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INTRODUCCIÓN
El extremo sin cuerpo del espectro está representado por lo que es esencialmente una
perspectiva cognitiva clásica en la que las experiencias sensoriomotoras no están
involucradas en el procesamiento cognitivo. De acuerdo con esta perspectiva, las
experiencias sensoriomotoras pueden estar involucradas en el aprendizaje temprano de los
bebés, pero con el desarrollo, el papel de la experiencia sensoriomotora se vuelve
progresivamente menos importante a medida que el procesamiento cognitivo implica una
manipulación de símbolos más abstracta (para un tratamiento más extenso de esto y las
siguientes perspectivas, ver Meteyard et al. 2012).
Avanzando a lo largo del espectro, las teorías incorporadas débiles proponen que las
experiencias sensoriomotoras pueden ser beneficiosas durante la adquisición del concepto,
pero no siempre son necesarias. Según las teorías incorporadas débiles, después del
aprendizaje inicial, la información sensoriomotora puede no ser necesaria, ya que las
representaciones se abstraen de la experiencia y se organizan para formar conocimiento
conceptual (Gennari 2012). Dove (2011) propuso que, si bien la experiencia
sensoriomotora previa puede contribuir a la representación de conceptos concretos, dicha
experiencia es menos aplicable a las representaciones de conceptos abstractos. Dove
propuso que los conceptos abstractos se basan en la experiencia previa con el lenguaje y los
símbolos lingüísticos. En una línea similar, Pulvermüller y Garagnani (2014) sugirieron
que los diferentes tipos de procesamiento cognitivo implican diferentes grados de
realización. Desde una perspectiva de desarrollo, una teoría incorporada débil propone
que, en algunas situaciones, la experiencia sensoriomotora puede estar involucrada en el
desarrollo conceptual, pero los niños también pueden aprender nueva información por
otros medios, por ejemplo a través de asociaciones con palabras y conceptos ya conocidos
(Howell et al. 2005 ).
La noción de que las experiencias sensoriomotoras continúan siendo una parte integral del
procesamiento cognitivo a lo largo de la vida está respaldada por la evidencia de que los
adultos usan la información sensoriomotora obtenida a través de su experiencia con el
mundo para simular el significado implícito en palabras y oraciones (por ejemplo,
movimiento implícito (Glenberg y Kaschak 2002), orientación a objetos (Stanfield y Zwaan
2001), posibilidades de objetos (Myung et al. 2006). De manera similar, hay evidencia de
que el procesamiento del lenguaje de los niños se ve facilitado por la experiencia
sensoriomotriz previa. Al igual que los adultos, los niños construyen simulaciones
perceptivas durante la comprensión del lenguaje (p. Ej. , orientación a objetos (Engelen et
al. 2011)). Los niños también usan el conocimiento de cuán fácilmente pueden interactuar
con el referente de una palabra para construir simulaciones ricas que faciliten el
procesamiento del lenguaje (por ejemplo, interacción cuerpo-objeto (BOI); Inkster et
al.2016; Siakaluk et al.2008; Wellsby y Pexman 2014b) .Estos estudios sugieren que una
vez que los niños hayan tenido suficiente experiencia de vida interactuando con referentes
de palabras, pueden acceder a esta información sensoriomotora cuando leen palabras; Los
conceptos que permiten interacciones fáciles tienen representaciones más ricas, que a su
vez facilitan el nombramiento de palabras más rápido y / o más preciso.