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BLOQUE 10. LA SEGUNDA REPÚBLICA.

LA GUERRA CIVIL EN UN
CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL (1931- 1939).
10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El Bienio
Reformista (1931-1933)

Tras las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República. El
rey Alfonso XIII se exilió a Italia y el poder lo asumió un gobierno provisional encabezado por
el Republicano moderado Niceto Alcalá Zamora, nombrado presidente provisional de la
República, y del que formaban parte una amplia representación de los partidos políticos que
firmaron el pacto de San Sebastián:

- Miguel Maura por los católicos moderados.


- Manuel Azaña de Acción Republicana.
- Alejandro Lerroux del Partido Radical.
- Álvaro de Albornoz por el Radical-Socialista.
- Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero por el PSOE.
- Nicolau D´Olwer por los catalanistas.

Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue la de fijar una fecha para la celebración
de elecciones generales en las que debían elegirse diputados a Cortes pues el gobierno
provisional había surgido realmente de unas elecciones municipales. Se estableció el domingo
28 de junio para celebrarlas.

Desde el comienzo de su andadura la República tuvo que hacer frente a diversos problemas
que amenazaban su continuidad y hacían temer una intervención militar:

- Tuvo que hacer frente a la hostilidad de la alta jerarquía eclesiástica y de los sectores
monárquicos. El propio arzobispo de Toledo, el cardenal Segura, se posicionó a favor
de la monarquía atacando duramente a la República.

- Desde posiciones cercanas a la propia República tampoco ayudó la proclamación de la


República catalana independiente por Francesc Maciá, que fue inmediatamente
desautorizada por el gobierno provisional republicano.
También hubo actos violentos como el asalto a los talleres del periódico monárquico
ABC, y reacciones anticlericales contra edificios religiosos con acciones de pillaje e
incendios de iglesias y conventos.

- La situación internacional también era muy complicada por la grave crisis económica
iniciada en 1929 y por el ascenso de sistemas totalitarios en Europa como el fascismo y
el comunismo.

Las elecciones de junio de 1931 y la Constitución Republicana de 1931

Las primeras elecciones republicanas fueron las más democráticas que se habían celebrado
hasta entonces en la Historia de España. El censo lo formaron los varones mayores de 23 años
y hubo una participación del 70% del censo electoral. La victoria fue para las fuerzas
republicanas de izquierda que obtuvieron un 64% de los sufragios y 279 diputados, siendo el
partido más votado el PSOE con 116 escaños y, en segundo lugar, el Partido Radical de
Alejandro Lerroux con 90, una fuerza que se había ido moderando hacia posiciones de centro.

Unos días después se formó el primer gobierno republicano formado por republicanos de
izquierda y socialistas. Como presidente del gobierno se nombró a Manuel Azaña de Acción
Republicana y entre los ministros destacaban los socialistas Largo Caballero en Trabajo y
Fernando de los Ríos en Instrucción Pública (Educación). En la presidencia de la República se
mantuvo al conservador Niceto Alcalá Zamora, con lo que se daba un signo de moderación.

El nuevo gobierno se propuso como principal tarea la de realizar una profunda transformación
de la sociedad española empezando por la elaboración de una nueva Constitución de carácter
republicano.

La Constitución de 1931

El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la nueva Constitución, cuyo contenido estuvo


condicionado por la mayoría parlamentaria que tenían las fuerzas de izquierda. Ya en su
primer artículo se definía a España como < una República democrática de trabajadores de toda
clase que se organiza en régimen de libertad y justicia >.

Los principales contenidos de la Constitución eran:

- España se constituía como un Estado integral (único), aunque admitía que hubiese
autonomías regionales que tenían que ser aprobados por 2/3 de los electores y por las
Cortes. Se pretendía colmar con ello los históricos anhelos de Cataluña.
- Se estableció una marcada división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
- El poder legislativo quedaba reservado a las Cortes, que eran unicamerales, adquirían
un gran protagonismo como órgano de control del gobierno.
- El poder ejecutivo estaba compartido entre el presidente del Gobierno que dirigía al
gobierno y a sus ministros y el presidente de la República, cuyo papel era de
moderador del sistema aunque tenía capacidad de veto con respecto a las leyes. Era
elegido de forma indirecta a través de las Cortes por un periodo de seis años. No
podían ocupar el cargo ni militares, ni eclesiásticos ni miembros de la familia real.
- Se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales.
- Se hizo una amplísima declaración de derechos y libertades que, por primera vez,
reconocía el derecho al divorcio.
- Se estipuló el sufragio universal incluyendo a las mujeres.
- La propiedad privada quedaba subordinada a los intereses de la economía nacional lo
que abría las puertas a posibles nacionalizaciones de empresas y propiedades.
- La enseñanza y la cultura se convertían en prioridad del Estado que tenía la obligación
de fomentarlas sin discriminaciones de tipo económico.
- En materia religiosa, el Estado se declaraba laico y se reconocía la libertad de
conciencia. Se estableció la separación entre Iglesia y Estado y se prohibía a las ordenes
religiosas ejercer la enseñanza y cualquier actividad económica.
Estas medidas fueron de las más polémicas y fueron rechazadas por los sectores más
conservadores y católicos.
El Bienio Reformista (junio 1931- septiembre 1933)

