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Si bien este libro está dedicado al examen de las posiciones de Nahuel Moreno,
la mayoría de las categorías y enfoques que se critican son extensivos al resto de
los partidos que podemos considerar dentro del movimiento trotskista. El
objetivismo, que desprecia los fenómenos de la conciencia en la movilización y
lleva a borrar las caracterizaciones de clase de las revoluciones; el pragmatismo,
que elude los fundamentos de la teoría marxista; el catastrofismo en el análisis de
la situación de la burguesía, unido al exitismo a la hora de evaluar la fuerza de la
clase obrera, son algunas constantes que encontramos en este movimiento, que
llevarían a las estrategias y tácticas oportunistas. Este libro fue por lo tanto una
primera respuesta a la necesidad de superar esa situación, a partir de reivindicar
las tradiciones del socialismo revolucionario.
En el curso de los cuatro años transcurridos desde 1991 la crisis del movimiento
trotskista se agravó. La esclerosis teórica, el dogmatismo y el burocratismo, se
revelaron como formidables barreras para que sus dirigentes pudieran atisbar
siquiera las razones de la crisis que desvastó a sus organizaciones. Lejos de
revisar sus posiciones, la mayoría profundizó en los errores e hizo teoría de
miserables autojustificaciones; todo ello con el infaltable condimento de las
calumnias sistemáticas a los opositores, las persecuciones y las expulsiones
arbitrarias a los críticos. El resultado fue que cayeran en mayor descrédito, que
aumentara la dispersión organizativa y la confusión y desmoralización de
centenares de militantes.
Es así que en este trabajo se pasan por alto las posiciones pro estatistas del MAS
y de Nahuel Moreno, que fueron una constante en la política de toda la izquierda.
Dirigentes de esta organización -y de otros partidos autotitulados "marxistas"- no
ven inconveniente en sostener que las empresas estatales "son del pueblo", en
reivindicar el monopolio del Estado en la educación y embanderarse detrás del
sistema estatal capitalista de jubilación. Esta orientación es una muestra del
oportunismo frente al Estado capitalista y refracción de la influencia de la
burocracia sindical nacionalista y del stalinismo en las filas de los movimientos
de izquierda.
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De la misma forma puedo considerar grave otra ausencia en este texto, la crítica a
las posiciones nacionalistas de Nahuel Moreno y del MAS. Su expresión más
clara fue la campaña de los años ochenta contra el pago de la deuda externa,
medida a la que se presentaba aislada de la lucha más general por el socialismo y
con argumentos que apelaban al arsenal teórico del stalinismo y del nacionalismo
burgués clásico. Cuando el MAS sostenía que no había que pagar la deuda para
"vivir con lo nuestro" (sic, "lo nuestro" encierra toda una definición!) reeditaba
en versión criolla la tesis stalinista y nacionalista burguesa del desarrollo
autárquico, de la independencia económica de un país vuelto de espaldas al
mercado mundial. Incluso no faltaron en esta carrera desenfrenada por aparecer
como verdaderos "patriotas", las clásicas referencias stalinistas a las
"excepcionalidades" de las riquezas naturales argentinas, que permitirían a este
país prescindir de las importaciones por largo tiempo. Nacionalismo y estatismo
burgueses fueron entonces dos componentes esenciales de la política de la
corriente morenista -y de otras tendencias trotskistas- que serían incorporadas a la
crítica más tarde, desde la revista Debate Marxista.
Existe un tercer elemento, muy ligado a los anteriores y a la crítica que en este
trabajo hago al abandono del programa de la revolución permanente, que sin
embargo no está tratado. Se refiere a las posiciones de Moreno y del MAS ante
las guerras interburguesas. Ya en los cursos internos de formación Moreno
enseñaba que la segunda guerra mundial no fue solo ni principalmente una guerra
interimperialista, combinada con el ataque a la URSS, sino en esencia una guerra
entre el fascismo y la democracia. De allí que caracterizara como un gran triunfo
de la "revolución democrática" el triunfo del frente popular mundial entre el
imperialismo y el stalinismo, que a su vez habría abierto -según su posición- una
era de revoluciones socialistas inminentes en todo el planeta. Con esta visión
general del Estado, la democracia y las guerras, no es de extrañar que el MAS
reprodujera una y otra vez los análisis y las políticas del pacifismo
pequeñoburgués ante las guerras interburguesas. Por ejemplo, en plena guerra
entre Irak e Irán, el periódico Solidaridad Socialista del MAS propugnaba "una
paz justa", omitiendo toda referencia a la necesidad de desarrollar la política
leninista del derrotismo revolucionario. La misma orientación hoy la podemos
leer en la prensa "morenista" ante la guerra entre Perú y Ecuador.
Pero tal vez uno de los puntos más altos del desbarranque oportunista sea la
educación que se brinda a la militancia sobre las supuestas habilidades de la
burguesía para desarrollar guerras "por la democracia". Efectivamente, como
prolongación de las facultades productivas y educativas que se le asignan al
Estado burgués, y en tanto parte integrante de la glorificación de la democracia
burguesa, en 1992 el MAS publicaba escritos y cursos de formación interna
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dados en los años ochenta por Nahuel Moreno, en los que se puede leer lo
siguiente:
"Si hoy [1984] la Argentina entra en guerra con Chile,lo considero muy
positivo. ... Otra cosa que tenemos que aclarar es que estamos en contra de una
guerra por las islas. Nosotros vamos a plantear que el gobierno debe aclarar que,
cuando ganemos, le regalamos las islas a Chile y salimos de Chile. Que peleamos
contra Pinochet. Que entramos para ayudar al pueblo chileno, y no bien caiga
Pinochet y haya elecciones y se llame a Constituyente, nos vamos. Y además les
regalamos las islas y la mitad de Tierra del Fuego" (Nahuel Moreno, 1992, pág.
114- 5).1
Tal vez éstas sean las ausencias más "evidentes" de esta crítica a las
concepciones de Nahuel Moreno. Sin embargo existe otro aspecto que en 1991
no estaba presente todavía en mis preocupaciones, pero que al poco tiempo fue
adquiriendo entidad como un verdadero problema a resolver. Puedo ensayar de
plantearlo de esta forma: dada la persistencia de estas políticas dentro del
trotskismo, había que buscar sus causas saliendo de los clásicos marcos en que se
habían buscado. Básicamente estos son de dos tipos, a saber: por una parte, los
que explican todos los males del trotskismo por los errores personales de los
dirigentes, incluso apelando a una especie de maldad inherente que los habría
afectado. Esto llevaba a los infaltables apelativos de "traidor", "renegado", etc.; la
resultante inevitable de esta óptica es ubicar la solución de los problemas en el
terreno del subjetivismo y del voluntarismo. De allí la cantidad de tendencias
surgidas dentro de los partidos que, detectando correctamente algunos de los
problemas más graves de sus organizaciones, rompen con éstas con la promesa
de "regenerarse" y "fundar, ahora sí, el socialismo revolucionario". Pero al poco
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tiempo están repitiendo casi al milímetro lo que habían criticado poco antes
acerbamente.
Esta dinámica generó la otra gran tesis sobre la crisis del movimiento trotskista:
ésta se debería a la marginalidad social, al aislamiento con respecto al
movimiento de masas.
En nuestra crítica a Moreno se registran sus errores como parte de los más
generales de todo el movimiento y se habla de la insuficiencia teórica de los
dirigentes trotskistas para interpretar los acontecimientos de posguerra, tales
como la nueva etapa de acumulación capitalista, los resultados de la segunda
guerra con respecto al movimiento de masas y en particular el significado de las
revoluciones china, yugoslava y cubana. No tengo hoy por qué cambiar nada
sobre todo esto, pero sí he profundizado, a partir de muchos debates con mis
camaradas de la Liga Marxista y con otros compañeros revolucionarios, en las
razones de aquella insuficiencia teórica. Las conclusiones a las que estamos
arribando es que ya en Trotsky se pueden encontrar análisis sesgados por el
catastrofismo en lo que respecta a la situación económica del capitalismo (del
tipo de "crisis sin salida"); exitismo en la evaluación de la situación de la clase
obrera y en especial de sus posibilidades de superación (tal vez un punto saliente
lo constituyen algunas afirmaciones del Programa de Transición, tales como que
en 1938 los obreros avanzados del mundo "ya saben que la derrota de Hitler y
Mussolini se hará bajo las banderas de la Cuarta Internacional"); y en especial
mecanicismo en la visión de cómo evolucionaría la conciencia de la clase obrera,
lo que llevaba a una sobrevaloración de la agitación de las consignas y a un mal
empleo del método de las consignas transicionales.
Osvaldo Garmendia
Agosto de 1995
Nota 1 En 1991 no conocía este trabajo; fue publicado en una recopilación sobre
sus cursos. Se trata de N. Moreno (1992): Escuela de cuadros Crux, Buenos
Aires.
Nota 2 Es curioso que ninguno de los dogmáticos exégetas de Trotsky haya
prestado atención a la observación del gran revolucionario, cuando sostuvo en
1940 que, si el régimen de la URSS ocupase otro país sin tocar los derechos de
propiedad privada sería necesaria una recaracterización del Estado soviético
(ejemplo Afganistán). (Trotski, 1971, pág. 22)
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Es desde el terreno del trotskismo donde se debía de esperar una respuesta acorde
con la exigencia de la hora. Después de todo fue Leon Trotsky quien legó a sus
partidarios el primer y más acabado análisis del proceso de burocratización de la
revolución de octubre, de la estrategia stalinista de la revolución por etapas y del
socialismo en un solo pais y de la crisis del movimiento comunista internacional.
Pero la crisis del estalinismo encontró al movimiento trotskista sumido en una
crisis teórica, política y organizativa de proporciones. La hora del stalinismo
había finalmente llegado, pero marcaba también un punto muy agudo de parálisis
de su pretendida antítesis, el movimiento trotskista.
En ningún lado, tal vez, se haya expresado esto con más agudeza que en la
Argentina. En este país se encuentra el partido más numeroso del mundo, que se
reclama de las ideas de Trotsky, el MAS. Pero en 1989 este partido
prácticamente no podía decir una palabra esclarecedora sobre los acontecimientos
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del Este porque estaba comprometido en una alianza estratégica con el partido
Comunista Argentino, que incluía un proyecto común de gobierno y de
construcción de una sociedad "socialista". Y en las pocas ocasiones en que
arriesgó alguna explicación, acicateado por las críticas y la ofensiva burguesa,
fracasó en los pronósticos y en la interpretación de la dirección de los
acontecimientos. Así por ejemplo, se quiso ver en los acontecimientos del Este
una especie de revolución en marcha incontenible hacia el socialismo -se llegó a
proclamar que los obreros alemanes nunca volverían al capitalismo - para
encontrarse finalmente ante el hecho inesperado de gobiernos burgueses,
llevando adelante planes de restauración capitalista y una completa y pacífica
absorción de Alemania del Este por el capitalismo.
