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Literatura Paraguaya II.

Unidad I
La Poesía Paraguaya: Origen, evolución, temática y representantes. La renovación
poética en el Paraguay. La ficción y la realidad en la obra poética.

La literatura paraguaya es una de las más desconocidas de Hispanoamérica. Sus


escritores conocidos fuera de sus fronteras son escasos: Josefina Pla, Gabriel Casaccia,
Elvio Romero, Rubén Bareiro Saguier y Augusto Roa Bastos. Incluso las historias de la
literatura hispanoamericana no incluyen a autores nacidos con posterioridad a 1940. Su
desconocimiento no implica, sin embargo, que no exista un corpus de obras que, por
distintos motivos, no han trascendido fuera de las fronteras del país guaraní.
El siglo XIX es un campo yermo en la creación literaria paraguaya. La férrea censura de la
dictadura de Francia eliminó la práctica literaria. Solo se conocen hasta la fecha algunos
autores dedicados fundamentalmente a la poesía, como Natalicio Talavera, y algunos
hitos literarios aislados, como la creación de la revista La Aurora. La agravante de la
Guerra de la Triple Alianza supuso la interrupción de esas incipientes actividades literarias.
Así, con el país dedicado a su reconstrucción durante el último cuarto del siglo
decimonoveno, las primeras producciones paraguayas importantes aparecerían en pleno
siglo XX. La primera novela escrita por un paraguayo se llamó "Viaje Nocturno de
Gualberto o las Reflexiones de un Ausente", escrita por el Coronel Juan Crisóstomo
Centurión, publicada en Nueva York en 18771
Durante este siglo, la práctica de la literatura se incrementa paulatinamente hasta el
punto de lograr su máximo exponente en los poetas de la Generación del 40. Entre ellos
se encuentra Augusto Roa Bastos, el escritor más universal del país. Con él, a partir de
1960, aparecen progresivamente más obras, y en la década de los ochenta, por primera
vez, un conjunto de editoriales estabilizadas que favorecerán la publicación de nuevos
autores. Desde finales de los ochenta, se aprecia el aumento notable de la producción
narrativa, frente al escasísimo número de obras de este género publicadas hasta
entonces.

PRIMER PERIODO (1860-1910)

En rigor, la poesía paraguaya se inicia con Natalicio Talavera, que comienza a escribir en
los últimos años del gobierno de don Carlos Antonio López, y llega a ser el bardo nacional
por excelencia en los días de la guerra de la Triple Alianza, cuando sus versos se recitaban
en los campamentos o nuestros padres marchaban al combate entonando las marciales
estrofas de su "Himno Patrio". Talavera perteneció a la generación que asomó a la vida
pública más o menos por 1860, en momentos en que el Paraguay afirmaba su poderío e
iniciaba una era de esplendor. Cultores del verso contemporáneos de Talavera fueron el
deán Bogado, el Dr. Tristán Roca (oriundo de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) y Juan
Crisóstomo Centurión, y una pléyade de modestos trovadores que componían toscas
rimas principalmente en guaraní, y de cuyos nombres no queda memoria casi.
Entre 1871 y 1890, es decir, en el curso de las dos décadas siguientes a la terminación de
la guerra que dejó en ruinas la otrora floreciente república, surgen los primeros poetas del
segundo período constitucional, que salvo excepción- frecuentan el campo de la-musas
por corto tiempo. Cantan a la patria, lloran sus desgracias, el timbre de sus versos lleva el
acento de melancolía y de dolor de la generación nacida entre los escombros de la
tragedia. Enrique D. Parodi, Venancio V. López, Adriano Matheu Aguiar, Manuel María
Viera, pertenecen a esta época. De éstos, Parodi y Aguiar, que residieron desde muy
jóvenes en el exterior, cultivaron otros géneros poéticos, además de la poesía patriótica, y
fueron amenos prosistas. Por entonces, se vinculan a la vida paraguaya varios vates
extranjeros cuya producción forma parte de nuestra literatura: Victorino Abente, que amó
a nuestra tierra con amor de hijo, y que cantó las bellezas de nuestro suelo y las glorias de
nuestra historia; Próspero Pereira Gamba, autor de poemas inspirados en episodios de la
trágica muerte del presidente Gill; y Cristóbal Campos, naturalista español que publicó
una composición poética jocosa sobre algunos personajes públicos.
Después de 1890 y hasta 1910 -tercera época de este periodo- desfilan, en orden
cronológico, Delfín Chamorro, José Cándido Diana, Fulgencio R. Moreno, Liberato Rojas,
Juan Francisco Pérez Acosta, Alejandro Guanes, Juan Pablo Casabianca, Ignacio A. Pane,
Juan E. O'Leary, Francisco L. Bareiro, Ricardo Marrero Marengo, Daniel Giménez Espinosa,
Héctor L. Barrios, M. Pérez Martínez, Ángel I. González, Gomes Freire Esteves, Toranzos
Bardell, Arturo D. Lavigne (autor del poema "Loca", 1902, y del libro de versos "Trinos
Matinales", 1904), Juan R. Dahlquist, Luis y Víctor Abente Haedo (enmudecidos, después
de los primeros balbuceos), Cecilio Báez, Manuel Gamarra, Hérib Campos Cervera, Eladio
Velázquez (también pronto arrincono la lira), Roberto A. Velázquez (publicó poemas
simbolistas bajo el seudónimo de Daniel Aubert), Juan B. Tournedou (sacerdote francés
que cantó a los niños mártires de Rubio-Ñu), Honorio Alfonso Díaz (poeta en guaraní que,
escribió canciones jocosas, como "Nde jha cho"), Félix Cabrera (coronel del ejército
nacional como el anterior, autor de composiciones en guaraní).
Entre todos ellos se destacan: Chamorro, Guanes, Pane y O'Leary. Pérez Martínez es el
precursor de la poesía lírica en lengua guaraní; su "Rojhechagaú" -el más delicado
madrigal de la poética aborigen-queda como una joya en su género. Pane, que escribió en
sus últimos años en guaraní, es el primer sonetista en el idioma gentilicio; él y Pérez
Martínez son los más castizos de nuestros vates guaranios.

