Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
»1° El territorio que guarnecen las tropas españolas en el Perú, será entregado a las armas del ejército
libertador hasta el Desaguadero, con los parques, maestranza y todos los almacenes militares existentes.
»1° Concedido, y también serán entregados los restos del ejército español, los bagajes y caballos de
tropas, las guarniciones que se hallen en todo el territorio y demás fuerzas y objetos pertenecientes al
gobierno español.
»2° Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a su pa ís, y será de cuenta del Estado
del Perú costearle el pasaje, guardándole entretanto la debida consideración y socorriéndole a lo menos
con la mitad de la paga que corresponda mensualmente a su empleo, ínterin permanezca en el territorio.
»2° Concedido; pero el gobierno del Perú sólo abonará las medias pagas mientras proporcione
transportes. Los que marcharen a España no podrán tomar las armas contra la América mientras dure la
guerra de la independencia, y ningún individuo podrá ir a punto alguno de la Amé rica que esté ocupado
por las armas españolas.
»3° Cualquier individuo de los que componen el ejército español, será admitido en el del Perú, en su
propio empleo, si lo quisiere.
»3° Concedido.
»4° Ninguna persona será incomodada por sus opiniones anteriores, aun cuando haya hecho servicios
señalados a favor de la causa del rey, ni los conocidos por pasados; en este concepto, tendrán derecho a
todos los artículos de este tratado.
»4° Concedido; si su conducta no turbare el orden público, y fuere conforme a las leyes.
»5° Cualquiera habitante del Perú, bien sea europeo o americano, eclesiástico o comerciante, propietario
o empleado, que le acomode trasladarse a otro país, podrá verificarlo en virtud de este convenio, llevando
consigo su familia y propiedades, prestándole el Estado proporción hasta su salida; si eligiere vivir en el
país, será considerado como los peruanos.
»5° Concedido; respecto a los habitantes en el país que se entrega y bajo las condiciones del artículo
anterior.
»6° El Estado del Perú res petará igualmente las propiedades de los individuos españoles que se hallaren
fuera del territorio, de las cuales serán libres de disponer en el término de tres años, debiendo
considerarse en igual caso las de los americanos que no quieran trasladarse a la Península, y tengan allí
intereses de su pertenencia.
»6° Concedido como el artículo anterior, si la conducta de estos individuos no fuese de ningún modo hostil
a la causa de la libertad y de la independencia de América, pues en caso contrario, el gobiern o del Perú
obrará libre y discrecionalmente.
»7° Se concederá el término de un año para que todo interesado pueda usar del artículo 5°, y no se le
exigirá más derechos que los acostumbrados de extracción, siendo libres de todo derecho las
propiedades de los individuos del ejército.
»7° Concedido.
»8° El Estado del Perú reconocerá la deuda contraída hasta hoy por la hacienda del gobierno español en
el territorio.
»8° El Congreso del Perú resolverá sobre este artículo lo que convenga a los intereses de la república.
»9° Todos los empleados quedarán confirmados en sus respectivos destinos, si quieren continuar en
ellos, y si alguno o algunos no lo fuesen, o prefiriesen trasladarse a otro país, serán comprendidos en los
artículos 2° y 5°.
»9° Continuarán en s us destinos los empleados que el gobierno guste confirmar, según su comportación.
»10. Todo individuo del ejército o empleado que prefiera separarse del servicio, y quedare en el país, lo
podrá verificar, y en este caso sus personas serán sagradamente resp etadas.
»10. Concedido.
»11. La plaza del Callao será entregada al ejército unido libertador, y su guarnición será comprendida en
los artículos de este tratado.
»11. Concedido; pero la plaza del Callao, con todos sus en seres y existencias, será entregada a
disposición de S. E. el Libertador dentro de veinte días.
»12. Se enviarán jefes de los ejércitos español y unido libertador a las provincias unidas para que los
unos reciban y los otros entreguen los archivos, almacenes, existencias y las tropas de las guarniciones.
»12. Concedido; comprendiendo las mismas formalidades en la entrega del Callao. Las provincias estarán
del todo entregadas a l os jefes independientes en quince días, y los pueblos más lejanos en todo el
presente mes.
»13. Se permitirá a los buques de guerra y mercantes españoles hacer víveres en los puertos del Perú,
por el término de seis meses después de la notificación de este convenio, para habilitarse y salir del mar
Pacífico.
»13. Concedido; pero los buques de guerra sólo se emplearán e n sus aprestos para marcharse, sin
cometer ninguna hostilidad, ni tampoco a su salida del Pacífico; siendo obligados a salir de todos los
mares de la América, no pudiendo tocar en Chiloé, ni en ningún puerto de América ocupado por los
españoles.
»14. Se dará pasaporte a los buques de guerra y mercantes españoles, para que puedan salir del Pacífico
hasta los puertos de Europa.
»15. Todos los jefes y oficiales prisioneros en la batalla de este día, quedarán desde lu ego en libertad, y
lo mismo los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército.
»15. Concedido; y los heridos se auxiliarán por cuenta del erario del Perú hasta que, completamente
restablecidos, dispongan de su persona.
»16. Los generales, jefes y oficiales conservarán el uso de sus uniformes y espadas; y podrán tener
consigo a su servicio los asistentes correspondientes a sus clases, y los criados que tuvieren.
»16. Concedido; pero mientras duren en el t erritorio estarán sujetos a las leyes del país.
»17. A los individuos del ejército, así que resolvieren sobre su futuro destino en virtud de este convenio,
se les permitirá reunir sus familias e intereses y trasladarse al punto que elijan, facilitándoles pasaportes
amplios, para que sus personas no sean embarazadas por ningún Estado independiente hasta llegar a su
destino.
»17. Concedido.
»18. Toda duda que se ofreciere sobre alguno de los artículos del presente tratado, se interpretará a favor
de los individuos del ejército español.
[editar]Primeros años
Nació en Cuenca, Presidencia de Quito, en el actual Ecuador, el 12 de mayo de 1776. Sus
padres fueron don Marcos La Mar, funcionario español administrador de las Cajas Reales y
doña Josefa Cortázar, dama de la aristocracia guayaquileña. Sus primeros años los
desenvolvió en Guayaquil, puerto que desde 1803 había vuelto al Virreinato del Perú, con el
que mantenía poderosas relaciones comerciales, por lo cual La Mar siempre se consideró
peruano, nunca quiteño o grancolombiano, ni mucho menos ecuatoriano, ya que el Ecuador
nació el mismo año en que falleció. 1 De cualquier manera, la circunstancia de su nacimiento
sirvió a sus enemigos en el Perú para desacreditarlo como extranjero en varias ocasiones.