El objetivo del presente trabajo es examinar las premisas teóricas y políticas que
subyacen a esta crisis del MAS -y de la Liga Internacional de los Trabajadores,
LIT, organización internacional a la que adhiere el MAS- discutiendo los trabajos
más importantes de Nahuel Moreno, fundador del MAS y de la LIT y su
fundamental mentor teórico y político. Con ello queremos abrir un debate que
apunte a las raíces mismas de la presente crisis. Pensamos que mientras no se
vaya al fondo de esta crisis, se estará condenado a repetir los mismos errores una
y otra vez, con el único resultado de una agudización de la crisis. Precisamente la
tesis central del trabajo que presentamos sostiene que lo que está en juego es toda
la visión del marxismo revolucionario, tal como es formulada en los textos claves
del MAS y de la LIT elaborados por Moreno. Como tratamos de demostrarlo más
adelante, pensamos que las ideas fundamentales de la teoría de la Revolución
Permanente de Trotsky fueron reemplazadas por las concepciones, el método y el
programa de la teoría stalinista de la revolución por etapas y del socialismo en un
solo país, y esta es la razón más profunda de la crisis del MAS y de la LIT,
precisamente en momentos en que el stalinismo entró en su crisis más aguda. En
particular, se ha mostrado totalmente equivocado el pensar que cualquier partido
burocrático o pequeño burgués, presionado por las circunstancias, puede
reemplazar al partido marxista revolucionario y llevar adelante, "en la práctica",
la teoría de la revolución permanente.
Esto está conectado con una visión empírica y pragmática del marxismo, y del
avance de la conciencia en general, que se revela nefasta para superar la actual
crisis de orientación. No habrá salida mientras no se rompa decididamente con
ella, mientras no se reoriente todo el debate hacia estos temas fundamentales y se
deje de buscar la salida en fórmulas mágicas del tipo de "volvamos a la clase
obrera", "volvamos a los maestros", "seamos internacionalistas", etc. De lo que se
trata es de pensar e investigar las raíces de una crisis y no obnubilarse con recetas
inútiles.
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Por otro lado, pensamos que este texto puede ser de utilidad e interés para
muchos otros militantes que no pertenecen al morenismo, pero que de una u otra
manera están ligados al movimiento trotskista. Como lo explicamos más
ampliamente luego, las posiciones que criticamos de Moreno no son su
patrimonio exclusivo. Por el contrario, han sido expresadas -aunque en formas y
circunstancias distintas- por casi todas las corrientes trotskistas en la posguerra.
No se trata de una película de "buenos y malos", sino de la extrema debilidad
teórica en que se vio envuelto el movimiento trotskista en la posguerra para
responder a revoluciones como la de China, Yugoslavia y Cuba, que
aparentemente desmentían las tesis centrales de la teoría de Trotsky. Así se podrá
ver cómo encarnizados enemigos políticos dentro del trotskismo, que se acusaban
mutuamente de "revisionistas", partían siempre de las mismas premisas: de
alguna manera los maoístas y/o castristas "cumplieron" y "llevaron adelante en la
práctica" la teoría de la revolución permanente. Y si esto era posible, entonces el
marxismo también era susceptible de ser entendido como una mera "empiria".
Así se abría el camino para la vulgarización del marxismo y su negación de
ciencia del proletariado revolucionario. Es la lógica que van a seguir los maestros
de Moreno (los trotskistas norteamericanos) y el propio Moreno, así como otros
grupos argentinos -y extranjeros-.
Esta situación también ayuda, tal vez, a explicar todo lo que hemos tardado en
iniciar esta crítica de posiciones, cuyos resultados hoy presentamos. Pero también
hubo otra razón, y que posiblemente haya pesado más que todo lo anterior: se
trata de los éxitos logrados en la construcción del MAS en los últimos años.
Debemos confesar que nos movimos con un criterio pragmático, ajeno al
marxismo. No tuvimos en cuenta que lo que estábamos ayudando a constuir se
alejaba más y más del marxismo revolucionario, que las concesiones oportunistas
en busca de "atajos" para construir el partido iban a terminar convirtiendose en
un pesado lastre, en una soga alrededor del cuello del partido, de la que iba a ser
cada vez más difícil deshacerse. La profundidad de la actual crisis que sacude de
pies a cabeza al MAS y a la LIT es la prueba del punto al que se llegó. Este
trabajo es entonces, tanto un ajuste de cuentas con un pasado como nuestra
contribución a la discusión necesaria para superar la crisis actual del movimiento
trotskista. En este sentido, si este trabajo sirve para promover e incentivar nuevos
y más profundos estudios y debates (entre ellos, otros con mayor material
histórico y de las corrientes internacionales), habrá cumplido su misión.
Por último, quiero decir que, a pesar de que este trabajo lleva mi firma
individual, debe mucho a las largas discusiones, aportes, críticas y objeciones de
toda una serie de militantes trotskistas. Sería muy largo enumerarlos a todos, pero
sí quisiera destacar los aportes de dos de ellos: en primer lugar, el de Geoff
Pilling, del Workers Revolutionary Party de Inglaterra, con el que mantuve
provechosas discusiones sobre problemas de método del marxismo, sobre el
significado más profundo de la lucha contra el stalinismo y la lucha de la Cuarta
Internacional. En segundo lugar, los aportes y críticas del compañero J.
Poliansky, ex redactor de Correo Internacional, tambien expulsado del MAS y
luego del PTS. A él le debo la corrección de no pocos errores de este trabajo. A
ellos, y a todos los que han contribuido con sus observaciones y críticas, va mi
agradecimiento. Por supuesto, la persistencia de debilidades, omisiones y errores
caen bajo mi entera responsabilidad.
Osvaldo Garmendia
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Julio de 1991
CAPITULO I
CONCIENCIA DE CLASE Y EL ROL DEL PARTIDO
El papel de la práctica y el avance de la conciencia
"[la clase obrera] ... no aprende más que por sus acciones. Las acciones del
movimiento obrero encadenan distintos niveles de conciencia y experiencia,
hacen que cada una tenga siempre como punto de partida un determinado nivel,
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que desembocará en otro nivel superior, el cual-a su vez- será el punto de partida
de nuevas acciones" (Moreno, 1984, pág. 12).
Es decir, para Moreno las acciones del movimiento de masas "encadenan" los
diversos niveles de conciencia. Se parte de uno y se desemboca en otro
"superior", que a su vez será el punto de partida de nuevas acciones. Y sólo la
práctica hace avanzar la conciencia del obrero, llevándolo a nuevas
contradicciones que "serán siempre superables" a traves de "nuevas acciones".
Dada la importancia del tema, era de esperar por parte de Moreno una amplia
fundamentación de sus afirmaciones. Pero esta brilla por su ausencia. A lo sumo
nos dice que "como en todo conocimiento", el papel de la práctica es decisivo.
Esta afirmación la podríamos relacionar con las posiciones de Piaget, de quien
Moreno era un profundo admirador, y cuyas explicaciones sobre cómo se avanza
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Por este motivo Marx tuvo como preocupación central poner al desnudo las
verdaderas relaciones de explotación que se esconden detrás de las relaciones
"entre iguales" del mercado. Este es un tema al que Piaget ni se asoma -sus
concepciones estructuralistas y funcionalistas sobre la sociedad constituían de
hecho un impedimento para ello-, pero que ningún marxista puede desconocer.
Ademas, estas condiciones objetivas para la recreación permanente de la
ideología burguesa, se refuerzan por los aparatos ideológicos dominantes, por el
peso de las tradiciones, de la ideología de la clase media, etc, etc.
pesimista (el propio Lukács lo habría de reconocer más tarde), donde la sociedad
aparecía como una totalidad cerrada.
En la raíz de esta visión hay una subvaloración del papel de las contradicciones
de la mercancía y del capital, que están en el origen del fetichismo. Pero a su vez
la sóla acción de las contradicciones no lleva a la toma de conciencia de la
esencia de la sociedad capitalista. Afirmar esto último sería caer en el polo
opuesto de la concepción de Lukács, en el espontaneísmo.
Creemos que la solución de Lenin, como la de Marx, tiene en cuenta ambos polos
de una contradicción que es real, no lógica, y que sólo se resuelve en una práctica
política que, sin ultimatismos, y participando de conjunto en el movimiento, no
deja por ello de combatir la falsa conciencia provocada por la fetichización. Se
trata de un combate político e ideológico imprescindible para el avance de la
conciencia antiburguesa, pero que a la vez sería idealista, quimérico, si no se
asentase en las contradicciones materiales de la sociedad capitalista. Es decir,
creemos que la solución a este problema ha sido dada por Marx y luego por
Lenin, en "estado práctico" a través de las innumerables polémicas contra los dos
polos interpretativos que mantenían metafísicamente separadas ambas
determinaciones. Casi desde el inicio de su actividad política Marx criticó a
quienes iban a las masas "como doctrinarios", a quienes pretendían que las luchas
cesaran hasta que ellos proporcionaran las "verdaderas consignas" (actitud
característica de muchas sectas que militan en el movimiento obrero). Pero al
mismo tiempo Marx llamó a "mostrar por qué se lucha" 2.
El otro polo es la lucha contra los que aceptan "lo dado", se postran ante el
espontaneísmo del movimiento y eluden la actividad crítica y el papel de la
teoría.
Este hecho debería hacer reflexionar a los militantes que esperan un avance
asintótico, encadenado por las acciones de los trabajadores, hacia la conciencia
socialista. La lucha abre la posibilidad objetiva del avance de la conciencia de la
clase obrera, pero solo la posibilidad. Pensar lo contrario es caer en el
espontaneísmo. Lo que decimos se ve confirmado por toda la experiencia de la
clase obrera, y ya a principios de siglo fue registrada por Lenin en su libro ¿Qué
hacer?.
"Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta
sólo podía ser introducida desde afuera. La historia de todos los países demuestra
que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo puede elaborar
una conciencia sindical..." (Lenin, 1969, págs. 430-1).
