directorio, el presidente
ejecutivo de la compañía mostrará unas diapositivas con gráficos ascendentes, imágenes
positivas y algunas frases clichés para fortalecer el espíritu de equipo.

Más allá del subliminal mensaje comercial (¿por qué la máxima autoridad del país le hace
publicidad a un programa -PowerPoint- de una empresa -Microsoft- en vez de usar
programas parecidos de código abierto?), me parece interesante hacer un análisis
político-powerpointero sobre lo que NO veremos en esas diapositivas.

Mis apuestas:

1. Unas palabras solicitando el perdón de la UDI por no pescarlos ni en bajada, pese a ser
-teóricamente- su principal apoyo político en el Congreso.
2. Una foto de Piñera abrazando a Longueira. Tampoco espero una foto de Piñera
abrazando a Allamand. En realidad, no espero una foto de Piñera abrazando a alguien.
3. Un duro mensaje a los empresarios para que respeten la negociación colectiva y
apoyen el fortalecimiento de los sindicatos.
4. Las boletas del Líder en las que se comprueba que, pese a la crisis, en la casa de los
Piñera Morel se siguió comprando Coca Cola.
5. El número exacto de tics que tiene.
6. La verdadera, completa y detallada declaración de intereses de todo el gabinete
7. El costoso estudio encargado por el Presidente para confirmar que pese a su fortuna, él
siempre ha sido un hombre de clase media y que partió desde abajo.
8. El resultado de la alcoholemia del "Negro" Piñera o, en su defecto, el mensaje de texto
que el hoy ministro de Salud le mandó a Piñera ("Houston, tenemos un problema" dicen
algunos que fue el mensaje)
9. El audio (grabado por Ricardo Claro desde el más allá con su radio Kioto) con la frase
que dijo cuando finalmente decidió vender sus acciones en LAN: "Si hubiera sabido que la
Presidencia me iba a costar tantos millones de dólares, no me presento".
10. Las razones ocultas (y bien inentendibles) para haber nombrado a Jacqueline van
Rysselberghe como Intendenta del Bío Bío.
11. La fecha exacta de la muerte de Nicanor Parra.
12. El teléfono del oftalmólogo que le recetó la pócima milagrosa que le permitió ver la
Antártida desde Punta Arenas.
13. Los kilos de uñas que se come en un mes.
14. El listado completo de sastres que ha despedido porque ninguno logra dar con las
medidas para que los trajes le queden bien.
15. Un gráfico con la cantidad de crímenes ocurridos en Chile desde el 11 de marzo y que
El Mercurio no ha informado.
16. Una explicación de lo que quiso decir cuando comparó a la opinión pública con las
mujeres. Desde ese día, la mitad de la opinión pública (me incluyo) tiene un serio
problema de identidad sexual.
17. La operación matemática que realizó el Ministro de Hacienda (o él, o su asesor
comunicacional) para hablar de alza de impuestos cuando en realidad es una rebaja en el
largo plazo.
18. El número de veces que en los próximos años usará el terremoto como excusa para
no cumplir las promesas de campaña que él siempre supo que eran sólo eso: promesas
de campaña.

Y, ustedes, ¿qué NO esperan ver en ese PowerPoint)? (si es que se dan la lata de ver el
Mensaje, que con la escasa capacidad como orador del Presidente y los malos discursos
que le preparan, promete este año ser más insoportable que nunca).

Foto: Presidencia de la República


La discriminación del bono de "Bodas de Oro"
25 de mayo de 2010 11:17, 7.937 accesos
Por Emilia Rivas

Como mujer joven, de 20 años, debo decir que me da escalofríos pensar en el rumbo que
está tomando este gobierno.
En el discurso presidencial del 21 de Mayo se prometió estudiar la factibilidad de premiar
a las parejas que cumplan 50 años de matrimonio con un Bono de Bodas de Oro.
La propuesta me parece simplemente insólita.
Dejaré de lado en la discusión el tema monetario, pues es evidente que ese dinero se
podría invertir en proyectos más útiles o para paliar el déficit en que quedará este
gobierno…
Me concentraré sólo en el aspecto valórico del tema.
Es preciso mencionar que en el artículo 1º de la Constitución se dice que “la familia es el
núcleo fundamental de la sociedad.” Concuerdo plenamente con lo expuesto;
especialmente porque no se define qué se entiende por familia.
Un concepto amplio permite que todos los tipos de familias, ya sean de hecho o
contemplados por la ley, de padres solteros o juntos, de familia directa o indirecta, deban
ser fomentados y resguardados por el Estado.
Lo que se pretende con este incentivo monetario es crear un estereotipo de familia que
dista mucho de la realidad chilena. ¿Qué pasa con la madre soltera que con sudor saca
adelante su vida y la de sus hijos? ¿Qué pasa con la abuela que cría al nieto porque sus
padres no están en condiciones?
¿Qué pasa con las parejas de hecho, que se han amado toda la vida, y quizás más que
las que se ocultan tras una institución? ¿Qué pasa con los viudos? ¿Qué pasa con la
esposa que finalmente se decide separar porque su esposo la maltrataba? ¿Qué pasa
con las parejas que simplemente ya no se aman? Y ni hablar de las parejas
homosexuales que se ven privados de su derecho a formar una familia. ¿Dónde están los
incentivos para todos ellos?
Por todo esto me atrevo a decir que el bono es abiertamente discriminatorio, pues deja de
lado a una gran masa chilena.
Cecilia Morel, entrevistada por “La Tercera” dijo, “me gusta el bono de los 50 años.
Siempre decíamos en los Grupos Tantauco cómo incentivamos el matrimonio y la
estabilidad. Sabemos que hoy las familias son de múltiples estructuras, no es la familia
nuclear: mamá, papá, hijo. Pero se ha probado que la familia estable con relaciones
sanas aporta mucho a sus propios hijos y a la sociedad. Son niños que les va mejor en los
estudios y en el trabajo".
Su comentario, a mi parecer, deja mucho que desear. En mi opinión, y espero que en la
de ustedes también, una familia “estable” es aquella no necesariamente conformada por
una mamá y un papá sino aquella que crea lazos cariñosos, participación, un ambiente
culturalmente rico, disciplinado, etc. Me encantaría saber la fuente de información de la
primera dama, porque nadie en la actualidad puede aseverar que la separación de los
padres indefectiblemente produzca un perjuicio en el desarrollo de los hijos. Un hogar
donde los conflictos maritales son permanentes y exagerados y no se demuestra un amor
de pareja no puede ser mejor que dos hogares concentrados en amar al hijo y en rehacer
sus vidas buscando la felicidad.
El ser humano es libre de tomar sus propias decisiones y no es posible que aún en pleno
siglo XXI algunos sectores insistan en estereotipos que apuntan a satisfacer el ideal
tradicional y de “buenas costumbres”. Cada uno es libre de amar a quien quiera y como
quiera.
El gobierno debería tratar de acercarse a los jóvenes adaptándose a las nuevas
tendencias y no volver a ideas obsoletas.