A los 2 años de edad fue enviado a España en compañía de su tío, don Isidoro Cortázar,
antiguo oidor de la Real Audiencia de Bogotá y regente de la Real Audiencia de Quito.
EnEspaña transcurrió el resto de su infancia y su juventud.
Participó en la defensa de Zaragoza al lado del coronel Palafox (1808-1809). Cayó gravemente
herido, y aunque aquella plaza finalmente capituló, mereció el título de “benemérito de la patria
en grado heroico” y el ascenso a coronel.
En 1812 fue transferido al frente de Valencia, que dirigía el general Joaquín Blake, y mandó
una columna de 4.000 granaderos veteranos (la llamada “columna La Mar”). Nuevamente fue
herido, siendo trasladado al hospital de Tudela, donde fue apresado por los franceses. No bien
se recuperó fue conducido a Francia y confinado en el castillo de Saumur (Borgoña), donde se
dedicó a estudiar a los clásicos de la cultura francesa. Al cabo de un tiempo logró fugar, en
compañía del brigadier Juan María Muñoz y Manito; atravesó Suiza y el Tirol y llegó al puerto
de Trieste, sobre el mar Adriático, donde se embarcó de vuelta a España.
Llegado al Perú, La Mar tomó la posesión de su cargo, en noviembre de 1816. El Virreinato del
Perú se encontraba entonces asediado por los patriotas de Buenos Aires, que trataban de
ganar el Alto Perú, donde eran mantenidos a raya por las fuerzas del virrey José Fernando de
Abascal.
Por esos días Abascal fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, con quien La Mar trabó buenas
relaciones, estando siempre presente en todas las juntas de guerra reunidas para organizar la
defensa militar del Virreinato. En julio de 1818 le fue denunciada una conspiración, en cuyos
planes se preveía la liberación de los detenidos patriotas y la captura de las fortalezas del
Callao y debió dictar las medidas que hicieron fracasar tal complot. En marzo de 1819, una
escuadra patriota procedente de Chile y bajo el mando del almirante Thomas Cochrane inició el
bloqueo del Callao, y tras un ligero combate se retiró con algunas presas realistas. Dicha
escuadra volvió a amenazar el puerto en septiembre de ese año. Previsor y sereno se mostró
La Mar durante aquella emergencia, y en diciembre del mismo año mereció ser promovido
a mariscal de campo.
Cuando se produjo el avance de los patriotas hacia Lima, La Serna y los realistas abandonaron
la capital el 6 de junio de 1821, quedando La Mar con la orden de continuar con la defensa de
la Fortaleza del Callao, a la espera de refuerzos. Sitiado por mar y por tierra, La Mar rechazó
todos los ataques patriotas, hasta que en septiembre de ese año, llegó desde la sierra el
general realista José de Canterac, quien acampó en el Callao tras una maniobra temeraria a la
vista del ejército patriota. Antes de retornar a la sierra, Canterac dejó a La Mar provisiones para
tres días, aunque no se sabe exactamente lo que acordaron en lo referente a la defensa del
fuerte chalaco.
La Mar juzgó que ya había cumplido su compromiso de servir a la causa del rey; en
consecuencia, renunció al grado y las condecoraciones que el monarca le otorgara; y el 26 de
octubre se incorporó a las fuerzas patriotas, con la clase de General de División.
Elegido diputado por la provincia de Huaylas, La Mar concurrió a la instalación del Primer
Congreso Constituyente del Perú el 20 de septiembre de 1822; y al día siguiente fue elevado a
la Presidencia de la Suprema Junta Gubernativa del Perú, cuerpo gubernamental creado por
los diputados para suceder al gobierno protectoral de San Martín. Los otros integrantes de la
Junta fueron Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar y Baquíjano. Se le considera por ello a
La Mar como el primer presidente constitucionalmente electo en el Perú, aunque lo haya sido
en un cargo colegiado.
Siguiendo el plan que dejara San Martín, organizó la Primera Expedición a puertos intermedios
contra los realistas que aún resistían en el sur peruano, pero dicha campaña terminó en
fracaso y se le responsabilizó de ello. Además, se le acusó de mostrar pasividad frente a los
realistas que ocupaban el centro del país. Todo ello hizo que el descontento contra la Junta
fuera general y la opinión unánime fue establecer un gobierno unificado en un solo mandatario.
El 26 de febrero de 1823, los generales del ejército acantonados en las cercanías de Lima
ordenaron la prisión de La Mar y obligaron al Congreso a designar como primer Presidente de
la República del Perú a José de la Riva Agüero. Este acto de insubordinación del ejército es
conocido como el "Motín de Balconcillo" y marcó el inicio de la intromisión de los militares en la
vida política del país.
La Batalla de Ayacucho, donde el Mariscal José de La Mar comando la División peruana y junto a el Batallon de
los LLaneros de Vargas al mando del General VenezolanoJacinto Lara cuya actuación decidió el triunfo patriota
Puesto en libertad, La Mar se dirigió a Chile y después a Guayaquil, donde contrajo matrimonio
con doña Josefa Rocafuerte, perteneciente a una familia guayaquileña (era hermana
de Vicente Rocafuerte, futuro Presidente de Ecuador).
Vista su trayectoria militar, el Libertador Simón Bolívar lo convocó y nombró General en Jefe de
la División Peruana del Ejército Unido Libertador del Perú (26 de enero de 1824), con la misión
de reorganizar las fuerzas patriotas en Trujillo, tarea que cumplió con eficaz éxito. Tomó luego
parte en la victoriosa campaña de la sierra. Presenció la batalla de Junín, no llegando a
participar en ella. Convenció a Sucre a dar la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824),
donde su división (la Legión Peruana) sufrió el más rudo ataque del enemigo, pero su reacción
finalmente decidió el triunfo sobre los realistas, lo cual fue reconocido por Sucre en el parte de
batalla, por estas palabras:
"Cumplo el agradable deber de recomendar a la consideración del Libertador, a la gratitud del Perú y al
respeto de todos los valientes de la tierra, la serenidad con que el señor general La Mar ha rechazado
Refiriéndose a La Mar, Bolívar dijo en una ocasión que era el mejor hombre tanto en lo milit ar
como en lo civil, pero que aborrecía el mando. Era verdad que el mariscal cuencano no sentía
mayor apegó por el poder, llegando incluso a confesar que “hasta el nombre de presidente me
asusta”.
Estando en Guayaquil, La Mar tuvo que soportar el dolor por la muerte de su esposa doña
Josefa Rocafuerte. Se estableció en la hacienda que una hermana suya tenía en Bujío, con
ánimo de alejarse de la vida política.
Retrato del Presidente La Mar (dibujo de fines del siglo XIX) Presidente Constitucional del Perú (1827-1829).