Como ya hemos señalado, el objetivo prioritario del nuevo gobierno era emprender una
serie de reformas que transformasen de una forma profunda a la sociedad española. Los
puntos esenciales del programa de reformas eran:

- La Reforma Educativa: se marcó el objetivo de acabar con el analfabetismo y el retraso


cultural. Sus mayores esfuerzos se centraron en la enseñanza primaria, como básica y
fundamental. Se crearon más de 10.000 escuelas nuevas y se contrataron a más de
7.000 maestros, a los cuales se les mejoró el sueldo.
Se promovió una educación pública, laica, mixta, obligatoria y gratuita.

Se prohibió el ejercicio de la enseñanza a las órdenes y congregaciones religiosas y se


suprimió la asignatura de religión. La Iglesia y los sectores conservadores se opusieron y
la medida también supuso un problema para afrontar tan ambicioso proyecto pues las
plazas escolares y los colegios se redujeron y la inversión que se necesitaba para hacer
pública toda la enseñanza era enorme.

En el ámbito cultural se crearon las Misiones Pedagógicas con el ánimo de acercar la


educación y la cultura al medio rural, con cines, espectáculos de teatro itinerantes e
incluso un museo circulante con reproducciones de cuadros del Museo del Prado.

- Reforma del Ejército. Tenía como finalidad modernizar el ejército y asegurar su


fidelidad al régimen republicano. El propio presidente del gobierno, Manuel Azaña,
asumió el ministerio de Guerra (ministerio de Defensa) e impulsó una ley para reducir
el número de oficiales y se colocó en las principales capitanías generales a mandos
fieles a la República.
También se creó la Guardia de Asalto una fuerza de orden público adicto a la República
para contrarrestar el papel del ejército y de la Guardia Civil.

- La Reforma Agraria fue el proyecto de mayor magnitud y uno de los más


demandados por las clases sociales menos favorecidas en un país que seguía siendo
fundamentalmente agrario. Varios eran los problemas que era urgente acometer:
o El campesinado representaba el 50% de la población activa y la mayoría eran
campesinos sin tierras propias que trabajaban como peones o jornaleros.
o La ancestral desigualdad en el reparto de la tierra. La estructura latifundista al
sur del río Tajo que dejaba en manos de unos pocos terratenientes la mayor
parte de las tierras cultivables.
o La modernización y mecanización del campo en el que se trabajaba con
métodos del siglo XIX, lo que daba lugar a un bajísimo rendimiento por
hectárea.
En 1932 y tras prolongadas discusiones se aprobó la ley de Reforma Agraria con la
oposición de los terratenientes y de la nobleza. Para aplicarla se creó el Instituto de
Reforma Agraria (IRA) encargado de hacer un inventario de tierras que podían ser
expropiadas con el compromiso de pagar a sus propietarios una indemnización.

Sin embargo, la lentitud del procedimiento supuso una frustración para los campesinos
pues en 1933 las tierras expropiadas y repartidas eran muy pocas por lo que,
impulsados por el movimiento anarquista, recurrieron a ocupar ilegalmente las tierras.
- La Reforma Territorial. Reconocida la posibilidad de autonomías regionales por la
Constitución, durante el bienio únicamente se formalizó el Estatuto de Cataluña, por el
que se creaba un gobierno autónomo (la Generalitat) aunque con competencias muy
limitadas (cultura, orden público y obras públicas).

La oposición al gobierno republicano-socialista

El gobierno reformista tuvo que hacer frente a una oposición tanto de las fuerzas de derecha
como de las de izquierda.

Las fuerzas de derecha estaban representadas por: los monárquicos Agrupados en Renovación
Española fundada por José Calvo Sotelo; los conservadores, que acabaron asumiendo el
sistema republicano pero querían establecer una República conservadora, fundaron la CEDA
(Confederación Española de Derechas Autonomas), dirigida por Gil Robles; por último
surgieron varios partidos de inspiración fascista entre los que destacó Falange Española,
fundada por José Antonio Primo de Rivera.

Muchos de ellos simpatizaron con el intento de sublevación militar encabezado por el general
Sanjurjo en 1932, que finalmente fracasó.

La oposición de izquierdas estaba representada por los anarquistas agrupados en la


Federación Anarquista Ibérica (FAI) y en su sindicato CNT. Participaron activamente en
huelgas y en la ocupación de tierras por los campesinos. El suceso más grave ocurrió en la
localidad gaditana de Casas Viejas en enero de 1933. Unos campesinos ocuparon tierras y
fueron duramente reprimidos por la Guardia de Asalto republicana, causando varios muertos.

Los graves sucesos de Casas Viejas restaron prestigio y apoyo popular al gobierno de Manuel
Azaña, que también tenía que hacer frente a una grave crisis económica y a una creciente
conflictividad social. Por último, las maniobras políticas del Partido Radical de Alejandro
Lerroux para echar a los socialistas del poder acabaron dando sus frutos y Azaña acabó
dimitiendo en septiembre de 1933. El presidente de la República, disolvió las Cortes y convocó
elecciones para noviembre de ese año.
10.2. El gobierno Radical-Cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente
Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno.

