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ENFERMERÍA
ESPECIALISTA EN
ICTUS
Módulo 5
Cuidados neurocríticos:
Cardiopatías
Autor:
Dr. Thomas Luiz y Dieter Lerner
2015
Actualizado por:
Gilbert Steinfurth
2016
PÁGINA
2 Monitorización hemodinámica 5
2.1 Determinaciones de la presión arterial 5
2.2 Evaluación del pulso y el ECG 8
4 Parada cardíaca 24
4.1 Preparación 24
4.2 Diagnóstico 25
4.3 Algoritmo de la RCP intrahospitalaria 25
4.4 Reanimación cardiopulmonar básica y desfibrilación externa automática 26
4.5 Reanimación cardiopulmonar avanzada 30
5 Control de la hipertensión 33
5.1 Control de la presión arterial en los pacientes con ictus en los que se considera la
trombólisis 33
5.2 Control de la presión arterial en los pacientes con ictus isquémicos en los que no se
considera la trombólisis 33
5.3 Control de la presión arterial en pacientes con hemorragia intracerebral 34
5.4 Control de la presión arterial en pacientes con hemorragia subaracnoidea 34
5.5 ¿Qué fármacos se deben utilizar? 35
6 Control de la hipotensión 37
6.1 Hipotensión arterial durante el ictus isquémico en la fase aguda 37
7 Choque 38
7.1 Tipos de choque, cambios hemodinámicos e intervenciones 38
7.2 Choque hipovolémico 39
7.3 Choque cardiógeno 41
7.4 Choque neurógeno 41
7.5 Choque anafiláctico 42
7.6 Choque séptico 45
8 Autoevaluación 46
9 Literatura médica 47
10 Referencias 47
La perfusión de los tejidos depende de que exista una presión sanguínea suficiente en la aorta
(véase la figura 1). Esta presión está determinada por el producto de dos factores: el gasto
cardíaco y la resistencia periférica. El gasto cardíaco (GC) es la cantidad de sangre expulsada
del ventrículo izquierdo por unidad de tiempo, habitualmente por minuto de tiempo. Estará
determinado por la frecuencia cardíaca y por el volumen sistólico en reposo. El GC en el adulto
es de aproximadamente 4,6-5 l/min.
Los factores que influyen en la frecuencia cardíaca son, entre otros, la actividad de los
barorreceptores, la fiebre, la perfusión de los centros respiratorio y circulatorio, el aumento de
la presión intracraneal y los valores de oxígeno y dióxido de carbono en sangre. El volumen
sistólico (VS) es la cantidad de sangre expulsada por el ventrículo izquierdo en una
contracción. Resulta afectada por la frecuencia cardíaca, la contractilidad miocárdica, la
precarga y la poscarga. En reposo, el VS es de aproximadamente 70 ml o >55 % del volumen
telediastólico. La resistencia periférica es la fuerza que ejercen los vasos contra el flujo
sanguíneo, es decir, que depende del grado de dilatación o de constricción.
La presión arterial (PA) es la fuerza ejercida por el volumen circulante de sangre sobre las
paredes de las arterias. Los cambios del gasto cardíaco o de la resistencia periférica pueden
afectar a la presión arterial. La presión arterial normal varía, pero el valor ideal se sitúa en
120/80 mmHg y el límite de la normalidad de 140/90 mmHg. La presión arterial sistólica se
genera por la fuerza y el volumen de sangre expulsado por la contracción ventricular hacia la
circulación general. La presión arterial diastólica está relacionada con el tono de los vasos
sanguíneos. La presión arterial media (PAM) es la lectura promedio de la presión, que puede
constituir un indicador útil de la perfusión aproximada a los órganos esenciales, como el
cerebro o los riñones. La PAM está considerada como uno de los principales criterios de
valoración terapéutico en pacientes con sepsis.