La Mar salió de Guayaquil recién el 24 de julio, tras dejar en orden los asuntos de dicha
provincia, y el 19 de agosto llegó a Chancay, desde donde se dirigió a Lima de incógnito.
Buscaba evadir un fastuoso recibimiento. El 22 de agosto asumió por fin sus funciones como el
Presidente Constitucional del Perú, el primero libre de tutela extranjera.
Desde el primer momento de su gobierno se perfilaron como grandes opositores los
militares Agustín Gamarra, Antonio Gutiérrez de la Fuente y Andrés de Santa Cruz, quienes
formaron una especie de triunvirato, trabajando mancomunadamente por la caí da del
Presidente.
Tres fueron las conspiraciones sucesivas que tuvo que sofocar La Mar:
Las tres conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, cuyo alejamiento se
dispuso nombrándolo ministro plenipotenciario en Chile; pero insistentemente se afirmaba
entonces que ellas no eran sino episodios de una conspiración mas vasta y profunda, en la
cual se hallaban comprometidos Gamarra, Santa Cruz y La Fuente, y cuyo estallido parecía
temporalmente diferido por los inminentes conflictos con Bolivia y Colombia.
Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los
indígenas de Iquicha, en la provincia de Huanta. Estos aún luchaban, nominalmente, bajo las
banderas del Rey de España, y el 12 de noviembre de1827 asaltaron y tomaron Huanta.
Luego, avanzaron amenazadoramente sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una
cruenta campaña fueron finalmente sometidos.
El mayor problema internacional que tuvo que enfrentar La Mar fue precisamente el
enfrentamiento bélico con la Gran Colombia, artificial creación geopolítica que ya amenazaba
con dividirse.
Las relaciones del Perú con la Gran Colombia se deterioraron debido en parte a las diferencias
fronterizas que mantenían ambos países (La Mar reclamaba Guayaquil, mientras que Bolívar
pretendía las peruanísimas provincias de Tumbes, Jaén y Maynas), pero más que nada por la
finalización de la influencia bolivariana en el Perú y la revocación de la Constitución
Vitalicia en 1827, hechos que enfurecieron a Bolívar, pues veía como su proyecto federativo se
desmoronaba. Y más aún, cuando se produjo la ocupación peruana de Bolivia en 1828 y la
expulsión de Antonio José de Sucre, que igualmente pusieron fin a la influencia bolivariana en
ese país.
El conflicto empezó como una guerra de papel entre ambos estados, es decir, por medio de la
prensa se hicieron mutuas provocaciones e injurias. El Perú expulsó de Lima al diplomático
colombiano Cristóbal Armero, 2 mientras que en Bogotá no se recibió al diplomático peruano,
José Villa, a quien se le extendieron sus pasaportes. 3 Acto seguido, Bolívar declaró la guerra al
Perú el 3 de julio de 1828.4 La Mar aceptó el reto y movilizó el ejército y marina peruanas
contra la Gran Colombia. La marina peruana bloqueó la costa pacífica grancolombiana y ocupó
el puerto de Guayaquil; por su parte el ejército peruano ocupó la provincia de Loja, en el sur
grancolombiano (actual Ecuador).
Mariscal Agustín Gamarra, cuya ambición lo empujó a derrocar al Presidente La Mar, ayudado por Antonio
Gutiérrez de La Fuente.
Otra división del ejército peruano a órdenes del mariscal Agustín Gamarra marchó desde el sur
del Perú hasta el teatro de las operaciones, con el propósito de auxiliar a La Mar. Ambos
mariscales planearon tomar la ciudad de Cuenca, que era el lugar de nacimiento de La Mar y
donde naturalmente éste contaba con muchos partidarios. Las fuerzas peruanas sumaban en
total 4.500 soldados.
Mientras que Bolívar no pudo ir en persona al teatro de operaciones debido a la rebelión de los
generales José María Obando e Hilario López, por lo que ordenó al mariscal Sucre que desde
Quito organizara la defensa del Sur de Colombia. El vencedor de Ayacucho, quien hacia poco
había sido presidente de Bolivia, organizó un ejército con veteranos de la Independencia, entre
los que se contó el general Juan José Flores (futuro presidente del Ecuador).
Los dos jefes peruanos, La Mar y Gamarra, no coordinaron bien sus movimientos y Sucre,
actuando con su característica habilidad, en la madrugada del 13 de febrero de 1829
sorprendió el parque de artillería peruano en el pueblo de Saraguro y lo destrozó. A
continuación, el mismo Sucre, al frente del grueso de su ejército (4.500 hombres), acorraló y
derrotó a una división de vanguardia del ejército peruano (integrada por unos 1.000 soldados)
en el lugar denominado Portete de Tarqui, cerca de Cuenca (27 de febrero de 1829). Dicha
división peruana se hallaba aislada del grueso de su ejército, y pese a que poco después
acudieron en su auxilio fuerzas al mando de La Mar y Gamarra, estas no pudieron restablecer
la batalla y optaron por retirarse, tomando posiciones defensivas. Los grancolombianos
intentaron perseguir a los peruanos, pero al ser rechazados por los Húsares del Perú, se
aferraron también a sus posiciones. 5
Tarqui fue un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva. Cada ejército quedó dueño
de su terreno y esperaban que al día siguiente se reiniciara la lucha y se librara la batalla
definitiva. 6 No obstante, el imaginario ecuatoriano considera a esta Batalla del Portete de
Tarqui como un definitivo triunfo del ejército grancolombiano (antecedente inmediato del
ecuatoriano) y se ha consagrado el 27 de febrero como el Día del Ejército Ecuatoriano. Por su
parte, los peruanos recuerdan el valor desplegado por sus soldados en Tarqui, que en número
reducido (en una proporción de 1 a 4) resistieron vigorosamente el ataque masivo de todo el
ejército colombiano hasta sucumbir gloriosamente.
La batalla final no se libró, pues La Mar, viendo que su situación era insostenible (se le
agotaban sus municiones así como no podía maniobrar en ese territorio, muy accidentado),
aceptó negociar con el adversario. Fue así como al día siguiente, 28 de febrero, se firmó
el Convenio de Girón, por el cual se establecía el retiro de las tropas peruanas del territorio
colombiano que habían ocupado (es decir Guayaquil y Loja). Los grancolombianos reconocían
implícitamente como peruanas a las provincias de Tumbes, Jaén y Maynas, al no reclamarlas
en ese momento.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios
expedido para los vencedores de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas falsas y
ofensivas por los peruanos. Mandó, por ejemplo, que en el campo de combate se erigiera una
columna en la que se leería en letras de oro lo siguiente:
“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido por cuatro
mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y nueve”. 7 8
La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano sólo sumaba cuatro
mil quinientos hombres y no ocho mil (cifra notoriamente abultada); que en Tarqui fue derrotada
nada más que la vanguardia peruana, la cual no ascendía o llegaba apenas a mil hombres; que
en vano el ejército peruano esperó el ataque final del ejército grancolombiano, luego que
los Húsares del Perú rechazaran la carga del prestigioso batallón colombiano Cedeño.
