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El elemento Vasco en la Historia de Venezuela

EL ELEMENTO VASCO EN LA HISTORIA DE VENEZUELA

Hay un pueblo cuya historia remonta a la nocíon de los los tiempos; cuyos hábitos,
tradiciones y lenguaje i han perdido a través de los cataclismos humanos; nacionalidad,
como un fuero de los antiguos privile se ha conservado en el transcurso de los siglos, des de
luchas sangrientas y de episodios sublimes qm anales del mundo registran, como los puros
blasom la raza primitiva que pobló en remotas épocas el ibero.

Ese pueblo es el vasco.Indómito, guerrero, generoso y altivo, con sus t ciones seculares, con
sus costumbres austeras, coi luchas escritas con la sangre de sus hijos en la roes sus
montañas, él representa en todos los tiempos t historia, a la luz o a la sombra, la
nacionalidad por la independencia sin trabas, el espíritu de la voluntad popular.

Al levantarse los Pirineos, límite quienes por muchos años debía pertenecer a el mundo,
formóse el Golfo Cantábrico, donde el Oc Cantábrico está rechazado por una masa de rocas
qi opone desde entonces a la conquista de las aguas, naturaleza parece que destinaba esta
región inacces poblada de picos almenados, de riscos y sitios escond para el último baluarte
de la raza oriental que, ei excursiones al Oeste, debía poblar, en los primitivos de la historia
del hombre, el suelo ibero. En aquel baluarte de trincheras inabordables debía reposar el i
indómito, después de su peregrinación de siglos fundar los gérmenes de esa civilización
única que se serva aún a pesar de la labor de los siglos.

¿Cuál es la cuna de ese pueblo sin mezcla que ha resistido a la acción absorbente del
tiempo, que la nación española, que combate desde su origen, y que altanero levanta su
erguida frente a la altura de sus Pirineos para decir a cada generación que viene: "Soy tan
antiguo como el mundo"? Buscadlo en las regiones del Caucase donde vivieron los
antiguos iberos de Asia; seguidlo en sus excursiones de Este a Oeste en las regiones de
Europa, y contempladlo finalmente en los declivios del Pirineo Occidental a orillas del Mar
Cantábrico, su última estación. Ahí está después de haber rechazado el yugo de Cartago y
de Roma.

Cuando Pompeyo lo somete en parte y Augusto lo abandona; cuando la Europa sucumbe


ante la ciudad del líber, el vasco se inclina aparentemente ante el vencedor, como para rendir
su homenaje a la gloria. Lucha después con el celta, con el visigodo, con el sarraceno, y
orgulloso de sus triunfos tramonta sus cordilleras y se establece en el antiguo país de Ausai,
donde funda la Gascuña francesa y domina pueblos extranjeros. Desde entonces está solo,
incrustado en el suelo de España, e independiente y libre, porque antes que español el vasco
es vasco. Cuando llega el derrumbe de los antiguos privilegios y la pluralidad de los reyes
desaparece como fantasmas que se evaporan; cuando cada reino de la España caballeresca
se hunde en el polvo con sus fueros, sólo el vasco, que tiene sus montañas por broquel y el
océano inmenso qye le pertenece por campo de sus conquistas, se pone en pie para
conservar en toda la plenitud su historia de siglos. "Debéis saber que nosotros datamos de
mil años atrás", decía un Montmorency a uno de los vascos. "Y nosotros —respondió el
vasco—, nosotros no datamos".

Pero lo que más sorprende no es tanto su amor a la libertad, su altivez, su carácter, como su
lengua, que ha podido conservar después de tantos siglos. Con raíces semejantes en todos
los pueblos de uno a otro extremo de la tierra, la lengua vasca es única; y derívese de las
lenguas célticas, de las tártaras, de las fenicias, ella es tormento de los etnólogos, que aún
no han podido descifrar el enigma. La lengua vasca, como el pueblo que la habla, parece ser
un elemento extranjero en el suelo de España.

El vasco es la nacionalidad triunfante: es el araucano de los Pirineos, siempre vigilante,


siempre atento al rugido de la tempestad. No hay aldea, no hay roca, no hay árbol que no
haya sido testigo de sus proezas desde las más remotas épocas. Diecinueve siglos han
pasado, y ahí está como atalaya del Mar Cantábrico, inmutable, sereno y temible en su
lucha, si se ve en peligro su nacionalidad y sus fueros, que él está dispuesto a sostener a
costa de la sangre de sus hijos. ¿Quien nos contara la historia de aquella madre que prefiere
sacrificar a su hijo antes que dejarle prisionero en las garras del romano? ¿Quién nos
relatara la historia de aquel padre que ordena la muerte de uno de los suyos para salvar a
sus progenitores encadenados?

Cuando en Aljubarrota el rey don Juan se ve cerca del enemigo y en momentos de sucumbir,
un vasco se apea del caballo que monta y se lo presenta al soberano para que escape, y
poniéndose de blanco a los enemigos y ofreciéndose como víctima, salva con su vida la del
monarca.

¡Cómo podríamos multiplicar los ejemplos de este heroísmo patrio y de abnegación sublime
de este pueblo sin rival, para quien su independencia es su talismán y su gloria!

Cuando suena la trompeta guerrera y el estandarte de Castilla flamea en las altas cimas,
todas las aldeas echan a vuelo sus campanas, y como hilos telegráficos, el sonido va
anunciando de pueblo en pueblo la hora del peligro. Entonces las familias se aprestan al
combate, estremécense las montañas y vense desfilar, por los collados inaccesibles,
legiones humanas que solicitan el sacrificio; el movimiento bélico es entonces la vida de esos
pueblos del Mar Cantábrico, y los apóstoles de las nuevas cruzadas, como los antiguos
vascos reunidos bajo la sombra del Árbol de Guernica, evocan los recuerdos de lo pasado y
alientan con su ejemplo la falange joven que deja el arado por los arreos de] militar.

¿Quién ayudará a los nuevos combatientes? ¿Quién los socorrerá en sus horas de peligro?
Están solos; pero tienen por escudo la gloria de sus progenitores; por divisa, su nacionalidad;
y por retirada, sus montañas. La memoria no los abandona, y al registrar las páginas
inmortales de España recordarán que el vasco pertenece a todas las glorias y a todos los
lugares. Recordarán que estuvo en las Navas de Tolosa, y en el Salado, y en Lepante. Vasco
es el que vence a Garlo-Magno en Roncesvalles, y vasco el que conduce la enseña gloriosa
en el puente roto de Castilla. El vasco figura en los muros de Gibraltar y en los de Granada;
vasco, en fin, es el que hace prisionero a Francisco I en los muros de Pavía.

Sacadlo del campo de batalla, y lo encontraréis como el primer explorador de la ballena en


los mares de Groenlandia y TerraNova, y conocedor de todos los océanos. Dueños del Mar
Cantábrico, fueron ellos los que inspiran a Colón el descubrimiento de América, y cuando el
célebre genovés endereza sus naves en dirección del Nuevo Mundo, vascos le acompañan.
Bien merecían seguir en solicitud de América los dominadores de las olas, los roedores del
mar, como los llama Michelet. Otro habría sido el destino de aquella Armada Invencible de
Felipe II, si los almirantes vascos que la mandaban no hubieran sido retirados para confiarla
a un almirante de Castilla. Cuentan que cuando éste, consternado y abatido, se presenta
delante del monarca, "Duque —le dice el rey—, yo os había enviado a pelear contra los
ingleses y no contra los elementos".
El pueblo vasco ha tenido hombres notables en todos los episodios de España en todos los
países del globo. Vascos hubo en el descubrimiento de América, y en las conquistas de
España en Asia; vasco, finalmente, es aquel Sebastián de Elcano, el primero que da la vuelta
al mundo. Compañero de Magallanes, a él sólo estaba reservada la gloria de llevar en sus
armas aquella divisa que le concedió el rey: "Primum me circundedisti — fuiste el primero
que me rodeaste".

Cuando desaparece la Compañía Guipuzcoana, ¿qué se hace aquella colonia de vascos que
había fundado la agricultura y dejaba un gran número de haciendas cultivadas, el trabajo
sintetizado, el hogar con todas sus virtudes en armonía con los intereses sociales bien
entendidos? Continúa en su labor civilizadora, no como asociación, sino como individuos;
repártense en los valles de Aragua, a orillas del Lago de Valencia, en las llanuras del
Cojedes, del Portuguesa y del Orinoco y en las costas de Caracas, patria del primer cacao
del mundo. A los vascos débese el poderío de los valles de Aragua. Han corrido largos años
de la fundación de los primeros establecimientos agrícolas, y todavía se conservan muchos
de ellos: el tiempo no ha destruido los primeros campanarios de la aldea y aún quedan los
restos del antiguo torreón que anunciaba con sus espirales de humo el movimiento de los
campos; todavía el árbol secular levanta al cielo su ramaje, mientras que las generaciones
del pasado descansan en perpetua paz en el suelo de la selvática capilla. Fueron los vascos
los que al desaparecer como centro comercial introdujeron el añil de tinte, que cultivaron con
buen éxito; fueron los primeros plantadores de algodón y de la caña de azúcar, y los que
continuando en su labor civilizadora hasta el fin de sus días, dejaron a sus hijos, por herencia
provechosa, las virtudes del hogar y el amor al trabajo y a la patria.