La presión de perfusión cerebral (PPC) se define como la diferencia entre la presión intracraneal
(PIC) y la presión arterial media (PPC = PAM - PIC). Es el determinante esencial de la perfusión
del tejido cerebral. El rango normal de la PPC es de 70 a 90 mmHg. En sujetos sanos, la
autorregulación cerebral se debe mantener constante dentro de un amplio rango de PAM (50–
150 mmHg). Sin embargo, en pacientes con lesiones intracraneales, como ictus isquémicos o
traumatismos craneoencefálicos graves, la autorregulación cerebral está gravemente alterada. En
consecuencia, la perfusión cerebral está directamente relacionada con la PAM y los cambios
significativos en la presión arterial sistémica, especialmente la hipotensión grave, pueden
contribuir considerablemente al daño cerebral secundario en pacientes con ictus.
resistencia
periférica gasto cardíaco
contractilidad
precarga poscarga
miocárdica
• • • NICO®
valuación de la frecuencia onitorización de la presión
respiratoria •
venosa central (PVC)
iCCO
•
valuación del pulso y el ECG •
onitorización de la presión
• intraarterial
valuación de la perfusión
cerebral •
• onitorización de la presión de la
valuación de la perfusión arteria pulmonar
cutánea
•
valuación de la diuresis
•
eterminaciones de la presión
arterial mediante
esfigmomanómetro o por
oscilometría
2.1.1 Introducción
La presión arterial es un parámetro dinámico que puede oscilar significativamente y con
consecuencias clínicas. La elevación de la presión arterial es frecuente durante el ictus
isquémico en la fase aguda. En pacientes con antecedentes de hipertensión, la presión arterial
es a menudo más alta que en aquellos que no tenían hipertensión anteriormente. En la fase más
precoz del ictus isquémico, los valores de la presión arterial suelen ser muy elevados. Por el
contrario, los pacientes con insuficiencia cardíaca subyacente o hipovolemia grave pueden
presentar hipotonicidad.
Por lo general, los valores elevados de la presión arterial disminuyen de manera espontánea en
el transcurso del ictus isquémico, habitualmente a partir de 90 a 120 minutos después del inicio
de los síntomas del ictus. Desde un punto de vista fisiopatológico, la hipertensión arterial
moderada en el ictus isquémico en la fase aguda podría ser una ventaja, al mejorar la perfusión
del tejido isquémico. Por otro lado, la hipertensión no controlada puede contribuir a la
encefalopatía hipertensiva, al edema cerebral y a la transformación hemorrágica del tejido
isquémico, así como a complicaciones cardíacas potencialmente mortales, como el edema
pulmonar o la insuficiencia renal.
Posición del brazo: el brazo se debe colocar en posición horizontal, a la altura del corazón. La
colocación incorrecta durante la lectura puede dar lugar a errores de hasta el 10 %.
Arritmias cardíacas: las arritmias, como la fibrilación auricular o las extrasístoles, pueden
distorsionar o impedir la determinación de la PA, especialmente en el caso de medidas
oscilométricas.
2.1.4 Complicaciones7
Las complicaciones asociadas a los dispositivos de presión arterial no invasivos son el edema de
las extremidades, las ampollas por roce o la parálisis del nervio cubital si el manguito se coloca
demasiado bajo en la parte superior del brazo. Si el paciente está heparinizado o presenta una
coagulopatía generalizada, la insuflación exagerada o frecuente puede provocar grandes
hematomas. Para evitar el edema de la extremidad o la insuflación prolongada del manguito
inadvertida, no se realizará la determinación en una extremidad paralizada.