También señaló la valiosa y decisiva contribución peruana en las batallas de Junín y Ayacucho,
como respuesta al reproche de que el Perú se mostraba desagradecido ante sus
“libertadores”. 9 De otro lado, los oficiales grancolombianos actuaron con salvajismo, fusilando a
un buen número de los prisioneros peruanos, y enrolando a la fuerza a otro grupo de cautivos.
Por todo ello, La Mar decidió suspender el Convenio de Girón hasta que se retiraran los
agravios y corrigieran los excesos. Aunque Bolívar calificó de “quejas de vieja” las
observaciones de La Mar, para cualquier testigo neutral sería innegable que le asistía toda la
razón al presidente del Perú.
[editar]Derrocamiento
La Mar estaba dispuesto a continuar la guerra, pero fue entonces cuando un grupo de oficiales
peruanos lo apresaron en Piura, en la noche del 7 de junio de 1829. Dichos militares portaban
una carta de Gamarra para La Mar, donde aquel le pedía su renuncia como consecuencia de la
derrota frente a Sucre. La Mar se negó a hacerlo, y de inmediato lo trasladaron al puerto
de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo embarcaron junto con el coronel Pedro Pablo
Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta llamada "Las Mercedes", con
destino a Costa Rica. Las razones que arguyó Gamarra para dar el golpe de estado fueron: el
hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era peruano
tanto por voluntad propia como de acuerdo a ley), 1 y que su elección por el Congreso había
nacido de un arreglo tramado por Luna Pizarro (lo cual es discutible).
Gamarra planeó el golpe con el apoyo del general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien en
Lima se encargó de derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano. Le
apoyaba además el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz. Estos tres personajes —
Gamarra, La Fuente y Santa Cruz— formaron una especie de triunvirato, cuyas maquinaciones
posibilitaron la caída de La Mar. 10
[editar]Destierro y muerte
La nave llevando al mandatario derrocado arribó a Puntarenas el día 23 de junio de 1829. De
inmediato La Mar pasó a San José de Costa Rica donde fue recibido con honores y desde
donde dirigió un oficio al Congreso del Perú, exponiéndole los atropellos y vejámenes a los que
había sido víctima por obra de los golpistas. Luego se trasladó a Cartago donde fijo su
residencia. Viudo y sin hijos, con la salud precaria y sin tener a ningún familiar cerca, el
abatimiento le fue minando más que la edad. Envió poder para casarse con su sobrina carnal
doña Ángela Elizalde, quien viajó en vano a reencontrarse con La Mar. El ilustre militar peruano
expiró el 11 de octubre de 1830 en la ciudad de San José, a los 52 años de edad, sumido en la
más negra melancolía. Año fatídico para los prohombres de la independencia, pues poco antes
había sido asesinado Sucre y poco después moría Bolívar.
En 1834 el presidente peruano Luis de Orbegoso inició los trámites para repatriar los restos de
La Mar, lo que entonces no llegó a realizarse. En 1843 los restos fueron entregados a un
marino alemán, Eduardo Wallerstein, quien los reclamó en nombre de la señora Francisca
Otoya, de Piura. Dicha dama conservó los restos durante tres años para finalmente entregarlos
al gobierno peruano, restos que, extrañamente, también eran reclamados por el gobierno
ecuatoriano. 11 El gobierno de Ramón Castilla organizó solemnes pompas fúnebres y depositó
el ataúd en el Cementerio General de Lima, donde se hizo un mausoleo (1847). En su honor
el Aeropuerto Mariscal Lamar de la ciudad de Cuenca, su ciudad natal, lleva su nombre.
Agustín Gamarra
Para otros usos de este término, véase Gamarra.
[editar]Minibiografía
Hijo de Fernando Gamarra, escribiente español, y de Josefa Petronila Messía, indígena de modesta
cuna, 1 nació en el Cuzco e inició sus estudios en el Colegio de San Buenaventura de los frailes
franciscanos y luego cursó Cánones en el de San Francisco. Pero abandonó la carrera religiosa y
optó por la militar, enrolándose en las filas realistas en 1809.
Concurrió a las campañas y batallas en el Alto Perú contra los ejércitos argentinos sirviendo bajo las
órdenes de José Manuel de Goyeneche, Joaquín de la Pezuela, Juan Ramírez Orozco y José de La
Serna. Actuó también en la represión de la rebelión de los hermanos Angulo y Mateo
Pumacahua (1814) y contra las guerrillas de indios del Alto Perú logrando derrotar a la Republiqueta
de Larecaja. Subió por todos los escalones inferiores hasta el grado de teniente coronel. Pero se le
involucró dos veces en conspiraciones tramadas por los patriotas y fue enviado a Lima en 1820.
Bajo las órdenes del Presidente del Perú José de La Mar participó en la Guerra contra la Gran
Colombia como Comandante general del Ejército peruano, pero ambicionó el poder y contando con
la complicidad de los generales Antonio Gutiérrez de la Fuente y Andrés de Santa Cruz, derrocó a
La Mar en plena guerra. Asumió entonces la Presidencia del Perú y acto seguido firmó la paz con
la Gran Colombia por medio del Tratado Larrea-Gual. Este primer gobierno duró de 1829 a 1833 y
se caracterizó por su autoritarismo y por su deseo de integrar Bolivia al Perú. En 1834 provocó una
rebelión de sus partidarios contra el gobierno del electo Presidente Luis de Orbegoso; derrotado,
salió desterrado a Chile.
En 1835, cuando Orbegoso y Santa Cruz pactaron para la realización de la confederación entre
Perú y Bolivia, Gamarra se opuso pero fue derrotado en la Batalla de Yanacocha, teniendo que
exiliarse nuevamente (1835). Conspiró desde Chile contra la constituida Confederación Perú-
Boliviana encabezada por Santa Cruz e integró la Segunda Expedición Restauradora dirigida por el
general chileno Manuel Bulnes. Desembarcada la expedición en el Perú, Gamarra intervino como
Director General de operaciones en la campaña militar que culminó con la derrota de los
confederados en la batalla de Yungay, tras la cual huyó Santa Cruz y finalizó la Confederación
(1839). Gamarra ejerció provisionalmente la presidencia del Perú, hasta que el Congreso reunido
en Huancayo lo ratificó como Presidente Constitucional del Perú. Este segundo mandato duró
de 1839 a 1841. Volvió a intervenir en Bolivia, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi (18
de noviembre de 1841).