Poetas románticos los de esta época -excepción de Chamorro (clásico), de Bareiro


(modernista) y de algunos otros en cuca producción ya hay manifestaciones de las nuevas
corrientes literarias- se inspiran en la libertad, el amor, la patria y sus glorias.
SEGUNDO PERÍODO (1911-1932)

Inicia este período Eloy Fariña Núñez, guaraní de alma helénica, recia personalidad
intelectual cuya aparición en el campo de las letras patrias significó todo un
acontecimiento. En tanto, la poesía guaraní se afirma y gana carta de ciudadanía con
Narciso R. Colmán (Rosicrán), el más laborioso de los bardos guaranios, verdadero
patriarca de nuestra literatura aborigen, que se da a conocer como poeta Guardo ya ha
traspuesto los lindes de la juventud. Tras Colmán, surge una falange de versistas en lengua
autóctona.
La mayoría de los iniciados por los años de 1911 a 1918 -siempre dentro de la primera
época de este período-, se agrupa en compañía de distinguidos prosistas, como
Leopoldo Centurión y Roque Capece Faraone, y de aquel caricaturista de talento que fue
Acevedo, para fundar la revista "Crónica", que es expresión de un momento interesante
de la vida literaria nacional. Y mientras en la capital radica ya el mencionado grupo -en el
que oficia de máximo pontífice de la lírica Guillermo Molinas Rolón, el simbolista de
caudalosa inspiración, que es precursor, en algunos aspectos, de la poesía nativista-, en la
ciudad guaireña suenan y aprisionan quimeras Manuel Ortiz Guerrero -una de las
potencias de nuestro parnaso cuya voz pareciera modular todas las notas de la gama de
armonías de su nativa selva-, Leopoldo Ramos Jiménez, Facundo Recalde, J. Natalicio
González, Francisco y Luis Ruffinelli, Carlos Regis Caroni, Aníbal Codas, Eduardo Alarcón,
compitiendo por esos años, Asunción y Villarrica en el culto de la poesía. Y en este torneo
de la gaya ciencia, termina imponiéndose Asunción, por mandato de lo social y de lo
económico, concentrando en su seno a casi todos los participantes. "Letras" y "Fígaro",
publicaciones que siguieron a la ya citada "Crónica" y, más tarde, la "Revista del Gimnasio
Paraguayo", "Pórtico" y algunas estudiantiles, recogieron también la prosa o el verso de
los escritores jóvenes. Los poetas de este lapso se caracterizan, en general, por sus ideales
puramente estéticos. Producen bajo la influencia de Rubén Darío, Herrera y Reissig,
Nájera o los maestros de la moderna lírica francesa. Escapan a esta caracterización, Fariña
Núñez, poeta de cultura clásica que sabe administrar los aportes del modernismo y que,
aunque se inspira en diversas fuentes, conserva su originalidad nutriéndose con la savia de
lo genuinamente nacional, y Ramos Jiménez, cuando menos en sus primeros tiempos, en
que disuena con sus contemporáneos al hacerse intérprete de las ansias de justicia de las
clases oprimidas. Con el correr de los años, libres de influencias, algunos hay que terminan
por identificarse con las cosas y anhelos de su medio y de su pueblo. El tema de su
inspiración lo hallan en motivos locales, o que aun siendo diferentes los abordan
infundiendo a su producción el sabor del terruño.
Después hace su irrupción otro grupo -segunda época de este período- allá por 1921 ó
1922. La revista "Juventud", su tribuna, fué dirigida, primero, por dos de los integrantes de
aquél, prematuramente desaparecidos, Heriberto Fernández y Raúl Battilana De Gásperi,
luego por José Concepción Ortiz y Juan Sorazábal (Chuchín), artistas ambos -del verso el
uno, del lápiz el otro-, y finalmente por Manuel Barrios Battilana y Adolfo Irala Ferreira,