Hay algo más grande que la riqueza y el cultivo de la tierra, y más que la gloria y las
vanidades del mundo: ese algo es la familia. La familia en el sentido general, la patria; y la
familia en el sentido íntimo, el hogar; éstas son las grandes virtudes del vasco en todo tiempo
y país. Así, la mayor parte de las familias que tienen entre nosotros tal origen, conservan las
costumbres austeras de los tiempos pasados, la tenacidad en el cumplimiento del deber, la
honradez en el trato, y la rigidez en sus opiniones, herencia de sus mayores. ¡Qué lejos
están de pensar los vascos, cuando eran dueños de Venezuela, que pocos años después
sus hijos y nietos continuarían su obra en nuestra guerra magna, en nuestros comicios y
asambleas, en nuestras luchas por la libertad y el progreso.

Entre las diversas ramas de la nacionalidad espan de que se origina la población de


Venezuela, ninguna más justos títulos a la gratitud nacional que la de vascos. Que se
estudie el elemento andaluz, el castella el catalán o el isleño, y encontraremos que el único <
ha podido conservarse, a pesar de la acción del tiempo y que ha dejado obras
imperecederas, es el vasco; y < ninguno como éste desempeñó en la historia de la Coló un
papel tan fecundo en beneficios

Después de la desmembración de Colombia en 18 la inmigración vasca es casi nula en


Venezuela. Re cida, por decirlo así, a individualidades, unas han J mado familias hacendosas
que se han fundido en el p; y otras después de un trabajo constante y honroso, ] regresado al
suelo patrio. De las actuales repúblicas origen español, sólo las del Plata gozan del envidia
privilegio de ver establecida una corriente constante inmigración originaria de las Provincias
Vascongac A orillas de aquel caudaloso río es donde los vascos i demos, hace ya treinta
años, han querido fundar su pal americana (1).
¿Por qué esta predilección a las márgenes del Pía ¿Acaso las Pampas de Buenos Aires les
brindan r atractivos que las dilatadas y ricas sabanas de nuest Llanos? ¿Acaso en nuestras
montañas andinas y en ni tros bosques cálidos a la vera de nuestros lagos y en dilatada cinta
de nuestras costas no tienen ellos la imaj de las cimas pirenaicas y del Mar Cantábrico? ¿Por
< no venir al suelo que cultivaron sus antepasados, doi la variedad de climas y de tierras,
donde la riqueza ve tal, ceñida de luz, y el gran número de descendier vascos les atestiguan
que aquí estuvo en no remotos d su centro americano?

Hablar de la presencia de los vascos en Venezuela es como hablar, es decir, como asomarse
a través de t nuestra historia. No es con la llegada de la Compa Guipuzcoana, como por allí
se ha dicho, cuando los vas intervienen activamente entre nosotros. No. En Cubag la isla
venezolana que parece un sudario de tierra, 1500, aparecen vascos en la empresa. Un
Ochandia un López de Arechuleta, aparecen al lado de Pedro Barrionuevo, el primero que allí
construye una casa < aíán y esfuerzo en aquella Nueva Cádiz que borra ] lamente la
avaricia. A Juan de la Cosa, llamado Ji el vizcaíno, corresponde trazar el mapa del mundo <
se incorpora.

A mediados del siglo XVI, cuando la fundacion de El Tocuyo, es un vasco, o hijo de vascos,
Juan Pérez Tolosa, quien con un sentido de integración echa a an el impulso que se concreta
en Borburata y hace posi la fundación de Barquisimeto y de Valencia, años ( pues. Y este
mismo Tolosa envía a su hermano poi Llano hacia los altos valles, hoy asiento de San Cristól
Tolosa fue quien rubricó la muerte del gobernador Ji de Carvajal, en la histórica ceiba
tocuyana. Con Tol comienza en la antigua provincia de Venezuela un c cepto distinto de la
acción colonizadora, pues se ab nuevas rutas, se organiza el gobierno, se fundan pueb se
estimula el comercio.

Mas parece que no hay tregua en esto de que vascos sean acción y hasta locura: Lope de
Aguirre aventurero signado de desesperación, tallado de muc sierpes, llega a Margarita, a
Valencia, a Barquisimeto desde el Marañón andino. Son muchas las palabras urgidas de
justicia y verdad que dice a Felipe II en su carta escrita junto al Lago de Tacarigua.

Vasco es el primer Bolívar, escribano en Santo mingo, tesorero en Caracas, representante de


Venezuela ante el rey; este Bolívar obtiene los primeros privilejios para Caracas, la cual
considera como su tierra, pues en todo vasco es virtud no olvidar su lugar de origen y querer
como propia la tierra que pisa con fe.

Vasco es aquel Diego de Henares "conocido comúnmente como el vizcaíno" —tal vez de
Henares Lezama—, compañero de Losada en la fundación de Caracas, a quien éste encarga
el trazado de las calles, nivelación de terrenos; trabajo que el gobernador Diego de Osorio
pondrá también a fines del siglo bajo la responsabilidad de Henares. Y cuando el gobernador
de la provincia de Guayana, Fernando Berrío Oruña, se interese por la ganadería, será Diego
de Henares quien lleve a las llanuras del Orinoco, desde San Sebastián de los Reyes, vacas,
yeguas, cerdos y caballos. Fueron éstas las primeras reses que llegaron a la tierra de
Guayana, y a este vasco tenaz, modesto y olvidado, se debe tal esfuerzo.

Por allí van muchos hijos de Guipúzcoa, de Navarra, de Vizcaya, de Álava. Vera Ibargoyen
va hacia El Dorado y deja una relación de su hazaña; Berrío y Oruña baja del Nuevo Reino y
por el Orinoco busca también la ciudad de Manoa. Todo es sueño porque el siglo es sueño.
Luego la acción de los vascos y de sus descendientes prospera en la llanura, en los
numerosos hatos y pueblos que erigen junto a los ríos. A orillas del Orinoco y del Apurito,
Juan Ochoa Gresala y Aguirre, caraqueño, descendiente de vascos, funda a Nueva
Cantabria y crea riqueza. Otros surgen, crecen y pasan.

La Colonia agrupa entusiasmos, fija bases. Ola-varriaga estudia la economía venezolana, y


su informe —aún inédito—, es fuente segura. La Guipuzcoana interviene luego y el cacao, el
café y los cueros de res viajan al exterior. Con la afluencia de gente vasca, a partir de 1730,
la economía cobra mejores impulsos y los libros llegan a escondidas. Surgen levantamientos
contra el monopolio impuesto por la Guipuzcoana, el pueblo se agita, un canario alza los
negros de Pana-quire, el gobernador Zuloaga defiende La Guaira del asalto de los piratas
ingleses, y medio siglo después, el intendente José de Abalos, echa por tierra la Compañía al
crear el comercio libre.

Por esta época hay gente de ascendencia vasca, ya criolla, como los Bolívar, los Us-táriz y
tantos, que miran, dentro de la inquietud universal de ser libres, con ansia, la llegada del siglo
XIX. Durante la guerra de Independencia, confundidos con señoritos y mulatos, van los
nuevos héroes. Un Francisco Iturbe libra a Bolívar de la muerte; un Mendoza alcanza la
primera Presidencia de Venezuela. Urdaneta deja una lección de entereza; Arrioja es el que
cierra desde Ca-bruta la tenaza con que Marino iba a estrechar la horda llanera de Boves. Y
no es solamente en esta etapa de prueba donde a menudo aparecen los vascos. Fundidos a
gentes del medio, la Colonia recoge los méritos y los errores de numerosos vascos que
tienen responsabilidades de gobierno como Alquiza (hoy Sanchorquiz, un sitio en el antiguo
camino de Caracas a La Guaira); Bastidas, Arguinzones, Alberro, Lardizábal, Arriaga,
Zubillaga, Unzaga y Amezaga. Este último es el capitán general que pone en marcha la
Capitanía General de Venezuela al dar cumplimiento a la real cédula de 1777, punto cabal de
partida de nuestra fisonomía como entidad política.

Y los nombres no se extinguen porque les anima un fuego seguro. Mientras un descendiente
de vascos, un Urdaneta, cae fulminado cuando combatía con aliento popular en la tremenda
lucha social que caracteriza la Federación, un Aurrecoechea Irigoyen, después de protestar
cuando el general José Antonio Páez, ya senil, inicia su dictadura, entrega su vida en
Holguín, en 1861, defendiendo la libertad de Cuba.

Entre Ochandiano, trabajador en Cubagua en 1500 y el vasco que llega en este momento a
Venezuela, no ha habido solución de continuidad. Como otros que vienen a dar lo mejor en la
estructuración de la Venezuela futura, tal vez sean los vascos y sus descendientes los que
más hondo han puesto a marchar entre nosotros esfuerzos y esperanzas.