[editar]Biografía ampliada
[editar]Al servicio de las armas españolas (1809-1821)
Gamarra se enroló en 1809 como cadete en el ejército realista que alistaba el general
arequipeño José Manuel de Goyeneche contra el movimiento liberal iniciado en La Paz y poco
después en Buenos Aires (1810). Pasó al Alto Perú y combatió en la batalla de Guaqui (1811),
durante la cual tuvo un comportamiento que lo hizo acreedor al grado de Subteniente. Estuvo
después bajo las órdenes del general Pío Tristán en los encuentros adversos de Tucumán (1812)
ySalta (1813); y a las órdenes del general Joaquín de la Pezuela en los triunfos
de Vilcapuquio y Ayohuma (1813).
Ostentando ya el grado de Capitán y en las filas del Regimiento N.° 1 (íntegramente formado por
cuzqueños), solicitó sumarse a las fuerzas que el general Juan Ramírez Orozco alistaba contra
el movimiento revolucionario que acaudillaron en el Cuzco los hermanos Angulo y el brigadier Mateo
Pumacahua en 1814. La expedición realista marchó desde Oruro hasta entrar victoriosamente en La
Paz y luego en Arequipa. Gamarra fue ascendido a Teniente Coronel el 7 de enero de 1815 y
concurrió luego a la batalla de Umachiri (11 de marzo de 1815), sangriento encuentro que puso
término al movimiento patriota empezado en el Cuzco.
Estando en el Alto Perú fue acusado de alentar una conspiración en el cuartel general de Tupiza,
que debía iniciarse con la prisión de los jefes españoles, para marchar luego hacia La Paz y Cuzco
al mismo tiempo que la Expedición Libertadora de San Martín llegaba a la costa peruana. No se le
pudo probar nada, y se optó por trasladarlo a Lima, junto con el temido segundo batallón del
Regimiento N.° 1, del que era jefe. Llegado a la capital (noviembre de 1820), fue despojado del
mando de su batallón y designado como ayuda de campo del virrey José de La Serna. Su
ascendente carrera militar en el ejército realista parecía acabada, pero se abría otra opción para él. 2
Fue enviado a la sierra central con la misión de formar un ejército regular en base a las montoneras
que actuaban en la región. Llegó a Jauja, pero le fue difícil cumplir su misión pues los reclutas eran
reacios a la disciplina militar. De todos modos logró la formación de dos unidades de combate: el
Batallón Leales y el Escuadrón de Granaderos del Perú. Se trasladó a Pasco, con instrucciones de
no comprometerse en acción alguna estando en desventaja, pero una avanzada de su división fue
sorprendida y derrotada por el ejército realista comandado por Mariano Ricafort, su antiguo superior
(abril de 1821).
En una segunda campaña a la sierra central sirvió como Jefe de Estado Mayor del general
argentino Juan Antonio Álvarez de Arenales, quien le comisionó sorprender al general realista José
Carratalá, quien se hallaba en el pueblo deConcepción, cerca de Jauja. Gamarra no pudo cumplir
con la misión y se retiró a Jauja, en mayo de 1821. Arenales se enfureció a tal punto con Gamarra,
que llegó incluso a pedir a San Martín su separación del ejército.
Ocupada Lima por el ejército libertador, Gamarra se trasladó a la capital donde participó del
entusiasmo generado por la Proclamación de la Independencia del 28 de julio de 1821 y estuvo
entre los galardonados con la Orden del Sol. A continuación, como Jefe de Estado Mayor, se integró
al destacamento patriota comandado por el general Pío Tristán que fue enviado hacia el sur, con la
misión de ocupar Cañete e Ica. Pero al llegar al valle de Ica fueron atacados por el ejército realista
de Canterac y sufrieron un serio revés en la batalla de la Macacona (7 de abril de 1822), a raíz de lo
cual Gamarra fue enjuiciado, siendo suspendido de la milicia por cuatro meses.
La Batalla de Ayacucho, donde Gamarra participó como Jefe de Estado Mayor del Ejército Patriota. Su
contribución militar a lo largo de la campaña fue muy importante, pues conocía la geografía del país.
En medio de la convulsión política que atravesaba el Perú, José de la Riva Agüero fue nombrado
Presidente de la República, a instigación de un grupo de jefes del ejército patriota (entre ellos
Gamarra) amotinados en Balconcillo. Gamarra rechazó el ministerio de Guerra que le ofreció Riva
Agüero; en cambio fue ascendido a General de Brigada (8 de abril de 1823) y partió junto con el
general Andrés de Santa Cruz a la Segunda Campaña de Intermedios, contra los realistas del Alto
Perú, que duró de mayo a septiembre de 1823 y concluyó sin resultado positivo para los patriotas.
Como Prefecto realizó una labor encomiable, pues sofocó inmediatamente la resistencia que aún
intentaban oponer algunos oficiales realistas. Se preocupó además por incentivar la agricultura y por
mejorar los servicios asistenciales y de la Casa de la Moneda.
Tras el retiro de Bolívar y la caída del régimen vitalicio en el Perú (1827) se mantuvo en la
Prefectura y en el mando del poderoso ejército del sur, al servicio del gobierno del mariscal José de
La Mar. Fue elegido diputado por Lampa alCongreso General Constituyente de 1827.
En Bolivia aún subsistía el régimen vitalicio o bolivariano, con el mariscal Sucre a la cabeza, lo cual
significaba un grave peligro para la frontera peruana del sur. A fines de 1827 varios motines
ocurrieron en Bolivia en contra de la dominación colombiana, siendo todos sofocados. Pero otro
ocurrido en la ciudad de Chuquisaca el 18 de abril de 1828 tuvo mejor éxito. Al intentar sofocarlo,
Sucre fue herido en el brazo derecho y obligado a buscar refugio, viéndose obligado a delegar el
mando en el general José María Pérez de Urdininea, Presidente del Consejo y Ministro de Guerra.
Una reunión pública realizada ese mismo día en la Universidad de Chuquisaca acordó llamar al
general Gamarra y a las tropas peruanas apostadas en la frontera, las que inmediatamente
penetraron en Bolivia cruzando el Desaguadero (1 de mayo). Gamarra manifestó entonces que su
propósito era poner orden en el país, amenazado por la anarquía, y evitar que se atentara contra la
vida del mariscal Sucre. En realidad llegó con la intención de poner punto final a la dominación
colombiana en Bolivia, pese a no contar con la autorización del Presidente La Mar ni del Congreso
peruano.
