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COMO BRÚJULA
Cuando un niño juega, ocurre lo mismo. Prueba, cambia, grita, gira, baila,
salta… cuando realmente su impulso interno se lo pide, bien por su
necesidad o por la relación de lo que ocurre dentro(necesidades internas)
con lo que está sucediendo externamente.
Los juegos de sostén nos permiten, sentirnos protegidos, sentir que todo
saldrá bien que somos sostenidos y podemos relajarnos. Sentir que alguien
nos cuida. Son todos aquellos en los que nuestro cuerpo descansa porque
hay algo que no le permite caerse, sentimos el sostén en nuestros pies en la
firmeza del suelo que piso, en nuestra espalda en una hamaca o el cuerpo
de otro que nos mece. En un pequeño refugio acolchado, en una manta que
nos envuelve. Todos ellos nos aportan el contacto y nos recuerdan los
primeros momentos de vida, donde nuestras pieles se encontraban por
primera vez y llegábamos a un mundo desconocido pero alguien nos
sostenía en brazos.
Los juegos de lucha, de pulsión.. nos permiten enfrentarnos al mundo,
saber que somos capaces, buscar estrategias para vencer nuestros miedos
y aun así defender aquello en lo que creemos. No consisten en dañar al
otro sino en enfrentarnos simbólicamente a nosotros mismos. Una
batalla de pintura, derribar el catillo o la construcción recreada, atrapar a
lo que llamamos “los malos”, y luego quitarnos las máscaras para crear
juntos.
Los juegos de expresión, son aquellos que nos permiten soltar aquello
que sentimos dentro, aquello que está en nuestro cuerpo y necesita ser
transmitido, observado, explorado y compartido. Aquello que nos
identifica con la realidad que sucede a través de nosotros. Son juegos
donde nuestro potencial se expresa y es visto.
La expresión puede ser a través del cuerpo, la oralidad, el arte, la
música, las invenciones que queremos compartir pero que implican
sacar lo que tengo dentro a través de lo nuevo, creado, inventado,
construido hacia afuera. Lo hacemos a través de la danza, con
movimientos rápidos, pisadas fuertes, giros veloces, saltos intrépidos
en un redoble de tambor, donde expresamos nuestra fuerza, energía,
con movimientos firmes. O nuestra dulzura, vulnerabilidad a través
de movimientos suaves,redondos, pausados, continuos.
ref. bibliográficas:
"Juegos de crianza : El juego corporal en los primeros años de vida" Daniel Calmels.
"Educar para ser. Vivencias de una escuela activa" Rebeca Wild