¿Hay alguien que no sepa cuál es la producción de Venezuela? Habrá quien os asegure que
actualmente es la del petróleo. Permitid que os caracterice la producción de Venezuela como
la de los grandes hombres. Fue cuna de 'Bolívar, de Sucre y de Andrés Bello. En su
nacimiento, es el cañón y el pulpito de América. ¿Qué preparó durante el siglo XVIII la
fulguración de Venezuela sobre el continente a principios del XIXP ¿Qué originó la primacía
de Venezuela en la Emancipación de América? ¿Cómo se hizo el ESPÍRITU de Venezuela?
los vascos y el espíritu de Venezuela

los cuatro siglos de su fundación por el castellano capitán don Diego—culminando la


epopeya El Tocuyo-Los Caracas con tres subalternos: Agorreta, Ochoa y Arteaga, vizcaínos
los tres—, en su cuatricentenaria conmemoración, calar aquel espíritu de las élites caraque-
ñas de tiempos muy idos, supone remontar a una pequeña villa vasca donde se reunían
ciertos personajes muy ilustrados. Eran hombres que no querían limitarse al ocio cultivado
sino que intentaban ensayar medidas de mejoramiento económico y cultural más allá de su
propia patria.

Y uno de estos patrióticos vascos que ya vivió en América Olavide preparado estaba a "la
comprensión y hasta la oscura simpatía con las poblaciones indígenas en plan de cas-
tellanizarse por la conquista". En rigor, el cónclave del Gran Conde Munibe de apellido en
aquella villa de Azcoitia regida por un alcalde Altuna amigo íntimo del autor de Emilio y El
Contrato social, era una reunión de "mousiuritos" elegante y deliciosamente civilizados. Este
círculo que se reunía en torno del ilustrado Conde de Peñaflo-rida, terco y tenaz —como
buen vasco— que no paró hasta el remate de su sueño, se hallaba animado por un intenso
deseo de regenerar todo lo regenerable.

Presidía su tertulia "un cierto espíritu de imperial pireneismo" ya que las figuras que
intervinieron en la acción directora de la nueva casta —borbónica—, eran oriundos de la
Vasconia boscosa, baluarte de una libertad que se labró en rocas ensangrentadas como las
de Gordexola y Padura. Y cuyos antiguos Fueros los respetó, con sagrado celo, aquel
taciturno Felipe V, primer borbón y sobrino del versallesco Luis XIV. En ese siglo XVIII, donde
se hizo el espíritu de Venezuela, fue el País Vasco, pequeña nación con todas las
características de una auténtica nacionalidad, incrustada en el septentrión de la ibérica
península, quien primero asimiló la filosofia prerevolucíonaría de los enciclope-anglo-
franceses. Y serían hijos esa tierra donde nació el Iñigo acometedor de una empresa que aún
tiene eficacia universal, los encargados de transmitirla a América, comenzando por la
provincia más atrasada del indoamerica-no continente.

En ambos extremos de este acueducto ideológico se hallaban las familias que ocupaban la
cima social de Venezuela (Ustáriz, Aristi-guieta, Eraso, Ibarra, Ariza, Berroterán, Larrazábal,
Uzcátegui, Landaeta, etc., etc.) y el País Vasco de los Munibe, Itu-rriaga, Areizaga, Arteaga,
Altuna, ..., jaunes (señores) que habían abierto el camino al pensamiento libre en aquellas
tertulias azcoitianas presididas por el Conde de Peñaflorida.

El propio Simón Bolívar —afirma el ensayista diplomático, amigo íntimo del filósofo bilbaíno
don Miguel— tenía todas las luces del XVIII, ideal elaborado en Venezuela con más
intensidad que en parte alguna, por aquellos vascos que a ella arribaron, a bordo de la
fragata "San Ignacio" un día cualquiera de agosto de 1730, tentados no sólo por su riqueza
potencial sino también tras la búsqueda de una libertad distinta y posible en la Nueva
Andalucía del cacao y otras aromáticas especies.

Y si la revolución francesa suspendió el desarrollo -tiel organismo de pensamientos de la


Ilustración en la península ibérica, en los remotos valles del cacao americano, pozo de los
restos de la Real Compañía Guipuzcoana, en América, la evolución no se detuvo, sino que
siguieron las ideas su curso, enfureciéndose en vez de debilitarse, al pasar por los charcos
de sangre de las degollaciones francesas.

"Desde la primera arboladura que abandonó el puerto vasco de Pasajes, hasta ei postrer
cartucho que se quemó en la batalla de Ayacucho, se va cumpliendo una fatalidad histórica;
realízase el proceso del racionalismo que nace tímido, balbuciente y bienquisto de la
superiodidad, que se acrece, se vigoriza, sube a las eminencias de la ambición, ve al pasado
como enemigo, mormonea, critica, finalmente le acomete, le apuñala, se traba en abrazo de
pelea de dos épocas, viértese la sangre, hay ruinas y, sobre el campo desolado, la razón
pura finaliza por edificar la arquitectura independiente de América. En el cometido histórico
es un hecho que el primer piloto de Guipúzcoa, que encara con los valles del cacao, hasta la
figura, que corona la cima del empeño, el Libertador, hay un organismo de esfuerzo en que
una idea con la fatalidad de un astro, comienza a pestañear destellos, alegra con sus guiños
las luces. se le saluda con su nombre de Ilustración. avanza hacia el planeta del pasado, tí -
ñese de rojo y se le da nombre de Libertad".

En esa edificación de la arquitectura independiente de América, como magis-tralmente


señala, describe y poéticamente canta Ramón de Basterra, enorme y decisiva fue la
influencia de aquellas consignas civilizadoras trasplantadas a Venezuela por los asociados
del roussoniano Conde que rezaba todas las noches el rosario. Aquel Munibe fundador de
una empresa: Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, cuyos factores —algunos educados
en universidades francesas— introdujeron en Venezuela el culto a nuevas ideas que "hacían
torcer el gesto a los inquisidores".

Ahondando en la historia de aquel medio siglo de colonización vasca en Venezuela, no sería


difícil descubrir el secreto —o el origen— del por qué se creó en Caracas, puerta abierta de
América a la cultura europea durante el siglo XVIII, y no en otras capitales de virreinatos o
generales capitanías, un medio tan maduro para los ideales de la tremebunda revolución que
consumó la independencia de las provincias del Imperio Hispano.

Presencia Vasca en Venezuela

La parte correspondiente a la actual Venezuela no atrae en las primeras décadas del siglo
XVI a los navegantes de Vasconia, pues la colonización de Costa Firme sigue otro rumbo,
como lo representa el convenio de la monarquía española con los Welsars, por el cual,
aunque sin menoscabo de la soberanía, entrega al país en feudo de explotación, como
operación financiera para compensar los préstamos hechos a las arcas del estado español.
Fue la ilusión de hallar Eldorado, el incitante mayor de la actividad de los Welsars o Belsares
desde la base de Coro, lo que impelió a la aventura. En los siglos XVI y XVII, el país ofreció
espacio hasta para las más .descabelladas hazañas, como la de Lope de Aguirre (1511-
1561), apellidado el Tirano, quien como remate de sus andanzas por el Perú, Nicaragua y
Bolívia, acompaña a Pedro de Ursúa (1526-1561) a su expedición por el Amazonas, en 1560,
en pos de Eldorado. A costa de terribles violencias, alcanza la isla de Margarita, para volver
al continente y terminar sus días trágicamente en Barquisi-meto. Un vasco enloquecido por
sus pasiones que ha logrado triste fama.

Acaso hay que buscar la compensación de tanta tristeza en el hecho de que a finales del
siglo XVI se establezca en Venezuela el más importante linaje que ha de brillar en su historia,
en la persona del primer Simón Bolívar (15^2-1612), vizcaíno, que encontramos en Caracas,
en 1589, como Procurador General ante la Corte y Primer Regidor Perpetuo de Caracas.
Será el quinto abuelo paterno del Libertador, con lo que se fija el destino de la futura Ve-
nezuela. En 1590 viaja a España para llevar a cabo gestiones ante la Corona, de las cuales
regresó con éxito en 1592, pues trae la debida autorización para fundar un seminario de
gramática castellana, para cuyo cargo se nombra en 1592 a Juan de Arteaga, a quien le
sucede en 1594, también vasco, Simón de Basauri. La institución será el punto de partida de
la Universidad de Caracas. Aporta también el diseño del escudo de armas para la ciudad de
Caracas; y solventa el problema del trabajo forzado de los indios, con la concesión de
adquirir esclavos en África. En 1593 es distinguido con el cargo de Contador General de la
Real Hacienda.