Y también:
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En esta visión el papel del partido marxista lejos de reducirse "al toque final" en
el avance de la conciencia de las masas, es la clave para la ruptura con la
ideología burguesa sindicalista que se genera espontáneamente. Por otra parte, es
de hacer notar que este énfasis en el carácter de clase de la conciencia de la clase
trabajadora, del "salto" que media entre la conciencia burguesa y socialista, se
borra cuando adoptamos una visión lineal, "inexorablemente" asintótica, del
avance de la conciencia.
Lo dicho hasta aquí explica el desprecio del MAS y la LIT por la lucha teórica y
por las posibilidades de que la clase obrera asimile la conciencia socialista. Si
bastan las acciones de las masas para el avance de la conciencia, la actividad del
partido se limitará a la lucha política y sindical. La importancia de la lucha
teórica por parte del partido llega a ser ridiculizada y la asimilación del marxismo
científico por la clase obrera considerada una utopía.
"Los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales sobre el resto de Europa.
La primera es que pertenecen al pueblo más teórico de Europa y han conservado
ese sentido teórico casi completamente perdido por las denominadas clases
"cultas" de Alemania. Sin la filosofía alemana que lo precedió y sobre todo sin la
filosofía de Hegel, jamás se habría creado el socialismo científico alemán... Si los
obreros hubiesen carecido de sentido teórico, este socialismo científico nunca
habría sido, en la medida en que lo es hoy, carne de su carne y sangre de su
sangre. Y cuán inmensa es esta ventaja lo demuestran, por una parte, la
indiferencia por toda teoría - que es una de las causas principales de que el
movimiento obrero inglés avance tan lentamente, a pesar de la excelente
organización de los diferentes oficios - y por otra parte la confusión y las
vacilaciones sembradas por el proudhonismo, en su forma primitiva, entre los
franceses y los belgas..."3.
Y decía Engels:
"Por primera vez desde que existe el movimiento obrero, la lucha se desarrolla en
forma metódica en sus tres direcciones, combinadas y relacionadas entre sí:
teórica, política y económico- práctica (resistencia a los capitalistas). En este
ataque concéntrico, por decirlo así, reside la fuerza y la invencibilidad del
movimiento obrero alemán" (ídem, énfasis nuestro).
¿Sólo el programa?
Por el contrario, Moreno reduce toda la conciencia socialista a una mera "receta",
y para colmo sacada por analogía de un problema vulgarmente cotidiano. Pero la
preparación de la vanguardia proletaria para la toma del poder y la
transformación de la sociedad exigen mucho más que algunas recetas, porque de
lo que se trata no es de curar un mal pasajero, sino de comprender las raíces del
cáncer social del capitalismo. Después de todo también los políticos burgueses
dan "recetas", soluciones "mágicas" para convencer a los explotados de que los
voten y los apoyen (de la misma forma que los monopolios capitalistas de la
salud dan "recetas" masivamente).
19
Por este motivo, Engels luego de recomendar a los dirigentes socialistas que
debían estudiar al marxismo como una ciencia, agregaba:
"La conciencia así lograda y cada vez más lúcida debe ser difundida entre las
masas obreras con celo cada vez mayor..." (Citado por Lenin, 1969, pag 428;
énfasis nuestro).
Solo nos queda preguntar... ¿por qué Moreno no ironizó sobre las subvenciones
del imperialismo y las universidades, a propósito de esta recomendación de
Engels?
De todas maneras, las consignas destinadas a la movilización son las que cobran
el mayor peso. Pero lo más importante es que todas las consignas, sean o no para
la movilización inmediata, surgen, según Moreno, como
"Pero lo plantea cuando la huelga es un hecho. Para poder plantear la toma del
poder, primero tenemos que conseguir que la huelga general se haga" (ídem, pág
146).
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"...sólo entonces las masas estarán en condiciones de ver claramente que la única
salida de la huelga general es la toma del poder" (ídem, pág 146).
Decenas de cuadros leen y repiten este ejemplo pero... ¿qué relación tiene con la
vida real del movimiento de masas? Muy poca. Como ya hemos indicado, el
desarrollo de la conciencia de las masas es mucho más contradictorio que este
esquema. En particular, el condicional "si" las masas llegan a la huelga general,
"si" desorganizan al país y desesperan a la burguesía encierra todo un salto que es
sencillo dar en el libro, pero muy complicado en la realidad de la lucha de clases.
Por ejemplo, en Argentina la necesidad de la huelga general se plantea una y otra
vez. Sin embargo, y a pesar de la reiterada propaganda a favor de la misma, ésta
no se produjo (los paros generales han sido manifestaciones de protesta, lejos del
concepto de huelga general de Moreno y que es tradicional en el marxismo). ¿Por
qué?
"Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por
una parte...destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado,
independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes
fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía,
representan siempre los intereses del movimiento de conjunto" (Marx, 1984, pág.
103).
"Pero la cuestión es cómo conseguir esa pequeña minoría que debe ser
organizada y armada con la simpatía de las masas. ¿Cómo lograrlo? Preparando
las mentes de las masas mediante la propaganda. La crisis, la agudización de las
relaciones de clase, la creación de un partido obrero, de un partido laborista,
significa inmediatamente una terrible agudización de las fuerzas. Es por ello que
ya mismo debemos conectar la idea del partido laborista con sus consecuencias
-si no apareceremos como pacifistas con ilusiones democráticas". 5
Moreno conocía este ejemplo,... ¿cómo podía entonces atribuir a Trotsky la idea
de que las consignas se basaban sólo en una síntesis entre las necesidades y la
conciencia inmediatas?6. Reducir el trabajo del partido marxista a ello es borrar
lo que distingue al marxismo como corriente revolucionaria. Todas las corrientes
reformistas fueron tacticistas y privilegiaron la política "del presente". El ataque
revisionista de Bernstein en la Segunda Internacional tenía como premisa que la
política de los socialistas debía centrarse en los temas del momento. De ahí su
slogan: "el movimiento es todo". Los marxistas, por el contrario, sin perder de
vista las necesidades del momento, las enmarcaron en el conjunto de la teoría
revolucionaria y en las perspectivas de todo el movimiento (ver Lenin, 1973 a).
NOTAS CAPITULO I
Nota 2 Carta de Marx a Ruge de setiembre de 1843; ver Marx, 1987, págs. 458-9.
CAPITULO II
MARXISMO Y DIALECTICA
Una concepción empirista del marxismo
"La conciencia del partido revolucionario [esto es, el marxismo, ya que se trata
de partidos trotskistas] no es más que la experiencia histórica del movimiento
obrero y de masas" (Moreno, 1984, pág. 13).
Pero el marxismo es mucho más que una experiencia histórica del movimiento de
masas. Como muy bien lo explica Lenin, el marxismo surge como una síntesis
superadora de la economía política clásica, de la filosofía alemana y del
socialismo utópico francés. Esto significa que el marxismo no es un mero
resumen de experiencia del movimiento obrero, sino que se trata de una ciencia
que parte de los logros más elevados del desarrollo del pensamiento burgués que
lo precedió. Presentar al marxismo como sólo una síntesis de experiencia del
movimiento obrero es vulgarizar desde la raíz la concepción del marxismo, es
reducirlo a mera empiria, esto es, a una forma del pensamiento que ni siquiera
llega a las formas más elevadas del pensamiento burgués (como es la filosofía
especulativa que arranca con Spinoza y culmina con Hegel, o el pensamiento
analítico de Ricardo). Es un hecho altamente significativo, y sobre el que
deberían reflexionar los militantes del MAS, que la concepción del marxismo que
Moreno plasma en el anterior pasaje es exactamente igual a la que presenta Stalin
en Los fundamentos del leninismo:
Los militantes del MAS, seguidores de Moreno, que se sientan molestos por esta
coincidencia, deberían tratar de explicarla sin recurrir a subterfugios, y en base a
la lógica de las posiciones desarrolladas. Estamos discutiendo un problema
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básico y hemos extraído la cita de Moreno del libro que se convirtió en texto
fundacional del partido y la organización internacional. Pero además la mejor
prueba de que no estamos frente a un descuido en el manejo de los conceptos la
encontramos en los escritos de Moreno sobre lógica y marxismo, donde se llega a
sostener que se puede llegar a las concepciones marxistas en forma espontánea e
inconsciente. Es lo que pasamos a examinar.
"Marxismo" espontáneo
Examinemos estas dos premisas. Empezando por la segunda, vemos que se trata
del postulado fundamental del materialismo. Pero a pesar de la importancia que
el materialismo ha tenido en la conformación del marxismo 1, por sí no basta para
llevar a un científico a coincidir con el marxismo . Pero es en la primera premisa
que volvemos a encontrar la glorificación y la absolutización de la práctica, ahora
convertida en la clave de la explicación de todos los fenómenos. Es decir, para
Moreno no se trata sólo de que es la vía infalible del avance asintótico de la
conciencia de las masas, sino también el camino de acceso a la ciencia marxista y
hasta la clave explicativa de todos los fenómenos sociales. A tanto llega la
adoración de Moreno de la actividad que afirma que la explicación de la sociedad
de Piaget es científica porque
Cuesta creer que esto pueda tomarse por marxismo. Cualquier sociólogo burgués,
partidario de la "acción social" podría suscribir esta proposición. Hoy es un lugar
común en innumerables manuales de sociología o economía burguesa sostener
que la sociedad es esencialmente un sistema basado en la interacción de los seres
humanos. El propio Piaget no deja de repetir esta vulgaridad, a la par que afirma
explícitamente su acuerdo con Parsons, el pope de la sociología burguesa
norteamericana enseñada en los santuarios "científicos" del imperialismo. Y en
un nivel más general, cualquiera que tenga algún conocimiento de la historia de
la filosofía podrá encontrar contraejemplos que desmienten a Moreno. Tomemos
el caso de Bergson (quien dicho sea de paso, ejerció alguna influencia en Piaget).
Bergson sostenía que la teoría sólo podía alzarse de la práctica. Definía al
hombre como "homo faber" y desde la primera página de su libro La evolución
creadora anunciaba que "la capacidad de la inteligencia es un retoño de la
capacidad de acción". ¿Llegó por ello Bergson al marxismo? No, todo lo
contrario; Bergson quería fundar una filosofía práctica irracional que, según sus
palabras, "abarcase la vida en su devenir" (lo cual también nos podía llevar a
hablar de dialéctica espontánea; las consecuencias de andar buscando marxistas
"espontáneos" todavía no han sido explotadas a fondo!!).
"Las crisis son en definitiva, porque fracasan las regulaciones de detalle, pero al
mismo tiempo marcan la restitución de equilibrios mediante reacciones
compensatorias, o sea, mediante nuevas regulaciones" (ídem pág. 193).