Los graves sucesos de Casas Viejas de enero de 1933 restaron prestigio y apoyo popular al
gobierno de Manuel Azaña, que también tenía que hacer frente a una grave crisis económica y
a una creciente conflictividad social. Los socialistas retiraron su apoyo al gobierno y Azaña
acabó dimitiendo en septiembre de 1933.

El presidente de la República, Alcalá Zamora, disolvió las Cortes y se convocaron elecciones


para noviembre de ese año. Los partidos de izquierda se presentaron separados y los
anarquistas preconizaron la abstención. Por su parte, las fuerzas de derecha se presentaron
unidas en la nueva formación que habían creado la CEDA (Confederación Española de
Derechas Autónomas). Las elecciones supusieron un vuelco político siendo el partido más
votado la CEDA con 115 escaños, seguida por el Partido Radical con 102. El partido socialista,
sin embargo, reducía su representación a la mitad, de 116 a 58.

Pese al triunfo de la CEDA, el presidente de la República encargó la formación de gobierno a


Alejandro Lerroux dirigente del Partido Radical, de centro, con la supuesta intención de no
provocar a las fuerzas de izquierda pues la sociedad española se estaba polarizando cada vez
más. Los Radicales gobernarían en minoría pero con el apoyo de la CEDA para dar estabilidad
al gobierno.

Se iniciaba una etapa política conocida como Radical-Cedista caracterizada por la paralización
de las medidas reformistas adoptadas en la etapa anterior e incluso con medidas
contrarreformistas:

- Paralización de la Reforma agraria, con la devolución de tierras a sus antiguos


propietarios y expulsando de ellas a los campesinos que se habían asentado.
- Ley de amnistía que favoreció a los militares implicados en el fallido golpe de Estado
encabezado por el general Sanjurjo en 1932.
- Proyecto de reforma constitucional en 1935, dando a la Constitución de 1931 un giro
conservador anulando aquellos artículos que habían generado más polémica como los
referentes a la religión, las ordenes religiosas, la enseñanza, el matrimonio civil, los
Estatutos de autonomía y la posibilidad de expropiación y nacionalización de la
propiedad privada.

LA REVOLUCIÓN DE 1934 (la Revolución de octubre en Asturias)

El 4 de de octubre de 1934 Alejandro Lerroux, presidente del gobierno, hizo un cambio de


gobierno dando entrada a tres ministros de la CEDA. Las fuerzas políticas de izquierda se
temieron que el nuevo gobierno se escorase, aún más, hacia posiciones de derecha o tomase
medidas como las adoptadas por Hitler en Alemania en 1933 o Dollfuss en Austria en febrero
de 1934, con la prohibición de todos los partidos políticos y la imposición de un régimen
totalitario. El clima político en gran parte de Europa y, especialmente, en España estaba cada
vez más polarizado y violento.

El 5 de octubre de 1934 UGT convocó una huelga general. El PSOE, Ezquerra Republicana de
Cataluña y los anarquistas se habían planteado el estallido de una revolución popular desde el
triunfo de las fuerzas de centro-derecha. Se había planeado para septiembre pero se fue
retrasando hasta que el cambio de gobierno se convirtió en un detonante.

La huelga y la insurrección fueron un fracaso en la mayor parte de España por la intervención


del ejército y de la Guardia Civil y por un menor apoyo popular del que se esperaba.
Únicamente en Cataluña y en Asturias adquirió cierta importancia.

- En Cataluña la huelga adquirió un carácter nacionalista y el 6 de octubre Lluis


Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal española. La
proclamación duró un sólo día pues el ejército intervino, suspendió la autonomía
catalana y acusó al gobierno catalán de rebeldía.

- La insurrección sólo triunfó en Asturias donde socialistas, comunistas y anarquistas


firmaron una Alianza Obrera y se fijaron como meta socializar los medios de
producción proclamando una Revolución Socialista de los Consejos Obreros
defendiéndola con las armas.
El gobierno envió al ejército de Marruecos, la Legión y los Regulares al mando del
general Francisco Franco. El 18 de octubre la insurrección estaba definitivamente
controlada. Hubo más de mil muertos, 30.000 detenciones y numerosas condenas de
muerte ejecutándose a líderes obreros locales y secundarios.

Etapa final del Bienio Radical-Cedista (1935-1936)

La revolución de octubre tuvo como consecuencia un endurecimiento de la política del


gobierno. Se suspendió el Estatuto de Cataluña y se paró la Reforma Agraria. El gobierno de
coalición entre Radicales y Cedistas era cada vez más complicada por las desavenencias entre
Lerroux y José María Gil Robles, líder de la CEDA. En el ámbito militar, Gil Robles puso en
puestos relevantes a mandos militares opuestos a la República como los generales Banjul,
nombrado subsecretario del ministerio; Franco, Jefe del Estado Mayor; Mola, Jefe del ejército
de Marruecos.