Bastaría el hecho de haber incorporado el nombre insigne de Bolívar para ponderar el aporte
de sangre vasca a la tierra venezolana.
Pero es escaso de establecimiento de población vasca en el país,

Aunque se tienen noticias de haber llegado algunos grupos de vizcaínos a Caracas a finales
del siglo XVI. Aunque sin precisar datos, don Vicente de Amézaga (1901-1969), el
investigador moderno más importante de los vascos en Venezuela, dice que a lo largo de los
dos primeros siglos coloniales hasta el primer tercio del siglo XVIII, se produce una
"inmigración individual y esporádica de vascos impelidos por el espíritu de aventura y el
ansia de riqueza y bienestar que impulsaban a superar las barreras que la estrechez de la
tierra, la fecundidad familiar y las restricciones de su peculiar legislación civil, celosa
conservadora de la casa solariega, imponían a los dinámicos hombres de un pueblo
asentado frente a los infinitos caminos del mar, maestro inigualado en la escuela del progre-
so, la libertad y la convivencia humana».

Anota algunos nombres de vascos que aparecen mencionados en tiempos de los primeros
años venezolanos, como Sancho Ortiz de Urrutia y Juan de Urrutia, quienes constan desde
1519 como armadores de viajes de rescate a la costa de Cumaná; o Domingo de
Zubizarreta, armador de las expediciones perleras de Cubagua, en cuyas actividades
aparece también Sancho de Lizaur, quien en 1525 obtiene licencia «para llevar a la isla de
Cubagua un navio cargado de bastimentos y otras cosas y mercadurías para proveer la
gente que está en la isla, en la costa de Tierra Firme, en el rescate de per las...». Consta
asimismo que Juan López de Arrechulueta en 1526, es nombrado por Carlos V «veedor de
Cubagua y la costa de las perlas»; y a Martín de Ochandiano, Tesorero Real de la isla en
1527. Con propósito de «balancear el apetito de riquezas», es nombrado en 1531 fray
Antonio de Bilbao guardián del monasterio de San Francisco de Cubagua.

Son gente vasca que participa en la fugaz etapa de los maltratados tesoros perlíferos en la
primera mitad del siglo XVI, en Cubagua, espejismo de una fortuna que se perdió por haber
sido malbarata. Los nombres vascos se relacionan ocasionalmente con esta historia de
escasa duración. Más adelante encontramos muchos apellidos de linaje vasco «en los días
aurórales de Caracas», en los primeros tiempos de su fundación en 1567: Diego de Henares
Leza-ma, de Baracaldo «quien diseño el plano de la primitiva urbe caraqueña»; y a Sancho
del Villar, «uno de sus primeros alcaldes»; y en 1585 es secretario de Gobiernación de
Caracas Juan de Amézaga. Otros apellidos vascos surgen en la primitiva Caracas: Bartolomé
de liurasabcl, Diego de Leguizamón, Sancho de Urquicta, Tomás de Aguirre, Alonso de Uríá,
y un grupo notable antes de 1600.

Si Alonso Andrea de Ledezma es de nación vasca, como ha documentado don Manuel Pinto,
el acto más heroico de la historia colonial venezolana, el de haberse opuesto solo, caballero
con su lanza, al saqueo de Caracas por parte del corsario Amias Presión, el 27 de mayo de
1595, tendría el pueblo vasco el primer timbre de heroísmo del pasado venezolano, pues «su
nombre no podrá callarse sin agravio de toda la posteridad», ya que sacrificó su vida en el
empeño quijotesco. Fue sepultado «con aquellas señales de respeto que inspira el
patriotismo a los mismos enemigos», al decir de Andrés Bello.

Traslada Vicente de Amézaga de los viejos documentos del Archivo General de la Nación y
del Registro Principal de Caracas una ristra de nombres vascos que viven y actúan en la
geografía venezolana a lo largo del siglo XVII y primer tercio del XVIII, antes de la emigración
masiva de pobladores vascuences que se establecen en Venezuela al crearse la Compañía
Guipuzcoana de Caracas. He aquí la relación: Tomás de Aguirre, alcalde ordinario de
Caracas; Martín de Zabala, «abaliador» de perlas en Caracas junto con el capitán Juan de
Echebarría; Bernabé de Oñate Mendizábal, tesorero de Su Majestad en la gobernación en
1606; Sancho de Alquiza, fallecido en 1619, fue gobernador y capitán general, entre 1606 y
1611, cuyo nombre deformado en «Sancho Orquiz» designa todavía hoy una hacienda en el
Monte Avila, la cordillera que protege a Caracas.

Figuran otros nombres como los de Muxica y Butrón, los Vi-lella; los Ladrón de Guevara, del
linaje de los condes de Oñate; loi capitanes Arteaga, Aguirre Gresala y Sancho de Zuazo.
Fue encomendado don Juan de Landaeta, «natural de la Villa de Bilbao on el señorío de
Vizcaya», apellido de extensa prosapia en Venezuela. En la ciudad de Mérida, en los Andes
venezolanos, consta oí apellido Uzcátegui, también linajudo en vastagos ilustres; del mismo
modo que los Anzola en Barquisiineto y los Ochagabía en Ba-rlnftB. Y en todo el ámbito de
Venezuela otros apellidos que perdurarán en el devenir venezolano: los Mendoza, los Ayala,
los Urbi-na, los Ibarra, los Veroiz, los Pagóla, los Arechederra y los Arguinzoniz.

A partir de 1730 cambia sustancialmente la contribución de pobladores vascos a Venezuela.


Con la Compañía Guipuzcoana de Caracas, creada por Felipe V en 1728, cobrará un nuevo
sesgo, en volumen y en trascendencia, la relación entre la gente vasca y Ve nezuela. Es un
capítulo nuevo y singular de la historia al mundo hispánico.

Basta consultar la obra de Vicente de Amézaga y Aresti,H/ elemento vasco en el siglo XVIII
venezolano, editada en 1966 en la oportunidad del Cuatricentenario de la fundación de la
ciudad de Caracas, para darse cuenta de la inmensa importancia que va a tener la acción de
los vascos en Venezuela, a partir del segundo tercio del siglo XVIII.

En las Jornadas que organizó la Fundación Banco de Vizcaya, en octubre de 1988, se trató
el tema de la Compañía de Caracas en todos sus aspectos, lo que me excusa de tratarlo
ahora en detalle. Deseo sólo repetir la conclusión a que se llega con el examen de la
significación histórica de la institución creada en 1728 y disuelta en 1785. Dura dos tercios
del siglo XVIII y los efectos que produce en Venezuela son radicales. De un país pobre al
comienzo de la centuria se llega a su final con una comunidad sólida, estructurada, rica y
productiva, capaz intelectualmente de llevar adelan-^ te a principios del siglo XIX los
fundamentos de la emancipación hispanoamericana.

Enjuicia la acción de la Compañía, con criterio equilibrado, Andrés Bello (1781-1865) en el


Resumen déla historia de Venezuela, que escribió en 1809-1810, en las mismas vísperas del
movimiento de independiencia, con las" siguientes palabras: «La Compañía Guipuzcoana fue
el acto más memorable del reinado de Felipe V en la América. No podrá negarse nunca que
este establecimiento fue el que dio impulso a la máquina que planteó la conquista y organizó
el celo evangélico. Los conquistadores y los conquistados reunidos por una lengua y una
religión en una l'ttinlllii, vieron prosperar el sudor común con que regaban en beneficio de lu
madre patria una tierra tiranizada hasta entonces por el monopolio de Holanda.» Enumera
los beneficios que se de-rlvuron pura Venezuela de la acción de la Compañía y ensalza en
varios pasajes «la actividad agrícola de los vizcaínos», y señala asimismo «la laboriosa
industria de los canarios», para concluir que «hurlan siempre apreciable la institución de la
Compañía Gulpuzcoana».

Para poner en marcha la Compañía se requería tanto del elemento material como del
humano. La Compañía sistemáticamente no empicaba en sus almacenes y barcos sino
oriundos de Vizcaya. Lo que trae como consecuencia que se multiplique la presencia de
vascos en Venezuela, una masa en número muy considerable, de los cuales registra tres mil
doscientos sesenta apellidos don Vicente de Amézaga en su obra El elemento vasco en el
siglo XVIII venezolano (Caracas, 1966), que son apellidos vivos en las historias del país
hasta nuestros días. La finalidad del excelente trabajo de Amézaga está consignada en estas
palabras: «para que pueda ser grato a los millares de hijos de Venezuela por cuyas venas
corre la sangre de esos hombres que al afincar en esta tierra generosa, prestaron su aliento
y muchos de ellos ofrendaron sus vidas a la superior empresa de la independiencia
nacional».

La relación de las personas reseñadas, en perfecto orden alfabético, señala en cada caso los
datos de identificación y la circunstancia de su ida a Venezuela, y le añade la indicación de la
fuente histórica utilizada. Una obra ingente que merece la gratitud de los estudiosos de la
historia del país.