Foto: Old couple - Marcel Oosterwijk


Ni ladrones, ni maricones
19 de julio de 2010, 7.933 accesos
Por Oscar Contardo

Hay ideas. Ideas que se establecen, que perduran y a las que se les cavan
trincheras defensivas reales o imaginarias con mayor o menor aplicación. Ideas
razonables y sensatas, y otras que parecen serlo pero que no encierran otra cosa que un
alambicado mecanismo de prejuicios y miedos con un centro vacío y podrido.
En 1965 en la mayor parte de los estados norteamericanos había revocado la prohibición
para matrimonios interraciales. En Virginia, uno de los estados en los que la prohibición
existía, un hombre y una mujer de diferente color, decidieron violar la ley y contraer
matrimonio. Fueron arrestados y el juez declaró: “Dios todopoderoso creó las razas
blanca, negra, amarilla, malaya y roja y las colocó en distintos continentes (…) El hecho
de que haya separado las razas muestra que su intención no era que luego se
mezclaran”. (“Historia del matrimonio”, Stephanie Coontz, Gedisa, 2005).
Años más tarde, después de las revueltas iniciadas en el Bar Stonewall de Nueva York
que impulsaron la idea del “orgullo gay”, el presidente norteamericano Richard Nixon
habló sobre ambos asuntos. Nixon comentó que podía entender el matrimonio entre
blancos y negros, pero en cuanto a los matrimonios entre personas del mismo sexo fue
más cauto y lanzó un cálculo a largo plazo “supongo que sucederá el año 2000”. Erró
unos años pero al menos no recurrió a la escolástica de cocción rápida con la que se
suele argumentar en estos casos.
La Concertación sustentó durante sus gobiernos la idea de igualdad como bandera de
lucha. Una idea que suponía una tarea inmensa en un país en el que la inequidad es una
forma de vida. Había que restaurar derechos, reparar daños, juzgar crímenes, sepultar el
miedo. Un entrevistado para un libro que preparo recuerda el cinco de octubre del 88
como una explosión de alegría que en su caso duró poco. Trabajó activamente como
opositor a la dictadura en la universidad, aspiraba un cambio y se sintió parte del retorno a
la democracia hasta que los hechos lo hicieron a un lado. Era homosexual, y el arcoíris
concertacionista no contemplaba sus aspiraciones de igualdad. Se fue de Chile, hizo una
vida fuera. Muchos lo han hecho, muchos lo harían si tuvieran la posibilidad.

La igualdad tenía una frontera bien custodiada, y el límite estaba en una de las más
recurridas frases para frenar los cambios: “El país no está preparado”. Así lo dijo el
Presidente Lagos en 2004 en una entrevista en la que le preguntaron por el matrimonio
gay. Antes el país no había estado preparado para la democracia, tampoco lo había
estado para legislar sobre el divorcio, ni para ver una entrevista a Michael Townley. En su
momento tampoco lo estuvo para la educación pública, ni para la igualdad de los hijos
ante la ley. El país tampoco estuvo preparado para juzgar a Pinochet sino hasta que se
fue de viaje.

La izquierda chilena popularizó la expresión progresismo en el país sólo en la última


década. Era un progresismo de programa de gobierno, una especie de puesta al día con
la modernización brillosa de las reuniones internacionales y los tratados de libre comercio.
Un aire tibio de bienestar social que le hizo sentir a muchos que la prosperidad de los
índices de crecimiento se traducía en una vida algo más digna. Pero ese progresismo que
se sentía deudor de los grupos de la Iglesia Católica que acogieron a las víctimas de la
dictadura, era también heredero de un pasado homofóbico.

El presidente Allende se jactaba de que en su gobierno no había ni ladrones ni maricones.


¿Podía alguien militar en los partidos de izquierda y ser abiertamente homosexual? En los
70, naturalmente no. En abril de 1973 El Clarín sembraba la alarma: “Ostentación de sus
desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de Armas”. En los 80 se dirá que
las urgencias eran otras y en los 90 la expresión homosexual apenas se reducía a aquel
sujeto anónimo para el que se diseñaba una campaña de prevención del Sida que la
Iglesia permanentemente boicoteaba.

La idea de reivindicación gay en Chile ha tenido más que ver con la importación de
estereotipos para el ghetto de fin de semana que con plataformas políticas de
derechos civiles ampliamente respaldadas. Hubo proyectos, sí. Pero de esa clase de
proyectos destinados a entrar en el coma parlamentario ¿Qué harán con nosotros
compañeros? Se preguntaba Lemebel. Y la respuesta pareció ser “ignorarlos”.

En la última campaña presidencial la derecha chilena tomó una bandera que la


izquierda nunca se interesó en agitar más allá de una cita fugaz en un spot de
campaña. Porque la consideraba innecesaria, porque no le interesaba y porque no era
parte de su propia historia. El acuerdo de unión civil sustentado por parte de la derecha es
un gesto tibio de reconocimiento de una realidad, un gesto cojo, una mueca pero al
menos una señal que incluso tuvo un rostro con nombre y apellido en el spot de campaña
de Piñera. En la Concertación pasaron 20 años y eso jamás sucedió. Tampoco ha
sucedido ahora que el progresismo marque la diferencia y hable de igualdad, no de
acuerdo sino de matrimonio. Tal vez sea que Chile, como es habitual, nunca termine
de estar preparado.

Foto: Matrimonio Igualitario - pablodf


El show de los mineros, o cómo convertir un "condoro" en capital
político
9 de octubre de 2010, 7.315 accesos
Por Victoria Izquierdo

¿Ve la foto que encabeza esta columna? Mírela bien. Sí, seguramente ya ha visto antes el
papelito usado, la caligrafía clarita, el cuadriculado, el pedazo de espiral. Seguramente lo
reconoce. Ahora, le pido que se fije en el logo de la parte inferior derecha. Sí: es el logo
“temporal” del gobierno de Chile y, déjeme ayudarle, dice “Presidencia de la República”.
Es un regalo que ha llegado al sitio en el que trabajo, así como ha llegado a un montón de
otros sitios que el Gobierno considera “relevantes”.
Un souvenir.

Por supuesto, no es el original. Es un escaneo que hace parecer que el papel está
envejecido, que el Presidente comparte con nosotros un trofeo de guerra. Como este, hay
decenas. Quizás centenas. Es parte del marketing que este Gobierno ha armado en torno
al próximo rescate de los mineros.

A uno no debería sorprenderle, pero le sorprende, el descaro con el que se hace


usufructo político de una situación ante todo desdichada, aunque lo olvidemos. Una
situación que remite a la desprotección en la que trabajan miles de chilenos y
chilenas cada día. Una situación vergonzosa, mucho antes que feliz, aunque la
publicidad mediática nos haga perder de vista que no asistimos a una fiesta, sino a
la resolución de algo que jamás debió ocurrir.
Nada de esto, por cierto, es casual. Las cosas no han llegado hasta este punto porque sí
nomás.

Recapitulemos. Todo iba mal, muy mal para el Gobierno. La popularidad del Presidente y
su gabinete iban en franca caída, especialmente el ministro de Minería que, indiferente a
estos vaivenes, paseaba feliz por Sudáfrica durante el mundial mientras se negociaba el
Royalty en Chile. Tampoco le estaba yendo bien con sus ideítas innovadoras al ministro
de Salud que, entre remedios no entregados a niños enfermos de Tirosinemia, conflictos
de interés por su pasado y su plan maestro de entregar la administración de la salud
pública a la gestión privada, veía hundirse su popularidad a pasos agigantados.