pero sostenida económicamente siempre por un Mecenas cuyo nombre -Gaspar Trinidad-
es de justicia mencionar aquí, y que tuvo el mismo eficaz papel que en "Crónica"
cumpliera Arturo Campos. Simultáneamente a la publicación de "Juventud" fue la
aparición de "Alas", revista literaria de la misma importancia que aquélla, pero de corta
vida. Los poetas de este lapso no se diferencian fundamentalmente de los del anterior.
Como la mayoría de aquéllos carecen de ideales sociales y políticos, a pesar de vivir en
tiempos de profundas convulsiones colectivas, no encuentran motivos de inspiración en la
realidad social de la patria y pocos los hallan en la ubérrima naturaleza campesina. Los
que siguen, comienzan a escribir entre 1924 y 1928 y se dan o conocer desde fugaces
hojas estudiantiles. Por lo general, estos poetas están contagiados por las inquietudes
populares, no son extraños a las ideas e ideales de su tiempo y se identifican con los
anhelos de renovación que ya comienzan a agitar a las multitudes paraguayas. Así, muchas
veces su poesía es civil o social. Claro, esto no es obstáculo para que canten a la mujer
amada trovas semirrománticas en versos musicales o produzcan poemas de hondo
subjetivismo.
Un rasgo interesante de este período lo constituye el conjunto de poetisas que aportan
una nota de espiritualidad y delicadeza a nuestra lírica. Son las continuadoras de la labor
de doña Ercilia López de Blomberg, la primera mujer que en el Paraguay compuso o
tradujo versos, y de las que años después prosiguieron a aquélla y que quedaron a medio
andar en el camino.

TERCER PERÍODO - LOS NUEVOS

Con posterioridad al año del comienzo de la guerra con Bolivia (1932), se inaugura otro
período en la poética nacional, que se distingue por la incorporación a nuestro medio de
los movimientos llamados de vanguardia de la lírica contemporánea. En comparación con
otros países, ellos llegan con retraso al Paraguay, cuando ya declinan allí donde tuvieron
nacimiento. Es que faltaban las condiciones sociales y políticas adecuadas. Sólo los
acontecimientos que han venido trabajando a la sociedad paraguaya, desde antes de
1932, y la contienda chaqueña, han creado el clima propicio a la sensibilidad que tiene su
expresión en la nueva poesía.

Es el iniciador de la renovación Hérib Campos Cervera, quien coloca -al decir de Walter
Weys- la literatura paraguaya en el ritmo universal. A él puede aplicársele la gráfica frase
de Rachilde: "él abrió las ventanas", con que la escritora francesa refirióse a Verlaine en el
movimiento de innovación de la poesía de su tiempo. Por tanto, por el nombre del autor
de "Ceniza redimida" ha de comenzarse el estudio de nuestra poética en su tercer
período. También ha de citarse el de Josefina Plá, la mayor poetisa aparecida hasta hoy en
el parnaso paraguayo, aparte de su labor de creación, por sus trabajos de interpretación y
divulgación de los nuevos cánones literarios.
Nueva técnica del verso (aunque -salvo excepción- sin aceptar completamente las
innovaciones), nuevos y más variados motivos, mayor profundidad y lirismo, cultivo del
poema de sugestión, influencia de lo popular, acentuada importancia de lo social
(predominante ya en la última época del período anterior) y atenuación de lo descriptivo,
señalan los matices de la cosecha de nuestros poetas en esta época. Hay, sin duda, los que
siguen, o vuelven, a la técnica tradicional y, respondiendo a su tempejamento, cantan a la
manera romántica o producen poemas modernistas o con reminiscencias clásicas.