Junto a esta obra sustancial para el estudio del tema, publicó Vicente de Amézaga otra
investigación de gran valor: Hombres de I» Compañía Guipuzcoana, Caracas, 1963, al que
me cupo el honor de ponerle un prólogo a petición del autor. Forma el libro un conjunto de
monografías interpretativas de las figuras más eminentes que actuaron durante la vida de la
Compañía. Analiza minuciosamente la obra que realizaron en Venezuela. El libro distribuido
en Míete capítulos trata de las personalidades de Pedro José de Olava-rrl»gtt(m. 1735), José
de Iturriaga (1699-1767), José de Amenabar (muerto en 1784), los hombres de libros, Fermín
de Sansinenea,

Pedro de Berástegui (m. 1785), y los cultivadores (Pablo de Oren-dain [m. 1780], Antonio de
Arbide, Manuel de Arbide, y otros). Estudió además, monográficamente la personalidad de
Vicente Antonio Icuza (1737-1785), en estudio publicado en Caracas, 1966. Discurren en su
análisis un gran número de vascos que intervinieron en las actividades de la compañía,
cuyos apellidos encontraremos de nuevo en la historia de Venezuela, muchos de ellos como
actores eminentes en la empresa de la emancipación, tanto como en puestos destacados en
la sociedad venezolana del siglo XIX y aun en nuestro tiempo. Una labor impresionante la
realizada por Vicente de Amézaga, que vale por la mejor autenticación de la trascendencia
de la emigración vasca a Venezuela, obra realizada con amor y con extraordinaria
competencia de historiador, dedicado a esclarecer la verdad sobre testimonios
documentales.

Durante el siglo XIX sigue la corriente emigratoria individual de vascos hacia Venezuela.
Encontraban terreno propicio para desenvolverse en la tierra de Bolívar, donde siempre han
mantenido el prestigio de ser gente esforzada, honesta y trabajadora. Puede seguirse el
testimonio de empresas e iniciativas en todo el ámbito geográfico de la nación.
Llegamos ya al otro gran aporte de sangre vasca en nuestro siglo, como consecuencia de la
guerra civil peninsular (1936-1939). La emigración posterior a 1939 a las distintas Repúblicas
hispánicas fue masiva y distribuida por todo el continente americano. Más numerosa en
México, Argentina y Chile que en los otros países, desde luego. Con la característica de que
se expatriaban familias enteras, en contraste con el tipo habitual de las emigraciones ante-
riores desde el siglo XVI, que era de individuos, de personas que perseguían o el proceso
económico («el hacer fortuna») o en busca de la aventura, siempre con el anhelo de libertad.
Ahora no; son núcleos familiares enteros que van en pos de una nueva patria, condición que
hace más sólida y perdurable la emigración, pues procuran integrarse en los países que los
acogen.

Venezolanos que a lo largo del tiempo han manifestado su simpatía por las bondades de los
inmigrantes vascos en Venezuela. Son muchos los autores de elogios a los pobladores de
Euzkadi que se integraron a Venezuela, pero hay dos cuya mención no puede elu dirse:
Arístides Rojas (1826-1894) y el gran meridéño contemporáneo Simón Gonzalo Salas.
Etimologias de apellidos Vascos en Venezuela