En los años sesenta el culto a las estructuras por parte de muchos científicos
sociales constituyó una moda intelectual, principalmente en Francia. El tomar en
cuenta el concepto de estructura tenía su correlato en el concepto hegeliano -y de
la dialéctica marxista- de totalidad, y en este sentido encandiló a muchos
marxistas, aun cuando estos rechazaban los extremos antihistóricos a los que
llegó la escuela estructuralista. Estudiar las interrelaciones de los elementos que
constituyen la estructura y la relación del todo con las partes constituía un paso
adelante con respecto a otras concepciones sustancialistas, metafísicas, que
habían dominado en la ciencia social burguesa. Pero aun así no tiene más que una
relación superficial, exterior, con la dialéctica. Con toda la importancia que
puede adquirir el tener un enfoque relacional en los estudios científicos (estudiar
30
"La verdadera relación consiste, por el contrario, en que el ser, como tal, no es
un término fijo, ni el último, sino que más bien como dialéctico se cambia
bruscamente en su contrario, el cual, igualmente considerado en su estado
inmendiato, es la nada" (ídem, pág. 185; énfasis nuestro).
Esto quiere decir que la relación dialéctica, profunda, sustancial, no es del tipo de
la que establecen dos elementos interactuando - por ejemplo, al estilo de dos
equipos de rugby - previamente constituidos. Sino que se trata de una relación
donde uno existe por el otro, es idéntico y a la vez opuesto al otro; se trata, en fin,
de la contradicción, la verdadera "alma" de la dialéctica (como la llamaban Marx
y Lenin), el principio de todo automovimiento. No es casual que todos los
científicos influenciados de una u otra manera por el estructuralismo hayan
rechazado precisamente este principio, el de la contradicción. Piaget no fue ajeno
a la presión estructuralista, a pesar de las críticas que dirigió a muchos de los
extremos de esta escuela. Como tampoco dejó de sentir la influencia de la
corriente funcionalista burguesa -de ahí su elogio al método de Parsons-. Para
Piaget una estructura es:
"...un sistema de transformaciones que implica sus leyes como totalidad... y leyes
que aseguren su autorregulación" (Piaget, 1971, pág. 85).
plano social todo se reduce a la interacción del todo y las partes -estando los
elementos subordinados al todo estructurado- y al estudio de los desequilibrios y
restablecimiento de los equilibrios (ver Piaget, 1971, págs. 88 a 91). Piaget ha
hecho un culto de este estructuralismo funcionalista, agregando -en contra de la
escuela propiamente estructuralista- que las estructuras, lejos de ser ahistóricas,
se construyen. Pero esta introducción de la historia, con todo lo importante que
pueda ser, no garantiza que su concepción de la sociedad sea marxista, como
sugiere Moreno.
La dialéctica en Moreno
vez una relación técnica de producción y una relación social de producción. Esta
identidad de opuestos escapa a la comprensión estructuralista 5.
Podríamos dar más ejemplos del uso de estas clasificaciones en los trabajos de
Moreno (entre ellos, las "clasificaciones" de las situaciones de la lucha de clases,
donde aquí también se cae en divisiones "blanco" o "negro") pero basta
reflexionar sobre los casos que hemos presentado.
"No se trata aquí de definiciones, bajo las cuales pueden ser subsumidas las
cosas. Se trata de determinadas funciones, las que pueden ser expresadas en
determinadas categorías" (Marx,1977, pág. 228).
El método inductivo
No vamos a discutir aquí todos los problemas que plantea la inducción (hoy es un
tópico de innumerables trabajos sobre metodología de las ciencias). Bástenos
decir que el método inductivo como tal no tiene ningún valor explicativo, ya que
se limita a decir "todos" donde antes decía "muchos", pero Moreno emplea este
método en el estudio de las revoluciones, y en general de los fenómenos sociales.
Toda la revisión que Moreno hizo de las leyes de la revolución permanente se
basó en una premisa metodológica: la necesidad de "generalizar teóricamente"
(como escribió en los cursos partidarios) los hechos sucedidos en la posguerra.
En particular, que partidos obreros marxistas no habían dirigido revoluciones
como la china, yugoslava y cubana. El método consiste en "observar" muchos
fenómenos, sacar sus características comunes, y formular una "ley" general. De
la misma manera se establecen los diferentes "tipos" de regímenes, Estados,
revoluciones, etc.
38
NOTAS CAPITULO II
Nota 1 Por otro lado no estamos tan seguros de que Piaget no haya dejado
deslizar un alto componente de idealismo en su sistema explicativo. Decimos
esto porque nos parece por lo menos discutible la explicación de Piaget acerca de
la causalidad. Según Piaget la relación de causalidad no se daría en la realidad
objetiva; por el contrario, la explicación causal se debería a que el sujeto atribuye
sus estructuras a los objetos. Sospechamos que se trata de una explicación de tipo
kantiano, aunque en este caso las estructuras mentales no sean innatas sino
construidas. Creemos que es un punto que merece discutirse.
Nota 2 La crítica que hacemos aquí a las concepciones sociológicas de Piaget (y
las que señalamos luego sobre sus concepciones acerca de la dialéctica y la
contradicción), de ninguna manera pretenden cuestionar o minusvalorar los
aportes científicos en su campo específico, la psicología y la epistemología
genéticas. En este sentido seguimos el consejo de Lenin, cuando criticó a Mach,
eminente físico, que pretendió generalizar abusivamente conclusiones extraidas
de su campo de estudio al plano filosófico general. Lenin nunca cuestionó los
logros científicos de Mach, pero sí señaló la distancia que mediaba entre la
filosofía y concepciones generales de Mach y el marxismo. Con respecto a
Piaget, está fuera de toda duda que su concepción del conocimiento como
producto de las acciones y como una construcción progresiva, así como su crítica
al empirismo y al innatismo, son grandes aportes al avance de la epistemología.
Además los innumerables campos que ha abierto, muchos de ellos por resolver,
como la relación entre la lógica natural y la formal, la profundización en las
relaciones de causalidad, etc., son aportes fecundos que deberín ser
profundizados por futuros estudios. Pero todo esto no autoriza para considerar a
40
Piaget como marxista (también Goldman y R. García han considerado las teorías
de Piaget coincidentes con el marxismo). Esta clarificación es muy necesaria en
la LIT, donde viejos militantes consideran el método de Piaget como una especie
de lógica marxista de "alto nivel".
Nota 3 Digamos de paso que Piaget no tuvo una actitud abiertamente hostil hacia
el marxismo. Pero no es casual que, en su eclecticismo que rescata a Parsons,
Keynes, Marshall o Durkheim, también haya dejado un lugar para la rama del
marxismo... estructuralista! Efectivamente, Piaget reivindica (ver Piaget, 1971) a
la escuela althusseriana, en la que encontramos a destacados representantes que
han hecho grandes esfuerzos por expurgar a la contradicción del marxismo para
acomodarlo al estructuralismo. Al respecto, digamos también que la confusión
que introduce Moreno llega al máximo, ya que mientras Piaget reivindica el
marxismo althusseriano, Moreno critica a Althusser, y sostiene que Piaget es
marxista espontáneo.
Nota 5 No es casual que otro partidario de las explicaciones de los modos de
producción a partir de la combinación de elementos y estructuras, Godelier, haya
criticado en la dialéctica hegeliana precisamente la identidad de los contrarios. Y
que en general los marxistas estructuralistas relegaron a la contradicción a un
plano secundario (Balibar); ver Godelier y Seve, 1973; Althusser y Balibar, 1983.
Nota 7 Trotsky destaca este aspecto del febrero ruso cuando explica quién dirigió
esa revolución. No es casual que febrero del 17 haya dado los soviets. Ver
Trotsky, 1985.
Nota 11 Es doloroso tener que explicar esto en referencia a posiciones que se
reivindican del trotskismo. Fueron los partidarios de Stalin los que pretendieron
descalificar a los trotskistas con el argumento de "son pocos" y "no dirigieron
revoluciones".
CAPITULO III
LAS CATEGORIAS DEL ANALISIS
La crisis económica "sin salida"
Una idea clave que sustenta estos análisis es que existe una crisis económica
crónica y sin salida. En el Manifiesto de la LIT (1985) (documento fundamental
elaborado por Moreno), leemos
"La crisis económica se ha hecho crónica, permanente, y sus efectos son y serán
cada vez peores" (pág. 15).
Ahora es relativamente sencillo unir los dos conceptos de Moreno: las luchas de
las masas provocan niveles de conciencia siempre crecientes; y la crisis es
permanente. El resultado será entonces luchas siempre en ascenso, en Argentina
y a nivel mundial. La crisis económica sin salida empujaría a las masas a la lucha
sin cesar. Y los avances de la conciencia provocados por esas luchas
profundizarían cada vez más las luchas y éstas la crisis económica, que a su vez
reactuaría sobre las luchas, generándose una espiral imparable. Los documentos
de la LIT y del MAS reconocen que hay traiciones de las direcciones reformistas,
pero estas traiciones no detienen la marcha general de todo el movimiento de
explotados. A veces se constatan pequeños retrocesos, pero son considerados
parciales, y rápidamente superables por el torrente revolucionario.
y se dice que, a pesar de los peligros que ocasionan, la tendencia efectiva está
marcada por las masas derribando estos pactos "como castillos de naipes" (sic)
con sus "furiosas arremetidas". Si la revolución "no da treguas", estamos de
hecho ante una insurrección general, y de ahí que el Manifiesto... comience con
un capítulo titulado "Una insurreción de masas conmueve al mundo". En esta
línea de análisis la LIT llegó a sostener que hasta la invasión de los Estados
Unidos a Panamá fue un avance de la revolución mundial.
43
Evolucionismo lineal
Hoy sabemos que estos "ya logramos" se han venido abajo en casi todos lados.
Una vez más ese juez inapelable, la historia, ha dado un rotundo mentís a las
visiones no dialécticas del desarrollo. Señalemos también que en esta visión de
las conquistas del Manifiesto... se encierra una tácita admiración por la obra de
las burocracias que "liberaron" países del capitalismo, o por las direcciones
burguesas o pequeño burguesas que "independizaron" a otros del imperialismo,
44
porque se parte de la premisa de que son conquistas "ya logradas", a partir de las
cuales no hay más que avanzar.
a) suplir la falta de acción directa de las masas argentinas en 1982 -en ningún
momento el movimiento de masas desbordó el marco burgués establecido- con el
descontento generalizado de la población que sí existía contra la dictadura. Con
lo que se rebaja el papel activo de las masas en una revolución a una simple
manifestación de bronca contra el régimen establecido, canalizable además por la
burguesía.