La Renovación poética en el Paraguay


DÉCADA DE 1940
La década del 40 representa un punto de quiebre dentro de la literatura paraguaya.
Significa el despertar y consolidación de la conciencia artística profesional: ser artista,
escritor, no es ya una mera ocupación anexa a otras que tienen mayor relevancia
profesional, sino una misión y un destino escogidos: una profesión per se. Como dice
PÉREZ-MARICEVICH: "La poesía paraguaya sólo alcanza conciencia de sí misma a partir del
grupo del 40. Antes de esa fecha -más bien, de ese núcleo de artistas- hay poetas, sí, pero
no hay poesía orgánica" (1996: 22).
Con los representantes del Grupo del 40 las letras paraguayas se abren definitivamente a
la literatura universal, gracias al diálogo de nuestros autores con las composiciones
poéticas de Rilke, Lorca, Valéry y otros. De esta manera, los poemas de estos referentes
universales se convierten en piedra de toque de los textos del Grupo del 40, los cuales se
ciñen fundamentalmente al género lírico.
Así, se puede decir que el momento en el cual adquiere madurez la conciencia de los
poetas coincide, precisamente, con el de la lectura y escritura de poesía. Otro punto
interesante de mención es que no se corresponde el ingente trabajo intelectual, la
repercusión indiscutible y el destino de precursores de los autores de esta década con el
número de publicaciones que realizan durante la misma: publican poco en estos años y, si
lo hacen, lo hacen más tarde.
Sin dudas, la iniciadora de este grupo es Josefina Pla, quien con sus textos publicados en la
década del 30 prefigura los rasgos esenciales constitutivos que afloran en los 40. A su
tarea cultural solvente, tenaz y animosa se debe mucho ese nivel todavía -a decir suyo-
inexperto pero informado de fervor que alcanzan las letras paraguayas en diálogo con la
contemporaneidad. Contribuye al fortalecimiento de esta relación entre Paraguay y el
mundo el movimiento político, social y económico que sienta las bases de la globalización
y que, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, se irá consolidando con el paso
de las décadas.