AGINAGALDE
"Lado o región de Aguinaga". Es decir, de la casa Aguinaga que, a su vez, significa, "el lugar
del tejo", de agin, tejo y el sufijo ~aga. XAVIER DE AGUINAGALDE. Natural de Azpeitia
(Guipúzcoa). Cabo a Guerra de! Valle de Chuao. Año 1770. R. C. G. - Año 1771.
AIZPURUA
"La cima de la peña". De aitz, peña, y burú, cabeza, cima, más el sufijo -a, la. NICOLÁS DE
AIZPURUA. Factor principal de la Real Compañía Guípuzcoana por los años 1736-1744. R.
C. G. - Tomo I, f. 160, etc.
ÁLZATE
"El puerto o paso de los alisos". De altza, aliso, y ate, puerto, paso, garganta o desfiladero.
DOMINGO DE ÁLZATE. Tercer piloto de la nave de la R. C. G. "Nuestra Señora de los Dolores".
Año 1767. "Hijo de Gerónimo, natural de los Pasajes, en la Provincia de Guipúzcoa". Soltero,
de 26 años de edad. A. N. C. - R. G. C. - T. XVIII, f. 16.
AMENABAR
"El quejigo abigarrado". De ametz, quejigo, y nabar, abigarrado.
JOSÉ DE AMENABAR. Factor principal de la Real Compañía Guípuzcoana. Años 1772 al 1784.
Natural de Azpeitia (Guipúzcoa), "hijo legítimo y de legítimo matrimonio de don Antonio de
Amenabar y de doña Antonia de Zuloaga, ya difuntos, naturales y vecinos que fueron de
dicha Provincia". R. C. G. - Apéndice, T. IV.
ANZOLA
"Choza de borregos". De antzu, borrego, y ola, choza, cabana.
JOAQUÍN DE ANZOLA. Natural de Motrico (Guipúzcoa). Marinero del jabeque "San Rafael",
corsario de la Real Compañía Guipuzcoana. Año 1769. R. C. G. - T. XX, f. 239.
ANZOATEGUI
"El sitio o casa de Anzola". De Anlzola y el sufijo tegi, sitio o vivienda. AGUSTÍN DE
ANZOATEGUI. Factor de la R. C. Guipuzcoana en Puerto Cabello por el año 1755. R. C. G. -
Apéndice, I, 18.
ARAMBURU
"Cima o límite del valle". De aran, valle, y buru, cima y también límite. JUAN MARTÍN DE
ARAMBURU. Maestro de las obras de fortificación de Puerto Cabello, en 1775. Gob. y
Cap. Gral., T. XVII, f. 100.
ARBIDE
"Camino de piedra". De arri, piedra, y bidé,
camino.
ANTONIO DE ARBIDE. Traído por la Guipuzcoa-
na, juntamente con Orendaín, para el cultivo
del añil en los valles de Aragua. Ver. DIVER-
SOS, Tomo LIX, f. 66, etc. ARAGUA, Tomo
XX, f. 125, etc.
ARISMENDI
"Monte de robles". De aritz, roble, y mendi,
monte-
MICUEL DE ARISMENDI. Residenciado en La
Asunción, como Alguacil Mayor, Fiel Ejecutor,
Regidor y Alcalde de la Santa Hermandad que
fue en la isla de Margarita, en 1785 y 88. Resi-
dencias. - T. LIV, ff. 302, 393.
ARRIAGA
"La piedra o lugar de la piedra". De arri, piedra, y el sufijo -aga.
JULIÁN DE AKRIAGA. Gobernador y Capitán General de Caracas, los años 1749-1751.
ARRIBILLAGA
"Lugar de guijarros". De arríbil, guijarro, y el sufijo -aga.
TOMÁS IGNACIO DE ARRIBILLAGA. Natural de la "Noble y Leal Villa de Goizueta, reyno de
Navarra", residente en Venezuela. Reg. Praí. -Test. Año 1771. Tomo H. I.
ARTOLA
"Cabana de ovejas". De ardí, oveja, y ola,
cabana.
JOSÉ TOMÁS DE ARTOLA. Natural de Ernani.
Marinero de la balandra corsaria "Santa Ger-
trudis", de 27 años de edad en 1778. R. C. G. -
T. XXXV, f. 309.
BASAZABAL
"Bosque ancho". De baso, bosque, y ancho.
IGNACIO DE BASAZABAL. Cabo principal a guerra y Juez de Comisos en la ciudad de Carora.
Nombrado después por el gobernador Lardi-zabaí Teniente Justicia mayor de la ciudad de
San Felipe, se produce en dicha ciudad una sublevación contra él, a poco más del mes de su
llegada, el año 1740.
BERROETA
"Los jaros o setos". De berro, jaro, seto cercado, y el sufijo pluralizador -eta. FRANCISCO DE
BERROETA. Vecino del valle de San Sebastián de Ocumare, por el año de 1769. R. C. G. -
Apénd. 111, 298.
BERROTARAN
De Berroetaran, es decir, el valle de Berroet De Berroeta, ya explicado, y aran, valle. MIGUEL
DE DERROTARAN. Marqués del Valle ( Santiago. Residenciado en la villa de San Lu de Cura,
como Teniente Corregidor y Justic Mayor que fue del pueblo de Turmero, en 176
Residencias. T. XXXII, ff. 160 y 238.
CAREAGA
"La Cal" o "lugar de la cal", de kare, cz JUAN ANTONIO DE CAREAGA. Capitán de Infai tería.
Natural de Albistur (Guipúzcoa). "G mandante del Corso de los Guardacostas de esi
Provincia", en 1788. Gob. y Cap. Gral. - ' XXXVIII, f. 308.
DORRE
"Torre".
MIGUEL TOMÁS DE DORRE. Deudor de la R. < G. Dueño en Caracas de dos tiendas de me cería
que le son embargadas, mientras él paí a vivir en el convento de Nuestra Señora de '.
Merced. R. C. G. - T. IX, f. 1.
BERASTEGUI
"Herba!". De berar, hierba, y tegi, lugar. ANTONIO DE BERASTEGUI. Vecino en 1756 d puerto
de La Guaira y que "lleva en Venezuel doce o trece años". Registro Principal. - Tes Año
1755. Tomo M.
ECHEBERRIA
"La casa nueva". De etxe, casa, berri, nuev; y el sufijo -a, la. '' MARTÍN DE ECHEBERRIA.
"Oriundo del valle d< Baztan (Navarra) y actualmente vecino ed est ciudad de Caracas".
Fallecido en 1770 y sepu tado en la capilla de Nuestra Señora de la St ledad, en la iglesia de
San Francisco. Legó a 1 dicha capilla 3.000 pesos, "mil para que se hag una fiesta cada año
en su octava y dos mil paí un frontal de plata para su altar". Era dueñ de la fragata "Santo
Cristo de la Vera Cruz" ; a medias con su hermano Fermín, de la "Caí delaría". Reg. Pral.
Testamentarías. - Año 177' Tomo E.
ECHEGARAY
"Casa alta". De etxe, casa, y garai, allí cimera.
JOAQUÍN DE ECHEGARAY. Natural de San St bastían, Guipúzcoa, de 34 años de edad. Mar ñero
que fue de la balandra corsaria de la Res Compañía Guipuzcoana "San Antonio y Sa Carlos",
varada y perdida en la isla Orua e 1770. R, C. G. - T. XXIII, f. 157.
ECHEZARRETA
"Casas viejas". De etxe, casa, iarr, vieja, y el sufijo pluralizador -eta.
PEDRO MIGUEL DE ECHEZARRETA. Patrón de la lancha corsaria "Santa Gertrudis", de la R.
Compañía Guipuzcoana. De 24 años en 1776. R. C. G. - Torno XXXI, f. 206, etc.
EGUREN
"Límite o linde de la ladera". De egi, ladera, y guren, límite.
MANUEL DE EGUREN. Maestro carpintero de ribera que sale de La Guaira con deslino a
Cumaná solicitado por esa Comandancia, de orden superior, en enero de 1776. Gob. y Cap.
Gral. - T. XVII, f. 241.
ELEIZALDE
"Junto a la iglesia". De eleiz, iglesia, y alde, próximo a.
JOSÉ DE ELEIZALDE. Escribano público en Ca-lacas, el año 1768. Reg. Pral. Test. Año 1768.
Tomo D.
ELORMENDI
"Monte de espinos". De elorri, espino, y mendi, monte.
JUAN BAUTISTA DE ELORMENDI. Maestro mayor de carpintería, encargado del reconocimiento
de Maderas en Guayana y Trinidad. Se encuentra en Cumaná, en mayo de 1778. A. N. C.
Intendencia. - Tomo V, f. 9.
ELOSUA
"Espinal". De elorri, espino, y el sufijo abun-dancial -zu.
AGUSTÍN DE ELOSUA. Representante de la R. C. G. en el servicio de correo de Venezuela a
Puerto Rico, año 1777. R. C. G. - T. XXXIV, f. 60.
ERASO
Villa de Navarra. Probablemente de ira, helécho, y el sufijo so.
JOSÉ AGUSTÍN DE ERASO. Factor de la Real Compañía Guipuzcoana en La Guaira, en 1771. R.
C. G. - T. XXIII, f. 269.
ESTENOZ
El primer elemento es, posiblemente, esteren, torrente. En cuanto a la terminación -oz, fre-
cuente en nombres de poblaciones navarras, podría ser aquí otz, frío. FELIPE REMIREZ DE
ESTENOZ. Natural de Estella (Navarra). Brigadier de ios Reales Ejércitos. Capitán General y
Gobernador de Caracas en los años 1757-63. Antes había desempeñado igual cargo en la
isla de Puerto Rico, donde se le recuerda por haber sido el introductor del cultivo del café.
GALARMENDI
"Monte de árboles secos". De galarr, árbol seco, y mendi, monte.
TOMÁS DE GALARMENDI. Capitán del navio "Nuestra Señora del Coro", de la R. Compañía
Guipuzcoana. Año 1731. R. C. G. - Tomo I, f. 9.
GOICOECHEA"La casa de arriba". De goi, arriba, alto, -ko, sufijo locativo equivalente al de
español, y eíxea, la casa.
MARTÍN DE GOICOECHEA. Factor de la Real Compañía Guipuzcoana. Años 1758-1772. R. C. G.
- T. VI, f. 175.
GOIZUETA
"Los puentes de arriba". De goi, arriba, zubi, puente, y el sufijo pluralizador -eta. Es Goizu-
bieta en documentos antiguos. JUAN MANUEL DE GOIZUETA. Factor Principal de la Real
Compañía Guipuzcoana en La Guaira. Años 1744-1749. R. C. G. - Apéndice, T. I, f. 440.
GUISASOLA
"Retamal". De gisais, retama, y el sufijo derivativo local ola.
JOSÉ ANTONIO GUISASOLA. Armero de los Batallones de Milicias del valle de La Victoria.
Intendencia. - Tomo XII, f. 344.
GURRINDO
"Madroño". Contracción de Gurbiondo. JOSÉ DE GURBINDO. Cirujano del Hospital de la Real
Compañía Guipuzcoana, por los años de 1758. Registro Principal. - Test. Año 1755.
Tomo M3, f. 293.
HEREINOZ