El punto más frecuente para la colocación de catéteres intraarteriales es la arteria radial. Antes
de colocar un catéter en la arteria radial, debe realizarse una prueba de Allen o una ecografía
para comprobar la permeabilidad de las arterias radial y cubital en el caso de que se produjera
una obstrucción de la arteria radial. Una vez colocado el catéter y conectado a un sistema de
control de la presión, se presentará en un monitor una onda y un valor digital. Para evitar
interpretaciones erróneas, es obligada la calibración precisa y la colocación correcta del
transductor a la altura del corazón. La onda arterial presenta un ascenso rápido que corresponde
a la expulsión ventricular y el aumento de la presión aórtica (véase la figura 2). El pico de la onda
corresponde a la presión sistólica y a partir de aquí, la presión ventricular desciende a un punto
por debajo de la presión aórtica al cerrarse la válvula aórtica. Este punto se denomina
escotadura dícrota, que señala el final de la sístole. La presión continúa descendiendo hasta el
punto más bajo de la onda, que corresponde a la presión diastólica.
Sístole
Escotadura dícrota
PA Escala
Final de la diástole
Figura 2: Onda arterial
(Fuente: PEARSON EDUCATION, Instructor Resources for Pearson Titles)
Un monitor cardíaco proporciona un registro continuo de las ondas del ECG del paciente y tiene
las siguientes características: 10
• Pantalla para mostrar el registro del ECG
• Dispositivo para imprimir el ECG
• Contador de la frecuencia cardíaca
• Alarmas del monitor
• Mando para selección de derivación
• Procesamiento digital del ECG
Interferencias y artefactos:
Pueden producir interferencias el mal contacto de los electrodos, el movimiento del paciente y las
interferencias eléctricas, por ejemplo, por bombas de infusión junto a la cama, que pueden
provocar un aspecto borroso del registro ECG. La interferencia puede minimizarse colocando los
electrodos sobre hueso en lugar de hacerlo sobre músculo. Es preciso también tranquilizar al
paciente y mantenerlo caliente (véanse las figuras 4 y 5).
Irritación de la piel:
Los electrodos del ECG pueden provocar irritación de la piel y dermatitis de contacto. Es preciso
examinar a menudo las zonas de colocación de los electrodos y, si la piel del paciente parece
irritada, deberá seleccionarse otra zona de colocación del electrodo.
PR ST
Tiempo (s)
Las anomalías ECG observadas con mayor frecuencia son las alteraciones isquémicas (35 %), el
alargamiento del intervalo QT (45 %) y los trastornos de la frecuencia y el ritmo (25 %), entre los
que se encuentra la fibrilación auricular, los complejos auriculares y ventriculares prematuros, la
taquicardia supraventricular y ventricular (TSV y TV), la torsade de pointes o la TV polimorfa.
3.1 CLASIFICACIÓN
El ECG muestra las mismas características que en el ritmo sinusal, excepto que la frecuencia
ventricular (QRS) es >100 latidos/min. Entre las causas se encuentran ansiedad, pérdida aguda
de sangre, ejercicio, choque, fiebre, estimulación simpática central, drogas o abstinencia de
drogas e intoxicaciones. El objetivo es identificar y tratar la causa subyacente. Dependiendo de la
situación individual, pueden ser beneficiosos los β-bloqueantes.
Una vez logrado el control de la respuesta ventricular, se administran dosis orales de fármacos
antiarrítmicos para mantener el control de la frecuencia.
El flutter auricular es una arritmia poco frecuente que se caracteriza por ondas de aleteo en
forma de dientes de sierra que habitualmente presenta una frecuencia de aproximadamente
300/min. La respuesta ventricular dependerá del grado de bloqueo AV. El tratamiento podría
incluir digoxina o amiodarona. Pueden ser necesarios cardioversión y el asesoramiento de
expertos.
La taquicardia de complejo ancho habitualmente se produce a partir de un foco del ventrículo que
descarga a una frecuencia rápida, habitualmente >150/min. El complejo QR es
característicamente ancho (más de tres cuadrados pequeños a 25 mm/s o seis cuadrados
pequeños a 50 mm/s).