POESÍA
El Grupo que nos ocupa reúne en su seno a poetas de la Promoción del 40, "jóvenes que
por ese año realizan su ascensión a las letras" y a otros poetas de otras generaciones, los
cuales se reúnen "constructivamente" para dotar de identidad a la voz lírica de esa
década. Antes de este Grupo los poetas no entran en relación entre sí, trabajan de modo
aislado y no existe una conciencia generacional ni un espacio para la crítica y valoración
recíproca.
El espacio en que buscan, encuentran y urden, en diálogo fecundo, la voz poética es el
CENÁCULO VY'A RAITY, creado y encabezado por CAMPOS CERVERA y PLÁ alrededor de
1943. El primero representa, como deja entrever HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ, el fervor
contagioso, que algunas veces no encuentra correlato en la articulación de teorías que
sustenten la práctica poética, aunque sí en una ejecución, depurada con el paso del
tiempo y el ejercicio, que termina siendo de magnífica factura. La segunda representa la
posibilidad del análisis literario que revela el sentido de la cualidad lírica, por aunar
capacidad creativa y crítica, sin por ello, renunciar al fervor lírico. Ambos, haciendo bien
poesía (él), y, sabiendo y haciendo bien poesía (ella) se constituyen en auténticas figuras
fundacionales y directrices.
A los mencionados poetas, representantes de una generación anterior, se unen los
jóvenes HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ, ROA BASTOS, GONZÁLEZ ALSINA, BILBAO y OSCAR
FERREIRO, entre otros. A ellos se suman otros dos poetas, pertenecientes a generaciones
disímiles: JULIO CORREA, quien puede ser considerado también como un precursor, pues
trabaja creativamente en la década del 30; y el jovencísimo ELVIO ROMERO, "pionero de
la generación posterior".
Son precisamente estas razones de diferencia generacional las que recomiendan
denominar a esta constelación de poetas como Grupo, y no Promoción, del 40.
Estos poetas, que atraviesan la vivencia de una crisis existencial alimentada por la
inestabilidad política de la época en Paraguay y los descalabros de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), se avienen en diálogo por medio del ejercicio poético, potenciado
en el NIDO DE ALEGRÍA, y canalizan su voz en dos corrientes, de acuerdo al análisis de Pla:
intimista o introspectiva, por un lado, y extrovertida a través de la solidaridad, por otro. Y
la corriente solidaria se bifurca, a su vez, en poesía de con-dolencia con el prójimo o de
toma de postura ideológica por medio de la denuncia, el reclamo.
Las reuniones, que comenzaron allá por 1943 en el CÍRCULO DE VY'A RAITY, llegan a su fin
con el estallido del 47: CAMPOS CERVERA, ROMERO y ROA BASTOS huyen en agosto de
ese año a Buenos Aires.
Desde allí comienza la publicación continua de libros (sobre todo en el caso de Roa y
Romero), desde allí sus voces comienzan a resonar y reverberar. Con el cumplimiento de
sus vocaciones líricas sensibilizan las conciencias que propician el despertar de los
continuadores.
A continuación, se dedicarán unas palabras, no las suficientes, a algunos de los artistas
más conspicuos que trabajaron durante esa década y a quienes publicaron durante la
misma -pertenezcan o no al Grupo del 40-.
EL MEDALLON TODO ESTÁ PERDIDO
Enrique Padi Delfin chamorro
El último recuerdo que guardaba
De nuestro amor, ayer se me perdió; Libre cual brisa de la mar un día
Un negro medallón era ¿recuerdas? las calles recorría. en suelta vaguedad;
En forma de un pequeño corazón. y en la mágica red de tu mirada,
cual siempre despiadada, perdí mi libertad.
Al dármelo dijiste conmovida,
E inundada tu faz por el rubor: Luego, una chispa de sonrisa ardiente
"Conserva este recuerdo que es la imagen vino a encender mi mente en llamas de ilusión;
De mi constante y noble corazón". y soñando inocente como un niño, al ganar tu
cariño, perdí mi corazón.
¿Quién hubiera creído que aquel día
Decías la verdad sin intención? Mas la hoguera también háse apagado,
Pues es tu corazón negro y pequeño acaso al soplo helado de tu cruel desdén;
Copia fiel del perdido medallón. y hoy la dicha soñada de tu seno, de mil placeres
lleno, perdida está también.
AL PARAGUAY
Venancio Lopez Sé que la rosa de tus labios pura, jamás con su
Levanta, patria mía, tu lívida cabeza, hermosura, mis labios tocará,
y mira los escombros de tu poder de ayer; y hasta la luz de la esperanza mía,
levántate y contempla la huella de grandeza . también desde este día, miro perderse ya.
que sublimes héroes dejaron al caer.
Otro amor en tu pecho inmaculado,
Levántate y contempla la ardiente llamarada, .holgándose a tu lado, su edén encontrará;
el pabellón que siempre soberbio flameó, yo sólo espero como bien la muerte, pues para mí,
a ver tu poderío mostrando a las naciones, al perderte, perdido todo está.
velando hoy los despojos que el enemigo holló.

Levántate y contempla la ardiente llamarada Así es ella, me dije de Elvio Romero


de la infernal hoguera de la discordia arder;
levántate y contempla la mano ensangrentada, Así es ella, me dije; es la alegría remota y honda
y grita al parricida: "-¡Ah, Bruto! ¡Tú también!" que de pronto llega a despejar el nudo que se
debe desanudar en la penumbra inquieta.
Cuando aherrojada un día entre cadenas de oro
alzabas en silencio tu altivo pedestal, Noche y albor, me dije, todo llegó a mi corazón por
tus hijos, tus hermanos, hiriendo tu decoro, ella; llegó el sabor oculto del deseo,
vinieron, ¡miserables!, a darte ... libertad. el presagio de ardor que en mí resuena.