De ereñotz, laurel
MANUEL DE HEREINOZ, fallecido en Caracas el año 1768, dejando por heredero a Nicolás de
Jauregui, también residente en Caracas, "en atención a que en el Señorío de Vizcaya, Patria
del relacionado don Manuel (éste) no tenía herederos forzosos". Registro Principal. - Test.
Año 1768. Tomo H. I. M.
HUICI
Lugai del valle de Larraun, en Navarra. Por la variante Ubici podemos colegir se trata de Ur-
bizi, esto es, agua viva.
JOSÉ ANTONIO DE HUICI. Comisionado de plantaciones de tabaco cura seca en Guanare, por el
año 1785. A. N. C. Gob. y Cap. Gral. -T. XXXI, f. 180.
ICUZA
"Higueral". De iku, variante de piku, higo, y el sufijo abundancial -iza.
VICENTE ANTONIO DE ICUZA. Capitán de la balandra corsaria "Nuestra Señora de Aran-zazu" en
1765 y Comandante durante varios años de los corsarios de la Real Compañía Guipuzcoana.
R. C. G. - Gob. y Cap. Gral. R. O., etc.
INCHAURRANDIETA
"Los nogales grandes". De intxaur, nogal, andi, grande, y el sufijo pluralizador -eta. JOSÉ
IGNACIO DE INCHAURRANDIETA. Natural del valle de Oyarzun (Guipúzcoa). Segundo cirujano del
navio de la Real Compañía Guipuzcoana "Nuestra Señora de los Dolores". Año 1767. R. C.
G. - T. XVIII, f. 16.
INCIARTE
"Entre cenagales". De intzi, variante de aintzi, cenagal, aguazal, y el sufijo -arte, entre.
SEBASTIÁN DE INCIARTE. Natural de Irún (Guipúzcoa), de 51 años de edad en 1769. Marinero
corsario de la R. C. G. Actúa como testigo en información abierta en Puerto Cabello en
setiembre de ese año. R. C. G- - Tomo XXI, f. 96.
INDA "Senda, vereda".
MARTÍN JOSÉ DE INDA. "Hijo de Francisco de Inda y de María Josefa de Huici, marido y mujer
legítimos que somos de esta Noble y Leal villa de Andoain, en la M. N. y M. Leal Provincia de
Guipúzcoa, Obispado de Pamplona". Muerto en la costa de Coro en 1770. Reg. Pral. Test.
Año 1771. Tomo H. I.
INTZA
"Juncal".
ANTONIO DE INZA. Castellano y Justicia Mayor
de La Guaira. Año 1733. R. C. G. - T. I, f. 30.
IRAZABAL
"Helechal ancho". De iratza, helechal, y zabal, ancho.
JOSÉ ANTONIO DE IRAZABAL. "Único sujeto inteligente en el asunto (ganado vacuno) que se
halla en este puerto". La Guaira. 1778. R. C. G. - Leg. sin encuadernar.
IRIARTE
"Entre villas". De iri, villa, poblado, y arte, entre.
NICOLÁS DE TRIARTE. Natural de Fuenterrabía (Guipúzcoa), de 37 años de edad en 1771.
Debe declarar por intérprete puesto que ignora el idioma español. Marinero de la fragata
"San Miguel", de la R. C. G. Aren. Gen. de la Nación. R. C. G. - Tomo XXIV, f. 16.
IRIBARREN
"Parte baja de la villa". De iri, villa, y barren, parte baja, inferior.
JUANA JOSEFA DE IRIBARREN. Esposa de Juan de Azpilcueta, Factor de la R. Compañía
Guipuzcoana en Maracaibo, y viajando con él a bordo de la goleta "Pincela", de la R. C. G.,
en noviembre de 1772. Gob. y Cap. Gral. - Tomo XII, f. 143.
IRIONDO
"Junto al poblado". De iri, poblado, villa, y el sufijo -ondo, junto a, próximo. JUAN JOSÉ DE
IRIONDO. Administrador de Real Hacienda de Barquisimeto. Se casa en El Tocuyo con doña
María Josefa de Vizcaya. Agosto, 1781. Intendencia. - Tomo XV, f. 11.
ISASTI
"Retamal". De isats, retama, y el sufijo -//, variante de -di tras silbante.
Contralor de presidiarios que solicita se le nombre sobrestante de los mismos, lo que se
recomienda "por ser sujeto a propósito y acreedor a lo que pretende". Puerto Cabello, junio
de 1776. Gob. y Capitanía Gral.
ITURRIAGA
"Lugar de la fuente". De iturri, fuente, y el sufijo locativo -aga.
JOSÉ DE ITURRIAGA. Director principal de la Compañía Guipuzcoana. Colaboró en 1739 y 1743
en la defensa de La Guaira y Puerto Cabello contra los ingleses. Autor, o, al menos, firmante,
del célebre "Manifiesto" editado por dicha Compañía en 1749. Jefe de la Expedición de
Límites de 1750 y, finalmente, Comandante General del Orinoco. Fallecido en 1767, en la isla
de Margarita.
LADRÓN DE GUEVARA
Apellido compuesto tomado del personaje de este nombre, Señor de la casa de Guevara,
"Conde por la gracia de Dios y Príncipe de los navarros".
MANUEL LADRÓN DE GUEVARA. Maestre del navio "San Ignacio", de la R. Compañía Gui-
puzcoana, que el 18 de agosto de 1767 salió de La Guaira para San Sebastián (Guipúzcoa).
Reg. Pral. - Año 1767. Tomo G. L. N. R.
LANZ
Pueblo de Navarra. Viene de latí, trabajo y. por extensión, tierra laborable. FRANCISCO
ANTONIO DE LANZ. Notario público en Caracas, en 1780. R. C. G. - XXXVII, f. 170.
LARDIZABAL
"Zarzal ancho". De larr, zarza, el sufijo locativo -di, y el adjetivo zabal, ancho. MARTÍN DE
LARDEABAN "Del Consejo de S. M. electo Alcalde de su Casa y Corte, Gobernador y Capitán
General de Caracas, de 1732 a 1737.
LARRALDE
"El lado o región del pastizal". De larre, pastizal, de1.esa, y el sufijo -alde que denota lado,
región.
JUAN LARRALDE. Nombrado para traducir documentos escritos en francés. (Tai vez por ser
vasco originario de la parte sometida al estado francés, donde abunda ese apellido). 1751. R.
C. G. - T. IV, f. 103.
LARTEGUI
"Zarzal". De larr, zarza, y tegi, sitio o lugar de. VICENTE DE LAKTEGUI. Intérprete en la decla-
ración de Nicolás de Iriarte, "como inteligente en la lengua Bascongada". Puerto Cabello,
1771. R. C. G. - T. XXIV, f. 16.
LECUNA
"El lugar bueno". Contracción de Jeku, lugar, y ona, bueno.
MARTÍN JOSÉ DE LECUNA. Natural de Fuente-rrabía (Guipúzcoa), de 20 años de edad. Marinero
<jue fue de la balandra corsaria de la R. C. G. "San Antonio y San Carlos", varada y perdida
en la isla de Orua, en el año 1770. R. C. G. - T. XXIII, f. 160.
LIZAUR
"Parte anterior o delantera de la sima". De leize, con su variante lite, sima, y aurr, parte
anterior o de delante.
BERNARDO ÁNGEL DE LIZAUR. Factor de la Real Compañía Guipuzcoana en Maracaibo, 1778.
R. C. G. - T. XXXV, f. 3, etc.
LIZAURZABAL
Lo mismo que el anterior, con el adjetivo zahal,
ancho.
CRISTÓBAL DE LIZAURZABAL. Obtiene la canongía
magistral en el año 1733. R. C. G. - Legajo sin
encuadernar, f. 2.
LOPERENA
"La casa de Lope". De Lope, y el sufijo -ena, la (casa) de Lope.
IGNACTO DE LOPERENA. Factor de la R. Compañía Guipuzcoana en San Felipe, el año 1738.
Registro Principal. - Test. Año 1738, Tomo A, f. 55.
"Prado, herbazal".
ANTONIO MALLO. Tesorero Oficial Real de Puerto Cabello. Año 1774. R. C. G. - T. XXIX, f. 209.
MARTIARENA
"La casa de Martín". De Marti, Martín, y el sufijo -arena, la (casa) de. VICENTE MARTIARENA.
Capitán de la goleta "Santo Cristo de Lezo", en viaje a Maracaibo. Noviembre de 1775. Gob.
y Cap. Gral. - T. XVII, f. 211.
MICHELENA
"La casa de Miguelito". De Mitxel, diminutivo de Miguel, y el sufijo -na, la (casa) de. MARTÍN
RAFAEL MICHELENA. Empleado de la R. Compañía Guipuzcoana bajo el Factor Aiz-purua, en
Caracas, año 1741. Registro Principal. - Test. Año 1742. Tomo L. M. N.
MUXICA
"¿Melocotón?".
FRANCISCO DE MUXICA. Contador del Ejército y Real Hacienda. Natural de la villa de Segura
(Guipúzcoa). Fue enterrado el 7 de noviembre de 1784 en la iglesia del convento de San
Francisco, a los pies del altar de Nuestra Señora de la Soledad. Intendencia. - Tomo XXIII, f.
45.
NARVARTE
El primer elemento, narba, que se encuentra en otros apellidos vascos como Narbaiza, etc.,
es de significado desconocido. JOAQUÍN NARVARTE. Residenciado en Caracas como
Corregidor y Justicia Mayor que fue del pueblo de Caraballeda, de 1785 a 87. Residencias. -
T. XXXVII, f. 108 y T. LVIII, ff. 84-86.
OLABARRIAGA
"La ferrería nueva". De ola, ferrería, barrí, variante occidental de berri, nueva, y el su-figo
-aga.
PEDRO JOSÉ DE OLABARRIAGA. Verdadero precursor de la Compañía Guipuzcoana y primer
Factor Principal de la misma en Caracas, en los años 1728-1731.
OLACIREGUI
Muy probablemente compuesto de olaza e irae-gui. El primero con la significación de alber-
gue, cabana, y el segundo de helechal. SEBASTIÁN DE OLACIREGUI. Factor de la Real
Compañía Guipuzcoana en San Felipe por los años 1740 y 1741 cuando el motín de dicha
ciudad en el que, según uno de los testigos, ei esclavo Juan Pedro Moreno "oyó en dicha
ciudad toda la gente alborotada tirando tiros y diciendo: "no queremos a los vizcaínos, sino
españoles". V. León Trujillo, "Motín y sublevación en San Felipe".
OLANO
"La ferrería pequeña". De ola, ferrería, y el sufijo diminutivo -no.
"Extraordinario", llegado en compañía de don JuanG ayangos para examen de los caudales
invertidos en el castillo de San Felipe, en Puerto Cabello. Año 1735. R. C. G. - Legajo sin