En el mismo texto enfatizó que era necesario realizar una análisis concreto de la
situación de la clase obrera y del conjunto de las clases sociales; en especial,
debían distinguirse con sumo cuidado las fases por las que atravesaba la clase
obrera, y las expresiones políticas de las mismas. Trotsky tenía presente que una
situación revolucionaria es una coyuntura en la que las masas rompen los marcos
de la legalidad burguesa, desbordan a sus direcciones y emprenden las acciones
históricas independientes de las que hablaba Lenin. Años después sintetizaba esta
idea diciendo:
47
Por esta razón, y criticando los análisis del quinto Congreso de la I.C., Trotsky
decía que era imposible que hubiese una situación revolucionaria sin que se
expresase, entre otras cosas, en el rompimiento de los obreros con los partidos
reformistas y en su pase al marxismo revolucionario. Y agregaba:
también diría que en Francia, en 1936, las masas obreras abrían una situación
revolucionaria con las ocupaciones de fábrica, con su acción independiente, a
pesar de que no existía un partido revolucionario.
El MAS no se cansa de repetir que desde 1982 la Argentina vive una situación
revolucionaria. Pero ¿cómo encaja esta caracterización con la renovación
periódica de elecciones? ¿Habría posibilidades de que una situación
revolucionaria se profundizara constantemente, esto es, que las masas rompiesen
los marcos de la legalidad burguesa, y además en forma cada vez más decidida, y
al mismo tiempo con regularidad periódica se renovasen los actos eleccionarios?
Es evidente que esto es imposible. Ante el desborde de las masas de la legalidad
burguesa, los mecanismos democráticos se agotan, y aparecen las alas
"kornilovistas" (golpistas) y kerenskistas (frente populares) de la burguesía para
frenar el ascenso. Por otra parte, si se piensa un momento en la situación de la
burguesía argentina, se comprobará que hubo un acuerdo muy profundo en
mantener la unidad en torno al régimen democrático burgués desde 1983. Y
además hay que evaluar sin recurrir a subterfugios ni a frases consoladoras las
tendencias legalistas y pacifistas, que han sido muy fuertes durante estos años en
la mayoría del proletariado.
Por este motivo Lenin y Trotsky, más que interesarse por "definiciones" tan
generales y abarcadoras, buscaban caracterizar con precisión los eslabones
débiles, las coyunturas revolucionarias concretas, lo que Trotsky llamaba "la
clave de la situación" del proletariado mundial en una situación concreta.
Digamos por último que sostener que existe una "insurreción de masas" en el
mundo, y al mismo tiempo decir que la política del imperialismo, la iglesia, la
socialdemocracia, el stalinismo, las buguesías nacionales, la pequeño burguesía,
etc (el llamado "frente contrarrevolucionario mundial") es de democracia
burguesa y pacifismo es repetir la contradicción de la que hablábamos al
referirnos al caso argentino, pero a escala planetaria y agravada, ya que se trata
ahora de una "insurrección". Una insurrección de masas nunca puede ser
enfrentada con los métodos de la democracia burguesa y el pacifismo,
precisamente porque se trata de un acto de guerra, de lucha abierta por el poder.
Una insurrección de masas es enfrentada siempre con los métodos de la guerra
civil, de la dictadura abierta. Pensar lo contrario es alentar ilusiones pacifistas
muy peligrosas.
¿Vacíos de dirección?
Lo anterior se complementa con otra idea que refuerza el peso de "lo objetivo":
habría "vacíos de dirección" en el movimiento de masas. Según el Manifiesto...
habría dos grandes frentes antagónicos, uno el de la revolución, donde las masas
50
por lo tanto más urgente que nunca, dado que las políticas del frente popular
provocaron grandes derrotas (ver Nicaragua, sólo la más reciente), y a ello se
suma hoy el fracaso de los países del Este que es identificado por los pueblos
como el fracaso del socialismo.
"Los reformistas no son traidores porque siempre y con cada uno de sus actos
cumplan las órdenes de la burguesía. Si así fuera no tendrían influencia en el
movimiento obrero y, por consiguiente, la burguesía no los necesitaría.
Justamente a fin de contar con la autoridad necesaria para traicionar a los obreros
en el momento decisivo, en el período preparatorio los oportunistas se ven
obligados a dirigir luchas obreras, sobre todo en las primeras etapas de
radicalización de las masas" (Trotsky, 1977, págs. 663-4).
Por otra parte, y a un nivel más general, observemos que Moreno también en este
punto ha dado un giro completo a las caracterizaciones del Programa de
Transición. Mientras que en este último se caracteriza que el problema clave de
la época es la lucha por superar la crisis de dirección, el Manifiesto de la LIT
habla simplemente de vacío de dirección. No se trata de una diferencia
semántica. Cuando hablamos de crisis de dirección revolucionaria estamos
diciendo que hay una dura lucha contra las direcciones oportunistas en el seno
del movimiento de masas. Cuando hablamos de vacío de dirección damos a
entender que "estamos sólos", que "todo viene para nosotros", que es suficiente
"empalmar" con "procesos objetivos" de las masas que supuestamente vienen sin
direcciones. Es de nuevo un panorama falso del desarrollo de la lucha de clases.
Aun en situaciones de falta casi completa de actividad política durante años,
como sucedió en muchos países del Este, los "vacíos" fueron llenados
rápidamente por direcciones reformistas o burguesas. Ello se debe a la existencia
de ideologías y de falsas conciencias en el seno del movimiento de masas. Una
vez más debemos recordar que las movilizaciones no se dan "en el aire" ni parten
de cero.
Nota 3 No es casual que Moreno prepare la discusión sobre las revoluciones
refiriéndose a las revoluciones tecnológicas o científicas (surgimiento de algo
completamente nuevo en relación a lo anterior). Cuando esta concepción de
revolución se traslada al campo del análisis marxista de los movimiento sociales,
se logra borrar la especificidad de las revoluciones como acciones de las masas;
de allí a ver revoluciones y situaciones revolucionarias por todo el mundo, no hay
más que un paso.
Nota 4 En 1905... Trotsky afirma que "la revolución es una prueba abierta entre
las fuerzas sociales en lucha por el poder" (Trotsky, 1971 a, pág. 171). En el
segundo libro citado, escribe que "...la revolución no es otra cosa que la lucha por
el poder; una lucha política que las clases sostienen no con las manos vacías, sino
por medio de instituciones políticas concretas" (Trotsky, 1973, pág. 92).
CAPITULO IV
LA REVOLUCION PERMANENTE
Actualidad de una discusión
Hay un punto que resume esta posición: sostener que corrientes pequeño
burguesas o burocráticas (o sea, no marxistas), podían cumplir el rol del partido
revolucionario marxista, realizando la revolución democrática y abriendo el
camino de la revolución socialista. Si esto fuera cierto, toda la teoría y el
programa del bolchevismo fueron equivocados, y las direcciones burocráticas o
pequeño burguesas han cumplido un rol históricamente progresivo.
En diversos grados, ésta fue la pendiente por la que se deslizaron las corrientes
trotskistas para terminar negando, explícita o implícitamente, la necesidad de la
Cuarta Internacional, su teoría y programa. Moreno no fue inmune a este
proceso. Sus errores y sus interpretaciones fueron, hasta cierto punto, el producto
del marco político y teórico en el que estaba inmerso. Tal vez esta pequeña
disgresión ayude a evitar una visión que divide esta historia en "buenos y malos",
en "traidores y revolucionarios", clasificados según el lado que hable. No se trató
de "traiciones", (por lo menos en la inmensa mayoría de los casos), sino de una
extrema debilidad teórica para enfrentar condiciones adversas que refutaban,
aparentemente, la teoría marxista (boom de posguerra, Estados burocráticos
poderosos, supervivencia del reformismo, etc). No es casual que la última batalla
que dio Trotsky entre sus partidarios fue contra el empirismo y el desprecio por
la dialéctica que imperaba en el partido norteamericano, el Socialist Workers
Party (SWP), la sección más fuerte de la Cuarta Internacional. Esta situación
comprendía a la dirección que permaneció al lado de Trotsky, y esos dirigentes
(Cannon en especial) fueron los maestros políticos de Moreno, como él mismo
gustaba decir. El SWP fue uno de los primeros partidos trotskistas que habló de
direcciones marxistas leninistas "prácticas" (refiriéndose a los cubanos), concepto
que en su momento compartió Moreno.
56
"...el papel del partido revolucionario fue cumplido por partidos pequeño-
burgueses con influencia de masas" (Moreno, 1984, pág. 29).
Por este motivo habría que realizar una "generalización teórica" del hecho de que
hubo revoluciones que expropiaron a la burguesía, dirigidas por partidos
burocráticos o pequeño burgueses. Para fundamentar su posición, Moreno
privilegia una vez más los fenómenos de la práctica, de lo "objetivo
inconsciente", que podrían llevar a direcciones políticas y clases no proletarias a
cumplir el rol de la vanguardia obrera marxista. Según Moreno, Preobrajensky
habría tenido razón cuando criticó a Trotsky porque éste, supuestamente, no tenía
en cuenta "lo objetivo" en la dinámica de las revoluciones 1. Para expresarlo con
la analogía que Moreno empleaba en sus cursos, el campesinado chino (sujeto
histórico) habría sido empujado por las circunstancias objetivas de la misma
manera en que un coche sin motor cae por una pendiente (la pendiente juega el
rol de "lo objetivo", convertido en el verdadero motor del proceso). Así una clase
pequeño burguesa, con una dirección no marxista que suplantaba al partido
revolucionario, habría encontrado por sus propios medios el camino de la
revolución socialista. De ahi la expresión con la que Moreno gustaba coronar esta
explicación, de que "la realidad fue más "trotskista" que Trotsky".
Para corregir este hecho, Moreno consideró que era necesario reivindicar la
vigencia de la teoría y del programa de la revolución permanente, pero había que
corregir las tesis de la misma. De esta manera la teoría de la revolución
permanente podría ser separada en partes, algunas que conservarían validez, y
otras que habría que reemplazar. A igual que un coche, al que se le cambian las
partes "gastadas", aquí habría que cambiar algunas partes para que todo funcione
bien. Dice Moreno:
Y agregaba:
57
"Nosotros creemos que los hechos han demostrado que en esta posguerra no se
dio lo que decía el texto de la revolución permanente: que sólo habría
revoluciones socialistas si las hacía la clase obrera dirigida por un partido
bolchevique. Este fue un tremendo error porque hubo procesos de revolución
permanente que expropiaron a la burguesía, hicieron la revolución obrera y
socialista sin ser acaudillados por la clase obrera y sin partido comunista
revolucionario... Hoy tenemos que formular que no es obligatorio que sea la clase
obrera y que sea un partido marxista revolucionario con influencia de masas el
que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista.