Cuando ya parecía que nada podía ir peor, y los damnificados (que todavía lo están)
alzaban su voz denunciando que, en pleno siglo XXI, no tenían ni siquiera soluciones
sanitarias decentes en pleno invierno, algo empeoró: 33 mineros quedaron atrapados en
un derrumbe que, sabemos, era completamente evitable.

La indignación de un país entero se repartía entre empresa, entidades fiscalizadoras y


Gobierno. Piñera levantaba las manos y decía que ellos no tenían nada que ver con la
reapertura, responsabilizando a Bachelet del entuerto. Otras versiones, sin embargo,
hablaban del reclamo de los sindicatos mineros ante el mismísimo Golborne a propósito
de la situación en la mina San José.

Entonces, justo entonces, ocurrió un milagro. Un papelito escrito en rojo ofrecía no sólo un
alegrón de antología a un país completo, sino que era una cuadriculada tabla de
náufragos a la que se podía echar mano de inmediato. Y así se hizo. Hay quien dice que
a los mineros los encontraron temprano, pero esperaron a que el Presidente mostrara el
papel y recibiera, junto con su ministro de Minería, los vítores por la proeza.

Las felicitaciones en los diarios y en las redes sociales, llovían. Pero no era suficiente. Se
hizo necesario ventilar las historias íntimas de los hombres accidentados, leer en público
cartas privadas, especular sobre los problemas de alcoholismo de alguno, entrar en el
lenguaje técnico del rescate y alfabetizar a medio Chile en terminología minera. Y, por
supuesto, llevar el papelito a todos lados.

Cada dos por tres, el Presidente mostraba ante las cámaras el cada vez más
hualtrapiento papel. Cuentan que lo andaba trayendo, como quien anda con la estampita
o un crucifijo para la popularidad. Incluso en Wall Street, el Mandatario no pudo escapar a
su compulsión y lo mostró a los ojos del mundo, en medio de un desafortunado discurso
que mostraba el heroísmo de unos y la cobardía de otros que, en cambio, insistían en
atentar en contra de sus propias vidas (léase, comuneros mapuche).

Están los que le creen. Y estamos los que tenemos plancha ajena.

Están los que apelan a la sensibilidad extrema de un mandatario de corazón cristiano y


bondadoso. Y estamos los que no podemos más de hastío frente al montaje tipo wag the
dog que un Gobierno sin programa ha ensamblado para hacernos olvidar lo importante y
dejarnos con la emoción irreflexiva y la sonrisa boba del que no se da cuenta cómo le han
dado vuelta la película.

En una sociedad hipermodernizada, hipermercantilizada, hiperfragmentada, donde cada


persona está sola con su sueldo insuficiente, donde uno sortea como puede las
precariedades laborales y humanas en las que estamos insertos, donde todos estamos
solos ante un sistema en el que, sin embargo, hay unos pocos que siempre saben unirse
para defenderse entre ellos; en esta sociedad digo, claro que la porfiada vida de los
mineros es un triunfo. Claro que los que somos, sujetos frágiles ante una maquinaria bien
aceitada, vestida de “sentido común”, nos emocionamos viendo que otros pobres diablos
iguales a nosotros, sobrevivieron, pudieron, movieron a una nación.

Abusar de este justo vínculo emocional, sin embargo, es un modo de prepotencia que
logra embaucar por la fuerza de la imagen y constituye una violencia orquestada
comunicacionalmente que hace doler la guata.

Habrá quienes enmarquen el regalo de la Presidencia como un triunfo. Yo lo denuncio.


Porque es vergonzoso que, aun ahora, aun en estas circunstancias, los medios y el
gobierno sigan, con más o menos luces, con más o menos excusas, abusando con tal
impunidad del destino de sus trabajadores.

Da vergüenza que, una vez más, las desgracias de los pobres sean instrumento
propagandístico del poder.

Da pena ver nuestra gente y sus tragedias reducidas, en manos del Gobierno, a un
pobre souvenir.
¿Qué se premia cuando se premia?
9 de julio de 2010 10:10, 7.259 accesos
Por Rodrigo Pinto

Pocas veces, en la historia del Premio Nacional de Literatura, habíamos asistido a un


despliegue tal de trabajo como el que se ha dado en estos meses a favor de una
candidatura, la de Isabel Allende.
En esta semana, nos hemos enterado de que el editor Pablo Dittborn (sí, del sello que
publica a la autora) encabeza una poderosa maquinaria de lobby que puso de su lado
incluso a Ricardo Lagos. En la anterior, la escritora Elizabeth Subercaseux se manifestó
en duros términos contra quienes favorecen otros nombres e hizo un despliegue de
desmesura a la altura del realismo mágico, sin justificar una afirmación tan tajante como
que Isabel Allende “posee una estatura moral e intelectual que ningún personaje de
nuestro país tiene en la actualidad” (aun si así fuera, ¿qué tiene eso que ver con los
premios literarios?). Y, en estos días, veinte senadores han difundido una carta de
respaldo a la candidatura en cuestión, cuya pobreza argumental no logra resolver por qué
puede ser relevante para el jurado el gusto literario de nuestros parlamentarios.
Para mejor situar en qué perspectiva se inscribe la narrativa de Isabel Allende y deducir
desde ahí si tiene los méritos necesarios para recibir el Premio en discusión, quiero partir
por el ensayo más sugerente y provocativo sobre literatura latinoamericana que he leído
en los últimos años. Lo escribió Francesco Varanini, un antropólogo y periodista italiano,
así que no fue obra de profesores de este lado del mundo ni de académicos de
universidades estadounidenses, y ni siquiera de especialistas en literatura. El valor de
Paseo literario por América Latina radica precisamente en su carácter excéntrico, en su
articulación desde un territorio fronterizo que le permite moverse con singular libertad; y
también en que se trata de una mirada expresamente europea que intenta reflejar, de la
mejor manera posible, cómo se ve desde allá la literatura latinoamericana; aunque no está
de más decir que también se trata de cómo se consumen libros producidos en estas
latitudes en el megamercado editorial del viejo continente.
Esa excentricidad lleva a Varanini a perder el respeto hacia las figuras más consagradas
de la literatura regional. Con múltiples ejemplos demuestra, por ejemplo, la decadencia en
la producción de Gabriel García Márquez, quien, desde la cumbre que alcanzó en El
otoño del patriarca, ha derivado en una escritura cada vez más codificada y petrificada en
los mismos gestos expresivos. Él lo llama “lenguaje nobelmarquiano” y rastrea sus huellas
no sólo en la obra del Premio Nobel de Literatura, sino también en sus biógrafos, en sus
familiares y hasta en periodistas italianos que simplemente apelan a los giros estilísticos
del maestro para reincidir en una mirada estereotipada sobre la realidad latinoamericana.
Cito a Varanini de manera extensa, para ejemplificar mejor el punto:
“El estilo, que definiríamos como nobelmarquiano, se nos muestra como una máquina
retórica codificada, fácil de montar y desmontar: oldsmobiles prehistóricos que se deslizan
silenciosos rozando el borde de las tinieblas, camiones americanos, espantosos,
asesinos, mecánicos, perturbados por la locura, océanos de piedras y de brumas, magos
de la luz, infiernos originarios, pacientes cazadores de mariposas invisibles, llegadas
improbables como la lluvia, colores febriles, indias de ojos oscuros, callejuelas
polvorientas, la premonición de los cañaverales, glorias, leyendas, enigmas, sabiduría,
visiones totalizadoras, cóleras homéricas, fábulas del pasado y riadas de adjetivos: todo
es infinito, inmenso, invencible, increíble, irresistible, incansable, implacable, férreo, tenaz,
triunfal, colosal y milimétrico, perpetuo. O, en el lado opuesto, extravagante, impúdico,
espantoso, triste y peligroso, alucinante, alarmante, incauto, oscuro”.
Y si incluso el García Márquez maduro no es más que un epígono anquilosado de sus
pasadas glorias, con cuánta mayor razón lo son quienes siguen el camino de la
apropiación de su estilo, añadiendo apenas una ligera cuota de originalidad o de cambio
en la ubicación del exotismo. Porque, en realidad, bien poco importa si la narrativa de
Isabel Allende, tocada por la desmesura y la hinchazón imparable del adjetivo, ocurre en
Valparaíso, San Francisco, Caracas o Santiago de Chile: cualquier lector la reconocerá en
esa “máquina retórica codificada” que Francesco Varanini describe en el párrafo citado
más arriba y su origen, especialmente en la margen europea del Atlántico, se perderá en
una zona indiferenciada que queda más o menos alrededor del Ecuador.
Conviene tener presente lo anterior a la hora de considerar qué se quiere resaltar,
destacar o valorar con este Premio. Especialmente delicada es, en esta línea, la
comparación con Gabriela Mistral que hacen, entre otros, los senadores de la República
que apoyan a Allende. Cuánta liviandad hay al referirse al “pago de Chile” en ambos
casos. De un lado está una maciza obra poética y una obra en prosa cuyos ecos castizos
renovaron profundamente la manera de enfrentar la escritura en castellano a ambos lados
del Atlántico; de otro, una escritora que trabaja sobre una máquina codificada, que
entrega al lector textos pre digeridos que no representan ninguna exigencia ni plantean
más desafío que dejarse llevar por el bien aceitado engranaje nobelmarquiano.
Si lo que se quiere es distinguir a una persona que ayuda a que la marca Chile se
posicione mejor en los mercados internacionales, está bien: Allende, como
destacan los senadores, ha vendido más de 51 millones de copias y en las solapas
de los libros se indica que ella nació en Chile. El reconocimiento oficial vendrá a
coronar un fenómeno efectivamente excepcional y de innegable sintonía popular. En
cambio, si lo que se quiere es premiar excelencia literaria –entendida como la
creación de obras perdurables que renuevan profundamente el lenguaje e iluminan
zonas reveladoras de aquello tan esquivo que denominamos identidad nacional-, el
premio a Allende parecerá, con el paso de los años, un paréntesis de motivaciones
ajenas al juicio estrictamente artístico, una cesión espuria a favor de la fama y la
popularidad.
Foto: Libro: La isla bajo el mar - rodcasro
No cualquier Reconstrucción
22 de abril de 2010 10:41, 6.635 accesos
Por Carla Quiroga

