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LA TIERRA ORGANICA
La tierra es algo vivo, en ella habitan millones de organismos y microorganismos que trabajan
continuamente, ayudando a producir los nutrientes que sirven de alimento a las plantas. Por esto
se llama tierra orgánica o humus. La tierra orgánica es la unión de una parte mineral, inerte, que
son los restos de rocas que se han ido desintegrando hasta formar partículas de arcilla, limos y
arenas, y la materia orgánica, son los restos de animales y vegetales (pastos, ramas, huesos, etc.)
que son transformados en humus gracias a la acción de los organismos y microorganismos
(bacterias, hongos, etc.) que viven en el suelo.
Repetir un mismo cultivo año tras año provoca el agotamiento de ciertos nutrientes.
Asimismo el uso continuo del suelo sin reponer la fertilidad que las plantas consumen,
termina empobreciéndolo. Para evitar esto, en la huerta orgánica recurriremos a las
rotaciones y a los abonos.
Los suelos desnudos también corren serios riesgos de desgastarse por efecto del impacto
de las gotas de agua o el viento. Una fuerte lluvia, por ejemplo deshará el suelo en partículas
pequeñas. Estas, al salir el sol y secarse taponan la superficie de la tierra y dificultan el
crecimiento de las plantas. El viento, por su parte, barre la capa superficial de la tierra que
es la más valiosa. Estos efectos negativos se evitan manteniendo los tablones siempre
sembrados o protegidos con mantillo.
Para obtener cosechas sanas y abundantes hay que cuidar la tierra, y poner en marcha una
serie de medidas. Para cumplir con este cometido, durante todo el año hay que “proteger”
y “alimentar” a la huerta.
La fertilidad de la tierra se asegura por dos caminos: Las rotaciones de plantas reponedoras
de fertilidad y la colocación de abonos de superficie, verdes y compuestos.
Las rotaciones son importantes porque no todas las plantas se comportan de la misma
manera con la tierra, cada especie extrae determinados nutrientes, y deja otros.
Conociendo las preferencias de cada una de ellas se puede mejorar y aumentar la fertilidad
de la tierra. Con una adecuada rotación de plantas no sólo se conserva la fertilidad, sino que
también se puede prevenir el ataque de plagas y enfermedades.
Conocer el suelo siempre es muy importante. Vamos a ver las características principales en relación
al huerto y cómo se puede mejorar de cara al cultivo de hortalizas.
Lo mejor que se puede hacer es aportar materia orgánica, tanto al iniciar a cultivar una tierra como
año tras año. Entre los abonos orgánicos tenemos: estiércol, mantillo, compost casero, turba, guano,
humus de lombriz, etc. Todos ellos sirven para:
Esponjar al terreno.
Para que retenga más agua.
Para aportar nutrientes a las plantas como Nitrógeno, Fósforo, Magnesio, etc., cuando lo
descompongan los microorganismos del suelo y se liberen. Entre otros beneficios.
Procedimiento
Se preparan las camas del largo que se quiera pero el ancho debe ser de 1 metro.
Se pica el suelo, se mulle o se deja fino para la siembra y se nivela la cama todo en seco.
Se aplica la cal en polvo al voleo y en seco a razón de 0.5 Kg. por m2.
Se incorpora la cal hasta una profundidad de 6 pulgadas ya sea con azadón y nivele
nuevamente la cama o banco. Inmediatamente después de la nivelación se riega la cama o
banco profusamente con agua fresca no hervida hasta capacidad de campo sin provocar
escorrentía.
Cinco días después ya puede nuevamente remover la cama y hasta entonces siembre la
semilla.
Otro recurso local y abundante que ha demostrado su eficacia es la ceniza. Normalmente, es muy
usada por pequeños productores. La dosis de ceniza a utilizar en un semillero es de 0.5 Kg. por m2.
El procedimiento es aplicarla al voleo después de que han pasado 4 días de la aplicación de cal y/o
al momento de hacer la siembra de la semilla de cebolla.