La vida pública se fue radicalizando hacia posiciones antagónicas que condujeron a una
polarización política. En la derecha Falange se fusionó con las JONS, formación de ideología
fascista. José Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en diciembre de 1934, con la idea de
restaurar la monarquía o un gobierno militar. Algunos miembros del ejército crearon la Unión
Militar uno de cuyos inspiradores era el general Sanjurjo, con la intención de acabar con la
República. Por su parte, las fuerzas de izquierda decidieron, también, concentrar sus fuerzas
creando el Frente Popular que agrupaba a republicanos de izquierda, socialistas y comunistas.

Sin embargo, lo que acabó con la coalición de centro-derecha fueron los escándalos de
corrupción destacando de manera destacada el escándalo del estraperlo de octubre de 1935,
en el que se vio implicado el propio hijo de Lerroux. Algunos políticos Radicales aceptaron
sobornos para permitir ruletas trucadas en los casinos y casas de juego. El desprestigio del
Partido Radical obligó a dimitir a Lerroux y el presidente de la República disolvió las Cortes y
convocó nuevas elecciones para febrero de 1936.
LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR

En las elecciones del 16 de febrero de 1936 los partidos de izquierda y los nacionalistas se
agruparon en el Frente Popular al que se sumaron incluso los anarquistas. En su campaña
electoral se comprometían a defender la República y el programa de reformas de los inicios de
la República. La derecha también se presentó unida en muchas circunscripciones aunque la
CEDA, confiaba en ganar con mayoría absoluta agitando el temor de la revolución.

La participación electoral fue muy alta, un 72% del censo; aunque las fuerzas de centro y
derecha triunfaron en las zonas rurales el Frente Popular en más circunscripciones y obtuvo
mayoría absoluta alcanzando el 59% de los escaños.

El primer gobierno que se formó estuvo integrado exclusivamente por republicanos sin la
participación ni de socialistas ni de comunistas. Manuel Azaña fue nombrado, una vez más,
presidente del gobierno reiniciando la política de reformas de la primera etapa y otorgando
una amplia amnistía para los encarcelados por la revolución de octubre de 1934. Entre otras
medidas destacaron:

- Se restauró el Estatuto de autonomía de Cataluña y Lluis Companys volvió a ocupar la


presidencia de la Generalitat.
- Se retomó la Reforma Agraria de 1932.
- El Congreso destituyó a Niceto Alcalá Zamora como presidente de la Segunda
República el 10 de mayo de 1936.

Manuel Azaña aceptó la presidencia de la República y animó a los socialistas a que entrasen en
el gobierno aunque se negaron y fue nombrado como nuevo presidente del gobierno el
republicano Casares Quiroga, el 13 de mayo de 1936.

El clima político estaba cada vez más enrarecido. Los socialistas encabezados por Largo
Caballero aspiraban a una revolución obrera. La derecha conspiraba y buscaba el apoyo del
ejército para frenar la revolución social. La extrema derecha atentaba contra locales y líderes
de izquierda. Gil Robles y diversos mandos del ejército, entre ellos el general Franco habían
solicitado en febrero a Alcalá Zamora, la declaración del estado de Guerra.

Desde marzo de 1936, un grupo de generales dirigidos por Emilio Mola, empezaron a preparar
un golpe militar contra el gobierno del Frente Popular. El gobierno decidió aislarlos
enviándolos a destinos apartados: Mola a Navarra, Franco a Canarias, Goded a Baleares y
Sanjurjo al exilio en Lisboa.

Los días previos a la rebelión militar que dio comienzo a la Guerra Civil se produjeron dos
asesinatos que evidenciaban el clima de violencia que vivía el país. El 12 de julio de 1936 era
asesinado por extremistas de derechas el teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo. En
represalia sus compañeros detuvieron y asesinaron al líder de derechas José Calvo Sotelo el 14
de julio. En la noche del 17 al 18 de julio se materializaba la rebelión militar. Daba comienzo la
Guerra Civil (1936-1939).
10.3. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión
internacional del conflicto.

La Guerra Civil (18 de julio de 1936- 1 de abril de 1939), fue consecuencia de la polarización
social y de la radicalización política que se fue produciendo en España durante la IIª República.

La guerra se inició con una sublevación militar de una parte del ejército que contó con el apoyo
económico y armamentístico de los regímenes totalitarios de Italia, Alemania y Portugal. Lo
que pretendía ser un Golpe de Estado rápido y exitoso acabó convirtiéndose en un largo
conflicto de tres años ante la resistencia del gobierno, de las fuerzas políticas republicanas y de
un sector del ejército que se mantuvo fiel a la República.

El conflicto se convirtió en una terrible guerra de desgaste y de aniquilación del enemigo


político, con un país dividido en dos zonas y en dos Estados: el controlado por el gobierno de la
República y el dominado por los militares sublevados y sus partidarios autoproclamados como
nacionales.

