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EL SILENCIO
Son muchos los que andan buscando constantemente, pero sólo encuentran los
que permanecen en constante silencio... El hombre que se complace en la
abundancia de palabras, aunque diga cosas admirables, está vacío por dentro. Si
amas la verdad, sé amante del silencio. El silencio, como la luz del sol, te
iluminará en Dios y te librará de los fantasmas de la ignorancia. El silencio te unirá
con el propio Dios... Más que cualquier otra cosa, ama el silencio, que habrá de
darte un fruto que ninguna lengua humana es capaz de describir. Al principio
hemos de violentarnos a nosotros mismos para permanecer silenciosos, pero
luego nace algo en nosotros que nos arrastra al silencio. Ojalá te haga Dios
experimentar ese "algo". Si lo logras, una luz inefable te iluminará... y, al cabo de
un tiempo, una indecible dulzura nacerá en tu corazón, y el cuerpo se verá casi
obligado a permanecer en silencio.
Anthony De Mello, sj.
I. Introducción
El hombre pretende saciar vanamente su sed de Infinito con lo finito. Y esta sed sólo
puede ser saciada con lo Infinito, con Dios, a quien podemos encontrar en el silencio de nuestro
corazón.
A través del silencio lograremos encontrar aquella paz que origina el encuentro profundo
consigo mismo y con Dios.
Jesús guardó silencio durante treinta años: su palabra fecunda fue engendrada en el
silencio. Y es que sólo callando aprendemos a hablar, a comunicarnos.
El desierto tiene valor porque revela el silencio. Y el silencio tiene valor porque nos
revela a Dios y a nosotros mismos y a los demás.
Matar el silencio es matar el espíritu. Porque el espacio del espíritu -allí donde puede
abrir sus alas- es el silencio.
El silencio es medio para ser conscientes, para darnos cuenta, para experimentar, para
sentir.
Es el encuentro con Dios, con nosotros y con los demás. Dios es Comunicación y
Palabra, pero también Silencio.
ESCONDRIJO
El Maestro llegó a ser una verdadera leyenda viviente. Se decía incluso que en una
ocasión Dios le había pedido consejo: "Quisiera jugar al escondite con la humanidad. He
preguntado a mis ángeles cuál es el mejor lugar para esconderse, y unos me han dicho que el
fondo del océano, otros que la cima de la más alta montaña, y todavía otros me han dicho que la
cara oculta de la luna o alguna estrella lejana. ¿Qué me sugieres tú?”.