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Ficha de Cátedra

Consultoría
Educacional------------------------------------------------------------------------------------
3° año- PEAC
Educación emocional
La dimensión afectiva en la educación empezó siendo nula, dado que quedaba
por fuera del contenido (netamente intelectual) y de los roles definidos entre
maestro y alumno. En el transcurso de los años la afectividad se incorporó al
proceso de enseñanza-aprendizaje como parte de la relación entre los
integrantes de la comunidad educativa, es decir, que sus vínculos empezaron a
forjarse desde una cercanía afectiva. En lo que podemos llamar esta tercera
instancia, referimos a Educación emocional como el proceso de educar la
afectividad: brindar conocimientos teóricos y herramientas prácticas para
reconocer y gestionar las emociones con eficacia y sabiduría direccionándose
hacia el desarrollo personal y grupal.

Se trata de un proceso continuo y permanente que pretende potenciar el


desarrollo teniendo en cuenta el área emocional de las personas, como
complemento indispensable de su desarrollo físico y cognitivo.

Cumple una función preventiva porque provee recursos y estrategias (para


niños, adolescentes y adultos) que pueden evitar conflictos interpersonales, así
como también encauzar procesos personales internos hacia un desarrollo
saludable.

Las emociones
EMOCIÓN: Estado de ánimo intenso y de corta duración
SENTIMIENTO: Estado de ánimo menos intenso y de larga duración

Las emociones se activan solas en nuestro cerebro comunicándose con la


totalidad de nuestro cuerpo en cuestión de micro segundos. Son una
respuesta innata del organismo ante un estímulo (interno o del entorno) y nos
comunican si una situación es favorable o no para nuestra supervivencia.

Si bien la emoción es de corta duración, como humanos tenemos la capacidad


de elegir cómo accionar, o no accionar. Al intervenir nuestra corteza cerebral
somos conscientes de nosotros mismos, de nuestras emociones, de los
contextos en los que vivimos unas u otras y cómo elegimos expresarlas.

Las emociones pueden ser placenteras o displacenteras. Hay autores que


las nombran como positivas o negativas. Sin embargo, podemos afirmar con
mayor precisión que siempre son adaptativas. Cumplen una función necesaria
y buscan el desarrollo positivo de la persona como totalidad.

Así, comprendemos que las emociones no son el problema sino que se


convierten en un problema cuando no sabemos qué hacer con ellas. Tendemos
a intentar suprimirlas, olvidarlas, o disimularlas con la esperanza de que

Clr. Magdalena Botello


aquello que lo disparó desaparezca, y lamentablemente terminamos creando
un problema más.
Estamos viviendo un cambio a nivel cultural, un nuevo paradigma se va
abriendo lugar, sin embargo todavía cargamos con algunas creencias
limitantes respecto a las emociones: “el miedo es para vencerlo” “si estás
triste tengo que levantarte el ánimo” “si tenés un problema te tengo que dar
una solución” “si solamente escucho lo que le pasa no va a resolver nada” “si
permito libertad en un grupo va a haber un caos” “si valido lo que siente va a
pensar que puede hacer lo que quiere”...

Gestión de las emociones:


“Las emociones son aprovechadas completamente cuando uno aprende qué
problema específico detecta cada emoción y cuál es el mejor camino que
resuelve el problema detectado”
Norberto Levy

En el trabajo de educar para la gestión emocional es importante tener en


cuenta que las emociones tienen una dimensión que podemos llamar “general”
y otra dimensión “particular”.

Con lo general nos referimos a que como seres humanos compartimos


determinado proceso emocional que siempre es igual: las emociones se
disparan en nosotros como parte de nuestra interacción con el medio y como
información de nuestro mundo interno, y tenemos la capacidad, desarrollada o
en potencia, de tomar contacto y elaborar el proceso que dicha emoción viene
a catalizar.
En esta dimensión educar es:
 Brindar información para fomentar la aceptación de las emociones como
parte de nuestra vida, permitir verlas como señales que nos ayudan y no
como intervenciones o interrupciones que hay que suprimir.
 Abrir el espectro de emociones que somos capaces de sentir. Registrar
cómo estoy no es “bien o mal” sino un abanico de matices enorme, de
distintas cualidades e intensidades. Esto posibilita comprender en mayor
medida el vasto mundo interno y ser cada vez más eficaces a la hora de
decidir lo que es bueno para mí mismo y para mi entorno.
 Transmitir que nunca está mal sentir ninguna emoción. La educación
moral y de los valores tiene que ver con lo que hacemos con lo que nos
pasa, pero el permiso de que nos pase lo que nos pasa es lo que
llamamos libertad psicológica y es fundamental para un desarrollo
saludable.