La sublevación militar estuvo precedida por meses de violencia callejera y conspiraciones


militares y políticas desde que se produjo el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. Por
una parte, los anarquistas y otras fuerzas radicales de izquierda exigían una revolución social
ocupando tierras y presionando al gobierno. En el lado opuesto los falangistas hacían
ostentación de su violencia y un sector del ejército conspiraba contra el gobierno republicano
con el apoyo de las fuerzas conservadoras: monárquicos, falangistas y carlistas. Aunque la
sublevación estaba preparándose, el detonante fue el asesinato del líder del Bloque Nacional,
José Calvo Sotelo, por un grupo de guardias de asalto, el 13 de julio de 1936, en represalia, a
su vez, por el asesinato perpetrado por extremistas de derecha de uno de los oficiales de ese
cuerpo de policía, el teniente Castillo, militante de PSOE, el día anterior, 12 de julio.

La sublevación militar y el estallido de la Guerra Civil

Las tensiones políticas se acentuaron durante la primavera de 1936. El triunfo del Frente
Popular en las elecciones de febrero de 1936 condujo a pensar a las fuerzas conservadoras que
podría producirse en España una revolución social similar a la soviética. Esta preocupación y el
temor a una desmembración del país era compartida por el sector más duro del ejército
enfrentado abiertamente al gobierno de izquierdas. El temor a una conspiración militar llevó al
ministro de defensa a dispersar y a aislar a los generales que eran considerados como más
sediciosos: Emilio Mola fue destinado a Pamplona; Goded a Mallorca y Francisco Franco a
Canarias. Mientras, el general Sanjurjo, instigador de otros intentos de golpe militar, estaba
desterrado en Portugal.

Pese a estas ingenuas medidas preventivas la sublevación militar se siguió gestando


encabezada por el general Mola y con el apoyo de las fuerzas antirrepublicanas.
El golpe militar estaba proyectado para finales de julio pero la tensión creada por los
asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo hizo que la fecha se adelantase al 18 de julio
de 1936. La coordinación de la sublevación implicaba a la mayor parte de las capitanías
militares pero era esencial contar con el apoyo del ejército de Marruecos, el más profesional y
experimentado de todo el ejército español. Para dirigirlo y para conseguir su lealtad era
preciso contar con el general Franco, que había sido comandante de la Legión y había
conseguido gran prestigio en las campañas de Marruecos. De forma secreta Franco fue
trasladado desde Canarias hasta el protectorado de Marruecos en un avión que habían
alquilado los sublevados, el Dragón Rapid.

Entre la noche del 17 de julio y durante el día 18, la sublevación se extendió por gran parte de
la Península (Navarra, Álava, Castilla y León, Galicia, Andalucía Occidental), además del
Protectorado de Marruecos, Canarias y Mallorca. El plan de los sublevados implicaba que el
golpe militar debía ejecutarse con gran rapidez y violencia para evitar la reacción del gobierno
republicano y de sus fuerzas leales y persuadirles de cualquier resistencia. Su intención era
establecer un directorio militar transitorio y, tal vez más adelante, restaurar la monarquía. El
factor sorpresa era importante y atenazar al gobierno republicano en Madrid se convirtió en
una prioridad, sin embargo, pese a la tardía reacción del gobierno, la acción conjunta de las
organizaciones obreras y de las fuerzas militares leales a la República consiguieron sofocar la
rebelión en Madrid y controlar amplias zonas del país. Los militares sublevados, pese a fracasar
en su principal objetivo, ni se rindieron ni desistieron de su empeño, comenzaba así un largo
conflicto armado, la Guerra Civil.

Tras el golpe de Estado España quedó dividida en dos zonas:

a) la republicana

Controlaba las regiones industriales y mineras de Asturias, País Vasco y Cataluña, el área
del Levante y Madrid. Económicamente disponía de los recursos financieros pero se
encontraba dividida territorialmente pues la cornisa cantábrica había quedado separada
del resto del territorio controlado por el gobierno republicano.

En el plano militar, la República tenía menos efectivos del ejército profesional aunque
contó con la lealtad de la Guardia de Asalto, de la marina y de la aviación. No obstante, las
agrupaciones obreras, partidos y sindicatos, organizaron a sus afiliados y simpatizantes
distribuyéndoles armas creando un ejército de resistencia conocido como los milicianos.

b) la nacional

Los militares sublevados y sus simpatizantes se denominaron, a sí mismos, como


nacionales. Dominaban las zonas agrarias de Castilla, Andalucía Occidental, Galicia y
Navarra. Su primera ofensiva fue abrir un corredor por Extremadura que uniese sus
territorios.

Militarmente contaban con las fuerzas profesionales y más experimentadas (la Legión, los
Regulares y las fuerzas nativas marroquíes), también con la mayoría de los oficiales y de la
Guardia Civil a la que se sumaron las fuerzas paramilitares de Falange y los Requetés
(carlistas).

Zonas controladas por los militares sublevados en morado y por el gobierno

de la República en color marrón, en los primeros días de la sublevación.

La dimensión internacional del conflicto

La Guerra Civil ha sido considerada como un prólogo de la Segunda Guerra Mundial, al ser el
primer enfrentamiento armado entre las tres ideologías dominantes en Europa en el período
de entreguerras: el fascismo, el comunismo y las democracias parlamentarias.