Negarlo sería ser un ciego, un fanático de Trotsky, un religioso de Trotsky... Sin
embargo seguimos siendo fanáticos de la teoría de la revolución permanente."
b) la democracia obrera y
58
a los años de la revolución podemos notar que Marx y Engels oscilan a veces en
esta posición. Esto corresponde a la inmadurez del marco capitalista en el que
trabajan.
Será Trotsky (con la ayuda de Parvus en este punto) quien llevará al plano de la
teoría la necesidad de borrar definitivamente la distinción entre países maduros e
inmaduros para la revolución. Si bien es cierto que en su Mensaje del CC a la
Liga de los Comunistas de 1850 Marx y Engels hacen un llamado a convertir la
revolución en "permanente", y avanzan en muchas de las ideas que luego
formularía Trotsky, aún escribían con la perspectiva de una revolución por
etapas2. Ellos todavía preveían una revolución dirigida por la pequeño burguesía,
a la que debería seguir la revolución proletaria. Trotsky introduce una variante
importantísima: la revolución democrática ya no tenía espacio histórico como
etapa independiente bajo la dirección de fuerzas no proletarias. La integración de
Rusia en el sistema imperialista anulaba esta posibilidad. En la futura revolución,
la ciudad tendría el papel dirigente, y dentro de ésta, el papel de vanguardia que
había cumplido el artesanado en la revolución francesa, ahora sería cumplido por
el proletariado. La realización plena de las tareas democrático burguesas estaba
unida a la dictadura del proletariado y al transcrecimiento de la revolución hacia
la revolución socialista en un proceso permanente. Un aspecto condicionaba
dialécticamente al otro. Si no había dictadura del proletariado, las tareas
democráticas no se consolidarían, y a su vez esta dinámica exigía su realización
plena en el plano de la revolución socialista internacional.
"...no es obligatorio que sea la clase obrera y que sea un partido marxista
revolucionario ...el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la
revolución socialista"
llevadas adelante por la burocracia. Por otra parte Trotsky conocía los casos de
revoluciones proletarias dirigidas por partidos no marxistas. Entre ellas, la
Comuna de Paris y la República húngara de 1919. Trotsky se refirió a estos dos
ejemplos mucho antes de la redacción del Programa de Transición (ver Escritos,
16 de diciembre de 1932). Sin embargo, no por ello se sintió obligado a
modificar la teoría ni las tesis de la revolución permanente. ¿Por qué? ¿Sería
simple ofuscación teórica, voluntad de negar una realidad que lo contradecía?
Esta fue la posición con la que Trotsky enfrentó las capitulaciones ante el
stalinismo de muchos militantes de la Oposición de Izquierda -como el caso de
Preobrajensky- quienes asignaban un valor revolucionario y socialista objetivo a
la colectivización de Stalin. Para Trotsky, tal colectivización podía modificar -y
de hecho lo hacía- las formas y los ritmos del desarrollo de la historia soviética,
pero no alteraba en lo más mínimo su diagnóstico de fondo: o la revolución se
extiende en el plano internacional, o todas las conquistas se pierden. En el escrito
de diciembre de 1932 al que hicimos referencia, Trotsky alude a la posibilidad de
que partidos centristas tomen el poder. Y sostiene que, como ya lo demostraban
las experiencias de la Comuna o de Hungría, las conquistas serían precarias e
inestables, dada la incapacidad de estas direcciones de tener una orientación
revolucionaria en el plano interno e internacional.
"La estatización de los medios de producción es, como dijimos, una medida
progresiva. Pero su progresividad es relativa; su peso específico depende de la
suma de todos los otros factores. Por lo tanto, primero y antes que nada, nosotros
debemos decir que la extensión de territorio dominado por la autocracia
burocrática y el parasitismo, embozado por medidas "socialistas", puede
aumentar el prestigio del Kremlin, engendrar ilusiones con respecto a la
62
Como vemos, Trotsky consideraba que su programa seguía vigente, a pesar de las
expropiaciones, porque éstas, de por sí no garantizan ningún desarrollo socialista.
Lo mismo podemos decir con respecto a las revoluciones de la posguerra. Las
revoluciones china, yugoslava, cubana, si bien tomaron las medidas
"progresivas" de la expropiación, no por ello garantizaron que el proceso de la
revolución democrática se dirigiese hacia la revolución socialista 4. Por el
contrario, el prestigio ganado por esas direcciones con tales medidas se convirtió
a su vez en un terrible peso que se hizo valer en el seno de la vanguardia
proletaria mundial para imponer la política de la revolución por etapas. Más aún,
el aislamiento de estas revoluciones - bajo la cubierta de la "construcción del
socialismo en un sólo país" - no solo impidió que se avanzase hacia el
socialismo, sino también amenaza más y más con acabar con todas las
realizaciones democráticas. Lo mismo podemos decir de la URSS, y del resto de
los Estados obreros. Desmintiendo a los que durante años presentaron las
expropiaciones como los inicios de revoluciones socialistas, o peor aún, como
verdaderas revoluciones socialistas, hoy se comprueba que no sólo las
expropiaciones están amenazadas, sino que también se pierden las conquistas
democráticas. Hoy en todos los Estados obreros vuelven a plantearse las tareas de
la revolución democrática: democratización del Estado, expulsión del
imperialismo, autodeterminación nacional, liberación de la mujer, el problema de
la tierra (¡en China vuelve a aparecer el acaparamiento de tierras y la usura!).
Contra lo que afirma Moreno, tampoco podemos decir que en la revolución china
el campesinado, por sus propias fuerzas, encontró el camino de la expropiación.
Este proceso no fue un mero reflejo de condiciones objetivas, como lo presenta
Moreno (recordemos su ejemplo del coche empujado hacia la revolución por lo
63
objetivo). Si éste fuera el caso, habría que preguntarse por qué las insurreciones
campesinas del siglo XIX, gigantescas por los millones de hombres que
involucraron, no llegaron a la nacionalización de los medios de producción 6.
Tampoco se explicaría por qué en este siglo, con condiciones revolucionarias
muy profundas, las masas campesinas no llegan a la expropiación, como es el
caso de la revolución mexicana. Es que la revolución china de 1949 no se puede
explicar prescindiendo de la influencia que ejerció la revolución soviética
primero, y la burocracia stalinista luego.
Ya en los años veinte Trotsky hablaba de la popularidad que tenían los soviets,
aun entre el campesinado pobre. Se vislumbraba entonces una posibilidad que
Engels había señalado teóricamente con relación a la vieja Rusia campesina: que
ésta siguiese a una revolución proletaria europea victoriosa. Posteriormente
Lenin contempló esa alternativa con relación a los países campesinos de Oriente,
sacudidos por el impacto de la revolución de Octubre. Esto es, la dirección del
proletariado era tan poderosa como para mostrar el camino al campesinado más
allá de las fronteras de Rusia. Pero luego la influencia de la revolución de
Octubre sobre las masas campesinas chinas fue mediada y distorsionada por la
burocracia stalinista. Como ha señalado el dirigente trotskista chino Peng Shu-
tse, en polémica contra las posiciones de Pablo en el Tercer Congreso de la
Cuarta Internacional, las expropiaciones y la profundización de la revolución en
1949 no fueron un mero producto de "lo objetivo"; por el contrario, la política y
los intereses de la burocracia stalinista tuvieron mucho que ver.
Para terminar con este punto, nos queda aún una aclaración: ¿acaso lo que
desarrollamos hasta aquí implica que Trotsky no sólo tuvo razón en la teoría, sino
que también todos sus pronósticos se demostraron exactos? Creemos que no, que
la realidad se demostró más rica de lo que previó Trotsky. Trotsky preveía que la
guerra cambiaría la relación de fuerzas en favor de la Cuarta Internacional, y no
previó que los aparatos burocráticos aún tendrían varios años más de vida. El
propio Trotsky aludió, en los años treinta, al hecho de que la URSS había
sobrevivido aislada más tiempo de lo que en un principio creían los
revolucionarios, incluido Lenin (quien gustaba decir que "si la revolución
64
"Es cierto que nosotros esperábamos el naufragio del Estado soviético, más que
su degeneración; para decirlo más correctamente, no diferenciamos tajantemente
entre estas dos posibilidades. Pero ellas no se contradicen. La degeneración debe,
indefectiblemente, terminar en la caída en un cierto estadio" (Trotsky, 1971, pág.
16).
Esta situación se prolongó en los años de posguerra, favorecida por una serie de
circunstancias que no es el caso analizar ahora. Lo que no previó Trotsky fue la
extensión que adquirirían los Estados obreros burocratizados, y la duración de los
mismos. Podemos decir que su pronóstico, referido a la precariedad de las
conquistas logradas por direcciones centristas o burocráticas (recordemos que
tenía presentes los ejemplos de la Comuna y de la República húngara de 1919),
falló en cuanto al tiempo, al ritmo, no en lo que hace al contenido fundamental
del proceso, como lo demuestra ahora la crisis de todos estos regímenes.
Así las revoluciones que expropiaron a la burguesía nacionalizaron sin abrir por
ello un camino de auténtica revolución socialista; por el contrario, lo bloquearon,
agudizaron la crisis de la dirección del proletariado, sin resolver por ello tampoco
las tareas de la revolución democrática. Esto se explica no mediante el abandono
de la teoría ante la "refutación" de los hechos, sino precisamente gracias a esta
teoría.
NOTAS CAPITULO IV
Nota 1 Se trata de una discusión a través de cartas intercambiadas entre Trotsky y
Preobrajensky; se pueden encontrar en Trotsky, 1981.
Nota 2 Marx, 1984 a. Los trabajos de Brossat, 1976, y Claudin, 1985, destacan
correctamente este aspecto.