En todas las taquicardias de complejo ancho, hay que intentar obtener un ECG de 12
derivaciones y buscar ayuda de un experto. Entre las posibles causas se encuentran isquemia
miocárdica, miocardiopatías, trastornos electrolíticos (hiperpotasemia), trastornos genéticos
como displasia ventricular derecha, efectos secundarios del tratamiento farmacológico (p. ej.,
El ECG muestra las mismas características en el ritmo sinusal, excepto que la frecuencia
ventricular es <60 latidos/min. Entre las causas se encuentran, por ejemplo, la estimulación
vagal: aumento de la presión intracraneal, hipoxia, dolor intenso, hipotermia y fármacos. El
tratamiento a menudo requiere oxígeno y atropina y, a veces, está indicado la colocación de un
marcapasos. El tratamiento necesario dependerá del riesgo de presentar asistolia, más que de la
clasificación concreta de la bradicardia.
Las causas más frecuentes son los infartos de miocardio, las miocardiopatías graves, las
alteraciones en los niveles de electrólitos, el tratamiento farmacológico, la hipotermia y las
intoxicaciones. Debe hacerse un seguimiento riguroso de los pacientes con bloqueo AV de
segundo grado Mobitz tipo II y solicitar asesoramiento de un experto debido al riesgo de
transición a un bloqueo AV completo o a asistolia. En el bloqueo AV Mobitz tipo II o el bloqueo
AV de tercer grado, suele estar indicado el tratamiento con marcapasos. Si el paciente pierde la
consciencia, debe iniciarse sin demora la reanimación cardiopulmonar (RCP).
3.4 EXTRASÍSTOLES
Las extrasístoles (latidos ectópicos) pueden proceder de focos ectópicos en la aurícula, la región
de la unión o los ventrículos. Un estímulo prematuro sale precozmente y estimula el tejido
circundante, lo que provoca la conducción anómala por el resto del corazón. La onda resultante
se produce de forma prematura y va seguida de una pausa compensatoria. Las ectopias
auriculares dan lugar a ondas P anómalas, pero los complejos QRS son normales; los latidos
ectópicos de la unión no presentan ondas P y los complejos QRS son normales; y las
extrasístoles ventriculares pueden o no mostrar ondas P o mostrar ondas P de colocación
anómalas, con complejos QRS anchos y extraños y ondas T de sentido opuesto a la dirección
del complejo QRS principal.
Figura 15: Extrasístoles de focos ectópicos en aurícula (parte superior de la figura) y ventrículos (parte inferior de la figura).
(Fuente: PEARSON EDUCATION, Instructor Resources for Pearson Titles)
6 segundos
Figura 17: Ritmo sinusal que se deterioró en unos pocos latidos de taquicardia ventricular y terminó en fibrilación ventricular.
(Fuente: PEARSON EDUCATION, Instructor Resources for Pearson Titles)
Aunque la parada cardíaca es una complicación poco frecuente después de la fase aguda del
ictus, los miembros del equipo de ictus deben estar preparados para esta complicación. Las
causas principales son el infarto de miocardio, la hemorragia subaracnoidea y los trastornos
electrolíticos graves.
Puesto que, una vez producida la parada, menos del 20 % de los pacientes sobreviven para
recibir el alta hospitalaria, es fundamental identificar y evaluar a tiempo las situaciones críticas
que pueden preceder a la parada (p. ej., disminución de las consciencia, disnea intensa,
bradipnea, insuficiencia respiratoria, dolor torácico intenso o choque). La atención bien
gestionada después de la reanimación es tan importante como el propio procedimiento de
reanimación, especialmente en lo que se refiere a los resultados cerebrales (véase la figura 19).