En el área de lo particular es cuando entra en juego el marco de referencia de


cada individuo. Los propios constructos, creencias, experiencias significativas;
el mayor o menor grado de congruencia, aquellos aspectos propios que son
juzgados (por ejemplo, “vos no te enojás porque sos buena” por lo tanto “si me
enojo, soy mala”)
Este es un trabajo diferente en el que la educación emocional ya no pasa por
brindar información sino por dar modelos actitudinales. Se vincula

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estrechamente con la relación de ayuda (docente, counselor, psicopedagogo,
etc.) y la capacidad de brindar el clima necesario para que el individuo viva con
aceptación su proceso emocional, encuentre los propios significados de cada
experiencia, y emerjan recursos.

¿Qué sabemos de cada emoción? ¿Cómo las nombramos


culturalmente? ¿Qué decimos de ellas? ¿Qué creencias se adhieren a
las distintas emociones?

El miedo:
Es una valiosa señal que indica una desproporción entre una situación
(amenaza) y los recursos con los que contamos para resolverla o transitarla.
Sin embargo nuestra ignorancia la convirtió en una emoción negativa que
“debe ser eliminada”
En realidad, ninguna situación en sí misma es una amenaza. Siempre lo es en
relación a la percepción subjetiva de una persona que posee o no
determinados recursos.

El miedo es una emoción universal. Nos vinculamos con él a través de la


descalificación y creencias culturales de supresión, autosugestión. Es por eso
que somos tan ineficaces para hacer del miedo una señal útil.

El recorrido suele ser:


Una situación para la que no contamos con recursos suficientes se convierte en
una amenaza
El organismo reacciona con la emoción que indica dicha desproporción: Miedo
Reacción ante la emoción del miedo: segunda emoción, que puede ser,
vergüenza, enojo
El miedo NO ES EL PROBLEMA. El problema es no saber qué hacer con él.

COBARDÍA- VALENTíA
El que siente miedo es cobarde, el que no siente miedo es valiente. En realidad
todos somos personas con determinados recursos disponibles y la emoción del
miedo aparecerá en el cruce entre las situaciones que enfrentamos y los
recursos que disponemos. Si pudiéramos decir que tenemos un monto de
recursos valor mil y nos exponemos a situaciones de amenaza valor dos mil
sentiremos más miedo que quien tiene recursos valor diez y se expone a
situaciones de amenaza valor cinco.

NO EXISTEN MIEDOS INJUSTIFICADOS:


Vale aclarar que no solo es necesario poseer los recursos para determinadas
situaciones sino que también hace falta registrar y conocer dichos recursos
para que el miedo no surja como indicador de desproporción.
El miedo siempre está indicando algo (como la luz del tablero del auto)
El problema existe en no saber escucharlo a tiempo. Nos enseñan que el miedo
es sinónimo de cobardía, o que si se escucha al miedo no haríamos nada, que
el miedo está para vencerlo. Por lo tanto cuando aparece para indicarnos que
necesitamos más recursos, o que esa situación no es conveniente para

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nosotros, invertimos muchísima energía en tapar la voz del miedo. De esta
forma no deja de existir, sino que empuja con más fuerza, y se desdibuja su
función.
Así, el miedo a una cucaracha pueda parecer injustificado, pero en realidad es
la forma que pudo tomar un miedo para hacerse visible por nuestra insistencia
en ignorarlo. Este mecanismo es el productor de todas las FOBIAS. Un objeto o
situación será el símbolo de un miedo no escuchado prolongadamente.
La acumulación de miedo suprimido también puede resultar en ATAQUES DE
PÁNICO. En este caso el monto de miedo pasa a ser generalizado, con una
angustia indiferenciada que nos toma por completo cuando ya se vuelve
imposible de suprimir.

El miedo psicológico siempre comienza siendo pequeño, si no aprendimos a


escucharlo y a aprovechar la información que nos trae padecemos de estas
experiencias tan problemáticas.
Cuando escuchamos al miedo sin prejuicios podemos ser colaborativos con
nosotros mismos, registrar la desproporción percibida y elegir con un mayor
grado de libertad si preferimos alejarnos de la amenaza, o si preferimos forjar
los recursos necesarios para ir en busca de esos desafíos.
Es así, aprendiendo a gestionar en esta tercera fase (la reacción interna hacia
el miedo) como podemos convertir el miedo disfuncional (que paraliza) en
miedo funcional (que nos impulsa a crecer)

El enojo:
Es un remanente de energía que está destinada a aumentar nuestros recursos
para resolver el problema que produce el enojo

CAUSAS:
Las causas son variadas, pero siempre de fondo existe una frustración. Se
activa un deseo o una necesidad y en el transcurso de la búsqueda en esa
dirección existe un obstáculo que obstruye esa dirección. El enojo aparece
otorgando esa energía extra para asegurar la satisfacción de dicha necesidad o
la realización de dicho deseo.