65
Nota 7 Nota de 1995: Hoy releemos estas afirmaciones con una óptica crítica,
porque en el momento de escribirlas no sacábamos todas las consecuencias del
"degeneramiento" y de la importancia que tenía la afirmación de Lenin -y del
propio Trotsky- sobre los peligros que encerraba la no extensión de la revolución
mundial. Concretamente, en nuestra actual opinión la dictadura del proletariado
ya no existía a fines de los treinta, reemplazada por la dictadura de una
burocracia no capitalista, pero a la vez ajena socialmente al proletariado, al punto
66
CAPITULO V
LA REVOLUCION DEMOCRATICA
La revolución democrática en la tradición marxista
En los últimos años Moreno sostuvo que el mundo estaba lleno de revoluciones
democráticas, tales como las de Nicaragua e Irán en 1979, Argentina en 1982,
Filipinas en 1986, que derrotaban dictaduras y abrían el camino a la
"democracia". Esta caracterización es contradictoria con la tesis central de la
teoría de la revolución permanente para los países atrasados, que Trotsky
sintetizaba diciendo que "el camino de la democracia pasa por la dictadura del
proletariado" (Trotsky, 1973, pág. 31). En el núcleo de esta polémica está qué se
entiende por democracia y por revolución democrática. Recordemos al respecto
que, mientras los mencheviques querían reducir la conquista de la democracia a
un cambio de las formas de gobierno, Lenin (y en esto había un completo
acuerdo con Trotsky), no dejaba de ligar a la revolución democrática con un
profundo contenido social.
La posición de Lenin enlazaba con una larga tradición del marxismo. Ya en 1846
Engels decía que "después de la revolución francesa, que fue un movimiento
social ... la democracia puramente política no tiene sentido..." y agregaba que "la
democracia de nuestro tiempo es el comunismo" 1. Pero ¿acaso negaban Marx o
Engels entonces la posibilidad de una democracia burguesa, dirigida por la clase
burguesa? No, no era esto lo que negaban, sino la posibilidad de que la burguesía
pudiera llevar adelante un programa de democracia "radical", "jacobina", al estilo
del que llevaron adelante los representantes más avanzados de la revolución
burguesa. Por este motivo Marx no saluda a la revolución de febrero de 1848 en
Francia -que implanta un régimen de libertades burguesas- como "la revolución
democrática", sino como un simple cambio de las formas de gobierno de la
burguesía, que no por ello traería la democracia. Durante todo el curso de la
revolución alemana Marx y Engels van a sostener la misma posición. Levantan
67
Ya explicamos que a todas las revoluciones que no están dirigidas por el partido
comunista revolucionario Moreno las llama de "febrero", y a las que dirige el
partido revolucionario marxista, de "octubre", pero bajo tales denominaciones
ambos tipos tendrían un contenido igualmente socialista. En algunos textos
Moreno va a caracterizar a estas revoluciones de "febrero" directamente como
"socialistas":
a) porque enfrentan a instituciones capitalistas [al punto que sostiene que hasta la
revolución anticolonial norteamericana del siglo XVIII "presenta elementos
anticapitalistas"; ver Moreno, 1986, pág. 32].
b) porque las soluciones a los problemas que enfrentan las masas sólo encuentran
solución en el socialismo.
c) porque las hacen las masas (ver Moreno, 1986, pág. 38 y sigs.).
En lo que hace al segundo argumento, podemos decir que nunca los problemas de
las masas encontraron solución bajo regímenes basados en la explotación de
clases, lo cual no nos autoriza a sostener que toda revolución, no importa la
época ni las fuerzas en pugna, tuviese un carácter socialista.
Pero además el objetivismo trae aparejado el ceder ante las presiones. Esto
adquiere una importancia multiplicada en los procesos revolucionarios
victoriosos; cuando se conquista la "democracia", cuando cunde lo que Lenin
llamaba la "borrachera democrática", y tantos personajes de la pequeña burguesía
70
Por este motivo Lenin, lejos de confundir a los explotados sobre supuestos
contenidos "socialistas" de la revolución de febrero de 1917, escribía:
Lenin enfrenta las ilusiones democráticas que suscita febrero de 1917 explicando
que sin la destrucción del Estado burgués todas las conquistas de las masas
corrían peligro, que no habría una verdadera democracia sin tierra para los
campesinos, sin milicia, sin barrer todo el viejo aparato del Estado. Si esto no
sucedía, la democracia sería "precaria" (tal es el término que utiliza en su libro El
Estado y la revolución). Las Tesis de Abril contienen todo un punto dedicado a
demostrar a los obreros los elementos de continuidad en el aparato de Estado
luego de la revolución de febrero3. Todo esto se sintetiza en la explicación de que
no se trata de la revolución democrática, sino de la revolución burguesa, que ha
dado lugar a un tipo de régimen político superior, sí, pero que no deja de ser una
dictadura de la burguesía4. Esta es en esencia la misma posición de Trotsky,
quien años después va a demostrar a Radek que febrero no fue una revolución
democrática; que la revolución democrática se cumplió en Octubre. De ahi la
fórmula de Trotsky de que el camino de la democracia había pasado por la
dictadura de Octubre.
NOTAS CAPITULO V
Nota 2 Ver, por ejemplo, Claudin, 1985. También Marx y Engels, 1981.
CAPITULO VI
ESTRATEGIA ETAPISTA Y PROGRAMA
DEMOCRATICO
72
"...al mismo tiempo decíamos que la única manera de defender los salarios o
reconquistar las libertades políticas para toda la población y la libertad de
organización para el movimiento obrero era derrocando a la dictadura."
"La clase obrera y el pueblo actúan ...con una lógica de hierro" [se está refiriendo
al período posterior a la caída de la dictadura], "ya conquistamos la
73
Además tal consigna se aplicaría no solo contra las dictaduras capitalistas, sino
también en los Estados obreros burocráticos. Trataremos luego el tema. También
insiste en el rol que tiene la consigna democrática como polo de agrupamiento
policlasista:
"Esta consigna [abajo la dictadura], que llama no solo a la clase obrera sino a
todo el pueblo a derrocar a estos gobiernos totalitarios... es la fundamental"
(ídem).
Todas las expresiones del tipo "ya conseguimos la democracia", "luego viene la
revolución socialista", o "para luchar por el salario primero hace falta la
democracia" se corresponden con la idea que ya hemos criticado, y que fue el eje
de toda la polémica de Trotsky contra los frentes populares stalinistas. No vamos
a repetir la argumentación contra la estrategia etapista de la revolución. Pero sí
queremos señalar que no es cierto lo que afirma Moreno, respecto a que Trotsky
habría dejado pendiente el problema de cómo enfrentar a los regímenes
dictatoriales. La lucha contra regímenes dictatoriales fue clave para la
elaboración de la estrategia de la revolución permanente, forjada en la lucha
contra el yugo zarista. Y Trotsky mantuvo y acentuó las ideas centrales sobre la
independencia de clase en la lucha contra las dictaduras europeas de los treinta
que ya había desarrollado para Rusia. Es lo que orienta su conocida posición en
74
la guerra civil española, y antes en la lucha contra Hitler. Por ejemplo, escribía en
relación a la lucha anti nazi:
Moreno dice:
"Lo que Trotsky no planteó... fue que también en los países capitalistas era
necesario hacer una revolución en el régimen político: destruir al fascismo para
reconquistar las libertades de la democracia burguesa aunque fuera en el terreno
de los regímenes políticos de la burguesía, del Estado burgués. Concretamente,
no planteó que fuera necesario una revolución democrática que liquidara al
régimen totalitario fascista como parte o primer paso del proceso hacia la
revolución socialista" (Moreno, 1986, pág. 53; énfasis nuestro).
Es cierto que Trotsky no planteó la revolución por etapas contra las dictaduras
como planteó Moreno. Pero es falso decir que dejó el tema sin tratar,
precisamente porque alude directamente al eje de la estrategia permamentista, a
saber, la relación entre democracia y revolución.
Etapismo recurrente
"Si estaba planteado el problema del gobierno, del poder, era necesario salirle al
paso con una consigna positiva, una propuesta de poder. Esa consigna, para ser
concreta, debía basarse en institucionesreales, que existieran o hubieran existido.
La clase obrera y el pueblo, a lo largo de su movilización revolucionaria no había
construido organizaciones propias capaces de tomar el poder" (Moreno, 1983,
pág. 26, énfasis nuestro).
Veamos ahora algunos de los casos que entran en contradicción con lo que está
escrito en documentos hoy reivindicados
Pero esto no impidió que Moreno se negase a defender a los presos de la guerrilla
en 1975. Luego, en 1989 el MAS se negó a defender a los presos de La Tablada,
no denunció la masacre del ejército, pidió la investigación sobre el grupo
atacante y envió condolencias a los familiares de militares del Proceso muertos
en el ataque. Las cosas llegaron al punto de que periodistas reaccionarios
felicitaron públicamente la actitud del MAS.
"¡Fuera los curas y las monjas de la escuela, los sindicatos, los hospitales, las
asociaciones deportivas y culturales, de toda actividad que no sea estrictamente
de culto! ¡Expropiación inmediata y sin pago de todos los bienes de la Iglesia!
Por supuesto que nunca hemos escuchado este discurso "rojo" ni en la televisión
ni en las radios por parte de Zamora o Silvia Diaz. Ni tampoco hemos visto
propaganda, ni sistemática ni circunstancial con esta orientación en los
periódicos del MAS. En lo que hace al programa partidario, además de pedirse la
nacionalización de los institutos de enseñanza privada, poco más es lo que se
habla de la Iglesia:
El programa de Izquierda Unida -el programa efectivo que llevó el MAS ante el
movimiento obrero en la campaña electoral, y al que se caracterizaba de
revolucionario- estaba aún más "lavado" en relación a la Iglesia.
"Sustitución del ejército permanente por una milicia popular en unión indisoluble
con las fábricas, las minas, las granjas" (Moreno, 1982, pág. 61).
Independencia sindical
El Programa del MAS dice con respecto a la independencia de los sindicatos del
Estado:
Moreno ha sostenido reiteradas veces que es uno de los tres o cuatro principios
fundamentales de la política marxista: rechazar toda ingerencia del Estado en los
sindicatos. Sin embargo ha sido una práctica -¡no ocasional!-, realizada en vida
de Moreno y luego de su muerte, pedir la intervención del Ministerio de Trabajo
en elecciones sindicales con el propósito de frenar fraudes de la burocracia. Se
llegó al extremo de llamar a concentraciones en las puertas del Ministerio para
presionar por esas intervenciones. Salvando las distancias, es como si los
trotskistas hubiésemos solicitado la intervención del imperialismo en la URSS
para... garantizar la democracia obrera.