El avance del ejército peruano en Bolivia no tuvo mayor inconveniente. La mayoría del ejército
boliviano hizo causa común con Gamarra, y sólo una pequeña parte le presentó oposición. Gamarra
ocupó La Paz, Oruro, Chuquisaca, y posteriormente Potosí y Cochabamba. El general Urdininea se
avino a llegar a un acuerdo con el jefe peruano, firmándose el Tratado de Piquiza (6 de
julio de 1828) en el cual se acordó, entre otras cosas, la salida de todos los extranjeros del territorio
boliviano, tanto tropas auxiliares colombianas como aquellos otros extranjeros que hubieran tomado
parte activa en la política boliviana; también se dispuso la reunión de un Congreso en Chuquisaca
para admitir la dimisión de Sucre y nombrar un gobierno provisional. Desde entonces Gamarra fue
conocido como el Mariscal de Piquiza. Este suceso daría lugar a una fuerte enemistad entre Sucre y
Gamarra y el empeoramiento de las relaciones entre el Perú y la Gran Colombia.
El 3 de junio de 1828 Bolívar lanzó una violenta proclama contra los peruanos y un mes después
declaró la guerra al Perú. El Presidente La Mar aceptó el reto, y con la autorización del Congreso se
puso en campaña movilizando hacia el norte el ejército y la marina peruanas.
La guerra fue pues, terrestre y marítima. En el mar, contando el Perú con superioridad indiscutible,
la armada peruana al mando de Martín Jorge Guisse bloqueó la costa grancolombiana
entre Machala y Panamá y luego atacó y ocupóGuayaquil pereciendo heroicamente Guisse en el
asalto. 4
La campaña terrestre no tendría el mismo resultado. La Mar, al mando de las tropas peruanas (el
llamado Ejército del Norte), estableció su cuartel general en Piura, y luego avanzó hacia Loja en
busca del ejército grancolombiano que mandaba Sucre. Otra parte del ejército peruano proveniente
del sur del Perú y al mando del mariscal Gamarra (llamado Ejército del Sur) avanzó también sobre el
territorio grancolombiano. La Mar asumió la dirección suprema de la guerra y Gamarra fue
designado Comandante general del ejército. El objetivo inmediato que se propusieron ambos fue la
ocupación de Cuenca. Los dos jefes peruanos no coordinaron bien sus movimientos y Sucre,
actuando con su característica habilidad, en la madrugada del 13 de febrero de 1829 sorprendió el
parque de artillería peruano en el pueblo de Saraguro y lo destrozó.
A continuación Sucre, al frente del grueso de su ejército (unos 4,000 hombres), logró derrotar a una
división de vanguardia del ejército peruano (unos 1,000 soldados) en el lugar denominado Portete
de Tarqui, cerca de Cuenca (27 de febrero de 1829). 5 Fue un revés para los peruanos pero no una
derrota decisiva, al no producirse un encuentro o batalla campal entre ambos ejércitos, que se
aferraron a sus posiciones.6
Hay serios indicios para suponer de que detrás de estos “reveses” del ejército peruano estuvo la
mano oculta de Gamarra, quien, aliado con los generales Andrés de Santa Cruz y Antonio Gutiérrez
de la Fuente buscaba, no la derrota de los grancolombianos, sino la caída de La Mar, sobreponiendo
sus intereses subalternos a los de su patria. La Fuente, que estaba en Arequipa con un ejército y
con orden de marchar a la frontera grancolombiana, jamás llegó al teatro de operaciones. Por su
parte Santa Cruz se hallaba entonces como Embajador en Chile y poco después pasó a ocupar la
Presidencia en Bolivia, desde donde maquinó planes para realizar el proyecto de una Confederación
con el Perú. 7
En cumplimiento del Convenio, el ejército peruano se retiró a Piura, pero la guarnición peruana de
Guayaquil se negó a desocupar el puerto, hasta que el Congreso peruano aprobara dicho Convenio.
Luego, debido a excesos cometidos por los colombianos (fusilamiento de prisioneros, así como
agravios verbales inferidos al Perú y consignados en el parte y en el decreto de premios para los
vencedores de Tarqui que expidió Sucre), el Presidente La Mar suspendió la ejecución del Convenio
hasta que no se dieran los desagravios correspondientes; de lo contrario hizo saber que estaba
dispuesto a proseguir la guerra. 11 Pero en la noche del 7 de junio de 1829 una conspiración de los
jefes del ejército peruano en Piura dirigidos por Gamarra depuso a La Mar y lo obligó a embarcarse
para Costa Rica.12 Simultáneamente en Lima, Antonio Gutiérrez de la Fuente, cómplice de Gamarra,
derrocaba al encargado del mando Manuel Salazar y Baquíjano y asumía el poder con el título de
Jefe Supremo.
Gamarra, ya como Jefe del Ejército del Norte, firmó el 10 de julio de 1829 el armisticio con la Gran
Colombia, por el cual se estipulaba la supresión de las hostilidades por 60 días, la supresión del
bloqueo de la costa ecuatoriana y la entrega de Guayaquil. Finalmente, se firmó la paz entre el Perú
y la Gran Colombia por el Tratado Larrea - Gual (22 de septiembre de 1829). La Gran Colombia,
antecedente de la República del Ecuador, respetó entonces los derechos del Perú sobre los
territorios de Tumbes, Jaén y Maynas, a los cuales jamás consideró «territorios grancolombianos». 13
General Antonio Gutiérrez de La Fuente, gran amigo y aliado de Gamarra, a quien sirvió como vicepresidente y
En Lima, La Fuente no quiso conservar el poder y renunció ante el Congreso. Éste, por votación,
nombró Presidente Provisorio de la República al Mariscal Gamarra y la Vicepresidente a La Fuente
(1º de septiembre de 1829). Se convocaron luego a las primeras elecciones populares del Perú.
Gamarra obtuvo más de la mayoría absoluta de los colegios electorales de provincia exigidos por la
Constitución y fue proclamado Presidente Constitucional por el Congreso, el 19 de
diciembre de 1829.14
El gobierno de Gamarra quiso ser lo opuesto al de La Mar, que había sido un esfuerzo
constitucionalista. Gamarra dejó de lado la Constitución de 1828, pues no lo satisfizo por las
limitaciones que establecía al Poder Ejecutivo. Instauró un gobierno autoritario y conservador.
Gamarra logró a duras penas terminar su gobierno constitucional. Tuvo un carácter muy activo por lo
que se ausentó varias veces de la capital para sofocar las varias rebeliones y levantamientos que
ocurrieron en diversas partes del país. Durante esas expediciones dejaba la presidencia en manos
de sus vicepresidentes o encargados de gobierno, el primero de los cuales, Antonio Gutiérrez de la
Fuente, manifestó también su carácter autoritario y comenzó a ganarse la enemistad de la cúpula
política limeña. La Fuente terminó por ser expulsado de Lima tras un motín que estalló en la capital,
promovido por la esposa de Gamarra, la famosa Mariscala.