SUSTRATO BIOLÓGICO:
Ante la presencia de un obstáculo el organismo segrega adrenalina y
noradrenalina que son los neurotransmisores que permiten el estado de alerta,
la actividad física exigida, la confrontación y la lucha. Biológicamente aumenta
nuestra fuerza física. Esta cualidad del enojo resultaba muy útil para los seres
humanos hace miles de años. Hoy en día los problemas a los que nos
enfrentamos y las situaciones que nos producen enojo ya no requieren nuestra
fuerza para el combate, sino todo lo contrario: claridad, coordinación, precisión
y contacto.

CREENCIAS:
El significado que le otorgamos a las intenciones del otro suelen influir en qué
tan destructivo puede resultar nuestro accionar a partir del enojo. Por ejemplo:
si un amigo llega tarde a un encuentro conmigo, me explica que fue un

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problema con el transporte y le creo, probablemente mi enojo no se dirija
directamente a él y no sea destructivo. Si por el contrario, llega tarde porque
prefirió quedarse un rato más mirando una serie, probablemente el enojo sí se
dirija a él y existen más chances de que sea un enojo destructivo.
Muchas personas viven en la creencia de que todas sus frustraciones son
causadas por la mala intención de otras personas o del destino. Estas personas
están expuestas a vivir la emoción del enojo con frecuencia y en un clima
interior de resentimiento.
Queda claro, también, que nuestra postura existencial ante la vida marcará
una diferencia en el modo en que nos enojamos: si vemos la vida como una
existencia basada en la lucha contra las fuerzas que se oponen a mis
propósitos, quedará poco lugar para el entusiasmo, la alegría y la dimensión de
la cooperación. Estaré viviendo en un paradigma de lucha constante.
El enojo puede ocupar más o menos espacio en la vida de cada uno, es decir,
que cada persona se enoja con mayor o menor facilidad y frecuencia. Es bueno
conocerse a sí mismo y registrar esta singularidad. Sin embargo lo que hará la
mayor diferencia en nuestra capacidad de gestionar el enojo saludablemente
será poder observar, no cuánto, sino CÓMO nos enojamos.

LA EXPRESIÓN DEL ENOJO

Tres componentes:
1- DESCARGA: Este componente se vincula con la parte química de esta
emoción, y consiste en la necesidad de eliminar del sistema la sobrecarga de
energía que produce el enojo. La descarga del enojo tiende a ser descalificada
y vista como peligrosa. Sin embargo, lo peligroso es no tener en cuenta un
factor tan biológico e ineludible. No aprender a respetar la necesidad de
descargar ANTES de abordar el problema suele derivar en los “todo o nada”: “o
me callo o pierdo el control”
La facilidad o rapidez con que se prduce la carda del enojo varío de una
persona a otra.
Lo que hace daño de la descarga es la acción destructiva sobre el otro o sobre
uno mismo, no la descarga en sí, que es necesaria.
Cuando la descarga no se realiza adecuadamente y la carga adrenalínica se
acumula, se convierte en tensiones musculares crónicas y en trastornos
cardiovasculares

2- HACERLE SABER AL OTRO LO QUE SENTIMOS COMO CONSECUENCIA DE SU


ACCIONAR: Al nombrar y expresar lo que sentimos realizamos un movimiento
de descarga, ya no fisica sino emocional. A su vez, para que se produzca una
modificación en la conducta del otro es necesario que conozca el efecto que su
accionar tiene en nosotros.
En este punto es importante destacar que criticar la conducta del otro, o hacer
juicios de valor sobre su persona no sería nombrar lo que sentimos sino tomar
una acción destructiva. Poder comunicarse saludablemente significa nombrar
fenomenológicamente su conducta y transparentar lo que YO SIENTO a partir
de ella.

3- PROPUESTA PARA REPARAR Y PROCURAR QUE NO SE REPITA:

Clr. Magdalena Botello


Pedir lo que se necesita en el momento (salir a tomar aire, esperar para hablar,
o hablar al respecto) y comunicar lo que se espera del otro para sentirse
respetado/ cuidado/ etc. para futuras ocasiones

El enojo no es un fin en sí mismo, sino un medio para resolver un problema. Un


indicador que me permite registrar lo que es tolerable para mí o no, mis
propios límites. Si se permite la descarga sin herir, se escucha lo que informa,
puede usarse para forjar vínculos cada vez más cercanos y respetuosos.
Cuando el enojo se convierte en un fin en sí mismo, nos olvidamos, nos
desconectamos del tema que lo provocó y parece que solo queremos herir a
quien nos ha irritado. Lo hacemos a través de insultos, enjuiciamientos y
descalificaciones. Pero estas no son acciones inherentes al enojo, sino lo que
hacemos cuando no comprendemos cómo gestionarlo.

Clr. Magdalena Botello

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