Identificación temprana y llamada Atención posterior a la
pidiendo ayuda reanimación
- reiniciar el corazón
- ganar tiempo
Figura 19: La cadena de la supervivencia (de: European Resuscitation Council guidelines for resuscitation:
section 1: executive summary. Resuscitation 2015; 95: 1-80). © ERC 2015
4.1 PREPARACIÓN
4.2 DIAGNÓSTICO
En los pacientes sometidos a monitorización ECG continua (véase la figura 20), la mayor parte
de las paradas cardíacas o de los ritmos cercanos al momento de la parada se detectarán
mediante el algoritmo de alarma de arritmias. Puesto que las señales ópticas y acústicas de
alarma saltarán simultáneamente en el monitor del paciente y en la unidad de monitorización
central de la sala, el personal podrá reaccionar de forma instantánea. Nota: Las paradas
cardíacas provocadas por actividad eléctrica sin pulso (véase más adelante) podrían no
detectarse mientras otras constantes vitales no se modifiquen.
En los pacientes que no están monitorizados, se puede suponer una parada cardíaca en todo
paciente con pérdida brusca de la consciencia y con respiración ausente o francamente anómala.
Es sumamente importante no interpretar erróneamente una respiración boqueante como normal.
La palpación de los pulsos carotídeo o femoral puede ser difícil y lenta y, por tanto, no justifica el
retraso del inicio de la RCP.
A continuación se presenta un resumen del algoritmo de RCP del adulto intrahospitalario del
Consejo Europeo de Reanimación (European Resuscitation Council, ERC) (figura 21).
Reanimación intrahospitalaria
Paciente en colapso/mareado
No ¿Signos de vida? Sí
Llamar al equipo de
reanimación si se
Monitorización del paciente considera oportuno
con el desfibrilador y
desfibrilar si corresponde
Figura 21: Algoritmo para las paradas cardíacas intrahospitalarias en adultos © ERC 2015
Las medidas básicas siguen el esquema ABCD, que incluye el mantenimiento de la vía
respiratoria, ventilación, compresión del tórax y, si procede, aplicación de desfibrilación externa
automática (DEA).
La limpieza de las vías respiratorias y ventilación manual pueden ser difíciles, especialmente en
pacientes sin dientes o en varones con barba. Si la ventilación con mascarilla no tiene éxito, se
aconseja la técnica para dos personas (véase la figura 22). Como alternativa, el personal
entrenado en esta técnica puede introducir una vía aérea supraglótica (VAS), por ejemplo, una
mascarilla laríngea o un tubo laríngeo (véase la figura 23 y también el capítulo 3).
El volumen corriente no debe superar los 500 ml y una respiración debe durar alrededor de 1
segundo para evitar la insuflación gástrica (disminuyendo así el alto riesgo de aspiración) y la
hiperventilación (reduciendo el gasto cardíaco y la perfusión cerebral). Los problemas para
La intubación endotraqueal se debe limitar a los profesionales muy familiarizados con esta
técnica (son necesarias más de 100 intubaciones endotraqueales realizadas en condiciones de
quirófano para lograr una tasa de éxitos del 95 %), incluida la intubación en condiciones
precarias y de urgencia. Hay que tener en cuenta que para el intento de intubación se deben
interrumpir las compresiones del tórax durante un máximo de 5 segundos. Si no se consigue la
intubación en este periodo, se deben reanudar las compresiones del tórax inmediatamente.
Dependiendo de la situación, se debe colocar un dispositivo supraglótico (DSG) o comenzar de
nuevo la ventilación con mascarilla y ambú.
Figura 22: Ventilación con mascarilla y ambú con dos personas © ERC 2010
Se recomienda una interrupción breve (<5-10 s) de la RCP cada dos minutos para comprobar el
ritmo cardíaco, cuando proceda. La RCP se detiene cuando el paciente presenta pulso carotídeo
o signos de vida (p. ej., movimientos dirigidos, respiración normal, tos...).
Dado que los encargados de la reanimación se cansarán rápidamente, deben intercambiar sus
posiciones y funciones cada dos minutos sin interrumpir las compresiones.
En el capítulo 4.6 se presentan detalles sobre el uso del desfibrilador externo automático (DEA).