El conflicto acabó teniendo una dimensión internacional por las simpatías y por los apoyos de
intervención directa con los que contaron ambos bandos.

a) La ayuda a los sublevados

Desde un primer momento los militares sublevados contaron con el apoyo de los regímenes
totalitarios de Italia, Alemania y Portugal y del Vaticano.
La Italia fascista de Mussolini y Portugal que era una dictadura gobernada por Salazar,
enviaron cuerpos expedicionarios para luchar en la guerra y ayuda material y económica. La
contribución de la marina italiana fue fundamental para trasladar al ejército franquista desde
África.

La Alemania Nacional-socialista de Hitler envió apoyo aéreo por medio de la Legión Cóndor.
Su superioridad sobre la aviación republicana les dio el dominio del aire y fue fundamental en
el desarrollo de la guerra. Para los alemanes España se convirtió en un campo de prácticas en
el que ensayaron tácticas y armamento.

El Vaticano reconoció en julio de 1937 al nuevo Régimen franquista lo que tuvo un gran valor
simbólico para los sublevados. El apoyo de las instituciones eclesiásticas y de los católicos dio a
la insurrección armada un componente ideológico de “cruzada” contra el ateísmo.

b) Los apoyos a la República

La República, como régimen legítimo y representativo, esperaba contar con el apoyo de las
democracias occidentales (Francia, Gran Bretaña), pero su actitud fue pasiva ante el temor de
desencadenar un nuevo conflicto europeo. Únicamente, por medio de la Sociedad de
Naciones, crearon un Comité de no intervención para mantener la neutralidad y prohibir la
venta de armas a los bandos combatientes pero fracasaron.

Los únicos países que apoyaron abiertamente a la República fueron la Unión Soviética y
México. La ayuda más importante fue la soviética que proporcionó material de guerra y
formación militar. Sin embargo, el pago de esta ayuda se convirtió en un tema polémico pues
se hizo depositando el oro del Banco de España en Moscú, lo que generó el mito de “el Oro de
Moscú” ampliamente utilizado por el franquismo.

Las Brigadas Internacionales fueron un cuerpo de voluntarios antifascistas de diversas


nacionalidades que combatieron a favor de la República. Su número, cercano a los 60.000
hombres, su empuje y decisión fueron un alivio para las fuerzas republicanas y le dieron un
aire de lucha romántica a la guerra española hasta su retirada en noviembre de 1938.
10.4. Fases militares de la Guerra Civil: la evolución política y económica en las dos
zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.

Fases militares de la Guerra Civil:

Primera etapa (julio de 1936-marzo de 1937)

El fracaso de la sublevación militar en Madrid convirtió a la capital en el principal objetivo de


los militares golpistas. Las tropas sublevadas tomaron la iniciativa de la ofensiva. El ejército
dirigido por el general Mola avanzó desde Navarra hacia Madrid pero fue detenido por la
resistencia de los milicianos en Somosierra y en Guadarrama. Por su parte, Franco fue
trasladando al ejército de África a la península con la ayuda de la marina italiana y de la
aviación alemana. Su plan era abrir un corredor por Extremadura que uniese a los ejércitos del
norte y de África para crear una tenaza sobre Madrid. Después de conquistar Badajoz, Franco
se dirigió hacia Toledo, para liberar a los sublevados, que dirigidos por el general Moscardó,
resistían en el alcázar de Toledo el asedio de los milicianos republicanos.

Por su parte, el gobierno republicano formó una Junta de Defensa para proteger Madrid. Se le
encargó la defensa al general Miaja bajo cuyo mando se pusieron los milicianos y los
brigadistas internacionales, voluntarios de diversas nacionales de ideología comunista o
socialista, llegados a España para luchar por la República. Los defensores de Madrid se
conjuraron haciendo famoso su lema, ¡no pasarán!

Entre febrero y marzo de 1937 los sublevados, apoyados por un cuerpo expedicionario
italiano, intentaron una maniobra envolvente para tomar Madrid, pero fueron rechazados por
las fuerzas republicanas en las batallas del Jarama y de Guadalajara.

Este nuevo fracaso hizo cambiar de estrategia al ejército golpista que inició una guerra de
desgaste.

Segunda etapa (abril-octubre de 1937)

El nuevo objetivo emprendido por el general Franco fue la conquista de la cornisa cantábrica
para hacerse con su producción industrial. La campaña del norte consolidó el liderazgo de
Franco sobre las fuerzas nacionales. Franco había sido nombrado general en jefe de los
ejércitos (Generalísimo) y Jefe del Estado Nacional, con capital provisional en Burgos.

Las fuerzas franquistas conquistaron el norte republicano con el apoyo de la aviación alemana
enviada por Hitler para ayudar a los golpistas y que era conocida como la Legión Cóndor. Sus
acciones de castigo para sembrar el pánico entre la población civil tuvieron entre sus
escenarios más significativos el bombardeo de Guernica, población simbólica para el
nacionalismo vasco, que quedó totalmente arrasada.