Conforme pasaba el tiempo, la oposición liberal al gobierno se robusteció más y los miembros
del Congreso hicieron sentir su protesta. Fue Francisco de Paula González Vigil, sacerdote tacneño,
quien hizo la más severa crítica al régimen autoritario de Gamarra, culminando su argumentación
con las célebres palabras: «Yo debo acusar, yo acuso». En su elocuente discurso, Vigil denunció los
actos ilegales y las arbitrariedades en que había incurrido el régimen de Gamarra. 15 Con estas
acusaciones, el gobierno se desprestigió aún más. El Congreso se clausuró a fines de 1832.
Se firmó en Guayaquil el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre el Perú y la Gran Colombia,
entre el representante peruano José de Larrea y Loredo y el colombiano Pedro Gual, por lo que
se le conoce también como Tratado Larrea - Gual (22 de septiembre de 1829). La Gran
Colombia respetó los derechos del Perú sobre Tumbes, Jaén y Maynas, y a su vez el Perú
desistió de reclamar Guayaquil. Las fronteras quedaron pues, tal como estaban antes de
estallar la guerra.
En 1830 surgió como estado independiente la República del Ecuador, tras la disolución de
la Gran Colombia. La flamante república se erigió sobre la base de los territorios de la
antiguaAudiencia de Quito, más Guayaquil. Por entonces no hizo reclamos sobre Tumbes, Jaén
y Maynas, que pertenecían al Perú de manera indiscutible en base al principio del Uti
Possidetisy el principio de la libre determinación de los pueblos. El primer tratado celebrado
entre el Perú y Ecuador fue el Tratado Pando - Novoa, suscrito el 12 de julio de 1832 por el
ministro de gobierno y relaciones exteriores del Perú, José María Pando, y el ministro
plenipotenciario de Ecuador, Diego Novoa. Su artículo 14 reconocía y respetaba los límites
vigentes entre ambas naciones.
En 1831 Gamarra quiso declarar la guerra a Bolivia pero el Congreso se opuso. Entonces
decidió entablar negociaciones con dicho país. Los representantes de ambos países, el
peruano Pedro Antonio de La Torre y el boliviano Miguel María Aguirre se reunieron en Tiquina
(frontera peruano-boliviana), firmando un Tratado preliminar de paz (25 de agosto de 1831), en
el que se acordó el retiro de ambos ejércitos de la frontera y la disminución de sus efectivos.
El 8 de noviembre de 1831, los mismos
Francisca Zubiaga y Bernales más conocida como "La Mariscala", esposa de presidente Gamarra.
Se tomó medidas para regularizar el cobro de las contribuciones, especialmente del ramo de
patentes que no habían sido hecho efectivas desde el año 1822.
Se inauguró el muelle del Callao y se abrió al comercio marítimo el puerto de Cerro Azul.
Se fundó en 1830 el Colegio Militar, cuyo director fue el coronel Manuel Ignacio de Vivanco,
pero no tuvo larga vida pues fue clausurado en 1834.
Descontento por la elección de Orbegoso, Gamarra quiso imponer a toda costa a su candidato
Bermúdez, y azuzó a sus partidarios a hostilizar al nuevo gobierno. El 3 de enero de 1834 Orbegoso
se refugió en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao, y al día siguiente Bermúdez se proclamó en
Lima Jefe Supremo de la República, desconociendo el gobierno de Orbegoso pues a su juicio su
elección había sido ilegal. Estalló así la guerra civil. Los rebeldes sitiaron la fortaleza del Callao. El
pueblo de Lima no simpatizó con los gamarristas y ayudó a los sit iados. Al no lograr tomar la
fortaleza chalaca, Bermúdez y su gente decidieron partir a la sierra, pasando por Lima. Junto con
ellos iba la esposa de Gamarra, la célebre Mariscala. Fue entonces cuando el pueblo limeño se alzó
en armas, en la memorable jornada cívica del 28 al 29 de enero de 1834, y repelió a los gamarristas.
La Convención Nacional otorgó a Orbegoso amplias facultades para finalizar la guerra civil, incluso
le autorizó a pedir la cooperación extranjera.
Los gamarristas se adentraron en la sierra central, siendo perseguidos por Orbegoso, quien sufrió
una derrota en Huaylacucho. En Arequipa, el general Domingo Nieto se alzó en defensa del orden
constitucional, pero fue vencido por el general Miguel de San Román, partidario de Gamarra. Sin
embargo la guerra finalizó cuando ambos bandos se amistaron en el llamadoAbrazo de
Maquinhuayo, al norte de Jauja (24 de abril de 1834). Los rebeldes depusieron las armas y
reconocieron el gobierno de Orbegoso.
Gamarra, que se encontraba en Arequipa, sufrió el rechazo de la población arequipeña y emigró con
destino a Bolivia, mientras su esposa, la Mariscala, se fue a Chile, donde murió poco después.
Una de las ideas que obsesionaba más a Gamarra era la anexión de Bolivia. Compartía esta
inquietud con Santa Cruz. Sin embargo, mientras Santa Cruz pensaba en la creación de un
estadofederado, Gamarra pensaba en la vuelta de Bolivia al Perú, de donde se había separado
luego de declarar su independencia en el Congreso de Chuquisaca, en el año de 1825.
Cuando el general Felipe Santiago Salaverry se rebeló contra del gobierno de Orbegoso y se
proclamó Jefe Supremo del Perú (1835), Santa Cruz y Gamarra (que se hallaba en Bolivia) vieron la
ocasión propicia para realizar sus planes mancomunadamente y se pusieron de acuerdo en la
creación de una República compuesta del Perú y Bolivia, dividida en tres estados: Norte, Centro y
Sur, con el nombre de República del Perú y con pabellón peruano. Siguiendo estos planes y sin
esperar a firmar un acuerdo formal con Santa Cruz, Gamarra cruzó la frontera del Desaguadero e
ingresó al Perú, ocupando las ciudades de Puno y Cuzco, zonas donde contaba con numerosos
partidarios.
Entonces Orbegoso (que se encontraba en Arequipa), haciendo uso de una autorización del
Congreso dada durante la guerra civil de 1834, pidió ayuda a Santa Cruz. Éste, dejando de lado a
Gamarra, respondió al llamado de auxilio y firmó un pacto con Orbegoso (15 de junio de 1835).
Cinco mil bolivianos cruzaron la frontera y Orbegoso delegó el mando en el caudillo boliviano. La
razón por la que Santa Cruz incumplió los compromisos acordados con Gamarra, fue, al parecer,
por la desconfianza que sentía hacia éste. Llegó incluso a negar la existencia de un pacto con
Gamarra. 17 .
Ante la unión de Orbegoso y Santa Cruz, Gamarra y Salaverry sumaron entonces fuerzas contra la
invasión boliviana. El tratado de alianza entre estos dos últimos se firmó el 27 de julio de 1835.