4.5.1 Desfibrilación
Aunque la mayor parte de los pacientes con parada cardíaca intrahospitalaria inicialmente
presentan un ritmo cardíaco no susceptible de descarga, es absolutamente necesario identificar
el ritmo cardíaco subyacente lo más rápidamente posible. En pacientes que presentan fibrilación
ventricular (FV) o taquicardia ventricular (TV) sin pulso, está indicada la desfibrilación externa
inmediata. Si el paciente ya estaba conectado a un monitor cuando se produjo la FV, pueden
aplicarse hasta tres descargas consecutivas. En todos los demás casos de FV, se tiene que
reanudar de forma inmediata las compresiones del tórax después de haber aplicado una única
descarga.
Los parches de desfibrilación autoadhesivos presentan ventajas prácticas sobre las palas
manuales y son especialmente eficaces en la reducción de las pausas previas a la descarga. Si
se utilizan palas manuales, deben utilizarse parches de gel desechables para reducir la
impedancia en la superficie de contacto entre electrodo y piel. Se deben continuar las
compresiones del tórax mientras se carga el desfibrilador para minimizar los periodos de pausa.
Inmediatamente antes de aplicar la descarga, se debe detener la RCP y todo el personal debe
permanecer alejado del paciente.
El DEA presenta una sensibilidad y especificidad altas para diferenciar entre los ritmos cardíacos
susceptibles de descarga y los que no lo son. Las almohadillas del DEA se colocarán en la línea
axilar media y por debajo de la clavícula derecha, respectivamente (véase la figura 25). Durante el
análisis, no se debe tocar al paciente para garantizar la interpretación exacta del ECG.
Si se aconseja descarga, se pueden reanudar las compresiones del tórax hasta que el DEA
indique que está preparado para la descarga, reduciendo así el llamado periodo entre descargas.
Llamar al equipo de
reanimación
RCP 30:2
Conectar desfibrilador/monitor
Minimizar las interrupciones
Evaluar el ritmo
Susceptible de No susceptible de
descarga (FV/TVSP) descarga
(AESP/Asistolia)
1 descarga Recuperar la
Minimizar las circulación
interrupciones espontánea
Aunque por lo general la presión arterial se normaliza en 24-48 horas, se observa una relación
en forma de U entre la presión arterial sistólica y la mortalidad.18 Parece que la variabilidad de la
PA está ligada a malos resultados funcionales y a un mayor riesgo de transformación
hemorrágica del infarto cerebral.19 Por tanto, es importante vigilarla con frecuencia,
especialmente durante el primer día del ictus, para identificar tendencias y oscilaciones extremas
que pudieran requerir una intervención (véase la figura 19).
Cuando está indicado reducir la presión arterial durante el ictus isquémico en la fase aguda, el
riesgo de hipotensión excesiva se minimiza mediante el ajuste cuidadoso de los fármacos
antihipertensivos. No se ha establecido una única medicación para reducir la presión arterial en
los pacientes con ictus en fase aguda, sino que se recomienda un abordaje individualizado. En
pacientes sometidos a trombectomía mecánica después de la fibrinólisis, se debe introducir una
cánula intraarterial e iniciar monitorización invasiva continuada de la presión arterial.
Según las directrices de la AHA/ASA de 2015, en los pacientes con HIC que presentan presiones
arteriales sistólicas (PAS) de entre 150 y 220 mmHg y no tienen contraindicación para el
tratamiento de la presión arterial aguda, la reducción rápida de la PAS a 140 mmHg es segura y
puede ser eficaz para mejorar los resultados funcionales.
A tener en cuenta: la monitorización y el abordaje iniciales de pacientes con HIC debe tener
lugar en una unidad de cuidados intensivos o una unidad de ictus especializada, con personal
médico y de enfermería experto en cuidados neurológicos agudos.