Claramente es urgente recuperar a la brevedad las casas y pueblos afectados por el


terremoto; muchas familias no pueden esperar una solución ante el invierno que se
avecina.
Sin perjuicio de ello, es de esperar que la reconstrucción otorgue más que una solución al
problema habitacional y de infraestructura dañada. Hace falta una solución permanente e
integral, que allí donde se debe “rearmar zonas” no descuide la sustentabilidad del
desarrollo económico y ambiental a la par.
El Grupo Luksic, por ejemplo, anunció un plan integral de reconstrucción de
infraestructura pesquera básica por $5.000 millones para el borde costero de la VII
Región. El objetivo del plan es recuperar la pesca artesanal y diseñar e implementar un
proyecto para agregar valor gastronómico y turístico a la zona, a través de la creación de
la “Ruta de las Caletas”, Parece ése el camino adecuado: potenciar el valor turístico de
muchas zonas costeras e interiores, así como recuperar a la brevedad sus fuentes
principales de trabajo, creando nuevas donde haga falta.
Lo que se espera de los proyectos de reconstrucción presentados por el Gobierno y
por privados es que no descuiden algo fundamental, que es la identidad de dichos
pueblos y ciudades. La mejor forma de resguardar este aspecto es a través de la
participación. Es fundamental que los avances obtenidos en los últimos años en esta
materia no se descuiden; el Fondo Solidario de Vivienda, creado bajo el Gobierno de
Ricardo Lagos, fue un salto en lo que a participación se refiere, puesto que, normalmente,
en épocas anteriores fue el Gobierno Central el que optó incluso por las comunas en las
que vivirían las personas, dando origen a la actual segregación urbana, fuente de miles de
otros problemas sociales asociados. Es necesario no repetir tales errores, garantizando a
las personas viviendas, barrios y ciudades que se acomoden a sus necesidades
y costumbres, pero que también consideren como eje central la sustentabilidad, elemento
clave para el desarrollo.
Ya sea dentro de los proyectos de vivienda a generarse, como en el desarrollo o
reformulación de planos reguladores, esperemos que no haya sólo expertos, sino que
sean las propias comunidades quienes, mediante asambleas o cabildos elijan qué lugar
esperan reconstruir y cómo, invertir en la calidad de vida que merecen y que, si no
tuvieron antes, es el momento de construirlo.
Impugnando el traspaso a la TV Digital
24 de abril de 2010 2:35, 6.529 accesos
Por Jaime Mondria

Para comenzar a hablar de lo que representa en Chile la Tv Digital tenemos que distinguir
entre la TV Terrestre y el Cable y Satélite, las primeras son las señales de Tv que los
usuarios reciben gratis en su casa ahora y que seguirán recibiendo gratis después, las
segundas son empresas privadas a las que Ud. les paga por ver lo que transmiten, las
leyes que estamos tramitando no rigen al cable y al satélite, solo a la Tv Abierta, la Tv
Terrestre.
Dicho lo anterior, habría que distinguir ahora las disposiciones ejecutivas de las
administrativas. Distinguir entre decretos de ley y proyectos de ley.

Los Decretos son las decisiones administrativas, los papeles que requieren la firma de
sólo un funcionario para convertirse en ley de la República.

En SUBTEL estos decretos se circunscriben a las decisiones técnicas, como la elección


de la norma Brasileña y como la fijación de las aplicaciones mínimas que deben traer los
aparatos receptores que se comercialicen en Chile. La administración anterior,
preferentemente, se ocupó de reducir los precios de las teles y de los decodificadores que
a futuro compremos los usuarios, a costa de fijar parámetros técnicos escuetos que bajo
un criterio económico, limitan las posibilidades de instalar usos sociales sobre estas
nuevas plataformas de comunicación. No obstante deja al arbitrio del mercado, “a criterio”
de los fabricantes de los receptores por ejemplo la aplicación de la Nueva Ley 20.422 de
Acceso a la Discapacidad en vez de fijar estas garantías por norma.

Ahora distingamos que el Ejecutivo propone y que el Congreso dispone.

Hay dos leyes en trámite Parlamentario desde fines del 2008, la de TVN que se encuentra
en la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones del Senado y el proyecto
del CNTV que se encuentra en la Comisión de Hacienda de la Cámara Ambos proyectos
han sido cambiados desde que fueron ingresados por la Presidenta Bachelet, el Ministro
Cortázar le introdujo modificaciones sustanciales en dos oportunidades y los
Parlamentarios han realizado profundas reformas que ya se encuentran en el documento
listas para votarse.