Gamarra fue el primero que se enfrentó con Santa Cruz, su antiguo aliado, pero fue derrotado en
la batalla de Yanacocha (13 de agosto de 1835).
Gamarra logró escapar y poco después recibió la orden de Salaverry de dirigirse a Lima, para
encargarse de la presidencia del Consejo de Estado (12 de septiembre de 1835). Arribó a la capital,
pero rechazó el mando que se le otorgaba. Entonces, por orden de Salaverry (que se hallaba en
Pisco), las autoridades de Lima tomaron prisionero a Gamarra y lo deportaron a Costa Rica. Se dice
que Salaverry no dio la orden de su fusilamiento, pues contaba con que, en caso de sucumbir,
Gamarra le reemplazara como caudillo en la lucha contra Santa Cruz. En Costa Rica, Gamarra
lanzó un manifiesto exhortando a sus compatriotas a seguir luchando bajo el mando de Salaverry. 18 .
Eliminado Gamarra, quedaron frente a frente Santa Cruz y Salaverry. Con la derrota y fusilamiento
de este último, Santa Cruz pudo al fin establecer la Confederación Perú-Boliviana (1836).
Mientras tanto Orbegoso, como Presidente del Estado Nor-Peruano, se había separado de la
Confederación y quiso oponerse al avance de los restauradores. Se produjo la batalla de Portada de
Guías, en las afueras de Lima, el 21 de agosto de 1838, donde fueron derrotados los orbegosistas,
debido a su inferioridad numérica. Este resultado abrió las puertas de Lima a los restauradores.
Gamarra tomó el poder y fue proclamado como Presidente provisional del Perú, en sesión
de Cabildo Abierto del 25 de agosto de 1838. Pero en noviembre de ese año los restauradores
tuvieron que abandonar la capital, que volvió a poder de los confederados.
Gamarra retornó triunfalmente a Lima el 24 de febrero de 1839 y fue confirmado como Presidente
provisional. Un objetivo prioritario que se trazó fue dar al país una nueva Constitución Política, para
lo cual convocó a un Congreso General en la ciudad de Huancayo; no lo hizo en Lima pues aún se
hallaba el ejército chileno en víspera de repatriarse.
Durante este segundo gobierno, que marcó el inicio de un período conocido como la Restauración,
Gamarra siguió los mismos lineamientos del primero, es decir, fue autoritario y conservador, ya que
así lo exigían las circunstancias, luego de varios años de guerra civil. Enfrentó el reto de pacificar el
país, teniendo que enfrentar la «revolución regeneradora» que en Arequipa encabezó Manuel
Ignacio de Vivanco autoproclamado Jefe Supremo (1841). Para combatirlo fue enviado el ministro
de guerra Ramón Castilla, quien después de sufrir una derrota en Cachamarca, triunfó sobre los
vivanquistas en Cuevillas. Vivanco huyó a Bolivia. 20
Convocó el Congreso General de Huancayo, que se instaló el 15 de agosto de 1839 y que tras
tres meses de debate promulgó la Constitución Conservadora de 1839 o Constitución de
Huancayo, que regiría el país hasta 1854. Frente a las Constituciones liberales anteriores
(1823, 1828, 1834) que debilitaban la autoridad del Poder Ejecutivo pretendiendo subordinarlo
al Legislativo, la Constitución de Huancayo fue a un robustecimiento de la autoridad del
Ejecutivo. Aumentaba el mandato presidencial a 6 años y suprimía el régimen municipal. 21
El 4 de mayo de 1839 inició su publicación en Lima el diario El Comercio, fundado por el chileno
Manuel Amunátegui y su socio Alejandro Villota, con el lema «Orden, libertad, saber». Se
convirtió en el periódico más importante del país y subsiste hasta la actualidad.
Durante esta época tuvo auge la corriente costumbrista en la literatura peruana con Felipe
Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura como máximos exponentes. Pardo satirizó las
costumbres políticas y sociales de entonces burlándose de sus enemigos, los liberales, y
Segura satirizó las costumbres de la clase media y el caudillaje militar. En la pintura
costumbrista sobresalió el mulato Pancho Fierro.
[editar]Invasión a Bolivia y muerte
La Batalla de Ingavi y muerte de Gamarra. Óleo anónimo del Museo Nacional de Historia de Lima. Sala La
República.
Gamarra inició una nueva guerra contra Bolivia (que entonces se hallaba sumida en luchas
intestinas) con el propósito de someterla al Perú, o por lo menos incorporar solo eldepartamento de
La Paz. Para justificarse, arguyó una serie de razones, como el hecho de que aún actuaban en
Bolivia los partidarios de Santa Cruz, quien por entonces se hallaba desterrado en el
Ecuador. 23 Declarada la guerra, el ejército peruano acantonado en Puno invadió Bolivia, avanzando
por Huancané, Moho y Sorata, y el 19 de octubre de 1841 ocupó La Paz, en donde acampó. Los
bolivianos dejaron de lado sus disputas políticas y se congregaron en torno del general José
Ballivián, pasando a la ofensiva. El 18 de noviembre de 1841 ambos ejércitos se encontraron en la
llanura de Ingavi, al este de La Paz. Se dice que Gamarra, al ver que en el cielo destacaban los
colores del arco iris, en tono de presagio dijo: «Si fuera romano aplazaría la batalla, porque miro
reflejados en el cielo los colores de Bolivia». Pero ordenó el ataque, y a poco de empezada la
refriega cayó mortalmente herido, 24 víctima de dos balas bolivianas: una le dio en la parte interior del
hombro derecho y otra en el cuello del mismo lado. 25 El encuentro finalizó con la derrota de los
peruanos, tras cincuenta minutos de feroz lucha. La derrota peruana se explica, en parte, por la
indisciplina y la falta de unidad en el comando. Para Bolivia, esta batalla tiene un significado
especial, pues con ella se selló definitivamente su independencia. Así murió «el hombre que tanto
había trabajado en contra de Bolivia. Cuando en 1828 pudo deshacer a esa República, no quiso.
Cuando quiso y pudo en 1831, no lo dejaron sus propios compatriotas. Cuando quiso en 1841, no
pudo y lo mataron». 26
Los restos de Gamarra, profanados por los vencedores, fueron transportados de Bolivia a Lima
en 1849 con gran solemnidad y colocados en la Catedral de Lima para luego ser enterrados en un
mausoleo del Cementerio Presbítero Maestro. Con motivo de las exequias de este
caudillo, Bartolomé Herrera dio un célebre sermón, que fue un “llamado al orden” al país (4 de
enero de 1842).
Tras la muerte de Gamarra, el Perú entró en el período conocido como la «Anarquía Militar», que se
prolongaría hasta 1845.