No
Mantener la PA
¿Trombólisis? <220/120
durante 24 h Reducción precoz de la Mantener la PAS <160
PAS a 140 mmHg hasta asegurar el
PA objetivo <140/90 aneurisma
Sí
Mantener la PA
<180/100
durante 24 h Liberalizar el control de
Si la PAS >220 mmHg, se
considera razonable la la PA una vez
reducción enérgica de la PA asegurado el aneurisma
Al cabo de 24 horas
reducir progresivamente
la PA objetivo <140/90
Figura 27: Algoritmo recomendado para el control de la hipertensión en pacientes con ictus en la fase aguda23
Los medicamentos que actúan con rapidez y al mismo tiempo son escasamente controlables,
como el nifedipino sublingual, deben evitarse porque pueden provocar descensos excesivos de
la presión arterial. La clonidina no es una opción segura en la fase hiperaguda porque la primera
dosis puede provocar ocasionalmente hipertensión paradójica inicial (véase la tabla 8).
Síntomas de hipovolemia
Los pacientes con hipovolemia leve se presentarán con los siguientes síntomas y alteraciones
fisiológicas (véase la figura 28):
• Signo del pliegue cutáneo
• Pérdida de peso
• Presión venosa central (PVC) baja o presión de enclavamiento pulmonar (PEP) baja
• Sequedad de mucosas
• Venas yugulares colapsadas
• Taquicardia e hipotensión
Sequedad de
mucosas
PVC o Venas yugulares
PEP bajas colapsadas
Taquicardia
Hipotensión
Signo del
pliegue
cutáneo
Pérdida
de peso
El choque es un estado clínico con signos y síntomas característicos, aunque puede definirse
como el resultado del desequilibrio entre la demanda y aporte de oxígeno tisular, provocado por
una perfusión tisular insuficiente.27 El choque es una situación potencialmente mortal, que tiene
diversas causas. Sin tratamiento, se produce agotamiento celular, muerte celular, disfunción
orgánica, insuficiencia orgánica y tasas de mortalidad >50 %. La monitorización hemodinámica
ayudará al personal de enfermería a identificar los signos precoces del choque, a facilitar el
tratamiento oportuno, a evaluar la respuesta al tratamiento y posiblemente a invertir los estadios
iniciales de esta secuela mortal. Hay cinco clasificaciones principales de choque: hipovolémico,
cardiógeno, neurógeno, anafiláctico y séptico.
conduce a conduce a
provoca
Estimulación de barorreceptores
frecuencia cardíaca
resistencia vascular
7.2.1 Síntomas
Los pacientes con choque hipovolémico se presentarán con los siguientes síntomas:
• Mareos, desorientación o confusión
• Ansiedad
• Hipotensión
• Taquicardia
Los pacientes con choque cardiógeno se presentarán con los siguientes síntomas:
• Hipotensión
• Taquicardia
• Arritmias cardíacas
• Posibles signos de insuficiencia cardíaca retrógrada (edema pulmonar)
El choque neurógeno se debe a la alteración de la actividad del nervio simpático que ayuda a
mantener el tono vasomotor.
El fallo del sistema nervioso simpático da lugar a los siguientes signos clínicos:
• Vasodilatación masiva por debajo del nivel de la lesión de la médula espinal
• Bradicardia intensa
• Hipotensión
Suspender todas las infusiones y transfusiones sanguíneas y retirar cualquier posible fármaco
causante. La sangre y hemoderivados deberán devolverse al laboratorio para su análisis.
El choque séptico es una respuesta general a una infección grave (en su mayor parte
bacterianas) o a toxinas infecciosas que provocan vasodilatación intensa, aumento de la
permeabilidad microvascular y activación de neutrófilos. El pronóstico de este acontecimiento
potencialmente mortal depende en gran medida del diagnóstico a tiempo y del consiguiente inicio
de tratamiento (tratamiento antibiótico, oxigenoterapia, reposición de líquidos y tratamiento
quirúrgico, si procede). Incluso un retraso de tan solo dos horas aumenta considerablemente la
mortalidad en pacientes con neumonía.
8 AUTOEVALUACIÓN
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10 REFERENCIAS