Asamblea Constituyente
propaganda por la Asamblea Constituyente por parte del MAS presenta las
siguientes características:
El electoralismo
Lo que decimos puede parecer muy duro, pero más duro es ver a miles de
honestos compañeros de lucha embarcados en un camino que puede ser sin
retorno. Recordemos el caso de la socialdemocracia alemana, que tenía detrás la
tradición teórica de Marx y Engels, que agrupaba a lo mejor de la clase obrera y
de los intelectuales socialistas de su tiempo. Todas esas reservas no detuvieron el
desbarranque, que comenzó por algunas "concesiones" electorales, por "pequeñas
vulgarizaciones" del marxismo, en aras de mantener la legalidad y aumentar el
caudal electoral. Lenin decía que la burguesía tiene dos medios de dominio: por
la represión abierta o por el engaño sistemático y organizado, con la adulación y
las promesas al pueblo (Lenin, 1973, págs. 45-6). Podemos aplicar esto a las
organizaciones del movimiento obrero. A veces es más fácil domesticar
permitiendo cierto juego libre, que la represión abierta. Lo peor es cuando esto se
empieza a teorizar, cuando lo que es trampa del enemigo se presenta como
victoria de las masas, cuando lo que es adulación burguesa se lee como "seriedad
de los medios que nos respetan porque nos temen". El movimiento obrero tiene
una larga experiencia en este tipo de dinámicas trágicas.
NOTA CAPITULO VI
CAPITULO VII
LA REVOLUCION POLITICA
Una revolución "democrática y popular" en los Estados obreros
81
"Todas ellas en su primera etapa, la que no han logrado superar triunfando, son
democráticas, populares, contra el régimen totalitario. Pero esta revolución
democrática abrirá paso inmediatamente, ni bien triunfe, a la necesidad de
imponer un régimen como el de Lenin" (Moreno, 1986, pág. 71).
Aquí se repite, con caracter aún más acusado, la renuncia a dar una
caracterización de clase a un fenómeno social, nada menos que a la revolución.
Puede argumentarse que durante el curso de una revolución es muy difícil
precisar su carácter de clase, ya que se trata de un fenómeno altamente dinámico.
Por este motivo Trotsky recomendaba a veces, esperar y ver cuál era el contenido
social definitivo de la revolución. El mismo dependía de la clase que se hiciera
del poder (es el mismo criterio que aplica Lenin para caracterizar la revolución de
febrero). Pero de todas maneras es imposible que la revolución sea "popular", de
la misma manera que no puede haber Estados "populares".
Lo único que habría que rectificar en este asombroso pronóstico, escrito hace 55
años, es que por el momento la caída de los regímenes del Este no dio lugar al
fascismo, sino a democracias burguesas precarias y con rasgos bonapartistas. La
diferencia está en que Trotsky escribía sobre la URSS en momentos en que las
reservas y la memoria de Octubre estaban vivas en las masas, y en que la
reacción capitalista se manifestaba en Europa esencialmente en la forma de
fascismo.
"Esta consigna [la Asamblea Constituyente], esta tarea, más que necesaria, es
indispensable. Es la conclusión lógica del análisis de Trotsky sobre los nuevos
regimenes totalitarios, el fascismo y el stalinismo (a los cuales evidentemente
diferenciamos entre sí en tanto regímenes sociales). Toda la posición de Trotsky
a partir de la victoria de Hitler después de Stalin consiste en desarrollar las
consignas democráticas -defensa del Reichstag que eligió a Hitler,
autodeterminación para Ucrania- pero no en el marco de un renacimiento de la
revolución democrático burguesa en los países capitalistas más adelantados y en
la URSS burocrática" (Moreno, 1981 a, pág. 27).
Esta versión del desarrollo de las ideas de Trotsky rompe la coherencia interna de
la teoría de la revolución permanente. Ya hemos visto cómo la agitación y lucha
en torno a las consignas democráticas no es ninguna novedad tardía del
marxismo (supuestamente impulsada por los triunfos de Hitler en los treinta); por
el contrario, la discusión sobre las relaciones entre democracia y revolución
nacen con la actividad política del marxismo y es parte esencial en el surgimiento
y elaboración de la teoría de la revolución permanente. Y otorgarle importancia a
las consignas democráticas no implicó nunca estructurar el programa
revolucionario en torno al eje democrático. Pero además, en lo que respecta a los
Estados obreros burocratizados, el marxismo subrayó siempre la diferencia de
naturaleza social que media entre los mismos y los Estados capitalistas. Es que
frente a un Estado obrero burocratizado los marxistas revolucionarios no
defendemos una "vuelta hacia atrás", hacia la democracia burguesa, sino un
avance hacia la democracia de los consejos revolucionarios. Por este motivo el
Programa de Transición no plantea las consignas de la democracia burguesa para
la URSS, sino la democracia y las libertades soviéticas. Creemos que sigue
siendo válida la ley que alguna vez había enunciado Plejanov para las
revoluciones: la defensa de la revolución frente a los reaccionarios debe ser el
criterio supremo. En este caso, la defensa de la revolución frente a la burocracia y
el restauracionismo.
Que la debilidad del marxismo revolucionario en los Estados del Este no haya
permitido desarrollar este programa no permite deducir que fuera incorrecto. Los
acontecimientos demostraron que el vacío que dejo el marxismo revolucionario
fue ocupado por el programa de la democracia burguesa subordinada al
imperialismo. No había tercer camino disponible. Desde este punto de vista
siguen manteniendo vigencia las advertencias de Trotsky contra los peligros de
confundir el programa de lucha anti burocrática y a favor de la democracia
soviética con el programa de la restauración capitalista vía democracia burguesa:
"Es verdad que la consigna "Abajo Stalin" es muy popular ahora, no sólo dentro
del partido, sino mucho más lejos de sus perímetros. En esto uno puede ver la
ventaja de la consigna, pero al mismo tiempo, indudablemente, su peligro.
Asumir un color protector y disolverse políticamente en el descontento general
con el régimen stalinista es algo que nosotros no podemos hacer, no haremos ni
debemos hacer" (Trotsky, 1979 a, págs. 170-1).
De la misma manera, y para terminar con este punto, queremos destacar que la
posición de Trotsky sobre Ucrania se ubicaba en la misma línea de razonamiento
que lo anterior:
CAPITULO VIII
LUCHA CONTRA EL STALINISMO Y LA CUARTA
INTERNACIONAL
¿Cuba más democracia?
Todo lo que hemos desarrollado hasta aquí explica que el MAS haya terminado
por abandonar la lucha política, teórica y estratégica, contra el stalinismo. Si los
partidos stalinistas han sido capaces de conducir revoluciones democráticas y
abrir el camino hacia la revolución socialista, si lo único que hay que agregarles a
estos procesos es la "democracia", es natural extraer la conclusión de que es
posible formar frentes por objetivos estratégicos con el stalinismo.
La política del MAS, bajo orientación de Moreno y después, fue lo opuesto. Por
un lado, un sectarismo exacerbado en las luchas obreras que alejó a muchos de
los mejores activistas y dirigentes. Es muy frecuente que los activistas y
luchadores obreros acusen al MAS de buscar a cualquier costo la hegemonía, y
de embanderar rápidamente toda lucha con los colores partidarios. Al respecto
sería conveniente que la dirección del MAS prestase atención a los consejos que
daba Trotsky a la dirección del SWP de los Estados Unidos, cuando salía en
88
La Cuarta Internacional
Y finalmente se dice:
Nótese que este llamado final es contradictorio con el punto (e), que dice que
sólo el partido obrero revolucionario podrá encabezar la lucha hasta el
socialismo. Era de suponer que tal partido estuviese asentado en una sólida base
teórica y programática, en el marxismo. Pero finalmente se descubre que sólo es
necesario unirse por un programa mínimo de frente único revolucionario para
tener garantizada no sólo la victoria sobre el capitalismo, sino también la
construcción del socialismo mundial. Es otra dirección con otro programa que el
programa y la teoría de la revolución permanente. Es otra organización, distinta a
la Cuarta Internacional. Se cierra así el círculo del pragmatismo y de la
minusvaloración de todos los fenómenos de conciencia con el rechazo en el plano
programático-organizativo de la necesidad del partido marxista. Por otra parte, es
una posición idéntica a la que siempre defendió Mandel sobre la Cuarta
Internacional, y que ayuda a explicar por qué, a la hora de la crisis final del
stalinismo, la Cuarta también se encontró sumida en una grave crisis teórica,
política y organizativa.
Nos referimos a la carta que con fecha 17 de abril de 1933 Trotsky dirige al
Secretariado Internacional, con copia al Comité Central de la sección
norteamericana de la Oposición de Izquierda. Cannon había sido acusado por la
dirección del partido porque al concurrir a dar apoyo a obreros en huelga no se
92
había presentado como miembro del partido. Trotsky sale en defensa de la actitud
de Cannon:
UN LLAMADO FINAL
En su libro Stalin el gran organizador de derrotas, Trotsky aventuró algunos
pronósticos sobre lo que sucedería en caso de que la Internacional Comunista,
bajo conducción de Stalin, continuase su política de errores en la conducción de
las fuerzas del proletariado revolucionario. Sostuvo que si la Internacional seguía
con su nefasta política, el resultado inevitable sería su hundimiento y el posterior
hundimiento de la URSS. Esto, a su vez, provocaría "un daño infinito al
proletariado mundial" (Trotsky, 1974, pág. 35). Aun en ese caso la revolución
proletaria sabría abrirse paso nuevamente, pero a costa de grandes sacrificios. Y
los revolucionarios se verían obligados "a reanudar el hilo de sucesión roto y
conquistar nuevamente la confianza de las masas" (ídem pág. 36).
"El Congreso del partido debe ser precedido, naturalmente, de una discusión
completa. Todos los obstáculos del aparato deben ser suprimidos. Cualquier
organización del partido, cualquier núcleo, tiene el derecho a llamar a sus
reuniones a cualquier comunista, miembro del partido o expulsado de él, si lo
considera necesario para formarse opinión. La prensa debe ponerse al servicio del
debate; en todos los periódicos del partido debe asignarse diariamente el espacio
suficiente para los artículos críticos. Comisiones especiales de prensa, elegidas en
las asambleas generales de miembros del partido, deben velar para que los
periódicos sirvan al partido y no a la burocracia.
Bibliografía
L. Althusser y E. Balibar (1983): Para leer "El Capital". Siglo XXI, México.
94
N. Moreno (1981 b): "Carta a los camaradas del POSI español del C.C."; en
Panorama Internacional N[[ordmasculine]] 18, diciembre.
Documentos
Autor de este
texto es
Rolando v
Astarita 1995