Si nuestro país no logra elevar el nivel de la discusión respecto de las leyes de Tv Digital,
pasará frente a nuestros ojos una oportunidad histórica de lograr progresos sustanciales
no sólo en calidad de imagen y sonido, sino también ventajas sociales, para que
los usuarios sean los principales beneficiados a la hora de utilizar los avances
tecnológicos. La médula del asunto es netamente un conflicto social en un mundo basado
en la información. El acceso a información de calidad implica una mejor distribución del
poder y los actuales proyectos de ley, preferentemente, vienen a instalar un plan de
negocios en el espectro radioeléctrico y dejan a un lado a los Beneficios Sociales y
Ciudadanos y nos convierte en clientes del Espectro a merced de lo que las cúpulas
económicas y políticas decidan.

Quisiera compartir, TV TABU; LA CARTA, un documento antiguo de autoría comunitaria


del año 1997 escrito y firmado por más de un centenar de trabajadores y colaboradores
de los distintos canales de TV. Es asombroso como sigue vigente y ahora más que antes
cobra sentido, ya que en Chile nos enfrentamos a la oportunidad que no tuvimos entonces
de realizar reformas profundas a las leyes en trámite Parlamentario.

¿Será el sistema político capaz de generar un real diálogo social que involucre a las
universidades, a las organizaciones gremiales, centros de estudios y organizaciones
sociales?

Todo hace pensar que no lo será, y que tanto las decisiones de SUBTEL como las nuevas
leyes serán pobres, anémicas y desfasadas de las necesidades de la Ciudadanía,
reproduciendo el “sistema” de toma de decisiones en nuestro País: Encerrados, entre
cuatro paredes, a espaldas y excluyendo a la ciudadanía o en el mejor de los casos
citándola a reuniones para archivar luego en estanterías polvorientas sus propuestas.

Agradezco enormemente la Plataforma que entrega www.elquintopoder.cl para visibilizar


esta problemática y aprovecho la oportunidad para hacer un llamado a todos los que leen
esta columna para que se apropien del tema que les presento, los invito a sumar su
opinión, a generar diálogo, y a realizar acciones concretas para que la Ciudadanía sea
tomada en cuenta por la clase política y sean resguardados sus derechos civiles, sociales
y culturales.

¡No podemos dejar pasar esta oportunidad!


Foto: Nothing on TV - futureatlas
Destruyendo la Alta Dirección Pública
29 de abril de 2010 7:02, 6.481 accesos
Por Ricardo Lagos

La creación del Sistema de Alta Dirección Pública (SADP) es, tal vez, uno de los logros
más importantes de la primera década del siglo XXI. Se trata que el aparato superior del
Estado, en sus cargos más importantes, sea ocupado por personas con alta capacidad e
integridad. Para esto, desde el año 2003 -fecha en que se creó este sistema por un
entendimiento entre Gobierno y oposición- los altos cargos se llenan mediante concursos
que hacen normalmente las empresas de carácter privado, y cuyos resultados se
someten a un consejo de la Alta Dirección Pública, integrado por cinco personas
autónomas, que son las encargadas de hacer la selección final de tres candidatos que se
entrega al Presidente de la República.
El Mandatario está obligado a elegir dentro de dicha terna. En casos extremos puede
rechazar la terna y pedir otra. La idea es que estos nombramientos, que tienen un plazo
determinado, generan una pléyade de altos funcionarios públicos que constituyen la
cabeza de la administración pública de Chile, independiente de los vaivenes de la política.
El número de postulantes a estos cargos han sido de más de 100 mil, desde que se creó
el sistema. Hoy día hay casi mil cargos que se han concursado y se han designado de
acuerdo a este sistema.
El Presidente puede solicitar la renuncia a algunas de las personas del SADP cuando
considera que su desempeño no es el adecuado. Por ello no se estableció la
inamovilidad en la ley, ya que puede haber situaciones que hacen conveniente la
remoción del funcionario designado. Pero de ahí a que el Presidente proceda a solicitar la
renuncia a los 15 Directores regionales de un Servicio, como ha ocurrido en el FOSIS - y,
entiendo, también en el SERVIU - hay una tremenda distancia.
Eso significa destruir la esencia del sistema. Se podrá pedir la renuncia del jefe del Fosis
o del Serviu; a algunos directores regionales, ¿pero a todos? ¿Todos ellos son
inadecuados? ¿Ninguno de ellos cumple adecuadamente su labor?
Lo que está haciendo la administración actual es erosionar el sistema en su integridad.
Nada tiene que ver con lo que pensó el legislador: que se estaba estableciendo en los
altos mandos de la administración pública un conjunto de ejecutivos capaces de servir las
órdenes del Presidente de la República y del ideario que el planteó al país y que ejecuta
a través de sus ministros, subsecretarios e Intendentes, todos ellos cargos de exclusiva
responsabilidad del Primer Mandatario.
Ojalá el actual Gobierno enmiende lo que está haciendo. En caso contrario, será un
tremendo retroceso, especialmente para aquel que prometió una nueva forma de
gobernar.
Esta, obviamente, no es la forma de gobernar que quieren los chilenos, cuando se
destituye a una pléyade de funcionarios altamente calificados y elegidos, porque al
parecer se desea nombrar a otros funcionarios en sus cargos.
La letra chica del llamado a la unidad nacional
12 de abril de 2010 9:59, 6.201 accesos
Por Jose Roa

El Gobierno ha realizado un llamado a la unidad nacional en torno a las tareas de