Los republicanos intentaron una contraofensiva en el frente de Madrid (batalla de Brunete),


para intentar aliviar el cerco sobre la capital y distraer fuerzas nacionales del frente norte, sin
demasiado éxito. El aislamiento de la zona cantábrica del resto del territorio republicano
precipitó su caída, los bombardeos continuos sobre las ciudades llevaron a muchas familias a
embarcar a sus hijos para ponerlos a salvo en países de acogida (Francia, Inglaterra, Rusia),
fueron conocidos como los niños de la guerra. Tras la caída de Asturias en octubre de 1937,
todo el norte peninsular quedó en manos de los sublevados y las posibilidades de un triunfo de
la República parecían desvanecerse.

Tercera etapa (octubre de 1937- abril 1939)

Con Madrid sitiado y el norte conquistado, el siguiente objetivo de las fuerzas franquistas fue
el de dividir el territorio republicano aislando a Cataluña. La campaña del Mediterráneo
debilitó definitivamente a la República que intentó, infructuosamente, parar la ofensiva y
contraatacar a la desesperada.

Los republicanos dirigidos por el general Vicente Rojo, reconquistaron provisionalmente


Teruel y lanzaron una ofensiva que se convirtió en la batalla más dura de la guerra: la batalla
del Ebro (25 de julio- 16 de noviembre de 1938). Sin embargo, fueron rechazados y sufrieron
gravísimas pérdidas de muertos y prisioneros quedando atrapados en la conocida como la
bolsa de Gandesa. La derrota selló la suerte de la República.

Franco dividió las zonas republicanas y en enero de 1939 lanzó la ofensiva sobre Cataluña
provocando la huída de miles de republicanos hacia Francia, entre ellos los presidentes del
gobierno, Juan Negrín, y de la República, Manuel Azaña.

Las disputas entre fracciones republicanas, entre los que querían negociar una rendición y los
que postulaban una resistencia hasta el final, provocaron un enfrentamiento interno. El
presidente del gobierno, Juan Negrín, que había regresado a España el 10 de febrero de 1939,
era partidario de proseguir la guerra apoyado por los comunistas. Sin embargo, entre los
socialistas la oposición a Negrín fue creciendo dividiendo al partido. El 5 de marzo de 1939, el
coronel republicano Segismundo Casado se sublevó contra el gobierno con la intención de
negociar con Franco una rendición honrosa. Franco rechazó la propuesta y aunque la
República todavía controlaba un territorio considerable, su descomposición interna precipitó
su rendición incondicional el 1 de abril de 1939. El último parte de guerra del ejército
franquista señalaba:

”… En el día de hoy, cautivo y desarmado,

el ejército rojo se ha rendido…”


La evolución política y económica en las dos zonas

Durante la Guerra Civil España quedó dividida territorial y políticamente en dos Estados, el
controlado por el gobierno republicano y el dominado por el ejército sublevado conocido
como Estado Nacional.

1. La zona republicana

El gobierno de José Giral (19 julio de 1936- 4 septiembre de 1936)

Tras el desconcierto inicial de las autoridades republicanas provocado por el alzamiento


militar, el presidente de la República, Manuel Azaña, encargó a José Giral la formación de un
nuevo gobierno en sustitución del anterior presidente del gobierno, Casares Quiroga, que se
había mostrado dubitativo y sin iniciativa ante el golpe de Estado (Diego Martínez Barrio fue
presidente del gobierno en el ínterin de un día).

La necesidad de defender a la República y ante la presión de las organizaciones obreras, el


gobierno de Giral decidió distribuir armas entre los obreros que formaron milicias autónomas y
comités revolucionarios con bastante descoordinación. Las acciones violentas contra los
religiosos y los sospechosos de simpatizar con el alzamiento militar se incrementaron en los
primeros momentos. Por su parte, los anarquistas formaron sus propias milicias y
aprovecharon la coyuntura para ocupar y colectivizar tierras en Aragón y Cataluña con la
intención de consumar la revolución social. Pese al voluntarismo y arrojo de los milicianos, su
escasa formación militar y la carencia de un mando único facilitó el avance de los sublevados,
por lo que los socialistas presionaron a Azaña para que se formase un nuevo gobierno.

El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936- 17 mayo 1937)

Ante la gravedad de la situación el socialista Largo Caballero formó un gobierno de


concentración del que formaron parte socialistas, republicanos, nacionalistas y anarquistas,
para imponer el orden. Decidió coordinar el mando militar nombrando como Jefe del Estado
Mayor al general Vicente Rojo, con la idea de regularizar a las milicias y crear un Ejército
Popular y restauró la legalidad judicial, disolviendo los comités revolucionarios.

El cerco sobre Madrid de las fuerzas franquistas obligó al gobierno republicano a trasladarse a
Valencia. Los fracasos militares republicanos y los enfrentamientos en Barcelona entre los
anarquistas y los miembros del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), de ideología
antiestalinista, contra el Partido Comunista dejaron en evidencia las diferencias ideológicas
dentro del bando republicano y forzaron la dimisión de Largo Caballero.

