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LA GUERRA Y LA PAZ: REFLEXIONES PARA EL POSTCONFLICTO EN COLOMBIA

nes como conflictos desestructurados. En este sentido podríamos hablar de


conflictos civiles estructurados y conflictos civiles desestructurados.
Conflictos civiles estructurados: en este caso hablamos de conflictos
caracterizados por una perfecta disciplina en las prácticas de la hostilidad,
hay una línea de mando y esta se respeta. Que es lo que en términos idea-
les buscaría el CICR para el respeto del DIH. Sin embargo, a medida que el
conflicto se perpetua y se aumenta el número de personas pertenecientes
a los grupos armados, las cadenas de mando cada vez se hacen más largas
y menos eficientes.
Conflictos civiles desestructurados: en términos del CICR “ese tipo
de conflicto se caracteriza, ante todo, por el debilitamiento, incluso por
la desaparición de la cadena de mando en los propios grupos armados.”
(CICR, 2009). En estos casos, esa desaparición de la cadena de mando pue-
de aparecer en uno o más de los grupos armados, siendo el más peligroso
de estos casos cuando el debilitamiento es en las estructuras estatales, ge-
nerando condiciones propicias para una escalada de violencia que lleva a
consecuencias desastrosas.
Este tipo de desarticulación produce a veces la aparición de otros
actores en el conflicto, como es el caso en Colombia de las autodefensas o
facciones de las fuerzas armadas legalmente reconocidas que buscan tomar
justicia por cuenta propia.

El conflicto en Colombia
A la luz de las anteriores reflexiones, se puede evidenciar que Co-
lombia desafortunadamente ha padecido de todas las diferentes formas de
conflictos; desde los no armados, pues las cifras de violencia intrafamiliar
son una realidad alarmante. Hasta los conflictos armados, que depende del
periodo de estudio se puede decir que hemos tenido CAI y CANI. Siendo
éstos últimos los que predominan desde hace más de 50 años.
Es por esto por lo que la realidad de la construcción de paz en el país
ISBN: 978-980-427-091-8

debe partir del reconocimiento de la complejidad de los mismos conflictos


que tiene Colombia, porque desafortunadamente luego de más de 5 déca-
das que duro el último conflicto armado, los actores tienen interiorizado y
hasta moralmente aceptado su comportamiento beligerante. En otras pa-
labras, han pasado por lo menos dos generaciones que su costumbre fue
vivir en angustia por las tácticas de combate de los grupos armados ha
punto que aprendieron a sobrellevar esta realidad y para algunos actores

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