Y fratricidas odios, bastardas ambiciones, Es mi cuerpo, me dije, reconociendo su esplendor


De la sangrienta burla el aguijón mordaz, en ella, el bosque entero de mi sangre, el pulso y
Rivalidad mezquina, y atroces violaciones, el latido secreto de su fuerza.
El duelo, la ruina: ¡tal fue tu libertad!
La imagen que conservo de las verdes raíces de
mi tierra; ella es el tiempo mío, el del verano en el
regazo inmóvil de la siesta.

Así mismo, me dije, es su fulgor herido en la


belleza, ella es el largo trecho recorrido
surtiéndose de entraña y sementera.

Así mismo, me dije, callado abrigo que abrigó mis


huellas, el justo sueño que escogí en la lucha, la
libertad por la que canto es ella!
LA MUJER PARAGUAYA del indio guaraní para las lides.
Ignacio A Pane En vano su mirada por doquiera
I Por ella, en fin, del bosque en la fijó en demanda de vital consuelo...
Nació como el dulcísimo gorjeo espesura, del paraguayo, orgullo de la ¡Todo le devoró la inmensa hoguera
de la avecilla que en la selva canta, historia, la sangre de Guarán le dio de confín a confín en este suelo!
como surgiera Venus del Egeo, bravura la sangre de Pelayo le dio
como la luna surge y se levanta. gloria.

Por el campo al correr, donde aura II La virgen de Yacy miró a la diosa


leve sus flotantes cabellos desunía, Cuando después de siglos, esta tierra, de su primera religión, llorando,
a la palma gentil, cuando se mueve ya sola y dueña de su gran destino, le pedía una luz para la odiosa
con sus verdes penachos, parecía. se levantó a una voz para la guerra noche de su desgracia, sollozando.
y de las glorias emprendió el camino;
Para sus ojos fúlgidos y bellos, Nadie la consoló... Sólo se oía
focos de amor del corazón salvaje, cuando cundió en dominios la voz de urutaú en la espesura,
le dio el rocío matinal destellos paraguayos la furia del cañón y la y sólo a sus lamentos respondía
y el negro ybapurú le dio ropaje. metralla; cuando seguida de mortales con cansado rumor la fuente pura.
rayos sonó doquier la voz de la
Los trinos del zorzal la saludaban batalla; esta misma mujer, patria En vez del generoso castellano
al acercarse a la callada umbría sibila, más noble Elena de la nueva que pidiera su amor puesto de
y su moreno cutis refrescaban Ilíada, el valor inspiró, siempre hinojos, sólo la afrenta cruel del
los hálitos del suelo en que vivía. tranquila, hermosa en su altivez, inhumano y altanero invasor, vieron
nunca domada. sus ojos.
Y cuando el eco del cañón hispano
rugió en el monte y resonó en el Ella fue la vestal que el patriotismo Más nada la abatió, pues de la ruina
valle, siempre encendió con su palabra de la nueva Salem, antes potente,
a la sombra del árbol más lozano ardiente, al infante salvó, luz vespertina
lució su esbelto, su flexible talle. faro de intensa luz que al heroísmo del sol de las batallas esplendente.
condujo al paraguayo combatiente.
Y allí bajo sus ramas, en la loma Y en la orilla otra vez del patrio río,
a cuyos pies se alzaba su vivienda, La vara de Moisés con que la guerra de sus labios cayó, gota por gota,
donde el efluvio de la oliente poma hizo brotar, magnífico y fecundo, acerbo pero fúlgido, el roció
del tarumá en flor bañó su senda: el raudal de las glorias de esta tierra de la leyenda de una patria rota.
el haz de los titanes de este mundo.
allí donde en eterna primavera Ella puso en el ánima sencilla
compitió de la grama con la alfombra, Ella impulsó a su hermano a la pelea, del hijo de esta patria, todo el duelo
la plácida y tupida enredadera ella siguió a sus hijos al combate... de un lustro de grandezas sin
que en la siesta estival le dio su Dijo a su amante: "la victoria sea mancilla, de un lustro de desgracias
sombra; paloma de Noé, anuncio de para de amor del que mi amor acate". sin consuelo.
vida, mensajera gentil de la natural
hada bella y sin par, diosa caída, La trípode inmortal del patriotismo Y, como un tiempo, entre la noche
por primera vez vio el godo su donde la voz del Hacedor se escucha, oscura de que nació la paraguaya
hermosura. La alta tribuna fue de su exorcismo historia, con sangre de Guarán le dio
Que "a Vencer o Morir" llevó a la bravura con sangre de Pelayo le dio
Y el altivo león de glorias tantas, lucha gloria.
honor de la nación de los Pelayos,
doblegó la cerviz...! le vio a sus En medio de la noche, su silueta Dio entonces al atleta americano
plantas la reina de los bosques se destacó en el campo funerario sobre la lava del volcán que incendia,
paraguayos. de la batalla pues buscaba inquieta el supremo valor de un espartano
el cuerpo de su amor entre el osario. la sublime virtud de un Garmendia.
Su negra y abundante cabellera E igual que con su esposo
regó piadosa el agua del bautismo; compartiera IV
así la virgen de Yacy hechicera el tálamo nupcial en la morada, ¡Es ésa la mujer que nadie imita!
aprendió la virtud del cristianismo. con su esposo cayó, fiel compañera, ¡Es ésa la mujer que todos aman!
en el lecho mortal de la jornada. A su presencia el corazón palpita,
Y el ósculo de amor que en su mejilla porque entusiasmo y porque amor la
puso el bravo guerrero castellano, III inflaman.
el monte repitió..., en su fresca orilla También cuando ya el joven y el
apareció el atleta americano. anciano, Dulce canción que del hogar emana,
el hijo y el hermano y el esposo aura vital que mece nuestra cuna;
Ella arrulló en su seno, que ciñera cayeron para siempre... y en el llano es ella nuestra madre o nuestra
la negra pluma del ñandú brillante, reinó de los sepulcros el reposo hermana es ella nuestro amor,
a los hijos del godo, en la ladera nuestra fortuna.
de verde Tacumbú, con voz amante. ella emprendió la vuelta, con el pecho
por las patrias nostalgias oprimido, Es toda corazón, ternura y gracia;
Ella les dio el honor inmaculado y en vano escudriñó en su hogar arca fiel de virtudes guardadora;
de noble descendiente de los Cides, deshecho fulge igual en la dicha y la desgracia,
ella les dió el espíritu esforzado el antiguo lugar del ser querido. en el ocaso es luz, sol en la aurora.
como al godo una vez, me ve a sus
Paloma de Noé, nuncio de vida, Y culto dando a sus penurias santas, plantas la reina de los bosques
mensajera gentil de la natura,, con estos humildísimos ensayos, paraguayos.
hada bella y sin par, diosa caída,
hoy miro como el godo tu hermosura.
CREDO
Natalicio González