El gobierno de Juan Negrín (17 mayo de 1937- 31 marzo de 1939)

Aunque Negrín era socialista, buscó el apoyo del PCE (Partido Comunista) y fue aislando a los
anarquistas. Intentó el apoyo de las democracias antifascistas aunque solo consiguió la ayuda
de la URSS. Siempre defendió una política de resistencia hasta el final aunque trató de
negociar una rendición sin represalias que Franco rechazó. Con una República dividida y
enfrentada, prefirió marchar al exilio que rendirse. Siguió siendo presidente del gobierno
republicano en el exilio, primero en Francia y luego en Londres, hasta 1945.

2. La zona Nacional

En principio, las fuerzas sublevadas no tenían un modelo político definido, más allá de derrocar
al gobierno republicano de izquierdas, aunque entre los sublevados coexistían diversas
ideologías: monárquicos, conservadores y fascistas. Tampoco entre los generales había un líder
único aunque Sanjurjo era el ideólogo del golpe; Emilio Mola fue el organizador y Franco el
general de más prestigio. Su primera intención era un triunfo rápido del levantamiento militar
y la creación de un directorio militar que presidiría Sanjurjo. Los planes tuvieron que
modificarse ante el fallecimiento de Sanjurjo, el 20 de julio, en un accidente de aviación
cuando regresaba a España, por lo que se nombró como jefe del directorio a Cabanellas, el
general de más edad que dirigiría la Junta de Defensa Nacional creada en Burgos el 24 de julio.

Con el desarrollo de la guerra los militares sublevados comenzaron a ser conscientes de la


necesidad de un mando único. El 21 de septiembre de 1936 la Junta de Defensa Nacional,
reunida en Salamanca, nombró a Franco Jefe de Gobierno y del Ejército, nombramiento que
se haría oficial en Burgos el 1 de octubre de 1936, fecha que se considera el de la creación del
Estado Nacional. Se ponían así las bases del que sería el nuevo Estado tras la guerra, un
régimen personalista en el que Franco iría acaparando el poder político y militar.
Una Junta técnica, dirigida por Franco, actuaba como órgano asesor pero la autoridad de
Franco se iba imponiendo en todos los órdenes. En abril de 1937, Franco promulgó el Decreto
de Unificación por el que las fuerzas políticas que apoyaban el alzamiento, falangistas,
carlistas, nacional-sindicalistas, se integraban en una formación única la Falange Española
Tradicionalista de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), que con el tiempo sería
conocida como Movimiento Nacional. Con el decreto las fuerzas políticas pasaban a estar bajo
el control de Franco y se evitaban disputas entre ellas.

Según avanzaban las tropas nacionales se iba produciendo una contrarrevolución social que se
consolidó con el triunfo final de las fuerzas franquistas. Se derogó la constitución republicana y
las reformas sociales. Se prohibieron los partidos políticos (a excepción del oficial que no se
definía como partido sino como Movimiento) y los sindicatos, se abolieron los estatutos de
autonomía y se llevó a cabo una durísima represión con encarcelamientos masivos y
fusilamientos de líderes significados.

El Estado Nacional se convirtió en una Dictadura militar de administración centralizada


apoyado en tres pilares básicos: el ejército, la iglesia católica y Falange. Franco acabó
concentrando todos los poderes dando lugar a un régimen autoritario que comúnmente sería
conocido como régimen franquista.

Las consecuencias de la guerra

Como toda guerra de larga duración sus consecuencias fueron trágicas: pérdidas humanas,
destrucción del tejido industrial y de las infraestructuras, reducción de la producción agraria…

Consecuencias demográficas

El número de muertos durante el conflicto se sitúa entre 350.000 y medio millón (según las
fuentes), gran parte víctimas civiles y fruto de las represalias. Los sublevados eliminaban a los
simpatizantes de sindicatos y partidos políticos. Sucesos como los de Badajoz o el asesinato del
poeta Federico García Lorca están en el haber de sus atrocidades. Por su parte, en el bando
republicano, destacaron las actuaciones de las denominadas “checas” contra los sospechosos
de simpatizar con los sublevados y contra los religiosos. El fusilamiento de José Antonio Primo
de Rivera, fundador de Falange, o los fusilamientos de Paracuellos de Jarama, en Madrid,
fueron utilizados por el franquismo para denunciar la barbarie comunista.

La guerra también supuso el exilio de más de 500.000 españoles a Francia y México,


principalmente y el descenso del índice de natalidad.

Económicas

Reducción de la producción agraria e industrial.

Endeudamiento del Estado, pues Franco sufragó la guerra a crédito y las autoridades de la
República pagaron, con el oro del Banco de España, sus compras de material a Rusia.
Estancamiento económico y retroceso del nivel de vida con una durísima posguerra que obligó
al racionamiento de productos básicos.

Sociales y culturales

La política represiva de la posguerra hizo imposible la reconciliación entre vencedores y


vencidos.

Retroceso cultural y científico debido a que muchos intelectuales, artistas y científicos


comprometidos con la República (Ortega y Gasset, Antonio Machado, Cernuda, Alberti, Luis
Buñuel, Severo Ochoa…) se exiliaron. Los que se quedaron fueron sometidos a represalias
(ejecución de Miguel Hernández) y al control de la censura.

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