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Salmo 1
I. ENSEÑANZAS IMPLÍCITAS
A. La verdadera felicidad es posible de alcanzarla en este mundo caído.
Dice el salmo: “Bienaventurado el varón”. Y esta palabra que en nuestras biblias se traduce como
“bienaventurado” es un término que significa algo así como “supremamente feliz, pleno, dichoso”.
La persona que se está describiendo en este salmo, es alguien así, es alguien realizado. Es alguien que
vive en el mismo mundo en el que vivimos tú y yo, que no es ajeno a las dificultades y desgracias que
colman este planeta por causa del pecado del hombre, pero que aun así, puede ser catalogado de
bienaventurado o de verdaderamente feliz.
En segundo lugar, también aprendemos de este salmo, que…
C. La verdadera felicidad es algo que se obtiene como resultado de buscar otra cosa.
Si nos fijamos detenidamente en el texto, el salmista no dice: “Feliz el varón que busca la felicidad”.
Porque por extraño que parezca, cuando un hombre busca la felicidad como la meta suprema de su vida,
termina cosechando dolor y frustración.
Todos queremos ser felices, pero cuando buscamos la felicidad y no lo que tenemos que buscar como la
meta suprema de nuestra vida, terminamos cosechando dolor, frustración y desengaño.
Por eso, el salmista usa la palabra “bienaventurado” que también da la idea de andar en línea recta, sin
torceduras ni desviaciones. Esta es una felicidad que se encuentra estrechamente relacionada con la
rectitud. De ahí lo que el salmista continúa diciendo en el resto del Salmo V1-2
La verdadera felicidad, es posible de alcanzarla en este mundo caído; pero solo cuando tomamos la
decisión de buscarla en otro lugar.
Y he ahí, entonces, dos caminos o dos filosofías de vida completamente distintas. Una descansa en el
raciocinio humano, la otra descansa en la sabiduría de Dios. Y los resultados que ambas producen son
aún mucho más contrastante.
Cuando todo a su alrededor parece seco y árido, este hombre continúa absorbiendo los inagotables
recursos de gracia que Dios le suple a sus hijos en su Palabra; por eso siempre fructifica y siempre está
verde.
Consecuentemente, “todo lo que hace, prosperará”. No necesariamente en el sentido en que el mundo
juzga la prosperidad; aunque es indudable que los principios de Dios revelados en su Palabra realmente
funcionan y muchas veces nos atraen beneficios temporales. Pero la verdadera prosperidad no se mide
en términos de beneficios temporales como nos enseña el Señor en Mat.6:19-21 “No os hagáis tesoros
en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.”
Pero esto no es así con los no creyentes. Dice el texto que ellos son “como el tamo que arrebata el
viento.”
El tamo es la cáscara que cubre el grano. Cuando se trillan los granos, especialmente el trigo, queda esta
paja o polvo que se separa de los granos y es llevada fácilmente por el viento. Por eso es usada esa
palabra para describir aquello que es efímero, que no permanece, que es inconsistente.
Mientras el justo es un árbol que da fruto, el impío es como paja, sin peso moral y sin utilidad
permanente. Como dice un comentarista: “No hay firmeza en sus posiciones; cambiará de una a otra
según convenga a sus intereses temporales. Tan poco pesa moralmente que es llevado de acá para allá
por los vientos de su ambición, de su orgullo y de sus pasiones.”
En otras palabras, lo que el salmista está describiendo aquí es una vida vacía y una vida sin sentido
que nos lleva a dos destinos diferentes.
Los pecadores serán separados por siempre de la congregación de los justos como la paja es separada
del trigo para ser quemada. Y en esto no habrá equivocación: “Porque Jehová conoce el camino de los
justos; más la senda de los malos perecerá”. Dios está velando por los suyos, aquí y ahora, y
continuará preservándolos hasta llevarlos sanos y salvos a su presencia; pero el camino de los impíos los
llevará finalmente a su total destrucción y miseria.
3
No hay ningún punto medio aquí; sólo hay dos filosofías de vida, dos resultados y dos destinos. El uno
te hace un hombre feliz y dichoso y te lleva a la plenitud; el otro te hace un hombre sin sentido y te lleva
a la destrucción y miseria eterna.
Por eso, oremos por perseverar en el camino de los justos y porque nuestros hijos también transiten por
él