emergencia y reconstrucción de las regiones afectadas por el terremoto y posterior
maremoto ocurridos el 27 de febrero en la zona centro sur del país. ¿Publicidad
engañosa? Veamos.
¿Unidad en torno a qué?
La unidad sólo es posible en torno a un plan integral de emergencia y reconstrucción, que
debe ser conocido, con determinación de su financiamiento y formas de gasto, definición
de medidas y beneficiarios, diferenciando los distintos sectores y sus necesidades, para
que pueda ser democráticamente discutido y fiscalizado por la ciudadanía. No se puede
entender unidad nacional como la firma de un cheque en blanco, particularmente cuando
se habla de privatizaciones y concesiones, mayor flexibilidad laboral, mayores incentivos
tributarios a las donaciones, mayores facultades presidenciales. No se puede entender la
unidad nacional como una excusa para reconstruir a costa de los derechos adquiridos y
del desmantelamiento del sistema de protección social, desvistiendo un santo para vestir
a otro. No se puede entender unidad nacional como un permiso para gastarse el dinero de
todos los chilenos comprando lo que quiero, a quien quiero y porque sí.
¿Da lo mismo quién toma las decisiones públicas y cómo lo hace?
Que no nos pasen gato por liebre. Las decisiones públicas y su responsabilidad, por
definición deben ser tomadas por las autoridades democráticamente elegidas, y no
pueden ser externalizadas al sector privado. Por ejemplo, no pueden pretender
responsabilizar a Un Techo Para Chile de la tarea de proveer techo a las familias en
medio de la emergencia, ni a Celulosa Arauco de la reconstrucción de Constitución.
Además, como es obvio, no es posible reconstruir una ciudad sin la ciudadanía, ni es
posible soñar el futuro sin sus protagonistas. Esto exige asegurar la plena participación de
la ciudadanía en la toma de las decisiones que los afectan.
¿Cualquier reconstrucción?
La emergencia y reconstrucción debe situar en el centro de sus desafíos a las personas y
al conjunto de sus necesidades. En consecuencia, la tarea no se acaba con el
abastecimiento de alimentos, la reposición de viviendas, el restablecimiento de los
servicios básicos, la reconstrucción de las obras públicas, la recuperación del empleo
digno y el repotenciamiento de la capacidad productiva. Es necesario considerar el daño
provocado en las personas, sus vulnerabilidades, inseguridades e incertidumbres, las que
son también parte integral de la tarea de emergencia y reconstrucción.
Emergencia y reconstrucción, ¿es sinónimo de borrón y cuenta nueva?
La urgencia de la emergencia y el imperativo de la reconstrucción no deben dejar de lado
la defensa del interés público. Producto del terremoto han quedado en tela de juicio el
profesionalismo en la construcción de viviendas que han presentado severos daños y de
obras públicas que se derrumbaron, en la prestación de servicios básicos que se vieron
interrumpidos , incluso hasta el día de hoy, en ciertas localidades que aún no cuentan con
agua ni electricidad. Igual situación en la defensa de los derechos de los trabajadores,
donde la sola invocación de la causal “caso fortuito o fuerza mayor”, sin justificarla
adecuadamente, se malentiende como permiso para no pagar las indemnizaciones
legales.
Frente a esto, se espera que el Estado juegue un rol activo en la fiscalización y defensa
de derechos de los trabajadores, de los derechos de la comunidad frente a obras públicas
construidas con fallas o defectos, de los derechos de los consumidores en la construcción
y venta de viviendas con fallas o defectos, o en la mala prestación de servicios básicos
como agua, electricidad y telefonía.
En suma, no corresponde que la defensa del interés público quede en manos de la
iniciativa privada.
Hoy estos elementos forman parte del entendimiento común que ha desarrollado una
comisión especial del Partido Socialista, de la que formo parte como un militante más,
entendimiento compartido en un trabajo común con los demás partidos de la Concertación
y su primer cónclave.
Luego, se requiere que el Gobierno ponga todas las cartas sobre la mesa, para poder
deliberar de manera transparente y democrática nuestros sueños de futuro para el país.
Unidad, sí, pero para la reconstrucción que juntos determinemos.
Foto: Pumanque, Valle de Colchagua - Roberto Mardones Santisteban
Pragmáticamente de Izquierda
27 de mayo de 2010 3:34, 5.975 accesos
Por Victor Lenin Acuña

Hace un par de semanas, Pancho Díaz, a quien estimo mucho, escribió un artículo
llamado “Orgullosamente Progresista” que, a mi entender, da en el clavo con una
definición, aunque no clara ni distintiva, de lo que es el progresismo, y en la cual me he
basado para hacer una reflexión acerca de la dicotomía izquierda versus progresismo,
como marco conceptual de análisis para una transformación social, que es, en ultimo
termino, el tema de fondo.
Si creemos que “el lenguaje construye realidades”, la discusión lingüística acerca del ser
Progresista o de Izquierda toma relevancia en cuanto a las transformaciones que
esperamos generar, y no así en la validez o importancia del concepto en sí.
En este sentido cabe preguntarse ¿por qué aparece el concepto “progresista”, si existe el
concepto de “Izquierda”?, y lo que es más: ¿por qué deberíamos cambiar el segundo por
el primero? Como en cada choque conceptual, podemos suponer que el “desgaste”, o
“insuficiencia” de uno, permite la aparición del otro.
Asimismo, la aparición de una ideología, de un conglomerado político, un ethos o una
“verdad”, desplaza a otra, si y sólo si la primera tiene un desgaste o una insuficiencia. Es
así como un gobierno es desplazado por otro, y de eso algo sabemos.
Sin embargo acá nos encontramos con las opciones. Si un concepto ha encarnado las
derrotas, las corrupciones, los antivalores, tenemos la posibilidad de reinventarlo, de
rearticularlo, de alguna forma de limpiarlo; y no necesariamente cambiarlo. Eso sería
pensar que la Concertación debería desaparecer porque perdió las elecciones.
Por otra parte, la “insuficiencia conceptual” requiere que el nuevo concepto sea
“suficiente”, y ¿cuál es la suficiencia del progresismo? A mi entender, el pragmatismo.
Como bien define Pancho, un elemento central del progresismo es el pragmatismo: la
relación entre la realidad y la posibilidad de transformarla, el equilibrio entre lo posible y lo
ideal, entre los valores y la puesta en práctica de ellos.
El concepto “de izquierda” surge desde sus inicios en el plano de la acción política, y se
ha erguido con ese carácter activo. Es más: durante años fue la alternativa para quienes
pensaron en un mundo distinto. Fueron muchos, y de diversas variantes, quienes desde
este concepto articulan marcos analíticos y estratégicos de desarrollo; si hay algo propio
de la “izquierda” es la idea de proceso. ¿Cómo podría pensarse en éste sin el análisis de
la realidad y la posibilidad de cambiarla? ¿Sin el equilibrio entre lo posible y lo ideal? ¿Es
que acaso la “izquierda” piensa en magia?
Da la sensación que el pragmatismo al que hace referencia el progresismo es más que
una articulación de fuerzas; es una articulación de conveniencias. Es “la Justicia en la
medida de lo posible”.
Es la transformación en la medida en que no cambie lo establecido, en la medida que no
nos molestemos, es justamente la política de los acuerdos, la oposición constructiva que
la derecha exige por estos tiempos. El Gatopardo.
En este sentido, lo “pragmático” es justamente lo menos pragmático del mundo. ¿Qué
sacamos con avanzar veinte años si podemos retrocederlos en cuatro? Y con esto no me
refiero a la necesidad de volver a La Moneda, para nada. Si volvemos a hacer lo mismo
podemos estar veinte años más sin asentar las bases de una transformación permanente,
pero ¿qué es lo permanente?
Los valores, la forma de entender y ver el mundo, la igualdad, el respeto por los
trabajadores, por los movimientos sindicales, por la construcción política colectiva, la
honestidad, el cariño por lo que se hace. Todas aquellas cosas que el mal pragmatismo
pretende poner detrás de la contingencia, detrás de la carrera por el poder. Las cosas por
las cuales en las elecciones pasadas se nos ha pasado la cuenta.
El acento de la disyuntiva conceptual está puesto en lo que para cada uno es relevante en
la construcción de la sociedad que se quiere. Y en ese sentido es probable que “el
izquierdismo” tenga muchas cosas que mejorar, pero contiene la visión de ser humano
que pretendo ser. El que cree que si algo es injusto hay que cambiarlo, el que piensa en
que hay cosas que no se hacen, el que piensa que la política es con llorar, que el maricón
es maricón aunque avise.
He ahí lo trascendente de la discusión. Entre el progresismo y la izquierda existe una
declaración de intención que va más allá de los tecnicismos, va más allá de la disputa por
el poder. Se mueve en el plano de lo que queremos hacer con él y cuáles son las líneas
estratégicas para conseguirlo. De esta forma pone los énfasis en la educación o la
economía, en la política o en la técnica, en la esencia o la forma.
En algunas ocasiones apariciones conceptuales confunden pretendiendo que todo es lo
mismo, lugar en que la política desaparece, y somos incapaces de distinguir diferencias
entre bloques opositores. Algo de eso hemos visto en la defensa de cargos “técnicos” que
antes de la derrota eran “políticos”.
Por eso orgullosamente soy, y me reconozco, de Izquierda. Los cómodos sillones me
hacen doler la espalda.
(*) Texto publicado también en http://lenin-zert.blogspot.com/
Foto: Left turn /right turn bench - whizchickenonabun
Embarazo Obligatorio
22 de junio de 2010 2:32, 5.913 accesos
Por Valentina Escobar