encuadernar, f. 42.
OLARTE Pueblo de Navarra. Su terminación ain es i común, pero su raíz no es clara.
PEDRO DE ORENDAIN. "Presbítero beneficiadc la Parroquial de San Esteban Protomártir, el
Obispado de Pamplona y actualmente vec del pueblo de Maracay". Según su téstame
fechado en 1780. Introductor, juntamente Arbide, del cultivo del añil en los valles
Aragua. R. C. G. - T. XLII, f. 90.
OTAMENDI
"Monte de argomas". De ola, argoma, y me monte.
ANTONIO ESTEBAN DE OTAMENDT. Capi Maestre y Administrador de la fragata "Nue; Señora del
Socorro", el año 1756. Reg. P Año 1755. Tomo M4. Albacea del difu Factor de la Real
Compañía Guipuzcoana A¡ tín Ignacio de Uranga. Año 1768. Regidor Caracas. Año 1780.
Archivo General de Nación. Sección Real Compañía Guipuzco; Tomo XX, f. 6, y T. XXXVII, f.
178.
OYARZABAL
"Bosque ancho". De oyart, que en composic
toma muchas veces la forma oyar, y za
ancho.
JOSÉ FRANCISCO OYARZABAL. Celebra un asie
con el Ayuntamiento de San Felipe para u
zación del río Yaracuy, en 1784. Diversos -
LXVIII, ff. 283 y ss.
PAGÓLA
"Hayedo". De pago, haya, y el sufijo -. JOSÉ FRANCISCO DE "PAGÓLA. Teniente Cabi Guerra
interino de Puerto Cabello, en 1' Diversos. - T. XVII, f. 365.
REMENTARITEGUI
"El lugar o casa del herrero". De errement lerrero, y el sufijo -tegi, lugar. JOSÉ MANUEL DE
REMENTARITEGUI. Solii empleo de practicante en el Hospital de Puf Cabello, en octubre de
1786. Intendencia Tomo XXXV.
SAGARZAZU
"Manzanedo". De sagartze, manzano (árb< y el sufijo abundancial -JK. PEDRO JOAQUÍN DE
SAGARZAZU. Natural de Fu terrabia (Guipúzcoa), de 35 años de edad 177Í. Despensero que
fue de la balandra c saria de la Real Compañía Guipuzcoana "! Antonio y San Carlos",
varada en las inmei ciones de la isla de Orua. R. C. G. - T. XX f. 143.
SALABERRIA
"Casa nueva". De sala, casa y también palai y berri, nueva, más el artículo a, la. MARTÍN DE
SALABERRIA. Comandante de guardacostas de la Real Compañía Guipuzco; en 1777.
Gob. y Cap. Gral. - T. XIX, f. 76.
SANSINENEA
"La casa de Sanchín". De Sanísln, Sanchitc el sufijo -enea, la (casa) de. FERMÍN DE
SANSINENEA. Capitán del navio "í Ignacio de Loyola", de la R. C. G., en vi a Cádiz en julio
de 1775. Gob. y Cap. Gra Tomo XVI, f. 261. Factor de la Real Ce pañía Guipuzcoana
en Guayana, en 1781. tendencia. - Tomo XI, f. 144.
MADARIAGA
"El peral". De madari, peral, y el sufijo -aga. JUAN ANTONIO MADARIAGA. Administrador de la
Renta de Correos. Año 1767. R. C. G. - T. XVII, f. 28.
TELLERIA
"Tejería".
JOSÉ DE TELLERÍA. Factor de la Real Compa Guipuzcoana en San Felipe, el año 1755. C.
G. - Tomo XXIV, ff. 195 y ss.
UNZAGA
"La hiedra". De untz, hiedra, y el sufijo -aga, Luis DE UNZAGA Y AMEZAGA. "Brigadier de los
Reales Ejércitos, Gobernador y Capitán General de esta Provincia, las de Cumaná, Guayana
y Maracaibo e islas de la Margarita y Trinidad. Superintendente de la Renta de Correos y
Juez Conservador de la Real Compañía Guipuzcoa-na". Primer Gob. y Cap. Gral. de
Venezuela. Años 1777-1782. R. C. G. - T. XXIV, f. 310.
URANGA
Derivado de ur, agua, con la terminación -anga, que se encuentra en Uzkanga, Estanga, de
la que no hay por ahora explicación satisfactoria. JUAN IGNACIO DE URANGA. Factor Principal
de la R. C. Guipuzcoana por los años 1761-1765, en cuyo mes de diciembre dejó el cargo,
falleciendo en marzo de 1766, en Caracas. R. C. G. - T. XLII, f. 269, y Reg. Gral. Test. Año
1770, T. U.
URBINA
"Dos aguas". De ur, agua, bi, dos, y el elemento -na, tal vez contracción de -ena. JUAN
ANTONIO DE URBINA. Presbítero. Cosechero de cacao. Año 1767. R. C. G. - T. XIX, f. 291.
URDANIBIA
"El vado del porquerizo". De urdan, porquerizo, e ibia, vado.
JOSÉ IGNACIO DE URDANIBIA. Natural de Irún (Guipúzcoa). Testigo que tiene que declarar por
medio de intérprete por no saber el español. Año 1771. R. C. G. - T. XXI, f. 24.
URIZAR
"Vieja villa". De un, villa, y zar, vieja. JOSÉ ANTONIO DE URIZAR. Teniente de Gobernador de
Venezuela. Año 1767. R. C. G. - T. XVII, f. 64.
URRUTIA
"La lejana" (sobreentendido "casa"). ANTONIO DE URRUTIA. Capitán de Navio. Miembro de la
Expedición de Límites que partió de Sa Península el año 1754 y en cuya expedición era el
tercero, después de Iturriaga y Alvarado. Después de recorrer de 1754 al 56 las cosías de
Nueva Andalucía y remontar el Orinoco, murió "comido por la intemperie de la Guayana".
Diversos. - T. XXX, ff. 320 al 383.
USATEGUI
"Palomera". De uso, paloma, y tegi, sitio, lugar. ANTONIO DE USATEGUI Y OXIRANDO. "Natural del
lugar Zuazo, en el Señorío de Vizcaya". Fallece en Caracas el año 1732. Lega cincuenta
pesos a la iglesia de Santa Marina de dicho lugar. Veinticinco al Cristo de Mugaola en el
mismo y cinco a Nuestra Señora de Unza, en Oquendo. Registro Principal. - Test. Año 1732.
Tomo U.
USTARIZ
Tal vez sea "El roble del muérdago". De usta, muérdago, y ariiz, roble.
JUAN AGUSTÍN DE USTARIZ. Cosechero de cacao. Año 1767. R. C. G. - Tomo XVII, f. 25. Vecino
de Cádiz (España), de la casa "Ustariz Hnos. y Cía.". Con "bienes muebles y raíces en el
Reino de Navarra". R. C. G. - Tomo XLII, f. 350.
VEROIZ
Apellido que ha venido a degenerar en Caracas en Veroes.
ANTONIO DE VEROIZ. Cosechero. Año 1741. R. C. G. - T. I, f. 168.
VILDOSOLA
"Cabana de corderos". De bildots, cordero, y ola, cabana.
JOSÉ JOAQUÍN DE VILDOSOLA. Capitán. Vecino de La Guaira. Traductor del francés al español.
Años 1757-1760. R. C. G. - T. V, f. 55 y Apénd. IV, Exp. 2, f. 60.
YARZA
"Brezal". De iar, brezo, y el sufijo abundan-cial -iza.
JOSÉ DE YARZA. Enviado a Caracas por la Real Compañía Guipuzcoana para ver si el Factor
Principal había establecido exactamente las cuentas de las factorías; el estado de éstas y la
calidad de las mercaderías existentes; las necesidades de los naturales en cuanto a
provisiones y vestidos, a fin de que las remediasen los navios de dicha Compañía; y a
averiguar, sobre todo, el proceder de cada uno de los factores, sus dependientes y demás
empleados y si viven cristianamente. Gil Fortoul. "Hist. Constitucional de Venezuela". T. T,
pág. 98.
ZABALZA
De zabal, plazoleta, y el sufijo abundancial -iza. JOSÉ DE ZABALZA. "Natural de San Sebastián
de los Pasajes". Tripulante de la balandra corsaria "Santa Gertrudis". De 41 años de edad en
1778. R. C. G. - T. XXXV, f. 109.
ZARANDIA
"El jaral grande". De zara, jaral, bosque, y andia, grande.
JUAN BAUTISTA DE ZARANDIA. Factor en el puerto de La Guaira de la Real Compañía Guipuz-
coana. Año 1765. (1761 según R. C. G.). Registro Principal. - Año 1773, Tomo T.
ZARRAGA
"El lugar de la escoria". De zarra, escoria del hierro, y el sufijo -aga.
JOSÉ ANTONIO DE ZARRAGA. Maestre de Campo. Vecino de la ciudad de Coro y apoderado en
ella de la Real Compañía Guipuzcoana. Año 1770. R. C. G. - T. XXI, f. 155. Residenciado en
la ciudad de Coro como Alcalde Ordinario, Alcalde Provincial y Regidor Perpetuo que fue en
elia en 1778, 1787 y 1793. Residencias. -T. XLIII, ff. 370, 393, 408, etc.
ZUAZNARAR
"Árbol abigarrado". De zugalz, árbol, y nabar, abigarrado.
FÉLIX DE ZUAZNABAR. Teniente Coronel graduado de Milicias de Infantería. Uno de los más
destacados cultivadores en ios valles de Aragua de añil y algodón y dedicado también a
actividades pecuarias. R. O. 1778. Gob. y Cap. Gral. - T. XXXI, f. 166. Intendencia. -T. XXVIII,
f. 339.
ZUBICOETA
•'Los puentecillos". De zubi, puente, y los sufijos diminutivo -ko y pluralizador -eta. DOMINGO
ZUBICOETA. "Hijo de D. Domingo, natural dellu gar de Lazcano en (a Provincia de Guipúzcoa,
casado allí con doña Josefa Antonia de Araizcorreta. Tiene hijos y treinta y cinco años de
edad. Mostró certificado". Cirujano a bordo del "Nuestra Señora de los Dolores", de la Real
Compañía Guipuzcoana. R. C. G. - T. XVIII, f. 16.
ZULOAGA
"La cueva". De zulo, agujero, cueva, y el sufijo-aga.
GABRIEL DE ZULOAGA. Natural de Fuenterrazía (Guipúzcoa). Mariscal de Campo. Gobernador
y Capitán General de Caracas, de 1737 a 1747.
ZUMETA
"Los mimbres". De zume, mimbre, y el sufijo pluraiizador -eta.
JOSÉ FRANCISCO DE ZUMETA. "Hijo de Martín, natural de la villa de Cegama (Guipúzcoa),
soltero, de 23 años de edad el 1767. Ayudante del Mayordomo en el navio "Nuestra Señora
de los Dolores", de la Real. Compañía Guipuzcoana. R. C. G. - T. XVIII, f. 16.
Compilacion, Edicion y Publicacion
Xabier Iñaki Amezaga iribarren

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