Pálido Cristo, yo no soy cristiano.


El gran TUPANG en nuestro cielo mora;
le aplicaron tu nombre, pero en vano,
pues mi raza tu triste culto ignora.

Creo en TUPANG, mi fuerte dios nativo,


en su poder para abatir al malo,
y en CURUPI, ser rústico y lascivo
que arrastra cínico su enorme falo.

Me sobrecoge el grito del Pombero


en la benigna noche opalescente
cuando remeda el canto del jilguero
o bien el silbo de veloz serpiente.
No sé por qué, me infunde vago espanto
YACY YATERE, cuando al mediodía
articula su nombre como un canto
de magnética y rara melodía.

Si el torbellino arrasa las cabañas


y su columna gira por los campos,
yo sé que ruge AÑANG en sus entrañas
y que fulge su cólera en los lampos.

Cristo, no reinas tú sobre mi tierra,


no han florecido para ti sus lirios,
ni encienden para ti sobre la sierra
los blancos astros sus temblantes cirios.

MI PATRIA SOÑADA
Poesía de CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ

Fulgura en mis sueños una patria nueva,


que augusta se eleve de la gloria al reino,
libre de ataduras nativas o extrañas,
guardando en la entraña su prenda futura.

Patria que no tenga hijos desgraciados,


ni amos insaciados que usurpan sus bienes,
pueblo soberano por su democracia,
huerto de fragancia de fueros humanos.

Es un paraíso sin guerra entre hermanos,


rico en hombres sanos de alma y corazón.
Con niños alegres y madres felices,
y un Dios que bendice su nueva ascensión.

Patria sin murallas para el pensamiento,


libre como el viento, sin miedo a metrallas,
la nación modelo que, por su cultura,
se ponga a la altura de todos los cielos.