La discusión nacional sobre temas referentes a la mujer o a la familia ha estado presente


por estos días a propósito del prometido post natal de 6 meses que, al parecer, en la
campaña de Piñera venía con letra chica y nadie se dio cuenta.
Pero el tema es más profundo de si el post natal son 6 meses o 3. Tiene que ver con la
concepción de la familia que manejamos como país y las decisiones que se toman sobre
el tema de la natalidad, la maternidad y la paternidad; sí, los hombres son parte de este
juego y son, al igual que nosotras, responsables.
Se escuchan quejas porque las tasas de natalidad son bajas, pero no se hace nada por
incentivar la decisión de tener hijos; la discusión por el post natal es parte de eso.
Me pagan menos, me cobran más en la Isapre, se me obliga a firmar un papel que diga
que me comprometo a no preñarme para pagar un plan más económico, todo por tener
útero en un país que no me respeta por tenerlo. El útero parece no tener derechos.
Hace ya varias semanas leí en un diario, no recuerdo cuál, un artículo relacionado con los
50 años de la píldora anticonceptiva. De él extraje una cita que publique en mi muro de
Facebook: "La píldora (anticonceptiva) es considerada como uno de los cuatro inventos
más importantes de la historia", decía. Inmediatamente mis amigas comentaron la
publicación con frases como: “sin duda”, “¡absolutamente!”, “De eso no cabe duda”,
“Totalmente de acuerdo”, un alegre y efusivo “wujuuuu” y una que resumía las anteriores:
“es el invento más importante para mí y mi cuerpecito. Le amo!!!”. Nosotras vemos en los
anticonceptivos, más aun en la píldora, la posibilidad de tomar decisiones con respecto a
nuestro cuerpo y a nuestra vida; de cuándo, cómo y por qué tener relaciones sexuales e
hijos. Son cosas que para nosotras no van de la mano: el sexo y los hijos son decisiones
distintas.
Una conversación esta semana me puso de frente una realidad que tenía por sabida, pero
a la que últimamente no le había puesto mucha atención. Una de mis primas, con 26 años
y 3 hijos, fue al consultorio para que le ligaran las trompas. Ella, mujer adulta y
responsable, no quiere tener más hijos. No quiere arriesgarse siquiera a otro embarazo.
En el consultorio le dijeron que era muy joven y que la tasa de natalidad del país estaba
muy baja, que no la iban a ligar. La decisión que ella había tomado con su cuerpo y con
su vida no tenía entonces ninguna validez; al no tener dinero para pagar una consulta
privada, sus opciones se acaban en el consultorio.
Se le quita a una persona el derecho de decidir sobre su vida, sobre sus opciones. Se le
priva, de paso, de gozar libremente de su sexualidad y de su cuerpo porque no se le
permite usar el método anticonceptivo que más le acomoda y se la obliga a arriesgarse a
otro embarazo. ¿En una consulta privada la respuesta sería la misma o eso sólo ocurre
en los consultorios y hospitales públicos? ¿No soy yo la responsable de tomar las
decisiones por mi vida y por mi cuerpo? ¿Si yo decido no tener más hijos o simplemente
no tenerlos, el Estado o el servicio de salud público o privado tienen derecho a censurar
esa decisión? Y, en términos absolutamente prácticos: ¿serán los médicos o las matronas
que se niegan a esterilizar a las mujeres quienes van a mantener, criar, educar y cuidar
esos hijos que ellas o ellas y sus parejas no quieren tener?
Las decisiones sobre el cuerpo de una parece que las toman otros, y no es sólo sobre mi
vida que deciden sino que sobre la de mi pareja, la de mi familia, las del hijo que puede
nacer, su educación, su crianza, el tiempo dedicado a él.
Para algunos tener hijos es parir simplemente, se les olvida que un hijo es una
responsabilidad que no todos están dispuestos a asumir, que no todos asumen, que no se
puede obligar a asumir.
Uno siempre escucha que en el sistema público cuando las mujeres se van a hacer
el "pap" les corren la T de cobre, que las mujeres quedan embarazadas aunque estén
tomando pastillas. No tengo pruebas, sólo las conversaciones entre mujeres, lo que uno
lleva años escuchando. Pero después de todo llama la atención que sea en del servicio
público de donde salgan las denuncias a mujeres que han abortado y éstas no existan en
el sistema privado, ¿o ustedes en realidad creen que las mujeres del barrio alto no se
hacen abortos?
Tener plata en Chile significa poder decidir, significa tener control del propio cuerpo. El
dinero me permite ir a un médico con el que me sienta cómoda para hablarle de mi vida
sexual, y no simplemente al profesional que me tocó; me permite comprar las pastillas o el
método anticonceptivo que más me acomode; me permite ligarme las trompas si no
quiero más hijos; comprar la píldora del día después o algún anticonceptivo que haga el
mismo efecto; me permite hacerme un aborto seguro si quiero interrumpir un embarazo.
La realidad es esa: en Chile el dinero me permite decidir sobre mi sexualidad y disfrutarla
libremente.
No podemos pretender aumentar la tasa de natalidad discriminando a nuestras mujeres
porque tienen menos dinero o menos educación, condenándolas a parir sin remedio hijos
que no quieren tener y que tienen porque se les priva de anticonceptivos y de soluciones
para los embarazos no deseados. 5 años y 1 día es la condena por hacerse un aborto.
No se puede decidir por otros, porque no somos quiénes para obligarlos, para privarlos de
sus propias decisiones de vida, de estudios, de trabajo, de maternidad y paternidad.
El país debe hacerse responsable de su baja tasa de natalidad incentivando a las familias
de todos los estratos sociales, sea cual sea su naturaleza, a tener hijos. Facilitando los
postnatales, facilitando las licencias por enfermedad tanto para la madre como para
el padre, otorgando incentivos. Entendiendo que el país los construimos todos y que los
hijos se hacen y se crían de a dos, de manera responsable, porque se quieren tener, no
porque se debe. Que no son ni un problema, ni una carga, ni una condena el tener útero;
es, como dirían los creyente, una bendición.
* Valentina Escobar es Licenciada en Literatura de la Universidad Diego Portales,
estudiante del Magíster en Estudios Culturales de la Universidad Arcis y militante del
Partido de Izquierda de Chile (PAIZ).
Foto: eme é ele á
¿De Becas Chile a Créditos Chile? El desarme de una política
pública
20 de diciembre de 2010, 5.578 accesos
Por Eduardo Olivares

Mi primera aclaración: soy actual becario de Becas Chile en los estudios de magíster que
realizo en la Universidad de California, San Diego. La segunda aclaración: Becas Chile
acaba de otorgarme una nueva beca, ahora para mis estudios de doctorado.
El sistema anterior a Becas Chile era un colosal enredo y discriminaba a favor de
académicos y funcionarios públicos recientemente graduados. La ex subsecretaria de
Hacienda María Olivia Recart lideró la reforma a ese sistema y propuso con éxito que la
nueva Becas Chile se abriera a todos los profesionales. El ex senador Carlos Ominami
pidió aumentar el monto de los estipendios para los becarios y sus familias con cargo a
los excedentes del cobre: Becas Chile se financia con la rentabilidad asociada al Fondo
Bicentenario derivado de los ahorros del cobre. Hay muchos más artífices de ese
esfuerzo, y los nombro como un ejercicio recordatorio de que eso llamado “políticas
públicas” se gestan y nacen en alguna parte. Y la forma que adquiere en un sector no es
la misma que en otro.
Los cambios que el nuevo gobierno le introducirá al sistema desarmarán una
política pública perfectible y la convertirán, me temo, en una política privada
rentable.
De partida, el gobierno anunció que sólo podrán postular a Becas Chile aquellos
candidatos que ya estén aceptados por la universidad extranjera. Hasta ahora la
postulación a Becas Chile incluía a aquellos aceptados en un plantel, a aquellos en
proceso de postulación e incluso a quienes aún no iniciaban trámites de ingreso. El
cambio parece adecuado, pues asegurará que la beca no sólo sea efectivamente usada,
sino que el candidato habrá demostrado su “excelencia” (qué manoseada palabra) al
haber pasado por el cedazo de selección de las universidades. Perfecto, salvo por al
menos dos detalles que nos llevan derechitos al incómodo despeñadero de las diferencias
sociales. 1) Para ser aceptado en una universidad de habla inglesa, el candidato
debe saber inglés, lo que debe ser acreditado por exámenes internacionales. 2) El
candidato debe demostrar su capacidad financiera para pagar sus estudios y
estadía en el país.
El actual sistema de Becas Chile considera un mecanismo de nivelación idiomática de ser
necesario. El gobierno propone convertirlo en una beca aparte. Esta iniciativa tendrá
serios problemas de aplicación: ¿Cómo asegurar que postulen a ella sólo aquellos reales
interesados en cursar un posgrado en el extranjero? ¿Serán tan numerosas como las
actuales? ¿Los candidatos deberán postular a esta beca y, si todo resulta bien y quedan
aceptados en una universidad, tendrán que volver a presentarse al concurso “regular” de
Becas Chile? ¿Qué hará un estudiante que sea aceptado en una universidad en forma
condicional a su mejoramiento del idioma; deberá diferir (si acaso no renunciar a) su
ingreso? Con todo lo engorroso que puede ser el mecanismo hoy en práctica, está mejor
dirigido al segmento específico al cual pretende atender.
Lo más preocupante se relaciona con la capacidad financiera. Cuando se postula a una
universidad, una variable de aceptación crucial para los planteles es que el futuro
estudiante podrá pagarles. ¿Adivina quién podrá acreditar eso y quién no? ¿Quién
tendrá más chances de ser aceptado y quién no? ¿Quién se ganará una Beca Chile
y quién no? Algunos dirán: para eso están los créditos bancarios de posgrado. Cierto. Y
temo que estas propuestas están empujando a los futuros soñadores a ese callejón. Pero
perdón por mencionar otro detalle: los bancos, incluso el BancoEstado, son empresas
con fines de lucro, y para este tipo de préstamos solicitan que haya un aval.
¿Adivina quién lo tendrá y quién no? ¿Adivina el resto de la historia?
Mis compañeros de otras latitudes me felicitan con visceral envidia cuando se enteran de
los beneficios de Becas Chile. También se sorprenden positivamente de que haya habido
1.500 becarios adjudicados en 2009; Chile, en ese solo año, completó la mitad de
beneficiarios para estudios de posgrado en el extranjero que el programa estrella de
Colombia, Colfuturo (www.colfuturo.org), tardó 18 años en lograr. En 2010, sin embargo,
el gobierno de Sebastián Piñera redujo el número de beneficiarios a 764. ¿Hacia dónde
va el sistema? ¿Será el modelo colombiano? Colfuturo, me faltó decir, es una fundación
público-privada y lo que entrega son llamados “créditos-becas”: financia un máximo de
US$25.000 anuales (no alcanzaría para estudiar en Harvard, Princeton ni Columbia, para
aquellos que tanto hablan de “excelencia”), la parte de “beca” cubre sólo una parte del
capital prestado, y el beneficiario debe presentar dos avales que respondan con su
patrimonio por el total del financiamiento.
Lo mío es un lamento. Estamos asistiendo, y ojalá me equivoque, al cambio desde
Becas Chile a Créditos Chile. Yo no nací en cuna de oro, pero me siento cada vez
más parte de los privilegiados.
Foto: Estudiando - Júbilo Haku / Licencia CC
Fuera Nogueira
21 de octubre de 2010, 5,429 accesos
Por Jorge Belmar

#Fueranogueira. Es el llamado que he lanzado por Twitter intentando ver si las redes
sociales tienen real poder para lograr censurar a un servidor público y también si somos
los chilenos capaces de poner atención a temas importantes de nuestra política.
La semana pasada se hizo público un acuerdo entre el Ministerio Publico y la diputada por
el distrito 19 (Recoleta-Independencia) Claudia Nogueira, por el cual ella se comprometía
a la devolución de 30 millones de pesos defraudados al fisco, correspondientes al pago de
asignaciones por asesorías nunca realizadas y que se depositaron en la cuenta de su
marido Gonzalo Cornejo, ex alcalde de Recoleta, quien se vio implicado en varios
escándalos por mal uso de recursos públicos durante su gestión de 8 años en la
Municipalidad mencionada.
Además entregaba una donación de 5 millones de pesos a una obra benéfica y quedaba
con obligación de firma por 18 meses (información del diario La Tercera).
Mediante este acuerdo la diputada en teoría anuló las acusaciones ya que reconoce loe
hechos de la acusación y mediante compensación aceptada por su acusador blanquea su
dolosa actuación previa.
Pero olvida la diputada que somos millones de chilenos los que somos espectadores de
este repulsivo acuerdo que otorga privilegios a cambio de plata devuelta y mal habida.
Su actuación y la del ministerio público son “un torpedo de lenta y larga explosión”
a las bases éticas de nuestra sociedad.
Si comprar robado no tiene sanción social ni judicial y apropiarse de dineros
públicos no tiene al menos sanción ética, social o de algún tipo, entonces nuestra
sociedad está sumida en una crisis profunda y silenciosa.
Su actuación delictual, no recibe sanción alguna más que un par de trámites y algo de
plata pero en los hechos puede seguir sentándose como una de los 120 honorables de la
cámara de diputados que son “chilenos especiales”.
Una mención aparte merece el partido al cual pertenece (la UDI), que a diferencia de lo
acontecido con la expulsión de Maximiano Errázuriz (RN) ha guardado silencio cómplice,
con lo que desvaloriza toda su acción critica que por años ha mantenido respecto de la
actuación de sus rivales políticos de la Concertación.
Ellos aceptan a su “manzana podrida” con total tranquilidad y no se hacen eco del grito
#fueranogueira. Es difícil entender el ¿por qué?
Nosotros los ciudadanos podemos al menos decir #fueranogueira y quizás lo logremos.

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