Donde alegren trinos de son libertario


a los proletarios y a los campesinos,
patria donde haya voces de estudiantes,
promesas radiantes de luz paraguaya.
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ESTE
FACULTAD DE FILOSOFÍA
LETRAS
LITERATURA PARAGUAYA II
Trabajo Nº 2
Estudiante:………………………………………………………………………………………………………………………..
Fecha:………………………………………………………………………………………………………………………………..
En el primer periodo:
La literatura paraguaya es una de las más desconocidas de Hispanoamérica. La férrea censura de la
dictadura de Francia eliminó la práctica literaria. La poesía paraguaya se inicia con Natalicio Talavera, que
comienza a escribir en los últimos años del gobierno de don Carlos Antonio López, y llega a ser el bardo
nacional por excelencia en los días de la guerra de la Triple Alianza, cuando sus versos se recitaban en los
campamentos o nuestros padres marchaban al combate entonando las marciales estrofas de su "Himno
Patrio".

Cantan a la patria, lloran sus desgracias, el timbre de sus versos lleva el acento de melancolía y de dolor de
la generación nacida entre los escombros de la tragedia.
Pérez Martínez es el precursor de la poesía lírica en lengua guaraní; su "Rojhechagaú"
Poetas románticos los de esta época -excepción de Chamorro (clásico), de Bareiro (modernista) y de algunos
otros en cuca producción ya hay manifestaciones de las nuevas corrientes literarias- se inspiran en la
libertad, el amor, la patria y sus glorias.

En el segundo periodo:
Inicia este período Eloy Fariña Núñez, guaraní de alma helénica, la poesía guaraní se afirma y gana carta de
ciudadanía con Narciso R. Colmán (Rosicrán), el más laborioso, verdadero patriarca de nuestra literatura
aborigen.
En el tercer periodo:
Con posterioridad al año del comienzo de la guerra con Bolivia (1932), se inaugura otro período en la poética
nacional, que se distingue por la incorporación a nuestro medio de los movimientos llamados de vanguardia
de la lírica contemporánea. Con los representantes del Grupo de los 40, la poesía paraguaya se abre a la
literatura universal.
Destaca el influjo de la dictadura en la producción poética del Paraguay, explica por qué los temas
abordados se relacionaban con la libertad, la patria, sus glorias, destaca las manifestaciones románticas,
determina el qué momento alcanzó su madurez, menciona el p iniciador de la poesía nativista, señala al
iniciador de la renovación poética y fundamenta, explica la influencia de las guerras en la producción
poética, nombra a los representantes.
QUIERO de Guillermo Molina Rolón.
Determina: el contenido de idas, el tema la ficción y la realidad presentes en el poema y los simbolos.

Quiero une eterna y tropical belleza, templóse mi alma en el Dolor e informes


un vigoroso rebosar de vida y quebrantadas tradiciones rotas!
¡y no ese páramo espectral que empieza
a combatir la evolución fornida! Por eso niego la mentida forma
de proclamar que la materia ordena
¡Odio al desierto, donde el alma ingente lo que palpita y sin cesar transforma
ya no visita! ¡Soledad que absorbe! la misteriosa animación terrena...
Me espanta el fin que Flammarión presiente
como postrera vibración del orbe... Y mi neurosis de Titán retemplo
con un delirio de romper cadenas:
¡Quiero una selva cuyos sones basen ¡yo humillaré, como Sansón al templo,
su orquestación en un ciclón sonoro, a las infamias a la luz ajenas...!
entre la cual los pensamientos pasen
cual luminosos proyectiles de oro! Guardo una oculta vibración creadora
que dióme el cosmos con la luz del Iris;
En la batalla de abismal sonido, que contra el Mal batallará, sonora,
la que a la Tierra, la indolente, azota, cual fuera el Numen del divino Osiris...
¡yo, de los vicios, con potente ruido,
quiero cantar la colosal derrota! Si la vileza de calumnia infanda
con su proterva inundación que escombra
Porque la fuerza que al espacio alienta cubrirme quiere con su obscura banda,
forjóme el alma de divinas yemas ¡seré yo luz que esfumará la sombra... ¡
y su centella que la luz ostenta
en mi cerebro colocó sus gemas... Si la legión de las pasiones forma
contra mis sueños, su falacia hirsuta,
¡Es porque el alma del pasado, enormes, ¡no me echará de mi grandiosa Norma!,
tiene guardadas en mi ser sus notas, ¡No torcerá mi formidable Ruta!
¡como un titán quebrantaré basaltos!
Y... si los montes quieren ser más altos..., ¡Y haré fecundas sus groseras piedras!
y... ya no intenta» cultivar ni yedras,

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